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La Injusticia al Poder

Reflexiones sobre la injusticia en tribunales

Francisco Emilio Casadey

Ediciones Alfafuerte
La Injusticia al Poder - Reflexiones sobre la injusticia en tribunales

Francisco Emilio Casadey © 2011

Ediciones Alfafuerte

Se permite la copia y distribución de este libro siempre y cuando se cite la fuente.


A manera de Prólogo
El mundo vive un momento caótico, dominado por la violencia
y la podredumbre. Mi vida en el exilio no ha sido fácil, por el
contrario, es una sucesión de países y hechos que penosamente se
soportan debido, precisamente, a esos problemas. Mi caso en
especial, víctima del juez corrupto Juan Carlos Arraya, de
delincuentes y usurpadores como la famila Larrahona, Ramona
Sánchez, el actual subsecretario de supuestos derechos humanos
en la provincia de Buenos Aires, Argentina, llamado Fernando
Adolfo Cano y su esbirro Gabriel Héctor Martín, han hecho
imposible mi vida en mi propio país, en mi propia casa. Personajes
nefastos, como el abogado Moreno, representante de una
empleada de apellido Nofal de los tribunales de Tucumán, quien
gracias al poder político consigue que una jueza ordene escriturar
una propiedad ihhibida ajena. Atentados y el sucesivo despojo de
mis bienes me han obligado a estar en constante movimiento,
escapando del terrorismo de estado que ejercen personajes
nefastos en puestos claves de la política y del poder judicial, poder
servil a intereses oscuros de algunos pocos amorales. Mi estancia
en Guinea Ecuatorial ha sido breve, pues en resguardo de mi propia
vida tuve que encaminarme a nuevos horizontes. Esto se ha
transformado, en cierta medida, en una experiencia única y
enriquecedora. Mis vivencias en el convulsionado Egipto de los
últimos días de Mubárak me ha dado mucho en que reflexionar, y
en atar lazos no solo con el proceso creativo y literario, sino con mi
propia vida, con la historia de mi país y la actual tiranía de la pseudo
democracia. Ahora, la lucha en Libia es atroz y cruel, y en cierta
forma, los pocos extranjeros que estamos en esta noble tierra
norafricana, no nos rendimos ni nos sumimos en la depresión ni en
la desesperación, pues nuestras armas no son de fuego, son mucho
más poderosas y punzantes, pues no hay forma de callar a la
verdad, por más que le duela y moleste a los poderosos, o al juez
Arraya, quien continúa con la injusta aberración jurídica sobre mi
persona, inhibida sin razón alguna más que la codicia por lo ajeno
de Arraya, hace ya más de veinte años. Pero bueno, muchos dirán
que así es Argentina, justamente ese es el problema, el habernos
acostumbrado a los abusos del terrorismo de estado, al espionaje y
a la mentira. Hechos similares acontecen en este momento en la
hermana República de Costa de Marfil, a la que he tenido el honor
de visitar hace poco y desde la cual escribo estas líneas.

Esto no debería ser así de ninguna manera. Es por ello que


elevo mis palabras para quien desee leerlas, transmitiendo mis
pensamientos e ideas de la manera más clara posible, para llegar a
aquellas mentes y espíritus sedientos de un poco de justicia y paz.

Nadie está exceptuado de que le suceda lo mismo que a mi,


ni a los jueces, ni a los políticos, ni a ningún poderoso. Vean lo que
sucede en la actualidad, han caído muchos gobiernos, y los que
antes estaban arriba ahora están abajo o tras las rejas…
Introducción
La Filosofía es un arma poderosa, trasciende las fronteras del
pensamiento cotidiano y bien puede ser empleada como una eficaz
dinamita para arremeter con todas las fuerzas contra una idea o
ideología determinada. El mundo actual está repleto de problemas
reales y cuestiones polémicas, algunos reflejos de los tabúes y
doctrinas propias de las religiones monoteístas y sus correlatos en
las políticas conservadoras, versus las incontables críticas que
realizan los liberales, ridiculizando los valores ya caducos de una
sociedad que vive en permanente cambio.

Pensar es una actividad placentera pero complicada. Esto es


simple de observar en el actual sistema judicial, en donde se premia
al poder político, al dinero; a las influencias y al “amiguismo”. En
cambio se castiga a la crítica (ya sea constructiva o destructiva
sigue siendo un análisis intelectual sobre ciertos hechos) y a la
denuncia de los poderosos cuando cometen un hecho delictivo
(como es el caso del juez Arraya).

La educación no tiene el valor de antaño. Lo mismo sucede


con la justicia. Basta con recordar los textos de Kiyosaki, éxito de
ventas internacionales. Lo mismo repiten los alumnos: -“Esta
asignatura no sirve para nada”, -“No se entiende nada”, entre otras
expresiones similares. Así, ya abogados, solo recurren a la
difamación, a la mentira y a las groserías, pues de leyes no saben
nada, como por ejemplo los abogados Suklje y Quintans, entre
otros.

Las ideologías dependen en gran parte de quienes las


enseñan y las propagan. Se realiza una mutilación “académica” de
libros y apuntes, fragmentos “minuciosamente seleccionados,
obligatorios y políticamente correctos”. La enseñanza al estilo
socrático se ha perdido casi inexorablemente, o al menos la idea
que se tenía sobre la misma, pues resulta completamente imposible
saber con exactitud que sucedía en épocas realmente tan lejadas
(pensar que se supone que Sócrates vivió alrededor del 470 al 399
Antes de Cristo). Aun hoy no se puede saber con ciencia cierta si
ciertos hechos recientes fueron tal cual como los relatan la prensa y
los expertos.

Sócrates dirigía libremente sus discursos a los que se


agrupaban a su alrededor en una plaza pública en Atenas, Grecia.
Se valía de la ironía y tenía un gran dominio de la palabra, sabía
cómo llegar al fondo de las cuestiones que planteaba en sus
charlas. La filosofía era, y sigue siendo, la llave que abre puertas a
nuevas posibilidades.

Sin embargo, un error frecuente de quienes se suponen


herederos de la “cultura occidental” es ignorar que el pensamiento
filosófico también se desarrolló en otros puntos del globo, por lo que
en general se comienza a estudiar a partir del legado de la antigua
Grecia, olvidando por completo otras civilizaciones como las de la
India, China o las Precolombinas en América.

La educación oficial transmite a través de las escuelas valores


seguros y clásicos, temerosos de cambiar en algo el “orden de las
cosas”. Pero también existen corrientes marginales, que se
proponen ir más allá de las normas establecidas e indagar en lo
profundo del alma colectiva del ser humano. La filosofía es en sí
misma una extensa zona llena de ideas y pensamientos a menudo
contradictorios, en donde no existe una brújula exacta que pueda
orientar a la persona en la búsqueda de su propia verdad. En
cambio la moneda corriente en el poder judicial tucumano parece
ser el ocultamiento de la verdad y la mancillación sistemática de la
moral y la ética de una persona. No se usa la ley, se ataca a la
persona, se la difama; los expedientes se convierten en un
receptáculo de chismes y groserías, y los jueces en viejas chusmas,
pues en vez de frenar y castigar el lenguaje obseno, disfrutan con
ello.

La filosofía es en gran parte una “domesticadora”, en el


sentido de que sin ella no habría sido posible un proceso de
hominización que llevó tanto al hombre como a la mujer a
diferenciarse de los animales. Hay que cuidarse de no caer en el
proceso inverso, en el cual un proceso judicial dura más que una
vida humana, y una inhibición injusta, como las que gustan a la
mente retorcida del juez Arraya, duran lo que desea el antojo del
tirano de turno. Y por si fuera poco intentan asesinar a la familia de
la víctima.

La auténtica humanidad se diferencia en cuanto al uso de la


lengua articulada, como herramienta para intercambiar posiciones
intelectuales y opiniones, no a la grosería ni a la persecución
política, tan cercana a los setenta como a la actualidad.

Las necesidades espirituales de la humanidad contribuyen en


cierta forma a la creación de las sociedades, especialmente en
épocas remotas de la historia, en las cuales las personas se
congregaban bajo las mismas creencias místicas o religiosas. Hoy
resulta imposible mantenerse impávido ante las aberraciones
jurídicas, fruto del poder oculto del dinero y la política. Un personaje
como Fernando Adolfo Cano y su esbirro Gabriel Héctor Martín, que
usurpan y falsifican papeles, que secuestran personas, no pueden
llegar a cargos como subsecretario de derechos humanos en la
provincia de Buenos Aires.

La lucha interna que se libra en el alma de cada individuo es a


veces atroz, pues en ella batallan por el dominio de la persona tanto
las fuerzas animales como las fuerzas de la razón. De alguna
manera se observa la misma situación en las relaciones sociales,
dependiendo mucho de cada contexto cultural, pues hay que notar
que individuos como el juez Arraya carecen por completo de
impulsos racionales, solo actúan en base a instintos primitivos como
la codicia por lo ajeno.

La cultura impregna todas y cada una de las actividades del


ser humano, al igual que de la sociedad, el individuo difícilmente
escapa de las telarañas de la misma. Por eso la corrupción es
contagiosa, y es un mal difícil de extirpar en la sociedad. Comienza
en la niñez, se desarrolla en la adolescencia y llega a su apogeo
durante la edad adulta. Por eso es importante educar en valores y
respeto a los niños, evitando la tinellización y las prácticas
amorales.

El imperialismo cultural parece ser un mal de este tiempo. Es


necesario recordar que desde que existen los imperios existe este
fenómeno, la diferencia radica en la fuerza que posee la tecnología
este momento, que permite que tanto la televisión satelital como el
internet lleven mensajes por todo lo ancho del planeta. Los medios
han cambiado, sin embargo el hecho de pisotear y menospreciar los
valores culturales ajenos siguen siendo iguales que en la
antigüedad. Los antiguos romanos llamaban bárbaros a quienes no
hablaban latín. Ahora el “latín moderno” es el inglés. Pareciera ser
que se vive la decadencia del imperio americano, pero será la
propia historia la que sentencie el veredicto final. Argentina no se
escapa de esa decadencia, de aquella tiranía en democracia. Es un
fenómeno a nivel general, pero que tiene muchos detractores.
Pronto cambiarán los tiempos.

Se ha oído innumerables veces que “la historia la escriben los


vencedores”. Desde esa perspectiva es fácil ver cómo a lo largo del
devenir de la humanidad se han ido buscando “chivos expiatorios”
de cualquier clase en cada etapa de la evolución (en algunos
aspectos sincera involución) del ser humano como entidad
colectiva. En el poder judicial tucumano es igual: Las sentencias las
redacta el dinero y el poder político. Las víctimas son los nuevos
chivos expiatorios del sistema jurídico. Es inconcebible que no se
pueda llevar a cabo un juicio de desalojo en Argentina, menos en
Tucumán. Los delincuentes y los usurpadores tienen derechos, el
legítimo propietario de un inmueble solo tiene derecho a pagar
impuestos, pues el acoso y el terrorismo estatal solo se sienten
satisfechos actuando como el infame Sheriff de Nottingham.

El imperialismo cultural siempre tiene dos propósitos


tangibles, por un lado conseguir nuevos mercados y mantenerlos
cautivos con sus “espejitos de colores” y por otro el de “lavar
cerebros”, fomentando los valores propios del país imperialista que
“ofrece” sus productos culturales. El servilismo judicial se ajusta
gracias a los entreguistas, que prefieren defender usurpadores y
criminales antes que hacer algo de justicia. Por eso el vaciamiento y
el desalojo de las comunidades indígenas, pero no de delincuentes
conocidos como Ramona Sanchez o Angela del Transito Gomez y
la familia Larrahona. Peor el caso del abogado Prado y su familia,
quienes asesinando a Clelia Casadey continúan usurpando su
propiedad de calle San Luis. Pero eso no es investigado por la
justicia, solo se persigue a mi persona.

La filosofía cumple un papel servil a la ideología a la que sirve.


Esto puede verse en los medios de comunicación masivos, invaden
los hogares y proyectan un estilo de vida particular, atenta a
intereses no del todo claros. Todo esto favorece a que usurpadores
y falsificadores se salgan con la suya. Los valores están
completamente trastornados, y nadie nota cosas que en realidad
son repudiables, como la falsificacion de una donación o de una
cesión, en la cual Fernando Cano y Gabriel Martín son apoderados
a la vez que cesionarios ¿Extraño, no?

Ciertas corrientes filosóficas de la actualidad son instrumentos


del imperialismo cultural disfrazándose como manifestaciones
“democráticas”. Estas retuercen y falsifican la realidad justificar la
guerras censura y la persecución política de cualquier persona que
opine o denuncie la corrupción del poder judicial, y vaya a saber
qué otra cosa en el futuro, transformando para los ojos del público a
las víctimas en agresores y a los criminales en víctimas.
Lamentablemente esto ocurre en Argentina a diario, en donde el
gobierno solo se ocupa de tratar de censurar a los medios y pelear
contra los periódicos y canales de televisión. Ahí mismo se siente lo
ilusorio de la identidad nacional, siempre manejada desde afuera,
destruida ahora por la corrupción.

Mediante las armas se destruye al pueblo físicamente, por


medio del sistema bancario se mata al bolsillo del trabajador y
gracias a los medios de comunicación se llenan con paliativos
fantasiosos las neuronas de los espectadores, que sueñan con
escapar a una vida mejor y dejar atrás la amargura cotidiana. Pero
por suerte no todos caen en la misma trampa, algunos abren los
ojos y la boca y denuncian estos abusos a los cuatro vientos, no sin
consecuencias. En mi caso resulta en varios atentados en contra de
mi persona y de mi familia. Es por obra y gracia de Dios de que sigo
vivo, por haber tenido que salir obligadamente de mi propio país.

De esta forma resulta completamente sincero hablar sobre la


existencia de un cruel terrorismo cultural y filosófico. Este fenómeno
se centra en eliminar a los intelectuales y artistas revolucionarios o
simplemente, a los que opinan diferente. Se debe evitar caer en
dicotomías del pasado como izquierda o derecha. A pesar de esa
aclaración, es necesario recordar que las cenizas de aquellas ideas
todavía abonan las mentes de muchos pensadores en todo el orbe.
Mi gran pecado fue denunciar a los corruptos y usurpadores que se
enriquecieron a costa de las propiedades de mi familia. Esto lo
hicieron incontables abogados inescrupulosos, algunos de los
cuales ya están bajo tierra, y otros siguen lucrando con dichos
inmuebles, en manos de usurpadores completamente inmorales.
Por ejemplo, en mi propiedad de Marco Avellaneda 133 al 139 de la
ciudad de Tucumán, la familia Nofal y sus secuaces pusieron un
prostíbulo masculino. Ni a la municipalidad ni a la justicia le importó.
La trata de blancas y la noche mueve dinero.

Bajo la premisa de la globalización se pretende borrar


cualquier huella cultural que vaya contracorriente con las tendencias
imperialistas actuales. Las banderas de la “libre expresión” sólo son
válidas para unos pocos. Es el caso de Julian Assange, que con sus
revelaciones de los cables secretos de las embajadas
norteamericanas solo consiguió más persecución y dolor en su vida.
Si las manos negras son lo suficientemente poderosas
probablemente termine sus días en Guantánamo. Mis denuncias
contra Fernando Cano y otros tienen casi la misma consecuencia,
por supuesto a un nivel mucho más local, pues no he revelado
secreto alguno que pudiera poner en peligro la seguridad de ningún
país. Sólo he peleado por lo que me corresponde y por el bien de mi
familia, institución que es el blanco de ataques destructivos por
parte de los jueces de familia y sucesiones en primer lugar.

La banalización de las cuestiones morales, donde es más


importante un chisme de la farándula o un partido de futbol antes
que las cuestiones sociales o económicas, son una efectiva
ofensiva en esta embestida del imperialismo cultural. Lo mismo
sucede cuando denuncio al juez Arraya, al subsecretario Cano o a
alguna otra autoridad: Mi persona y mi familia son el blanco de sus
ataques, no mis palabras ni los hechos, pues no tienen defensa
alguna. Solo la prepotencia y la extorsión mueve a estos individuos,
así es como actúa actualmente la democracia en decadencia. Esto
puede caerle mal a muchos, pero es una opinión personal
ampliamente compartida por muchas personas, basta con echar un
vistazo a las redes sociales de internet, tan de moda en estos días.
Twitter y Facebook resultaron ser tan poderosas que lograron
destronar a Mubárak. Muchos políticos en Argentina puede temblar
de temor también.

El escritor no escapa de esta malvada red de opresión, donde


se censura todo aquello que no sirva a los mandatos superiores. No
se enseña a pensar, solo a memorizar, en el mejor de los casos a
copiar. Eso es ampliamente visible en los decretos y sentencias de
jueces como Arraya, que copian modelos a los que solamente se
limitan a cambiar las fechas y algún que otro detalle.
Hoy se habla mucho y se “pelea” en nombre de la
democracia, la cual ha sufrido un proceso que mitologización en
cierta forma, pues la actitud adoptada respecto a esta por la mayor
parte de las personas recubre un extraño carácter pasional e
irracional, antes que crítico e intelectual. Esto es todavía más visible
en los conservadores o en los extremistas de la democracia, como
es el caso del ALBA y UNASUR. Hugo Chávez ha hecho del
socialismo un "mito", y su contemplación hacia el mismo ha creado
una realidad históricamente condicionada y hasta cierto punto
distorsionada, focalizándose hacia el propio hombre, es decir él
mismo, antes que hacia las ideas políticas reflexionadas en sí
mismas y por sí mismas, libremente de estas circunstancias, con el
objetivo de que puedan siempre imponer, en el buen sentido, su
valor preceptivo en correspondencia a un rumbo político bien
preciso.

Esta mitologización ha tenido como contrapeso la idealización


de la democracia, es decir, la apreciación solo de los aspectos
positivos de la misma, mientras que se desterraban en la oscuridad
sus efectos negativos. Como siempre, la búsqueda de equilibrio es
el mayor desafío que enfrenta el ser humano durante todo su
desarrollo, tanto desde el punto de vista individual como el social.

Es hora de cambiar con este modelo jurídico que solo se


presta a engordar los bolsillos de algunos pocos abogados con
poder y de jueces y empleados amorales. No puede ser que en
pleno siglo XXI sigamos con leyes y ordenamientos jurídicos
obsoletos y “secuestrados” en cierta manera a “letrados”
inescrupulosos, pues sin abogado y sin escribano no se puede
sostener un proceso. Es momento de dar paso a las nuevas
tecnologías, no para leer un expediente desde internet, sino para
mejorar y para desarrollar nuevas maneras de materializar la justicia
con hechos, respetar la propiedad privada, pues muchos terroristas
deben recordar que supuestamente vivimos en una sociedad
civilizada en donde se respeta lo ajeno y por el respeto, aun siendo
algo repetitivo, de la persona, su integridad moral y su vida. Las
personas no son clientes, no son usuarios, son personas. Es
asquerosa la costumbre de algunos abogados de llamar a sus
representados o defendidos como clientes, eso es una señal de
cómo ha ido decayendo el sistema hasta monetizar todo, pues poco
importa la cuestión social o humana, es mas importante defender y
darle la casa ajena a un usurpador rico y malicioso que devoverla a
su legítimo dueño.
Capítulo I
Barnac (2005) menciona que mucha gente en algún momento
de su existencia ha sido asaltada por la inquietud de conocer lo que
un famoso siente cuando es reconocida su obra, ya sea un actor, un
pintor o bien un escritor, pues son personalidades que ofrecen al
público parte de sí mismos por medio de su trabajo. Es por ello que
me veo forzado en comentar mis problemas por este medio, pues
en mi país solo me veía censurado o amenazado cada vez que
denunciaba las atrocidades que cometía con mi persona el juez
Arraya y otros personajes similares. He sido secuestrado varias
veces con complicidad del poder político, lo que me ha llevado a
tener que llevar a cabo mis actividades en el exilio, en constante
movimiento debido al peligro de que los sicarios de Arraya, Cano, y
otros tantos usurpadores confabulados en mi contra y contra mi
familia, lleven a cabo más atentados que finalmente terminen con
mi vida y la de mi familia, a la que apoyo en todo, en especial a mi
esposa, quien valientemente ha seguido al pie de la letra cada una
de mis instrucciones. Pero los jueces tucumanos son tan caraduras
y genocidas que solo quieren anular los dos poderes que ante
escribano firmé a favor de mi esposa. Tal es el nivel de cinismo y
de aberración jurídica. Lo mismo le sucede a mi abogado, quien es
discriminado sistemáticamente por ser una persona con discapidad.
Por esa condición es maltratado en los juzgados, en especial por el
juez Arraya.

De alguna manera esto es todavía más patente en el caso de


un escritor, pues plasma sus ideas y su forma de ser a través de
sus propias palabras, más allá de que escriba una novela o un
ensayo. El escritor interpreta la realidad a su manera y expresa su
ideología particular en cada uno de sus escritos. Mi intención es
desnudar mi verdad y dar a conocer públicamente mi caso por
medio de este libro, que se sepa lo que tanto el juez Arraya y el
subsecretario ocultanl: Han cometido delitos y se escudan detrás de
su poder.

Day (2005) enuncia en su libro sobre cómo escribir artículos


científicos que el objetivo de la investigación científica es la
publicación. Los científicos cuando empiezan sus labores recién
graduados no son calificados fundamentalmente por sus destrezas
en los trabajos de laboratorio, ni por su conocimiento sobre temas
científicos, ya sean los mismos amplios o restringidos, ni, por
supuesto, por su ingenio o su encanto personal; se los considera y
se los conoce por sus publicaciones o por su falta de ellas (pág. 9).
En cierto modo esta idea es extensiva a todos los ámbitos
profesionales, y especialmente al contexto literario. Lo más
importante para convertirse en escritor es justamente escribir. Por
supuesto no es necesario abordar temas complicados ni científicos
para transformarse en escritor, lo importante es poder tener la
constancia y el tiempo para poder elaborar su obra. Lo mismo
debería suceder con los jueces y legisladores, pero se nota de lejos
que mucho de su trabajo son simples improvisaciones. Por eso
muchas veces da la impresión de que simplemente ni leen las
pruebas ni los documentos presentados.

López Pourailly (2001) opina que cualquiera sea la actividad o


profesión que las personas desarrollen en sus vidas,
invariablemente deberán, en cierto momento, la necesidad de
escribir (pág. 2). En el caso de un escritor esta necesidad va más
allá de las actividades que realiza en su vida, su propia vida pasa
por las letras, debe de alguna manera ir más allá de la cotidianeidad
y poder expresar sus reflexiones, historias y pensamientos. Su
propia labor es en sí misma el escribir. Los jueces deben tomarse la
molestia, al igual que los abogados y demás personas que trabajan
en el poder judicial, de practicar un poco el arte de la redacción y no
reducir todo a meros formulismos. El impartir justicia es una tarea
difícil y comprometida, no es para personas cuya única
preocupación es elegir su ropa, como el juez Arraya, y pasearse por
la calle principal del pueblo.

De acuerdo a López Pourailly (2001) escribir es llevar al papel


aquello que uno piensa, opina, siente, cree o ha escuchado; es
comunicar con otro, con un ellos o con uno mismo (diario de vida,
diario íntimo) (pág. 2). No en vano en la Biblia, en el Evangelio de
San Juan, Dios era Verbo y el Verbo era Dios. Las sentencias son
palabras y son esas justamente las que tienen el poder de cambiar
la vida de una persona

Los médicos pasan años aprendiendo a sanar a las personas,


los abogados en cambio, pueden destruir la vida de un inocente.

Para que la comunicación sea un acto efectivo y cumpla con


su compromiso de transmitir el mensaje que se desea al lector, la
redacción tiene que ser clara y comprensible, sin abandonar
espacios a la duda. Debido a ello es que se debe tener visiblemente
establecido lo se quiere decir (López Purailly, 2001, pág. 2). Muchos
jueces caen en lo ambiguo, en redacciones que pueden prestarse a
varias interpretaciones. Esa es un arma infalible para los
delincuentes y los estafadores.

Al escribir, el periodista debe: 1) motivar al lector con el tema


que propone, 2) establecer un orden en lo que quiere transmitir, y 3)
encontrar un lenguaje común para establecer una relación "aireada"
con su lector. Lo mismo deberia de hacer el abogado, de establecer
una relación coherente con las partes y los jueces, encargados de
administrar la justica, no de enriquecerse con las propiedades
ajenas.

Estos consejos son igualmente válidos para un abogado, pues


si no puede motivar a sus receptores o, peor aún, hacerse entender
por ellos, su trabajo va sentenciada al fracaso. La apuesta en
realidad es muy grande, pues todo autor destina gran cantidad de
recursos en la elaboración de su obra: tiempo, esfuerzo intelectual,
dinero, entre otros muchos elementos que hacen posible que una
persona pueda dedicarse a escribir en algún momento de su
jornada. Además de eso el propio escritor es quien debe de alguna
manera “automotivarse”, no decaer en su empeño y por sobre todo,
mantener un ritmo de trabajo para poder finalizar su obra. Para los
jueces faltos de imaginación y aptitudes solo les resta copiar y
adaptar sentencias de otros, “citar jurisprudencia” le dicen….

Muchas veces resulta sumamente complicado comunicar de


manera escrita o verbal los conflictos, sentimientos o afecciones; es
por eso que las mentes creativas han buscado alternativas que
permitan otras modalidades con igual garantía que la alcanzada a
por medio de las expresiones clásicas del arte. De esta manera
goza de gran popularidad el cómic, por solo nombrar una de las
nuevas formas del arte (y en realidad ya no tan novedosa). Volver a
lo que parece a simple vista lo más sencillo, escribir, puede llegar a
ser un reto monumental. Pero lamentablemente lo sencillo para
jueces como Arraya es mentir, es robar, es tergiversar los hechos;
para ello cuenta con la complicidad y el apoyo de legisladores y
otros esbirros condenables.

Para los investigadores e interesados en el tema de la


“gestación de la idea literaria” o para decirlo en términos más
sencillos, de la creación literaria, es necesario conocer e indagar de
qué forma incide dentro del proceso del nacimiento de la obra el
conocimiento literario previo así como los intereses y aspiraciones
del autor, sin dejar de lado la preparación académica del mismo,
todo con el propósito de poder transmitir un conocimiento integral
de las competencias literarias, y poder de esta manera, desentrañar
los secretos de la expresión escrita. Lo mismo puede decirse de la
justicia, claro, siempre que sea el estudio de lo jurídico en sí mismo
y no de cómo hacerse rico con las propiedades ajenas.

De esta forma tanto la literatura como la Filosofía son armas


poderosas, trascienden las fronteras del pensamiento cotidiano y
bien pueden ser empleadas como una eficaz dinamita para
arremeter con todas las fuerzas contra una idea o ideología
determinada. El mundo actual está repleto de problemas reales y
cuestiones polémicas, algunos reflejos de los tabúes y doctrinas
propias de las religiones monoteístas y sus correlatos en las
políticas conservadoras, versus las incontables críticas que realizan
los liberales, ridiculizando los valores ya caducos de una sociedad
que vive en permanente cambio. Esta corrupción debe ser también
algo pasajero, y las autoridades superiores deberían velar por la
seguridad de las personas y sus bienes. Sin embargo lo común es
justamente lo contrario, defender a los usurpadores de inmuebles y
a los ladrones. El ciudadano común es un perro amarrado mientras
que los delincuentes son tigres libres. Los jueces y abogados lucran
con las desgracias ajenas.

Esto hace que sea menester abordar la complejidad que


representan los paradigmas en la vida humana.
Capítulo II
De acuerdo a Rossini (2004) los paradigmas son un conjunto
de conocimientos y creencias que constituyen una visión del mundo
(cosmovisión), alrededor de una teoría hegemónica en un periodo
histórico determinado. Cada paradigma se establece luego de una
revolución científica, la cual aporta respuestas a los enigmas y
problemas que no podían resolverse o solucionarse de manera
satisfactoria en el paradigma anterior. Una de las características
primordiales de los paradigmas lo constituye su
inconmensurabilidad: Ninguno puede suponerse mejor o peor que el
otro. Además, cuentan con el beneplácito total de la comunidad
científica que los representa.

Un ejemplo literario de lo explicado anteriormente se puede


observar claramente en el "paradigma clásico", que no solo se
encuentra en las obras de clásicos grecolatinos si no que fue el
único paradigma que existió hasta el Romanticismo, siglo XIX
(Blanco López, 2010).

Así, el paradigma de un juez sería la de un hombre sobrio y


justo, sin temor de aplicar la justicia de manera expedita e imparcial.
Pero esto es muchas veces una quimera, pues los jueces son a
menudo esbirros del poder político de turno. Resulta extraño que los
que antes eran colaborares de la dictadura ahora sean respetables
magistrados.

Según Rossini (2004) los paradigmas desempeñan una


función de carácter doble:

 La función positiva, que radica en estipular las


direcciones en las que ha de desenvolverse y
desarrollarse la ciencia normal, por medio de la
propuesta de enigmas y problemas a resolver, siempre
dentro del ámbito y contexto de las teorías aceptadas.

 La función negativa, que debe determinar los límites de


lo que ha de considerarse ciencia durante el tiempo de
su influencia. Thomas Khun (citado por Rossini, 2004)
menciona que "cada paradigma delimita el campo de los
problemas que pueden plantearse, con tal fuerza que
aquellos que caen fuera del campo de aplicación del
paradigma ni siquiera se advierten".

Las teorías que forman parte de un paradigma no pueden ser


empleadas en términos de las teorías que constituyen el cuerpo del
paradigma posterior; cada revolución científica es una ruptura, un
cambio total de la percepción del universo, una cosmovisión
diferente, y por eso es que realiza un cambio paradigmático
(Rossini, 2004).

La ruptura actual es realmente grave, pues predomina que


personajes sin escrúpulos se apoderen del espacio público,
violentando de esta manera cualquier avance positivo. Por solo dar
un ejemplo, cuando alguien se apropia de lo ajeno.

Calles Moreno (1999) vislumbra que la Pragmática es una


perspectiva útil para el estudio del lenguaje y sus usos, pues en la
actualidad esta perspectiva comprende un campo mucho más
amplio, ya que se piensa como una “perspectiva” abierta e
interdisciplinar desde la que se pueden afrontar fenómenos
comunicativos, lingüísticos y literarios referentes a la totalidad de los
planos tradicionales de la descripción lingüística. El factor
caracterizador del enfoque pragmático es el interés por el uso
lingüístico contextualizado en situaciones concretas de
comunicación en las que intermedian elementos socioculturales y
cognitivos, entre otros, los cuales establecen la apropiada
producción e interpretación de enunciados (pág. 23).

Esto se ha venido desvirtuando de forma precipitada en el


ambiente jurídico, pues como ya he mencionado, la defensa de
muchos usurpadores indefendibles es atacar impunemente a
aquella persona que los denuncia, pues en sus acciones delictivas
no hay absolutamente nada para rescatar. Pero lo que es aun peor
es la complicidad que tienen con aquellos personajes los jueces y
fiscales que deberían de velar por el bien de la sociedad.

La Argentina actual funciona realmente al revés: Se premia al


usurpador y se lucha contra el legítimo propietario. El gobierno ha
desarrollado un plan sistemático de sabotaje contra el ciudadano
decente: Sólo se protege a los delincuentes.l

De esta manera se puede encontrar a la pragmática como una


ciencia derivada o bien complementaria de la semiótica, pues
estudia el conjunto de principios y estrategias que reglamentan el
uso expresivo o mejor dicho, comunicativo, de los interlocutores y
personas que intervienen en la elaboración del discurso. Considerar
al fenómeno literaria como un tipo específico del empleo del
lenguaje que crea y establece una concreta clase de textos dispone
a la Pragmática literaria como una de las corrientes
contemporáneas de renovación del paradigma literario (Calles
Moreno, 1999, pág. 23). Esto mismo puede ser aplicado sin grandes
inconvenientes al derecho, pues su aplicación depende de las
herramientas del lenguaje.
Es por eso que lo más importante en el análisis de la obra
literaria radica en aquel “pacto” con el lector, en el cual el mismo
siempre sabe que todo lo que se relata es ficción, una “mentira”, por
decirlo de una manera franca y honesta. Eso también acontece en
muchos expedientes tribunalicios. Esta “mentira” entretiene y
provoca la atención del espectador, presenta un mundo imaginario.
Sin embargo esta tarea no es completamente pasiva por parte del
receptor, el lector debe proceder a la reconstrucción activa de sus
componentes, para lograr que la historia pueda comprenderse
(Calles Moreno, 1999, pág. 23).

Esto lleva a preguntarse si todo escritor en realidad no es más


que un entrenado “mentiroso profesional”. En cierta medida, tal
cruel afirmación es certera. A pesar de ello el objetivo final difiere al
de otros embusteros, pues en general no desea daño alguno a sus
lectores. En cambio, otros “mentirosos profesionales” solo dejan
huella por sus actos perversos que sí traen consecuencias nefastas
(políticos y abogados, entre los más conocidos).

Volviendo al tema, Bloom (1994) define al canon cultural como


un conjunto de conceptos que protegen unos principios éticos y
estéticos que se consideran inviolables. Esto ya se sabe
empíricamente que no es nada fijo, pues el canon cultural cambia
de acuerdo a los tiempos. Por eso hoy se defiende la usurpación y
el robo, acciones que antes eran completamente repudiables y
lacerantes.

La oposición de algunos pensadores al canon y por


consiguiente, al paradigma hegemónico del momento, ha hecho que
la literatura pueda desarrollarse y avanzar (o retroceder, según la
opinión de cada uno) en diversas direcciones. Esto no es exclusivo
de la literatura, se da en todos los aspectos culturales de la vida
humana. Lo mismo sucede en la música como en la arquitectura,
algunos artistas y/ o creadores rompen con los moldes establecidos
y surgen nuevas ideas, no siempre aceptadas en su tiempo por sus
pares o por la sociedad. Los jueces y los políticos han ido más lejos,
pues jueces como Arraya rompen con cualquier esquema posible,
irrespetando por completo la ley, inhibiendo a mi persona por más
tiempo que a cualquiera, con el beneplácito de otros corruptos.

Sin embargo, el canon es una actividad que conlleva


ordenación y clasificación de preceptos y principios, por lo que es
de suma utilidad en el ambiente académico e intelectual (Navajas,
2006, pág. 11). Por eso salen sentencias con mucha paja, muchas
palabras y hechos “adaptados” a gusto del juez de turno, para
justificar atrocidades y aberraciones jurídicas.

Todo gobierno organizado necesita ordenar sus prioridades y


su ideología. Siempre hay una ideología presente, aunque no sea
expuesta de una manera manifiesta o clara. Se puede hablar
entonces de ideologías subyacentes, que existen, pero que no se
distinguen a simple vista. El apoyo a la censura, a coartar la libertad
de tránsito mediante piquetes, o bien la usurpación de propiedades
ajenas, de la que soy víctima, es parte de esta política maquiavélica
que solo apunta a destruir a la familia y al país en general.

Por otro lado, para Navajas (2006) la actualidad carece de un


paradigma predominante, lo cual contribuye a que el canon quede
abierto. Los grandes referentes culturales siguen inalterables, pero
el resto de los componentes de ese canon clásico se han hecho
mutables. El cambio es lo más evidente de este período histórico de
transición. Otro punto novedoso reside en el poder que mantienen
los nuevos medios de comunicación. La literatura escrita se
encuentra en crisis y debe replantear sus principios constitutivos
desde modos de comunicación alternativos. La fotografía y el cine
en tiempos pasados fueron el primer reto a esa superioridad del
discurso escrito. Pero hoy la televisión y los medios de
comunicación digital han salvado las limitaciones de tiempo y
espacio que tenía antes la literatura. Es así que estos medios
luchan por alcanzar la supremacía, en una competencia bastante
salvaje como lo demuestra la aparición de la publicación de textos
en Internet. Sin embargo, la censura siempre sigue presente, como
seguramente prohibirán este libro o bien atacarán a mi persona
acusandome de cualquier delito, como es costumbre en Argentina
para callar a cualquier persona que intente expresarse libremente o
denunciar alguna injusticia o abuso por parte de las autoridades.

Es por eso que ahora la identidad colectiva se realiza de


modo interconectivo, diversificado y mutable, con menos
intervenciones de las organizaciones jerárquicas tradicionales (pág.
6).

Para Andrade Ecchio y Castro Rivas (2005) la llamada


Estética de la Recepción se ha constituido en una de las formas
más renovadoras de valorar la obra literaria, pues es una
perspectiva que tiene en cuenta al lector como receptor de la
misma. El lector deja de ser un elemento subjetivo e innecesario
para el análisis, por el contrario, se transforma en uno de los
factores más importantes al momento de ordenar la dimensión
estética de un texto literario. En cierta medida, un expediente
judicial también ha dejado de ser un elemento objetivo, pues la
realidad tiende a ser completamente distorsionada a favor de los
usurpadores de propiedades, impune delito de moda en Argentina.

Claramente se puede intuir una corriente liberal y capitalista


en esta concepción, influida por pensadores centrados en el poder
del marketing y en la defensa de los derechos humanos de los
delincuentes, por lo que la víctima se convierte en un simple cliente,
en un consumidor jurídico no atendido, pues el usurpador lucra con
la propiedad ajena y al propietario solo le tocan los impuestos y los
gastos judiciales.

La Estética de la Recepción entiende que una obra literaria


logra su realización estética solo cuando es leída, pues lo estético
no es una particularidad propia de la obra literaria, sino que se
origina en la acción de leer. Es por eso que las groserias que
cometen varios abogados en los expedientes solo rebajan el valor
de los mismos, y pero aun los jueces cuando no solicitan
rectificarlos. El lector establece un pacto de lectura, como se había
ya mencionado anteriormente, en el que se establece un nuevo
escenario de comunicación, que involucra la interrupción de algunos
procedimientos (lógicas, semánticas y pragmáticas), cuyo propósito
es la creación de la experiencia estética (Andrade Ecchio y Castro
Rivas, 2005). Si esto mismo se produciera en el campo del derecho
los resultados serían completamente diferentes. Pero para ello es
necesario un verdadero cambio, para el cual todavía no se
encuentra preparada la sociedad.

Bajo esta visión particular del hecho jurídico se puede decir


que al igual que en el caso del abogado, la experiencia propia del
juez es completamente individual, cuasi egoísta. Esto no significa
que sea malo per se, sino que el hecho de analizar un expediente
abstracto se efectúa de manera personal y solitaria, más allá que
luego sea discutido en el seno de la sociedad. De todas maneras al
no existir jurados, el uso de sobornos es más efectivo.

Una cosmovisión fuertemente individualista ha sido un rasgo


común en toda la historia de la humanidad. El planeta está para el
disfrute del ser humano. Ya desde textos religiosos, todo gira
alrededor del género humano, aunque hubiese un ser superior de
carácter espiritual o algunas fuerzas sobrenaturales. Ese egoísmo
ha derrotado al carácter gregario del ser humano, pues aunque
necesita vivir en sociedad, lo termina haciendo para aprovecharse
de los más débiles. Muchos dirán que esto es una ley darwiniana,
pero la humanidad ¿Está o no más allá del reino animal?...

Los científicos e investigadores en ciencias sociales suelen


presentar varias tendencias y ciertas diferencias en sus
pensamientos e ideas. Sin embargo es importante destacar que la
mayoría de ellos opinan que existe una crisis, no solo a nivel social
o económico, sino a nivel cultural y espiritual y, en lo particular, a
nivel judicial.

Garrido Ferradanes (2003) expresa que el tema de la


globalización es la estrella de las ciencias sociales de este milenio.
Para esto observa que la cantidad de obras con el término
"globalización" en su título o portada se ha multiplicado
increíblemente en internet, librerías y bibliotecas, por no mencionar
las que la emplean de forma implícita. Son obras de muy
heterogéneo balance, algunas son fidedignos tratados de teoría
social estudiando con hondura y criterio la situación y la
problemática de la sociedad contemporánea y de la teoría social. En
contrapartida también se hallan libros y artículos pseudo
intelectualoides (u oportunistas) de poco valor (pág. 2).

Para este autor la globalización es un resultado de la


modernidad, que se encuentra en crisis y decadencia debido a la
ruptura del Paradigma Industrial y al surgimiento del Paradigma de
la Información, lo que ahora se ha dado en llamar como la Sociedad
de la Información, pues la información es el motor de la misma, el
conocimiento se intercambia constantemente y se regenera a sí
mismo. De esta manera se origina un nuevo actor social: La
empresa-red, cuyo desarrollo implica el derrumbe de los Estado-
Nación, principales actores de la modernidad (Garrido Ferradanes,
2003, pág. 3). El poder judicial no ha querido quedar, y se ha
modernizado en cierto sentido. Lamentablemente lo ha hecho
desde el punto de vista tecnócrata pero no humano: No hay juicios
por jurado en Argentina, lo que acarrea innumerables atropellos a la
dignidad de las personas, ni las leyes han cambiado para bien. La
inseguridad ha llegado a niveles insospechados, por más de que el
gobierno se la pase censurando a quienes opinen diferente. El
terrorismo de estado esta igualmente presente en la actualidad
como lo estuvo durante las dictaduras. Antes los tiranos eran
militares, ahora fueron cambiados por abogados. El resultado es
muy similar, pues siguen habiendo desaparecidos. Y por si fuera
poco, ha crecido la pobreza, fruto de políticas entreguistas y de la
usura a nivel mundial.

En cierta medida el canon ha cambiado, pero nunca como lo


ha hecho el paradigma; el salto en ese caso ha sido colosal.

El análisis sincero de la realidad regresa la mirada sobre la


propia naturaleza humana; la arcaica búsqueda que tanto antiguos
como modernos han efectuado tantas veces buscando el sentido de
la vida. El desafío está en realizarlo ahora mismo, sobre el sujeto
moderno con miras hacia el sujeto universal (Candia Baeza, 2003,
pág. 1). Habrá que esperar que dicho cambio no llegue demasiado
tarde.

En este mismo tenor, Álvarez Vázquez (sin fecha) también


habla de la transición y de la “crisis paradigmática”. Esta crisis de
modelos interpretativos de la realidad social fue fruto de la
extenuación de los mismos, debido a que los respectivos objetos de
estudio excedieron sus capacidades hermenéuticas, mostrando sus
límites heurísticos y, como secuela, esfumando las bases sobre las
cuales muchos actores organizaban sus praxis, dejando un vacío
difícil de superar (pág. 1).

Es así que fenómenos como el chavismo actual en Venezuela


o los movimientos indigenistas, encuentran en este quiebre
paradigmático variadas y renovadas fuerzas, siempre con miras de
lograr cambios, que por otro lado, son de carácter a menudo
urgente y necesario. Sin embargo, las fuerzas conservadoras son a
menudo muy poderosas, aunque se disfracen de izquierda o
derecha, siguen fieles a sus principios: El enriquecimiento ilícito.

El analizar la naturaleza humana, y por consiguiente la de la


sociedad, tiene una larga historia cultural, desde la profundidad
teleológica en los antiguos griegos; con Platón y su división
entrecuerpo y alma y Aristóteles su conciencia de ser social en el
mantenimiento de la polis en ese entonces. La cristiandad sembró
esperanzas y valores éticos. Luego la búsqueda se concentró en la
racionalidad como determinante en la conducta del hombre. Así, la
filosofía de los siglos XVIII y XIX conjugó los valores de la
ilustración y las certezas del positivismo cientificista (Candia Baeza,
2003, pág. 2-3). Actualmente no se sabe para donde va el mundo.
Lo que se vive en Latinoamerica es un retroceso y una caza de
brujas de otros tiempos. En Argentina han regresado los
montoneros para tomar venganza, en otras partes del planeta la
guerra llama a la muerte.

Y el corolario es una crisis total del paradigma moderno. La


modernización es el etnocentrismo expansivo de la sociedad
occidental, similar a lo sucedido cuando empleando la
"evangelización" y la "civilización" como herramientas para legitimar
sus propósitos de colonizar y esclavizar (Garrido Ferradanes, 2003,
pág. 4-5). A pesar de todo esto, los grandes beneficiarios son los
jueces y los abogados. Los juicios en Argentina están diseñados
para que las partes pierdan, en especial las víctimas. Los únicos
triunfadores son los jueces, esbirros intocables del gobierno de
turno, quienes se perpetuan en sus puestos por toda la vida; y los
abogados, buitres que recoge la carroña de los remates y altos
honorarios por perder litigios que duran más que la vida humana.

Y lamentablemente esto ha cambiado poco, si no es que se


mantiene igual que antes. Resulta interesante ver esto en el ámbito
jurídico, que se ha impregnado de tendencias provenientes del
mundo del marketing. El discurso político hegemónico neoliberal y
también el de la falsa izquierda se estipula que el acceso a la
justicia no es un derecho social, pues se reduce responsabilidad
estatal, pues entablar un proceso en los tribunales solo está
destinado para quien pueda acceder mediante grandes sumas de
dinero.
Los medios de comunicación, especialmente la televisión,
Internet, los diarios y las revistas, han contribuido a desarrollar un
modelo estético, a menudo tenebroso y politizado, obedeciendo a
oscuros intereses, por lo que frecuentemente la producción literaria
se asocia de modo servil con el mercado, pues son las editoriales
las que supuestamente llenas las “expectativas y gustos” del lector
que se desea (Rojas Canouet, 2007, pág. 9). Esto lo ha sabido
utilizar muy bien el gobierno con su discurso de “caza de brujas” y
“demonizando” a cualquiera que se quiera hacer escuchar.

Ahora bien, ¿la crisis de los paradigmas también afecta a los


arquetipos?
Capítulo IV
El término arquetipo proviene del antiguo griego αρτη, arjé,
"fuente", "principio" u "origen", y τσπος, typos, "impresión" o
"modelo". De acuerdo a la Enciclopedia Wikipedia (2010) un
arquetipo es el patrón ejemplar del cual otros objetos, ideas o
conceptos se derivan. Para el filósofo Platón el arquetipo enuncia
las formas sustanciales (ejemplares eternos y perfectos) de los
elementos que existen permanentemente en el pensamiento divino.

De esta manera un arquetipo funciona como un modelo o


conjunto de ideales de las cuales emanan otras para modelar tanto
los pensamientos como las conductas de cada ser o cada sociedad
(Wikipedia, 2010).

De acuerdo a Boyer (2007) un arquetipo consiste en una


imagen mental situada en el subconsciente de todos los seres
humanos desde épocas inmemoriales. A menudo es resultado de
tradiciones ancestrales, pero generalmente es producto de la mente
humana por sí misma, un efecto de su ordenación. Está integrada
en parte por material onírico y por aquel tenue límite que separa al
inconsciente de la consciencia.

El tema del arquetipo está relacionado con el problema de


género literario. Nada más difícil que definir el concepto que
encierra el género literario, pues a veces es muy complicado poder
catalogar ciertas obras, ya que sus características propias hacen
que las mismas escapen de cualquier marco en que se las quiera
atrapar. De todas maneras, encuadrar a cierta obra en un género es
un trabajo puramente intelectual para los efectos de estudiar a la
misma.
Ángel de Jesús (2009) explica que en literatura, el concepto
de arquetipo se refiere al personaje o situación, original y primaria,
que se transforma en modelo de comportamiento o símbolo literario.
En esta perspectiva existen varios arquetipos clásicos, como Don
Juan Tenorio o Casanova; Drácula, verdadero promotor de los
personajes vampíricos, o el nazi malvado de las películas
americanas, entre otros muchos arquetipos. El arquetipo se
complementa con los estereotipos, en cuanto los mismos son
construcciones o esquemas mentales que reproducen una
concepción o idea representativa y simplificadora de las relaciones
sociales, son elementos precisos de los pensamientos, sentimientos
y acciones del ser humano. Estos cambian en función de las épocas
y las culturas, aunque existen fenómenos que se repiten, como por
ejemplo la discriminación de la mujer y el machismo, el vampiro que
se alimenta siempre con sangre humana; los extraterrestres
malvados que invaden la tierra, entre muchos otros innumerables
estereotipos.

Los estereotipos son ideas, actitudes y valores prejuzgados


que se asumen frente a una persona o a un grupo social
determinado, en función de la edad, el sexo la etnia u otras
características. Casi siempre son irracionales, erróneos, rígidos y
demuestran una gran resistencia al cambio. Igualmente crean una
generalización enorme de una característica o aspectos de grupo o
de la persona a la que se refieren (Ángel de Jesús, 2009).

De esta misma manera Ángel de Jesús (2009) menciona que


los estereotipos de género son aquellos que se refieren a cómo son
las mujeres y hombres, con sus respectivas virtudes y defectos.
Estos estereotipos son muy empleados en la literatura universal.
El empleo de arquetipos ha trascendido al mundo exclusivo de
la literatura escrita. Esto se observa con mayor naturalidad en el
cine y la televisión, en especial en los programas dirigidos hacia el
público infantil. Ahí abundan estos elementos, así como numerosos
ambientes estereotipados, lo que frecuentemente hace pensar a los
espectadores que muchos hechos son “plagios de otros”. Esto
también se puede ver en las telenovelas, sea cual sea su origen,
pues los guionistas recurren a ciertas situaciones recurrentes.

El uso de estereotipos se ha extendido hasta el ámbito


jurídico, donde es más facil destruir la honra y la moral de una
persona valiéndose de tretas sucias. Resulta más simple atacar a
un hombre o a una mujer por su sexo, su edad o bien por su raza.
No hay nada de que sorprenderse. La democracia de la actualidad
no es nada mas que una tiranía y despotismo absoluta de una
minoría que ha sido, supuestamente, elegida por una mayoría.
Tragarse cualquier burda patraña es el peor error que se puede
cometer.

El proceso judicial es mucho más complejo de lo que puede


parecer a simple vista. Intervienen en el mismo un sinnúmero de
factores y aspectos, y la elaboración y re elaboración de una buena
defensa requiere de mucha dedicación, fuerzas y tiempo por parte
de la víctima, quien debe investigar y cerciorarse por muchas
fuentes, pues los buitres solo intentarán acabar su vida por
cualquier medio.

El trabajo del intelectual consiste en reducir lo complicado,


hacer simple lo difícil, tarea ardua si las hay. Pero simplificar no
significa llegar hacia la estupidez o hacia la banalidad, por el
contrario, es poder sintetizar de manera acertada lo más importante
de la cuestión, saber extraer “la esencia” del problema. Rebajar el
nivel intelectual hasta lo idiota es una cruel técnica empleada por
muchos medios masivos de comunicación, y es, en cierta medida,
un arma despiadada enfocada que resulta en un facilismo soez que
hiere inescrupulosamente la complejidad expresiva de la cultura.
Capítulo V
La planificación es sumamente no solo en el ambiente judicial,
es un elemento primordial en todas las actividades que realiza el ser
humano, al punto que es difícil imaginar un mundo en el que no
existiera planificación alguna, al menos desde una perspectiva
social y humana. Pero también existen jueces como Arraya que
hacen de la improvisación contínua un estilo de vida.

Resulta difícil poder encontrar “recetas infalibles” para


defender lo propio de los usurpadores, pues lo que para unos puede
funcionar correctamente, puede ser un fracaso para otros. La mente
opera de manera misteriosa, sigue siendo un terreno poco claro
tanto para la psiquiatría, la psicología como para las ciencias en
general.

Mucho se ha escrito sobre estos temas, y muy


probablemente, se escribirá mucho más en el futuro, pues son ideas
universales que no admiten una sola respuesta, sino que necesitan
de múltiples explicaciones debido a lo complicado de su propia
génesis. Tampoco se podrá explicar el origen de la corrupción, al
menos en poco tiempo.

Uno de los mejores consejos para quienes se sumergen en un


pleito es justamente uno de los más sencillos a simple vista: leer.
Sí, leer. Conocer las herramientas de los abogados y jueces mejora
el criterio para poder decidir. El problema aparece cuando jueces
como Arraya no respetan ley ni reglamentación alguna. El problema
se agrava cuando encima recibe apoyo de quienes deberían
juzgarlo. La complicada trama de favores políticos ahí se hace
presente.
Uno de los elementos fundamentales es tener en claro cuál es
el argumento a desarrollar, es decir, definir con exactitud la idea
protagónica, el hilo conductor para poder expresar la injusticia
sucedida. Una visión particular sobre el problema es la del escritor
Eduardo Galeano, en la que considera que el trabajo intelectual
reside en hacer complicado lo simple, y a continuación descubrir
que la labor intelectual consiste justamente en lo opuesto, en lo
contrario, o sea en hacer simple lo complejo. Y comprendiendo por
simplificación no una transformación cruel hacia la estupidez y el
facilismo; no rebajar el nivel intelectual ni negar la complejidad de
los acontecimientos. Lamentablemente jueces como Arraya, que
pocas veces leen un expedientes, se guían solamente por el dinero
que pueden robarse.

La ironía es un vocablo que proviene del griego “eironeia”,


“ironicus” en latín. Este recurso da a creer lo contrario de lo que se
expresa. Se origina cuando, por el contexto, la entonación o el
lenguaje corporal se da a entender lo opuesto de lo que se dice.
(Duque Gil, 2009). Muchas sentencias resultan en francas ironías
en contra de las víctimas, a quienes no solo se las despoja de sus
bienes, sino que son burladas por la justicia.
Capítulo VI
En una gradación cuasi metafísica desde el hombre como
individuo hasta los más complejos sistema sociales, siempre
estructurados bajo rígidos parámetros temporales y espaciales es
cuando la justica, a la manera del Ave Fénix que renace de sus
cenizas, surge para intentar explicar, de manera mitológica, las
posibles razones del comportamiento no sólo humano, sino también
natural.

De hecho, impartir justicia es un fenómeno que se produce en


todas las culturas, ya sea de manera oral o escrita. Desde los
comienzos de los tiempos, el hombre se ha interesado por revelar
los mágicos hilos que suponen una existencia equilibrada y en paz.
Interesados en el tema, los sabios de la antigüedad como
Aristóteles o Platón, no proyectaban imponer reglas, sino
sencillamente examinar la naturaleza de la sociedad. En su lugar
fueron las interpretaciones ulteriores las que les otorgaron dicha
finalidad. Fue así como nacieron las primeras reglas. Actualmente,
en cambio, el proceso ha dado cabida a un fenómeno expresivo
muy peculiar en los jueces argentinos: Casi cada juez establece sus
propias normas para disponer lo que el soborno de turno le pida.
Claro que esto no es exclusivo del poder judicial, pero es
conveniente recordar que justamente es este poder el que va a la
zaga de los demás. Si uno no puede recurrir a la justicia ¿A dónde
se supone que tenga que ir?

A pesar de lo sostenido en el párrafo anterior no hay que


olvidar que las tendencias, modas y gustos agrupan bajo un mismo
espíritu a los jueces de una época, pero ni siquiera estas corrientes
los comprimen a una preceptiva rígida. Es una exaltación acérrima
de la individualidad propia de este ciclo de la historia.
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