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¿Sabías que las mujeres somos las únicas hembras de mamíferos que menstrúan? Es
cierto que todas hemos visto que gatas y perras tienen a veces sangre en sus sexos, pero
esto sólo ocurre durante el período del estro o celo. El estro no es una menstruación sino
un proceso en el que una pérdida de sangre desencadena un torrente hormonal que abre
el deseo sexual de las hembras, atrae al macho para copular y provoca la ovulación
asegurando el embarazo. Es un proceso desencadenado por la intensificación de la luz
solar que anuncia las estaciones más benévolas para la vida y provoca que todas las
hembras de una especie den a luz a sus crías en la época idónea. El momento y la
frecuencia anual varían según la especie, pero siempre es la luz solar ±percibida por
ciertas glándulas a través de la retina- el factor desencadenante.
¿Cómo hubiera podido sobrevivir la horda prehistórica con todas las hembras del grupo
embarazadas y pariendo a la vez? ¿Cómo hubieran podido desplazarse, buscar comida y
a la vez cuidar de esos cachorros tan vulnerables durante tanto tiempo?
Todo esto se resolvió con una misteriosa proeza hormonal, las hembras humanas
dejaron de estar determinadas por la luz solar y se vincularon hormonalmente al ciclo de
la luna. Desapareció así el proceso hormonal llamado estro y, en su lugar, surgió la
menstruación. Este cambio multiplicó las posibilidades de embarazo ±fundamental para
que la especie no se extinguiera, y a la vez posibilitó que cada hembra del grupo
quedara embarazada en un momento distinto.