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3º B – Primer cuatrimestre
02/12/2009
MIGUEL ÁNGEL
Título: El texto es el fragmento de una carta, que se cree que mandó Miguel
Ángel al cardenal Rodolfo Pío di Carpi, en torno a 1560 o 1561. Es uno de los pocos
documentos conservados del autor en referencia a la concepción arquitectónica, ya que
él nunca se consideró arquitecto, sólo escultor.
Cabe destacar sus escritos poéticos, que se hacen un hueco en la literatura lírica del
siglo XVI. Su formación se situó en el Palacio de Lorenzo el Magnífico, junto al
pensamiento neoplatónico de la época. En sus versos nos trasmite una sensación de
insatisfacción por su entorno, así como la idea de la presencia transcendental en lo
material. A través de la poesía expresó dudas religiosas y sentimientos amorosos. Lo
que permite que podamos entenderlo mejor.
Esta escuela defenderá la estética manierista de la idea. Esta idea es la primera imagen
que tiene el artista, asentada en el espíritu humano como reflejo de lo divino. Como
contraste con los primeros humanistas, el arte se deja de relacionar con la naturaleza, se
emancipa. No es una simple copia de la misma, sino fruto de una idea. Se empieza a dar
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una visión subjetiva del artista, idea más moderna. A todo esto, se le añaden la cuestión
esotérica, con personajes creados como el Hermes Trimegisto. Se estudian otras culturas
y se relaciona todo con lo arcano, la magia natural…Así, se comienza a indagar sobre
otras sabidurías, produciéndose en cierto modo una contaminación. Se entreteje lo
neoplatónico con lo hermético (magia, astrología, alquimia,...), unido a la teología
cristiana.
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TEOFILO GALLACINI
Título: Este fragmento forma parte de su tratado, titulado Sobre los errores de
los arquitectos, realizado en 1621, pero publicado en 1767, por Visentini. En esta
publicación comentará y ampliará la obra de Gallacini. En éste habla no sólo de las
matemáticas y de la arquitectura, sino también de la historia, la literatura, las técnicas, la
ciencia, la astronomía, la filosofía y la medicina, entre otros temas.
Tema: Trata sobre los errores de los arquitectos, como bien dice el título de su
tratado. Considera que los artistas se dejan llevar por las excepciones de otros grandes
personajes en el arte. Coloca a Miguel Ángel como ejemplo, reconociendo su gran
virtud en las artes. Pero cree que no hay que seguir lo que realizó, ya que se “salió” del
prototipo por necesidad. Hay que seguir una regla, para realizar bien el trabajo.
En el contexto artístico, vivirá a caballo entre dos épocas, en la segunda mitad del
Cinquecento italiano, marcado por el manierismo, ya explicado con anterioridad. Y será
testigo del comienzo de una época calificada durante mucho tiempo como un momento
de arte caprichoso y extravagante, para luego unirle el calificativo de bárbaro, como el
arte medieval. Incluso en el siglo XX fue tachado de grosero, tosco y vulgar. El Barroco
abarca desde el año 1600 hasta el año 1750 aproximadamente. En la arquitectura de la
época se buscará distinguir un barroco más progresista y otro más conservador. Se
buscará romper con el estilo anterior, buscando un lenguaje nuevo, que se sirve de los
elementos renacentistas como base de su forma, pero con una funcionalidad y
aplicación diferentes.
Se aplica, sobre todo después de la Contrarreforma, un arte con carácter dramático, que
servía para acercar al fiel a la Iglesia, para reafirmar su fe, y a los atraer de nuevo a los
herejes. Las obras más vigorosas son capaces de despertar el alma y llevarla a un nivel
superior. Esto se entiende si miramos hacia las continuas reivindicaciones que tuvo que
hacer la Iglesia Católica con su Contrarreforma, después de la Reforma Protestante de
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Martín Lutero. Se conoce en el arte del barroco triunfante o decorativo, situado al final
de esta época, como una manifestación del poder de la Iglesia y su victoria frente a los
herejes.
Realmente, a pesar de ello, no podemos decir que este tratado sea anti-barroco, pues por
su temprana fecha, la obra de los principales artistas barrocos no estaba realizada.
Realmente, parece que rechaza más la arquitectura del periodo anterior, del manierismo.
Después sí encontraremos escritos que criticarán, por ejemplo, la obra de Borromini,
alegando que pretendía pervertir a la humanidad con sus bellas creaciones.
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seguir para tener siempre presente las ideas clásicas, y para evitar que el artista tenga
esa libertad creadora y se ciña a la regla.
FRANCESCO BORROMINI
Su obra choca con la de Bernini, al ser un arquitecto más dinámico y exagerará más las
curvas y los efectos visuales que éste. Como tendrá que realizar obras en parcelas más
pequeñas y menos uniformes, sus edificios se adaptarán a los lugares, pero les dará una
sensación de grandeza y de mayor espacialidad. Creará formas que provoquen que el
ojo humano resbale por las superficies y pase de un elemento a otro. Se dará una unidad
plástica dinámica, donde el efectismo tendrá un papel principal.
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Por otra parte, el arquitecto ya emancipado en el Renacimiento como intelectual,
hicieron que, a pesar de que la idea de escuelas de arquitectura como las entendemos
hoy tardasen en aparecer, se regía por unos criterios profesionales existentes. Por
ejemplo, el Colegio de Arquitectos e Ingenieros de Milán de 1563 reunió un conjunto de
normas.
Por otro lado, Italia sufrirá la un periodo de guerras territoriales. La Corona Española se
enfrentará a los suizos, apoyados estos últimos por el Cardenal Richelieu desde Francia,
por los territorios de Milán. Bajo el reinado de Felipe III, estalló la Conjuración de
Venecia por los recelos que despertaban a Venecia y Saboya al poder español. Con
Felipe IV, entramos en un periodo de decadencia, logrando algunos en la Guerra de
Sucesión de Mantua. La Guerra de los Treinta Años consigue alejar la vista de Italia de
la línea de horizonte española.
En 1640 se produjeron rebeliones contra la presencia del reino español en Nápoles y
Sicilia. El reinado del último Habsburgo, Carlos II de España, no trajo grandes cambios
en la vida política italiana, aunque el problema sucesorio que plantó su testamento, en
favor de un pariente francés generó una Guerra de Sucesión que implico a
prácticamente toda Europa occidental. Mientras en la península ibérica los
acontecimientos favorables a uno y otro bando se alternaban, el Duque de Saboya y
Austria tomaron las posesiones españolas en Italia. La victoria final de Felipe V llevó a
la Paz de Utrecht, que supuso el fin de la presencia española en Italia.
Cabe destacar, que los teóricos de la arquitectura del periodo neoclásico creyeron que
Borromini era lo contrario a lo racional, es decir la locura. Esta locura se proyectó por
Italia con las formas libres del Tardo-barroco y Rococó. Incluso, entre sus
contemporáneos, la obra de este autor era considerada fuera de lo normal, por ello, no es
de extrañar que los neoclásicos de la época siguiente, los cuales ya despreciaban el
Barroco, lo consideraran un degenerado del arte. No fue hasta el Romanticismo cuando
se reconsideró esta época y fue vista desde un punto positivo. Aunque, como pasó con
la Edad Media, a menudo fue tachada de demasiado exuberante, muy cargada y
grotesca.
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perspectiva logra cerrar los espacios, en vez de abrirlos como los de Bernini. A
diferencia de este último, Borromini concibe la arquitectura como producto de una
técnica febril, y el primero como una serena contemplación de lo creado.
TOMMASO TEMANZA
Tema: Carta escrita a su alumno Antonio Selva al saber que éste viaja a Roma,
como era común para todo artista, como base de aprendizaje. Hace una crítica al
manierismo de Miguel Ángel y lo tacha de incorrecto. Como fiel seguidor de la
arquitectura palladiana, es lógico este pensamiento, considerando que este autor busca
recuperar las formas puras de los arquitectos de antes del manierismo italiano.
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anterior posee una decoración demasiado recargada. Por último, empleará elementos de
la arquitectura clásica, como las columnas, los órdenes,…
Como defensor de los ideales neoclásicos, tacha todos los excesos del Barroco y las
formas del manierismo. Considera a Miguel Ángel un destructor de lo realizado por los
primeros tratadistas renacentistas, los cuales seguían muy de cerca las fórmulas de la
Antigüedad. Defiende la pureza en el arte y la simplicidad de la arquitectura, propia de
las obras clásicas.
Realmente va en contra del movimiento manierista, el cual se caracterizaba por
reinterpretar a la manera de cada artista el arte grecorromano. Remite al recuperar de las
formas básicas de la arquitectura y a dejar de lado lo creado por los artistas que no se
ciñen al prototipo antiguo.
Realiza una enumeración de malos procedimientos por parte de Miguel Ángel, aunque
“salvando” algunas de sus obras. Realza a Palladio como gran ejemplo de la
arquitectura que es digna de recuperar. Y critica a los que no aprecian su obra,
tachándolos de ignorantes y faltos de moral, los cuales se dejan “engalanar” por la
belleza de las obras de Miguel Ángel. Ya que éstas nos siguen las leyes establecidas por
los “grandes” teóricos y artistas del primer Renacimiento.
Lenguaje: Es una carta clara, que deja muy bien recalcado su opinión acerca de
la arquitectura manierista. No va con una intención didáctica, sólo da su postura sobre
lo que le parece este tipo de movimiento. En su tratado sí defenderá el neoclasicismo,
por lo que sí pretenderá un valor didáctico, pero aquí no prohíbe a su discípulo que
conozca Roma y la obra de Miguel Ángel, sino que lo advierte de los errores que, en su
opinión, comete este artista. Por tanto, defiende la corriente neoclásica y recuerda los
valores de las mismas. Parece que intenta evitar que su alumno se deje llevar, como los
romanos, por la belleza y grandeza de las obras de Miguel Ángel.
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situamos también a Tommaso, el cual arremete duramente contra la obra de este artista.
Según él <<…los edificios de Miguel Ángel son incorrectos…todo… es malo…>>2.
Pero esta carta es como una advertencia a su alumno sobre la obra de este artista. El
viaje a Roma es bueno, pero hay que recuperar lo puro del arte de los primeros años del
Renacimiento. Realmente es un autor del Neoclasicismo, porque en la carta se ven
implícitos algunos valores de este movimiento. Recuerda a su discípulo ir con cuidado
al criticar a Miguel Ángel, porque los romanos lo consideran como un genio y no
tomarían a bien ninguna crítica. Los tacha de ignorantes e inmorales.
En cambio, Borromini, hace una alabanza a este gran artista. Lo considera un genio por
su creatividad, por su capacidad de reinterpretar un lenguaje recuperado para hacer algo
totalmente nuevo. Con sus palabras nos recuerda aquello que defendía Miguel Ángel,
<<…que el que sigue a otros nunca avanza…>>3. Defiende que <<…en verdad yo no
me he dedicado a esta profesión para ser un simple copista>>4. Realmente vemos como
la mentalidad del artista hacia su propio trabajo va cambiando, puesto que ya no se
consideran simples artesanos, sino representantes de un arte liberal. Pero, Borromini va
a más allá, al considerar que no sólo se debe emular a la Antigüedad Clásica como gran
ejemplo, sino que, desde este punto de partida, es necesario dejar que el artista aporte
algo nuevo al prototipo, que cree algo que lo diferencie del resto. Se empieza a
considerar el sentido de individualismo.
Ya en el siglo XV aparecerá la figura del arquitecto-ingeniero, en la corte de F. de
Moltefeltro, en Urbino. Luciano de Laurana obtendrá el título de “ingeniero y jefe de
todos los maestros”. Manetti ya nos habla del poder que poseía Brunnelleschi en su
obra, a pesar de que este título de ingeniero aún no era reconocido. La personalidad del
artista también cambiará, siendo inconformista en un comienzo, para que en el siglo
XVI decida ir escalando puestos en la sociedad.
Así, poco a poco comenzarán las obras de biografías de importantes artistas. Por
ejemplo, Bartolomeo Facio introduce en su obra De los hombres ilustres a los artistas
contemporáneos.
La idea del arquitecto lo tratarán varios artistas y tratadistas de la época, como León
Batista Alberti. En su obra De Re Aedificatoria, hace una introducción sobre lo que
entiende. Según él <<…no lo creo semejante al carpintero… llamaré arquitecto al que
con método seguro y perfecto sepa proyectar racionalmente y realizar en la práctica…
pero tal fin le son necesarios la comprensión y conocimiento de las más altas
disciplinas>> 5. Sobre esto, deducimos que sigue el modelo de Vitruvio y su concepción
sobre el arquitecto, puesto que también para éste era necesario unos conocimientos.
Dice <<Siendo, pues, la Arquitectura una ciencia condecorada de tantas otras, y tan
llena de erudiciones muchas y diversas…>>6. Añadimos también a Filarete, el cual
defendía que << el artista, para ser tomado como tal y no por trabajador manual,
necesita apoyarse en un humanismo de raíz literaria, pero también dominar teóricamente
y saber llevar a la práctica las disciplinas…>>7.
Según Filarete, el arquitecto es prestigioso, un humanista y a de ser honrado y separado
de las masas de obreros. Necesita de una fama, pero éste no debe ser orgulloso ni avaro.
Su visión del arquitecto es más sencilla y moderada. Pero jerarquiza en la elaboración
de una obra, siendo el arquitecto el encargado de mandar, de dirigir a los maestros y
determinar los gastos, para que ésta se lleve a buen término. Responsabiliza a esta figura
sobre todas las cosas, algo que no es tan acusado en los otros artistas. Es lo que Filarete
llama “proyecto”. Alberti, en cambio, no solía estar a pie de obra, por lo que los errores
no eran culpa de él, sino de la incompetencia del arquitecto que levantase su edificio.
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Francesco di Giorgio seguirá el modelo antiguo impuesto por Vitruvio sobre la figura
del arquitecto, pero le añade la necesidad del ingenio como cualidad principal de éste es
su trabajo. Si no posee ingenio ni invención no es posible que sea arquitecto. Además,
concibe el dibujo como una habilidad fundamental, porque gracias a éste se trasmite lo
que no puede ser dicho con palabras. De Vitruvio toma casi todos los conocimientos
que necesita esta figura, pero toma la idea de Alberti sobre la música. Ésta son <<las
leyes del sonido y las matemáticas>>8. Pero, Di Giorgio las relaciona con las
proporciones también, como la armonía del edificio.
Por otro lado, entrando ya en el manierismo, vemos que Miguel Ángel, en su carta, trata
la arquitectura desde un punto de vista antropomórfico. Defiende la coherencia del
edificio situada en su propia dinámica interior. Esta asociación está en lo vitruviano,
pero se diferencia de ésta por estar concebida en términos anatómicos y orgánicos, y no
aritméticos o geométricos. Realmente, Miguel Ángel no alude a proporciones ideales,
como las buscadas en el Primer Renacimiento, sino que se decanta por la dinámica y la
funcionalidad de los edificios. Por tanto, no se copia de la Antigüedad, sino que se
adapta al artista y a la nueva concepción del edificio.
Aunque no pertenece al manierismo, sino que forma parte del Quattrocento italiano,
Filarete ya alude a la arquitectura de manera antropomórfica, pero sólo la concibe como
una idea que se está gestando en la mente del arquitecto. Según sus propias palabras
<<… el edificio se parece al hombre… hay que engendrarlo, y luego parirlo>> 9,
continuando con <<… del mismo modo que la mujer –como te he dicho antes lleva el
feto en el cuerpo nueve o siete meses- el arquitecto debe fantasear y pensar durante
nueve o siete meses el patrón…>>10.
Vasari, en su obra, considera que Miguel Ángel es uno de los artistas que han vencido a
los que vencieron a la naturaleza. Esto remite a que los primeros renacentistas
consideraban a la naturaleza como guía suprema, para luego “vencerla” por las
siguientes generaciones. Considera que este autor consigue superar a los mismos
Antiguos. Como Di Giorgio y Pietro Cattaneo, cree en el ingenio como habilidad
fundamental para todo arquitecto.
Por último, vemos que Tommaso, fundador de las ideas neoclásicas, se apoya en
Palladio para configurar casi todo su pensamiento. Busca recuperar las formas sencillas
y puras del arte Antiguo y pone a Palladio como gran ejemplo del Renacimiento
italiano, a pesar de que éste perteneció al movimiento manierista.
Palladio desarrollará una arquitectura práctica con una metodología novedosa. Se apoya
en la técnica proyectual y la técnica constructiva. No son independientes como las
concebía Alberti, sino que van fuertemente unidas. Ambas forman parte de su
experiencia práctica de la arquitectura. Se diferencia de los primeros renacentistas al ser
mucho más pragmático y no tanto teórico.
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PREGUNTAS
Miguel Ángel fue el primer arquitecto en dar una nueva concepción a la fachada.
Pasaba de ser un reflejo del edificio, como en el Románico, para convertirse en un muro
decorativo independiente. Así, proyectó en él un dinamismo no dado antes. Esto lo
vemos mucho más exagerado en la obra de los arquitectos barrocos. Borromini, por
ejemplo, busca un movimiento de curvas y contra curvas que hacen reproducir un ritmo
ondulante en toda la fachada. Pero, esto es llevado a todo el edificio y no sólo a su parte
externa. Si los arquitectos manieristas alteraban la composición rigurosa de las fachadas
renacentistas añadiéndoles temas y decoraciones caracterizadas por un intelectualismo
refinado, pero sin modificar la lógica planimétrica y estructural de la fachada de los
edificios; los arquitectos barrocos modificaron tanto la composición en planta como en
fachada, generando una concepción nueva del espacio.
Por otra parte, Borromini fue uno de los que defendió la “praxis” frente a la teoría del
manierismo tardío. Esta “praxis” es la práctica del proyecto y buscaba darle una mayor
espiritualidad y grandeza, frente a la teoría, que había sido superior en el Renacimiento.
Frente a Miguel Ángel y los manieristas desarrolló una “praxis arquitectónica”, como
un último intento contra la teoría de la arquitectura. Para Borromini, el crear el
proyecto, los planos, formaba ya parte de la fase ejecutiva. Así, proyectar no es llevar a
fin las ideas, sino que lo ve como un proceso continuo.
Por otro lado, Bernini concibe a Miguel Ángel como el más grande artista del mundo.
Como gran ejemplo en el que hay que inspirarse. Sus obras son patrimonio para la
cultura. Es verdad que la obra de Miguel Ángel de hacia finales de su vida adquirió un
carácter más espiritual y esto lo toma Bernini, considerando que su obra es como un
dogma religioso.
Pero, para Borromini, a pesar de ver a Miguel Ángel como gran maestro, no lo ve como
Bernini, ya que este creía que servía como solución a todos los problemas artísticos,
sino como un problema en sí mismo. Bernini lo concibe como la perfección del arte, el
arte supremo y absoluto, pero Borromini ve en él una de las obras más dramáticas del
arte.
Hay, por tanto, por un lado una adoración absoluta y ejemplo a seguir por parte de
algunos arquitectos barrocos, como Bernini, uno de los máximos exponentes de este
periodo. Por ello, se basa en la arquitectura manierista y concretamente en la de Miguel
Ángel como punto de partida. Por otro, hay una especie de rechazo antimanierista.
Miguel Ángel ya intentó desprenderse de las formas rígidas del arte clásico del
Renacimiento, y, a su vez, los artistas barrocos buscan desprenderse del sentido clásico
que aún poseía el manierismo. Entran ahora en juego la subjetividad, el dinamismo
exagerado, las curvas y contra curvas, la espacialidad y la teatralidad.
Otro aspecto tocados por Miguel Ángel y desarrollado en el Barroco será el uso de la
elipse. Aunque sólo la desarrolla como retícula en el pavimento, en su proyecto para el
Capitolio. Esta forma será fundamental en el arte posterior, pues consigue el efecto que
buscan los artistas en los edificios barrocos. Se consigue una sensación de espacialidad
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mayor y se desarrolla un gran movimiento. Otro ejemplo lo vemos en el artesonado de
la Biblioteca Laurenciana, donde coloca formas con motivos elípticos.
Miguel Ángel concibe su edificio no sólo de forma arquitectónica, sino también
escultórica. Por ello, carga las fachadas con estatuas. Esto se exagera en el Barroco,
creando una profusa decoración escultórica integrada al edificio.
Además, en el Ricetto realizó una escalera exenta en el centro de un espacio cerrado,
gran innovación que se seguiría tanto en el siglo XVII como XVIII.
Análisis de los contenidos críticos y los aciertos subrayados en los textos (en base al
ornamento y al clasicismo).
En el texto de Tommaso, las palabras subrayadas hablan de una eliminación del arte
manierista, aunque concretamente del arte de Miguel Ángel. Por el contrario se resalta a
Palladio, más puro y clásico en su obra. Tommaso es el fundador del movimiento neo-
clásico, por lo que busca un recuperar el clasicismo del Quattrocento. Considera que
este artista “destruyó” lo que con tanto esfuerzo intentaban los clásicos renacentistas.
Tacha a los edificios de Miguel Ángel “incorrectos”, pues se sale de las concepciones
arquitectónicas de los tratadistas. Éste alteró el orden establecido. Cree, además, que los
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romanos se han dejado llevar por la belleza de sus edificios y no distinguen lo que está
bien de lo mal hecho. Son cautivados por las formas y sucumben a dejarse llevar por los
sentimientos. Mientras que, los venecianos aún se guían por las leyes morales y de la
razón.
Por otra parte, a raíz de la obra de Miguel Ángel encontramos unas influencias
posteriores. En el propio Barroco habrá artistas que lo sigan, como Bernini, o que lo
rechacen, como Borromini.
Su obra fue considerada por sus contemporáneos como la culminación del arte
Renacentista, aunque también como su conclusión.
A diferencia de Palladio, Miguel Ángel sigue un estilo más profundamente manierista,
en el cual ya no se buscan proporciones ideales ni belleza sublime, sino que el arte se
hace más subjetivo. Se alejan de la realidad y de la verdad, tendiendo más a la
abstracción. No se busca una claridad perfecta en los edificios, su composición no es
exacta a la de los tratados del Primer Renacimiento. Aumentan elementos
arquitectónicos que no cumplen una función y se desarrolla la decoración.
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NOTAS
1
GALLACINI, Teófilo: “Tratado sobre los errores de los arquitectos”.1621.
Publicado en 1767.
2
TEMANZA, Tommaso: “Carta a Antonio Selva”. Venecia, 1778.
3, 4
BORROMINI, Francesco: “Opus Architectonicum”. 1648. Publicado en 1725.
5
LEÓN BATISTA, Alberti: “De la pintura y otros escritos sobre arte. De la
arquitectura”. Ed. Tecnos, 1999. Madrid. Prólogo. Pág. 147.
6, 8
VITRUVIO: “Los diez libros de arquitectura”. Libro 1, cap. 1. Pág. 6.
7, 9, 10
AVERLINO, Antonio (Filarete): “Trattato d'architettura”. P. 24.
BIBLIOGRAFÍA
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