La Vida es un Tango
Los contadores de historias
Amables lectoras y lectores:
Hace algunos años leí un artículo (mi
memoria no es tan buena para recordar la
referencia completa) que señalaba -en
términos de antropología cultural- que
nosotros somos los hijos de los “contadores
de historias”. Hay varios libros al respecto y
numerosos estudios que podemos encontrar
fácilmente en una buena biblioteca o en
algún moderno banco digital de datos, pero
la información precisa se me escapa. En el
artículo que refiero, el autor señalaba que el
proceso de hominización y de humanización
fue impulsado por el desarrollo cerebral, en
términos de las conexiones neuronales las
cuales podían generar redes semánticas
internas y de ahí, redes de conocimiento
que devinieron en el crecimiento evolutivo
del cerebro.
Sin duda las facultades orgánicas para
recuperar historias y recordar personajes,
mitos y tradiciones en las sociedades pre-
literarias fueron exigiendo esfuerzos
inusitados a los complejos laberintos de
enlaces nerviosos. También y sin duda, los
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grupos humanos sentados en el atardecer -al
calor de una hoguera donde se disfrutaría el
ágape tribal del fin del día-, propiciaron las
bases del entendimiento social y la
percepción de los otros como parte misma
e importancia del reflejo propio en el grupo.
Los depositarios de la cultura, de la historia
y del listado de hechos relevantes del clan
eran algunos viejos, quienes almacenaban en
sus mentes toda la información oral que se
fue gestando y que aprendieron de los
mayores. Tradición que a su vez estaban
enseñando a los jóvenes del grupo,
encargados en su momento de trasladar
toda esa tradición a las generaciones
siguientes. No es difícil imaginar que los
conjuntos de historias se modificaban y
matizaban con el tiempo, ni que diferentes
personas en su momento hacían cambios en
los mitos para enfatizar algún punto a fin de
explicar o justificar los hechos actuales. Por
ejemplo, qué había causado la furia de una
deidad o de un espíritu para producir la
sequía de ése año, la poca caza junto al lago,
o la mortandad inesperada de los animales
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domesticados.
Así, esos contadores de historias y sus
oyentes fortalecieron su imaginación, e
impulsaron la habilidad magistral de crear
hechos en sus mentes no sólo para entender
pasados o explicar presentes. También
sirvieron para avizorar el futuro y tratar de
predecir a dónde los llevarían sus actos, las
decisiones o las alteraciones en las
costumbres del grupo.
Además de la imaginación, la fortaleza de
recordar y la habilidad para actuar los roles
de ésos personajes míticos, los contadores
de historias ejercitaron las mentes de los
individuos reunidos alrededor. Propiciaron
la cohesión del grupo a través de una
historia compartida, y también en las
capacidades internas que maduraban los
cerebros para -al día siguiente-, dar un paso
frente a la perspectiva del mundo. La
reflexión, los recuerdos y la imaginación
brindaron elementos para percibir la
realidad, para mover al clan de sitio, intentar
cazar un animal o establecer un cambio en la
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organización humana a la que pertenecían.
Con el tiempo y muchos años de avance
cultural, la relación cerebro-ojo-mano
devino en la función portentosa de plasmar
la tradición oral, primero en dibujos e
ideogramas y luego en grafías,
desencadenando así la permanencia de lo
dicho y la constancia de lo vivido. Esto
desligó al cerebro de su rol como almacén
de información y le otorgó un estatus quizá
más complejo como creador de realidades y
proponente de alternativas. El espíritu
humano se convirtió en definidor de las
reglas lógicas que enmarcarían sus
razonamientos.
La tradición escrita tal vez se está
matizando, con el advenimiento de los
sistemas de localización de datos como los
que existen en las redes de comunicaciones.
Es posible que nuestras nuevas generaciones
estén en camino de avanzar más con sus
habilidades de búsqueda, síntesis y re-
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estructuramiento de la información. Ellos se Hay que estar atentos y reflexionar. Por lo

convierten, cada uno en co-creadores de pronto, ya les conté esta historia...
aquello que investigan.
Nos leeremos muy pronto.

Para terminar, el Tango de hoy se llama

“Noches de Luna”, de Rafael Buono y Daniel
Alvarez. Esta semana estuvo enmarcada en
las noches con una luna maravillosa, así que
vale la pena escuchar un Tango magnífico y
poco conocido en México. Interpreta la
formidable orquesta Color Tango, con el
La relación cerebro-ojo-mano también cantor Eduardo Espinoza, en su álbum
empieza a evolucionar gracias a la aparición “Yunta Brava” (2005).
de las pantallas como las que existen ahora
en nuestras computadoras, en las “tabletas”
sensibles a las manos y hasta en los http://escuelasdelfuturo.com/tango/
teléfonos móviles que reconocen tanto el nochesdeluna.mp3
tacto como la voz de su dueño. ¿Nos
estamos alejando de lo “natural” en el
proceso de evolución de las facultades Correo: jc@escuelasdelfuturo.com
mentales, puesto que antes este desarrollo
http://www.facebook.com/jcgutie
era propiciado por el mismo medio
ambiente? O ¿estamos inventando un nuevo
patrón de relaciones entre lo real y lo virtual
-mediado por tecnología-, en una línea de
crecimiento que no podemos eludir? ¿Existe
una manera de favorecer un auténtico
progreso en las capacidades humanas no
solamente fundado en la estructura orgánica
sino en las construcciones culturales,
científicas y artísticas que vamos
ensamblando como especie?