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Por Norberto Galasso

Raúl Scalabrini Ortiz nació en la ciudad de Corrientes


cuando el siglo XIX tocaba a su fin [14 de febrero de 1898].

Su adolescencia y juventud transcurren bajo la presión del


liberalismo conservador predominante.

Varios factores se conjugan, sin embargo, para que Raúl


Scalabrini rompa la trama del pensamiento colonial. Por un
lado, su militancia juvenil en un grupo llamado "Insurrexit", de
ideología marxista, le permite descubrir la importancia de los
factores económicos y sociales en el desarrollo histórico. Por
otro su permanente deambular por el país [por razones de
trabajo viaja a La Pampa, Entre Ríos y Catamarca] lo salvan de
encerrarse en una visión porteña y le enseñan cómo viven y
cómo sueñan sus compatriotas. A esto se suma un viaje a
París, a los veintiséis años, del cual regresa hondamente
decepcionado, pues en la "Francia eterna" del "humanitarismo
y los derechos del hombre" encuentra un enorme desdén por
los latinoamericanos y una antidemocrática xenofobia de
"pueblo elegido".

Además, Scalabrini busca auténticamente "su verdad" y no se


contenta con la gloria efímera que satisface a sus colegas de la
pluma. En este aspecto, su maestro Macedonio Fernández lo
orienta hacia una vida profunda, de altruismo y generosidad,
donde lo individual se diluya en aras del beneficio colectivo.
"Mis días eran extrañamente ajenos los unos a los otros... Les
faltaba sometimiento a una sorpresa más grande que ellos
mismos. Les faltaba subordinación a una fe".

En esa búsqueda se halla Scalabrini cuando, en octubre de


1929, se desencadena la crisis económica mundial. El
capitalismo hace agua por todos lados y millones de hombres
son arrojados a la desocupación y al hambre. Los países
desarrollados, envueltos en la crisis, amenguan sus efectos,
descargándola sobre los países productores de materia prima.
En la Argentina se desmorona "el granero del mundo": caen los
precios de las exportaciones y baja el peso. Desocupación,
hambre, tuberculosis, delincuencia y suicidios señalan el inicio
de la Década Infame.

Entonces el verdadero rostro del país vasallo se asoma a los


ojos del prensador nacional que sepa verlo. Y mientras el resto
de la inteligencia argentina juguetea con metáforas exquisitas,
Raúl Scalabrini Ortiz emprende la tarea de demostrar la
verdadera realidad nacional. Hasta poco tiempo atrás, también
él se había enredado en la metafísica con "El hombre que está
solo y espera", pero ahora - 1932 - Scalabrini hunde
profundamente el escalpelo del análisis en la patria vasalla e
inicia la tarea de toda su vida. El pensamiento nacional,
dormido desde hacía décadas, se pone en marcha.

Scalabrini se pregunta en primer lugar ¿Cómo es posible que


en un país como la Argentina, productor de carnes y cereales,
haya hambre?. De allí pasa a inventariar nuestras riquezas
[ferrocarriles, frigoríficos, puertos, etc.] estudiando en cada
caso quién es el propietario de los mismos y así llega a la
conclusión de que los argentinos nada poseen, mientras el
imperialismo inglés se lleva nuestras riquezas a precios
bajísimos y nos vende sus productos encarecidos, mientras los
ingleses nos succionan a través de seguros, fletes, dividendos,
jugosa renta producto de su dominio sobre los resortes vitales
de nuestra economía.
Obra de Raúl Scalabrini Ortiz

1923 "La Manga" (cuentos)


1931 "El hombre que está solo y espera"
1934 "La Gaceta de Buenos Aires" (artículos periodísticos)
1935 "Señales" (artículos periodísticos)
1936 "Política Británica en el Río de la Plata" (Cuaderno de
FORJA)
1937 "Los ferrocarriles, factor primordial de la independencia
nacional"(folleto)
1938 "El petróleo argentino" (Cuaderno de FORJA)
1938 "Historia del Ferrocarril Central Córdoba" (Cuaderno de
fORJA)
1938 "Historia de los Ferrocarriles" (Revista Servir)
1939 "Historia del Primer Empréstito" (Cuaderno de FORJA)
1939 "Reconquista" (artículos periodísticos)
1940 "Política británica en el Río de la Plata"
1940 "Historia de los Ferrocarriles Argentinos"
1942 "La gota de agua" (folleto)
1946 "Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino"
1946 "Defendamos los ferrocarriles del Estado" (folleto)
1946 "Tierra sin nada, tierra de profetas" (poesías y ensayos)
1948 "Yrigoyen y Perón, identidad de una línea
histórica"(folleto)
1948 "El capital, el hombre y la propiedad en la vieja y la nueva
Constitución Argentina" (folleto)
1950 "Perspectivas para una esperanza argentina" (folleto)
1955/56 "El Líder" y "El Federalista", "De Frente" (artículos
periodísticos)
1957 "Aquí se aprende a defender a la Patria" (folleto)
1957/58 "Qué" (artículos periodísticos)
1960 "Cuatro verdades sobre la crisis" (folleto)
1965 "Bases para la Reconstrucción Nacional" (recopilación de
artículos)
1973 En Punta Alta (Pcia. de Buenos Aires) a cargo del Centro
de Estudios Argentinos "Raúl Scalabrini Ortíz", se publica la
1ra. Edición un apunte biográfico.
1989 En Neuquén, la ATPUNC publica (en versión corregida) la
2da. Edición, desde donde tomamos parte de la información
que contiene esta página de "Los Malditos"

[www.discepolo.org]

Como consecuencia de su participación en la Revolución


Radical de Paso de los Libres, Scalabrini es desterrado a
Europa en 1933. Desde allá, se aclara aún más el grado de
sometimiento argentino al imperio, pues lo que los diarios
ocultan en la Argentina, se dice en voz alta en Alemania o
Italia, especialmente debido a las rivalidades interimperialistas.
"Somos esclavos de los ingleses", se repite una y otra vez
Scalabrini, ya absolutamente convencido de que sus cifras son
ciertas e irrefutables. Desde Alemania, en 1934, escribe sus
primeros artículos en los que aborda en profundidad el
problema clave de todo país semicolonial: la cuestión nacional.

Poco después, en 1935, ya de regreso del exilio se lanza


decididamente a la lucha contra el imperialismo. Desde el
periódico "Señales" y desde FORJA [Fuerza de Orientación
Radical de la Joven Argentina] condena uno a uno todos los
decretos de la entrega. A través de la conferencia, el libro y los
artículos periodísticos, no cesa un instante, desde entonces, en
denunciar la expoliación imperialista.

A través de las conferencias y los cuadernos de FORJA,


Scalabrini se convierte en el gran fiscal de la entrega. Pero por
sobre todos estos negociados, él apunta decididamente a la
clave del sistema colonial: el ferrocarril. Esos rieles tendidos
por el capital extranjero son "una inmensa tela de araña
metálica donde está aprisionada la República". Es a través del
ferrocarril que nuestra economía se organiza colonialmente
para entregar riqueza barata en el puerto de Buenos Aires a los
barcos ingleses y es a través del ferrocarril, con sus tarifas
parabólicas, que el imperialismo destruye todo intento industrial
en el interior, asegurando así la colocación de la cara
mercadería importada.

Por esos años, Scalabrini Ortiz se sumerge en la historia


nefasta de esos ferrocarriles y paso a paso desnuda la verdad:
que los ingleses trajeron capitales ínfimos, que aguaron esos
capitales a través de revaluaciones contables dirigidas a inflar
los beneficios, concedidos como porcentajes fijos sobre el
capital, que quebraron todo intento de comunicación interna
que no fuese a dar a Buenos Aires, que subieron y bajaron las
tarifas, según sus conveniencias, para boicotear alas industrias
nacionales que compitiesen con la mercadería traída de
Londres, que obtuvieron miles de hectáreas de regalo junto a
las vías, que no cumplieron función de fomento alguna en las
provincias pobres, que hundieron unos pueblos y levantaron
otros torciendo el trazado de las líneas según sus intereses y
los de sus socios: lo oligarcas.

Allí reside, sostiene Scalabrini, el verdadero cáncer de nuestra


soberanía y en torno a él han crecido las restantes
enfermedades que han terminado por hundirnos: la moneda y
el crédito manejado por la banca extranjera, el estancamiento
industria, la no explotación de la riqueza minera, ni de la
hidroelectricidad, la subordinación a barcos, tranvías y
restantes servicios públicos extranjeros, la expoliación de los
empréstitos a través del interés compuesto "Somos una
Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre",reclaman
Scalabrini, Jauretche y sus muchachos de FORJA. Pero el
boicot del silencio cae sobre ellos. La superestructura creada
por el imperialismo se cierra ahogando a las voces nacionales.
Ellos no cejan, sin embargo, y desde las catacumbas van
forjando la conciencia nacional. Scalabrini publica en esos años
la "Historia de los Ferrocarriles Argentinos" y "Política Británica
en el Río de la Plata".

Cuando se desencadena la Segunda Guerra Mundial y ante la


presión aliadófila para que la Argentina envíe tropas al frente,
Scalabrini Ortiz vuelve a hacer punta contra el imperialismo,
publicando el diario "Reconquista". Desde allí defiende la
neutralidad y lanza esta consigna: "No osdejéis arrastrar a la
catástrofe. Si os empujan, subleváos. Muramos por la libertad
de la Patria y no al servicio de los patrones extranjeros". Así
convoca a la Segunda Independencia.

Jaqueado por todas las fuerzas de la Argentina ainglesada,


"Reconquista" logra vivir ton sólo 41 días. Pero
subterráneamente, el pensamiento nacional se va infiltrando y
despierta ya muchas conciencias dormidas. Y cuando poco
después el Grupo de Oficiales Unidos dé el golpe de estado el
4 de junio de1943, alguien recordará que uno de los libros que
esos militares consideran texto obligado para su formación
política es "La Historia de los Ferrocarriles" de Scalabrini Ortiz.

Poco después lo conoce personalmente a Juan Domingo


Perón, a quien ya le sugiere la nacionalización de los
ferrocarriles. El 17 de octubre de 1945, Scalabrini Ortiz forma
parte de la multitud que irrumpe en nuestra historia para iniciar
una Argentina Nueva. Ese día, se convence de que esos
hombres, a los que llama "esos de nadie y sin nada", son los
que conducirán al país hacia su nuevo destino: ".... Era el
subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la
Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez
original....Eran los hombres que 'estaban solos y esperaban',
que iniciaban sus tareas de reivindicación".

Pocos meses después, Perón derrota en las urnas a los viejos


partidos representantes de una Argentina que moría
irremediablemente. Scalabrini acompaña el proceso de la
campaña electoral desde las columnas del diario "Política" y
mantiene estrecho contacto con Perón, ya siendo éste
presidente. Presenta entonces varios trabajos atinentes a la
nacionalización de los ferrocarriles, pero no acepta cargos en el
gobierno. Considera que su lugar está en el llano, opinando,
fiscalizando, apoyando, pero, después de tantos años de
oposición, no se considera un "hombre de construcción".

Participa así del proceso de la Revolución Nacional y ve caer


uno a uno los eslabones de la cadena con que el imperialismo
nos sojuzgaba y que él había denunciado sin descanso: los
ferrocarriles, los teléfonos, los bancos, la exportación y la
importación, el transporte marítimo y el aéreo, los seguros, el
gas, etc. Y ve también crecer a ritmo intenso a la industria
liviana, asfixiada tantos años por la mercadería importada. Así
transcurre esos años estudiando, elaborando ideas.

Una nación económicamente libre, socialmente justa y


políticamente soberana deja atrás, como un triste recuerdo, a
aquella colonia de los años treinta. Las consignas lanzadas por
FORJA, a veces casi con las mismas palabras, son coreados
ahora por la multitud.

Pero si bien Perón reconoce en variadas oportunidades, el


aporte ideológico de Scalabrini, su gobierno no le brinda el
acceso a "los medios" para que difunda su "pedagogía
nacional". La burocracia peronista, por su parte, choca con este
místico de la política, contumaz crítico de toda desviación o
inconducta. Por ello se retrae dela vida pública y se dedica a
plantar álamos en las costas del Paraná.
De esa época afirma: "Hay muchos actos y no de los menos
trascendentales de la política interna y externa del Gral. Perón
que no serían aprobados por el tribunal de ideas matrices que
animaron a mi generación…..En el dinamómetro de la política
esas transigencias miden los grados de coacción de todo orden
con que actúan las fuerzas extranjeras en el amparo de sus
intereses y de sus conveniencias". Y agrega: "No debemos
olvidar en ningún momento- cualesquiera sean las diferencias
de apreciación-que las opciones que nos ofrece la vida política
argentina son limitadas. No se trata de optar entre el Gral.
Perón y el Arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el Gral.
Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón fortifica
a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y
económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al
pensamiento vivo del país". Por eso, cuando le proponen
participar en un golpe contra el gobierno, rechaza la invitación.
Por eso, también, es uno de los primeros en alistarse en la
"Resistencia", en setiembre de 1955, a la caída de Perón.

El golpe militar del 16 de setiembre propicia el retorno


oligárquico. Ahora han vuelto los hombres de paja del
imperialismo, los mismos del los años treinta.

Otra vez los amigos de los ingleses, otra vez los personeros
dela oligarquía, otra vez los pactos claudicantes, de nuevo los
bancos privados, los tratados vergonzosos, las devaluaciones
para engordar las arcas de los ganaderos. Y de nuevo
entonces, piensa Scalabrini, hay que plantear como única y
absoluta prioridad: la Revolución Nacional. Todo parece volver
hacia el pasado y las ideas de Scalabrini se afirman en su vieja
lucha. Desde "El Líder", "De Frente" y "El Federalista" se
constituye en crítico implacable. Cerrados estos periódicos,
escribirá desde mediados de 1956 en la revista "Qué".

La Revolución Nacional, por sobre todo, piensa Scalabrini y así


redobla sus esfuerzos para romper el continuismo. Esa
posición lo lleva a colaborar con Frondizi y Frigerio entendiendo
que debe usar a "Qué" como vocero de sus ideas, más allá de
sus diferencias que pueda tener con los teóricos de la
burguesía nacional.
Todo el año 1957 Scalabrini ataca semana a semana las
medidas retrógradas y pro imperialistas del gobierno. Puede
decirse que a través suyo se expresa la Argentina auténtica
que se niega a volver al pasado. El 23 de febrero de 1958 el
Frente Nacional, que lleva a Frondizi para presidente, aplasta a
la reacción en las urnas, pero la entrega del poder es
condicionada. Por eso Scalabrini entiende que debe seguir
apoyando, aún disintiendo en muchos aspectos, al gobierno
frondizista. Por eso también acepta la dirección de la revista
"Qué",convertida ahora en revista oficialista.

Durante poco tiempo, sin embargo, permanece en su dirección


[menos de tres meses]. La publicación de los contratos
petroleros en los últimos días de julio de 1958,lo decide a
renunciar. Escribe entonces un artículo titulado "Aplicar al
petróleo la experiencia ferroviaria" y deja constancia de su
disentimiento con los contratos, en especial con lo pactado con
la Banca Loeb. No desea, sin embargo, romper frontalmente
con el gobierno cuando éste se encuentra jaqueado por los
gorilas y prefiere irse calladamente. Por otra parte, ya está
preso de un cáncer que lo llevará a la muerte pocos meses
después.

Desde esa separación, Scalabrini Ortiz ya no actúa


públicamente pero sus amigos y sus familiares saben que una
tristeza lo domina por la traición del frondizismo. El 31 de
diciembre de 1958, Frondizi anuncia la adhesión de la
Argentina al Fondo Monetario Internacional [FMI] y en enero de
1959 se abraza con los banqueros de Wall Street; mientras los
tanques derrumban las verjas del Frigorífico Municipal [en la
ciudad de Buenos Aires] para sofocar a los obreros en huelga.
Pero Scalabrini, ya nada puede decir: está vencido por la
enfermedad y después de un período de postración, fallece el
30 de mayo de 1959.

En el cementerio, Jauretche recuerda que Scalabrini fue el


maestro, el que les permitió pasar del antiimperialismo
abstracto al antiimperialismo concreto, descubriendo la
verdadera realidad argentina, como paso previo al intento de
transformarla. Por eso concluye su despedida con estas
palabras: "Raúl Scalabrini Ortiz …..Tú sabes que somos
vencedores… vencedores en esta conciencia definitiva que los
argentinos han tomado delo argentino. Por eso hemos venido,
más que a despedirte, a decirte: ¡Gracias, Hermano!"

El 13/01/42 muchos amigos de Raúl quedan perplejos al leer el


siguiente aviso en los ofrecidos de "La Prensa":

"Caballero argentino, casado, de 44 años, con amplias


relaciones, estudios universitarios, técnicos, una vasta cultura
general, científica, literaria y filosófica, con experiencia general
y profunda de nuestro ambiente económico y político, ex
redactor de los principales diarios, autor de varios libros
premiados y de investigaciones, aceptaría dirección,
administración o consulta de empresa argentina, en planta o en
proyecto, en los órdenes industria, comercial o agrario. Dirigirse
a Raúl Scalabrini Ortiz, Calle Vergara 1355, Vicente López".
Los datos del aviso son correctos. Estudios Terciarios: Es
agrimensor. Ha trabajado en los principales diarios y revistas
La Nación, El Diario de Láinez, Noticias Gráficas, El Mundo, El
Hogar, Martín Fierro, La Gaceta del Sur.

Ha recibido el Segundo Premio Municipal por "El hombre que


está solo y espera", en 1931. Ha sido traducido al alemán,
inglés e italiano. Ha dirigido un Diario "Reconquista" y
prácticamente codirigido el semanario "Señales". Ha dictado
muchas conferencias. Ha publicado poesías en "La Gaceta del
Sur". Ha publicado un libro de cuentos "La Manga".

Se ha vinculado con los hombres más importantes de su


generación en lo literario [Borges, Mellea, Marechal, A. Storni,
Macedonio Fernández] y del mundo político [E. Palacio.
Jauretche, Gálvez, los hermanos Irazusta]. Compañero de
estudios de Gainza Paz, Saenz Valiente, el negro Uriburu [C.
Universitario]. Ha publicado libros de historia y economía:
"Política Británica en el Río de la Plata", "Historia de los
Ferrocarriles".

¿Por qué R.S.O pide trabajo y es desconocido para el público


en general? ¿Por qué no tiene donde expresarse?. Es un
maldito y él era consciente que eso se produciría: aislamiento,
boicot, marginalidad, etc.. El había descubierto algo importante
y sabía lo que le ocurriría. Fue conscientemente al
silenciamiento.

Fuente: www.discepolo.org | www.elortiba.org

Argentinos de pie

Por José Luis Muñoz Azpiri (h)

Hace cincuenta años nos abandonó Raúl Scalabrini Ortiz (1898


– 1959)

Una vida dedicada a los más puros ideales de arte y patria se


extinguió hace medio siglo con la persona de Raúl Scalabrini
Ortiz. Su nombre, desde ese momento, se integró indeleble a la
historia de nuestras letras y nuestro pensamiento político.
Redactor editorialista de los diarios “La Nación”, “El Mundo” y
“Noticias Gráficas”; crítico teatral de la revista “El Hogar”;
fundador del diario “Reconquista”, editado en los inquietos días
del año 1939, autor de “El hombre que está solo y espera”, la
más lograda radiografía del porteño, “Política británica en el
Río de la Plata”, “Historia de los ferrocarriles argentinos” y “Los
ferrocarriles deben ser argentinos”,el ilustre escritor
desaparecido puso en su obra de periodista, escritor
económico y sociólogo, el sello de una vocación sin mácula y la
impronta de un acendrado espíritu patriótico y de artista.

Convivían en Scalabrini Ortiz, en armónica conjunción de


pensamiento y arte, los factores que alguna vez, dijo
Keyserling, harían al escritor de mañana: la tribuna y la
profecía, unidos a la expresión vivaz y depurada. Al igual que
casi todos los escritores de nuestro pasado, ejerció un
magisterio tanto artístico como social. La herencia de
Echeverría y Sarmiento, pensadores consumidos por el fuego
nativo, mitad artistas, mitad profetas de ideal y grandeza, se
prolongaba en este obrero de la prosa que asignaba a su
pluma una misión de redención social y engrandecimiento
ciudadano. Libros como “Política británica en el Río de la Plata”
e “Historia de los ferrocarriles argentinos” ilustran ampliamente
acerca del objetivo que Scalabrini quiso y consiguió cumplir
entre sus compatriotas. La primera de estas obras, presentaba
una interpretación histórica argentina a través de la política
sudamericana del Foreign Office y del Almirantazgo, revelando
los pasos manifiestos y ocultos de los Lores en cuyas redes
prietas quedaba anudada nuestra diplomacia a través de un
panorama que se extendía desde la Revolución de Mayo hasta
la creación del Banco Central. El segundo libro demolía, a su
vez, el mito del riel “civilizador”, demostrando que, por el
contrario dicho “riel” solo había causado estancamiento
económico y atraso social a nuestro país. La tesis no sólo era
seductora sino de demostración efectiva y convincente. Los
ferrocarriles de la Argentina, fundamentos de nuestra
soberanía económica, fueron creados y construidos por
argentinos: el Oste llegaba hasta Chivilcoy y marchaba en
procura de la cordillera cuando fue enajenado al extranjero.
¡Seis mil kilómetros de ferrocarriles nacionales contaba el país
cuando aparecieron las locomotoras y los “wagons” de
Birmigham para “civilizar” nuestro territorio!

En familia. Material inédito del gran pensador argentino en una


filmación casera. Parte de la muestra que se presenta en la
Casa Rosada.

Cuando Roca abandonó su presidencia en 1886, las vías


férreas ya contaban la extensión antedicha, y en ese
incremento hay que señalar realizaciones como la del
Ferrocarril Andino. Originalmente se había planeado extender
el ramal Villa María – Río IV a Mendoza y San Juan, con una
eventual prolongación a Chile. El concesionario, Juan Clark,
renuncia en 1881, y la construcción del Ferrocarril Andino pasa
a ser responsabilidad del Consejo de Obras Públicas de la
Nación. En mayo de 1885 el tren llega a Mendoza y luego a
San Juan, con una baratura de costos y un rendimiento que
asombra “La vía más barata y mejor construida de la
República” dice Roca en uno de sus mensajes. Lo es a tal
punto, que esos 500 kilómetros tendidos en cinco años
aportan, en 1885, un millón de pesos a las Rentas Generales
de la Nación. Algo similar ocurre con el Ferrocarril Central
Norte, también propiedad de la Nación, que a partir de 1882 se
transforma en una fuente de ingresos, autofinanciando dos de
sus ramales y prolongándose a Salta.

Pero esta exitosa política estatal habría de clausurarse con la


gestión presidencial de Juárez Celman. A los tres meses de
asumir el poder se vende el Ferrocarril Andino… ¡al mismo
Clark que había renunciado a construirlo! Además se le
garantizó una ganancia del 5 por ciento sobre los 12 millones
de pesos oro que había pagado para adquirir la línea. En
diciembre de 1887 se enajenan los ramales del Central Norte y
luego la red troncal, que fue comprada por una firma inglesa
para transferirla días después al Córdoba Central Railway;
también en este caso la Nación garantizó una ganancia del 5
por ciento a los adquirientes. Poco más tarde la provincia de
Buenos Aires vende el ejemplar Ferrocarril del Oeste. “Los
ferrocarriles de la provincia se llaman ahora “New Western
Railway of Buenos Aires” ¿No se parece eso a la sombra de la
bandera inglesa flameando sobre otro pedazo de territorio
argentino con más derecho del que tiene para flamear sobre
las Islas Malvinas” clamaba Carlos D´Amico en su libro
“Buenos Aires, sus hombres, su política”, escrito en 1890.

Así, en menos de diez años, aquella política ferroviaria llevada


a cabo por el Estado con sentido nacional se había frustrado.
Contrariamente a la tendencia inicial de la década, en 1890 la
mayoría de los 9.500 Km. de líneas férreas pertenecía al
capital inglés (los franceses recién entraron en el negocio
ferroviario en 1885). A partir de 1890, los ferrocarriles que en
futuro construyera el Estado Nacional se tenderían en zonas
alejadas, escasamente pobladas, como una medida de
fomento; las grandes redes troncales eran inglesas.

Las voces de escándalo y alerta ante el despropósito de Juárez


Celman – uno de los gobiernos más corruptos de nuestra
historia, “ilustre” antecedente de los que harían con los
ferrocarriles y el resto del patrimonio público los traidores a la
Patria de la década del 90 del siglo XX – fueron muchas, pero
al igual que el período de Menem, desestimadas. Se vendía, en
pleno éxito de explotación, lo que el país entero había
construido con su esfuerzo y su ahorro. Síntesis de estas
opiniones es el comentario de El Nacional del 20 de julio de
1887:

“¿Qué no se ha dicho de los ferrocarriles? Todo empréstito era


poco para gastarlo en él. Ahora de la Casa Rosada sale esta
prosa: el Gobierno “no” debe hacer ferrocarriles: se declara
arrepentido de haberlos hecho…” Y sigue diciendo el diario: “El
gran secreto financiero consiste, pues, en este doble
procedimiento: defender los ferrocarriles del Estado para tener
empréstitos, y renegar de ellos luego de ser administrados por
el gobierno para vender los ferrocarriles para tener dinero”.
Como en tiempos recientes, acosado por una deuda creciente
en oro, el gobierno de Juárez Celman intentaba hacerse de
recursos vendiendo los ferrocarriles del Estado, con el pretexto
de que el Estado era mal administrador… aunque las líneas
enajenadas, tanto de la Nación como de la Provincia de
Buenos Aires, fueran un modelo de buena gestión comercial.
Todo ello acompañado por una intensa campaña de
propaganda que negaba el esfuerzo del pueblo y proclamaba
su infundada incapacidad e indolencia. Quienes tales cosas
afirmaban y siguen afirmando desde los medios, ni siquiera se
tomaron el modesto trabajo de investigar el origen de nuestra
fuerza y desarrollo económico. Es por 1940, que la obra de
Scalabrini Ortiz encuentra el cenit de su desarrollo y también es
la fecha clave de la manumisión nacional. Hoy se reconoce,
hasta en el último rincón del país, merced al esfuerzo
denodado del escritor desaparecido, que el imperialismo
extranjero coartó nuestros esfuerzos de emancipación y
libertad y que el “riel civilizador” sólo sirvió para acuñar una
locución desprestigiada e irónica.

Durante casi veinte años correspondió a estos documentos


innovadores y lúcidos, despertar a la parte más calificada de la
población al ejercicio de la verdad. Ninguno de los que gozaron
de la “investidura de la palabra” entre nosotros, pudo ponerla
como Scalabrini al servicio desinteresado del ideal de
redención ajeno. He aquí por qué la figura del escritor se
agiganta con perfiles de auténtico prócer nacional.

El magisterio del publicista, ampliado por ejercicio del


periodismo, y, ocasionalmente de la tribuna, actuó siempre al
margen de toda organización o partido político, contrariamente
a lo que en la actualidad algunos afirman. La voz de Scalabrini
Ortiz no era un altavoz, sino una conciencia. El nacionalismo
que ella representaba es, en nuestro país, una mística que no
ha podido articularse aún en “plataforma” partidaria ninguna. El
pensamiento nacionalista argentino siempre fue una mística
popular y no partido. Scalabrini vivió su pasión argentina y la
hizo vivir al margen del bando y las urnas, hasta arder en su
mismo fuego múltiple y generoso. Una, dos generaciones atrás
de Scalabrini Ortiz, el ideal nacionalista no existía entre
nosotros, adormecido por los tóxicos de la reacción y el
colonialismo. Hoy, en cambio, representa el fuego en que se
consumen los corazones de la patria comenzando por los
proletarios. Dicho fuego representa la credencial de la
subsistencia y salvación nacionales, antesala de la Argentina
eterna que hombres como Scalabrini Ortiz profetizaron,
entrevieron y, finalmente, ayudaron a erigir.

Inspirador y jefe de la combativa empresa de “Reconquista”,


pulverizador de todos los mitos y cloroformos de la sumisión
oligárquica – Scalabrini demostró que un obrero argentino, en
1940, se sostenía con el mismo régimen dietético y el número
de calorías de un culí asiático o africano – bestia negra de la
City y los innumerables servicios de inteligencia británicos,
varias veces encarcelado por su pasión nacional emancipadora
– el padre de quien escribe se enorgullecía de haber
compartido con él una celda de la seccional 7º en una noche
del lejano 1940 – y una de las figuras más altas de la
generación a la que pertenecía, hoy es objeto de extrañas
alquimias semánticas o artilugios ideológicos para ubicarlo en
territorios que nunca recorrió.

La originalidad de Scalabrini Ortiz consistió en abordar la


historia nacional y su realidad política contemporánea sin
ningún tipo de condicionamiento ideológico. No adscribía a
teorías políticas nacidas y desarrolladas en los países centrales
pues logró forjar herramientas de análisis propias. Con él, el
patriotismo nostálgico de una sociedad señorial, estática y
autoritaria se transformó en un nacionalismo vigoroso, popular
y revolucionario, que trascendía la añoranza de nación
entendida como estancia propia. Un nacionalismo con olor a
moho y hedores de sepulcro, fosilizado en las formas y el culto
a los símbolos y absolutamente ajeno al análisis de los
engranajes que garantizaban la dependencia; así como
también su examen de la marginación y explotación de vastos
sectores sociales trascendió el recurso de quienes practican un
pensamiento de sirga, mediante la extrapolación de marcos
teóricos ajenos, válidos en su contexto de nacimiento pero
impracticables en otras latitudes y en otras épocas.

Scalabrini Ortiz fue la reencarnación en la Pampa, de las


severas virtudes de un Catón implacable e insobornable. Lejos,
muy lejos de las mezquindades políticas coyunturales. Es por
ello que muchos desearon para él el destino de Narsés, el
general de Bizancio, cegado y obligado a mendigar ante las
murallas de Europa.
En los actuales momentos, signados por la confusión y la
entropía, que al decir de Shakespeare parecerían integrar el
relato de un loco, lleno de estruendo y de furia, que no significa
nada, el testimonio vivencial de este luchador incansable se
rige en atalaya para vislumbrar tiempos mejores.
Hasta siempre, tribuno, hoy más que nunca tu testimonio y
enseñanzas siguen vigentes. Nosotros también estamos solos,
desoladamente solos, y todavía seguimos esperando.

Fuente: www.boletintizon.blogspot.com

El pensamiento vivo de Raúl Scalabrini Ortiz

“Todo es allí callado y receloso, el árbol, el hombre y el


plantígrado que acecha. Pero en las márgenes de lo explorado,
en cada lugar en que se reúne una voluntad humana, en los
obrajes, en los aserraderos, en los conciertos de conchavo, en
las estafetas y estaciones, ya sea en el amplio parlotear que
las cañas alimentan o en el resumido musitar de los
extenuados por el trabajo, vibraba, incesante, el mismo par de
sílabas que resumía una esperanza casi tan grande como la
selva misma: Perón.
Aquel par de sílabas parecía gozar de virtudes taumatúrgicas.
Era la advocación con que aquellos seres cándidos y sufridos
se dirigían al ser – para ellos incorpóreo, invisible, intangible y
sin embargo constantemente presente – que estaba tutelando
sus vidas tan lamentables que hasta parecían olvidadas por la
Divina Providencia… Perón les había aumentado los salarios y
los precios del destajo. Les había proporcionado descanso
retribuido y había corregido las balanzas de los ingenios que
son más poderosos que Dios y más ladrones que un indio toba
matrero. Había sofrenado la codicia inagotable del obrajero y
doblegado hasta el mismo Patrón Costas… Nunca les había
ocurrido eso, desde los tiempos en que Irigoyen los libró del
cepo vigente como pena hasta 1917 y les permitió conocer por
primera vez la iconografía de la libertad estampada en los
billetes nacionales. Por eso la imagen de Perón estaba allí, en
un rincón del único cuarto de todos los ranchos miserables,
iluminada con la llama votiva de una vela de sebo, en una
hornacina improvisada por la devoción. Esa era la realidad del
norte argentino… En el intrincado laberinto de la
subconciencia, los pueblos habían comprendido que la
revolución se haría con Perón o no se haría. El era la rebelión
contra la doble opresión interior y exterior, contra la tiranía de
las finanzas y el título de propiedad y del colonialismo
primitivista.
La esperanza había comenzado a vibrar en las selvas, en los
cañaverales y en las llanuras argentinas. Y la esperanza de los
pueblos lleva siempre un nombre de varón. Esta esperanza,
que el régimen y los colonizadores extranjeros atacaban desde
todos los ángulos y con todas las armas hasta las más
desleales, estaba ya bautizada y tenía su santo y seña: se
llamaba Perón” [Política, 9 de enero de 1946]

“El pueblo escucha, mira, coteja y continúa en silencio su


tráfico habitual. El pueblo tiene esos desplantes de gran señor,
porque la conciencia del pueblo sabe adonde va aunque lo
ignore cada uno de los individuos que lo componen” [Scalabrini
Ortiz en Noticias Gráficas, 24 de junio de 1931]
“En 1930 yo había alcanzado el más alto título que un escritor
puede lograr con su pluma: el de redactor de “La Nación”,
cargó que renuncié para descender voluntariamente a la
plebeya arena en que nos debatimos los defensores de los
intereses generales del pueblo” [Qué, 1957]

“Son las multitudes argentinas las que deciden en última


instancia superando lo individual con una agudeza e intuición
estupenda. Casi siempre han aventajado a sus gobernantes y
quienes no las interroguen a diario, en vano intentarán ganar
ascendiente en ella” [Latitud, 3 de enero de 1950]

“Hay que volver a la realidad y para ello exigirse una virginidad


mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer
saber exactamente como somos” [Tierra sin nada, tierra de
profetas]

“Las verdades individuales no obran en la dinámica social si no


se delimitan y conexionan a sus semejantes, es decir, si no
obedecen a una vibración del espíritu nacional” [Política
Británica en el Río de la Plata]
2009 - Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz

Decreto 2185/2008

Declárase el año 2009 como el “Año de Homenaje a Raúl


Scalabrini Ortiz”.

Bs. As., 22/12/2008 VISTO el Expediente Nº 24.769/08 del


Registro de la SECRETARIA GENERAL DE LA PRESIDENCIA
DE LA NACION y, CONSIDERANDO: Que el próximo 30 de
mayo de 2009 se cumplen CINCUENTA [50] años de la
desaparición física del destacado pensador y escritor nacional
Raúl SCALABRINI ORTIZ.

Que el PODER EJECUTIVO NACIONAL considera importante


resaltar y difundir la labor de quien realizara tan importantes
aportes para la defensa del ser nacional.

Que Raúl SCALABRINI ORTIZ perteneció a una generación


que hizo propias las consignas del desarrollo de la industria
nacional y la lucha contra el colonialismo dilucidando la historia
oficial.
Que el pensamiento nacional se vio ampliamente enriquecido
por los aportes de este intelectual, entre cuyas obras, se
inscriben: “El hombre que está solo y espera”; “Los ferrocarriles
deben ser del pueblo argentino”; “Bases para la reconstrucción
nacional”, “Política Británica en el Río de la Plata”, “Historia de
los Ferrocarriles Argentinos”; entre otras.

Que la vigencia de su pensamiento a CINCUENTA [50] años


de su desaparición puede resumirse en las palabras que Arturo
JAURETCHE pronunciara en su homenaje: “...más allá del
estrecho límite de los partidos y de las fracciones, de los
perecederos gobiernos, de la transitoriedad de los éxitos y las
derrotas. Somos vencedores en esta conciencia definitiva que
los argentinos hemos tomado de lo argentino”.

Que la vida e historia del pensador Raúl SCALABRINI ORTIZ


son un ejemplo a seguir por la ciudadanía argentina.

Que el servicio jurídico pertinente ha tomado la intervención


que le compete.
Que el presente se dicta en uso de las facultades otorgadas
por el artículo 99, inciso 1 de la CONSTITUCION NACIONAL.

Por ello, LA PRESIDENTA DE LA NACION ARGENTINA


DECRETA:

Artículo 1º - Declárase el año 2009 como el “Año de Homenaje


a Raúl SCALABRINI ORTIZ”.

Art. 2º - Dispónese que a partir del 1º de enero de 2009, toda la


papelería oficial a utilizar en la ADMINISTRACION PUBLICA
NACIONAL, centralizada y descentralizada, así como en los
Entes autárquicos dependientes de ésta, deberá llevar en el
margen superior derecho un sello con la leyenda “2009 -Año de
Homenaje a Raúl SCALABRINI ORTIZ”.

Art. 3º - En orden a lo establecido en el artículo 1º del presente,


el PODER EJECUTIVO NACIONAL auspiciará actividades,
seminarios, conferencias y programas educativos que
contribuyan a la difusión en el país de la trayectoria pública de
Raúl SCALABRINI ORTIZ, para valorizar a aquellos hombres
excepcionales que contribuyeron con el pensamiento nacional.

Art. 4º - Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección


Nacional del Registro Oficial, y archívese.
- FERNANDEZ DE KIRCHNER. - Sergio T. Massa. - Aníbal F.
Randazzo.

“Entré al estudio de los constituyentes económicos de mi país,


no porque la economía y su cotización de materialidades me
atrajeran particularmente, sino porque no es posible la
existencia de un espíritu sin cuerpo y la economía es la técnica
de la auscultación de los pueblos enfermos” [Reconquista, 15
de noviembre de 1939]

“Todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que


nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos
impusieron, falsas las perspectivas mundiales que nos
presentan, falsas las disyuntivas políticas que nos ofrecen,
irreales las libertades que los textos aseguran” [Política
Británica en el Río de la Plata]

“A partir de 1853 la historia argentina es la historia de la


penetración económica inglesa, voluntaria al principio, forzada
al final. En la sombra, fraguaron la esclavitud de un pueblo
mantenido en el engaño” [Política Británica en el Río de la
Plata]

“Ferrocarriles, tranvías y teléfonos y por lo menos el 50 % del


capital de los establecimientos industriales y comerciantes es
propiedad de extranjeros… Todo eso explica por qué en un
pueblo exportador de materias alimenticias puede haber
hambre: ha comenzado a haber hambre.
Es que ya al nacer el trigo y el ternero no son de quién los
sembró o los crió, sino del acreedor hipotecario, del
prestamista que adelantó los fondos, del banquero que dio un
empréstito al Estado, del ferrocarril, del frigorífico, de las
empresas navieras… de todos menos de él” [Política Británica
en el Río de la Plata]

“Las tentativas de conquista de 1806 y 1807 fueron errores de


algunos marinos y guerreros… para eludir la responsabilidad
de los verdaderos instigadores, la historia argentina adopta ese
aire de ficción en que los protagonistas sin relación con las
duras realidades de esta vida.
Las revoluciones se explican como simple explosiones
pasionales y ocurren sin que nadie provea fondos, vituallas,
municiones, armas, equipajes. El dinero no está presente en
ellas, porque rastreando las huellas del dinero se puede llegar
a descubrir los principales movilizadores revolucionarios”
[Política Británica en el Río de la Plata]

“Entre nosotros -y esa es una característica de los pueblos


coloniales- las generaciones nacen y se suceden sin relación
de experiencia con las generaciones que la precedieron, tal
como pollos de incubadora.
La historia que es la gallina madre de los pueblos es, entre
nosotros, un relato casi mitológico en cuyo ámbito de irrealidad
luchan los malos contra los buenos. Generalmente los malos
son los que de alguna manera se connaturalizan con el pueblo.
Y los buenos, los que no entorpecieron con extemporáneos
reclamos populares el arrollador avance del capital extranjero
'indispensable para nuestro progreso'. Es una historia casi
edénica, donde los personajes están delineados con la
perfección del buril, libre de toda debilidad humana. No tiene
jamás una muela picada, ni necesitan dinero para realizar leva
de tropas, publicar diarios, viajar y vivir… Es una historia tan
intelectualmente artificiosa… que no enseña nada, porque la
vida está ausente de ella” [Qué, 18 de septiembre de 1956]

“Actualmente el pueblo argentino va saliendo de ese marasmo


satisfecho en que se lo había hundido… Está analizando,
azorado, su realidad y verifica que sus dirigentes han colocado,
poco a poco, a la república en condición de una factoría. Pero
ante este nuevo estado de espíritu popular, el capital extranjero
no permanece inerme… Se ordena y cohesiona para seguir
asegurando sus privilegios. Para ello es indispensable coartar
la voluntad del pueblo, ahogar la opinión y establecer un
gobierno de fuerza y selección… La selección se efectuará
naturalmente entre los allegados al capital extranjero que son
los poseedores del prestigio social que da el dinero… lo
económico tiene hoy primacía sobre todos los órdenes. Lo
extranjero en esta tierra no es el hombre. El extranjero que
aquí vive y se multiplica es hermano e igual al argentino.
Lo extranjero aquí es el capital esclavizador y lo que no vaya
contra él, está a su favor” [Última hora, 18 de diciembre de
1933]

“La riqueza argentina es aparente, pues el capital extranjero


invertido en nuestra tierra constituye una enorme hipoteca que
succiona día a día la sangre de los argentinos” [Política
Británica en el Río de la Plata]

“La riqueza en tanto capacidad de acción, poder,


independencia, voluntad y aún espíritu, no es riqueza de estas
tierras.
Es riqueza particular de los capitalistas extranjeros, así como el
valor económico, político o social de las cosechas son del
propietario y no del peón que las sembró, cuidó y cosechó”
[Señales, 8 de mayo de 1935]

“No es exagerado suponer que hoy pululan más de tres


millones de hombres inactivos que vegetan perseguidos por la
policía, la crítica de los diarios y la más indigna miseria… dicen
que nuestra exportación aumenta. Pero, la materia exportada,
¿constituye un excedente real, un sobrante que resta después
de cubrir las necesidades de nuestro propio pueblo? ¿O son
alimentos hurtados al pueblo, energías escamoteadas?”
[Política Británica en el Río de la Plata]

“Nuestra liberación será obra de nuestra constancia, de nuestra


fe y de nuestro valor. Saber que se está construyendo una
patria es un estímulo bien grande para nuestras pequeñas
vidas. Más no olvidemos que toda obra grande es producto de
la acción, no de la meditación ni de la esperanza. La propiedad
y la libertad se conquistan” [Política Británica en el Río de la
Plata]
“Fuera de una pequeña oligarquía de abogados e
intermediarios, encargados de cuidar el orden legal
conveniente a los intereses extranjeros y de una masa amorfa
de profesionales y empleados, que ignoran el drama del país y
con cuyos conocimientos juega el periodismo, no hay más
actividad lícita para los argentinos que sembrar y cosechar
trigo, maíz y lino, criar y engordar vacas y transportar todo
hasta los puertos de exportación” [Qué, 28 de mayo de 1957]

“Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de


sus intereses y derechos y no deben fiarse sino en sí mismos.
El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro
provecho sino a sacar cuantas ventajas pueda
proporcionarse…” [Los ferrocarriles, factor primordial de la
independencia nacional, 16 de junio de 1937]
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Norberto Galasso recuerda a Raúl Scalabrini Ortiz. Programa
“…Y la Radio BA”. Lunes a viernes de 15 a 16, AM 1270. Mayo
2009

“El destino histórico de los argentinos ha llegado a un punto


crucial… Estamos con un pie en el aire, sobre el abismo, como
un sonámbulo. Despreocupadamente se permitió que un grupo
de venales fuera entregando al extranjero las riendas de la
economía… pero la entrega tiene un límite y ese límite un
nombre: se llama avasallamiento. El avasallamiento
abandonado a su propia inercia tiene un fin ineludible: la
esclavitud y la muerte. Ese es un punto crucial en que los
caminos se bifurcan y hay que optar: no queda más que un
remedio: girar sobre sí mismos y retornar a la reconquista de
nuestro propio país” [Conferencia de FORJA, 3 de agosto de
1939]

“Luchar es en cierta manera sinónimo de vivir. Se lucha con la


gleba para extraer un puñado de trigo. Se lucha con el mar
para transportar de un extremo a otro del planeta mercaderías
y ansiedades. Se lucha con la pluma. Se lucha con la espada y
el fusil. El que no lucha se estanca, como el agua. El que se
estanca, se pudre” [Qué, 1º de octubre de 1957]
“Las revoluciones destinadas a marcar una huella perdurable
en la historia presuponen la existencia de dos factores: el
primero, un pueblo dotado de una elevada tensión espiritual y
de un ímpetu de generosidad colindante con el mesianismo…
Segundo, conductores que estén íntima e inseparablemente
imbuidos de ese espíritu, hasta el punto de ser sus intérpretes
como lo fue Lenin” [Politica, 9 de enero de 1946]

“La voluntad del número que es como el apellido de la


colectividad, debe tener primacía sobre la individual. Ni la
riqueza ni el ingenio ni la sabiduría tienen derecho a acallar o
burlar la grande voz de la necesidad de cada conjunto
colectivo, que es la voz que más se aproxima a la voluntad de
destino” [El capital, el hombre y la propiedad en la vieja y en la
nueva Constitución]

“No es difícil que en la subconciencia del país esté obrando la


experiencia histórica de nuestra desastrosa economía. Fue el
progreso futuro el pretexto que sirvió para entregar en el
pasado las riendas de la economía al extranjero… El pretexto
del progreso rápido sirvió para el antiprogresismo permanente”
[Carta a Rogelio Frigerio del 1º de abril de 1958]

“Venían de las Usinas de Puerto Norte, de los talleres de


Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y
Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de
las hilanderías de Barrancas.
Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían
de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en
la misma fe, iban el peón de tambo de Cañuelas y el tornero de
precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la
hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era
el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez
en su tosca desnudez original, como asoman las épocas
pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto.
Era el substracto de nuestra idiosincrasia y de nuestras
posibilidades colectivas allí presente en su primordial sin reatos
y sin disimulos. Era el nadie y el sin nada en una multiplicidad
casi infinita de ganas y matices humanos, aglutinados por el
mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por un
misma verdad que una sola palabra traducía: Perón… Por
inusitado ensalmo, junto a mí, yo mismo dentro, encarnado en
una muchedumbre clamorosa de varios cientos de miles almas
conglomeradas en un solo ser unívoco, aislado de sí mismo,
rodeado por la animadversión de los soberbios de la fortuna,
del poder y del saber, enriquecido por las delegaciones
impalpables del trabajo de las selvas, de los cañaverales y de
las praderas…, traduciendo en la firme voz conjunta su
voluntad de grandeza, consumiendo en la misma llama los
cansancios y los desalientos personales, el espíritu de la tierra
se erguía vibrando sobre la plaza de nuestros libertadores,
pleno en la confirmación de su existencia… Ahora el milagro
estaba cumplido. La sustancia del pueblo argentino, su
quintaescensia de rudimentarismo, estaba allí presente,
afirmando su derecho a implantar por sí mismo la visión del
mundo que le dicta su espíritu desnudo de tradiciones, de
orgullos sanguíneos, de vanidades sociales, familiares o
intelectuales. Estaba allí desnudo y solo, como la chispa de un
suspiro.
Aquellas multitudes que salvaron a Perón del cautiverio…, eran
las mismas multitudes que asistieron recogidas por el dolor al
entierro de Hipólito Irigoyen… Son las mismas multitudes
argentinas armadas de un poderoso instinto de orientación
político e histórico que desde 1810 obran inspiradas por los
más nobles ideales cuando confían en el conductor que las
guía… Escuche las conversaciones de varios criollos y las
arengas de oradores improvisados. No encontré a nadie que se
acordara de sus problemas personales. Eran hombres sin
necesidades: inmunes al cansancio, al hambre y a la sed… Él
[Perón] intérprete fiel y libre de ataduras y compromisos…
Estaban dispuestos a luchar por él y por los ideales propios
que él simbolizaba y resumía… Por allí, alguien, un sencillo
magnífico, gritó con voz estentórea: -¡Aquí comienza la rebelión
de los pueblos oprimidos!
Yo regué con una lágrima viril esas palabras para que no se
marchitaran nunca” [Borradores en poder de su esposa sobre
el 17 de octubre de 1945]

Fuente: Folleto del Centro de Estudios Nacionales Scalabrini


Ortiz censo.rosario@gmail.com | www.elortiba.org

Scalabrini Ortiz: Norte ideológico de FORJA *

Por Francisco José Pestanha [1]

"¡Creer! He allí toda la magia de la vida".


Raúl Scalabrini Ortiz

Debo reconocer que con Raúl Scalabrini Ortiz me ligan dos


momentos históricos significativos. El primero, vinculado a
aquellas primeras lecturas que influyeron marcadamente en la
conformación ideológica de mi juventud, allá por los comienzos
de la década de 1980. El segundo, operado hace unos diez
años, oportunidad en que retomé los estudios relacionados con
el pensamiento nacional.
La reaparición de Scalabrini Ortiz en mi itinerario intelectual
estuvo rodeada de un componente intuitivo que me permitió,
mientras los infaustos acontecimientos políticos y sociales de
los años 2000 y 2001 obliteraban las esperanzas argentinas,
recordar que el autor de Política británica en el Río de la Plata
perteneció a una generación que pergeñó en nuestro país una
profunda revolución estético-cultural, que precedió y a la vez
determinó los aspectos liminares de la tremenda convulsión
política acontecida a partir de octubre de 1945.

Convergiendo con tal reencuentro, un texto de Juan W. Wally


con el que me topé providencialmente en Internet, Generación
de 1940. Grandeza y frustración[2] -texto que afortunadamente
verá la luz en los próximos meses- confirmó mis sospechas, y
me brindó numerosas claves que demuestran que ese
conglomerado de hombres y mujeres dotados de una profunda
sagacidad, de un brillo intelectual y estético inigualables, no
sólo cobrarán inusual protagonismo en las primeras décadas
del siglo pasado en el campo de lo artístico, sino que además
incidirán, a partir de su obra, en los acontecimientos sociales y
políticos de la segunda mitad del siglo pasado. Dos prolíficas
corrientes literarias revolucionarán el ambiente de la época,
ciertamente influenciadas, entre otros, por Leopoldo Lugones y
Macedonio Fernández. Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges,
Raúl Scalabrini Ortiz, Roberto Arlt, Armando Cascella, Leónidas
Barletta, Álvaro Yunque son hombres que expresan por sí
solos toda una epopeya. Pero a la vez poetas como Enrique
Santos Discépolo, Homero Manzi, Alfonsina Storni, entre tantos
otros, emergieron como reguero para contar las cosas nuestras
a partir del milenario arte de la rima. Nuevos pintores surgieron
para pintar paisajes y sujetos comunes, y entonces, el
estibador y el gaucho adquirirán definitivamente carácter de
sujeto histórico de la mano de Quinquela Martín y Molina
Campos. Comenzará además la hora de esplendor del tango
con Celedonio Flores, Osvaldo Fresedo, Carlos Di Sarli, Juan
D'Arienzo, Alfredo Le Pera, Azucena Maizani, etc. Además, una
revalorización del folclore pondrá a nuestra música nativa en el
centro de la escena, y el teatro costumbrista dará cuenta de
una maravillosa fusión americana a través de las piezas de
Samuel Eichelbaum y Armando Discépolo.

La revolución artístico-cultural que protagonizó la generación


décima [tal como la denomina Wally] entre las décadas de
1920 y 1940, tendrá un componente hondamente revelador, ya
que si bien algunos de los artífices incorporarán a sus
respectivas obras ciertas herramientas propias del
vanguardismo europeo, la mayoría de los productos estéticos y
culturales que emergerán en esa época apelarán a
componentes nítidamente endógenos. Hay en esta progenie
entonces una clara orientación hacia lo identitario local -y por
tanto- un evidente sentido nacional en su obra.

Scalabrini Ortiz es un claro exponente de esta descendencia


que se inició en el campo de la literatura con un libro de
cuentos y diálogos titulado La Manga [1923]. Pero recién
llegará al conocimiento público a través del El hombre que esta
solo y espera -una Biblia porteña- publicado por la editorial
Reconquista en el año 1931. Este texto, enclavado en la
corriente cultural a la que venimos refiriendo, advertirá al lector
en el prólogo que "no catalogue vacío de sentido a lo que en el
interior de este libro llamo espíritu de la tierra", del cual
nosotros somos células "infinitamente pequeñas de su cuerpo,
del riñón, del estómago, del cerebro, todas indispensables.
Solamente la muchedumbre innúmera se le parece un poco.
Cada vez más, cuanto más son".

Entre otros factores políticos, sociológicos, culturales y


económicos que incidieron en los caracteres principales de la
producción de esta generación, podemos destacar tres.

En primer lugar, es preciso referirse al fenómeno inmigratorio.


El carácter aluvional de la gran inmigración, en especial, en la
ciudad de Buenos Aires, hará tambalear los principios liminares
sobre los que se asentaban los paradigmas socioculturales de
la época. Es por ello que estos hombres y mujeres buscarán
fortalecer desde un nuevo espíritu la cuestión identitaria, por
ejemplo, apelando provocativamente al martinfierrismo, a fin de
rescatar la herencia facúndica de nuestro país. Algunos de sus
mentores, como Scalabrini Ortiz, complementarán este rescate
con una apelación al vigor de ciertos aportes de los numerosos
grupos que llegaban al país para asentarse definitivamente, y
desarrollarán en consecuencia una tesis multígena para dar
cuenta del componente social argentino.
Scalabrini Ortiz y el 17 de octubre

"Es increíble y hasta admirable el poder de persuaden y de


ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945,
el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El país azorado
se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo
gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no
puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El
Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al ingeniero
Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que
optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de
Hacienda sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del
Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que
tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios.
"La oligarquía vitalizada reflorecía en todos los resquicios de la
vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban
sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y extendían
sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía
perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón
estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una
resignación sin brío, muy semejante a una agonía.
"Con la resonancia de un anatema sacudía mi memoria el
recurso de las frases con que hace muchos años nos
estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en
este continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras,
quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan
dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden,
articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva,
vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si
hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran
aniquilado".

"Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos


parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento
húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de
pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos
habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba
destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo
cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza
en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había
sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante
el rudo empellón de la realidad.

"Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17


de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras
columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje
de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y
talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los
domingos invade los parques de diversiones con hábito de
burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados,
brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las
vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas,
grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en
la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre
más heteróclita que la imaginación puede concebir.

"Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías.


El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de
trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de
un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el
empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos
hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con
meandros improvisados sobre la arena en una acción tan
minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que
ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba
aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban
por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.

"Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito


áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes
continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo,
de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las
manufacturas de San Martín y Vicente López, de las
fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de
Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o
descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el
mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de
Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de
automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria
sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba,
como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la
conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva
idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente
en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie
y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y
matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y
el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una
sola palabra traducía: Perón."

[Publicado en En Hechos e Ideas, febrero 1946, reproducido


por la Revista Dinamis, 1972. Fuente:
www.magicasruinas.com.ar]

En segundo lugar, los integrantes de esta descendencia serán


testigos de un fenómeno pocas veces analizado con
rigurosidad suficiente: la convergencia de los orilleros. Entre
finales de la década de 1920 y principios de la de 1930
convergerán en las márgenes de la metrópoli aquellos primeros
orilleros desplazados desde hacía décadas por el impulso del
"progreso" de los vencedores de la batalla de Caseros; nuevas
camadas de inmigrantes negados de tierras y asentados en las
orillas de la urbe, y los migrantes internos, población rural
expulsada de las labores agrícolas debido a la crisis del modelo
agro-exportador del año 1930. Este fenómeno sociológico sería
de notable importancia de cara a los procesos políticos que se
avecinaban y daría lugar a nuevas expectativas que serían
retratadas por nuestros artistas.

En tercer lugar, el rescate de la herencia federal del siglo XIX


efectuada por el revisionismo histórico y la formación de las
primeras corrientes nacionalistas provocarán una profunda
reacción contra la anglofilia y la francofilia de las elites
culturales de Buenos Aires, y por tanto, determinarán que un
sector importante de esta generación se oriente hacia la
búsqueda de los rasgos principales de la identidad cultural y
política local. Debe tenerse en cuenta además que tanto
Scalabrini, Jauretche como Manzi son hombres nacidos en las
provincias [Scalabrini nace el 14 de abril de 1898 en
Corrientes] que alternan en la gran metrópoli. Esta dimensión
provinciana se manifestará posteriormente en el ideario
integrador forjista que se conocerá luego como nacionalismo
popular. Cabe además señalar que este proceso se verá
enriquecido por algunos aportes de las miradas de orientación
socialista muy características en las primeras décadas del siglo
pasado.

Por último, es preciso manifestar que esta profunda revolución


estético-cultural no se circunscribió estrictamente al ambiente
artístico. La reafirmación americana cruzó toda la vida
argentina extendiéndose inclusive al campo de lo científico, a
partir de luminarias como Carlos Astrada, Nimio de Anquín,
Carlos Cossio, Arturo Sampay, Rafael Bielsa, Ernesto Palacio,
Saúl Taborda, Tomás Casares, Leonardo Castellani, Juan
Mantovani, Rodolfo Irazusta, Julio Irazusta y Manuel Savio,
entre otras.

Antes de concentrarnos específicamente en el fenómeno


forjista, cabe hacer una breve referencia al itinerario intelectual
de Scalabrini Ortiz, ciertamente compartido por otros
exponentes del nacionalismo argentino. El joven Scalabrini,
durante su paso por la Facultad de Ciencias Físicas y
Naturales de la Universidad de Buenos Aires, participa
activamente en una agrupación política estudiantil denominada
Insurrexit de orientación socialista revolucionaria. Esta
transición por la izquierda que deja una profunda "huella en su
espíritu"[3] era bastante natural en aquellos jóvenes, ya que en
la década de 1920, la izquierda y el anarquismo aparecían
como el primer elemento de reacción contra el sistema
opresivo. Además, Scalabrini proviene de una tradición
positivista impresa por su padre, Pedro Scalabrini, un
prestigioso naturalista. Nótese en este sentido, que igual
itinerario comparten Ramón Doll, quien tuvo un origen
socialista incorporándose al nacionalismo en 1936, y Ernesto
Palacio, quien en su juventud coqueteó con el anarquismo para
luego evolucionar hacia el ideario nacionalista. Aunque
perteneciente a una generación anterior, el mismísimo
Leopoldo Lugones adhirió al socialismo junto a José
Ingenieros, Roberto Payró, Ernesto de la Cárcova, e inclusive
llegó a escribir en el periódico socialista "La Vanguardia".

El derrotero posterior de Scalabrini hacia el ideario nacionalista


y popular probablemente será consecuencia no sólo de sus
propias apreciaciones y descubrimientos respecto a la
incidencia de Gran Bretaña en nuestra vida institucional y
económica. Además de Macedonio Fernández, influirán en su
pensamiento autores de la talla de José Luis Torres, Ernesto
Palacio y los hermanos Irazusta, con los cuales cultivará una
intensa amistad. Un primer y decepcionante viaje al Viejo
Continente en 1924, y otro, en 1933, esta vez con motivo de su
exilio, confirmarán definitivamente sus preferencias y su
compromiso con la patria que lo vio nacer.

La aparición en su vida de don Arturo Jauretche en oportunidad


de integrarse este último al periódico Señales[4], sobre el cual
Raúl ejercía una influencia ideológica decisiva, llevará a
Scalabrini a acercarse en el año 1935 a una agrupación
denominada FORJA, Fuerza de Orientación Radical para la
Joven Argentina, nucleamiento de clara orientación
yrigoyenista. Allí dará su primera conferencia el 30 de
septiembre de 1945.
Scalabrini nunca perteneció a la Unión Cívica Radical. De la
copiosa información que surge del repositorio documental que
perteneciera a Francisco José Capelli -último secretario general
de la agrupación- y que afortunadamente ha sido rescatado
para los investigadores[5], surge visiblemente que Scalabrini
descreía absolutamente de la capacidad revolucionaria de un
radicalismo, ya por entonces, absolutamente cooptado en su
dirección por las huestes alvearistas, y por tanto, acoplado
armónicamente al orden oligárquico impuesto por el justismo.

Scalabrini se integrará formalmente a FORJA cinco años


después de su fundación, cuando reformado el estatuto, se
elimina el requisito de afiliación al radicalismo. Sin embargo, el
compromiso inicial que asumió con la agrupación le permitirá
en poco tiempo ir convirtiéndose, como afirma Norberto
Galasso, en "su principal teórico"[6]

FORJA se estructurará entonces bajo dos pilares. Mientras


Arturo Jauretche se concentrará en importantísimas labores de
construcción y articulación político-institucional, Scalabrini
centralizará su actividad en la producción teórica, y por tanto,
impulsará entre otras acciones la publicación de los
legendarios cuadernos [13 en total]. Resulta notoriamente falsa
la afirmación que circula por ciertos cenáculos respecto de que
FORJA era una agrupación estrictamente radical. Scalabrini,
como sostuvimos, se incorpora a ella desde sus comienzos
informalmente pero adquiere, como ya se ha dicho, una
importancia vital para la organización. Por su parte, la
presencia activa de hombres de la talla de Miguel López
Francés, quien luego será el corazón del gobierno de
Mercante, Nicanor García, el jefe de FORJA Mar del Plata,
quizás la filial más importante en el interior del país, y Darío
Alessandro, entre otros, probará que FORJA contuvo en su
seno y desde sus inicios expresiones no vinculadas al partido
centenario.

Resulta además inexacto afirmar que FORJA fue una


agrupación esencialmente integrada por intelectuales. Muy por
el contrario, la labor articuladora de Jauretche permitió, en
primera instancia y a través de la figura del legendario
Libertario Ferrari, contribuir con la incipiente nacionalización de
las conciencias de las clases trabajadoras argentinas.
Numerosas obras así lo acreditan, entre las que se destacan
las de Hiroshi Matsushita[7] y Cristián Buchrucker[8]. Libertario
Ferrari llega a ser miembro de la conducción de la CGT, y
paulatinamente transmitirá los contenidos forjistas al seno del
movimiento obrero. Entre tantos resultados, los documentos de
FORJA contribuirán a fortalecer la conciencia obrera respecto
al imperialismo real, es decir, el británico, ya que, tal como
explican antiguos militantes del campo sindical, mientras la
diatriba de los componentes de la izquierda tradicional insistía
en vincular al imperialismo yanqui con todos nuestros males,
los obreros eran plenamente conscientes de que las empresas
estratégicas de nuestro país estaban bajo dominio británico. El
trabajador, cuya inteligencia intuitiva es vital, encontrará en el
discurso forjista los argumentos para denunciar lo que ya se
sabía que sucedía. Por su parte, la acción forjista influirá en los
cuadros militares de la logia creada por el General Perón
[GOU], en especial, a través de la relación de Jauretche con el
mayor Estrada. De esta forma, cuadros militares jóvenes
accederán, gracias a esta relación, a los trabajos de, entre
otros, Scalabrini, Torres y Del Río.

La labor de Scalabrini en FORJA proseguirá hasta el 1 de


febrero de 1943, fecha en que abandona la agrupación por
ciertas discrepancias con su conducción. Es a partir de esa
fecha que dejarán de producirse los cuadernos y que la
creación teórica de FORJA disminuirá, reduciéndose
fundamentalmente a las labores preparatorias para la
convulsión futura. En tal sentido, FORJA es casi la única
agrupación que saldrá a manifestarse a favor del
pronunciamiento del 4 junio de 1943.

No obstante su alejamiento, Scalabrini dejará una impronta


imborrable en la organización, no solamente en lo que respecta
a la denuncia de los oscuros lazos que nos unían a un imperio
como el británico, sino a otras cuestiones sumamente vitales
para el futuro de nuestro país que aún hoy no han sido
definidas, y en especial, aquella que refiere a la cuestión de
nuestra conformación nacional.

En un breve ensayo que denomina Principios para un orden


revolucionario[9], texto cuya ubicación se torna bastante
dificultosa, ya que no ha sido reeditado, y que fuera escrito a
principios de 1946, Scalabrini define los caracteres de nuestra
nación a la que asigna el carácter de multígena. El autor
observaba en su época una tendencia hacia la conformación
de al menos dos tipologías nacionales: la monógena, basada
en ciertos componentes homogéneos en materia étnico-racial y
cultural, y cuya referencia principal era el modelo alemán, y la
multígena, correspondiente a aquellas comunidades de base
diversa como la nuestra. Rescatando entonces la idea
vasconceliana de la raza cósmica y del encuentro, pero sin
desconocer los componentes altamente traumáticos del
proceso de la conquista, Scalabrini, mirando directamente a la
realidad, presta especial atención a los caracteres diversos que
conviven en nuestra nación real y a la dimensión inclusiva de
tal convivencia. Scalabrini encuentra allí una multigeneidad que
ya tiene su idioma, su historia, sus instituciones, sus
costumbres, su cultura, es decir, una integración que se
extiende hacia los primeros habitantes de estas tierras y que
resulta sumamente valiosa. Como hombre proveniente de una
tradición paterna naturalista, Scalabrini sabe que en la
naturaleza la homogeneidad es sinónimo de muerte y la
heterogeneidad es sinónimo de vida, y por tanto, nuestra
diversidad constitutiva debe ser apreciada y eficazmente
conducida.

Scalabrini es esencialmente un patriota, ama a su tierra, y se


esmera por desarrollar una teoría de lo nacional sobre la base
de la realidad, de lo que es, en definitiva, el ser. Por eso
incorpora al pueblo concreto en el concepto de nación,
distanciándose así de otros nacionalistas que interpretaban que
la nación había sido derogada en la batalla de Caseros. Esta
noción de nación es retomada por Juan Domingo Perón, un
criollo que supo comprender la multigeneidad de nuestros
orígenes y llevarla a la práctica en sus acciones.

Por último, Scalabrini nos deja otra enseñanza. Mientras


luchaba denodadamente por la nacionalización de las
empresas de servicios y la independencia económica,
promovía una verdadera democratización del país a través de
la formación de "nuevos cuadros patrióticos, nuevos diputados
patrióticos, nuevos gerentes patrióticos". Coincide entonces
con Arturo Jauretche y con Ernesto Palacio en que la Argentina
necesitaba nuevas elites con conciencia nacional para llevar a
cabo una empresa nacional. Más de cincuenta años después,
similar mensaje nos legó Fermín Chávez, quien al sostener que
"las crisis argentinas son primero ontológicas, después éticas,
políticas, epistemológicas y recién por último económicas", nos
advirtió que sólo una elite dirigente ligada orgánicamente a su
pueblo y dotada de nítido compromiso nacional podrá superar
ese trance ontológico que nos impide conducirnos hacia el
destino digno y autosuficiente que nos merecemos

[1] Francisco José Pestanha: es docente universitario y


ensayista. Es secretario académico de la Comisión
Permanente de Homenaje a FORJA y Presidente del Instituto
de Estudios Estratégicos Malvinas, Patagonia e Islas del
Atlántico Sur. Es coautor de "FORJA, 70 años de Pensamiento
Nacional" en tres tomos editado por la Corporación Buenos
Aires Sur, y autor entre otras obras de ¿Existe un Pensamiento
nacional? de Editorial FABRO.
[2] Juan W. Wally, "Generación de 1940. Grandeza y
frustración", www.pensamientonacional.com.ar
[3] Norberto Galasso, "Scalabrini Ortiz", Cuadernos de Crisis,
noviembre de 1975.
[4] En Señales escribirán también Manuel Ortiz Pereyra,
Amable Gutiérrez Diez, Manuel Ugarte y Luciano Catalano.
[5] El repositorio se encuentra en el Museo FORJA,
patrocinado por la Corporación Buenos Aires Sur. Para
contactarse: museoforja@argentina.com o telefónicamente al
[011] 15 6058 0105.
[6] Norberto Galasso, "Scalabrini Ortiz", Cuadernos de Crisis,
noviembre de 1975.
[7] Hiroshi Matsushita, "Movimiento Obrero Argentino. 1930-
1945", Editorial Hyspamerica, 1986.
[8] Cristian Buchrucker, "Nacionalismo y peronismo. La
Argentina en la crisis ideológica mundial. 1920-1955", Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1987.
[9] Raúl Scalabrini Ortiz, "Yrigoyen y Perón", Editorial Plus
Ultra, 1972.

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