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AGRADECIMIENTOS
ÍNDICE
EXPLICACIÓN
REFERENCIAS
4
EXPLICACIÓN
LA FLOR AZUL
Novalis (Friedrich Hardenberg, 1772-1801), estereotipo
nítido del romanticismo, que muere joven, como debe ser,
digamos que de amor, de amor por su amada muerta, pero
contento de lograr que su vida fuera igual a sus ilusiones,
acuña la noción de la flor azul, que se convierte en
símbolo del romanticismo (Lukacs, 1907/1971, p. 87; Béguin,
1939, p. 242; Markel, 1988, p. 887); se refiere a un sueño
que tiene el personaje de una novela suya, adonde entre
abismos, tinieblas y peligros, vislumbra una flor azul,
luminosa y ligera, que trata de alcanzar. La flor azul es
una cosa que está hecha de idea e imaginación y que
solamente se puede tener a condición de no alcanzarla, lo
cual casi es una definición de la utopía, que, en efecto,
13
Lo Ido
El mundo moderno quiere ser práctico, realista y,
además, exclusivo, es decir, excluir al resto de la gente
que no le es necesaria. El pensamiento romántico es el que
se genera dentro de estos excluidos, y desde que surge se
considera ajeno al aquí y al ahora en donde se localiza, su
lugar no es de este mundo; el pensamiento romántico no se
halla donde se encuentra, y por lo tanto, se ubica
naturalmente en aquello que está ido, en lo remoto y lo
lejano, ya sea en el espacio o sobre todo en el tiempo.
La gente común y corriente empieza a imaginarse viajes
no normales, sino emocionantes y exóticos (Corbin y M.
Perot, 1987, p. 163), visitando lugares nunca antes vistos
habitados por civilizaciones desconocidas. Comienza un
interés fantasioso por las ruinas y otros monumentos del
pasado, como los megalitos o las pinturas rupestres que
salpican Europa y que los reportes científicos y sobre todo
los reportajes y grabados (Wernick, 1973, p. 139)
presentaban tan enigmáticos y misteriosos, con lo que estos
17
Lo Raro
Lo raro es otra fascinación romántica. La
Revolución Francesa, que parecía la sinrazón de la razón,
la fraternidad guillotinándose, quedó en la memoria como un
acontecimiento extraño, y todo romántico, ya fuera por
cuestiones políticas o poéticas o solamente curiosas, se
encariño con ella; Isaiah Berlin (1965, p. 149) la describe
como la visión súbita de la parte sumergida del iceberg del
ser humano: la presencia de una masa psíquica
incomprensible que no se sospechaba ni que existía. Pero
Moby Dick (Melville, 1857) es otro objeto así de raro, que
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Lo Uno
Frente y contra un mundo que se desaglomeraba en
una cantidad de piezas aisladas, ya sea en la vida política
con múltiples gobiernos atomizados, en la vida civil en
grupitos de viejas y nuevas noblezas, o en la vida
corriente en individuos separados entre sí, y con un
pensamiento ilustrado y cientificista que todo lo
disectaba, lo analizaba, lo fragmentaba y lo dejaba
inánime, lo más sobresaliente del pensamiento romántico es
"la aspiración a la unidad" (Millet, 1963, p. 280), en
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HERDER
Antes de ya no tener ninguno, Kant tenía dos amigos: Hamann
y Herder. Johann Georg Hamann (1730-1787), nacido en
Königsberg, justo en mitad de la Ilustración, fue capaz no
obstante de oponerse frontalmente a ella, sobre todo a la
cientifización de la sociedad, que, según él, significaba
la muerte por burocratización; es Hamann quien concibe la
vida en general como un flujo incesante que lleva,
integralmente, fundidos en una unidad, todos los aspectos,
naturales y espirituales, de la realidad, y que cualquier
intento de cortar ese flujo o extraer elementos de él para
analizarlos, lo único que logra es destruir lo que intenta
conocer. El mundo entero es un organismo, y nada puede
disociarse de él. Kant (1724-1804), el ilustrado y gruñón,
lo financió por un tiempo. Goethe (1749-1832) dijo que
Hamann, "para lograr lo imposible, echa mano de todos los
elementos", porque "toda separación debe rechazarse"
(citado por Berlin, 1965, p. 71).
25
MICHELET
La vena poética es una constante romántica: así como Herder
tenía pasión por los cantos, en la otra punta del período
romántico oficial, Jules Michelet (1798-1874), el padre de
la historiografía francesa, era poeta, y bueno, "uno de los
grandes poetas románticos con que Francia contó en el siglo
XIX", dice Jacques Brosse en el Diccionario Bompiani
(González Porto-Bompiani, 1973), talento que le resalta
todo el tiempo: como si a veces hubiera un vínculo entre
literatura e historia, y cuando lo hay, emerge una
psicología de tipo especial. Michelet está claramente
influido por Vico (1688-1744), quien es un extraño caso de
adelantamiento de su época, y por Herder (Pichois, s.f., p.
104; Praz, 1963, p. 112). En 1827, él y su amigo Edgar
Quinet decidieron traducir a ambos: Michelet tomó a Vico y
Quinet a Herder. Nació en París, pobre y triste, hijo de un
tipógrafo despojado por Napoleón I, alcanzó muy prontamente
el éxito que no le alteró mayormente su melancolía ni,
sobre todo, su sentido de compromiso para con el pueblo de
donde proviene porque, como él mismo dijo, "el hombre de
genio, aunque alcance la grandeza, está del lado de los
pequeños" (1846, p. 192), y ciertamente, ya famoso, pierde
su puesto en el Colegio de Francia y retorna a la penuria
33
EL ESPÍRITU
Románticamente, el "alma" (Vgr. Béguin, 1939) era el
término que comúnmente se podía utilizar para referirse a
los pensamientos y sentimientos, pero denotaba
ineludiblemente una instancia individual, y además, traía
consigo ciertas cargas políticas de derecha contra lo
social y lo histórico, porque el alma es un asunto interno,
38
WUNDT
Quizá no esté de más decir que "pueblo" no quiere decir
población, sino que quiere decir espíritu (Wundt, 1912, p.
4), y quiere decir gente, cultura y tradición; por ende
comprende su historia. Para cuando terminó el período de
romanticismo intenso, hacía la década de 1850, la idea del
espíritu de los pueblos se respiraba en el ambiente
(Jahoda, 1992, p. 171), y filósofos e historiadores se
referían a ella, aunque siempre con vaguedad. Por eso, en
este ambiente, un filósofo etnólogo, alemán de origen
polaco, Moritz Lazarus (1824-1903), y un filósofo
lingüista, Hajim Steinthal (1823-1899), consideran el
argumento de que la disciplina que mejor puede clarificar
el espíritu de los pueblos es la psicología, y así, acuñan
el término "psicología de los pueblos" y le fundan una
revista en 1860, la cual, mal que bien, impresionó (Jahoda,
1992, 196) suficientemente al fundador de la psicología
experimental, Wilhelm Wundt.
Wundt (1832-1920), trabajador incansable, señor de
costumbres, mente enciclopédica, que produjo una mole
monumental de escritura, aunque algunas envidias afirmaran
que eso se debía que J. M. Catell, su primer ayudante
(Bonin, 1983), al regresar a los Estados Unidos, le dejó su
máquina de escribir (Farr, 1996, p. 24), y con tanta
tecnología, ya era fácil, pero eso no es cierto, porque más
bien se debió a que "evitaba ceremonias públicas, nunca iba
a congresos, le disgustaba viajar y difícilmente tuvo
41
DURKHEIM
El concepto de psicología histórica es una especie de
conclusión necesaria, lléguese desde donde se llegue: a
Herder y a Michelet, al hacer historia, se les aparece como
revelación el carácter psíquico de la sociedad, y Wundt y
Durkheim, haciendo psicología colectiva, se dan cuenta de
la sustancia histórica del pensamiento. Émile Durkheim
(1858-1917), alsaciano, el sociólogo francés por
excelencia, publica, en el mismo 1912 que Wundt, su texto
clásico sobre el pensamiento de la sociedad que lleva por
título Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, cuya
argumentación es que la religión en su acepción básica
obtiene sus características de la vida de la sociedad: "la
causa de que está hecha la experiencia religiosa es la
sociedad. La sociedad es el alma de la religión" (Durkheim,
1912, p. 430). Sin embargo, su tesis de fondo es que la
forma del pensamiento es estrictamente la forma de la
realidad colectiva (Durkheim, 1912, p. 15). Al igual que
Wundt, en un momento dado (1898, p. 49n.), Durkheim
denomina a su disciplina "psicología colectiva", y al igual
que Wundt, para poder entender el pensamiento, retrocede a
sus orígenes, en el entendido propio de la historia de que
si no se conoce la génesis y el desarrollo del pensamiento,
lo que se desconoce es el pensamiento: el pensamiento es su
historia. Para saber en qué consiste el pensamiento actual,
46
PRIMER EPÍLOGO
Lo que sucedió con el concepto de psicología histórica una
vez constituido fue lo siguiente: se deshizo. Lo deshizo la
indiferencia del presente. En efecto, las generaciones
53
De La Democracia
La democracia es un objeto de material
interactivo; por ello, aunque alguien la habría podido
vislumbrar alguna vez, sólo pudo cuajar institucionalmente
hasta entrado el siglo XIX, y si hoy en día el tema es un
lugar común y ni siquiera alguna cosa que termina de ser
buena, cuando surge causa incluso temor, “un temor del que
ya no podemos hacernos idea” (Rémond, 1974, p. 58), sobre
todo a quien no le convenía, tal vez no por puras razones
prácticas, sino porque como idea, como pensamiento, era
algo intolerable, como si fuera demasiada complejidad para
las entendederas. Ciertamente, la democracia es ante todo
una dificultad de pensamiento, toda vez que puede
advertirse que por fuera se parece mucho al liberalismo,
que es el estilo de sociedad inmediatamente anterior: ambos
propugnaban por la libertad, por la abolición de
privilegios, por la emancipación de la mujer, por la
proliferación de derechos, y así sucesivamente, pero la
diferencia subrepticia es que en el liberalismo no se da
una transformación de la mirada o del pensamiento, y en la
democracia sí. El liberalismo apoya todas esas cosas porque
con ellas, al final de cuentas, de todas maneras van a
salir ganando unos, los que son inteligentes, mercantiles,
59
puede ser que haya sido solamente una carrera liberal que
empezaba de cero, sin ventajas iniciales. Comoquiera, dado
que, por así decir, quedaba excluida de la democracia eso
que podría llamarse la personalidad o la interioridad de
los individuos, entonces el tema de debate de la vida
democrática era precisamente la organización de la
sociedad, el estado de la ciudad, es decir, asuntos que
debieran ser de interés, no de uno mismo por su parte, sino
de interés para todos los participantes. Esto es, asuntos
públicos. El término “democracia”, que es griego, fue
traducido por los romanos como “res publica”, cosa pública;
incluso, la palabra “cosa”, en inglés (thing), significaba
también “asamblea, reunión” (Dahl, 1998, pp. 19, 25). Y en
efecto, el pensamiento de la interacción es uno cuyo
proceso y contenido es público, en el entendido de que lo
que los individuos pensaran para su capote era algo que
carecía de realidad interactiva. Así, “público” significa,
de aquí en adelante, que los participantes de la
interacción son considerados instancias vacías, toda vez
que no cuenta lo que tengan dentro –sus secretos y
singularidades- sino solamente lo que haya sido vaciado al
flujo común de la interacción y que por lo tanto es
propiedad de la relación misma y de todo aquél que
participe en ella. Por esto, la psicología de la
interacción es una psicología pública.
De La Farmacia
Encontrándose en situación democrática, la gente
en general empieza a adquirir esa igualdad por lo alto que
da la instrucción, y con ello, empieza a ser visible esa
realidad interactiva más compleja en los diferentes ámbitos
de la vida. Así pues, las hipótesis y las teorizaciones
científicas del siglo XIX, que podían ser aproximadamente
interpretadas por los ciudadanos medios, fueron gestando un
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De Las Especies
Es curioso que el negro solamente haya podido
aparecer como verdadero color, vivo y emocionante y que
dieran ganas de vestirse de negro, y no como mera ausencia
sombría, hasta finales del siglo XX, con lo que se puso de
moda; y es que el negro siempre se les resistió a los
químicos debido a que sus mordientes eran muy débiles y no
podían adherirse a las telas, y se despintaba demasiado
fácil con el sol y a la primera lavada: sufrimiento añadido
de las viudas, solas y descoloridas.
Como sea, de la biología también se dijo lo mismo, que
el XIX era el siglo de la biología (Ovejero Lucas, 1987, p.
139), y si bien esta ciencia no se encontraba tan a la
vuelta de la esquina como las farmacias, salía en cambio en
los titulares de los periódicos, debido es especial a los
hallazgos de Pasteur respecto a la cura de la rabia, el
control de las epidemias o la conservación de los
alimentos, porque había encontrado que los gérmenes no
nacían sólos, sino que se encontraban ya ahí en estado
latente, una intuición que por las mismas fechas había
tenido también un chef de cocina que demostraba que
hirviendo el recipiente de vidrio y sellándolo bien, la
comida se conservaba más tiempo. El caso es que la biología
también se puso de moda, o sea, que no era tema de
conversación nada más de biólogos, sino de gente de cultura
media (Geymonat, 1979-81, p. 187), donde se daba la
discusión filosófica de si era una ciencia mecánica, estilo
la relojería, en donde las piecitas van pegando unas contra
otras directamente, como hileras de dominó, o si la materia
viva era una sustancia compuesta más bien de fuerzas y
organizaciones invisibles que sólo se notaban en su
conjunto pero que no estaban presentes en las partes; si la
vida era, pues, una entidad interactiva. Y en fecto, la
“biología”, palabra que apareció por primera vez “en 1800,
66
LA REPÚBLICA DE LA INTERACCIÓN
Todavía, en 1900, la Exposición Universl de París,
celebrada en un enorme palacio de cristal con doce mil
69
LA IMITACIÓN
La teoría de la imitación, elaborada por Gabriel Tarde,
principalmente, resulta ser un buen ejemplo, por un par de
razones. La primera, muy emblemática, es que este autor,
que había sido director del Departamento de Estadística
Criminal del Ministerio de Justicia de Francia, y exacto
contemporáneo de Durkheim, cuando se dedicó a la sociología
o psicología sociológica, que después denominó “psicología
intermental”, se enredó contra Durkheim en una polémica
inolvidable que, además de ser un juego de egos que a
Durkheim, más circunspecto, le gustaba menos, era en el
fondo el choque entre una psicología histórica del
espíritu, que tomaba a la sociedad como un bloque
impenetrable que se movía como una sola voluntad sin dudas,
71
ESTO NO ES FÍSICA
Después de la teoría de la evolución, el siguiente revuelo
cultural-publicitario lo provocó la teoría de la
relatividad de Einstein (1879-1955), que logró difusión
amplia en los medios letrados después de recibir el premio
Nobel, y fama mediática después de la segunda guerra
mundial por razones ajenas a su teoría, entre las que
destaca cierta utilización panfletaria de su imagen dulce y
distraída para fines propagandísticos norteamericanos,
gracias a lo cual empezó a circular eso de la relatividad y
echó a volar imaginerías febriles con leyendas del tiempo y
del espacio, de viajes al pasado y al futuro y expediciones
intergalácticas que tanto gustan, así como filosofías
caseras del tipo de que todo en esta vida es relativo y así
sucesivamente. Todavía no se puede saber lo que dijo
Einstein (ni Bohr ni Heisenberg) a menos que se sea físico.
Lo que sí se puede decir es que el pensamiento de la
relatividad pertenece al pensamiento general de la época,
que hacía los años veinte, dada la aparición de la mecánica
cuántica, había encarnado, ya no en la química o la
biología, sino en la física, que fue la ciencia del siglo
XX.
Tal pensamiento es, efectivamente, el que concibe a la
realidad no como un mundo de cosas estables y separadas,
sino como un universo de relaciones múltiples, como una
entidad total interactiva, o como ya lo había dicho Michael
Faraday (1791-1867) pensando en la termodinámica: “las
fuerzas constituyen la única sustancia”, y por cuya
influencia, así como la de James Clerk Maxwell (1831-1879)
(Ferrater Mora, 1979; Byrnum et al., 1981, p. 82; Ovejero
Lucas, 1987, p. 154), aquellas acciones a distancia,
83
EL CAMPO
Lewin fue alemán y se exilió en Estados Unidos en la década
de los treinta, donde fue el maestro de la generación de
psicólogos sociales más influyente de la disciplina, lo
cual no necesariamente tiene que ser algo bueno, pero que
de cualquier manera lo convirtió en un clásico de la
psicología social. La cuestión es que, para ser sinceros,
las razones por las cuales sigue siendo tan aclamado, no
son las mismas por las cuales habría que tomar en cuenta su
psicología social, y la razón por la cual sí hay que
tomarla en cuenta, nunca la llevó a cabo, y es que expuso
una teoría del campo en las ciencias sociales que en
87
LA VIDA COTIDIANA
Así es, según parece, como hay que entender la interacción;
no como la ejecución de una cosa sobre otra, de la
operación de un individuo sobre otro, donde los efectos
quedan depositados dentro de cada uno, sino como la
intimidad de una conspiración para la instauración de una
entidad conjunta y total que se puede denominar grupo,
encuentro, comunidad, cultura, sociedad, colectividad e
incluso interacción, y que puede ser de cualquier tamaño,
de dos, de tres, de cuarenta, de cinco mil, de millones o
incluso de uno solo. La interacción es una confabulación
sin autor intelectual ni director para crear y preservar
una situación, donde todos los cómplices se quitan sus
91
EL TEATRO
Se puede teorízar a la interacción como una obra colectiva
donde los intervinientes se prestan a desarrollar una labor
que no tiene como fin obtener ni producir nada, sino hacer
que la interacción salga conforme a los cánones de lo que
es una obra bien hecha. Esta obra no es de nadie sino de la
sociedad y, como se puede observar en la palabra imitación
o en la relatividad del campo, en esta realidad nadie es
nadie en especial sino aquello que la sociedad requiere. La
obra podía ser también arquitectónica (Harré, 1979, p. 23)
o musical (Harré, 1979, p. 78) o lo que sea, pero parece
que lo de teatral le es más acorde y es muy comprensible
por una razón que es bueno aclarar: no es porque la vida
cotidiana quiera ser comparada con el teatro, sino porque
el teatro es una contemplación de la vida cotidiana, y
contemplación en griego se dice teoría.
La interacción es la obra completa, no la serie de
pequeños intercambios fragmentarios que carecen de sentido
si se miran separadamente, o dicho de otra manera, cada
interacción es una sociedad formada por las diversas
relaciones entre sus participantes; es, como la llama
94
“no solamente hay que gobernar, sino hay que ser visto
gobernando”, y por ende, aunque no se tenga nada que hacer,
si pasa alguien hay que ponerse a revisar unos papeles, hay
que caminar con pasito rápido por los pasillos como si se
fuera a algún lugar, de la misma manera que en una
interacción en donde se está representando el gozo de la
juventud, los susodichos, además de tener veinte años y
vestirse como debe ser, tienen que mostrarse irreverentes,
entusiastas, como embriagados de vitalidad, como si no les
importaran los modales de la gente adulta, para que cada
uno vea que qué jóvenes somos todos, porque los que pasan
junto ya se lo creyeron. Quienes representan la interacción
de la concientización política, por su parte, siempre que
se oyen entre sí y cuando los escucha alguien, tienen que
estar profiriendo una queja por alguna injusticia, la que
sea, en lenguaje altamente especializado, para que se vea
que ellos sí se preocupan por el mundo. Y como puede verse,
en la teoría del teatro siempre hay un auditorio, ya sea
uno aledaño, como los clientes en la oficina, o uno propio,
como los mismos interactuantes de la interacción, porque la
interacción siempre se escenifica ante alguien. Los
profesores universitarios, en sus clases y conferencias,
además de vestirse de intelectuales despreocupados por la
ropa, deben poner cara de que lo que están diciendo es una
parteaguas en el progreso del conocimiento, y además deben
seguir hablando como si los estudiantes o el público le
estuvieran haciendo caso con sumo interés. Y es que siempre
existe la paradoja entre hacer algo y mostrar que se está
haciendo, que Goffman escribe así:
EL ORDEN DE LA INTERACCIÓN
Erwin Goffman comenzó a publicar su teoría en la década de
los cincuenta del siglo XX, declarándose sin ambages
seguidor de Durkheim y continuador de Simmel (Burns, 1992,
p. 7). Rom Harré lo hace desde los setenta y se declara
proseguidor de Goffman. A Goffman se le suele tachar de
mero autor lírico de una serie de observaciones incisivas
sobre la sociedad, pero no es correcto porque, muy a su
estilo, en rigor intentó dilucidar la estructura general
del acontecimiento de la interacción, y como dice Wolf
(1979, p. 45), “detrás de la caducidad de los episodios
sociales examinados existe, pues, la estabilidad de su
organización”. Por esto, en uno de sus últimos artículos,
Goffman habla de su trabajo como del estudio de una
dimensión peculiar de la realidad y la titula “el orden de
la interacción” (Drew y Wootton, 1988, p. 252). Harré,
directamente, habla de hacer “una ciencia autónoma de la
acción humana, colectiva, pública y social” (1979, p. 26)
que “se basa en la concepción dramatúrgica de la acción
social” (1979, p. 25), a la cual cataloga de “la quinta
teoría” de la realidad, siendo las otras la natural, la
108
SEGUNDO EPÍLOGO
No obstante, la interacción fue generalmente interpretada
como una serie de elementos cuantificables que operaban
unos sobre otros por contacto directo, como el de una
palanca o un percutor, es decir, finalmente, a la
interacción se la interpretó mecanicistamente, o sea, con
el tipo de pensamiento ilustrado nada elegante del siglo
XVIII, y no con el pensamiento más orgánico y químico del
siglo XIX, mucho menos con el pensamiento sutil y abstracto
del siglo XX. Parece que no importa el objeto pensado, sino
con qué se lo piensa, y así, lo que aparecía como una
relación fluida de fuerzas quedó convertido en una
maquinaria más bien primitiva, de ésas que hacen mucho
ruido, mucho gasto y poca producción. Tarde decía que la
diferencia entre las grandes culturas y la nuestra es que
en aquéllas había una pirámide monumental rodeada de chozas
donde vivían sus constructores, mientras que en ésta lo que
hay es una fábrica monumental que produce mercancías
miserables.
Lo que dijeron Peirce, Mead o Moscovici sobre la
interacción es que entre cualesquiera una y otra cosa, A y
B por ejemplo, se introducía el resto de la vida, así que
la interacción era entonces A-la vida/la historia/la
111
LO COLECTIVO
Y en suma, el pensamiento de la sociedad es una forma, que
es lo que se suele llamar cultura. Y así, tanto el concepto
de espíritu como el de interacción son formas y son la
misma forma. Una forma es muchas cosas, pero por lo pronto,
es algo que se puede captar de un solo golpe, como un
paisaje o como la forma del siglo XIX, que tanto se aparece
por completo como se muestra en cada una de sus partes,
donde cada cachito de paisaje es también paisaje, y
ciertamente, la forma de la expectativa vale para todo el
siglo XIX pero igualmente se la encuentra en cada anécdota,
en cada personaje, como si Pasteur o Cézanne hubieran
estado entretenidos, no en sus cuestiones particulares,
116
Lo Público
Y de igual manera, las interacciones no son series de
intercambios personales entre individuos, sino que en
ellas, cada gesto, palabra y circunstancia, por ejemplo en
un saludo, ese típico episodio de holaquetalcomotevá, no es
una ocurrencia genial del protagonista, sino que está ahí y
se ejecuta porque la forma del saludo la requiere y porque
eso se reconoce como forma del orden del saludo, y así se
comprende que adelantarse, sonreír y estirar la mano son
gestos de esa interacción mientras que, rascarse el tobillo
porque dio comezón, aunque fácticamente haya sucedido, no
tiene forma de la forma del saludo, de modo que es la
integridad de la forma de la interacción la que da forma a
ciertos gestos y se las quita a otros que pasan
inadvertidos, y donde cada gesto contribuyente tiene ya de
por sí un saludo; la sola sonrisa de dizque sorpresa y
bienvenida que uno hace cuando el otro se acerca es ya
saludo porque la interacción completa también lo es. Y así
las cosas, esta interacción completa no es un
acontecimiento aislado que haya sucedido el otro día, sino
algo que tiene marcadas sus velocidades, distancias,
turnos, tonos, en suma, su forma, que es impersonal, o sea,
que no importa quién en concreto la haga en este momento y
que se repite muchas veces e incluso sigue existiendo
cuando nadie la está actuando, y es por sí misma una
pequeña sociedad, la sociedad del saludo; o el saludo es un
pensamiento de esa sociedad, que además de la sorpresa y la
bienvenida, contiene, en el fondo, un poco el gusto siempre
novedoso de reunirse y estar juntos, junto con la promesa
de que aunque haya separaciones, como se presiente en las
117
Lo Histórico
Queda claro el carácter colectivo de esta forma, su
actitud de reunión y de solidaridad y de confianza, que es
impersonal porque es válido para todo aquel que salude,
pero que sólo brota si se hunde en el tiempo, porque, en
efecto, para quien solamente revise el saludo en la
actualidad, los gestos que lo conforman parecerán una serie
de pegotes convencionales que nada más existen porque así
se hace por aquí, pero el leve doblez de la rodilla que
todavía se puede observar es el vestigio de una antigua
genuflexión que se ha ido borrando, donde quien la hace
queda más abajo, y las diferencias de altura desde donde se
mira resultan ser modalidades del respeto y del prestigio
que se otorgan las gentes entre sí, como rituales de la
modestia y del homenaje, de modo que la forma del saludo,
como cualquier otra forma, no aparece más que
fragmentariamente en lo que se mira hoy en día, y aparece
completa en su tradición, es decir, en todos los gestos que
pueden desandarse hasta su origen y en todos los gestos que
fueron juntando larga y lentamente la forma que hoy
tenemos. La tradición es la profundidad de la sociedad. La
historia no es lo anterior al presente, sino su
profundización.
Así, toda forma es histórica, conque el proceso
mediante el cual se fue gestando forma parte de esa forma,
y es en esta historia donde aparece el carácter colectivo
de las formas. Si se prescinde de la historia, que es la
que puede rastrear la tradición de las formas, lo que se
118
Percepción
Efectivamente, un forma es aquello que se le aparece
como una unidad a quien la mira o toca o intuye, de manera
que no se trata de una unidad, digamos, verificable, que
exista en la naturaleza, sino que es perceptible, cuya
124
Cohesión
Puede también añadirse que lo que se desprende de las
definiciones en general es que esta unidad sensible que es
la forma no parece servir a nada ni tener ningún objetivo
exterior que no sea la forma misma, de modo que resulta ser
una unidad para sí misma, esto es, que todos los rasgos o
gestos de que se compone la forma tienen como única razón
de ser la constitución de aquella forma en la cual están
inmersos, tal como se vio en la interacción en donde los
participantes no se comportaban según sus intereses
individuales ni su manera de ser personal, sino que de
hecho serían muy capaces de hacer cosas que ellos no harían
si fueran ellos, como ser atentos o fingir interés, ya que
lo que importaba era la interacción como unidad, y uno
mismo, como participante, está al servicio de ella. Es como
si todos los elementos de una forma estuvieran empeñados en
sostener aquel ánimo original que es el principio de la
127
VOLUNTAD DE ESTILO
Ya se convertirá en otra cosa pero, por lo pronto, lo
estético puede referirse a aquello que tiene forma, y se
podría decir que el hecho de tenerla ya lo embellece, y
puede constatarse que la sociedad tiene tendencia inmanente
a constituirse en formas, como si hubiera una especie de
voluntad estética; “voluntad de arte”, la llama Gombrich
(1996, p. 254), “voluntad de formas”, la llama Read (1965,
p. 47). Es cierto que sería forzado encontrarle formas a la
realidad si no se pudiera argumentar que allí se producen
por cuenta propia y a la menor provocación, sin que ni
siquiera haga falta echar a andar el ejemplo del arte, ya
que puede tomarse el de la religión, que es una forma
compuesta de rituales y ceremonias que reclutan creyentes a
128
El Conocimiento
La razón para afirmar que la realidad se constituye en
formas por encima de las gentes que actúan dentro de ella
solamente puede radicar en la forma del propio
conocimiento, en el entendido de que el conocimiento es la
aprehension de la realidad que se puede aprehender a sí
mismo por cuanto que también forma parte de esa realidad
(Krings et al., 1973), y en el entendido de que el
conocimiento es parte consustancial y producto de la
sociedad, de manera que las cualidades que se le pueden
atribuir al conocimiento pueden ser atribuidas a la
sociedad y a la realidad, y de hecho, para no caer en
fantasías, los rasgos que se postulen como cualidades de la
realidad solamente son válidos si también aparecen como
cualidades del conocimiento.
El conocimiento es una forma que tiene la forma de la
realidad. Cuando se atiende a la realidad de las formas y a
la realidad del conocimiento, se vuelve inquietante sentir
cómo la una y la otra se mezclan y no se sabe cuándo es una
o la otra, porque en efecto, ambas tiene la misma forma.
Independientemente del término que se utilice para
referirse al conocimiento, a múltiples autores les resalta
el hecho. Véase: “las formas que viven en el espacio y en
la materia viven en el espíritu. No existe ningún
antagonismo entre el espíritu y la forma, y el mundo de las
formas en el espíritu es idéntico en su principio al mundo
de las formas en el espacio y en la materia” (Focillon,
1943, p. 47); “la conciencia es ella misma formal: no tanto
por el hecho de que ella dé una forma como por el hecho de
recibir una forma, lo que significa que comprendemos una
experiencia en la realidad en la medida en que ésta se
131
Tipo de Pensamiento
Cuando se ha dicho que la psicología colectiva
averigua el pensamiento de la sociedad, se refiere a este
pensamiento que está en las formas de la realidad.
Literalmente, la realidad es el pensamiento de la sociedad.
Las ropas, los colores, las calles, las velocidades, los
climas, la gente, los sitios, las situaciones, los
monumentos, etcétera, cuando toman forma, son la mente
colectiva.
Ahora bien, el pensamiento que está hecho de las
formas de la realidad es de un tipo preciso: no es, por
cierto, un pensamiento discursivo, racional, hecho de
palabras, lógico, sino que es afectivo, arracional,
134
MÉTODO
El concepto de una psicología colectiva estética implica
que es así como hay que ver a la sociedad, en sus líneas,
materiales, direcciones, intensidades, etcétera. Un método
es una forma de ver el mundo, una propuesta de cómo es la
realidad, y así, aquí, se trataría de ver a la sociedad, a
las situaciones, a las interacciones, a los objetos, como
se ve una pintura, un paisaje, una escultura, una película,
una cara, una fotografía, aunque, por supuesto, todo esto,
que es visual, puede llevarse a terrenos auditivos, o
literarios, escénicos, dancísticos, y captar a la sociedad
como si fuera una sinfonía, una canción, un cuento, una
obra, según las preferencias del metodólogo. Y así como es
ciertamente posible hacer una descripción de una pintura
según sus fuerzas, colorido, intensidad, tensiones, gracia
y otras virtudes, igualmente ha de ser posible hacer la
descripción estética de las situaciones sociales, del rito
del saludo, de la democracia, del siglo XXI, de los
movimientos sociales, del consumismo, de la soledad, de la
familia, de la indignación popular, de las mentiras, de la
racionalidad científica, de la problemática urbana y otras
cosas que tan bien se les ocurren a los investigadores
sociales. Ciertamente se ha de poder descubrir cuál es la
gracia de las mentiras, aunque, probablemente, lo que tiene
que interesarle a la psicología colectiva es el pensamiento
de la sociedad, o dicho de otra forma, la descripción de
qué es lo que se siente estar dentro de una determinada
sociedad: si uno toma el siglo XX-XXI occidental, la
pregunta es qué se siente estar en esta época y lugar,
azotado y jalonado por múltiples presiones y tensiones sin
encontrar un norte cierto, desbrujulado en un mar de
mercancías, en un torbellino de futuros que se destrozan
los unos a los otros, bizco entre tanto punto de vista y no
sabiendo a quién oír con tantas creencias en oferta,
140
FILOSOFÍA DE LA CULTURA
Las formas son la sustancia del pensamiento de la sociedad;
el pensamiento de la sociedad no se encuentra propiamente
en las gentes que están pensando, sino en los objetos
alrededor que han adquirido forma y que pueden sostenerse
por sí mismos por fuera de los actos y actividades
inmediatas de los individuos. Cuando se habla de la cultura
como siendo el pensamiento de la sociedad, se refiere a la
142
Las Obras
Sin embargo, la inercia del pensamiento facilista que
deshistorizó y mecanizó el objeto de la psicología en
general ha hecho que, dígase lo que se diga a la hora de
declarar, de ver y pensar la realidad, ésta se reduce
siempre a poco más o menos individuos respondiendo
cuestionarios, o a conductas inmediatas y superficiales,
sin mucha sustancia. Por esto es interesante el trabajo de
Ignace Meyerson, quien, en un libro escrito en 1948
intitulado Las Funciones Psicológicas y las Obras argumenta
que las primeras, las funciones psicológicas, como la
memoria, la percepción, la cognición o la motivación, no
residen en las conciencias de las gentes, sino en las
segundas, en sus obras, tales como las producciones
artísticas, la ciencia, la técnica, el lenguaje, las normas
144
Los conceptos
Lo anterior quiere decir que el pensamiento de la
sociedad no encarna en las personas de carne y hueso, sino
en las obras o los objetos, y por ende, una psicología
colectiva pierde no sólo su tiempo sino su aliento
dedicándose a estudiar personas o grupos en vivo,
haciéndoles preguntas y demás registros. O dicho de otro
modo, las obras son las verdaderas personas de la
psicología colectiva: los lugares, las canciones, las
leyendas, las palabras, son aquello que hay que atender,
escudriñar y describir. En este sentido, una personas muy
conspicuas son los conceptos y las nociones tales como los
145
LA ESTRUCTURA Y LA GRACIA
Una forma es el encuentro del espacio y del tiempo. Por
espacio se entiende, naturalmente, lo extenso, susceptible
de medición, incluyendo las carátulas de los relojes y los
calendarios, esto es, que a lo que más comúnmente se le
denomina tiempo, como cuando se habló de los relojes y como
la sucesión de hechos, en realidad es espacio, porque, en
efecto, está extendido, y se pueden poner ahí unas cosas al
lado de las otras, el número tres al lado del cuatro en el
155
El Espacio
Toda forma presenta una disposición de sus componentes
o rasgos, y cada componente tiene una cierta apariencia
dada. Una cara tiene un ojo de cada lado y por lo común una
nariz vertical en el centro, a determinada distancia de las
orejas y la boca en su lugar acostumbrado, y esta
disposición de los componentes es lo que puede recibir el
156
El Tiempo
Las formas, vistas nada más de manera espacial, son
una cosa inerte que, en sentido estricto, carece de forma.
Para tener forma, necesitan ser insufladas de tiempo, es
decir, de ese movimiento o vida o ánimo con que fueron
hechas, pero que ya no se encuentra en las meras
distribuciones espaciales. Esto se puede advertir en las
ruinas de cualquier sitio, que objetivamente son una serie
de piedras desperdigadas, cuyos habitantes originales
están, seguramente, todos muertos, pero que, cuando uno las
recorre con la mirada y con la imaginación y algunos datos
pertinentes, eso inerte y muerto como que empieza a
vivificarse ante la presencia de uno, y uno es entonces
capaz de estar recorriendo, no ya un terreno de piedras
rotas, sino una ciudad, un templo, una calzada, cargados de
sentimientos de esplendor y decadencia, de grandeza y
derrota: eso que acaba uno de ponerle a esas ruinas, es
justamente tiempo.
Ese tiempo, o duración, que se le introduce al espacio
para convertirlo en forma, y que en efecto, Bergson
159
Recorrido
En primer lugar, como un recorrido, o un trayecto
o, como lo llamaba Etienne Souriau, un itinerario de la
percepción, que va siguiendo con la mirada o con los pies
aquellos puntos altos o bajos, sucios o limpios que están
marcados como hitos en el espacio, y al ir haciendo esto,
elementos que se encuentran separados van siendo enlazados
los unos con los otros haciendo un camino ondulante o
quebrado, ríspido o límpido, fluido u obstaculizado según
sea la forma que se trate. En una fotografía o en un texto,
este recorrido es visual o textual, pero en la forma de las
ciudades puede volverse literalmente recorrido con los pies
y con el cuerpo y con la cinestesia (Mora, 2003; Vivas i
Elias, 2004): ciertas ciudades, por ejemplo las trazadas
con vías anchas y rápidas cruzadas por coches muestran una
forma agresiva o cortante al oponerse al paso fluido y
distraído de quien la recorre, cuya vista y pies y oídos
tienen que estar en permanente arranque y parada y
retroceso, como si estuvieran siguiendo con los dedos una
línea que se rompe, o siguiendo con la mirada una imagen
que se estorba, mientras que, en cambio, una ciudad
peatonal de callecitas delgadas y curvas se vuelve una
forma muy continua y muy fluida. Como sea, los distintos
componentes de la forma que aparecen distribuidos en el
espacio y cada uno con sus particulares características, al
ser recorridos por la percepción, dejan de ser meros
componentes disgregados y se constituyen todos juntos en la
unidad obligatoria que tiene toda forma. Sin embargo, no se
trata, como parece, de un encadenamiento sucesivo de rasgos
uno detrás de otro y uno después de otro, sino, más bien,
todos al mismo tiempo, lo cual parece un tanto
160
Ritmo
En segundo lugar, el tiempo se aparece como
movimiento o como dinámica, que es, ciertamente, el
movimiento que detecta la percepción al ir siguiendo los
puntos relevantes del recorrido, los cuales no aparecen ya
como elementos aislados sino como un mismo rasgo que se va
moviendo como si estuviera tironeado por fuerzas opuestas
que actúan sobre él sin que ninguna gane definitivamente,
sino que se mantienen en un tensión irresuelta que le dan a
la unidad de la forma la “rítmica” y la “agógica”, como las
llama Noël Mouloud (1964, p. 85), que les corresponde. “las
fuerzas generan formas” como las del viento sobre la arena
(Alexander, 1965, p. 97); las formas pueden entenderse como
el rejuego de fuerzas que se encuentran en tensión, como la
tensión que se da en la pintura entre la sombra y la luz,
entre el azul y el amarillo, y que hacen que la mirada
tanto se jale hacia un polo como regrese al otro y se
mantenga pendiendo entre ambos. La generalización de ésta y
otras tensiones de fuerzas por toda la unidad de la forma
es lo que finalmente constituye el ritmo, que se siente, no
como un estira y afloja, sino como un movimiento ordenado y
con dirección en donde la percepción se puede acomodar y
transcurrir contentamente; así, a las formas se las ha
concebido como siendo predominantemente ritmos: como dice
Paul Fraisse (1974, pp. 9-10), en griego la palabra “ritmo”
se utilizaba para referirse generalmente a la forma, y
significaba “manera peculiar de fluir” o “configuración sin
fijeza ni necesidad natural”. Con el ritmo, todos los
rasgos o detalles de una forma se disuelven en un mismo
movimiento que parece ceder y renovarse, avanzar y
estacionarse, subir y bajar reiterada y cíclicamente, y al
162
Memoria
La tercera manera en que entra el tiempo a las
formas es la memoria de las formas. Esta memoria se refiere
al hecho de que ante el observador que recorre la forma y
se diluye en ella, van apareciendo, incluso como modo de su
rítmica interna, detalles de la forma que, por decirlo así,
no están presentes, no son actuales, sino que pertenecen a
formas pasadas. Al visitante de una ciudad se le aparece no
sólo la ciudad en cuestión, sino las ciudades que ha sido
antes y que se supone que ya no están, y no sólo en la
modalidad arquitectónica, sino en ciertas velocidades,
usos, hábitos, costumbres, palabras, maneras de andar que,
en rigor, solamente pueden ser percatados si se les mira,
no como acontecimientos del día de hoy, sino como
acontecimientos que ya tuvieron su día y que ya, bien
vistos, no existen: muchas de las costumbres de una cultura
dada, no se notan y no se comprenden si no se las ve como
reliquias y como vestigios. Así, lo que sucede en las
formas, es que el tiempo que ya había pasado y sucedido y
través del cual la forma determinada se fue configurando,
se prototrae al presente y entonces la forma se muestra, no
solamente en su estado actual, sino en los diversos estados
por los cuales ha pasado. El preciso encanto de ciudades
que tienen su estilo inconfundible radica en la presencia
de todo su pasado dentro del momento actual, de manera que
tal lugar no es solamente ya extenso, como Disneylandia,
sino también intenso, como Barcelona. La memoria de las
163
Uno mismo
Y la cuarta manera del tiempo dentro del espacio
es uno mismo. Como se habrá advertido, todos los modos del
tiempo están de la parte de acá del observador o perceptor,
y es que, en efecto, una forma no existe si no hay alguien
que la contemple, y la razón es que este alguien, o sea,
uno mismo, es básicamente tiempo. En una interpretación muy
psicologista y muy poco graciosa, se ha querido ver a la
presencia de uno mismo en las formas como la proyección de
la mente sobre los objetos, en el sentido de que el
individuo coloca su personalidad o sus cogniciones sobre
las cosas para luego percibirlas de tal o cual manera, al
estilo de test de manchas de tinta, o al estilo del sordo
que no oye pero compone; la verdad es que es una
interpretación desangelada, que es lo propio de todas las
opiniones simplemente correctas, que dice que por un lado
hay un objeto real y por otro hay un sujeto iluso y que en
rigor no existe ninguna forma. La interpretación aquí, por
el contrario, es que lo real no es ni el espacio ni mucho
menos la mente psicológica, sino la forma entera, y que el
observador o uno mismo entra a formar parte intrínseca de
la forma y solamente cuando esto sucede, es que la forma
está completa y puede por fin aparecer. Ahora bien, esto
164
Última Definición
Dado lo anterior, puede decirse que una forma es un
espacio temporalizado y que es un tiempo espacializado,
pero no que tiempo y espacio, observador y objeto, cultura
y realidad, son dos cosas distintas y separadas. De aquí se
puede sacar una última especie de definición que se
encuentra en todos los autores dedicados al tema y que dice
que todo es forma y que una forma es aquello que es tiempo
y espacio al mismo tiempo. En efecto, no todo en esta
realidad es físico, y no todo es mental, pero en cambio,
todo, hasta lo físico y lo mental, es forma. Por eso los
libros sobre formas suelen estar llenos de oximorones, como
cuando Mouloud dice que es discontinidad ininterrumpida
165
LO ESTÉTICO
Las formas no son lógicas, funcionales, inteligentes,
útiles ni científicas: las formas son estéticas. Es cierto
que la noción de lo estético no tiene muchas agarraderas,
pero algo habrá de decadente en una época en la que el
término estética quiera decir cirugía estética, gimnasio de
estética y estética canina, y de hecho, en las ocasiones en
las que se ha utilizado el término “psicología estética”,
éste no haya ido muy lejos de las clínicas de belleza, ya
que se refiere a representaciones del cuerpo, estereotipos
del gusto y a si los caballeros las prefieren rubias: lo
que se puede criticar de esto no es que sea incorrecto,
sino que no se necesitaban ni los dos dedos de frente
reglamentarios para tener esta ocurrencia.
Atractividad
166
Pertenencia
Comoquiera, cuando un objeto es capaz de atraer a su
observador gracias a la congruencia de gestos y detalles y
logra que el observador quede envuelto y absorbido por la
forma, de manera que pase a formar parte de ella y que por
ende sus propias cualidades sean también las cualidades de
la forma, ello significa que pertenece a ella. Lo estético,
así como es la mayor o menor atractividad de una forma y
por lo que hay cosas más, o menos, estéticas, también, por
las mismas razones, es el grado de pertenencia de uno mismo
a una forma, sea un objeto, una idea, un grupo, un lugar,
una historia o una sociedad. Decir que uno pertenece a una
forma, que está dentro de ella, equivale a decir que uno se
mueve con sus gestos, está marcado con sus rasgos, muestra
los mismos detalles, se mira con los mismos aspectos,
piensa con sus pensamientos, actúa con sus hábitos y, en
suma, siente con su forma. Cuando alguien pertenece a una
comunidad es cuando tiene las creencias, los valores, las
tradiciones, las ilusiones y las razones de esa comunidad:
cuando alguien pertenece a una situación cualquiera,
significa que actúa conforme a la situación: si la
situación es triste, uno está exactamente tan triste como
la situación, y lo curioso es que uno no se quiere salir de
allí, porque no puede, porque nadie se puede salir tan
olímpicamente de la tristeza a la que se pertenece;
inténtese y se notará la dificultad, y es que parece que
hay un cierto sentido en vivir la tristeza que a uno le
corresponde, que es el sentido, precisamente, de
pertenencia. En efecto, el hecho de que uno pertenezca a
las formas es lo que puede denominarse el sentido estético
de la vida. El sentido de pertenencia es el hecho de
172
La Psicología Estética
Estético no es lo que tiene forma, sino lo que se
siente, que es lo que significa etimológicamente la palabra
aesthetica, aunque lo que se siente es lo que tiene forma.
Así, una psicología estética no lo es porque estudie las
formas, aunque lo haga, sino porque averigua cuál o cómo es
el pensamiento sensible de la sociedad. Dicho por lo
negativo, el pensamiento sensible es aquél que no es el
pensamiento racional, lógico, discursivo, o como decían los
clásicos, el pensamiento claro y distinto, esto es, que
puede distinguir las diferentes partes y objetos del
pensamiento y asimismo que se puede secuenciar de varias
maneras y que, en general, es lo que se reconoce como
pensamiento propiamente y que se identifica con el discurso
y con la lógica. El pensamiento sensible, decían los
clásicos, es el pensamiento que está confuso,
indiferenciado, borroso, donde no puede distinguirse bien a
bien una cosa de la otra y por ello todo se presenta como
una misma unidad, es decir, como una forma, que es la
manera de pensar que tienen los sentimientos. Y además, es
el tipo de pensamiento que subyace, sostiene, modula y “da
forma” a los pensamientos más puntillosos y elaborados de
la racionalidad lingüística y sin el cual perderían su
base. Las creencias son pensamientos sensibles sobre los
174
TERCER EPÍLOGO
Generalmente, a la sociedad se la ha estudiado desde unos
puntos de vista físico, biológico, político o económico
(Harré, 1979, p. 25), y aquí se argumentó que también puede
ser mirada desde un punto de vista estético. Las diversas
psicologías sociales han visto a su objeto de estudio como
si fuera una máquina, como si fuera un animal, como si
fuera una guerra o como si fuera un mercado; la psicología
colectiva ha argumentado que puede verse como si fuera una
forma.
Susanne Langer dice que en el arte radica el
conocimiento de las tensiones fundamentales de la vida.
Así, con la misma idea, Arnheim dice que “el propósito del
arte es hacer el mundo visible” (1966, p. 326). Podría
decirse que la psicología estética pone a la sociedad como
una obra de arte y acto seguido describe lo que ve en ella.
Pierre Bourdieu, en una de sus últimas entrevistas, dijo
que las ciencias sociales tienen como propósito hacer que
el mundo sea interesante, y que, una vez que es
interesante, se vuelve necesario. Hacer que el mundo sea
necesario no es poca cosa.
Dado que todo tiene forma y que las formas traen de
por sí ya su sentido integrado, que es, tal vez, hacer
necesario a quien las mira, podría plantearse pues, que,
175
REFERENCIAS
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