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Modus quo corporibus adherent spiritus comprehendi ab homine non potest, et hoc tamen
homo est.
(S. Agustín. Ciudad de Dios. XXI, 10)
I. “SOCIOLOGÍA Y LITERATURA”
V. EL FACTOR SINGULAR.
I. “SOCIOLOGÍA Y LITERATURA”
i.
La pretensión de escribir unas páginas en torno a la cuestión
Sociología y Literatura, tal como aparece formulada, envuelve ya una
posición determinada al respecto, pese a la mínima expresión a la
que se ha querido atener la fórmula titular. En efecto, la
yuxtaposición o la mera coordinación de los términos los sitúa uno al
lado del otro sin añadir más determinación relativa al modo de
abordar el problema. Pero la coordinación ubica los términos sobre
un mismo plano y la índole conjuntiva de la coordinación – una y otra
– añade, sin otra precisión, el carácter mutuamente externo de
ambos términos, de suerte que sugiere al menos dos órdenes
diversos, reunidos por la conjunción: por una lado la sociología y
junto a ella la literatura.
Es evidente que el planteamiento sería diferente de atenernos
a una fórmula disyuntiva Sociología o Literatura, donde cabe atribuir
a la disyunción un valor alternativo inclusivo, el propio de la partícula
latina “vel”, de suerte que un término no excluye al otro en el acto
de su afirmación, tolerando la coexistencia de ambos. Pero también
puede atribuírsele un valor disyuntivo exclusivo, el propio de la
partícula latina “aut”, de manera que un término niegue al otro: O
bien Sociología, o bien Literatura. Finalmente cabría también
2
“La paráfrasis de un buen poema puede ser una mala prosa; pero hay
una continuidad discernible entre la sombra y la esencia. La paráfrasis de un
teorema complejo en topología puede ser únicamente una aproximación
groseramente inadecuada o una transposición a otra rama o “dialecto” del
lenguaje matemático.”1
1
Steiner, George. Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo
inhumano. Gedisa. Barcelona. 2000. pág.31
5
i.
Al objeto de delinear la génesis histórica del programa
positivista juzgamos pertinente establecer una distinción
historiográfica en el contexto del pensamiento social moderno, que
adopte como criterio el desarrollo de la sociedad industrial y nos
permita distinguir la mera modernidad de la ultramodernidad.
Suele concebirse la obra de Descartes (1596-1650) como obra
de tránsito a la modernidad filosófica, ocasionalmente la de I. Kant
(1724-1804), como signo de la cesura que abre paso a la filosofía
contemporánea; sin embargo ni una ni otra han podido tener
presente el desarrollo industrial de las sociedades de nuestro tiempo.
El posterior desenvolvimiento de la filosofía del idealismo alemán
padece esta misma ceguera ante el despliegue de un orden
tecnológico industrial al que Alemania no accedería sino a fines del
siglo XIX, demasiado tarde, por tanto, para el idealismo clásico
germánico; Hegel muere en 1831 en una Alemania que no ha
abandonado el Antiguo Régimen. Este criterio histórico tiene, a
nuestro juicio, un fundamento real ineludible, siempre que
13
6
Fuentes Ortega, J. B. El Espacio europeo de educación superior, o la siniestra
necesidad del caos. Logos, Revista del Departamento de Metafísica. UCM. Madrid.
(en prensa)
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8
Al respecto es del mayor interés: Bueno, Gustavo. El lugar del individuo en la
historia.Comentario a un texto de Aristóteles Poética 1451b. Discurso inaugural del
curso 1980/01. Servicio de publicaciones de la Universidad de Oviedo.
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i.
La acusación o determinación del carácter burgués de las que
venimos llamando filosofías de la vida, por contraposición a las
ciencias de la vida cuyo paradigma encontramos en el positivismo
comteano, ha derivado a menudo de su atención presuntamente
exclusiva al individualismo biográfico, vista como una suerte de
historia de los héroes o los genios determinantes, en continuidad con
una vieja historiografía de ascendencia romántica, es decir,
premoderna.
Frente a estas filosofías de la vida, la sociología marxista, por
ejemplo, concebida al modo positivista como ciencia estricta,
desestimaría toda posible función del individuo en el curso histórico,
atendiendo a determinantes o leyes universales, que la ciencia
marxista de la sociedad y de la historia habría desentrañado.
Paradigmáticas a este respecto las conocidas palabras de Engels: “si
el subteniente Bonaparte hubiera muerto en Tolón otro subteniente
hubiera llegado a primer cónsul”10
El modo de suspender o neutralizar esta individualidad ha
consistido en reducirla en el seno del grupo estadístico, en virtud de
herramientas sociométricas capaces de tratar en términos
universales la pretendida singularidad de cada hombre. Es un
procedimiento semejante al seguido en el terreno de la Biometría, en
cuanto protocolo de constitución de una Biología científica de la
conducta de los animales. En efecto, el complejo problema de definir
9
Elias, Norbert. Sobre el tiempo. F.C.E. Méjico. 1989 págs. 190 ss
10
Engels, F. Carta a Starkenberg 25/1/1894
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Entre estos biométricos británicos cabe destacar los nombres de Ronald Aylmer
Fisher, John Burdom Sanderson Haldane y Sewall Wright; promotores en primera
línea del tratamiento matemático de la variabilidad (genética) y la adaptabilidad
(morfológica). Su perspectiva, sin embargo, suspende – neutraliza o elimina – el
comportamiento, en sentido propio, del proceso adaptativo y, a su través,
evolutivo. No en vano se trata de un enfoque bioquímico (genético) y matemático.
A nuestro juicio, sin embargo, esta perspectiva desdeña, antes que neutraliza, el
factor comportamental al tratarlo desde una perspectiva genérica. Pero este factor,
la conducta de los animales, constituye una mediación ineludible del proceso
evolutivo de los organismos con comportamiento. El enfoque que estos autores
inauguran está determinado por su formación: Haldane se formó como fisiólogo y
fue profesor de Biometría en Londres, Fisher se formó como economista y fue
profesor de Eugenesia en Londres y de Genética en Cambridge, Wright se formó
como geneticista. La perspectiva genética, bioquímica por lo que respecta al
concepto de variabilidad, suscita a la par un enfoque reductivo, de carácter
estadístico, por lo que respecta a su concepto de la adaptación. En cualquier caso
es una perspectiva ajena al componente etológico conductual que media la
adaptación en el ámbito zoológico, es un enfoque que precisa de la reducción a
magnitud de un campo de fenómenos que, por nuestra parte, consideramos
irreductibles en ese sentido. Una biometría no es posible en el terreno adaptativo
esencialmente conductual. Es asimismo importante no olvidar que la teoría
sintética de la evolución, surgió en un entorno dominado por la genética de
poblaciones. Un entorno que indudablemente obra en los trabajos de Ernst Mayr,
Theodosius Dobzhansky, George Gaylord Simpson o George Ledyard Stebbins.
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G. Bueno. Teoría del cierre categorial. Vol. II. Pág.147.
23
13
Dilthey, W. Dos escritos sobre hermenéutica. El surgimiento de la
heremenéutica y Esbozos para una crítica de la razón histórica. Istmo. Madrid.
2000. pág. 31
14
Steiner, George (2001). Gramáticas de la creación.Madrid:Siruela. pág.15
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La distinción entre merismas y monemas (morfemas y lexemas) recoge en
buena medida la distinción platónica entre partes y especies: méros (de donde
merismas) y génos/eîdos. Partes formales y partes materiales. Cf. vgr. Platón.
Político. 262a y ss Fedro 265d y ss. Podrían contemplarse tales merismas como el
material de la variabilidad lingüística al modo en que la corriente genética
constituye la materia de la variabilidad orgánica. En efecto, su carácter de rasgos
diferenciales en la constitución de los fonemas los erige en momento esencial en
el curso diacrónico (evolutivo) de las lenguas.
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V. EL FACTOR SINGULAR.
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Borges, Jorge Luis. Pierre Menard, autor del Quijote. [Obras Completas.] Emecé.
Barcelona: 1989, vol. I. pág. 450
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