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Entrevista con Emilia Ferreiro, discípula de Jean Piaget en la Universidad de Ginebra

"La escuela no forma buenos lectores"

Dice que estar alfabetizado hoy supone poder manejar distintos tipos de textos con facilidad

Cree que la educación está en crisis y que es obsoleta la formación homogénea

Enfatiza la importancia de formar personas que sepan tomar decisiones maduras sobre la base de lo que leen

"En el siglo XXI estar alfabetizado supone algo mucho más complejo que saber leer y escribir", sostiene la doctora en psicología
Emilia Ferreiro, que recibe a la cronista con un saludo breve, en tono bajo.

Pero cuando empieza a explicar los procesos de alfabetización, por qué es importante que la escuela y los padres ayuden a los chicos a
convertirse en lectores plenos -áreas de estudio a las que dedica su energía y pasión-, su voz se alza y su cuerpo se acomoda en la silla.
Quiere trasmitir lo que piensa.

Sostiene que la escuela está en crisis y aún no está acostumbrada a formar lectores plenos, que puedan tomar decisiones sobre lo que
es verdadero y lo que es falso. Su reflexión es oportuna, a pocos días del pobre rendimiento de estudiantes argentinos de cuarto grado
en una prueba internacional de lectura y comprensión de textos.

Graduada en Psicología de la Universidad de Ginebra, con una tesis dirigida por Jean Piaget, y actual profesora del Departamento de
Investigaciones Educativas del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México, Ferreiro
opina que debemos dejar de lado "la educación homogénea y uniforme del siglo XIX para dar espacio a una educación plurilingüe y
pluricultural que aproveche las diferencias".

En su breve paso por Buenos Aires, adonde llegó para recibir el título de "Maestra ilustre", con el que la distinguió la Secretaría de
Educación porteña, dialogó con LA NACION.

-¿Qué está fallando en el proceso de alfabetización escolar para generar lo que usted llama "chicos iletrados" (con poca
práctica e interés por la lectura)?

-La noción de alfabetización se define históricamente. Hoy los requisitos de alfabetización son complejos. Ya no basta con saber
firmar, leer o escribir textos simples. Es necesario saber utilizar Internet, poder navegar y realizar procesos de búsqueda de
información confiables y satisfactorios. Es preciso poder circular por distintos tipos de texto con facilidad. Estos nuevos requisitos
suponen un lector que la escuela no está acostumbrada a formar. Alguien que reconozca distintos tipos de textos, que puede tomar
decisiones sobre la base de lo que lee, que puede optar sobre la confiabilidad del sitio web que descubrió.

-¿Qué falla en la escuela?

-La escuela se encuentra en momentos de crisis. Siempre va a fallar porque es una institución conservadora por naturaleza. Enfrenta
desafíos que no previó y es normal que se encuentre en una situación de inquietud e incertidumbre.

-En su libro "Pasado y presente de los verbos leer y escribir", usted habla de la importancia de formar lectores plenos. ¿Cómo
se logra?

-Es tiempo de que cada institución educativa (la escuela, la universidad, las academias) asuma los desafíos propios de la alfabetización
que debe realizar con sus alumnos. Por ejemplo, yo trabajo en el nivel de posgrado y doctorado y en mi rol de profesora sigo
alfabetizando. En muchas oportunidades los alumnos que llegan a mí se enfrentan por primera vez con textos arduos, como son los
"papers", y trabajos de revistas especializadas. Mi función es enseñarles a saber leerlos. Como productores de textos, en muchos casos,
es la primera vez que deben elaborar una tesis. No saben hacerlo y no tienen por qué saberlo. Entonces, tengo que enseñarles. Lo
mismo deberán hacer la escuela y la universidad. No sirve de nada que la universidad le eche la culpa al secundario porque los
estudiantes llegan sin saber producir monografías o que la enseñanza media responsabilice a la primaria. Asumamos cada educador su
propia responsabilidad y ayudemos a los educandos a que encuentren nuevos sentidos a los verbos leer y escribir.

-¿Cómo darles nuevo sentido a estos verbos y qué sentido tiene?

-Si decimos que es importante la participación ciudadana en el manejo de la cosa pública, y si pretendemos que la escuela y la
universidad formen ciudadanos cabales, el poder leer y confrontar lo que se lee para tomar decisiones fundadas es vital. No hay
manera de definir una democracia participativa sin lectores críticos que puedan confrontar textos para tomar decisiones; que puedan
encontrar las semejanzas y diferencias entre discursos aparentemente iguales; que puedan cuestionar a las autoridades y entender las
leyes que se votan.

- ¿Cómo puede hacerlo la escuela?

-Con ejercicios simples, como tomar una noticia (la guerra en Irak) y ver cómo la trata un diario francés (país que se ha opuesto a la
guerra) y uno inglés (cuyo gobierno está involucrado en la contienda). Sin confrontación, no hay lectura crítica posible. Los profesores
deben ayudar a los chicos a encontrar criterios para navegar por Internet, a contar con criterios para saber cuándo una fuente es
confiable o no. En este sentido, los docentes que saben realizar una búsqueda bibliográfica en una biblioteca pueden trasladar estas
habilidades para que los chicos las utilicen luego en Internet. Y convertirse ellos (los alumnos) en profesores de los docentes en el uso
de la Web. Este intercambio de conocimientos y habilidades puede generar una sinergia de aprendizaje muy rica. En todo caso la
escuela debe formar lectores cabales. Si no conseguimos que al finalizar los diez años de educación obligatoria un alumno pueda saber
cuándo le están mintiendo por escrito y cuándo le están diciendo la verdad, hemos fallado, porque éstas son aptitudes centrales para la
vida de cada día.

-En sus escritos, usted señala que para el desarrollo lingüístico de los chicos son muy favorables los contextos plurilingües.
¿Por qué?

-La escuela tiene una tendencia histórica a formar a los chicos para que sean iguales, aprendiendo al mismo ritmo, repitiendo los
mismos conceptos. Es difícil introducir el lenguaje de la diversidad. Pero esto es positivo. Cada lengua lleva consigo una cierta visión
del mundo y la vida que hay que aprovechar. En una clase pueden convivir alumnos con diversidad de lenguas y culturas, y esto puede
resultar interesante. Algo así como lo que ocurre con el proceso de construcción de la Unión Europea, que debe integrar lenguas,
tradiciones, culturas tan distintas. ¿Qué ganamos si perdemos estas diferencias?

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