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SISTEMAS PECUARIOS DE LA REGION CAMPOS DE URUGUAY: TECNOLOGÍA Y

PERSPECTIVAS

Ing. Agr. MSc. Guillermo Pigurina, INAC, Uruguay1


Ing. Agr. Dr. Ing. Elbio Berretta, INIA, Uruguay2

INTRODUCCION

En el Uruguay, existen varias combinaciones posibles de recursos para producir carne. La amplia
gama de opciones se resume corrientemente con la denominación de sistemas pastoriles de
producción y se ajustan a la realidad productiva de un país con clima templado, pluviosidad media y
suelos fértiles. Las variantes o sistemas de producción alternativos tienen características propias que
los distinguen, ya sea en aspectos biológicos, productivos (físicos y económicos) y en los productos
obtenidos.

Tradicionalmente, la medida de productividad de los sistemas ha sido analizada en términos de kilos


de producción de carne/ha. Esto ha permitido comparar y distinguir a los sistemas o a las empresas y
evaluar el desempeño económico. Sin embargo, dichas comparaciones no toman en cuenta el hecho
que diferentes sistemas de producción, además de alcanzar diferente productividad física, generan
productos diferentes, lo cual es cada día más importante.

El objetivo de este trabajo es delinear algunos aspectos relevantes de los sistemas de producción de
la Región Campos del Uruguay con énfasis en la producción vacuna. Los aspectos económicos del
presente trabajo deben ser tomados con mucha precaución a causa de los cambios que han ocurrido
en Uruguay y en la región. Actualmente (agosto del 2002), han perdido sentido muchos de los
estudios recientes y su interpretación puede resultar fuera de lugar por los efectos del tipo de cambio,
los costos financieros, los precios de los insumos y productos.

CARACTERÍSTICAS DE URUGUAY COMO PAÍS GANADERO

Uruguay cuenta con aproximadamente 17.6 millones de has totales, 3.3 millones de habitantes, 10.3
millones de vacunos y 13 millones de ovinos. El área dedicada a la ganadería es de
aproximadamente 15.3 millones de has, de las cuales el 87% es de pasturas nativas (campo nativo) y
12% son pasturas mejoradas (praderas o verdeos). A su vez, se dedican aproximadamente 1 millón
de has a la agricultura de arroz, trigo, cebada, sorgo, maíz, etc.

La faena total anual de vacunos es cercana a 1.9 millones de cabezas, de las cuales 52%
corresponde a novillos y 45% a vacas. La producción de carne vacuna es de 450.000 ton/año, de las
cuales se exporta el 54%. Por otro lado, la faena total de ovinos es de 2 millones de cabezas de las
cuales el 50% son corderos. El 32% de las 52.000 ton ovinas/año producidas se destina a la
exportación.

La producción de lana, base sucia en la zafra 2000-2001 fue de 53.243 toneladas. Se exporta más
del 85% de la producción, principalmente como tops y lana lavada. La producción ovina se concentra
preferentemente en zonas de suelos superficiales donde la producción de forraje es menor,
comparada con la de otros suelos de mayor profundidad. En estas zonas de producción extensiva, al
Norte del país, se encuentra el 50% de los ovinos.

Una característica de la producción ganadera es el pastoreo mixto, particularmente bovinos para


carne y ovinos, la cual es de gran importancia por el manejo y complementariedad de rubros. Los
equinos de trabajo (400.000) son utilizados para el arreo de los rebaños y el descarte (35.000 por
año) se faena para la exportación a la Unión Europea (INAC, 2001). Otro rubro importante de la
producción animal extensiva es la producción de leche que si bien existe en todo el país, se
concentra en el Sur y el Litoral Oeste, donde se produce más del 60% del total.

1 Director, Servicios Técnicos a la Cadena Agroindustrial, Instituto Nacional de Carnes, Uruguay


2 Director, INIA Tacuarembó, Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, Uruguay
POTENCIAL DE LOS RECURSOS FORRAJEROS

A efectos de definir los sistemas de producción con énfasis vacuno, es necesario analizar el potencial
de los recursos forrajeros como principal fuente de alimentación de los sistemas ganaderos del
Uruguay. El campo nativo, conformado por una compleja combinación de especies nativas o tapices,
varía de acuerdo al tipo de suelo y al manejo. Es así que se pueden distinguir tapices cuyas especies
son de muy alta calidad y permiten obtener excelentes ganancias de peso, siempre y cuando la
cantidad de forraje consumida por los animales sea suficiente. Por otro lado, existe una extensa área
de campo nativo que comprende suelos de menor fertilidad, o con otras limitantes, por lo general de
poca profundidad, donde las especies predominantes son de baja calidad (Berretta, 1998). Las
ganancias de peso de los vacunos, en estos tipos de campos, son muy bajas (y frecuentemente se
registran pérdidas de peso) debido no sólo a la calidad del forraje sino a la escasa cantidad que
producen. El campo nativo de calidad regular permite lograr ganancias de peso promedio anual de
0.25 kg/día y producciones de carne de alrededor de 80 a100 kg/año. El campo nativo de buena
calidad permite alcanzar ganancias de 0.35 kg/día y producciones de hasta 150 kg/año (Montossi et
al., 2000). Las tecnologías de suplementación estratégica del campo nativo (con concentrados,
reservas forrajeras o pastoreo por hora de praderas o verdeos) permiten superar las limitantes de
energía y proteína del forraje. Se ha demostrado que su uso es más eficiente cuando se usan para
corregir los rangos bajos de ganancia (Pigurina, 2001). Los mejoramientos de campo nativo o
“siembras en cobertura” realizadas a muy bajo costo mediante la inclusión de semillas (trébol blanco,
lotus corniculatus o lotus subbiflorus) y fertilizantes fosfatados, permiten sustanciales mejoras en
la ganancia diaria (0.6 a 1.0 kg) y producción de carne mayor a 200 kg/año (Risso et al., 1996). El uso
de praderas y verdeos anuales permite alcanzar ganancias promedio de 0.6 a 1.3 kg/día y
producciones de carne de 250 a 400 kg/año, dependiendo del correcto manejo del sistema de
pastoreo para aprovechar su alta productividad y calidad del forraje producido y lograr elevada
producción de carne/ha. La siembra directa y las siembras asociadas de pasturas con cultivos (trigo)
son muy frecuentes en las rotaciones de los sistemas agrícola ganaderos del Uruguay. La
disponibilidad de tecnologías de suplementación estratégica ha sido muy importante para corregir
deficiencias de estas pasturas y mantener alta carga a lo largo del año. Su efecto se refleja en
mejoras en la ganancia diaria pero fundamentalmente en una mayor producción de carne (450-800
kg/ha). El potencial de los sistemas de alimentación con dietas elaboradas (a corral o feedlot) es muy
superior y no serán tratadas en este trabajo.

PRINCIPALES SISTEMAS DE PRODUCCIÓN

Los principales sistemas de producción en vacunos como en ovinos, son: a) Criadores, con venta de
terneros machos de destete, vacas de descarte y mantiene las hembras de reposición; b) Criador y
recriador, donde los machos se recrían para ser vendidos a los 18 a 30 meses de edad; c) Ciclo
completo, donde se realiza la cría, recría y el engorde con intensidades distintas que logran novillos
de diferente edad y peso de faena; d) Invernadores o engorde. En cualquiera de estos casos la cría
vacuna puede estar acompañada con la cría de ovinos, siendo más frecuente esta situación en los
sistemas que incluyen cría y menos frecuentes en los exclusivamente invernadores. En los ovinos, los
sistemas son similares, se venden ovejas de descarte y machos castrados, pero actualmente la
tendencia es a la venta de corderos pesados, con más de 40 kg de peso vivo.

ETAPAS DE LA PRODUCCIÓN DE CARNE

A los efectos de describir el proceso de producción de carne, se pueden distinguir tres fases: la cría
(desde la fecundación al destete), la recría (desde el destete hasta el comienzo del engorde) y el
engorde o invernada (de la recría hasta la terminación y faena).

Cría
La cría es uno de los procesos más complejos y desafiantes de los sistemas de producción
ganaderos. El criador debe combinar aspectos de genética, alimentación, sanidad, reproducción y
manejo, con el objetivo final de mejorar el ingreso neto. Es común hacer referencia a la baja eficiencia
física y económica de la cría, lo cual ha llevado a su paulatino desplazamiento a zonas marginales en
cuanto a calidad y tipo de suelos. A su vez, los bajos ingresos generados y la dependencia de ciclos
biológicos largos, hacen que para los sistemas de cría no se manejen comúnmente propuestas que
requieran de mayores gastos o inversiones de largo a mediano plazo.
Por ello, las soluciones y propuestas técnicas para la cría se han concentrado preferentemente en
aquellas de bajo costo y gran impacto, como la alimentación (el ajuste de los requerimientos de la
vaca/oveja y la oferta de alimento) y manejo del rodeo de cría. Dado que en general las técnicas de
control de la reproducción (inseminación artificial, sincronización de celos, control del anestro, etc.)
están asociadas a mayores costos y capacidad empresarial, éstas han sido consideradas como
soluciones alternativas y adecuadas a determinadas empresas evolucionadas (Quintans, 2002; San
Julián et al., 2002).

Una primer lectura de lo anterior parecería indicar que las tecnologías disponibles para incrementar
los coeficientes técnicos de la cría no han sido aplicadas extensamente o por lo menos que su
impacto aun no se ha manifestado en una mayor producción de terneros. Los futuros desafíos del
criador involucran no solo la mejora del ingreso por dicha actividad, sino cómo incorporar y controlar
las nuevas tecnologías que pueden modificar sustancialmente las prácticas de manejo corrientes.

Impacto de algunas tecnologías propuestas para la cría vacuna


El manejo del rodeo de cría según la escala de condición corporal ha demostrado que existe alta
correlación entre el estado o condición corporal de la vaca al parto y su posterior comportamiento
reproductivo. El impacto productivo es de fácil visualización, pero por distintos motivos, la adopción de
la técnica aún no ha producido los efectos esperados. Otra técnica disponible, simple y de bajo costo,
como el destete temporario ha permitido aumentar significativa y consistentemente el porcentaje de
preñez, si es usada en la categoría y condiciones adecuadas. El destete precoz (a los 60 o 90 días de
vida del ternero) ha sido la técnica de mayor impacto tanto en los sistemas de cría de Argentina como
de Uruguay. A pesar de los altos costos y mayor nivel de conocimientos requeridos, la adopción ha
sido mayor a lo esperado (Pigurina, 2000).

Aspectos económicos de algunas tecnologías para la cría


Los modelos desarrollados por Pittaluga y Ferreira (2002) muestran el resultado económico de
cambios en los coeficientes técnicos para distintos sistemas de cría. Aunque los valores o precios
utilizados en los modelos puedan requerir ajustes, las tendencias muestran que los sistemas de baja
productividad presentan ingreso neto negativo. Para aumentar el ingreso neto a través de mejoras en
los coeficientes técnicos, se requieren cambios sustanciales en los sistemas de producción, que
involucran inversiones, financiamiento, capacitación, riesgo, etc., de acuerdo a una planificación por lo
menos en el mediano plazo, no muy de acuerdo con la rentabilidad del negocio de cría.

La recría vacuna
Se inicia a partir del destete en otoño con 6 a 8 meses de edad (130-180 kg). Es creciente el número
de terneros destetados precozmente 60 o 90 días de edad (60 a 100 kg de peso). Esta tecnología es
muy frecuentemente usada en Argentina y requiere un estricto manejo sanitario y el uso de raciones
de alta calidad o pasturas mejoradas para suplir la leche materna. El efecto principal se encuentra en
la fase de cría al aliviar los requerimientos de la vaca. A partir del destete y de acuerdo al régimen de
alimentación, se pueden distinguir: (a) la recría a campo, basada en pasturas nativas, con pérdidas de
peso en invierno (15 a 25 kg), altas ganancias de peso en primavera y moderadas ganancias en
verano y otoño. La curva de crecimiento en forma de serrucho es característica de la recría a campo,
y es resultado del bajo nivel de alimentación. A los tres años de edad el novillo de campo puede
pesar 330 a 380 kg y le restan aún más de 160 kg hasta la faena. Ello implica seguramente un año
más en engorde. (b) la recría mejorada, para lo cual existen variadas opciones tecnológicas, se basa
en lograr ganancias de peso en los inviernos lo cual permite aprovechar mejor las épocas de
primavera y verano para acelerar el crecimiento. En estas condiciones, a los dos años de vida es
frecuente que el peso de los novillos alcance los 380 kg. (c) en la recría intensiva, las altas ganancias
de peso permiten que se logren pesos superiores a los 350 kg al año de vida de los novillos.

El engorde de novillos
Considerando las formas de recría, el invernador uruguayo dispone de terneros livianos (<130 kg) a
novillos de tres años (360 kg) como opciones de compra de su reposición. Existen por tanto, una
gama de opciones de engorde de novillos que en definitiva producen distintos tipos de animal con
destino a la faena, de acuerdo a la edad, el peso vivo, época de venta, rendimiento a la faena y el
grado de terminación (Pigurina, 2001). A efectos prácticos y de espacio, no se incluye en este trabajo
las características de la faena de hembras (vacas y vaquillonas), toros u ovinos.
Los novillos de campo (en general mayores a 3.5 años de edad), que representan el 50% de la faena
actual, por lo general tienen bajas ganancias de peso promedio anuales (0.3 kg/día), con pérdidas de
peso durante el invierno, lo que determina elevada edad a la faena y una marcada zafralidad de la
oferta. Presentan un bajo rendimiento y altos pesos a la faena. Este tipo de animal está asociado a
sistemas de producción extensivos, basados en pasturas naturales, con bajos niveles de insumos e
inversión, simples y con bajas producciones de carne (60 a 70 kg/ha/año). Es posible alcanzar
márgenes brutos de entre 20 y 30 U$S/ha, con una relación insumo: producto de 0.5. Estos sistemas
son muy dependientes del precio de compra-venta y dado que los niveles de producción son muy
bajos, la escala es clave en la viabilidad del sistema. Las vías lógicas para incrementar el ingreso de
estas empresas son, por lo general: aumentar la escala, tener una fuente de ingreso externa, o
valorizar el producto. Una propuestas para aumentar el valor del producto sin afectar los costos ha
sido la producción de carne orgánica certificada. Los Programas de Frigoríficos PUL y Tacuarembó
han alcanzado cerca de 250.000 has certificadas y unas 500.000 cabezas de ganado (Guía Orgánica,
2002).

Los novillos faenados con 6 dientes (3 años) presentan mayores ganancias promedio (0.4 a 0.45
kg/día). Es casi seguro o muy posible que hayan tenido ganancias de peso invernales superiores al
mantenimiento o de al menos de 0.2 kg/día, lo que determina una faena a edades más tempranas y
disminución en la zafralidad de la misma, pudiéndose terminar animales durante gran parte del año.
Se faenan con pesos algo menores y se obtienen mayores rendimientos en segunda balanza. Este
animal se asocia a sistemas de producción, que además del uso de pasturas naturales requieren un
cierto porcentaje de pasturas mejoradas y de la utilización de suplementos en determinados períodos.
Tienen mayores niveles de inversión e insumos, lo que lo hace más complejo de manejar. Se
obtienen producciones de carne que oscilan entre 100 y 200 kg/ha/año y los márgenes brutos varían
entre U$S/ha 50 a 80, con una relación insumo: producto de 0.6.

Estos sistemas son muy estables porque permiten acelerar y desacelerar la producción de acuerdo a
las condiciones externas. Si bien son dependientes de los precios de compra y venta, el manejo y
control de la alimentación les permite conseguir altos precios de venta en pos zafra. El camino para
aumentar el resultado económico es hacia la intensificación, lo que en muchos casos requiere pasar a
otro sistema con otras características y altos requerimientos de recursos y capacidades. La valoración
del producto, ya sea por su alta calidad o diferenciación es también un camino válido.

Los novillos jóvenes (1-2 años de edad) deben mantener muy elevadas ganancias promedio (0.7
kg/día), las cuales si bien presentan variaciones estacionales, se mantienen sostenidamente altas
durante todo el año. Esto posibilita la faena a edades muy tempranas y durante todo el año. Se logran
altos rendimientos en segunda balanza (54 a 56%) y con pesos de faena mas bien cercanos a los
400-430 kg. Este tipo de animal está vinculado a sistemas de producción intensivos y muy intensivos,
los cuales se basan en agricultura forrajera en rotación con arroz y cultivos, uso de reservas y medios
o altos niveles de suplementación. Apuestan a la alta carga para mantener alta producción y realizan
una alta utilización del forraje disponible. Son muy complejos de manejar y producen entre 180 a 450
kg/ha/año (intensivos) y entre 500 a 800 kg/ha/año (muy intensivos). Los beneficios económicos
obtenidos por estos sistemas son muy importantes, lográndose márgenes brutos de 80 a 200
U$S/ha/año para los sistemas intensivos y de 500 a 800 U$S/ha/año en los muy intensivos. Estos
sistemas basados en tecnologías de insumos, son también muy estables, siempre y cuando se
cumplan con los niveles esperados de producción de alimentos (forrajes, granos, etc.) y no aumenten
los costos de los insumos. Cada etapa de la producción es muy dependiente de la anterior y deben
cumplirse planes muy estrictos de siembras y de ejecución de planes operativos.

Los terneros diente de leche (menores a 18 meses) requieren muy altas ganancias promedio
(mayores a 1 kg/día), se faenan durante todo el año, con bajos pesos (cercanos a los 230 kg) y
alcanzan rendimientos en segunda balanza (54 a 56%). Provienen de sistemas de producción muy
intensivos y apuntan principalmente a satisfacer el abasto y la época de turismo veraniego.

Hoy, a agosto del 2002, es casi imposible hacer cualquier tipo de evaluación o análisis económico por
las enormes incertidumbres que se plantean en Uruguay y la región. El tipo de cambio, el acceso al
crédito, los costos financieros, los precios de los insumos y productos y por supuesto la respuesta de
los mercados, son variables muy inestables y se desconoce el alcance de sus posibles variantes en el
corto y mediano plazo. A pesar del riesgo de usar información no actualizada para analizar
implicaciones económicas de los sistemas, se usaron los resultados del Grupo Giprocar de FUCREA
(Simeone, 2002). El efecto de la carga en el margen bruto (MB) en 19 empresas muestra que el
MB/ha se incrementa linealmente desde U$S 90 ha a cargas de 0.8 hasta U$S 180 ha a cargas de
1.3 UG/ha. A partir de allí, los aumentos son decrecientes sugiriendo que a cargas superiores a 1.8
UG/ha no es posible aumentar el MB/ha. Como la carga está directamente asociada a la producción
de carne, es importante saber que el MB/ha crece linealmente desde los 150 kg carne/ha hasta al
menos 400-450 kg carne/ha. La información proveniente de los sistemas muy intensivos de INIA La
Estanzuela (Fernández, 2002) y de la Est. Exp. Mario Cassinoni (Simeone, 2002) que producen 800
a 1000 kg carne/ha, muestran que el MB/ha se reduce sustancialmente a tan elevados niveles de
producción. La discusión de estos resultados económicos es hoy muy compleja.

CONLUSIONES

Los sistemas de producción de la Región Campos de Uruguay se ven favorecidos por el clima
templado, 1300 mm de precipitación anual y suelos fértiles. El país, cuenta además con ganados de
excelente calidad genética, una estructura productiva e industrial con enfoque exportador, abundante
información y tecnologías disponibles. Estas condiciones preferenciales alcanzan para ubicar al
Uruguay entre las regiones del mundo con mayor potencial para la producción ganadera. Sin
embargo, en los últimos dos años, factores económicos, financieros y del mercado (especialmente la
aftosa) han afectado negativamente una dinámica que había comenzado a dar resultados muy
alentadores. El panorama actual es de grandes incertidumbres, con un futuro incierto en cuanto a las
perspectivas de la producción basadas en el uso de tecnologías de insumos.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

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