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EL PLACER Y EL RIE S G O DE
ELEGIR
S O BRE LOS RECURSOS DERIVATIVOS
DEL ESPAÑOL

Lecci ó n i na ugural p r o n u n c ia da p o r e l
Dr. D. Jo sé An t onio Pascual,
catedrático del Est udio,
en el acto académico celebrado
el día 30 de se p tiembre de 1996
en el Paraninfo de la Universidad,
con ocasión de la solemne a per t ura de curso, p re sidida p or
el Rec t o r M agní fic o , el Excm o. Sr .
D . Ignaci o Be r d ugo G ó m e z d e la T o r r e
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[Ojo hay referencias a número de notas que han cambiado, por la introducción de
algunas que no estaban en el original]

Excmo. Sr. Rector,


Excelentísimos e Ilustrísimos Señores,
Queridos Colegas,
Señoras, Señores

El último día de septiembre de 1920 se pronunciaba en este mismo Paraninfo la


lección inaugural que había escrito don Federico de Onís, sobre "El español en los Estados
Unidos". El tiempo que mediaba entre ese año y el desalentado 1898 permitía contemplar
con algún optimismo esa especie de fiebre por conocer el español que había empezado a
prender, desde mediados del decenio anterior, en gran parte del mundo. Comenzaba una
situación que el viento de la historia no ha hecho más que reforzar; si bien, todo hay que
decirlo, no por una curiosa casualidad, sino por una conjunción de factores diversos, entre
los que no me atrevería a prescindir —para desintoxicarme de los excesos que se cometen en
nombre de las llamadas industrias de la lengua— de algunos que no suelen tomarse en
consideración: el desarrollo experimentado por la ciencia española a lo largo de este siglo o la
imbricación de nuestra lengua en una de las culturas más importantes del mundo. No ha de
ser ajena a su futuro la apasionada manera de tratarla que tienen algunos de sus hablantes, en
tiempos difíciles —siempre lo son—, dominados por el desinterés hacia nuestras propias
cosas.

De este trato apasionado que muchas personas saben dar al español es de lo que se
van a ocupar mis palabras, si bien enfocadas hacia un asunto muy concreto: mostrar la
creatividad que late en tantas elecciones como hacemos a cada paso los hablantes,
examinadas en ese amplio campo de observación que es la prensa. Es ésta una realidad tan
cercana que todos podemos acceder a ella y sobre la que estamos todos, por tanto, en
condiciones de opinar; de este modo podrán ustedes discrepar de lo que digo o sentirse de
acuerdo con ello, según la valoración que prefieran hacer de esa realidad que compartimos.

Algo tiene este trabajo de modestísimo homenaje particular a la prensa, pues nunca
podría saldar la deuda que he contraído a lo largo de mi vida con ella, como no podré hacerlo
con el magisterio de mis profesores, o con algo que, siendo simplemente instrumental, ha
cambiado de raíz mi manera de trabajar: me refiero al apoyo que he encontrado en la
informática. El valor implícitamente aceptado de cosas tan obvias como las anteriores no
debe llevarnos a ignorarlas; por ello, si no sería pertinente que les recomendara a ustedes que
se acercaran a diario a la prensa, sí me atrevo a animar a quienes son los destinatarios de esta
lección, los alumnos, a que abran diariamente una ventana al exterior, a través de los
periódicos, y se atrevan a levantar su mirada de los manuales, para disfrutar, padecer o
entusiasmarse con lo que sucede en el mundo.

Mi fidelidad a los periódicos no supone una actitud pasiva, sustentada en una


acrítica devoción a lo que aparece escrito en ellos, sino que se basa en la búsqueda diaria de
una información para la que hace tiempo no es imprescindible saber leer entre líneas. En lo
que comprenderán ustedes que no me hayan faltado momentos de desaliento, como cuando
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he creído que se anteponían ciertos indefendibles intereses particulares a los de los lectores,
cuando pensaba que se recurría a la descalificación injusta, intentando hacerla pasar por
crítica, cuando me parecía que se iba diluyendo la imparcialidad de algunos periodistas,
según adaptaban sus ideas a las que les dictaba el poder, cualquier poder, o cuando he
podido comprobar de qué modo tan perfecto han llegado a aliarse en cierta prensa la
incompetencia con la soberbia. He de decir que en estas insatisfacciones, como en tantas
otras cosas, me ha acompañado el juicio certero y honrado de Francisco Tomás y Valiente,
quien unos meses antes de sernos arrebatado, se refería así a unos cuantos medios de
comunicación:

"donde lo que vale más son las palabras hostiles [y] están condenadas al fracaso las que procuran el
acercamiento de posturas o el levantamiento de puentes entre puntos que se suponen cercanos"1.

No, mi profundo amor a la prensa y, si se quiere, hasta mi dependencia de ella, no


me lleva a perder el norte de la crítica y a sentirme confortablemente en el mejor de los
mundos; por el contrario, me anima a colaborar con todas mis fuerzas —que no van más allá
de la capacidad crítica de mi pensamiento y de su pobre reflejo en las palabras— a su
mejora; aunque sólo sea mostrando, como voy a hacer ahora, el magnífico campo de
observación y de aprendizaje que supone contar diariamente con los periódicos.
Empezamos aprendiendo en ellos, a poco que nos fijemos:
"Que las palabras no son inocentes es algo claro para quien haya sentido cómo se le escapan de las
manos y cobran vida propia, cómo se vuelven contra el que las pronunció, cómo se agitan, se
gastan, languidecen y mueren. A veces hay que hacer con ellas operaciones de cosmética y aliño; en
ocasiones, el enredo alcanza unas proporciones que obligan a medidas más drásticas y se impone
retirarlas de la circulación, sacrificarlas en beneficio de que podamos volver a entendernos. Pero la
mayor parte de las veces basta con una operación de desinflado; apuntar con una aguda ironía alguna
de sus incongruencias o paradojas es suficiente para que se venga abajo todo un escenario confuso,
incapaz de resistir la menor sacudida"2.

Queridos alumnos:

Es a vosotros a quienes, con la venia del Sr. Rector, voy a dirigirme en esta primera
lección; de un modo particular a quienes ingresáis hoy en la universidad y estáis a punto de
iniciar un complejo proceso de aprendizaje, que os llevará a un mejor conocimiento de
vuestra lengua. Trata de ser esta primera lección una advertencia con respecto a este
apasionante camino que ahora empezáis a recorrer; pero no tanto para poneros en guardia
contra el error que os acecha, sino para animaros a ser creativos, a pesar de los riesgos que
esto comporta.

1 F. Tomás y Valiente, El País, 5.3.95, p. 13.


2 D. Innerarity, El País, 1.7.96, p. 18.
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1. LOS HABLANTES Y EL CAMBIO LINGÜÍSTICO 3

Vayamos por partes y comencemos situándonos, aunque sea para pasar sobre ello
como sobre ascuas, en el protagonismo que los hablantes tenemos en la evolución de una
lengua.

1. La separación entre la lingüística y el uso de los hablantes

La revolución que supuso el nacimiento de la lingüística histórica no hacía prever, en


principio, que los hablantes llegaran a tener algún protagonismo en la evolución de sus
lenguas. En tal anonadamiento los dejaban las implacables y ciegas leyes fonéticas, que
quiso ser un respiro —al que, por otro lado, no se le prestó gran atención— la idea
bienintencionada del idealismo de atribuir al espíritu de los pueblos alguna responsabilidad
en el futuro de las lenguas; lo que don José Ortega y Gasset explicaba de la siguiente manera:

"Las cosas verdaderamente humanas son claras, precisas, expresas, comunicables, o, de otro modo,
el pensar, el sentir, el querer sólo llegan a aquella buena sazón y madurez que llamamos cultura
merced a la expresión. Un espíritu de gran potencialidad se creará un idioma multiforme y sugestivo;
un espíritu pobre, un idioma enteco, reptante, sin moralidad ni energía"4.

La aparición del historicismo lingüístico no cambió el quehacer de la gramática


tradicional, que siguió amparando una norma basada en el uso de determinados grupos
sociales. Ni siquiera se vio en la necesidad de modificar su idea de que, según pasaba el
tiempo, la corrupción inficionaba a las lenguas, engendrando en ellas un cierto desorden que
los propios gramáticos podían corregir. Lo habían hecho desterrando, por ejemplo, en el
francés los diminutivos o restaurando en español las formas etimológicas amaste, temiste,
partiste, en lugar de las usuales —pero incorrectas, por antietimológicas— amastes, temistes
y partistes, u organizando, de espaldas al uso, los significados de deber y deber de. Emilio
Alarcos lo ha explicado con envidiable sentido común5:

"«Hay problemas del lenguaje [...] que son producto del dogmatismo de los maestros tradicionales,
que consideran que una construcción es incorrecta porque no se ajusta a como se decía en latín». Un
ejemplo es el del consejo académico de usar deber para denotar obligación y deber de para

3 A lo largo de esta exposición citaré abreviadamente los siguientes diccionarios: Real Academia
Española, Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe,1992 (me sirvo de la
abreviatura DRAE); M. Moliner, Diccionario de uso del español, 2 vols., Madrid, Gredos, 1966
(me sirvo de la abreviatura M. Moliner); G. Haensch y R. Werner, dirs., Nuevo diccionario de
americanismos, 3 vols. [el I de colombianismos, el II de argentinismos y el III de uruguayismos],
Santafé de Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1993 (me sirvo de las abreviaturas NDA, I, II y III); M.
Alvar Ezquerra, dir., Diccionario de voces de uso actual, Madrid, Arco Libros, 1994 (me sirvo de la
abreviatura DVA).
4 J. Ortega y Gasset, Obras completas, VII, Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 254.
5 E. Alarcos, entrevistado por J. Sampedro, El País, 11.8.96, p. 23.
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suposición. «Es una norma acuñada artificialmente [...] Si se leen los textos desde el Cantar del
Mio Cid, se ve que a veces aparece el de y otras no, sin una norma clara y precisa. En el habla actual
espontánea, lo normal es no ponerlo nunca. Es la entonación lo que distingue los dos sentidos».

El doceavo de Solana —y, ya puestos, el diecisieteavo que solía soltar Eugenio d'Ors— se
considera incorrecto porque otra norma artificial ha impuesto unos ordinales derivados del latín que
nunca han sido de uso corriente. «Nadie dice espontáneamente que es su quincuagesimosexto
cumpleaños. Ni el rey Alfonso duodécimo, ni el papa Juan vigesimotercero. La gente usa los
números y ya está. Si acaso, lo de terminar en avo es más fácil y natural que la norma impuesta»"6.

El dequeísmo es también consecuencia de los intentos de corregir a los que no decían de que cuando
debían7, y que acabaron metiéndolo por todas partes [...] la gente inculta no cae en esos errores. «Es
el que ha leído, pero no lo suficiente, el que incurre en ellos al intentar expresarse bien: le parece que
el de llena más, que queda más largo y mejor»".

En los últimos tiempos se han modificado no pocas ideas referentes a la evolución de


las lenguas: ahora se acepta que son los hablantes los protagonistas de unos cambios cuyo
éxito está relacionado, en última instancia, con su difusión en el seno de la sociedad. A pesar
de ello y de que las lenguas no se toman ya como superestructuras distantes y ajenas a
quienes las hablan, el desarrollo espectacular que ha experimentado la lingüística no ha
facilitado el acercamiento entre hablantes y gramáticos; aunque en estas cosas del uso hemos
de contar más con los hablantes que con los gramáticos, pues como decía Mayans8:

"aunque el uso se enseñe, el uso no se aprende sino con el uso, esto es con el exercicio de hablar o
escribir".

Y no estaría de más que los lingüistas diéramos algunas orientaciones concretas, precisas y
prácticas para emplear mejor una lengua, cuando son tantas las cosas que requieren una
explicación, comenzando por algo que debería ser ya suficientemente conocido: que nadie —
salvo quizá algunos vallisoletanos9— pueden considerarse depositarios del mejor uso. Hay
otros asuntos que es preferible dejar de lado, no sólo porque no hacen daño a nadie y sirven
de entretenimiento a algunas personas, sino porque quienes andan con estas temas son

6 Idea expuesta por E. Alarcos más detalladamente en ABC, 6.1.88. A las autoridades que cita el
razonable filólogo, se puede añadir la de Juan Benet, que escandaliza a un escribidor: "Juan Benet,
que decía onceavo —véase El aire de un crimen— donde tenía que decir undécimo", F. Sánchez
Dragó, El Mundo, 30.11.96, "El espejo", p. 20.
7 V. García Yebra proporciona numerosos ejemplos de dequeísmo y, sobre todo, de queísmo en La Voz
de Galicia, 6.7.90. "Desde que conozco el uso correcto del que, el de que, el debe y el debe de sufro
continuamente la agresión sonora de frases como: «estoy seguro que», «me acuerdo que...»,
«resulta de que...», «lo que usted debe de hacer es...», «debe ser difícil si este Gobierno no puede
solucionarlo», etcétera. Ya no me sorprende oírselas a locutores o políticos, pero he quedado
francamente decepcionada al oír a Cela [...], a Antonio Gala [...] y leer a Julio Cortázar [...] y
comprobar que cometen estos errores de uso", A. Iribas, "Cartas al director", El País, 19.5.85.
8 Mayans y Burriel, p. 103.
9 Esta broma no carece de fundamento: P. Damián de Diego ha escrito que Valladolid tiene "mejor
castellano que Salamanca", quizá para confirmar lo que decía M. Alvar en un artículo publicado en
Blanco y Negro h. 1992: "un vallisoletano se cree que habla el mejor español y también un
bogotano. Sabemos que mejor o peor no valen", que el filólogo remataba en otro artículo: "Es lógico
que a cualquier persona sin mayor cultura le parezca mejor la modalidad que practica que la ajena
[...] El español mejor es un fantasma que no existe y que se evade cada vez que tendemos las manos
hacia él [...] ¿La mejor de todas [las realizaciones]? La del hombre más genial. No importa dónde
haya nacido", M. Alvar, La Voz de Galicia, 27.7.89.
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inasequibles al desaliento: se trata de personas capaces de reinventar una lengua como la


leonesa o decididas a explicar el origen de todos los idiomas del mundo a través del vasco o
el ibérico, o dispuestas a romper su cosmos familiar con tal de demostrar que el seseo
americano o la aspiración de la -j- fueron defensas con que la sabia anatomía de los nativos
evitó los peligros de una fonética como la castellana, propiciadora del cáncer de lengua y de
laringe10.

2. La lengua juvenil

Aunque los lingüistas no hayamos conseguido que nuestros conciudadanos hablen


mejor, solemos muchas veces mostrar nuestro dolorido sentir por la desatención que se tiene
hacia estos asuntos en un dominio como el de la enseñanza, a causa en gran medida del
desinterés de los gobernantes. Pero reducir el problema a la enseñanza de la lengua resulta
tan desmesurado, como sería que el Sr. Obispo atribuyera los males de su diócesis a la
predicación de los sacerdotes. Las aulas, como el púlpito, son resonadores excesivamente
débiles, en una sociedad en la que la información se mezcla con muchos y muy fuertes
ruidos. El hecho es que la actitud desinteresada e insegura que cientos de jóvenes muestran
ante su propio idioma es del mismo tipo que la que mantienen también con respecto al
solfeo, a la teoría de la relatividad, a cómo vestimos las personas mayores, a nuestras ideas o
al prestigio de un comportamiento social que, para no entrar en el campo del moralismo,
describiré con un par de pinceladas que tomo prestadas de un novelista inglés:

"La vida era alegre. Se movía en un mundo de autocomplacencia y codicia socialmente bien vista"11.

Es consecuencia de la disidencia que muchos jóvenes mantienen con la realidad con


que se encuentran a diario, a la que pertenecemos nosotros y de la que forman parte incluso
nuestros usos lingüísticos. En estas condiciones, se expresen como se expresen, lo hacen
porque se sienten totalmente ajenos a nuestro mundo de adultos. En igualdad de
circunstancias, dudo que un médico se conformara, como lo hacemos los gramáticos, con
limitarse a atribuir la enfermedad a las estructuras educativas.

No está en mi ánimo mezclar la suficiencia de gramático con la añoranza de un


tiempo pasado, para concluir en que ahora hablamos peor que nunca. Quien se anime a leer
la interesantísima correspondencia entre Mayans y Nebot 12 y se fije en las dudas que el
abogado le planteaba al filólogo, comprobará que nuestra seguridad en el uso del español es
muchísimo mayor de la que tenían los ilustrados, gracias, sobre todo, a la labor que la Real
Academia Española ha desarrollado a lo largo de su historia. Y en el caso del pasado más
inmediato, no recuerdo que nos expresáramos oralmente ni por escrito demasiado bien los
pocos que hace cuarenta años eramos bachilleres; hurgando con mi mejor intención por los
recuerdos de entonces, lo único que realmente añoro de ellos es la juventud que ahora no

10 He tomado esta información de un artículo escrito en serio por Ó. de la Borbolla, publicado en El


País, el 4.3.93 (antes había aparecido en el Excelsior de México) referente a un trabajo de
investigación del Dr. Leonardo Zúñiga.
11 T. Sharpe, Lo peor de cada casa, trad. de J. Calzada, Barcelona, Anagrama, 1996, p. 16.
12 G. Mayans y Siscar, Epistolario, IV: Mayans y Nebot, ed. de M. Peset, Valencia, Publ. del Ayunt.
de Oliva, 1975.
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tengo. Me atrevo, por ello, a secundar la idea expuesta por José Hierro en este mismo
paraninfo:
"el español que hoy se habla es mucho más rico que el de [la época de] Cervantes, gracias a que el
nivel cultural de la gente es mucho mayor"13.

Los propios jóvenes suelen explicarnos la improcedencia de que los convirtamos en


estereotipos de la perversión lingüística14, cuando ésta suele afectarnos, actualizada en
insufrible pedantería, mucho más a los mayores15. No me parece preocupante que bastantes
jovenes no sigan al diccionario académico en sus orientaciones, pues ésa es sólo una prueba
de sentido de autoafirmación, frente a lo que se interpreta como un dirigismo lingüístico
excesivamente anclado en el pasado. Mario Vargas Llosa confesaba poco antes de ingresar
en la Real Academia Española16, que tuvo la misma actitud de "rechazo juvenil" hacia el
diccionario académico, porque quería ser "un escritor vivo" y no "académico", es decir,
"acartonado".

3. El cambio lingüístico

No existen, por otra parte, verdades definitivas para valorar los cambiantes usos
lingüísticos: lo que hoy se toma por un error mañana podría estar bien integrado en la
norma. Hace más de cien años un erudito americano, el Dr. Riguera Montero,17 se mostraba
sumamente preocupado por el empleo del galicismo viabilidad, cuyo sentido procedía del fr.
vie 'vida', (que es el que corresponde al siguiente ejemplo: "Clavero cree que al encontrarse
en tan avanzado estado de gestación, los fetos son viables"18) y se contaminó erróneamente
en español con el significado de la palabra via, con lo que:

"los que, tratando de vias ó caminos, emplean la palabra viabilidad, cometen el monstruoso
disparate de pretender convertir los caminos en ... vida de los fetos! "

Hoy, cuando nos referimos a la viabilidad de un camino o de un proyecto, no


somos conscientes de que estos sintagmas se hubieran tomado hace un siglo por un
gravísimo error. Este mismo erudito se escandalizaba por la introducción en castellano de
verbos como constatar, dictaminar, mistificar, presupuestar, sintetizar, silenciar,
solucionar, anexionar o valorizar, o sustantivos y adjetivos como elucubración, trayecto,

13 Cito textualmente las palabras pronunciadas por el poeta en Salamanca, en este mismo Paraninfo, tal
y como las transcriben El Norte de Castilla y El Mundo, 30.5.96.
14 "Respecto a nuestro lenguaje, víctima de despiadados adjetivos, es preciso resaltar que el léxico de
los jóvenes puede ser tan cuidado, sutil y selecto como ellos se lo propongan; pero, debido a la
pobreza idiomática de una gran parte de la sociedad, es inusual y difícil encontrar un joven
emprendedor de lenguaje cultivado", C. Hernández Sánchez, "Cartas al director", El País, 29.4.95,
p. 16.
15 "¿Con qué autoridad hemos de corregir esta carencia expresiva de los hijos si sus padres, y
especialmente los que tienen responsabilidades políticas, morales y pedagógicas se expresan todavia
peor que ellos?", L. Núñez Ladeveze, Ya, 5.7.87, p. 16.
16 Canal Plus, 21.4.96, h. las 16 h.
17 Dr. Riguera Montero, Vindicación de la gramática castellana, Montevideo [impr. "La unión
gallega"], 1887, p. 14.
18 El País, 15.11.96, p. 33.
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vigencia, alienado, confortable, miedoso, palabras todas que ahora encuentran un fácil
acomodo en el diccionario académico.

E. Alarcos, en la entrevista citada más arriba, ha dado su autorizada opinión sobre la


relatividad de los errores, desde una perspectiva histórica19:

"«Lo que no hay que hacer es escandalizarse de sus transgresiones [de las normas], que a lo mejor un
día se difunden y dejan de ser tales. Hay que dejar una cierta libertad, y seguir el ejemplo de los
escritores. Algunos escritores muestran usos aberrantes, pero, bueno, hay que dejarlos y no irritarse
demasiado».

Aunque para él no caben las posiciones intransigentes, sí que hay usos que convendría atajar porque
son disparates. «A veces es posible atajarlos porque son modas, y al cabo de unos años desaparecen
de la misma manera misteriosa en la que se extendieron al principio»".

En el pasado se tenía la idea de que las lenguas, como los seres vivos, pasaban por
una serie de fases que terminaban con su muerte. Los errores cometidos por los hablantes
eran los responsables del inexorable caminar de las lenguas hacia su destrucción20; por ello,
valorado todo lo moderno como corrupción de los primigenio, para cualquier decisión que
hubiera de tomarse sobre la norma, tenía mucha mayor fuerza el argumento de la etimología
que el del uso.

Sin embargo, no todos son errores: los hablantes sabemos variar nuestra
conversación conforme cambiamos de ambiente y de actitud ante los demás. Disponemos
para ello de un refinadísimo sistema que nos permite atender a otras funciones del lenguaje,
además de la meramente representativa; por medio de él logramos entendernos bien —o
engañarnos a conciencia, que viene a ser lo mismo— por entre una compleja red de modos
comunicativos muy diferentes. Su conocimiento favorece —o impide, si es deficiente—
establecer una relación adecuada con los demás.

Más que precavernos contra el error, preocupados sólo por la norma, deberíamos
aprender a elegir y cambiar, aprovechando los mecanismos de variación con que cuenta una
lengua; con ello lograríamos emplearla de una manera más expresiva y más adecuada
también. Me muevo en ese plano individual del cambio del que solemos desentendernos los
historiadores, porque no queremos perder de vista las tendencias generales que se perciben
en las lenguas, cuando las observamos a lo largo de un amplio periodo histórico. Caminan
entonces, como es razonable, hacia lo más simple; pero, situados a ras de tierra, vemos que
los hablantes, en su gozosa individualidad, saben defenderse de lo considerado
estadísticamente como normal. Si se inclinan, con mucha más asiduidad de lo que parece,
por lo marcado, por lo menos usual y esperable y hasta por lo inexistente, es porque —
equivocados o no— tratan de actuar de forma creativa, demostrando con ello que "la palabra
no es una etimología, es un milagro", como ha sabido entender Francisco Umbral21.

19 E. Alarcos, entrevista cit., El País, 11.8.96, p. 23.


20 A finales del siglo XV Fray Fabricio Gauberte de Vagad (Crónica de Aragón, 1499, fº C 23 rº, a)
coincidía con Nebrija en considerar que la situación del español era tan alta que "de ahí adelante
subir más no puede", porque pensaba que iba a empezar entonces el declive de nuestra lengua.
21 F. Umbral, ABC, 15.5.96, p. 55.
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Pero los cambios, sean prueba de la torpeza o de la capacidad creativa de los


hablantes, no agradan a todo el mundo. Aquí nos movemos en un ámbito muy semejante al
de la moda, donde cualquier innovación supone una tensión entre quienes están a favor o en
contra de ella. En el caso de las innovaciones lingüísticas, las discrepancias nacen de lo que la
sociolingüística designa como creencias de los hablantes, que es donde se sitúan muchas
discusiones que se toman en principio como gramaticales. En tales casos lo que interesa no
es saber quién tiene razón: como en el juego, lo importante es cómo se juega y no el
resultado accidental que se llegue a alcanzar, pues en éste pueden influir otros factores
distintos a saber jugar bien. Claro que, también como en el juego, si muchas jugadas son
defendibles, no pocas son mejorables.
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2. EL INESTABLE ORDEN DE LA ESTRUCTURA

Una persona enteramente ajena al estudio del lenguaje, cuando se acerca


reflexivamente a una lengua ha de experimentar una sensación de desorden parecida a la que
se puede percibir, al final de la tarde, en una ferretería: allí cada caja contiene tornillos de la
misma forma, tamaño y calidad, pero a esas horas, cuando falta poco para cerrar, algunos
tirafondos pueden aparecer fuera de su lugar. Algo de esto ocurre en las lenguas, que estando
sometidas al rigor de una serie de reglas internas —otra cosa es que podamos dar siempre
una explicación adecuada de ellas—, en ciertos casos nos producen la impresión de que no
pueden librarse de la entropía.

1. El marco morfológico en que tiene lugar el cambio

El campo de observación en que nos situamos ha de permitirnos comprobar el


aprovechamiento del marco derivativo del español, para la creación de nuevas palabras. Las
cosas son mucho más complicadas de lo que parece a simple vista, cuando ojeamos las listas
de sufijos que suelen traer las gramáticas o los diccionarios. Cada uno de ellos posee allí uno
o varios significados, junto a una indicación de su mayor o menor vitalidad; pero cuando
tratamos de echar mano de alguno, muchas veces no está disponible, por motivos
gramaticales que no nos es sencillo comprender: ¿por qué no podemos decir, por ejemplo,
que algo es volable y sí que algo es utilizable? Y fuera de lo estrictamente gramatical, existen
diferencias muy acusadas en las disponibilidades sufijales, que vamos a intentar mostrar a
través de algunos ejemplos del campo nominal.

Al no estar demasiado trabado el andamiaje sufijal del español, no resultan


previsibles todas las opciones con que cuenta el hablante; quien, de hecho, no dispone
muchas veces de un significado para un determinado sufijo, sino sólo de una imprecisa
orientación basada en algunas coincidencias significativas que se dan entre algunas palabras
que lo poseen. Este morfema actúa, en estos casos, fundamentalmente como transpositor
entre categorías gramaticales, y el lexema22 sienta entonces las bases del nuevo significado,
gracias a sus relaciones sintácticas contraídas en el discurso, "porque —ha acertado Juan

22 Las apariencias, sin embargo, nos tienden a veces una trampa. A. Nougué en su reseña al DCEC
publicada en el Bulletin Hispanique, 68 (1968), daba cuenta de un contentible, entre los derivados
de contento --tenemos en la modesta -i- de -ibilis una pista suficiente de que esto es imposible--,
cuando aquella voz es un latinismo desusado procedente del lat. contemnere 'despreciar'. Por ello,
frente a lo que se podría pensar, no se trata de un derviado de contentar que significara 'contentadizo'
y su significado es 'despreciable' (vid. DECH, s.v. contentible). J. Ortega y Gasset supo darse cuenta
del significado de este vocablo: "de que no podemos retener las cosas saca el buen Padre
[Nieremberg] la consecuencia de que no valen nada, de que son despreciables, o, como él dice,
«contemptibles»", Obras Completas, II, Madrid, Alianza Editorial, 1983, p. 247.
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José Millás, aun sin pretenderlo— a las letras y a la vida les quitas la sintaxis y es como si
le quitaras el espinazo a un animal"23.

Así, no son comparables las fuerzas de -al con la de -ivo, -oso y, mucho menos, con
la de -í, aunque todos coincidan en servir de mediadores para crear adjetivos; ni la mayor
parte de las veces tienen estos sufijos un significado preciso y estable que sirva para
conformar el sentido de cualquier nuevo adjetivo que formemos:

Ciertamente encontraremos ejemplos como ceutí, somalí, marroquí, en que -í nos indica el lugar —
normalmente de África o del Sur de España— del que proceden las personas a las que se le aplica
(junto a otros casos como alfonsí, que tienen otro significado24).

En muchos otros casos, como informativo / informacional, nutritivo / nutricional, delictivo /


delictual, seríamos incapaces de encontrar un significado común en la serie de los tres adjetivos que
terminan en -ivo y de los otros tres terminados en -al. Los en-ivo tienen un origen verbal (aunque su
base está siendo interferida, como ocurre tantas veces en el dominio de la morfología, por la
estructura del latín: el participio de los verbos correspondientes: informo, -atum-; nutrio[r] -itum-;
delinquo, -ictum-): informat-ivo, nutrit-ivo, delict-ivo. A cada uno de estos adjetivos se le ha
sumado otro en -al, derivado de una base nominal (castellana: información, nutrición; o latina:
delictum): informacional25, nutricional26, delictual27.

Estos adjetivos recientes (no registrados en el DRAE) en -al, que funcionan como
transpositores, carecen de un significado común emanado del sufijo. A este respecto, en lo
único que todos ellos coinciden es en diferenciarse de algún modo del sentido del
correspondiente adjetivo en -ivo.
Si informativo tiene que ver con cualquier tipo de información, informacional, en cambio, se refiere
a la que proporcionan los medios; si nutritivo significa 'que nutre', nutricional se emplea con el
valor de 'referente a la nutrición'. El DRAE atribuye a delictivo el doble significado de 'relativo al
delito' y 'que implica delito'; por lo que la creación de delictual (y de predelictual y postdelictual)
ha permitido disponer en el ámbito del derecho del significado relacional, carente de connotaciones
negativas, si bien este adjetivo se está convirtiendo en sinónimo de delictivo28.

Otros sufijos están mucho mejor instalados en el sistema y permiten que los lexemas
a que se unen compartan determinados significados generales. Es lo que ocurre, por ejemplo,
con -dor, lleno de vitalidad (que en un periodo de la historia del español sufrió serios
ataques de -nte), del que nos servimos para la creación de sustantivos que tienen valor
agentivo. Por esto en español muchos de los nombres de profesiones terminan en -dor29,
23 J. J. Millás, El País, 31.12.93.
24 Lo cual no significa que todas las palabras terminadas en -í contengan este sufijo, como ocurre con
alhelí, jabalí o cutí.
25 "La democracia informacional", M. Castells, El País, 1.11.95, p. 11.
26 "Los consejos nutricionales de Cola Cao", anuncio emitido en TVE 1, 27.12.93, h. las 14 h., 30
m.; "los nuevos hábitos nutricionales", El País, 28.11.94, p. 29.
27 "Las medidas de seguridad predelictuales para el concepto del Derecho pueden ser muy graves [...]
tradicionalmente se refiere a delitos y a penas y medidas de seguridad postdelictuales", F. Muñoz
Conde, Introducción al Derecho Penal, Barcelona, Bosch, 1975, p. 44.
28 El 12.9.96 oigo en Galavisión, desde Chile, delictuales, donde yo hubiera empleado delictivos.
29 No hace falta decir que, como ocurre con muchos otros sufijos, -dor cuenta con otras variantes (-tor,
-sor) debidas a la forma del participio latino desde el que se ha acuñado: consultor (<-- consultum,
part. del verbo lat. consulo), que ha ampliado recientemente su significado al de 'asesor' (que
contiene el ingl. consultant); este asesor puede servirnos también de ejemplo de las variantes en -sor
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procedimiento que comparte con las lenguas de las que tomamos el mayor número de
préstamos.

Contamos así con los modestos limpiadores30, junto a los importantes emprendedores o
conseguidores31. Y me atrevería a proponer que se diera carta de naturaleza a la profesión de
aburridor, que está en alza32.

Sin embargo, existen sufijos que han perdido su fuerza hasta casi desaparecer y
permanecen sólo como recuerdo en la coda de algunas palabras:

Cuando Arcadi Espada escribe: "Marta Ferrusola, saltando en parapente y apretada, muy
deportivamente, al cuerpo volandero de su joven monitor"33, se utiliza volandero con el significado
'que vuela' que hace que el sustantivo cuerpo se comporte semánticamente como un agente34.

Si es posible un ejemplo como éste en que -dero se utiliza en lugar de -dor, ello se debe a
que quien lo ha empleado no tiene conciencia de que-dero tenga, como lo tuvo en el pasado,
un valor opuesto al de -dor y-nte. La fuerza del sufijo-ble, que compartía con -dero algunos
de sus valores, impediría que en el ejemplo que acabamos de citar se hubiera acudido a
*volable, de haber existido35.

Pero cuando más claramente se muestra la labilidad del sistema sufijal es cuando se
combinan distintos afijos: los que entran en la base de derivación pierden gran parte de su
fuerza en el momento mismo en que se unen a otros, sobre todo si es para que el lexema
cambie de categoría gramatical:

Cuando en un adjetivo, -ble se combina con -dad para formar un sustantivo abstracto, tiene algunas
posibilidades de desaparecer o de que su presencia pase desapercibida: oigo a menudo en Salamanca
hablar de "la probalidad de que mejore el tiempo"36 y cito más adelante un ejemplo salmantino de
accidentalidad; una escritora actual emplea impasividad por impasibilidad37 y varias veces me he

(<-- assessum, part. del verbo lat. assideo). Sólo un exagerado desprecio hacia la morfología
derivativa, unido al desconocimiento de los tres o cuatro hechos más elementales de este campo,
puede explicar una formación como estresores, derivado de estresar, El País, 8.9.96, "negocios", p.
66.
30 "Huelga de limpiadores", M. Torres, El País, 12.5.93, p. 72.
31 "Durán era, ya entonces, un activo broker, según él mismo, o un conseguidor, en el lenguaje menos
benévolo de las constructoras. Es decir, un individuo que hace de intermediario entre el que tiene un
terreno y el que lo necesita, o entre el que precisa de una licencia de obras y el que puede otorgarla",
P. Egurbide, El País, 28.5.89, p. 15.
32 "El aburrido es digno de compasión, pero el aburridor es uno de los seres más peligrosos y
temibles [...] Debiera haber órdenes religiosas dispuestas a cuidar aburridores como quien cuida
leprosos", F. Savater, El País Semanal, 30.10.88, p. 8.
33 A. Espada, El País, 2.12.93, p. 60.
34 Aunque se juega conacepciones como 'suspenso en el aire', 'accidental, casual' que tiene volandero,
como vemos en el siguiente ejemplo: "tantos artículos volanderos y sin el menor interés", R.
Senabre, ABC cultural, 10.1.97, p. 7.
35 Impide su existencia que el verbo que sirve en este caso de base de derivación, volar, sea
intransitivo (permítame la simplificación que me permite despreocuparme de ejemplos como volé
una cometa). Respondo con ello a la pregunta que me hacía más arriba, de por qué no podemos decir
que algo es volable y sí que es utilizable.
36 Incluso en la televisión local salmantina, TVS, 19.8.96.
37 Vid. R. Senabre, ABC cultural, 7.10.94, p. 10.
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de referir a lo largo de esta exposición al uso generalizado de siniestralidad. P. Schwartz intentó,


irónicamente, precaver al presidente del gobierno sobre el uso de algunas "palabras terminadas en
lidad": credibilidad, irresponsabilidad, casualidad, causalidad, gobernabilidad38: el hecho de que
Schwartz mezclara distintas combinaciones sufijales constituye una buena prueba del
empequeñecimiento de -ble, y el agrandamiento de la palabra en su conjunto, una vez pasado el filtro
del cambio de categoría.

Por otro lado, también el sufijo -(i)dad experimenta el incremento de una -l- en esos ejemplos de P.
Schwartz: y es normal, porque los hablantes, por muy reflexivos que sean, no suelen caer en la
cuenta de que una parte de las palabras que contienen este sufijo se derivan de adjetivos en -al (como
manualidad), pero también de otros adjetivos (como vanidad o brevedad). Si existe memorialista ha
de contarse con memorial como base de derivación39; como para sacralizar, resulta necesario
disponer de la base sacral (no está registrado en el DRAE, pero no es difícil allegar algún
ejemplo40); igual que lexicalizar lo hacemos derivar de léxico, contando como intermediario con
lexical (galicismo pedante, no registrado en el DRAE, cuyo empleo está muy extendido entre
lingüistas); o, como ocurre con medicalizar41, que hace que esté latente un inexistente adj.*medical,
procedente de esa invisible —pero real— capa que hoy es el inglés, como en el pasado lo fue el
latín, a partir de la cual podemos formar derivados en nuestra lengua; incluso, se han tomado del
propio inglés, con carácter de préstamos directos, sustantivos como morbilidad. Y hasta tenemos
siniestralidad —y no será ésta la última vez que me refiera a esta voz— que ni cuenta con un
adjetivo*siniestral ni éste se justifica por existir en inglés o francés, con el significado que
necesitaríamos42; aquí, más que buscar un adjetivo latente siniestral43, que sería un recurso ad hoc,
difícil de justificar, deberíamos pensar en la reducción de una formación también problemática:
*siniestrabilidad. Para la mayor parte de los hablantes, no pocos sustantivos de este tipo contienen
un sufijo que puede indistintamente adoptar dos formas: -(i)dad ~ -(a)lidad: en ellas aparece una
especie de elemento interfijal -l(i)- unido a -dad, del que no se sabe muy bien qué hace ahí. Esto
explica formaciones del tipo marginalización (<—marginalizar <—marginal) paralelas a
marginación (<— marginar)44, que muchas personas interpretan como dobletes de lujo creados con
ese elemento opcional -l(i)-, igual que pueden suponer que memorialista es un derivado de
memoria45.

38 P. Schwartz, El País, 8.5.94.


39 R. Carnicer critica, por ello el uso que hace don Jesús Aguirre de memorialista, que "no quiere decir
autor de memorias, sino de memoriales, cosa muy distinta", R. Carnicer, "Cartas al director", El
País, 11.8.88. Cf. "la tradición tan asidua, y para nosotros tan exótica, de los memorialistas ingleses
y norteamericanos, capaces de aliar un máximo de naturalidad y sofisticación, de desvergüenza y
digna reserva. En la mayor parte de los libros de memorias españoles se nos informa de que ...", A.
Muñoz Molina, El País, 2.10.96, p. 36; "Francisco Umbral se ha convertido en uno de los grandes
memorialistas de la literatura española [...] Su firme voluntad de recreación del pasado próximo ha
dado numerosos frutos [...] desde las tempranas Memorias de un niño de derechas...", A. Basanta,
ABC cultural, 4.10.96, p. 9, quien crea el eslabón perdido que necesitamos para ese significado, el
adj. memorial: "En todas estas narraciones memoriales se descubre...", ibíd.
40 "una concepción sacral, no lógica de la política", M. García Posada, El País, 8.6.92. El DRAE
explica sacralizar como galicismo, lo que no haría necesaria la existencia de sacral como
intermediario entre sacro ~ sagrado y sacralizar.
41 De medicalizar se deriva medicalización: "a esta puerilización de la sociedad se añade la
medicalización de la vida", E. Gil Calvo, El País, 14.8.92.
42 Sinistre y sinistral existen en inglés, pero no se aplican a lo que, en esa lengua, es un accident; en
francés, donde el sust. sinistre tiene también el sentido de 'catástrofe', como el sust. español
siniestro, no existe, sin embargo, el adj. sinistral o sinistrel.
43 Vid. J. Moreno de Alba, Minucias del lenguaje, México, FCE, 1992, p. 308.
44 "Me gustaría saber qué es un millón de pesetas para [...] alguien desarraigado, marginalizado y
desintegrado", R. Montero, El País, 20.7.94, p. 18 ; "La paulatina marginalización del verbo
morar"[el verbo morar se estaba convirtiendo en propio de las clases marginales]", S. Dworkin,
Comunicación leída en el III Congr. de Historia de la Lengua, Salamanca, 24.11.93.
45 Vid el ejemplo de R. Carnicer de El País, 11.8.88, cit. en la nota 34.
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En estos casos se entiende bien la pérdida de tejido en el significante —como se diría


ahora— en estos sufijos adjetivos, cuando se combinan con otros para formar sustantivos
abstractos. El cambio de categoría hace que el sufijo pierda todos sus valores semánticos,
que se mezclan con los componentes del significado del lexema.

Las cosas no se desarrollan entre los sufijos de la misma forma que entre los
sintagmas y las oraciones; aunque se percibe, como ya se ha dicho, una cierta organización
en la que unas veces es el sufijo el que protagoniza el significado de una nueva palabra, otras
veces el protagonismo es del lexema. Las consecuencias que tiene este hecho se pueden ver
en los siguientes bloques de ejemplos con los que trato de explicar que las elecciones
sufijales pueden faltar al principio de economía y de orden —es a lo que nos orienta el
primero—; el segundo, puede servir para mostrar la enorme disponibilidad que poseen los
lexemas para la adquisición de cualquier nuevo significado por medio de un sufijo.

Relacionado con tensión he oído, aparte de tenso (e hipotenso, hipertenso), los adjetivos: tensivo
(que no encuentro en el DRAE), aplicado a la tensión en física ("la fuerza tensiva") y a la que
padecemos diariamente los mortales en nuestras tareas; tensional, referido a la tensión de la sangre,
que separa a los seres humanos en dos grandes grupos —los que se preocupan por esa circunstancia y
los que no— ("diferencia tensional", no *"diferencia tensiva"46), pero también muy utilizado por los
ingenieros, que han de preocuparse por el estado tensional de todo elemento resistente47. Para la
formación de un derivado de hipertensión se emplea, en cambio, el sufijo -ivo: hipertensivo (crisis,
ataque, terapia, tratamiento, etc. "hipertensivo" o "hipotensivo"). No hace falta decir que hay razones
históricas que pueden explicar este aparente desorden en el uso de los sufijos; tales razones existen
igualmente para que contemos con una serie de palabras referidas a personas que se dedican a bailar,
cuyas elecciones sufijales serían difícil de justificar en pura sincronía: bailarín, bailaor48, bailadera
(cf. danzadera) y no *bailante49.

Félix de Azúa llega por medio de dos opciones sufijales (moderniza-ción y modern-idad) a establecer
una nueva distinción significativa --provisional, hecha a medida de las necesidades de un artículo--,
absolutamente de espaldas al significado de los sufijos, igual que si hubiera tomado dos palabras
completamente distintas, sin ninguna relación entre sí: "La modernización (que no la modernidad)
consiste precisamente en esto: la eliminación de parásitos (votantes, sindicatos, asociaciones,
ideólogos) interpuestos entre el programa productivo y el programa distributivo, también llamado
político"50.

2. Cambios que restauran el equilibrio

El plano léxico de una lengua, más que como una estructura perfecta, podríamos
representarlo como un precario sistema en un equilibrio no menos precario:

46 "deben reducirse las cifras tensionales", Jano, nº 1047, 2-8.7.93, p. 25.


47 Es decir, conocer cuánto vale la tensión ( y que signo tiene) en cada punto de la estructura, según
me explica mi buen amigo Álvaro García Meseguer.
48 "hay una confusión a veces entre bailarines y bailaores", palabras de Pilar López, reproducidas por
V. Molina Foix, El País, 26.10.96, "Babelia", p. 4.
49 A veces los lexicógrafos fomentan la entropía, como ocurre cuando el DRAE incluye entre los
derivados de desesperar, no sólo desesperación y desesperanza, sobre los que no hay nada que
objetar, sino también desesperamiento (con marca de anticuado) desespero (sin ella), construyendo
así una serie derivativa parcialmente inexistente e inútil.
50 F. de Azúa, El País, 31.8.96, p. 9.
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La relación de antonimia que se da en español entre los adjetivos solvente / insolvente no es paralela
a la de *soluble / insoluble, pues en esta proporción la palabra normal es solucionable51 y no
soluble (que ciertamente se puede emplear con el sentido de 'solucionable'52, pero referido a la
solución de problemas matemáticos).

Algunos cambios —evidentemente, no todos— parecen servir para cerrar ciertas grietas
abiertas en el sistema, fomentando el orden, la integración y la economía de sus elementos.

No resulta difícil de entender que en la oposición que se da entre certeza / incertidumbre, la variante
certidumbre, que había quedado arrinconada para usos formales, haya empezado a utilizarse de nuevo
sustituyendo a certeza53; igual que en la relación que se da entre sobrevivir y supervivencia, pueda
introducirse, en lugar de ésta última, sobrevivencia54; y que se haya creado medible como derivado
de medir, en colisión con mensurable55; o que, contando con ver y visionar56, pueda formarse
audiovisionar57. Del mismo modo resulta explicable que si --extendiendo el criterio de derivación al
plano del significado-- tenemos factible como "derivado semántico" de conseguir, lleguemos a
cambiarlo por conseguible58. En el ámbito laboral, el adjetivo fijo se relaciona semánticamente con
el sustantivo abstracto estabilidad; por ello una persona fija puede sentirse tranquila --es un decir--
por su estabilidad; este desequilibrio se justifica por razones históricas, pues es reciente el valor de
'trabajador estable' que ha adquirido fijo (aún no registrado en el DRAE) y se puede contribuir a
restaurar el equibrio con sólo crear fijeza, voz que encontramos en el ejemplo siguiente: "La
magistratura ha considerado que tratándose de artistas no tienen derecho a la fijeza, afirmaron fuentes
del INEM"59.

Estas tentaciones que la analogía hace sufrir a las palabras pueden permitir rellenar algunas
lagunas de la estructura morfológica. Lo cual resulta evidente en la creación de tecnicismos,
como en el caso siguiente en el que una investigadora se ve obligada a distinguir entre:

51 "Se considera insoluble este misterio por las mismas razones que deberían inducir a considerarlo
solucionable", Edgar Alan Poe, Los crímenes de la calle Morgue, cit. por A. Pérez-Reverte, El club
Dumas, Madrid, Alfaguara, 1993, p. 317.
52 De las dos formas que cito, soluble es la única que registra el DRAE, definida: "Que se puede
resolver", sin restringirla al ámbito de las matemáticas.
53 Se ha intentado esporádicamente adoptar incerteza como antónimo de certeza.
54 "una medida que, a su juicio, violaba los entendimientos tradicionales entre narco y Gobierno, y
ponía en peligro su sobrevivencia", J. G. Castañeda, EL País, 31.10.94, p. 11.
55 "resultados medibles [por mensurables] empíricamente", en una solicitud de ayuda a la investigación
del año 1993; encuentro ahí también "testificación y recogida de datos", donde se debiera haber
empleado atestiguación.
56 La 2ª ac. que da de esta voz el DRAE es 'ver una película o una cadena de televisión' ("cuando
interrumpen un programa y anuncian la cadena que se está visionando...", V. Subiela, "Cartas al
director", El País, 16.8.96, p. 7). A veces llega a emplearse como sinónimo de 'ver'. Luis Calvo, El
Brocense, estimaba que "tras el visionado de la película" era un uso propio de "escribidores"
incompetentes, ABC, 26.5.84. V. Demonte y M. Mora, traductoras de A. Akmajian, R. A. Demers
y R. M. Harnish, Lingüística: una introducción al lenguaje y ciencia de la comunicación, Madrid,
Alianza, 1984, se refieren a visionar como "verbo de reciente adquisición" (pp. 158 y 163).
57 "los miembros del jurado han audiovisionado las cintas", P. O'Shea, RNE 2, 3.8.95, h. las 19 h.,
15 m.
58 Lo encuentro en un proyecto de investigación de 1994.
59 He perdido la referencia. Estas creaciones se pueden amparar en un diccionario como el académico,
algunas de cuyas definiciones, de puro generales, tienen muy poco en cuenta las restricciones de las
palabras con que se combina o a las que se puede aplicar. Con una acepción para fijeza como
"persistencia; continuidad", cualquier persona se atreverá a emplear fijeza en el ejemplo que
comentamos.
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"discurso monologar o dialogal" (basado en el número de locutores) y "discurso monológico o


dialógico" (fundado en el tipo de estructura)60.

3. Cambios que promueven la entropía

A diferencia de lo que hemos visto en el punto anterior, puede ocurrir también que
se neutralicen, en la lengua coloquial, algunas diferencias semánticas logradas por la
especialización que ha adquirido un derivado:

En él no solemos emplear protestante referido a la 'persona que protesta' ni sirviente para 'persona
que es servicial o amistosa con los demás', pues las utilizamos en los sentidos muy precisos de
'perteneciente a una determinada iglesia cristiana', el primero, y lo que antes se llamaba 'criado', el
segundo; aunque la precipitación o la pura comodidad pueden dar al traste con esta distinción61: "El
cuatro de junio, al percatarse de la magnitud de la situación las autoridades chinas tomaron medidas
enérgicas. Miles de protestantes murieron"62: quien no estuviera al día de lo que estaba ocurriendo
en China podría haber pensado que se trataba de una ejecución de cristianos pertenecientes a esta
iglesia, no de gente que protestaba. Es muy semejante lo que ocurre con: "Era anfitriona no oficial
de los hombres importantes [...], una fiel sirviente de los hombres que hacían las guerras de las
prioridades, las distribuciones, los contratos y la logística"63, donde sirviente podría interpretarse
como una chica de servicio, bien preparada, cuando, en realidad, se trataba de una persona que
atendía adecuadamente a quienes recibía en su casa.

En los dos ejemplos anteriores, el valor particular que tenían dos palabras dotadas del sufijo
-nte (protestante y sirviente) se confunde con el más general que el diccionario académico
atribuye a las formaciones de participio de presente. En los ejemplos que siguen la
confusión se da entre sentidos particulares, ninguno de los cuales puede considerarse más
general que el otro:
Partidario se aplica a los partidos políticos, a pesar de que su empleo solía restringirse a 'el adicto
a una persona o a una idea'64. Cuando auditor está reservado para determinados cargos jurídicos,
resulta sorprendente encontrar "auditores de radio" por 'oyentes'65, acepción que el DRAE caracteriza

60 A. Blas, Aproximaciones teóricas al análisis de la conversación. Aplicación de un modelo [tesis


doctoral, microficha], Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 1993, p. 253.
61 El DRAE coloca en antiguos participios de presente de este tipo una primera acepción: "que +
verbo...", que es en realidad su significado etimológico. Este proceder, que el diccionario académico
practica también con los participios, diminutivos, etc., permite dar entrada, con el diccionario en la
mano, a ejemplos como estos que no encuentran, en cambio, una justificación desde el uso.
62 W. Juntao, El País, 5.6.95, p. 10.
63 W. P. McGivern, Secretos peligrosos, trad. de C. Camps, Barcelona, Versal 1978, p. 8.
64 "el poder de las directivas partidarias", J. Mª Colomer, El País, 23.9.93, p. 20; "No se trataba de
un acto partidario, los socialistas no nos sentábamos allí donde pudiéramos ser facilmente
identificados", V. Fernandez et. al, "Cartas al director", EL País, 9.11.96, P. 13. Una de las
acepciones que el DRAE reserva a esta palabra es: "que sigue a un partido o bando, o entra en él",
que en este ejemplo no puede conmutarse razonablemente con partidarias: *"el poder de las
directivas que siguen a un partido..."; este hecho justifica que pueda escribirse en el siguiente caso
partidario en cursiva: "La tranquilidad de los ciudadanos nicaragüenses ha contrastado con la
histeria de los medios de comunicación partidarios", es decir, 'de los partidos'. En estos casos no
hubiera sido posible emplear partidista por las connotaciones negativas de que está dotado su
significado.
65 Así R. Taibo, 5.4.93, RNE 2, a las 20. h., 30 m., y el día 2.1.95, en esa misma emisora, hacia las
20 h.
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como anticuada66; pero sorprende mucho más —se trata claramente de un error— oír hablar de "un
aparato auditor"67, cuando se creó en español audífono evitando que su valor argumental colisionara
con el agentivo de auditor68. Los mismos problemas presentan: "Muchos de mis sucesores en la
cola"69, donde sucesores se refiere a quienes van detrás de uno para tomar el autobús, cuando su uso
está limitado a quienes le siguen a alguien en el tiempo, no en el espacio70; orgánico, referido al
instrumento musical que conocemos como órgano71, o filial, sustituyendo al sintagma
preposicional de hijos: "Unas labores del campo que exigieron muchas manos filiales"72. Si los
casos anteriores se refieren a hechos aislados que pueden o no generalizarse, quiero cerrar esta serie
con comunitario, que ha adquirido, junto a su sentido tradicional ("nuestro bienestar individual o
comunitario"73), uno nuevo, relacionado con la CE ("las transferencias comunitarias"), sentido que
además empieza a hacer peligrar al más castizo.

Una restricción de significado puede llegar a desaparecer incluso en situaciones en


que el empleo del plural refuerza dicha restricción:
Es el caso de esas aspiraciones zamoranas, que leemos en letras bien grandes a la salida de nuestra
vecina y querida ciudad de Zamora, referido a la extracción del agua por medio de bombas
elevadoras; significado que rompe con el esperable: las aspiraciones, deseos y pretensiones que
tienen los zamoranos en tantos órdenes de cosas74. Ocurre lo mismo con las impresiones del
"Departamento de impresiones" de nuestra universidad, que no tiene nada que ver con eso tan
arriesgado que consiste en decir qué piensa uno de las cosas, sino con el local donde se imprimen
los títulos. Es el mismo problema que presenta la palabra emisoras en el ejemplo siguiente: "Actas a
59 emisoras de facturas falsas"75, que uno pensaría, en principio, que se referiría a emisoras de radio,
cuando de lo que se trata es de 'empresas que emiten facturas falsas'.

66 Los ejemplos que proporciona la primera edición del Diccionario histórico de la Real Academia
Española (Madrid, 1933-6) no tienen nada que ver con los oyentes de la radio, pues se trata de meras
variantes de oyente 'persona que oye ', en casos como el siguiente de Nebrija: "las palabras son para
traspasar en las orejas del auditor aquello que nosotros sentimos". Al incluir el DRAE esta forma
desusada, contribuye a que los traductores del francés puedan elegirlo, como un falso amigo de
auditeur: "En los siglos XVI y XVII, la lectura implícita del texto [...] está construida como una
oralización, y su «lector» como el auditor de una palabra lectora", R. Chartier, El mundo como
representación, trad. de C. Ferrari, Barcelona, Gedisa, 1992, p. 111.
67 Jenny Makenzie se refiere a su aparato auditor en la versión española de la película Testigo de
cargo.
68 En otras ocasiones no se ha distinguido entre el sentido agentivo y el instrumental de una palabra,
como en comunicador ("comunicador personal. La suma de PC, fax y correo electrónico", El País,
11.11.92, "Futuro ", p. 16); servidor ("los múltiples servidores de correo [...] los usuarios de los
distintos servidores", El País, 11.11.92, "Futuro", p. 12); descriptor ("El prólogo consta de cinco
breves «descriptores»", P. García Barrero, ABC cultural, 24.12.92, p. 15).
69 F. Porras Oya, "Cartas al director", El País, 9.3.93, p. 18.
70 Según se deduce de la definición del diccionario de Mª Moliner e incluso de la menos clara del
DRAE.
71 B. Gala, Radio 2, 25.2.95, h. las 9 h.
72 A. Burgess, trad. por I. Méndez Cabezón y E. Rincón del Río, El Pais, 17.8.91. Filial tiene un
significado y uso paralelos a paternal.
73 A. Pérez-Ramos, El País, 20.4.93, p. 13.
74 El DRAE hace posible este empleo del sustantivo, al dotar a los derivados de una primera acepción
de sentido muy general, a la que me he referido en la nota 52. Desde un punto de vista formativo, a
esas aspiraciones zamoranas le asiste la razón que le dan formaciones como prospección,
imprimación y erradicación, aunque hay otras posibilidades como rompedura o rotura como
derivados de romper (curiosamente no rompición). La posibilidad de llevar sujeto agentivo o
instrumental (entre otras cosas) ha dado lugar a los derivados aspirante / aspirador.
75 El País, 16.1.92. El DRAE envía de emisor a emitir, cuya definición permite este uso de emisora.
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Incluso la creación terminológica puede hacerse unas veces —muchas otras no, según hemos
visto más arriba— sin la intención de que el significado técnico se diferencie del usual por
medio de un cambio de sufijo; lo que origina sorpresas como las siguientes:

Puede un fonetista referirse a "las necesidades de discreción"76, sin que ello tenga nada que ver con la
virtud de la discreción; igual que no está pensando en el sermón dominical quien escribe: "los
verbos y otros predicadores", "la acción designada por el predicador", "recibiendo su papel
semántico del verbo y otro predicador"77. Incluso puede utilizarse, dentro de una determinada
disciplina, una palabra que tenga significados diferentes: postverbal, que se aplica tradicionalmente a
las palabras derivadas de un verbo, se emplea con el significado de 'lo que lo está situado tras el
verbo' en "Las FFNN postverbales", del tipo Mary gave John a snake 78.

Con todo, no debemos convertir en un drama hechos como los anteriores, pues en
cualquier lengua se pueden mantener las distinciones semánticas a través de distintas
combinaciones en que pueden entrar las palabras:

Reciclaje, por ejemplo, cambia su valor, según se aplique a personas o a cosas. Del mismo modo, la
enorme difusión que ha tenido el verbo emerger en dominios como el científico y el deportivo, con
el significado de 'brotar', 'nacer' o incluso 'aparecer', deja la puerta abierta a la emergencia: "El IVAM
[...] ha contribuido de forma sustancial a la emergencia de Julio González"79; el significado de la
palabra en este ejemplo choca con el que tiene en "puerta de emergencia", pero no se confunde con él,
por las palabras con que se combina en ambos casos.

Estas distinciones pueden proceder de la propia situación comunicativa:

No puedo olvidar el susto que me dio un buen día del mes de septiembre de 1992 un dulcísimo
sacerdote, que en la homilía de la boda de un amigo, nos espetó a los asistentes que "el amor es
mortal". Tal combinación me hizo pensar inmediatamente en Píramo y Tisbe, mientras en el
subconsciente se debía estar procesando, como se dice ahora, que mortal cuando acompaña a
palabras como tristeza, odio, envidia, despreocupación, ocio, o incluso esperanza y hasta quizá
amor80, las dota de sentido activo, como cuando se combina —estamos en el plano sintagmático de
combinación de las palabras, no en de la vida— con un veneno. Tardé unas décimas de segundo en
cambiar de opinión, pues en una boda no era previsible otro significado que 'perecedero', aplicado a
la fragilidad del amor, punto de partida para explicar que requiere muchísimos cuidados. Aunque
luego, casi un segundo después, me dí cuenta, sin embargo, de que el contexto me había engañado,
y de que mi primera elección había sido la adecuada, porque lo que el buen cura pretendía, jugando
con algo que no era esperable en esa situación comunicativa, era señalar que el amor mataba a cada
uno de lo contrayentes para dar vida al otro y que, por ello cada uno de ellos debía estar dispuesto a
morir. ¡Consecuencias de querer superar a Petrarca, ampliando los efectos del amor por vía sufijal!

76 J. Gómez Asencio, "Los fonemas consonánticos, no líquidos, orales del español", en: A. Alonso,
B. Garza y J. A. Pascual, eds., II Encuentro de lingüistas y filólogos de España y México,
Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1994, p. 17.
77 Ejemplos tomados de la compilación de F. J. Newmeyer, Panorama de la lingüística moderna de
la universidad de Cambridge, I Teoría lingüística: Fundamentos, trad. de L. A. Santos
Domínguez, supervisión L. Eguren, Madrid, Visor, 1990, pp. 88, 91, 93; más ejemplos en las pp.
105 y 113.
78 F. J. Newmeyer, op. cit., p. 100.
79 El País Semanal, 12.12.93, p. 72.
80 Mortal puede tener los significados 'que mata' o 'que puede morir', según las palabras con que se
combine: no hay duda de que en "las máquina mortales" (ejemplo tomado de la película Runaway,
brigada especial), significa lo primero; en combinación con amor, puede tener ambos significados,
pero estamos tan acostumbrados a atribuirle al amor la condición de inmortal, que sorprende que se
pueda oír en un sermón decir de él que se puede acabar.
-19-

Los ejemplos de que me he servido tienen poca importancia, en comparación con


otros casos con los que los hablantes aprovechan a fondo las disponibilidades sufijales para
exprimir las virtualidades connotativas de las palabras. En una de esas tiras insuperables de
Quino81 —lo son tantas—, se hacía Mafalda la siguiente pregunta: "¿Acción cívica
bondadista?"; e, insatisfecha, se volvía a preguntar: "¿Buenismo popular independiente?",
para concluir, definitivamente decepcionada: "¿Por qué sonará tan mal la bondad con la
política?". El problema no se debe a la combinación de bondadista o buenismo con palabras
relacionadas con la política, sino a las extrañas voces en -ista e -ismo que acuña la niña.
Podemos preguntarnos por qué Mafalda se metió de cabeza por una imprudente trocha
derivativa82, formando bondadista y buenismo. La respuesta es muy sencilla: es
comprensible que tratara de salirse del campo de lo trillado y evitara utilizar un sintagma
trivializado por el uso, como es el de la bondad popular, en el que el sustantivo, de tan
manoseado, ha perdido gran parte de su fuerza.

Por encima del desacierto de las formaciones —de lo que Mafalda es plenamente
consciente— lo que le interesa es cambiar las palabras —aunque su verdadera intención sea
cambiar las cosas—, actitud que no puede medirse por el rasero del acierto o del error,
acudiendo a los preceptos de la gramática y del diccionario. La enseñanza de la gramática —
de la gramática normativa también—, en la que suele verse el mayor bastión contra el
cambio, ha de contemplar la capacidad que tienen los hablantes de acometer con plena
consciencia cambios creativos. Mafalda, en lugar de instalarse cómodamente en un sistema
sufijal en el que disponía de bueno, bondadoso, bondad, prefirió cambiarlo en: bueno
(buenoide), bondadista y buenismo, sólo por tratar de evitar ese halo connotativo que rodea
a algunas de estas palabras. De rupturas como estas vamos a tratar en el apartado siguiente.

81 Quino, El calendario de Mafalda 1992, Barcelona, Granica, día 10.1.92.


82 Por una trocha parecida se mete A. Muñoz Molina, pero para reforzar la connotación negativa del
primitivo: "la irrespirable bondadosidad de la political correctness", El País, 10.5.95, p. 40; es el
mismo caso de bondadosista en el ejemplo siguiente: "una filosofía bondadosista y un poco
elemental", El Mundo, 6.6.90, p. 7, cit. por el DVA. La propia Mafalda recorre este camino
buscando otros resultados, como en el ejemplo: "un buenoide materialista", Quino, en el calendario
cit., día 9.10.92.
-20-

3 . LA CREA TIVIDA D E N LAS DIS TI NCI O NES

La tendencia a la integración de esas estructuras que son las lenguas no conduce


inevitablemente a la armonía del sistema, pues la propia historia origina que convivan
distintas capas cronológicas de hechos que dan lugar a ciertos desequilibrios. Aunque no
debemos tomar la historia como socorrido recurso para explicar la variación y
consiguientemente el desorden, cuando son los propios usuarios de la lengua los que, por
intentar distinguirse de unos y acercarse a otros, originan los mayores desajustes. No es
banal cómo nos situamos frente a —o ante— los demás al hablar, ni carece de trascendencia
para la comunicación la complejísima información que suministramos a causa de esto: basta
sólo con que pensemos que al hablar pueden aflorar nuestros sentimientos, pero podemos
ahogarlos antes de que lleguen a apuntar; podemos ocultar o dejar que se trasluzcan nuestra
procedencia, nuestra situación social, y hasta nuestras ideas y creencias; y, lo que no es
menos importante, podemos intentar que los demás se comporten de acuerdo con nuestros
intereses. Creer que una lengua sirve sólo para transmitir esa información que pertenece al
dominio de lo que solemos denominar función representativa, sería lo mismo que pensar que
los doctores que nos hemos enfundado el traje académico para este acto, lo hemos hecho
para defendernos con él de las inclemencias del tiempo.

Ya he aludido a que el uso lingüístico tiene cierta relación con la moda, aunque Luis
Vives nos previniera también de sus diferencias: "Es distinta la elegancia de palabras en el
hablar, del aseo de las cosas en el vestir"83. No quisiera que esta forma mundana de enfocar
una parte de los cambios lingüísticos se tomara por una frivolidad, pues nuestras elecciones
lingüísticas tienen mucho más que ver con la moda que con la metafísica y carece de sentido,
por lo tanto, creer que la norma con que contamos nos conduce a una única solución,
amparada además en la objetividad.

Vamos a ilustrar estos problemas con algunos ejemplos fáciles de observar, en los
que se juega con un refinado balanceo entre estabilidad e innovación, entre variedad y
precisión, y que, pareciendo fomentar la inseguridad y el desorden, abren decididamente la
puerta a la expresividad. Y ello, como veremos, con independencia de la mayor o menor
fuerza de que estén dotados los sufijos de que disponemos en nuestra lengua.

1. Un sufijo poco productivo: el caso de liderato

Un día de febrero del año 1989 me tropecé en un artículo de Juan Benet con la
palabra liderato: "Bajo el liderato de Moisés"84. En aquel momento me sorprendió ese
derivado del anglicismo lider, cuando lo que yo estaba acostumbrado a oír y ver era
liderazgo; pero me sorprendió mucho más comprobar que en la 20ª edición del repertorio
académico —era entonces la última— fuera liderato también el lema preferido, pues

83 J. L. Vives, Diálogos, trad. de C. Coret y Peris, 7ª edición, Valencia, Salvador Fauli, 1780, p. 77.
84 J. Benet, El País, 3.2.89, p. 11.
-21-

contenía la definición y a él se remitía desde liderazgo; aunque bien pensado, no tenía por
qué haberme extrañado que don Juan fuera depositario del uso castizo o académico.

Con el tiempo empecé a comprobar que ambos sinónimos alternaban en la prensa,


pero cada uno deslizándose hacia uno de los dos ámbitos normales de empleo: el político-
económico —donde solían predominar ejemplos como: "el liderazgo de Clinton"85— y el de
los deportes —donde era más frecuente encontrar casos como: "El Deportivo se afianza en
el liderato"86—. A pesar de que resultaba razonable que se aprovechasen estos dos
sinónimos para reforzar una diferencia, en última instancia, de significado, se ha comenzado
ahora a dar marcha atrás en esta distinción, neutralizándola en favor de liderato, que se
aplica incluso a situaciones políticas:
"El liderato de la izquierda"87; "Milósevic revalida su liderato en el partido gobernante"88; "un
liderato derechista"89

No puedo prever si se va a estabilizar por este tortuoso camino la variante que había
gozado en principio del prestigio de ser la más castiza, o si se trata de elecciones pasajeras
que no tienen más trascendencia que unos simples nubarrones de verano; pero lo que
importa es mostrar que una lengua no es un repertorio monolítico e inmutable de signos,
sino que la traba una serie abierta de hechos y posibilidades, puestos a nuestra disposición
para jugar creativamente con ellos. Esto, que nos lleva unas veces a establecer distinciones
(liderato, aplicado al deporte, frente a liderazgo, aplicado a la política), lo orientamos otras,
contra lo que parecería lógico, a deshacerlas, dando entrada a la solución menos usual, a la
marcada (liderato)90.

85 G. Jakson, El País, 2.11.94, p. 13; "no perpetuar la costumbre de cargar siempre la iniciativa y la
responsabilidad sobre los hombros de una persona, por excepcional que sea su liderazgo", E. Barón,
El País, 29.10.93, p. 13; "En el Imperio hay crisis de liderazgo" M. Vázquez Montalbán, El País,
1.8.93, p. 32; "Lino César Oviedo retomó ayer el liderazgo de los Colorados Éticos", El País,
9.8.96, p. 4; "La llegada de Colom al liderazgo de la Crida", La Voz de Galicia, 15.6.93, p. 13; "El
Partido Andaluz de Cataluña [...] le ofrecen [a Aleix Vidal Cuadras] ocupar el liderazgo de su
formación", Tribuna de Salamanca, 9.8.96, p. 20; "La elección de Sutherland al frente del GATT
reafirma el liderazgo de la CE", El País, 16.6.93, p. 57; "el liderazgo del partido", Robert Harris,
Patria [trad. por Rafael Martín Trechera], Madrid, Ediciones B, 1993, p. 163. Se llega incluso a
casos como el siguiente: "En medios cercanos al liderazgo palestino se reconoció a esta enviada
especial que en muchos lugares va a prolongarse...", A. Espinosa, El País, 12.10.90. ¿Podríamos
escribir: "en medios cercanos al caudillaje o a la dictadura"?
86 El País, 2.11.92. "La directiva del Barcelona saca a relucir una polémica con Cruyff tras perder el
liderato", El Mundo, 26.11.96, p. 39. "El Real Madrid sale reforzado del choque: mantiene el
liderato y dispone de una renta de cuatro puntos sobre el Barcelona", El País, 8.12.96, p. 1.
87 En una cadena de radio el 6.6.95 a las 23 h. 40 m., un periodista cuyo nombre no pude retener.
88 Titular de Tribuna de Salamanca, 3.3.96, p. 28.
89 En la película Agenda Oculta, en Canal plus, 12.9.93, 1 h., 17 m. de la madrugada.
90 Empieza a ocurrir lo mismo con conservacionista (voz que fue propiciada en principio por el inglés
[donde lo registra el Webster's encyclopedic unabridged dictionary of the English language, New
York, Gramercy Books, 1989], frente a conservador, que empezó utilizándose en el ámbito de la
ecología y de la medicina y que se extiende ahora a otros: "los defensores de esta postura
conservacionista [de una lengua]...", Mª C. Fernández Juncal, Neutro de materia y metafonía en el
oriente de Cantabria, Salamanca [tesis doctoral inédita], 1996, p. 144; "Edición conservacionista",
J. C. Conde, "Las siete edades del mundo" de Pablo de Santa María. Estudio y edición crítica,
Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, [tesis doctoral inédita], 1994, § 4.1. En el caso de
conservacionista, y a diferencia de lo que ocurre con liderato, con la elección de la forma marcada se
-22-

2. La fuerza del sufijo -ivo

Cada elección que hace un hablante entraña el riesgo de equivocarse. Cualquiera


pensaría que en el siguiente texto, el empleo de autoritativo es un error:

"La compañía que estaba en torno al brasero se quedó pasmada, y yo veía parárseles a todos de
horror los cabellos, excepto a mí, que dije, con tono autoritativo: es falso, señores; eso es un
cuento"91.

A tal explicación nos abocaría el reducido número de palabras de origen no verbal que
contienen el sufijo -ivo —y la inexistencia de un verbo *autoritar del que pudiéramos
derivar este vocablo—; no tiene sentido, por lo demás, sustituir el adj. autoritario, lleno de
vida, por esta nueva palabra que hasta resulta, si se me apura, poco elegante. Pero con
argumentos de este estilo —si una voz nos parece bien formada, necesaria y elegante—,
después de pensarlo mucho, me tentaría la ropa antes de valorarlo como un disparate o, por
el contrario, como una elección razonable. Para tomar esa decisión, más que en argumentos
internos, referentes a la propia palabra, los hablantes solemos poner nuestro punto de mira
en el criterio de autoridad de quién ha usado esa voz: pues, con razón o sin ella, no es lo
mismo habérsela oído a un insufrible presentador de un reality show que a un buen
novelista.

El caso es que quien emplea esta palabra es Domingo Faustino Sarmiento, escritor
argentino del siglo pasado, cuya figura ha terminado estando muy ligada, por motivos que
no son ahora del caso, a nuestra universidad. Pero al margen de la simpatía que sintamos
hacia aquel entusiasta educador y político, del que don Miguel de Unamuno escribió que
"había que elevar una estatua y quemar al pie de ella sus libros todos"92, el hecho es que se
estaba sirviendo de una forma literaria y rebuscada, que andaba por algunos diccionarios de
su época, y significaba lo que hoy significa autoritario; pero este último adjetivo, que a
nosotros nos parece normal, no existía todavía en nuestra lengua, a la que llegó poco tiempo
después desde el francés93. De nada hubiera servido darle vueltas a los rasgos inmanentes de

intentan evitar las connotaciones negativas que tiene para algunas personas la voz conservador (vid.
J. García Palacios y J. A. Pascual, "Los sutiles mecanismos de la derivación aplicados al incordio",
Univ. Tarr. XIV (1992-3), pp. 211-239, p. 212), connotación que se evita, si es necesario, echando
mano de otro sufijo: "he sido conservativa, fiel y recatada", cuenta Victoria de los Ángeles, El País,
27.8.95, "Domingo", p. 15.
91 Del viaje de Madrid a Andalucía de D. F. Sarmiento, citado por F. Ayala, El País, 4.8.96, p. 9.
92 M. de Unamuno, Epistolario americano (1890-1936), ed. de L. Robles, Ediciones de la
Universidad de Salamanca, 1996, p. 132.
93 Quien consulte el DRAE pensará que este autoritativo, caracterizado como voz poco usada y
definido: "que incluye o supone autoridad", debe ser la versión moderada de lo que autoritario
supone de inmoderado: "que se funda exclusivamente en la autoridad" o "partidario extremado del
principio de autoridad". No deberíamos buscar en un caso como este una diferencia en el plano del
contenido, sino en el de la historia: autoritativo se había relacionado antes con la autoridad de la
misma forma que luego lo hizo autoritario; aunque el empleo de este último en las contiendas
políticas decimonónicas, no sólo le permitió desplazar a la forma más antigua, sino que adquirió
también connotaciones negativas de las que carecía la otra, sencillamente por haber quedado fuera de
uso. Los lexicógrafos no se resignan fácilmente a no encontrar diferencias de significado, por encima
de todo: María Moliner ha añadido a la definición de esta palabra, que se aplica a cosas, sin otro
fundamento que la insatisfacción por la sinonimia.
-23-

esta palabra, cuando su empleo está condicionado por una historia que puede resultarnos
desconocida.

En esa situación, lo mejor es actuar según la confianza que nos merezca quien se
sirve de un término, como lo hacemos con nuestra forma de vestir, tan condicionada, para
bien o para mal, por los gustos ajenos. Lo cual no significa que todos tengamos las mismas
devociones: a unos nos gustará, con independencia de nuestras ideas sobre los toros, cómo
se enzarzan por escrito, sobre este asunto, Manuel Vicent y Joaquín Vidal, o, al margen de
nuestra ideología, cómo expresan sus discrepancias Rafael Sánchez Ferlosio y Fernando
Savater en este terreno; en cambio otros apurarán el placer de oír hablar con ese deje "entre
Fontainebleau y barrio de Salamanca" de "balbuceos gangosos de alto nivel", a que se ha
referido recientemente Maruja Torres94, goce fonético condimentado con el sintáctico que
proporcionan "esos horribles adverbios [en -mente que] no llevan a ninguna parte"95.

Acabamos de ver a través de los ejemplos de liderato o autoritativo cómo la


estructura de nuestra lengua nos permite elegir un término marcado, sin que ello atente
contra la economía e integración de los elementos del sistema; a lo que querría añadir que el
hecho no afecta sólo a los sufijos poco productivos o a los arcaísmos flagrantes, sino que
puede traer en jaque a cualquier signo lingüístico, como lo muestra la irrestible ascensión de
algunos adjetivos: especulativo, a costa de especulador y policial, a costa de policiaco.

Comenzando por especulador y especulativo, si nos atenemos al diccionario de


María Moliner, el primero de estos dos adjetivos se aplica a operaciones comerciales y el
segundo a procesos intelectuales, con lo que resulta fácil saber si uno se está jugando el
dinero que pensaba invertir o se dedica a teorizar96. Pero tal distribución de significados ha
empezado a hacer agua, precisamente porque se ha preferido dotar de lustre a esa
especulación que da lugar al tráfico comercial:

"Los profesionales y enfermos temen que detrás de [del derribo de la Maternidad del Gregorio
Marañón] se esconda una operación especulativa"97; "Una operación especulativa de las que hacen
época fue concebida por Gardini para saldar las citadas pérdidas [...] las peligrosas consecuencias
financieras para Montedison de su accidente especulativo"98; "ataques especulativos contra la
peseta"99; "varios bancos centrales europeos combaten los ataques especulativos contra la corona
danesa"100; "Un capitalismo más especulativo que productivo"101; "la compañía de descalificaciones

94 M. Torres, El País, 12.8.96, p. 40.


95 Uso que se reprueba como vulgar, en la novela de A. Pérez Reverte, La Tabla de Flandes, Madrid,
Alfaguara, 1991, p. 393.
96 F. Lázaro Carreter ha dedicado un interesantísimo artículo a "especular" y "especulaciones", en el
que hay datos históricos de gran interés sobre especulador y especulativo, publicado en El Adelanto
de Salamanca, 23.12.82, p. 18. Los ejemplos siguientes muestran el vigor con que se han asentado
los nuevos sentidos de estas palabras: "Los movimientos del Santander provocan oledas de
especulaciones", El País, 5.12.96, p. 62; "Nadie especuló sobre los posibles autores del crimen", El
País, 4.12.96, p. 2; "En el caso de Fidel Castro podemos especular sobre el desgarrador dilema que
enfrent un hombre fascinado por la biografía y la historia", J. G. Castaneda, El País, 4.12.96, p. 13.
97 ABC, 10.6.93, p. 27.
98 P. Egurbide, El País, 1.8.93, "Domingo", p. 6.
99 El Mundo, 25.4.93, p. 7.
100 El País, 17.7.94, p. 40.
101 I. Sotelo, El País, 26.7.94, p. 10.
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tiene intereses especulativos en la estación"102; "el paso de una economía especulativa a una
economía productiva"103; "Autocrítica por haber favorecido la economía especulativa"104; "en la era
de Reagan se permitió que las Cajas hicieran inversiones especulativas en prospecciones
petrolíferas"105.

Si liderato puede llegar a triunfar, contando con un sufijo bastante poco usual
(¡probad a crear, partiendo de un sustantivo, derivados del tipo estrellato o generalato, y
veréis lo difícil que resulta allegar unos cuantos!), especulativo se está imponiendo en la
situación opuesta: a poco que hurguemos en la prensa daremos con unas cuantas palabras
que tienen este sufijo y que —posiblemente en la mayor parte de los casos con toda
razón— no están registradas en el DRAE:

adaptativo, asegurativo, autorreplicativo, compositivo, conspirativo, copiativo, empeñativo,


entonativo, exigitivo, imitativo, integrativo, invasivo, investigativo, manipulativo, opinativo,
organizativo, orientativo, perturbativo, propositivo, reclusivo, renunciativo, transmisivo.

Con cierta frecuencia se recurre a este sufijo para la creación de tecnicismos que
expresan finalidad, sentido activo, pasivo o relación con algo. Son sentidos derivados del
fundamental que tuvo en el pasado y que voy a ejemplificar citando unas cuantas palabras
del ámbito de la medicina, construidas para dar cuenta de los efectos que tenían los remedios
medicinales:

aperitivo, carminativo, confortativo, consolidativo, desecativo, exudativo, lenitivo, lenificativo,


molificativo, mundificativo, desopilativo, paliativo, refrigerativo.

Por esto el médico alavés Juan Martínez de Zalduendo no cometía ninguna exageración al
hacer terminar en -ivo todos los adjetivos por medio de los cuales daba cuenta de los efectos
curativos del azufre:

"el azufre es calefativo y secativo, resolutivo, apetitivo y atractivo"106.

La creación de la nomenclatura química en el XVIII trajo, entre otras consecuencias,


que los medicamentos se nombraran atendiendo no a su efecto, sino a sus componentes
químicos, con el consiguiente retroceso de -ivo en este terreno; de todas formas, sigue siendo
un sufijo bien asentado, que alterna a menudo con -dor.

3. La fuerza del sufijo -al

La situación de -ivo no es, sin embargo, comparable a la de -al, sufijo con el que
dotamos de correlatos adjetivos a gran parte de los sustantivos de nuestra lengua, que han de
recurrir para esta función a sintagmas preposicionales del tipo de del acordeón, de la mesa o
del ordenador. No debería quitarnos el sueño la falta de auténticos adjetivos
como:*acordeonístico, *mensal u *ordenadórico; pero puede que sí se lo quite a quien tiene

102 A. V. García, El País, 4.11.94, "Ciudades", p. 5.


103 M. Vázquez Montalbán, El País, 5.8.95, p. 13.
104 El País, 9.1.95, p. 13.
105 D. Bell, El País, 4.4.94, p. 13.
106 J. Martínez de Zalduendo, Libro de los baños de Arnedillo, Pamplona, 1699.
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que recurrir, en el ámbito del lenguaje técnico, cientos de veces a perífrasis para suplir su
inexistencia, como puede tener empeño en formarlos quien desee —es éste un hilo que no
quiero perder en esta exposición— romper con los usos normales.

Para todo esto sirve admirablemente -al, cuyo empleo está acercando un poco más
los medios derivativos de nuestra lengua a los del francés y el inglés. Y hay que reconocer
que para ello el español ha recorrido ya un importante trecho del camino: en el siglo XV
Mena, Villena, Santillana se excedieron tanto en su empleo que los escritores renacentistas
dieron marcha atrás en el uso de los adjetivos que contenían este sufijo. Esa es la razón del
fortísimo retroceso que experimentó en español moderno, y de las consiguientes diferencias
que se abrieron en este terreno con respecto al francés; diferencias que se pueden
comprobar, por ejemplo, en el hecho de que hoy contemos con eterno, donde la lengua
vecina mantiene éternel.

Ciertamente estos adjetivos no desaparecieron del todo: unos por ser muy usuales
en la Edad Media (como especial); otros por ocupar una parte de un cálido sintagma (como
ese mundanal ruido que tanto prestigió Luis de León); algunos por la presión que ejercía el
latín de la liturgia (como terrenal) y de la enseñanza. Ahora, la presión del francés y del
inglés ha originado que este sufijo recupere la fuerza que había llegado a tener a finales de la
Edad Media y se haya convertido en uno de los más importantes de que disponemos para
formar adjetivos, a partir, sobre todo, de sustantivos; procedimiento especialmente utilizado
en los dominios de la ciencia, la técnica, el comercio y el lenguaje burocrático. También de
mis últimas lecturas —y sin haber puesto ningún cuidado especial por recogerlos— he
anotado los siguientes (entre los que no debe sorprender que un par de ellos terminen en -
ar), que no están registrados —en muchos casos con absoluta razón— en el DRAE:

Actitudinal, actoral, cameral, caricatural, clausal, clientelar, coincidental, competencial,


comunicacional, concursal, conflictual, consociacional, construccional, delictual, experiencial,
faringeal, gravitacional, habitacional, indicial, informacional, manicomial, medical, muestral,
nutricional, obedencial, observacional, oracular, paradojal, pentecostal, perceptual, poblacional,
postdelictual, predelictual, referencial, registral, resistencial, ruptural, sacral, sacrificial, situal,
tensional, tutorial, vestual.

Y no nos puede sorprender que un lúcido intelectual escriba:

"No estará de más que dejemos bien sentadas las relaciones de complementariedad y equilibrio entre
la mundialización, la continentalización, lo intergubernamental y el regionalismo"107,

alcanzando así una considerable densidad de adjetivos en -al por centímetro cuadrado:
mundial (punto de partida de mundializar y éste de mundialización), continental (punto de
partida de continentalizar y éste de continentalización), intergubernamental y regional
(punto de partida de regionalismo).

Vamos a ver algunas posibilidades que ofrece este sufijo, acudiendo a un ejemplo en
el que un adjetivo relacional se convierte en calificativo, y vuelve a desarrollar de nuevo un
significado relacional. Se trata del trueque de policiaco por policial. Policiaco ha tenido en

107 J. Mª Martín Patino, El País, 6.3.93, p. 15.


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tiempos modernos el sentido neutral de 'referente a la policía', que fue derivando hacia el
meramente calificativo de 'brutal': se podía, así, decir: "acción policiaca" —la desarrollada
por la policía—, junto a "Estado policiaco" —'Estado brutal'—. El valor negativo que ha
adquirido el adj. policiaco puede haber sido la causa de su sustitución reciente en España
por policial.108 En mis años de estudiante se hablaba, por ejemplo, de redadas
policiacas para lo que ahora son redadas policiales, del mismo modo que en la actualidad
existen fuerzas policiales y fuerzas parapoliciales109, y es raro que se emplee lo que en
tiempos era normal, fuerzas policiacas, e imposible *fuerzas parapoliciacas. Por ello,
aunque el DRAE defina igual policiaco y policial (si bien con una inútil variación en la
colocación de las palabras)110, el hecho es que los medios de comunicación españoles
utilizan policial como forma no marcada del adjetivo relacional; a lo que se ha llegado por el
mismo camino que, con el advenimiento de la democracia, llevó a que se cambiaran los
uniformes grises de la policía por aquellos otros marrones, y luego por estos azules, con lo
que -al es una especie de morfema teñido, en este caso, de azul:

"el sargento de la unidad policial", "la actualidad policial"; "visita policial a un taller chino", "la
brigada policial de extranjería"111; "ve pasar las tardes en una oficina policial"112; "brutalidad
policial", "ficha policial"113; "Aunque los terroristas erraron en uno de los tres casos el color del
automóvil al que pretendían suplantar —doblar, en la jerga policial—"114.

Empieza a ser difícil toparse en la prensa con el antiguo policiaco, a menos que nos
encontremos con personas que tienen una consciencia particular —entre sabia y castiza—
del manejo de la lengua, como ocurre con Rafael Sánchez Ferlosio:

"la acción física (violenta) [...] sólo admite ponderaciones prudenciales (estimativas de «más o
menos»), tal como reconoce el concepto policiaco de «discrecionalidad»"115.

Lo normal es que policiaco haya mantenido ese valor calificativo negativo que se trató de
evitar con el recurso a -al:

"el poco edificante discurso de los políticos gubernamentales más vociferantes no hace sino suplantar
una voz policial o policiaca (no necesariamente coincidente con la voz de los policías)"116; "[una
muerte por un disparo de una pelota de la policía es un hecho corriente, lo que] no minimiza el
suceso: lo multiplica por la brutalidad policiaca universal"117.

108 El uso de policial en ejemplos del tipo: "coche policial", antiguo en España ("un coche policial
camuflado", El País, 3.11.94, p. 47), es ahora la única forma que encuentro en la prensa. Hay, sin
embargo, ocasiones en los que resulta extraña la sustitución del sintagma preposicional de la policía
por policiaco o policial, como es el caso de una noticia leída en un periódico, en el último trimestre
de 1994: "llamadas a líneas eróticas desde un cuartel policial", tomado de la prensa en el último
trimestre de 1994.
109 "medio centenar de matones parapoliciales", A. Roa Bastos, ABC, 4.2.89.
110 Policiaco: "Relativo o perteneciente a la policía"; policial: "Perteneciente o relativo a la policía".
111 El País, 14.11.94, "Ciudades", p. 3.
112 El País, 13.12.94, "Ciudades", p. 4.
113 En una película titulada algo así como Negocios de familia.
114 El País, 19.1.92.
115 R. Sánchez Ferlosio, El País, 6.5.95, p. 64.
116 V. Molina Foix, El País, 18.1.92.
117 E. Haro Tecglen, El País, 5.7.95, p. 52.
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Aunque en el más reciente policial, ha empezado a desplazarse su significado,


convirtiéndose en calificativo, por la cuesta abajo de las connotaciones negativas, como se
puede observar en los dos ejemplos siguientes, en los que Estado policial no significa sólo
'Estado en el que el peso de la policía es excesivo'118, sino, lo que es una consecuencia de
esto, 'Estado brutal':
"un estado policial es un estado gobernado por criminales"119.

No ha de extrañarnos que policiaco se siga aplicando a la novela, al cine, etc., pues


cuando se han acuñado combinaciones como éstas, las formas antiguas son renuentes al
cambio:
"Un recorrido policiaco-festivo por el teatro, el cine, la música, la fantasía, la animación detectivesca
y la gastronomía", actividad de los "Veranos de la Villa de Madrid, dedicados al cine y teatro
policiacos"120; "Torpe policiaco de director desconocido [...] el policiaco la marca del asesino está
narrado a lo largo de una amplia vuelta hacia detrás [sic]"121.

Aunque en otros países de lengua española, como en la Argentina, el cambio ha ido más
rápido y, en su combinación con novela o cine, se ha llegado a sustituir policiaco por
policial. Julio Cortázar emplea novela policial122, en lo que coincide con Enrique Anderson
Imbert123, o Estela Canto124; pero el uso no se reduce a escritores argentinos, así G. Cabrera
Infante escribe:
"En toda la historia de la novela policial (léase de crimen y misterio) no hay más que tres escritores
originales [...] el género policial"125.

Y hasta empieza a penetrar en escritores de España, como en los dos casos siguientes:
"me refugio en la lectura de una novela policial"126; "novelas policiales en ediciones baratas"127.

118 Este signficado parecen tener los dos ejemplos siguientes: "Si en un estado tan policial como el
alemán hay atentados racistas es que al estado alemán le conviene el racismo", Rumeu, El País,
10.6.93, p. 40; "los guardias antidisturbios --riase de los estados policiales periclitados-- sacudiendo
estacazos a la vanguardia invasora", P. Urbano, ABC, 3.10.96, 70.
119 R. Harris, Patria, ed. cit., p. 196.
120 El País, 26.7.94, p. 24.
121 El País, 25.10.93, p. 32.
122 Ya en un texto de 1947 y en otro de 1950: "Esta novela policial"; "Estas novelas, además,
pertenecen a las llamadas policiales [...] Aquí también la novela policial baja de sus alturas
estéticas", J. Cortázar, Obra crítica, 2, Madrid, Alfaguara, 1994, pp. 93 y 238.
123 E. Anderson Imbert, La prosa definición y análisis, Buenos Aires, Marymar, 1984, p. 115.
124 "Borges dirigía por entonces una colección de novelas policiales", ABC, 14.10.89, "Suplemento
literario", p. viii.
125 El País, 21.5.94, "Babelia", pp. 5 y 6.
126 A. Muñoz Molina, El País, 3.8.94, p. 25
127 V. Molina Foix, El País, 31.5.94, p. 32. Se trata de una nota necrológica sobre Juan Carlos
Onetti, cuya mesa se describe ocupada por novelas policiacas. Posiblemente la elección de
policiales, se haya hecho a propósito, pensando en los usos de Onetti.
-28-

Pero no todos los países en que se habla nuestra lengua han realizado este cambio;
Méjico, por ejemplo, mantiene el mismo uso de policiaco que hemos ejemplificado en
Sánchez Ferlosio:

"Agenda policiaca" es una sección que aparece diariamente en el periódico mejicano La Jornada,
donde encuentro ejemplos como: "la eficacia policiaca"128; "los jóvenes se enfrentan a las acometidas
policiacas y se concentran en un edificio virreinal"129; "formarán un cuerpo policiaco binacional"130;
"crónica policiaca"131.

Como vemos, la formación de palabras no es ajena a los guiños de la historia: en el


caso anterior, a la democratización de nuestras fuerzas de seguridad; en el siguiente, a lo que
podríamos llamar, con un préstamo que tuvo no poco éxito hace unos años, el
aggiornamento de la Iglesia católica.

Se trata de la diferencia de la utilización de eclesiástico (carrera eclesiástica,


vocación eclesiástica, ambientes eclesiásticos132), frente a eclesial. Palabra esta última que
resulta innecesaria en el marco estricto de lo denotativo; pero no en el de lo connotativo,
pues la forma marcada y más reciente eclesial transmite la idea de una deseada
modernización de la iglesia. Esto puede explicar ejemplos como los siguientes, en los que
eclesial ocupa no sólo el terreno que le atribuye el DRAE sino también el que éste reserva a
eclesiástico133:

"Hoy día [...] la institución eclesial se vale preferentemente de personas interpuestas"134; "La
máxima autoridad eclesial"135; "la mentalidad eclesial"136; la renovación eclesial"137; "Cumple 75
años, edad de jubilación eclesial"138; "usted pronuncia un discurso intraeclesial"139.

Es lo mismo que está ocurriendo con el adj. misionero, tantas veces oído en mi santa
infancia y suplantado ahora por misional, como si a la antigua mercadotecnia de los sellos
para los chinitos y de los "calendarios misioneros", la hubiera desplazado el marketing de la
modernidad misional:

"Biblia misional"140; "[un sacerdote] se había ocupado de la obra misional"141; "El terrorismo
misional europeo [...] no ha conocido líndes"142.

128 La Jornada, 14.3.96, p. 38.


129 C. Monsivais, El País, 2.10.93, p. 11.
130 La Jornada, 15.3.96, p. 24.
131 Galavisión, 24.8.96, 15 h., 5 m.
132 El Mundo, 25.4.93, p. 27; su camino ascendiente en la jerarquía eclesiástica", El País, 23.9.96, p.
27.
133 Para el DRAE, eclesial se refiere a la comunidad cristiana, y eclesiástico es el término no marcado,
referido tanto a la comunidad cristiana como a los clérigos.
134 A. Pérez Ramos, El País, 20.4.93, p. 13.
135 El País, 24. 9.94, "Ciudades", p. 4.
136 J. Mª Guelbenzu, El País, 14.3.92.
137 El País, 6.9.96, p. 23.
138 El País, 29.3.93, p. 28.
139 El País, 20.11.94, "Domingo", p. 6.
140 Antena 3 TV, 25.10.91.
141 A. Sarasola, "Cartas al director", El País, 3.11.92, p. 4.
-29-

4. Jugar con los sufijos

Sirven estos ejemplos como prueba de que el hablante puede actuar con el deseo de
buscar lo raro, lo marcado y con ello lo más expresivo, pero puede orientar igualmente su
actitud a transmitir una idea positiva o negativa de la realidad. Frente a los fueros del
sistema, contamos los hablantes también con las necesidades que surgen en el discurso, que
nos llevan a romper con una tradición, a adaptarnos a una moda o, en fin, a facilitar —o
entorpecer— la comunicación, limando —o afilando— las esquinas que contengan las
palabras.

Pulir esas durezas puede dar lugar a algunos problemas, como uno de pequeño
calado, pero significativo, que tuvo que resolver un profesor del Estudio, en este mismo
lugar143:
Se sirvió de reglamentario, en el sentido de 'para hacer el reglamento' ("las tareas reglamentarias"),
pero percibió inmediatamente que tal adjetivo no era el adecuado. Como reglamentista, por aplicarse
a la persona celosa de que se cumpla el reglamento, no le venía bien a su propósito, sustituyó
reglamentario por una voz no registrada en el DRAE, reglamentístico, porque era el único hueco
derivativo que podía encontrar en tan poco tiempo para acomodar a la voz ese sentido neutral que
andaba buscando144.

Hablar con cuidado es algo muy parecido a caminar por la cuerda floja de la lengua;
hacerlo en público equivale a actuar además sin red y, por ello, una corrección como la que
acabo de mostrar, que se ha de lograr en unas escasas décimas de segundo, puede evitar un
pequeño conflicto o desencadenar una moderada adhesión de los oyentes. El
comportamiento de los hablantes ante la selección léxica, sus dudas y vacilaciones, no
pueden medirse —desde luego un lingüista tiene muchos motivos para no hacerlo— por el
único criterio del acierto o del error: jugar a expresarse no es una lotería con la que optar a un
premio, sino algo que supone un complejo sistema de elecciones, basadas en unas creencias
y unos conocimientos que nos sitúan en una determinada relación con los demás. Si la
mayor parte de los cambios lingüísticos no se plantean como salvaguarda del equilibrio del
sistema, ello se debe a que éste es sólo un campo de posibilidades, no un motor de aciertos.

En este campo —casi Campo de Agramante— en que se realizan las innovaciones


léxicas, el caos sólo es, frente a lo que podría parecer, aparente. A veces esos cambios sirven
para nuevos significados, según se puede comprobar en la creación de tecnicismos. Pero
otras veces —lo hemos visto ya— están exclusivamente al servicio de la expresividad. De
ahí que el ámbito de lo connotativo —si es que éste puede separarse de lo denotativo-- sea
uno de los privilegiados. A este respecto, las diferencias que permite el uso de-dor o -ista en
el ejemplo siguiente no necesitan comentario:

142 A. Pérez-Ramos, El País, 20.4.93, p. 13.


143 Julio Fermoso, el día 1.10.86.
144 En esa misma ocasión se refirió J. Fermoso a la universidad funcionarial, que se apresuró a
corregir en funcionaril, convencido de que la primera formación (en el DRAE sólo aparece
funcionarial, con el valor de 'relativo a los funcionarios') podría interpretarse como un calificativo
connotado negativamente, cuando lo que quería decir era 'de funcionarios', sin tal connotación.
-30-

"porque hay separadores además de separatistas"145; "tanto el separador Losantos como el


separatista catalán Carles Muñoz Espinalt" y "regateos gallináceos de separadores y separatistas"146;
"La apariencia que da usted siguiendo la izquierda de Anguita y el PP opta por el proceder de los
«separadores», creyendo captarse el voto de los castellanohablantes"147.

Como no lo necesitan el siguiente título, dado a un artículo periodístico, en riguroso


paralelismo con los ejemplos anteriores:

"Pacifistas y pacificadores vascos"148.

Las disponibilidades sufijales permiten afrontar hechos menos serios, con el fin
exclusivo de distender. Para rebajar la pedantería nada mejor que innovar con un sufijo
propio del lenguaje formal y crear pedántico o simbolorio:

"Sin incrustaciones pedánticas, como recomiendan en Oxford que se escriban los libros de
historia"149; "Los extras izaban ensayadamente sus pancartas y simbolorios"150.

También se puede contribuir con un aportuno -ero, a la quiebra del prestigio de ciertos
insolidarios y horteras hobbyes que practican algunas personas:

"Los grafiteros locales"151.

Romper con lo esperado y cambiar un plural por un colectivo marcado, como el


señoriteo o la ciudadanía de los siguientes ejemplos, supone una carga irónica que todo el
mundo percibe:
"el señoriteo y el pueblo llano allí reunidos", "Otros eslóganes, basados en la obviedad [...] habrían
suscitado los recelos de la ciudadanía"152.

Aunque los mismos hechos —seguimos con el ejemplo de la voz de moda ciudadanía153—
puede emplearse con la intención opuesta:

"pero quien sufre es la ciudadanía, a la que se somete a un discurso indigno"154.

145 A. Moll, El País, 11.11.92, p. 14.


146 X. Vidal-Folch, El País, 22.8.94, pp. 9 y 10.
147 J. J. Fluvià Mas, "Cartas al director", La Vanguardia, 6.9.94, p. 14.
148 C. Martínez Gorriarán, El País, 25.3.96. Esta correlación se complementaría con pacífico, en un
ejemplo como: "las instituciones democráticas no son pacíficas (es decir, incontaminadas por la
violencia), sino pacificadoras", F. Savater, El País, 13.10.96, p. 14.
149 J. P. Fusi, ABC cultural, 8.12.95, p. 25.
150 J. Cueto, El País, 19.2.96, p. 27.
151 El País, 29.3.96, p. 43. Para este tipo de utilización del sufijo -ero, vid. J. García Palacios y J. A.
Pascual, art. cit., pp. 218-223.
152 J. Vidal, El País, 18.5.95, p. 48 y El País, 2.3.95, p. 56.
153 "el pueblo o la ciudadanía, que es como ahora se dice (pueblo va pasando lentamente de ser una
palabra decente y ensalzada a ser peyorativa; como pasó con proletario, luego obrero, luego
productor, ahora trabajador; como el parado o sin trabajo va siendo desempleado)", E. Haro Tecglen,
El País, 8.10.96, p. 68.
154 Ovidio, ABC, 18.5.95, p. 19.
-31-

Pero el guiño de lo connotativo puede pasar desapercibido a quien no está en el ajo.


Cuando Joaquín Vidal, desde su tendido, sustituye torero o taurino por torista, no lo hace a
humo de pajas:

"Y con semejantes prendas, aún pretenden darle categoría torista al coso de Bilbao"; "la tradicional
feria albacetense ha recuperado el tono torista que la caracterizó hasta 1993"155.

Aunque sea una perspectiva en la que no todos estén dispuestos a situarse:

"los puristas del arte torista no deben olvidar que las plazas semivacías conducen a la ruina
económica"156

De todas formas, son muchas y muy variadas las informaciones de que hay que
disponer para entender correctamente si el significado de una palabra se ha deslizado hacia
lo connotativo. ¿Cómo interpretar frasear y fraseo empleados por M. Vargas Llosa?

"Ese abismo por cuyas orillas anduvo al elegir las palabras con que las contó, al frasearla y
musicalizarla"157; "el fraseo puede acercarse amenazadoramente al de esos personajes engolados y
atimbrados que estimulan perversamente la ironía de sus demonios literarios"158.

Si se trata de una creación del autor hemos de convenir en que se ha evitado una perífrasis
para dar cuenta del significado 'pronunciar una serie de palabras' o 'el modo de
pronunciarlas'. Sin embargo, sólo con consultar el DRAE y ver que estas voces se usan en el
ámbito de la música, donde frasear se define como "cantar o ejecutar una pieza musical,
deslindando bien las frases y expresándolas con nitidez y arte" y fraseo como "acción y
efecto de frasear", cambiamos nuestra interpretación y pensamos en una extensión de este
uso especializado de la jerga musical. Con el diccionario en la mano surgen, no obstante,
nuevos problemas, porque se lee en frasear una primera acepción no marcada, es decir
general y conocida: "formar, enunciar o entonar las frases". ¿Se tratará de un uso antiguo,
empleado en la escuela, para la enseñanza de la gramática y que se haya perdido en el ámbito
en que yo he aprendido mi lengua? Y en este caso, ¿habrá tenido un mayor uso en
América?159 Son muchas las preguntas que hay que saber responder antes de valorar la
elección de una voz.

Y a menudo debe uno resignarse a no poder interpretar la razón de una ruptura. ¿Por
qué evita Manuel Vázquez Montalbán el adjetivo resistencial en el siguiente ejemplo de
1995, cuando en 1993 lo había empleado sin reservas?:

"[las derechas de la transición] necesitaban un pedigree democrático y resistente"160; "una cierta


operación de limpieza étnica de las culturas resistenciales"161.

155 J. Vidal, El País, 25.8.94, p. 22 y El País,, 20.9.94, p. 43.


156 J. A. Pradera, El País, 28.8.94, p. 25.
157 M. Vargas Llosa, El País, 31.12.95, p. 13.
158 M. Vargas Llosa, El País, 30.3.90, p. 8.
159 Así en J. Santamaría, Diccionario de mejicanismos [5ª ed.], Méjico, Porrua, 1992, leemos, s.v.
fraseo: "Gracia peculiar de un escrito en la elección y arreglo de las frases, en su expresión".
160 M. Vázquez Montalbán, El País, 22.4.95, p. 22.
161 M. Vázquez Montalbán, El País, 14.9.93, p. 13.
-32-

Tiene resistencial el dudoso prestigio que nace de la novedad, en ejemplos como los
siguientes:

"Josep Benet protagonista de una magnífica trayectoria resistencial"162; "¿será más fácil reconducir a
IU si es una organización fuerte que si es débil y resistencialista?"163; "su correlativo rechazo del
bilbainismo resistencial"164;

No creo que el cambio lo justifiquen los dos años que median entre uno y otro
ejemplo del escritor catalán, con el hastío fundado que —modernidad aparte— pudo haber
sentido por el sufijo -al durante ese tiempo. Quizá con el recurso a ese resistente, aplicado a
la derecha, se haya quedado por el camino el halo beatífico de lo resistencial. La verdad es
que desconozco la causa de esta variación, que puede deberse incluso a una ruptura casual e
inesperada con la moda del adjetivo en -al.

5. Los sufijos en el espacio que ocupa nuestra lengua

Este punto no pretende ser más que una llamada de atención sobre el hecho de que
hay que contar también con las diferencias que proceden de la extensión que una lengua
ocupa en el espacio; pues da lugar a cambios cuyo origen no controlamos bien, cuya
valoración social desconocemos y cuyas soluciones futuras no nos constan.

A este respecto quiero empezar refiriéndome a un par de inseguridades o torpezas


mías, agravadas por una impertinencia no justificable ni por mi edad ni por mi condición de
lexicógrafo. La primera me ocurrió en un hotel de Cáceres, en el que un letrero daba cuenta
de dónde estaba el desayunador. Tomé nota de ello en una ficha, con la suficiencia de quien
piensa que se las ve con un mero invento; pero un par de años después, un paseo por
Bogotá me abrió las puertas a otros desayunadores y desayunaderos que fui encontrándome
en otros lugares de América y obteniendo con ellos la certeza de que lo que yo había
interpretado como una ingenuidad de un hotelero suponía, sin ninguna duda, un uso
americano y occidental peninsular. Lo mismo que con desayunador me había ocurrido antes
con aburrición, que había anotado un día en el pueblo jiennense de Linares, con la certeza de
que estaba recogiendo un vulgarismo de ámbito muy reducido; de nuevo fue América165 —y
lo confirmé después en Andalucía— donde aprendí que se trataba de una formación mucho
más amplia de lo que yo había supuesto en un principio.

Hechos como estos me dejan un tanto preocupado, con las opciones sufijales a que
me he ido refiriendo a lo largo de esta exposición. ¿Qué seguridad tenemos de que lo que
hemos tomado como una preferencia individual no sea general en otro país? Hay variantes

162X. Vidal Folch, El País, 17.2.92.


163El País, 25.4.93, p. 16.
164J. Juaristi, El chimbo expiatorio, Bilbao, El Tilo, 1994, p. 81.
165 Lo tengo registrado en textos escritos, por ejemplo en la novela de E. Mc Bain, Mirenlos
¡Muertos!, trad. de J. C. Barrera, México, Diana, 1962, p. 42.
-33-

americanas que no hubieran desentonado de los ejemplos que he ido desgranando hasta aquí,
como ocurre con los siguientes en -al:

Aduanal166, manicomial167, paradojal168, radial 'de (la) radio', aunque la tengo documentada en
España169, lo he oído sobre todo a americanos170.

No, no son los anteriores usos individuales, sino opciones que se han adoptado en el
español de América y que llegan a nosotros como aires nuevos. No existe ninguna razón,
salvo el desinterés, que justifique que no deseemos conocer los usos del colega mejicano que
en lugar de un calendario para nuestras actuaciones, nos propone una ruta crítica171, que se
refiere a la sede investigativa172 y a los indagadores 'investigadores'173, o al servicio de
transportación174 y a las reservaciones 'reservas'175. Ciertamente a veces no resulta sencillo
entendernos a la primera, porque se me hace cuesta arriba que me pregunten si hay algún
platillo típico, cuando ese -illo176 no implica ninguna desvalorización del plato que estoy
acostumbrado a emplear.

Pero, al margen de las diferencias, atender al uso de otros lugares, como Méjico,
puede hacer que afloren espontáneamente palabras que no pertenecen a nuestro léxico
activo, como gubernatura, sufragante177, ultimar 'matar'178, acular179, inequitativo180, conteo

166 "Barreras aduanales", C. Fuentes, El País, 9.11.3, p. 11.


167 "he llegado a raspar la situación grotesca, manicomial...", M. Vargas Llosa, El País, 24.3.96, p.
13.
168 "Hay algo de engañoso y paradojal en reducir a una exposición pedagógica [...] unas obras de
imaginación", M. Vargas Llosa, El País, 27.3.94, p. 13. A menos que nos vayamos por las ramas
de la historia y nos adentremos por la "paradoxal necesidad", R. Sánchez Ferlosio, El País,
26.10.92, p. 12.
169 "La escenificación radial de «la guerra de los mundos»", D. Gistau, Paisajes desde el tren, nº 49,
noviembre, 1994, p. 37.
170 Así una niña colombiana en un programa de televisión se refiere a los "programas radiales" (TVE 1,
telediario 16.9.95, 15 h.); es normal en escritores americanos: "Un espacio radial" (O. Echeverri, "La
academia colombiana de la lengua, baluarte del idioma español", Presente y futuro de la lengua
española, II, Madrid, 1964, p. 105); "programa radial" (G. Cabrera Infante, El País, 11.4.93, p. 11);
"una conversación radial para la cadena SER" (A. Roa Bastos, Vigilia del Almirante, Madrid,
Alfaguara, 1992, p. 378).
171 Oído en Méjico en abril de 1993; en inglés es critical path 'el camino más eficaz'.
172 Oído en Méjico, en abril de 1993; está también en la introducción al Nuevo Catauro de
cubanismos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1974.
173 Oído en Méjico, abril, 1993.
174 Oído en Méjico, abril, 1993, y en una película mejicana cuyo título no recuerdo.
175 Oído en la misma película mejicana en que oigo transportación. Esta palabra la registra el DRAE
como americanismo.
176 Supongo que el siguiente ejemplo de platillo se debe al origen mejicano del autor o traductor del
pasaje: "probar un platillo exquisito", P. Greenham, El País, Babelia, 11.1.92. Curiosamente
nuestros platillos volantes son platos voladores en la Argentina: "Platos voladores, ¡Dios mío!",
Quino, en el calendario cit. , día 26.5.92.
177 "el candidato a la gubernatura de Guanajuato"; "los sufragantes cardenistas", J. G. Castañeda, El
País, 19.8.94, p. 11.
178 El País, 31.10.94, p. 11.
179 "prefirieron recurrir --o se vieron aculados a ello-- a los balazos que a la negociación", El País,
31.10.94, p. 11. El diccionario académico registra el verbo acular sin marca diatópica y la define así
en su 2ª ac.: "fam. arrinconar, estrechar a alguien".
-34-

181,captor182, ferrocarrilero183, o metódico por 'metodológico'184; o incluso que se perfilen


distintas preferencias en la explotación de los sufijos que están a nuestra disposición: en una
reunión con funcionarios mejicanos de los ámbitos de cultura y educación, celebrada en
España, al redactar un documento conjunto, los colegas de Méjico mostraban su preferencia
por contextuar 'contextualizar', en términos propositivos 'para hacer una propuesta
concreta', los cotutorajes, el apoyo invaluable, itinerar, propuesta limitante185, o
profesionista 'profesional'.

A veces pienso que españoles y americanos, de tanto mirarnos y de vernos tan


poco, no hemos aprendido casi nada, ni siquiera a estar inseguros: ese despreparado que
recuerdo de alguna película de Cantinflas, ¿es una formación suya? ¿Refleja un uso
mejicano? ¿Y los casos anteriores que he oído o leído acá y allá? ¿No serán algunos de ellos
una flor de otoño, debida al sentido creativo de una persona? Cuando la distancia es tanta —
más que en kilómetros, en desinterés— y cuando ante cada protesta de amor surge el
consiguiente desencuentro, es poco lo que sabemos y menos lo que logramos entender en su
verdadero valor. Permitidme, por lo tanto, que continúe hablandoos un poco más de mis
experiencias como turista por otros espacios donde se habla nuestra lengua, más que como
filólogo responsable y capacitado para organizar esos datos. Noto que Jorge Edwards, de
origen chileno emplea oportunidad como sinónimo de ocasión en situaciones en las que yo
no me atrevería a hacerlo:

"Borges sostuvo en una oportunidad que los europeos de hoy somos nosotros, los de América
Latina"186.

No me resulta sencillo saber si el entretención que oigo a algunos amigos chilenos es


generalizable (como se deduciría de la información del DRAE), o no, a toda América. Lo que
me ocurre, igualmente, con lo que dicen mis amigos argentinos, empezando por algo que ha
estado durante un año entero encima de mi mesa de trabajo, un calendario de Mafalda, que
ya he citado antes, en el que veo que Susanita le espeta a su amiga:

180 C. Cárdenas califica como "inequitativo e injusto" el proceso electoral mejicano, País, 23.8.94, p.
3.
181 "Según conteo rápido, el candidato progresista habría recibido un 46% de los votos emitidos", a
propósito del recuento en las elecciones mejicanas, M. Rico, El País, 24.8.94, p. 2, uso que el
diccionario académico registra en Colombia, Costa Rica y Perú.
182 "Los captores le mataron tras ser pagado el rescate", El País, 28.10.94, p. 7, "los captores se
pusieron en contacto con la familia" ABC, 28.10.94, p. 39. Ambos ejemplos proceden del
corresponsal mejicano de estos periódicos. He comenzado a encontrar en la prensa española casos de
captor con el significado de 'raptor', que no está explícitamente considerado en la definición que el
DRAE da a esta voz "sus captores lo llevaron hacia un precipicio", El País, 14.9.96, p. 20 .
183 "Eran los años sesenta, veníamos de la represión ferrocarrilera y marchábamos hacia la matanza de
Tlatelolco", H. Aguilar Camín, Morir en el golfo, Barcelona, Circe, 1988, p. 9. En España
ferrocarrilero, que no se emplea para designar la profesión, puede servir como adjetivo marcado:
"anduvo por España metido en asuntos ferrocarrileros hace ahora un siglo", C. J. Cela, ABC, 3.6.94,
p. 17.
184 Uso que he leído y oído al lexicógrafo mejicano Luis Fernando de Lara.
185 Cf. "Los modelos de la escuela neoliberal enfrentan limitantes importantes para ayudar a entender
qué es economía", N. Volkow, La Jornada, 11.3.96, p. 30.
186 J. Edwards, El País, 10.1.95, p. 12.
-35-

"¡Hijitos!...¡Eso es lo único que yo le pido a la vida!" y se apresura a apostillar: "Porque el


departamento, el auto, la heladera, el lavarropas, el televisor, y todo eso, pienso pedírselo a mi
marido, no creas que soy estúpida"187.

Sólo sé que los niños de mi barrio, en lugar de departamento188, auto, heladera o


lavarropas, hubieran utilizado: piso, coche, nevera o frigorífico y lavadora. Desconozco el
area precisa en que se emplean corajudo189, renunciamiento190 y prosador 'prosista'191,
voces a las que el DRAE no ha colocado ninguna marca geográfica ni social, que no he visto
nunca empleadas en el ámbito familiar o en el de mis amigos más cercanos. Supongo que
foquista 'iluminador, encargado de los focos durante el rodaje de una película' será una voz
propia de la jerga del cine y televisión en cualquier país en que se hable español, aunque la
primera vez que me topé con ella fue en una película argentina192. Tengo más seguridad al
considerar como americano el sentido de 'local en que se proyectan películas' con que
emplean biógrafo F. Fernán Gómez y M. Vargas Llosa193, así como otros usos que observo
en algunos amigos españoles de origen argentino, del tipo: carnet de conductor, en lugar de
'carné de conducir', o palabras como desprolijo 'prolijo', llamado 'llamada'194, estadía195.

Cuando se llega por vez primera a un país distinto en que se habla español, siente
uno una sorpresa al comprobar que los hablantes de esa lengua que nos une no han
renunciado a explotar de otro modo sus posibilidades formativas. Y al oír en Colombia a un
profesor hablar de la expoliación de los datos de la biblioteca del Instituto Caro y Cuervo,
187 Quino, en el calendario cit. , día 18.1.92.
188 Guille le dice a su padre que está construyendo depadtamentoz y aparecen en la viñeta casas de
cuatro pisos con ventanas, hechas de arena en la playa, Quino, en el calendario cit., día 17.8.92.
189 "Es la mujer más corajuda que he conocido" dice un preso argentino de una juez a la que había
tomado como rehén, El País, 9.4.96, p. 2.
190 "Nosotras tenemos una línea de conducta recta y sin renunciamientos", el dibujante argentino
Tabaré, El Jueves, 9.8.95, p. 32.
191 E. Anderson Imbert, Op. cit., p. 51.
192 Lo oigo en la película argentina dirigida por A. Aristain, Un lugar en el mundo. No está registrada
en el NDA, II.
193 F. Fernán Gómez. ABC, 14.9.91; "en Suramérica significa 'local de proyecciones cinematográficas",
M. Vargas Llosa El País, hacia el año 1991, artículo cuya referencia he perdido. Aparece en el NDA,
II, aunque marcado como obsolescente; no lo registra el NDA, I. Miguel Delibes en Diario de un
emigrante...
194 Tanto en el sentido de 'llamada' como de 'llamamiento'. Suele contar un excelente filólogo que
Jaime Gil de Biedma dijo a Mario Muchnick el día en que se nacionalizó español (era de origen
argentino): "ahora ya dirás he recibido una llamada en lugar de un llamado"; "El llamado de la
selva", en la película argentina cit., diririgida por A. Aristaráin. Es la forma normal en las tiras
Mafalda, que grita subida en una silla: "Desde esta humilde sillita formulo un emotivo llamado a la
paz mundial" u oye en la radio: "Hizo el papa un nuevo llamado a la paz", lo que comenta: "y dio
ocupado como siempre, ¿no?"(Quino, en el calendario cit., días 16.1.92, 13.1.95). Se usa también
en el Perú: "Hayek lanzó aquel formidable llamado de atención al gran público", M. Vargas Llosa,
El País, 5.4.92; en la respuesta televisada que el presidente Fujimori dio a la carta que le había
enviado Abimael Guzmán: "[Exigió] «efectuar un llamado directo y claro a sus huestes, para que
entreguen las armas»], El País, 11.10.93, p. 10. De su uso en Méjico da cuenta el hecho de que C.
Fuentes hiciera "un llamado a Clinton [para que abandone Florida] pero [que] gane el mundo" y a
Castro "otro llamado [para que] pierda a Marx [pero que] salve la revolución", El País, 18.9.94, p.
13.
195 Aunque el DRAE lo define sin marca como 'estancia', el NDA, II lo caracteriza como menos
frecuente en España que en la Argentina, cf. en el Paraguay: "Aquella estancia [de García Lorca],
aquella estadía, según dicen allá [en Montevideo]", M. García-Posada, El País, 6.9.94, p. 12.
-36-

que luego los digitadores profesionales han de pasarlos a máquina196, para más tarde
encuadernar todas esas páginas, si bien con un encuadernamiento hecho a mano, me
pregunto dónde mirábamos en el pasado los españoles que no pudimos ver franquear esas
puertas creativas que en otro lugar de nuestro pasado común, tan lejano, otro
hispanohablante se atrevió a franquear.

Para quien se ocupa de la historia de las lenguas, cada nueva formación que llega a
cogüelmo resulta un prodigio, aunque éste consista en que se haya decretado en Colombia el
estado de conmoción interior por lo que aquí sería el 'estado de excepción'197, o haga un
trasteo 'traslado'198, o incluso aunque nos las veamos con el galicismo decolage, con el que
un piloto colombiano anuncia el despegue del avión... Voy a dejar aquí un recorrido que
hubiera deseado fuera más amplio. Los ejemplos allegados pueden, al menos, dar cuenta
razonablemente de la existencia de fuertes y abundantes discrepancias formativas en los
dominios en que se habla español. Discrepancias que dan lugar a dificultades; dificultades
que no ocultan que los procesos de creatividad se dan en todos los lugares en que se habla
una lengua y en todos los registros en que se emplea.

Unos pasos más y nos alejamos excesivamente de la comprensión, como ocurre


cuando escuchamos el tango Mano a mano de Carlos Gardel (la letra era de Celedonio
Flores), a menos que recurramos al repertorio académico, que inexplicablemente nos aclara la
mayor parte de nuestras incomprensiones:

hoy sos toda una bacana199: la vida te ríe y canta. Los morlacos200 del otario201 los tirás a la
marchanta202...

Pero estamos en los límites de la comprensión, que no debemos traspasar, pues hemos de
continuar con los problemas de las elecciones léxicas: ahora para ver de qué modo
deberíamos los hablantes actuar ante ellas.

196 "Los digitadores digitan sin saber", lo he oído también en Méjico, en abril de 1993.
197 "El presidente [de Colombia] decretó el estado de conmoción interior", P. Lozano, El País,
13.1.96, p. 5.
198 Así se emplea en la película colombiana La estrategia del caracol.
199 El DRAE no registra bacán. El NDA, II caracteriza vivir como una bacana como coloquial y lo
define: "Vivir con lujo, sin privaciones". Bacana "es la mina (mujer) de un lunfardo, que en
combinación con su bacán (hombre) se finge enferma para atraer otarios", J. Gobello, Diccionario
lunfardo, Buenos Aires, A. Peña Lillo, editor, 1975 y J. C. Guarneri, diccionario del lenguaje
rioplatense, Montevideo, DISA, 1970.
200 El DRAE considera morlaco general en América, con el sentido de 'dinero'; el NDA, II lo considera
obsolescente en la Argentina.
201 El DRAE considera otario general en La Argentina y Uruguay, con el sentido de majadero; para el
NDA, II, que se refiere a su empleo como insulto, es coloquial en la Argentina.
202 El DRAE considera a la marchanta como loc. adv. fam. de la Argentina y de Bolivia, con el
significado de 'a la rebatiña'; el NDA, II lo considera coloquial en la Argentina.
-37-

4. ¿CÓMO HEMOS DE ACTUAR LOS HABLANTES?

1. Sobre el diccionario

Cuando una palabra surge no se sabe dónde y sin el aval de una persona que nos
merezca confianza, lo normal es que carezcamos de la seguridad de saber qué hacer con ella.
Para salir del paso disponemos de un procedimiento de urgencia: consultar un diccionario.
Ciertamente, para el connaisseur es éste un mal menor, pues sabe que ese código se basa en
gustos que no coinciden siempre con el suyo y le consta además que definir, o dar por
bueno lo definido, supone una idea cerrada del uso de una lengua, cuya estabilidad, fijeza y
seguridad, no se corresponden con una realidad que, siendo compartida por personas muy
distintas, es variada, indecisa y cambiante. En cualquier caso se ha de consultar el
diccionario con flexibilidad, ya que a diferencia de la superestructura de la ley, estos códigos
del uso léxico no dirimen nada, sino que tan sólo orientan a los hablantes sobre las
posibilidades de que disponen para elegir; luego a éstos les queda la responsabilidad de
hacerlo, según sus propias creencias en esta materia.

Me ayudaré de una pequeña historia para ilustrar lo que acabo de decir. Sus
protagonistas son algunos excelentes profesionales del periodismo, que se retractaron de
unas opiniones muy razonables aparecidas en su periódico, sobre la utilización de unas
cuantas palabras. Lo que habían criticado, junto con otras cosas, era el empleo que hacían
algunos políticos de voces como implementar, posicionamiento o siniestralidad. Cuando
algunos lectores les hicieron caer en la cuenta de que estos vocablos habían sido recogidos en
la 21ª edición del DRAE, aceptaron la "evidencia" del diccionario, argumentando, en su
disculpa, que la crítica hecha a esas voces se había cocinado antes de que aparecieran en su
última edición, cuando todavía no eran, por tanto, auténticas palabras203; en lo que no
puedo darles enteramente la razón, puesto que la existencia de una palabra no depende de si
está o no registrada en el diccionario de la Real Academia Española, del mismo modo que su
aparición en él no la convierte en inmune a la crítica.

Me parece una actitud francamente positiva tratar de seguir las orientaciones del
diccionario de la Academia; pero el exceso de respeto puede convertirse en dejadez, cuando
lo que se admite son disparates como implementar, posicionamiento y siniestralidad y se
toman, además, como muestra de una actitud abierta; aunque parece que el periódico no
dejaba de tener la mosca detrás de la oreja al sugerir que algunas voces registradas en el
DRAE podían contribuir a la degradación de nuestra lengua. Para quitar hierro al asunto, se
optó por una solución salomónica:

"Aunque es lícito discrepar de las decisiones que toman los académicos, lo cierto es que ellos son
los primeros encargados de velar por la salud del idioma. Respétense sus decisiones"204.

203 J. de la Serna, "El Defensor del Lector", El País, 28.3.93, p. 14.


204 J. de la Serna, "El Defensor del Lector", El País, 8.3.93, p. 14. En otra ocasión J. Arias,"El
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La justificación se hace sobre ascuas, como lo demuestra que luego se distinga entre este
respeto a las decisiones y una especie de coartada para no seguirlas, y evitar así el
empobrecimiento del español. Prefiero dejar de lado el valor que tiene el argumento de
respetar las decisiones de quienes están encargados de vigilar la salud de la lengua, porque si
lo extendiéramos a campos como el de la política, la banca o la religión, sobrarían los
partidos de la oposición, las asociaciones de consumidores y hasta supongo que estaríamos
de más los propios cristianos.

En el mismo periódico se vuelve a tratar en más ocasiones de la autoridad del


diccionario, ahora a propósito de la idea de la Academia de "dar carta de naturaleza" en
nuestra lengua a la acepción 'ponerse nervioso' del verbo enervar205, aunque ese certificado
de nacimiento se lo había concedido antes el uso del vocablo empleado repetidamente con
ese sentido206. Podría gustarnos que por fin se haya adoptado enervar, como se había hecho
justificadamente en francés desde hace ya bastante tiempo, y podría no gustarnos, en
cambio, posicionamiento. El diccionario sólo es una guía, sin más, que no puede hacernos
perder la capacidad de discernimiento lingüístico; aunque lo que aparezca en él pueda influir
decisivamente en que nuestros hijos y nietos terminen usando palabras que no nos gustan,
del mismo modo que usamos otras, como explotar una bomba (incluso explosionar) o el
tráfico de coches, etc., que mi padre no hubiera empleado nunca. Pero las cosas son así:
podemos conocer adecuadamente el pasado, discrepar en el presente y tener la absoluta
certeza de que el futuro no nos va a dar la razón. Entre tanto debemos actuar en nuestras
elecciones léxicas, sin necesidad de vivirlas con la dureza que a veces se manifiesta en las
discrepancias políticas de nuestro país. Y compensatoriamente no estaría de más que
algunos políticos imitaran a estos periodistas en saber pedir perdón, por haber hecho cosas
mucho más graves que crear defector, el cual, por otro lado, no es un disparate mayor que
siniestralidad:

"caímos en la tentación y, por esa falta de propiedad entendida como «significado exacto de las
voces» en el uso del castellano, entonamos el mea culpa»" 207;

defensor del lector", El País, 9.6.96, p. 14, discrepa de la Academia, que ha admitido el uso de
chequear, general en Méjico.
205 J. de la Serna, "El Defensor del Lector", El País, 1.8.93, p. 12.
206 Usa esta palabra un escritor tan cuidadoso como A. García Simón, El ocaso del Emperador,
Madrid, Nerea, 1995, p. 55. Las tres cartas siguientes son una buena pista de que era irremediable
introducir esa acepción s. v. enervar: "[...] el señor Vázquez Montalbán, en su artículo [...] del
pasado día 5 de octubre dice: «A un sector del PSOE, en el poder, le enerva; es decir, le pone
nervioso...» [...]" y a continuación da cuenta de las definiciones del diccionario académico, A. Mª
González, "Cartas al director", El País, 9.10.87; "Estas líneas están escritas con rabia. Con la que
produce la enervante sensación de impotencia que asalta a los que, como yo, vemos vapuleado por
el crítico de turno aquello en lo que creemos o amamos", J. A. Martínez Hidalgo, "cartas al
director", El País, 2.2.90.; "El señor Hermida, en su programa del pasado día 5, efectuó una
entrevista a don Terenci Moix [...] Durante la conversación el señor Moix dijo que "enervaba..." [...]
en el sentido de que le sacaba de 'sus casillas' o similar. Esta palabra nadie, ni siquiera personas
cultas, la emplea en su correcta acepción, que, según los diccionarios y enciclopedias que tengo en
mi poder, es debilitar, quitar las fuerzas. Debilitar las fuerzas de las razones o argumentos. Me
pregunto si no sería posible que la Real Academia de la Lengua estudiase este fenómeno y, llegado
el caso, cambiase su significado", Mª L. Rubio Martínez, "Cartas al director", Diario 16, 23.1.92.
207 R. M. de Rituerto, jefe de la sección de Internacional le da esta explicación a J. Arias, defensor del
lector, que él transcribe así, El País, 17.9.95, p. 14.
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o por haberse olvidado, no sólo del repertorio académico, sino también del Libro de Estilo,
como ha ocurrido con el empleo de poeta por poetisa, uso con el que, al margen de lo que
nos guste o no a nosotros y a los académicos, tiene que haber más argumentos que el
siguiente:

"Se ha tratado de un error lingüístico, ya que el DRAE a la voz poetisa escribe: «Mujer que escribe
poesía». Y lo confirma el Libro de Estilo de El País. [...] Por ello no nos queda más que pedirle
perdón a nuestra amable lectora mexicana"208.

Ninguno de esos argumentos debió convencer al escritor y académico M. Vargas Llosa para
escribir:

"Maya Angelou, una poeta norteamericana de segundo, o acaso tercer orden, es el poeta más leído de
todos los tiempos en lengua inglesa"209.

Las siguientes palabras de un directivo de la Real Academia Española son de las que
animan a evitar tomarse a la tremenda si algo puede, o no, decirse. Una periodista
salmantina210 le preguntaba sobre la razón de por qué la Academia no admitía la palabra
jueza, a pesar del abundante uso que se hace de ella en la prensa; a lo que respondía que:
"la admision de palabras hay que hacerla de acuerdo con el genio del idioma [...] juez no puede ser
jueza, porque vale para el masculino y el femenino. Viene del latin iudex y no existe iudexa, por lo
que yo no me voy a inventar la palabra jueza".

Ciertamente los académicos no pueden inventarse jueza, precisamente porque ya está


inventada y aparece de cuerpo presente en la última edición de su diccionario, definida como
"mujer del juez" y "mujer que desempeña el cargo de Juez". Debería reconfortarnos
comprobar que los propios miembros de la R.A.E. no mantienen una relación dramática con
el diccionario, ni cierran filas para defender su contenido, ni lo consideran inmutable. Por
ello no debemos preocuparnos si, aunque acogidos por el diccionario, nos suena mal a
algunas personas la palabra jueza211 o ese disparate derivativo que es siniestralidad; pero
tampoco nos preocuparemos si la sensación de disgusto desaparece —a sabiendas además
de que lo probable es que termine triunfando212— y nos decidimos a usar esas palabras en el

208 J. Arias, "El Defensor del Lector", El País, 26.5.96, p. 14.


209 M. Vargas Llosa, El País, 2.6.96, p. 14.
210 M. Hernández del Amo, "Entrevista al Secretario de la R.A.E.",Tribuna de Salamanca, 10.3.96.
211 Cf. "Dice el Libro de estilo de El País: «Aunque la Academia tolera jueza como femenino de
juez, se seguirá escribiendo la juez». Si es así, ¿por qué en la página 29 del domingo 15 de
diciembre reza el siguiente titular: Una jueza ordena el secuestro de un libro sobre la guerra
civil?...", J. Díaz Bethencourt, "Cartas al director", El País, 4.2.92; "habrá que ir con pies de
plomo [...] y en todo caso resistiéndose a juezas y poetos", J. J. Moralejo, La Voz de
Galicia, 17.2.93; "por favor, jueza, no, aunque se pueda", escribe E. Haro Tecglen y explica su
rechazo por "la estupidez cacofónica", El País, 18.4.96, p. 60; "El otro día vi a una jueza
machacando nuezas en un almirezo. ¿Que no se lo creen? Pues hacen bien, porque por muy machisto
que yo sea, nunca me atrevería a decir --ni en la juventuda ni en la vejeza-- sandezas de este jaezo. (A
la Real Academia Española, con una respetuosa reverencia)", A. Oroz, "Cartas al director", El País,
12.8.94, p. 11.
212 Hoy es imparable su empleo en ejemplos como los siguientes: "Sesenta y una propuestas para
reducir el índice de siniestralidad en las carreteras", El Adelanto de Salamanca, 6.3.93, p. 24; "las
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futuro. Son las reglas de juego de una lengua que, por estar viva, es cambiante; motivo por el
que podemos permitirnos unos cuantos —a sabiendas de que el porvenir no va a seguir
nuestros pasos— el lujo de que tampoco nos guste posicionarse y posicionamiento213,
como no nos gustan esos zapatos altos y blancos que han hecho las delicias de tantas
jovencitas este verano. ¡La lástima es no disponer de la misma libertad para optar por tener
un Nonell en casa en lugar de esa lámina mil veces reproducida que Veblen se encargó de que
no me gustara!

indemnizaciones por siniestralidad agraria descenderán a 12.000 millones", El País, el 7.6.93, p. 60;
"las altas tasas de siniestralidad eran perfectamente aceptables", T. Sharpe, Lo peor de cada casa,
Barcelona, Anagrama, 1996, p. 21. En La Gaceta Regional de Salamanca se emplea siniestralidad
en el título de una noticia y accidentalidad en el cuerpo de ella, el 18.8.96, p. 5; es más razonable
accidentabilidad, que registra en El País, el 20.10.91, según el DVUA.
213 Posicionarse y posicionamiento pertenecieron primero a la jerga de físicos e informáticos: "[los
relojes atómicos] también se usan en navegación (barcos, aviones), en el sistema de posicionamiento
global (por satélite) o en los viajes espaciales" (respuesta literal de Norma Ramsey, aunque traducida
al español, El País, 26.5.93, "Futuro", p. 4); "su tecnología [del escáner] de posicionamiento óptico
le da una mayor precisión en la unión de las pasadas que forman la imagen" (El País, "Futuro",
3.3.93, p. 8) y se han convertido luego en un guiño de modernidad. Guiño que no hace ninguna
gracia a L. Núñez Ladeveze (pues se burla de ella en un art. ya cit., publicado en el Ya, 5.7.87, p.
15) ni a A. Arteta (quien recomienda a un político: "no deje usted en sus discursos de posicionarse
ni de solicitar el posicionamiento electoral de sus muchos o pocos oyentes; nada de pronunciarse,
definirse o situarse, ni de exigir de los votantes sus pronunciamiento, compromiso o definición,
que son términos de menor empaque", 5.6.87) ni a A. Castresana ("muchos empezábamos a
acostumbrarnos ya a ciertos desmanes lingüísticos [...] a escuchar con toda atención discursos
políticos ajenos al uso correcto y elegante de nuestra lengua [...] todos, o casi todos, en fin,
empezábamos a posicionarnos en orden a la utilización de la lengua", no hace falta decir que está
escrito irónicamente, El País, junio, 1991), ni a F. Savater ("El columnista posiciona —según el
horrendo terminacho— con más o menos gracia", El País, 16.9.95, p. 13), ni a M. Vázquez
Montalbán ("El ridículo hecho por nuestros parlamentarios [...] sería un mal menor si además se
hubieran posicionado como ellos dicen, ante la convocatoria del paro general", El País, 19.12.88),
pero que encanta a muchos políticos: "Sotorra, que por cierto, está posicionando [vienen en cursiva
en el texto] con la octava [asamblea]" (entrevista de J. L. Barberia a Miren Alkorta de ETZ PM, El
País, 11.10.82, p. 22); "«se necesita un posicionamiento público» reiteró el parlamentario de EA
[...] Para el parlamentario de EA, «si HB se calla existe responsabilidad política por inhibición y si
no se posiciona, puede influir en lo que le vaya a pasar a este hombre»" (Diario 16, 27.12.88);
"Hay que introducir, a su juicio [al del obispo J. Mª Setién], moderación en ETA y «flexibilidad»
en los «posicionamientos llamados democráticos»" (A. Elorza, El País, 13.8.96, p. 13); "Con este
giro en su posicionamiento, Vidal-Cuadras aseguró que no cede, sino que cede «a un interés superior
como es que el Gobierno de España sea más fuerte, y ante ello se deben sacrificar otras cosas»"
(Tribuna de Salamanca, 16.8.96, p. 17); "La política exterior, la política económica [...] son
posicionamientos idénticos, con pequeños matices diferenciales, en el PSOE y en el PP" (J. L.
Gutiérrez, ABC, 13.10.96, p. 39). Estas palabras han prendido también en ámbitos ajenos a la
política: "¿Dónde nos posicionamos para evitar que otros puedan disfrutar de lo que nosotros
tenemos?", L. A. Loyo, "Cartas al director", El País, 6.7.90; "con la misma agresividad que se usa
para posicionar en el mercado un detergente", E. Ladrón de Guevara, Diario Vasco, 8.8.87; "[a J. L.
Ocejo le] preocupa que el público no se posicione ante el hecho de que haya actividades muy
exclusivas en el verano santanderino", RNE 2, 3.8.95, 19 h., 20 m.; "una historia de anticuarios y de
investigadores que no estaban posicionados en el presente", A. Osuna Fernández Largo, La
hermenéutica jurídica de Hans-George Gadamer, Secret. de Publ. de la Univ. de Valladolid, 1993,
p. 22; "El proceso de gestación suele ir acompañado de discusiones y posicionamientos, dentro y
fuera de la propia comunidad académica", El País, 14.10.96, p. 10. A base de disparates
encadenados se puede llegar a ese magnífico reposicionar: "Los famosos pantys se reposicionan
desde entonces como ropa interior", J. Peñafiel, El Independiente, 24.2.89, p. 43.
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Decíamos que el diccionario es un mal menor, pero, al fin y al cabo, permite resolver
en una lengua una gran parte de los problemas que cada uno de nosotros mal íbamos a poder
solucionar por nuestra cuenta y riesgo. Supondría una gran ingenuidad pensar que quienes
tienen que hacer muchas cosas más que ocuparse de su lengua puedan poner en práctica
ideas como las que Mayans o Martí defendieron en el siglo XVIII, fijándose en las ventajas
que se derivarían de dedicar un largo período de nuestra existencia a mejorar nuestro
conocimiento profundo del español, frente a la comodidad que supone contar con las
normas que proporcionan una gramática o un diccionario214.

2. Sobre la lectura

No deberíamos limitarnos a afianzar nuestros usos acudiendo a un diccionario,


cuando podemos encontrar otros caminos más entretenidos y más rentables también,
siguiendo el buen hacer de aquellos hablantes que sienten interés por la lengua y tratan de
conocer mejor sus mecanismos; son los mismos hablantes que, sin renunciar a los fueros de
la imaginación, suelen expresarse con claridad, y con los que se disfruta hablando o leyendo
sus escritos. Estamos los lingüistas tan ocupados con la oralidad, que se nos está olvidando
que los escritores son un buen modelo de cómo explotar a fondo y creativamente las
opciones de elección que nos brinda una lengua: dar la espalda a la lengua literaria en estos
tiempos nada fáciles para la filología, por considerarla la hermana menor de la lengua en
general, sería un disparate.

Además, empleamos nuestra lengua en más situaciones que la coloquial y hemos de


estar preparados en esos casos para dar, por ejemplo, con un adjetivo que nos permita no
tener que acudir por enésima vez al rodeo de decir que algo puede traducirse. ¿Cómo
sabremos si debemos utilizar traductible o traducible? De hecho existen argumentos para
ambas opciones: por un lado conductible, factible, sensible, formados sobre el participio
latino de los verbos correspondientes, a la vez que decible, movible, argüible. Sé que si
acudiéramos al consejo de un profesor de lengua nos recomendaría seguir el uso más común
(aunque fuera sólo para romper con él); pero aquí está el problema, porque este adjetivo que
queremos emplear por primera vez, con el significado de 'que se puede traducir' no se lo
hemos oído a nadie, y no sabemos si se ha llegado a emplear entre las personas cultas en
España, y mucho menos entre las de Cuba, Perú o Ecuador. No podemos reducir los
problemas de empleo de las lenguas a la descripción de su uso, cuando en una cierta medida
consisten en una serie de posibilidades abiertas a la elección de sus hablantes, por las que
éstos muchas veces no saben cómo manejarse.

Claro que ante la duda podemos recurrir al diccionario, donde se registra la voz
traducible215; aunque no siempre obtendremos respuesta, como nos ocurriría si buscáramos
un adjetivo para acortar (¿acortable?). Hemos usado en estos casos el diccionario como si

214 Cf. G. Mayans y Siscar, Epistolario, II: Mayans y Burriel, ed. de A. Mestre, Valencia, Publ. del
Ayuntamiento de Oliva, 1972, pp. 119-121, 169 y passim.
215 Esa es la razón por la que en el manual de Lengua castellana para bachillerato, Madrid, Santillana,
1996, p. 104, L. Alcalde, L. Castro y yo nos hemos avenido a escribir: "los rasgos anteriores
facilitan la traducibilidad de los términos de una lengua a otra".
-42-

de directorio telefónico216 se tratara: no para encontrar el número de un abonado, sino para


dar con la palabra canónica o simplemente para saber que no existe. El problema se le
presenta a quien intenta aprovechar al máximo su libertad de elegir y no puede saber si la
decisión que han tomado los lexicógrafos, basándose en un determinado ejemplo, puede no
ser la única ni la mejor: ese traducible del diccionario no es el único adjetivo con el que
podemos contar, traductible, aunque no venga en él, lo emplea Miguel de Unamuno:

"busco hasta en el estilo lo íntimo, sus entrañas, lo traductible de él", "que es lo traductible a
cualquier idioma"217.

Estamos aún lejos de poder prever si se mantendrá en el futuro la propuesta del diccionario
o la elección del antiguo rector salmantino, o si las dos van a subsistir; pero la existencia de
ambas nos permite elegir con seguridad, si somos conscientes de que al preguntarnos por el
uso lingüístico no estamos refiriéndonos a la verdad sino a algo mucho menos trascendente:
al juego.

Dando por sentada la importancia del diccionario, deberíamos dar un paso más
acudiendo a la literatura y a su capacidad de enseñar incertidumbre, a que se refería Joseph
Brodsky 218, pero una moderada incertidumbre, pues el calor de los libros puede lograr que --
me sirvo de unas gratísimas imágenes de Joan Barril-- "se nos quede un poco de claridad en
los dedos", en este "erial de palabras a peso"219 con que tantas veces se puede caracterizar el
empleo que se hace de nuestra lengua.

Esa claridad no debe, sin embargo, deslumbrarnos y hacernos pensar que para elegir
bien, podamos prescindir de nuestra preparación o de nuestro cuidado. Por muchos que
sean los mediadores del uso lingüístico, la orientación ha de venirnos, en última instancia, de
nuestro propio juicio, que nos permitirá entender, por ejemplo, que en la lengua
especializada de una disciplina científica puede estar justificado lo que sería improcedente
en la lengua común:
Hace pocos días, a un amigo le hicieron, en un control de carretera, un análisis de alcoholemia que
dio positivo. Si yo tuviera que seguir hablando de ello, no necesitaría disponer de un sustantivo
como la positividad o la negatividad, para referirme a los posibles resultados del análisis en
cuestión; pero cuando un profesional tiene que dar cuenta repetidamente de que los resultados de los
análisis que realiza puedan dar positivo o negativo, se entiende bien que se refiera a ellos por medio
de la positividad y la negatividad, como vemos en el siguiente texto: "Por lo que respecta a la
determinación de HLA B27, su positividad puede orientarnos hacia una espondiloartritis pero su
negatividad no la excluye"220.

216 Sigo con mucho gusto la posibilidad que me brinda E. Lorenzo, Anglicismos hispánicos, Madrid,
Gredos, 1996, p. 579.
217 M. de Unamuno, Epistolario americano (1890-1936), ed. de L. Robles, Ediciones Universidad
de Salamanca, Salamanca, 1996, pp. 79 y 82.
218 "Por eso es por lo que la literatura es necesaria, porque la literatura enseña incertidumbre", J.
Brodsky, El País, 4.8.96, "Domingo", p. 13.
219 J. Barril, El País, 5.9.91 y El País, 30.5.91.
220 J. Laso Guzmán, Directrices para el diagnóstico diferencial, Barcelona, Doyma, 1990. He perdido
la referencia a la página.
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Es importante tener este hecho en cuenta, porque nuestra relación con la lengua es diferente
en las distintas situaciones en que nos servimos de ella: nuestro comportamiento no puede
ser el mismo en la expresión del pensamiento científico, en el intento de creación literaria, en
su empleo coloquial.

3. La propia responsabilidad

En todas estas situaciones hay un momento en el que el hablante se encuentra a solas


con su propia responsabilidad en el empleo de su lengua; y, aunque sea consciente de que
existen modas, aunque esté atento a lo que hacen los demás, aunque pueda recurrir al
diccionario, aunque conozca opciones diferentes en otros lugares en que se habla español, no
por ello puede rehuir tomar al final sus propias decisiones.

Para ello cuenta con que para emplear su lengua ha de saber cuidarla —cuidado que
no debe ser menor que el que dedica a actividades como cantar, conducir, bailar o nadar—.
Para algunos está bajo sospecha este placer tan simple que consiste en esmerarnos al hablar
con nuestros amigos o al escribirles, cuando ello ni engendra dinero ni entraña gastos, al
menos de un modo inmediato. Se trata de algo que puede llegar a convertirse en vicio,
aunque vicio menor y sin pretensiones, pues no se acerca ni por asomo al que han adquirido
los elegidos que llegan a ser escritores; ni ellos ni vosotros necesitáis ser gramáticos para
conocer cada vez mejor vuestra lengua. Igual que existen excelentes conductores que saben
poquísimo de mecánica, el fuerte de muchos novelistas no es la gramática, y algunos hasta la
odian; aunque conocen muy bien las posiblidades expresivas de su lengua. Contaba Joaquín
Vidal que Antonio Díaz-Cañabate le había explicado:

"Si cuando escribo hubiera de estar pendiente del sujeto, verbo y predicado, acabaría odiando al
sujeto, al verbo, y a quien los inventó", y al preguntarle el periodista "¿Y el predicado no?" le
respondió: "A mí el predicado me la trae floja". De lo que deduce, a mi juicio acertadamente, que:
"Posiblemente grandes escritores no pasarían un examen elemental de Gramática. En cambio,
eminentes lingüistas serían incapaces de escribir un solo párrafo con la galanura y la riqueza léxica
habituales en los buenos narradores y poetas. Lo cual no quiere decir que la Gramática sea inútil.
Ahora bien, la literatura tiene más arte que regla y gira en torno a las ideas, que fluyen espontáneas y
no están sujetas a normas". Frente a la norma a ultranza no está el vacío, sino el arte, el impulso
creador y, lo que es fundamental, las ideas: "el problema verdadero no [es] que escribamos y
hablemos mal, sino que sabemos muy poco y pensamos menos"221.

Es una opinión en gran medida coincidente con la que Gabriel García Márquez
utiliza para explicar dónde sitúa la clave de su escritura:

"«Yo no sé gramática». Ninguno de sus millones de lectores lo diría, pero él está seguro de que
nunca podría aprobar uno de esos terribles exámenes que sufren ahora los estudiantes: «Estoy seguro
de que me tumbarían». Tan claro como su destino de estudiante tiene su sueño de escritor: «Me
gustaría llegar a escribir de forma que cada línea tuviera la trampa que enganchara para la siguiente.
Que cada línea dejara en suspenso y empujara al lector a seguir»"222.

221 J. Vidal, El País, 13.10.92, p. 76.


222 C. Arroyo, El País, 31.12.95, p. 28.
-44-

Tender en cada línea una trampa para la siguiente o "hincar un clavo de malicia a cada
palabra", como hacía el buen Pármeno223, son medios de que disponemos para seducir a los
demás. Y no es otra cosa lo que pretendemos hacer con el lenguaje, siempre y cuando
contemos con el respaldo de un universo mental que nos ampare.

Sin excesos maximalistas, como se dice ahora, me atrevo por primera vez en este
monólogo, que hubiera preferido fuese un diálogo, a daros unos consejos, que tomo del recto
juicio de Mayans, para animaros a que vuestras elecciones se beneficien sobre todo del
trabajo. Un trabajo en el que habéis de comenzar cuidando con esmero cuanto decís o
escribís:

"Yo no digo que los preceptos de la Gramática no sean importantes. Sin ellos no puede escrivirse
con perfeta enmienda, pero saber todos los que conducen para dicho fin es negocio que pide una
aplicación de quince o veinte años. Los Romanos, que escrivieron con tanta enmienda, antes de
publicar sus cosas las leían a sus amigos. Estos las corregían i después de un severíssimo examen se
copiavan i esparcían"224.

Y luego dedicando algún tiempo a la lectura, aunque deberíamos buscar una nómina de
escritores más cercana a nosotros que la que propone Mayans:

"¿Quiere Vm. saber [...] español? [...] Lea a Mendoza, Granada, Rivadeneira, Santa Teresa [...] Pero
ha de leer Vm. los libros de la primera línea a la última"225.

Pero en última instancia, es vuestra responsabilidad la que cuenta en las elecciones,


como vuelve a recordar el gramático valenciano a su amigo Nebot:

"Buelvo a decir que las lenguas vivas admiten poca imitación. Dígame Vmd. ¿a quién imitava Santa
Teresa? Yo sé que a ninguno, i su estilo es la misma pureza. ¿A qué Español imitó Fr. Luis de
Granada? ¿A quién imitó Fr. Luis de León? ¿A quién Pedro de Valencia en la Traducción de Arias
Montano? Por cierto, a nadie. Todos estos estilos son tan diferentes como los semblantes de sus
autores [...] En materia de imitación yo no deseo otra cosa sino que si estos grandes hombres
pensaron bien en sus asuntos, Vmd. piense bien en el suyo [...] Quando quiera Vmd. imitar a
alguno, no ponga estudio en ello, sino que lea sus obras diez o doce veces, i verá cómo aquellas
mismas expressiones se le vienen a la pluma sin buscarlas, como el calor a quien se pone al sol"226.

La naturalidad y, sobre todo, el silencio son garantía de la reflexión y del buen juicio.
En lo que contamos también el impecable aval de José Angel Valente, que explicaba cómo
Webern operaba con el silencio, que:

"sería la respuesta, desde el punto de vista del lenguaje poético, a esta dilapidación verbal de los
lenguajes de la propaganda, de los lenguajes políticos, de los lenguajes informáticos... [...] Una
poesía no se oye si antes no se oye su silencio" 227.

223 F. de Rojas, Celestina. Tragicomedia de Calisto y Melibea, II, ed. crit. de M. Marciales, Urbana,
University of Illinois Press, 1986, p. 148.
224 G. Mayans y Siscar, Epistolario, IV, cit., p. 375.
225 G. Mayans y Siscar, Epistolario, IV, cit., pp. 323, 324.
226 G. Mayans y Siscar, Epistolario, IV, cit., pp. 214, 216.
227 F. Jarque, El País, 10.8.95, p. 20, que cita palabras textuales de J. A. Valente.
-45-

El silencio es no sólo una condición de la poesía, sino un desafío a los excesos de


ruido de nuestro mundo, al fetichismo de lo urbano y del movimiento continuo que empieza
con el trabajo, sigue con el deporte, y termina con una música obsesionada por la percusión,
que ha perdido los matices alados de una buscada lentitud. Sin silencio no hay tiempo para
olvidar un mundo de obviedades, construido sobre los nombres de los deportistas, actores
de cine, contertulios o políticos, levantado sobre los títulos de tantas películas
prescindibles, las marcas de coches o los restaurantes recomendados, en esa modernidad
complaciente con lo perecedero y arbitraria con todo, en que la información ha adquirido el
aspecto de un gigantesco anuncio.

Sin el silencio, cuando elegimos no podremos evitar las excesivas pistas a que nos
induce el inglés subyacente, ni sabremos dirigirnos a quienes no se han dejado tentar por la
petulancia del habla urbana. Como en el Renacimiento, deberíamos dejar en silencio muchas
cosas, para seguir el recto juicio de los menos pedantes y, de entre ellos, los escritores,
porque la literatura no sólo ha de transmitirnos incertidumbre, como he dicho antes, sino
que ha de enseñarnos también a ser humildes.
-46-

5. LA NECESARIA OPCIÓN ENTRE BANALIDAD Y


CREA TIVIDA D

Me he enfrentado a lo largo de esta exposición con un nutrido grupo de ejemplos


tomados en su mayor parte de la prensa, con el fin de mostrar, a través de ellos, la actitud
creativa de los hablantes en la utilización que hacen de los sufijos de nuestra lengua. No he
querido ocultar que esta preferencia por lo marcado entraña el riesgo de equivocarse; aun
cuando no pocas veces se tome por error lo que no es más que un cambio razonable o, por
su falta de difusión y éxito, un amago de cambio.

Si deseamos hablar mejor no deberemos desalentarnos por caer de vez en cuando en


la trampa de una equivocación, ni llegar a la crispación cuando vemos que esto le ocurre a los
demás. Entre las muchas cosas que he aprendido de Arturo Yepes, no olvidaré su idea de
que:

"La contienda entre puristas y los demás durará sin duda por siempre jamás. Y es que no puede tener
razón plena ninguno de los dos bandos. Extremoso el purismo, muerte del idioma. Y el laxismo
perezoso acaba en degeneración de la lengua madre"228 .

Me atrevo por ello a considerarme en esto --si es que se me permite-- un hombre de centro,
para deciros, sin ese crispamiento a que me he referido antes, que, aunque nadie está libre
del error, deberéis tratar de conocer cada vez mejor vuestra lengua. Si no llegarais a sentir
más interés por ella que el que demostráis hacia muchos otros asuntos, hablar de estas cosas
sería perder el tiempo. No por ser jóvenes tenéis bula para no poner esfuerzo y pasión al
expresaros, como no hemos sacado tampoco esa bula los profesores, periodistas o a los que
suele llamarse ejecutivos; pero es a vosotros a quien dirijo esta primera lección, a vosotros a
quien trato de interesar en algo que bien sé que no es asunto exclusivamente vuestro.

1. La deslumbrada inercia

Más que el propio error, me importan las razones por las que lo cometemos: la
mayor parte de las veces a causa de la inercia y de la despreocupación, que permiten que
nos deslumbren algunos dudosos resultados de la pedantería o del mal gusto, como esos a
los que Ricardo Senabre se ha referido como "innecesarios estiramientos léxicos"229:
El ejemplo de que se sirve él es intencionalidad, en lugar de intención230. Algún profesor
universitario, por escribir un informe con cierta premura, emplea clarividencia por 'claridad'231; igual

228 A. Yepes, El Independiente, h. 1988: he perdido la referencia concreta.


229 R. Senabre, ABC cultural, 3.3.95, p. 10.
230 Voz empleada por la traductora de R. Saladrigas, Un tiempo del diablo, Madrid, Flavia Company,
1994, p. 66.
231 "se precisan con clarividencia los objetivos", escribe una excelente filóloga, en un informe sobre un
-47-

que el estructuralismo le jugó una mala pasada al Sr. Presidente del tribunal de una oposición --en la
que además pintaban bastos-- llevándole a calificar una memoria como "muy estructuralizada".

Estos "estiramientos" de los hablantes explican la preferencia por las formaciones


"estiradas" en que interviene el elemento compositivo -logía:
Como metodología por método232, tecnología por técnica233, toxicológico por tóxico234,
climatología por clima235. El prestigio de que goza este elemento compositivo, -logía, ha permitido
la creación irónica de rumorología236 y da sentido a la siguiente broma que hace Manuel Vázquez
Montalbán con etnológico: "Isabel Tocino bailando a los sones más etnológicos con un bello
aspecto de koljosiana soviética"237.

El "prurito de injertar sufijos a los vocablos, para darles apariencia más sublime"238 permite
muchos "estiramientos" más, como:
cumplimentar por 'cumplir'239, cumplimentación por 'cumplimiento'240, humanitario por
'humano'241, marginalizado por 'marginado'242, patriótico por patriota 243, publicitar por
'publicar'244, virtuosismo por virtud245, incidencias por 'incidentes'246.

proyecto de investigación de 1996, donde lo normal es que objetivos resulten claros, más que
perspicaces.
232 "En la actualidad lo más relevante es el desarrollo de una serie de metodologías de análisis y
estudio del proceso de enseñanza", Mª J. Goicoechea Tabar, Competencia lingüística en poblaciones
monolingüe y bilingüe vasco-castellana, [tesis doctoral inédita], Salamanca, 1991, p. 24; "la
metodología seguida para llevarlo a cabo... [por el Ministerio para humillar a los médicos]", J. M.
Tabernero Romo, La Gaceta Regional, de Salamanca, 18.2.88, p. 4.
233 "la [...] distinción que hay entre método científico propiamente dicho y técnica --que no
«tecnología», que es fenomenal barbarismo--", F. Galán, El Adelanto de Salamanca, 13.1.89, p. 12;
"¿Cómo no van a afectar estas tecnologías [las técnicas de introducir nuevos genes en seres vivos] al
ser humano?", S. Serrano, El País, 15.8.91.
234 "Sus efectos toxicológicos", El País, 25.3.93, p. 26.
235 "La climatología, inocente ciencia de los climas a la que se hace culpable de nevadas, huracanes o
diluvios", F. Lázaro Carreter, La Voz de Galicia, 12.2.92. Cf. DRAE, s.v. climatología, 2ª ac.:
"conjunto de las condiciones propias de un determinado clima".
236 "en el entorno del PSOE ha comenzado a desatarse una intensa rumorología que habla de nuevas
disensiones entre la cúpula provincial del partido de León y la Ejecutiva Regional", ABC, 14.7.93,
"Castilla y León grafico", p. 12. "rumorología, uno de los vocablos más cutres y míseros de cuantos
salen de labio o tecla [...] El tal hexasílabo no cesa de empellar al bisílabo rumor o al trisílabo
rumores porque su gran tamaño seduce a sus mediocres entusiastas", F. Lázaro, ABC, 2.11.96, p. 3.
237 M. Vázquez Montalbán, El País, 1.7.96, p. 80.
238 F. Lázaro Carreter, La Voz de Galicia, 12.2.92.
239 "cumplimentado este trámite", TVE, 1, 18.7.96, a las 17 h., 55 m., en la transmisión de la Vuelta
a Francia. Ejemplos como los siguientes, que no son incorrectos, explican el por qué de la
confusión: "Los encargados de cumplimentar la circular serán los fiscales de extranjería", El País,
3.3.94, p. 1; "la orden del fiscal general del Estado debe ser cumplimentada hoy por el fiscal Pedro
Rubira", El País, 31.7.96, p. 1.
240 "El Gobierno indica que este accidente se produjo durante el vuelo de prueba, preceptivo por el
cambio de los dos motores del avión, debido a la cumplimentación de las reglamentaciones que que
exigen las normas técnicas generales de este sistema de armas", Diario 16, 27.12.88.
241 "Catástrofe humanitaria en el corazón de África", ABC, 2.11.96, p. 30; "[ El País ha] mencionado
más de una vez la catástrofe de Ruanda calificándola de humanitaria. Lo correcto sería decir humana
[...] por ese camino no tardarían en informarnos de un terremoto humanitario por haber causado gran
pérdida de vidas", Mª T. Acuña, "Cartas al director" El País, 22.8.94, p. 10; "allí se está
perpetrando otro genocidio de incalculables consecuencias. Por cierto, que algunos medios
audiovisuales, al referirse a la situación, insisten con machacona ignorancia, en lo de catástrofe
humanitaria, lo que es rizar el rizo de lo absurdo. Dejémoslo en catástrofe humana, que ya es
-48-

Son trampas del apresuramiento, en las que podemos caer todos, sobre todo si nos
confiamos demasiado en nuestra sumisión a la modernidad y no nos damos cuenta de que lo
que nos parece un sinónimo moderno es, en realidad, una palabra reciente, sí, pero que tiene
un sentido especializado. Esto mismo explica ese "estiramiento" especial, relacionado con el
contenido, que:
hace que se confunda la lexicografía con el léxico247, al lexicólogo con el lexicógrafo248; o permite
que alguien se atreva a pronunicar una unidad inmaterial como es el fonema249, o tomar lo
reglamentario por lo reglamentista 250, la legislatura por la 'legislación'251, al partidario por el
partidista252 y al vegonzante por 'vergonzoso'253; o crea que redundar significa 'resaltar'254 o que
semántico puede aplicarse al contenido o a la elección de un vocablo255.

2. La desmesura

bastante y hasta de sobra", Tribuna de Salamanca, 2.11.96, p. 64.


242 "Me gustaría saber qué es un millón de pesetas para [...] alguien desarraigado, marginalizado y
desintegrado", R. Montero, El País, 20.7.94, p. 18. He citado este ejemplo en la nota 39.
243 "las francesas son muy patrióticas", Marlon Brando en la versión española de la película The
young lyons.
244 "Como vuelvan a publicitar un artículo parecido a éste [...] les denunciaré", A. Gómez Villa,
"Cartas al director", El País, 23.5.92.
245 "el pragmatismo demostrado por el PP al alcanzar un acuerdo con catalanes, vascos y canarios,
engullendo sin pestañear todas sus declaraciones previas, es ciertamente hacer virtuosismo de la
necesidad", E. Lamo de Espinosa, El País, 13.5.96; da la impresión de que en este ejemplo se juega
a propósito con las palabras virtud y virtuosismo.
246 "Una campaña que se ha desarrollado sin incidencias",TVE 1, 24.12.91, 12 h., 30 m.
247 "Una de las más importantes [lenguas de Hispania prerromana] era, sin duda, el vascón, como lo
prueba la numerosa lexicografía que ha quedado de ella en las demás lenguas (romances) de España",
T. Luca de Tena, ABC, 22.4.96, p. 52.
248 "Ricardo Palma era un lexicólogo, cuyas propuestas de peruanismos no las aceptó la Academia",
M. Vargas Llosa, Canal plus, 21.4.96, h. las 16 h.
249 "se inclinó hacia él, abrió las fauces para decir un buen provecho por la espalda, como un patriota y
en lugar de un grupo de fonemas escupió una bala perfectamente articulada", J. J. Millás, El País,
27.1.95, p. 64; "la incapacidad de los locutores y presentadores de televisión española para
pronunciar los fonemas tla y tle", Mª I. Espeche, "Cartas al director", El País, 15.8.96, p. 7. Al
margen de que una secuencia como tla o tle, aunque no hubiera de pronunciarse, tampoco sería un
fonema.
250 "Los socialistas siempre nos recuerdan que somos muy reglamentarios, cuando lo que ocurre es que
ellos no se han leído el mencionado reglamento", El Adelanto de Salamanca, 1.11.91.
251 "La legislatura de este Estado" por la 'legislación' lo emplea un abogado en la versión doblada al
español de una película estadounidense La herencia del viento, de Stanley Kramer.
252 Equivocación que comete A. Conde, en su novela Siempre me matan, p. 313, según Ricardo
Senabre ABC cultural, 7.7.95, p. 9
253 "[La oposición] califica de «vergonzante y populista» la medida municipal [de enviar mendigos de
Las Palmas]", El País, 7.9.96, p. 17.
254 Un periodista presenta de la siguiente forma las palabras de Jordi Pujol: "«los más interesados en
que haya transparencia somos nosotros» redundó", El País, 28.10.94, p. 19.
255 "Galvin dice que el desacuerdo sobre el Estrecho es ya sólo semántico [...] el problema en su
opinión está ya reducido a una cuestión semántica para evitar el pronunciamiento de la Alianza sobre
el contencioso del Peñón [...] «Estamos pendientes de una cuestión terminológica»", El País,
1.6.91, p. 17; "Las fuentes consultadas estiman imprudente la ruptura de la tregua por diferencias
semánticas en los comunicados", J. García, El País, 30.3.89, p. 13.
-49-

Pero más grave que el error es la desmesura que nos obliga a tener que saltar de sufijo
en sufijo, para desentrañar fatigosamente el significado de un texto como el siguiente:

"la nación transicional ofrece su espacio identificador (y por tanto reasegurador), al mismo tiempo
que transitivo o transitorio (por tanto abierto, desinhibidor y creativo) a los sujetos modernos:
individuos irreductibles, ciudadanos susceptibles y potencialmente cosmopolitas"256.

Traducidas las palabras cuyo sufijo he subrayado, vemos que esas zancadillas sufijales no
sirven más que para dificultar la comprensión257.

No son éstos recursos para mejorar la precisión, pues se trata de sinuosos


indicadores a través de los que uno se adscribe al grupo de los ejecutivos agresivos, de los
investigadores en punta --según ahora se dice--, o de los sociólogos, economistas, políticos
con futuro, y, si se me apura, de tantos "jóvenes, aunque sobradamente preparados" que
quieren parecerse a ellos. Hay textos escritos en serio que parecen una broma:

"Todos estos organismos públicos, sean sectoriales básicos o pluridisciplinarios, poseen [...] un
carácter similar [...] una institución capaz de abordar los retos transdisciplinarios que suponen las
tecnologías emergentes [...] No tiene que existir solapamiento entre los distintos organismos
públicos"258.

"Los sistemas operativos tolerantes a fallos permitirán aumentar el nivel de integridad de la


información"259.

Y otros en broma que tienen toda la apariencia de haberse escrito en serio, tan bien se
condimentan en ellos los dislates morfológicos, sintácticos y semánticos, con la dosis
adecuada de lo que acertadamente se ha bautizado como español deleznable260:

"Y nada menos que un tema que en estos días está siendo controlado a nivel de realineación y en
base a un redimensionamiento, yo diría un poco de alguna manera que dentro de coordenadas con
vectores propensos a una semántica de aminoración de las equivalencias de la unidad monetaria del
Estado Español con otros especímenes de la economía comunitaria"261 .

Hasta se puede lograr cambiar de estilo, sin salir de los límites del neobarroco, como vemos
en este texto que Enrique de Sena asegura haber inventado, pero que bien pudo habérselo
cazado de extranjis a algún diseñador curricular:

256 J. Kristeva, ABC, 8.12.92, "análisis", p. ii. No sé si en el texto original presenta los mismos
problemas del texto traducido.
257 Los "ciudadanos susceptibles y potencialmente cosmopolitas", si no fuera por el contexto, se
podrían interpretar así: los ciudadanos, a pesar de sus suspicacias, pueden llegar a ser cosmopolitas.
258 E. Muñoz, El País, 17.10.90.
259 J. Beneyto, La Vanguardia, 24.4.89, p. 64.
260 "Hay un español deleznable (empleo esta palabra con el sentido de reprobable, que la Academia
sigue sin admitir), hecho de comodines y muletillas, que atenta contra el buen gusto, y hay otro
corto, menguado, anémico, que tiene mucho que ver con el déficit educativo secular", M. García
Posada, El País, 9.11.92, p. 11.
261 J. L. Moralejo, La Voz de Galicia, 9.3.95.
-50-

"Pues oiga, amigo, abortada la irrelevante lógica de las hasta ahora formas de acción, bien
pudiéramos atrevernos a sugerir que las direcciones educativas en el sentido del progreso con el
aumento constante en cantidad y en extensión de nuestra actividad enseñante, podríamos llegar a un
relanzamiento especifico de todos los sectores implicados, más con la superación de las experiencias
periclitadas y de las actitudes de los miembros hacia sus deberes ineludibles, aseguraremos en todo
caso un proceso muy sensible de inversión"262.

No debemos ser ingenuos y pensar que porque no nos guste esto que algunos llaman
fabla de moda y otros lenguaje burocrático, se escribe así por equivocación o despiste. Está
implícita la idea o, mejor, la ficción de que se trata de una forma muy particular de lo que
ahora se entiende por discurso, hecha para reducir la comunicación al grupo limitado de los
entendidos, dada la profundidad de lo expresado; lo que enlaza con otra ficción más, la de
que expresarse así supone un esfuerzo para traducir al lenguaje natural un complejísimo
entramado de significados, propio de los lenguajes especializados de la ciencia, técnica, etc.,
que podría obligarnos —le ocurrió a Raymond Chandler, por otros motivos, con el inglés
americano— a aprender de nuevo nuestra lengua, como si de un idioma extranjero se
tratara263. Lo más grave de todo esto es que ese tipo de esoterismo que consiste en oscurecer
nuestras ideas a los demás, pensando que así mejoran los conceptos, puede contribuir a que
ni nosotros mismos sepamos qué es lo que queremos decir.

Son suficientes estas muestras de cómo puede estropearse por escrito el español,
malversando sus disponibilidades sufijales. Existen muchas otras formas de imprecisión y
empobrecimiento, propias del lenguaje coloquial, cimentadas en un andamiaje conceptual, al
que me he referido ya, en el que se ha sustituido la realidad de la tahona, la botica, los
cómicos, el azar o el azahar y cientos de mitos e historias que la gente conocía a su manera,
en forma de romances, refranes, o consejas, por esa nueva realidad que nos enseña la
televisión --ciertamente algunas cadenas se complacen en ello más que otras--, en que en
tiempos era ruton la que trabajaba, mientras que lo que le ocurre ahora a mucha gente es
que necesita a Ruper y no siente sus piernas. Con tales ingredientes, sabiamente reforzados
por el nuevo refranero que surge de la publicidad, se organiza el entramado argumentador de
las partes más débiles de nuestra sociedad, tan bien manejadas por nuestros políticos264. En
estas condiciones resulta innecesario, por inútil, hablar de la trivialización, empobrecimiento
e imprecisión de algunos usos de la lengua coloquial.

No se puede ocultar la responsabilidad que en todo esto tienen los medios de


comunicación, la televisión de un modo particular. Pero los medios, como su nombre indica,
no son más que mediadores y, como tales, fortísimos resonadores de lo que se cuece en
ellos: de los errores también. Antes, éstos se difundían lentamente, si un grupo social --
podía tratarse cortesanos como podía tratarse de delincuentes, pues el prestigio y el poder,
como nos enseñó Foucault265, no se ejerce siempre desde arriba-- lograba hacérselos llegar,

262 E. de Sena, El Adelanto de Salamanca, 10.3.88.


263 E. Pujals, La lengua radical. Antología de la poesía norteamericana contemporánea, Madrid,
Gramma Poesía, 1992, p. 117.
264 "Abandonando su idiolecto, su lenguaje distintivo, el político simula así ser un profesional común,
un parroquiano que arteramente busca ser comprendido y aceptado. Todo se contagia gradualmente
de un ambiente y un léxico de vecindario. Privacidad, promiscuidad, el despeinado y cariñoso
mundo del despendole", V. Verdú, El País, cuya referencia concreta he perdido.
265 M. Foucault, Histoire de la sexualité. La volonté de savoir, Paris, Gallimard, 1976, pp. 124 y ss.
-51-

poco a poco, al resto de los hablantes. Hoy la televisión, la radio y la prensa escrita
difunden tan rápidamente lo ocurrido y a un número tan amplio de personas, que un error
individual se multiplica fuera de todo control. Por otro lado, la audiencia, como ahora se
dice, es tal que permite que la difusión de una delicada metáfora se agoste de inmediato, de
tanto como se ha de repetir, entre tantas personas y en tan poco tiempo.

La exageración con que se busca actualmente difundir la cultura hace que lo que en el
pasado era literatura se parezca hoy mucho a la propaganda. Per por otro lado, la vigencia
de una novedad es inversamente proporcional a la rapidez con que se ha difundido --algo
parecido a lo que ocurre con la obsolescencia de la literatura científica--: mientras en el
pasado disparates, difundidos por broma, como al buen tuntún266 o adefesio, tardaban años
en prender, pero han permanecido siglos junto a nosotros, ahora nos queda la esperanza de
que muchas innovaciones como éstas tengan la misma vida efímera de algunos juicios como
los que se atribuyen a Javier Mariscal en la siguiente entrevista267:

"cuando paseando por la Alhambra se topó con el palacio de Carlos V, pensó: «¿Qué hace aquí esa
cosa de Salamanca»? Cuando escuchó por primera vez la música de Manuel de Falla juzgó que era
«lo más feo del mundo» [...] «Me recordaba lo castellano, la Reconquista, la señora aquella que no
se quitaba la camisa nunca, Franco ... Estéticamente me pareció una música horrorosamente fea.
Bueno, en realidad hay dos músicas, hay una tan bonita, la que toca la orquesta, que podría ser de
Walt Disney» [...] Nunca he podido aguantar el castellano antiguo. Eso de decir vuesas mercedes en
vez de hola, tío no lo entiendo. Yo soy más de Telecinco que del Siglo de Oro, quizá porque a mi
generación todas esas enseñanzas nos las grabaron a fuego»".

Me parece que sobran los comentarios.

266 En el DECH, sin apenas datos históricos, lo tomamos como una voz de creación expresiva. Con
datos fiables, J. Mª Iribarren, El por qué de los dichos, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1994, la ha
explicado razonablemente a partir de la construcción latina ad vultum tuum; a los datos de Iribarren,
se puede añadir el siguiente: A. Fernández, Lo castizo, Ciudad Real, 1902, p. 137: "El que más
menudea, aquél es el que lleva la mejor parte, siempre que vaya al bulto y no ad vultum tum."
267 Entrevista a J. Mariscal, El País, 19.6.96, pp. 45 y 46.
-52-

6. CONCLUSIÓN

Estamos llegando al final de la lección. No he tratado en ella más que de animaros a


que en estos estudios que comenzáis hoy actuéis con cariño, respeto y, sobre todo, con
pasión hacia vuestra lengua. No debéis tener miedo a los tropiezos que os sobrevengan, ni
achicaros ante los obstáculos que os aguardan; y mucho menos han de serviros éstos como
coartada para desentenderos del reto que supone hablar mejor.

En otras sociedades eran los escritores los que servían para sancionar lo castizo; en
la nuestra son los medios de comunicación los que desempeñan ese papel. Habéis visto, por
los ejemplos que he traído a vuestra consideración, que no podemos actuar con el
derrotismo de considerar negativo todo lo que aparece en una prensa que ha de servir cada
vez más para acercar la norma culta entre los hablantes de una lengua tan extendida en el
espacio como lo está el español, y en la que contamos con periódicos magníficamente
escritos. Si a lo largo de esta exposición he querido ser muy parco en las referencias a la
prensa salmantina, para no derivar la lección a una serie de anécdotas protagonizadas por los
amigos, llegados a este punto no voy a hacer comparaciones entre los periódicos de nuestro
país; os propondré sólo el ejemplo de un diario mejicano: La Jornada --al que se accede a
través de internet-- donde podéis encontrar páginas y páginas de buena escritura, mientras
os asomáis a un mundo que en gran medida es el nuestro, pero en el que se resquebraja en
dosis oportunas nuestro atosigante eurocentrismo.

Excelentísimo Sr. Rector:

He llegado al final de la tarea que me encomendó Vuestra Magnífica Excelencia. Ha


sido éste un honor al que he querido responder con apasionamiento. Con agradecimiento a
quienes me han elegido para dar esta lección y, desde luego, a quienes, con muchos más
méritos que yo para haber ocupado hoy esta cátedra, han querido ofrecerme con su
presencia una lección de amistad.

En esta primera lección de curso he tratado de animar a nuestros alumnos a que no


sientan ningún recelo ante las palabras. Son éstas los mejores indicadores de un aprendizaje
que se refleja en la variedad y precisión del léxico y, consiguientemente, de los conceptos, de
las ideas, de los argumentos. Como todo aprendizaje, éste no está reñido con el placer: el
que surge de la conversación y la escritura, tan decisivo para nuestro desarrollo como
personas. Es, a mi juicio, una parte importante del bagaje con que contamos todos para
afrontar de la mejor manera posible su futuro.
-53-

Este Discurso Inaugural,


de título consolador y alegre,
se terminó de estampar
en los talleres salmantinos
de Europa Artes Gráficas, S. A.
el día 29 de septiembre de 1996,
festividad de san Miguel,
al calor de cuyo veranillo
fue escrita esta lección,
antes que impresa
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