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COMPONENTES INORGANICOS DEL SUELO

David Ruiz Luna. Edafología. SUA UNAM.

Ciclo de las rocas y minerales petrogenéticos.

En la mayoría de los suelos, al estudiar la fase sólida se observa un predominio de los componentes inorgánicos, que
tienen su origen en los minerales que constituían la roca o material a partir del cual se ha formado el suelo. Según las
modificaciones que han tenido lugar, los minerales resultantes se denominan heredados, transformados o neoformados.

En la mayoría de los demás suelos, los


minerales pueden haber sufrido profundas
transformaciones, dando como resultado la
reorganización de los productos y la
neoformación de especies minerales más
estables en las condiciones del medio
predominantes, o a materiales amorfos,
compatibles en el medio considerado.
La formación del suelo se encuentra integrada
en el CICLO DE LAS ROCAS en la naturaleza que
vendrá condicionada por la proporción relativa
de los distintos elementos químicos. Los nueve
más abundantes son: Oxígeno (O), Silicio (Si),
Aluminio (Al), Hierro (Fe), Calcio (Ca), Sodio
(Na), Potasio (K), Magnesio (Mg) e Hidrógeno
(H).

La preponderancia del silicio y del oxígeno


explica que predominen los silicatos, minerales
cuya estructura cristalina se caracteriza por los
enlaces Si-O, que son muy estables. Los MINERALES PETROGENÉTICOS, los que forman las rocas de la corteza terrestre
son silicatos en una proporción del orden de un 95%.

Minerales del suelo: Principios estructurales.

Los componentes inorgánicos pueden ser muy distintos de unos suelos a otros, dependiendo de las condiciones de
medio y del material originario. Debido a que en los materiales originarios el número de especies minerales no es
demasiado elevado, los suelos frecuentemente no presentan más allá de 20 a 25 minerales diferentes.
Los más abundantes suelen ser los minerales de la clase de los silicatos, como las arcillas, feldespatos, anfíboles,
piroxenos, micas y cuarzo; en algunos casos también los óxidos de hierro, carbonato cálcico, yeso, rutilo, ilmenita, etc.
Los principios generales de la estructura laminar de las arcillas fueron puestos de manifiesto por Pauling (1930),
mediante estudios de rayos X.
Las unidades principales de la formación de los minerales de arcilla son disposiciones bidimensionales de tetraedros
(poliedros de coordinación) de silicio-oxígeno,
𝑆𝑖 𝑂, 𝑂𝐻 4 . La capa se denomina tetraédrica o de
silicio y disposiciones bidimensionales de octaedros
de aluminio o magnesio con oxígeno-hidroxilos. La
capa recibe distintas denominaciones, octaédrica,
capa gibsítica, o de aluminio Al2(OH)6 y capa brucítica
o de magnesio Mg3(OH)6.

Estas uniones ponen de manifiesto la simetría


hexagonal de la capa de oxígenos, en la que
aparecen anillos de seis átomos de oxígeno en la
capa tetraédrica. Las uniones SiO-Si se denominan
enlaces siloxano y la superficie definida por los átomos de oxígeno, superficie siloxana. Las capas tetraédrica y
octaédrica presentan simetría análoga y dimensiones casi idénticas, lo que permite que se compartan átomos de
oxígeno entre ambas capas: el cuarto átomo de oxígeno del vértice libre de la capa tetraédrica, perpendicular al plano
de los otros tres oxígenos es compartido.

Origen de la carga eléctrica y sus


implicaciones.

Las arcillas poseen carga eléctrica, negativa


en la mayoría de los casos, si bien las arcillas de
estructura 1:1 (grupo de la caolinita) tienen
carácter anfótero. La cantidad de carga y su
distribución espacial varían de unos minerales
de arcilla a otros.
La formación de un mineral de arcilla implica
un crecimiento de las distintas capas. En el
medio en que se forma un mineral los átomos
de silicio, aluminio y magnesio raramente se
encuentran en las relaciones ideales
requeridas para alcanzar la constitución
estructural teórica. Átomos de tamaño
semejante al del elemento que tendría que
ocupar un lugar en la red cristalina, y se
encuentren en una alta concentración en el
medio, pueden entrar en la red cristalina, lo
que constituye una sustitución isomorfica.

, o el del magnesio
(Mg²+) y el hierro (Fe²+) en lugar del aluminio (Al³+) en la capa octaédrica. La sustitución por lo general afecta a un ión
de menor valencia que entra en el lugar de otro de mayor valencia, dando lugar a una carga negativa que aparece
principalmente n las superficies de las capas tetraédricas.
Las estructuras cristalinas resultantes de estas sustituciones son relativamente estables a pesar de este tipo de
alteraciones y perdurarán mientras no actúen procesos de meteorización.
La diferencia de valencia entre los elementos sustituyentes y sustituidos genera un exceso de carga eléctrica negativa
libre en la superficie del cristal, que se manifiesta como una determinada densidad de carga superficial, característica
para cada mineral, y que tiene un carácter permanente. Esta densidad de carga es tanto mayor cuanta más sustitución
isomorfica hayan tenido lugar. Es de mayor intensidad si las sustituciones han tenido lugar en la capa tetraédrica, al
localizarse el exceso de carga negativa mucho más cerca de la superficie siloxana.
La carga de las caolinitas varía con el pH y con el tamaño de partícula, lo que indica un origen distinto al de las
sustituciones isomorficas: carga variable. En estas arcillas la carga eléctrica se localiza únicamente en los bordes del
cristal y se debe a roturas y a la disociación de protones de grupos OH, coordinados con el silicio o con el aluminio. En
este último caso, al ser menor la valencia del aluminio que la del silicio, los grupos OH pueden unirse a protones en
condiciones de marcada acidez, y las partículas de arcillas quedan cargadas positivamente.

La importancia de las sustituciones


isomorficas hace que la carga de ellas se
deriva sea uno de los criterios utilizados
para clasificar los filosilicatos en grupo,
subgrupos y especies.

La carga eléctrica negativa de las


superficies siloxanas es compensada por
la absorción de iones de signo contrario
que pueden ser o no intercambiables. La
unión tiene lugar por la formación de
complejos de superficie con dichos
cationes, o ser enlaces de tipo
electrostático con moléculas bipolares.

Estos complejos de superficie


constituyen la base de las propiedades
de intercambio catiónico, de gran
trascendencia al hacer del suelo un
suministrador de nutrientes para las
plantas al evitar su pérdida por lavado, y
un depurador natural, al poder actuar
como filtro de metales y otros
contaminantes.

El hecho de que algunas arcillas y otros componentes puedan poseer carga eléctrica positiva permite explicar que
determinados suelos presentan capacidad de intercambio aniónico.

Origen de las arcillas.

El término arcilla se utiliza n mineralogía para designar a un conjunto de minerales de pequeño tamaño de partícula,
pertenecientes a la subclase de los filosilicatos. Son aluminosilicatos hidratados con estructura en hojas (filo=hoja), con
espaciamientos y contenidos en los espacios interlaminares característicos para cada mineral.

El estudio mineralógico de las arcillas del suelo resulta complejo, al tratarse de mezclas de distintos minerales, que
pueden presentar distinto el grado de cristalinidad, pueden proceder de minerales preexistes en el material originario,
por herencia, transformación o neoformación.
Los minerales de la arcilla ejercen una gran influencia sobre las propiedades químicas y físicas de los suelos, como
consecuencia de su pequeño tamaño de partícula, alta superficie específica y sus propiedades para intercambiar
cationes.

Las arcillas del suelo pueden ser heredadas del material originario sin apenas sufrir transformaciones; ser el resultado de
modificaciones importantes o bien, de la reorganización de los productos de la meteorización. Las condiciones de medio
y las características de la roca madre condicionarán los procesos posibles.

Principales Minerales del Suelo.

Minerales laminares

Grupo de la caolinita. Los minerales de este grupo son aluminio-silicatos, pobres en sílice, con una capa tetraédrica
unida a una capa octaédrica gibsítica, en la que dos de cada tres octaedros están ocupados por aluminio. Las caolinitas
son características de suelos muy meteorizados, en los que la neoformación de este mineral se ve favorecida frente a la
de otras arcillas, por el hecho de que sólo requiere Licinio y aluminio como constituyentes esenciales.

Arcillas micáceas: Ilitas. Los minerales micáceos son del tipo 2:1, sus láminas están formadas por una capa octaédrica
con una tetraédrica a cada lado. La fijación del potasio se manifiesta por el hecho de que las láminas no se expanden al
añadir agua, ni con otras sustancias orgánicas, tales como etilenglicol o glicerina. La distancia basal es constante e igual a
1.0 nm. La mayoría de arcillas micáceas son dioctaédricas (moscovita), mientras que la biotita y la flogopita son
trioctaédricas. Las arcillas micáceas son frecuentes en suelos del área mediterránea, si bien pueden presentarse en casi
todos los suelos y son uno de sus constituyentes más importantes.

Grupo de las esmectitas. Los minerales del grupo de las esmectitas presentan estructura 2:1 lo que las asemeja a las
micas, de las que se diferencian por presentar menos sustituciones isomorficas. Esto hace que la carga eléctrica de
superficie sea menor. Los complejos de superficie con cationes hidratados son de esfera externa, por lo que los cationes
son fácilmente intercambiables. Las esmectitas pueden encontrarse en rocas sedimentarias tales como las lutitas y ser
heredadas por el suelo en condiciones semiáridas o en zonas con procesos de meteorización poco intensos (ejemplo los
vertisoles).

Vermiculitas. Su estructura se asemeja a la de una mica, de la que pueden proceder por meteorización. Se distingue de
ellas por tener una carga eléctrica ligeramente menor. La vermiculita macroscópica se presenta en la fracción arena,
mientas que en la fracción arcilla, si existe vermiculita, es esencialmente dioctaédrica. Es frecuente en suelos que han
sufrido una meteorización relativa más intensa, sin llegar a la de los suelos tropicales húmedos. Se forma a partir de
rocas básicas, siendo poco importante su formación a partir de rocas ígneas ácidas.

Cloritas. Son minerales estructuralmente relacionas con las arcillas 2:1, de los que se diferencian por presentar paquetes
T-O-T alternando regularmente con una capa de hidróxidos interlaminar. La existencia de una capa interlaminar
constituida por hidróxidos de hierro es poco probable, ya que los óxidos de hierro son mucho más estables. La clorita es
un mineral relativamente poco frecuente en los suelos, por su baja estabilidad. Por otro lado, aparece poco en los
análisis porque en pequeñas cantidades es difícil de detectar en presencia de esmectitas y vermiculitas.

Minerales fibrosos
Los filosilicatos fibrosos están representados por dos especies mineralógicas, paligorskita y sepiolita.

Paligorskita. Su estructura es totalmente diferente a la de los restantes minerales enunciados. Es un silicato magnesico-
alumínico hidratado, en el que se encuentran en la misma proporción el Aluminio y el Magnesio. Es un mineral
intermedio entre el subgrupo dioctaédrico y trioctaédrico. Presenta canales estrechos en los que se localizan los
cationes intercambiables y moléculas de agua. La paligorskita es un componente poco frecuente en los suelos, si bien es
en rocas sedimentarias de origen lacustre, pudiendo ser heredada por los suelos que se forman a partir de estos
materiales.

Sepiolita. Es un mineral muy semejante a la paligorskita. Es un silicato de magnesio, con aluminio sólo como
componente minoritario, hidratado y de morfología fibrosa. En este caso los canales unidireccionales se forman por la
inversión de cuatro tetraedros, presentan cadenas triples de Si-O, y resultan más anchos que los de paligorskita. La
sepiolita presenta unas condiciones de formación análogas a las de la paligorskita.

Aluminio-silicatos amorfos y paracristalinos

Este grupo está representado por la alófana y la imogolita, identificadas por primera vez en suelos desarrollados a partir
de cenizas volcánicas.
Alófana. Es un término genérico que describe materiales aluminosilicáticos altamente desordenados o amorfos, en el
sentido de que la difracción de rayos X no tiene suficiente resolución para el grado de ordenamiento existente ya que se
trata de un orden local o de corto intervalo. Al observar la alófana al microscopio electrónico de barrido aparece a modo
de microagredados formados por partículas unitarias, esférulas huecas de 3,5 a 5,5 nm de diámetro. La alófana es el
constituyente amorfo más importante en suelos jóvenes formados a partir de materiales volcánicos. Para su
permanencia en el suelo requiere unas condiciones de humedad continuadas. Al ser semejantes las condiciones para la
formación de minerales en horizontes subsuperficiales de Andisoles y Spodsoles, es posible que la alófana también se
forme en estos suelos.

Imogolita. Es un nesosilicato paracristalino consistente en finos tubos de varios micrómetros de largo y un diámetro
externo de 2.3 a 2.7 nm y diámetro interior de alrededor de 1.0 nm. La imogolita se identificó inicialmente en suelos
desarrollados a partir de cenizas volcánicas.

Tectosilicatos: Zeolitas.

Son aluminosilicatos hidratados cristalinos de cationes alcalinos y alcalinotérreos. Los tetraedros están dispuestos de
manera de dan lugar a cavidades y a un sistema de canales interconectados. De acuerdo con su estructura se distinguen
la natrolita, la heulandita y la phillipsita. Sus propiedades y comportamiento están íntimamente relacionadas con las
cavidades y el sistema de canales que presentan. La meteorización de las cenizas y vidrios volcánicos por disolución y
posterior cristalización puede dar lugar a zeolitas, según sean las condiciones de medio. Se pueden formar a partir de
vidrios volcánicos en condiciones de alta alcalinidad, salinidad e hidrotermales, pero también existen zeolitas de origen
sedimentario.

Óxidos e hidróxidos del suelo

La liberación de aluminio, hierro, manganeso, titanio y silicio como resultado de los procesos de meteorización conduce
a la neoformación en el suelo de óxidos anhidros, hidróxidos y oxihidróxidos ya cristalinos, paracristalinos o amorfos. Los
óxidos actúan como elementos cromógenos de las arcillas, a las que confieren distintos colores según su estudio de
oxidación y grado de hidratación.

Pueden presentarse asociados a las arcillas, formar agregados cementados tales como concreciones y pisolitos de
tamaño milimétrico y llegar a constituir capas cementadas, denominadas contactos petroférricos o corazas ferruginosas.
Los óxidos abundan en suelos formados en condiciones tropicales húmedas en los que se produce un enriquecimiento
relativo de óxido de hierro y aluminio por pérdida de sílice. En suelos formados en condiciones de exceso de agua los
óxidos de hierro y manganeso sufren removilizaciones y concentraciones.

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