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ANDALUCÍA.
Jorge Benavides S.1
En los años setenta, Pérez Escolano y Villar Movellán, estudiaron uno de los
componentes de la identidad cultural andaluza que hasta entonces, cuando no recibía una
actitud despectiva de los progresistas, solamente merecía su desinterés: la arquitectura
regionalista, preponderantemente de Sevilla (1900‐1935). Existía suficiente justificación para
que fuera así.
A principios del siglo XX en Europa se había producido una fuerte confrontación entre
lo antiguo y lo nuevo. A lo primero se asociaba la tradición, a lo segundo la vanguardia. A la
tradición por lo general se le atribuye una actitud conservadora simpatizante de los procesos
de “evolución natural”. A la vanguardia en cambio, se la ubicaba cercana a las
transformaciones radicales, a las revoluciones. Este hecho se hace perdurable, más que en la
política, en el arte, en la arquitectura.
Pues bien; cuando ya en la Europa central, todos los ismos, desde el impresionismo al
surrealismo, después de ocupar las galerías, habían conseguido atraer la atención del poder,
de la opinión pública y de la publicada, en Sevilla la realidad emergía con una dinámica propia,
distinta. El regionalismo fue aceptado por los terratenientes como un lenguaje alternativo a la
vanguardia. Además, a partir del 39, con el triunfo nacionalista y la dictadura de cuarenta años,
el arte moderno tardó mucho en ser asimilado.
Para comprender lo dicho basta contextualizar la Exposición de 1929. Se decidió
hacerla en 1911 como Hispanoamericana pero, se la inauguró como Iberoamericana al mismo
tiempo que la Exposición Internacional de Barcelona, justo y paradójicamente cuando el
mundo estaba soportando la mayor debacle económica de la historia, en un año vacío de
conmemoraciones históricas. En dichas exposiciones, la comparación entre la arquitectura
regionalista y la moderna del Pabellón de Mies Van der Rohe, no era posible. El punto de
partida, la dirección y el contenido de sus argumentos eran diametralmente opuestos.
Contrariando a la lógica y a las disposiciones legales para colmo, la Expo del 29 fue
organizada sin contar con un Plan de Ensanche. Seguramente porque los terratenientes
dueños de las Huertas colindantes con el recinto amurallado, en su condición de alcaldes o
concejales, veían peligrar sus intereses. Preferían actuar por su cuenta, sin la intermediación
municipal. Así lo demostró el Marqués de Nervión al facilitar la construcción de la “Ciudad
Jardín” vinculada a la Exposición y, al vender a precios simbólicos los terrenos de su propiedad
en el Cerro del Águila. El primer PGOU de Sevilla lo impuso Franco en 1946.
Fue en estas circunstancias cuando en la Plaza España, Aníbal González logró plasmar
el ejemplo más significativo de la arquitectura regionalista. La convirtió en el más alto faro
referencial para la arquitectura que todavía hoy, goza de la mayor simpatía y aceptación
popular en Andalucía. Es uno de los sitios más visitados por los turistas. Cosa que no sucede
con la arquitectura y, peor aún con los espacios todavía vallados de la Expo del 92. Su
influencia se nota hasta en el uso de algunas formalidades en los nuevos edificios del centro
histórico de las ciudades.
Debido a sus altas cualidades, la Plaza España, ahora forma parte de las exposiciones
internacionales que recogen las obras más valiosas de la arquitectura del siglo XX en Europa.
Más allá de discusiones académicas, existen razones suficientes para impedir que la
estulticia y la ignorancia permitan seguir demoliendo tanto en Sevilla como en varios pueblos
de Andalucía, destacados ejemplos de esta arquitectura.
La Consejería de Cultura tiene la responsabilidad y competencia para tomar acciones al
respecto. Bien haría en pronunciarse sobre la protección de las Villas de Nervión que constan
en el inventario hecho bajo mi dirección en la Escuela de Arquitectura, donado hace varios
1
Dr. Arq. Profesor Principal de la ETSA. benavide@us.es
meses a la Delegación Provincial. Por su parte la Consejería de Vivienda y Ordenación del
Territorio debería exigir que, todo Catálogo Urbanístico sea enriquecido según el contenido del
art. 46 de la Constitución. Pienso en el PGOU de San Juan de Aznalfarache. A los redactores les
bastaría actualizar los criterios de protección. Al valor histórico, artístico y de antigüedad que
según Riegl, son de rigor desde los años de la Austria imperial, habría que añadir aquellas
consideraciones relacionadas con la democracia: verdad, transparencia, participación
proactiva, con la diversidad, la diferencia e incluso con la globalización por cuanto el
patrimonio, es raíz de identidad, manifestación de singularidad cultural y de afirmación al
“locus”.
La gran cantidad de basura estética acumulada por la edificación de lo últimos años, ha
valorado aún más la arquitectura regionalista; de hecho le ha otorgado un papel ejemplar:
enseña la forma de trabajar y usar el ladrillo, la madera, el hierro y la cerámica (es hora de
hacer el inventario para preservar la obra de Mensaque), de ejecutar bien los acabados, de
caracterizar los espacios con la decoración e incluso de “vestir la casa”, no sólo para que
“funcione” sino para hacer agradable la vida.
Proteger esta arquitectura, si se quiere, decadente frente al proceso histórico pero en
Andalucía popular como la copla, es una responsabilidad de todos. La Consejería de Cultura y
los Ayuntamientos tienen la palabra.
ARQUITECTURA REGIONALISTA EN ANDALUCÍA
Inventario Villas de Nervión ETSA.
Martos Villa Gracia. Sevilla
Constantina Alájar San Juan de Aznalfarache