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Las partículas no están sueltas sino que forman
agregados y hemos de destruir la agregación para
separar las partículas individuales. Por ello antes de
proceder a la extracción de las diferentes fracciones
hay una fase previa de preparación de la muestra.
En esta fase previa existen diversos métodos para separar a las partículas del suelo, unos son métodos físicos
(trituración suave, agitación lenta, agitación rápida, ultrasonidos, lavado y cocción) y otros son técnicas químicas
(oxidación de la materia orgánica con agua oxigenada, ataque ácido de los carbonatos y compuestos de Fe con ClH,
dispersión de las arcillas con hexametafosfato sódico o amoníaco). Como los agentes agregantes pueden ser muy
distintos, normalmente no sirve uno sólo de estos métodos sino que se monta una cadena de tratamientos.
La extracción final de las fracciones se realiza por tamizado para las arenas, mientras que la sedimentación en fase
acuosa es el método normal de separación de los limos y de las arcillas. Si se necesita subfraccionar a la fracción
arcilla se ha de recurrir a la centrifugación.
Existe un método para calcular la textura de una manera aproximada en base a la plasticidad que presenta la
fracción arcilla al añadirle agua. Se toma una pequeña cantidad de muestra en la palma de la mano, se le añade agua
hasta saturación. Se frotan las manos para hacer un cilindrito y en función de la facilidad de formar un tubito
delgado y según que se pueda o no doblar se establecen las texturas arcillosas, francoarcillosas y francas. En función
de la aspereza (se frota la muestra junto al oído y se escucha el chirrido de los granos) se determina la importancia
de los contenidos en arena. En esta figura se reproduce este diagrama textural simplificado.
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El análisis granulométrico representa el dato más valioso para interpretar la génesis y las propiedades de los suelos.
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a.1) Textura y factores formadores:
La acción de laos factores formadores queda reflejada en la textura del suelo.
Así, la roca tiende a dar una determinada clase textural, que quedara más patente cuanto más joven
sea el suelo (en un principio el suelo hereda la textura del material original). El clima tiende a
condicionar la textura en función de su agresividad (texturas groseras en climas áridos y texturas
arcillosas en climas húmedos y templados). El relieve condiciona el transporte de las partículas. El
tiempo tiende a dar una mayor alteración y favorece el aumento de la fracción arcilla.
a.2) Textura y procesos de formación:
La actuación de determinados procesos queda reflejada en la textura: fersialitización (texturas
arcillosas), ferralitización y podsolización (concentración de arenas), iluviación de arcilla (produce
contrastes texturales entre los horizontes de un suelo).
a.3) Grado de evolución:
La relación entre la cantidad de arcilla del material original y la de cada uno de los horizontes de un
suelo es un buen índice del grado de evolución.
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En todas las clasificaciones de suelos la textura es un carácter diferenciante ampliamente utilizado para
definir las clases de suelos a todos los niveles.
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De igual manera que en las clasificaciones de suelos, también a nivel de evaluación la textura del suelo es un
parámetro evaluador de la calidad.
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La gran mayoría de las propiedades físicas, químicas y fisicoquímicas están influenciadas por la
granulometría: estructura, color consistencia, porosidad aireación, permeabilidad, hidromorfía, retención de
agua, lavado, capacidad de cambio, reserva de nutrientes...
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Los suelos arenosos son inertes desde el punto de vista químico, carecen de propiedades coloidales y de
reservas de nutrientes. En cuanto a las propiedades físicas presentan mala estructuración, buena aireación,
muy alta permeabilidad y nula retención de agua.
Por el contrario los suelos arcillosos son muy activos desde el punto de vista químico, adsorben iones y
moléculas, floculan (la fracción arcilla permanece inmóvil) y dispersan (migran), muy ricos en nutrientes,
retienen mucha agua, bien estructurados, pero son impermeables y asfixiantes.
Los suelos limosos tienen nula estructuración, sin propiedades coloidales, son impermeables y con mala
aireación.
Los suelos francos son los equilibrados con propiedades compensadas.
Las partículas de arena son arrastradas por el viento y agua, las arenas finas son muy erosionables. Las
arcillas se pegan y se protegen, los limos no se unen y se erosionan más fácilmente.
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Las arenas son muy inertes mientras que las arcillas tienen un alto poder de amortiguación , pueden fijar y
transformar a los contaminantes y presenta por tanto una alta capacidad de autodepuración.
Las partículas del suelo no se encuentran aisladas, forman unos agregados estructurales que se llaman peds, estos
agregados (o terrones) por repetición dan el suelo. Es como un poco la celdilla unidad de los cristales que por
repetición origina el mineral. Los agregados están formados por partículas individuales (minerales, materia orgánica
y huecos) y le confieren al suelo una determinada estructura.
Se habla de estructura como una propiedad y es más bien un estado, ya que
cuando el suelo está seco, se agrieta y se manifiesta la estructura, pero si
está húmedo, el suelo se vuelve masivo, sin grietas y la estructura no se
manifiesta.
En los peds hay un material inerte, arenas, que se unen por la materia
orgánica y las arcillas y otros agentes cementantes. Si las arcillas están
dispersas, el suelo carece de estructura, si están floculadas, forman
estructura (figura 1).
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Desde el aspecto morfológico la estructura del suelo se define por una
forma, un tamaño y un grado de manifestación de los agregados.
á á Es la tendencia a manifestarse con un determinado hábito. Se definen los siguientes tipos.
Migajosa. Agregados porosos de forma redondeada (no se ajustan a los agregados vecinos). Típica de los
horizontes A.
Granular. Agregados sin apenas poros en su interior, de forma redondeada (no se ajustan a los
agregados vecinos). Es similar a la migajosa pero con los agregados compactos. Típica de los
horizontes A.
Angular (o en bloques angulares). Agregados de forma poliédrica, con superficies planas, de aristas
vivas y con vértices. Las caras del agregado se ajustan muy bien a las de los agregados vecinos.
Típicamente en los horizontes arcillosos, como son los hor. B.
Laminar. Cuando los agregados se desarrollan en dos direcciones (horizontales) más que en la
tercera (vertical). Típica de los horizontes arenosos, como los hor. E.
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Representa el porcentaje total de huecos que hay entre el material sólido de un suelo. Es un parámetro importante
porque de él depende el comportamiento del suelo frente a las fases líquida y gaseosa, y por tanto vital para la
actividad biológica que pueda soportar. Se estudia con la técnica micromorfológica y se cuantifica de una manera
indirecta en las medidas de pF y de densidad aparente.
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El agua del suelo está sometida a dos tipos de fuerzas de acciones opuesta. Por un lado las fuerzas de succión
tienden a retener el agua en los poros mientras que la fuerza de la gravedad tiende a desplazarla a capas cada vez
más profundas. De esta manera si predominan las fuerzas de succión el agua queda retenida mientras que si la
fuerza de la gravedad es más intensa el agua se mueve hacia abajo.
Pero también el agua asciende en el suelo. Esto se debe a la capilaridad (efecto especialmente intenso en los climas
áridos) y por diferencia de humedad (los horizontes más profundos permanecen más húmedos al estar protegidos,
por su lejanía de la superficie del suelo, a las pérdidas de agua debidas a la evaporación y a la absorción de las
plantas.
Por otra parte el agua no sólo se mueve en sentido vertical sino que también lo hace en dirección lateral,
movimiento generalizado en todos los relieves colinados y montañosos.
Formación de la costra seca superficial o efecto self mulching. Es una capa de extrema aridez que se produce en los
horizontes superiores del suelo y protege de la evaporación al agua contenida en los horizontes profundos. Se debe
al distinto grado de humedecimiento que presenta el suelo en función de la profundidad. Al haber un gradiente de
humedad con la profundidad del perfil también habrá diferentes potenciales de succión para las distintas capas del
suelo. En los horizontes superiores las fuerzas de succión de agua son más intensas que las de los horizontes
inferiores. Como resultado el agua asciende desde los niveles más húmedos hacia la superficie. Pero en el suelo no
llega a igualarse los contenidos en humedad de las distintas capas debido a la histéresis que muestran las curvas de
desorción y sorción de agua (figura) del tema anterior. A igualdad de fuerza de retención el suelo que se está
desecando (horizontes inferiores) contiene siempre más agua que el suelo que se está humedeciendo (horizontes
superiores). A igualdad de pF un determinado nivel del suelo está recibiendo de su capa inferior menos agua de la
que allí queda y a su vez él cede a una capa superior menos agua de la que se queda. Como consecuencia cada vez
asciende menos agua y llega un momento que se interrumpe el movimiento ascensional, cuando ocurre se produce
la ruptura del lazo capilar que rodea a todas las partículas del suelo.
Esto evita que se pierda gran cantidad de agua, es decir, el suelo se
protege de la pérdida de agua.
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Representa la facilidad de circulación del agua en el suelo. Es un parámetro muy importante que influirá en la
velocidad de edafización y en la actividad biológica que puede soportar un suelo.
Está condicionada fundamentalmente por la textura y la estructura.
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Normalmente en el suelo existe un gradiente de
humedad, de forma que no todos los horizontes del
suelo se presentan con el mismo grado de humedad
en un momento determinado. A la curva que
representa el estado de humedad del suelo con la
profundidad se le llama perfil hídrico. Como es lógico
el perfil hídrico de un suelo varia a lo largo del año.
En esta figura mostramos como varía el perfil hídrico
en un suelo de textura franca que soporta vegetación
arbustiva, en tres períodos representativos, durante
el período seco, al producirse la lluvia y después de terminar las precipitaciones.
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Representa la valoración del agua en el suelo a través del año. Se valora, como en cualquier balance, por los aportes,
pérdidas y retenciones.
AGUA RETENIDA = RECIBIDA- PERDIDA
Agua recibida: Precipitaciones atmosféricas y condensaciones.
Agua perdida: Evaporación, transpiración (o sea evapotranspiración) y escorrentía (superficial, hipodérmica y
profunda).
De los aportes de agua que llegan al suelo procedente de las precipitaciones atmosféricas una parte penetra y otra
parte no lo hace.
El agua que penetra en el suelo, parte se evapora, otra escurre, otra pasa a la capa freática, otra es consumida por
las plantas y finalmente otra parte es retenida.
Se hace un balance anual (en una ficha o en una gráfica) partiendo de los datos climáticos mensuales de
precipitación y temperatura (figura). A partir de las temperaturas se calculan las evapotranspiraciones potenciales
(cantidad de agua que se podría perder considerando las características climáticas) y reales (cantidad de agua que
realmente se pierde teniendo en cuenta la que hay en el suelo en cada momento). Se calcula la reserva de agua en el
suelo (agua útil por profundidad de enraizamiento en dm por la densidad aparente) para saber la cantidad de agua
que puede almacenar el suelo (reserva de agua para los meses secos) y se mide como varía la reserva a lo largo del
año (figura).
La capacidad de reserva de agua de un suelo es fundamental para los suelos sometidos a pocas o medias
precipitaciones
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El suelo como todo cuerpo poroso tiene dos densidades. La densidad real (densidad media de sus partículas sólidas)
y la densidad aparente (teniendo en cuenta el volumen de poros).
La densidad aparente refleja el contenido total de porosidad en un suelo y es importante para el manejo de los
suelos (refleja la compactación y facilidad de circulación de agua y aire). También es un dato necesario para
transformar muchos de los resultados de los análisis de los suelos en el laboratorio (expresados en % en peso) a
valores de % en volumen en el campo.
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Es una propiedad muy utilizada al estudiar los suelos pues es fácilmente observable y a partir de él se pueden
deducir rasgos importantes. Puede ser homogéneo para un horizonte o presentar manchas.
Se mide por comparación a unos colores estandar recogidos en las tablas Munsell.
Los agentes cromógenos son diversos, los colores más comunes son:
Color oscuro o negro. Normalmente debido a la materia orgánica (cuanto más oscuro es el horizonte superficial más
contenido en materia orgánica se le supone). Cuando esta localizado en nódulos y películas se le atribuye a los
compuestos de hierro y, sobre todo, de manganeso.
Color blancuzco. Debido a los carbonatos o al yeso o sales más solubles. En los horizontes eluviales es consecuencia
del lavado de las arenas (constituidas por cuarzo y en menor proporción, por feldespatos).
Colores pardos amarillentos. Oxidos de hierro hidratados y unidos a la arcilla y a la materia orgánica.
Colores rojos. Oxidos férricos tipo hematites. Medios cálidos con estaciones de intensa y larga sequía.
Colores abigarrados grises y rojos/pardos. Compuestos ferrosos y férricos. Característicos de los suelos pseudogley
con condiciones alternantes de reducción y oxidación.
Colores grises verdosos/azulados. Compuestos ferrosos, arcillas saturadas con Fe++. Indican intensa hidromorfía,
suelos gley.
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El suelo recibe las radiaciones procedentes del Sol y se calienta. Su temperatura
depende de como lleguen las radiaciones a la superficie (humedad atmosférica,
transparencia, nubosidad, precipitaciones, vientos, topografía, cobertera vegetal,
etc) y de como el suelo las asimile (humedad, color, calor específico, conductividad,
etc) (figura).
La temperatura del suelo está directamente relacionada con la temperatura del aire
atmosférico de las capas próximas al suelo. La temperatura del suelo, como la del aire, está sometido a cambios
estacionales y diurnos. Estas oscilaciones se van amortiguando hacia los horizontes profundos. La distribución de la
temperatura con la profundidad constituye el perfil térmico.
La temperatura del suelo es una medida de la que se dispone de muy pocos datos. Se acepta que la temperatura del
suelo a 50 centímetros de profundidad es equivalente a la del aire atmosférico mas 1 grado centigrado.