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GEOGRAFÍA HUMANA

2º DE SOCIOLOGÍA (TURNO DE TARDE)


CURSO 2002-2003

TEMA 0: INTRODUCCIÓN A LA GEOGRAFÍA HUMANA

LA GEOGRAFÍA, UNA CIENCIA SOCIAL DEL TERRITORIO

La Geografía Humana –y no sólo esta vertiente de la Geografía - es, ante todo,


una ciencia social del territorio. Al igual que la Historia, está centrada en las
cuestiones sociales: espacio y tiempo son, pues, coordenadas que enmarcan
necesariamente todo el conjunto de relaciones sociales, condicionándolas y
explicándolas.

La Antropogeografía (1891), de Friedrich Ratzel (1844-1904), considerada como


la obra fundacional de la Geografía Humana ya consideraba la geografía como
una ciencia centrada en las cuestiones sociales y su primer volumen se
subtitulaba “Introducción de la aplicación de la Geografía a la Historia”. Pese a
todo, la obra de Ratzel todavía se limitaba a explicar las influencias del medio
físico en la sociedad, pero ya era un paso significativo.

La concepción más tradicional de la geografía –de Ptolomeo a Varenio- la


consideraba una ciencia matemática mixta, que explicaba las propiedades de la
tierra –figura, situación, dimensiones, movimientos...- a las que el hombre era
totalmente ajeno. Los padres de la Geografía moderna, Humbolt (1769-1859) y
Ritter (1779-1859), no fueron capaces de explicar los fenómenos humanos con el
grado de empiricidad mostrado al estudiar los fenómenos naturales, en buena
medida porque carecían del instrumental científico adecuado para permitirse
explicaciones causales suficientemente convincentes.

No obstante, la consideración de la geografía como una ciencia social del


territorio está lejos de ser aceptada unánimemente. Algunos contemporáneos de
Ratzel pensaban que sólo en la geografía regional debían estudiarse los hechos
humanos; otros creían que los hechos humanos carecían de la cientificidad de los
de carácter físico.

Con el tiempo, las críticas vienen desde quienes creen que sólo se debe
estudiar la Tierra como habitat de la humanidad y quienes creen que las
relaciones entre el hombre y la Tierra sólo deben centrarse en el medio ambiente
natural. Por ejemplo, Demageon creía que el objeto de la geografía era “estudiar
en una región, geográficamente definida, las relaciones entre la naturaleza y el
hombre”. Más elaboradas y recientes son las concepciones que consideran el
espacio como una abstracción y las que equiparan medio geográfico con medio
físico y medio físico con medio natural.

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Sólo con el desarrollo de las tendencias radicales en los años sesenta y setenta
se consolida la visión del espacio geográfico como un producto social y de la
geografía como una ciencia social entre otras muchas, abordando la vida en
sociedad desde una preocupación centrada en los aspectos territoriales.

El espacio social –siguiendo al historiador Lefebvre- no responde a la naturaleza,


al clima, al carácter, a la historia anterior o a las circunstancias culturales
concretas sino que es “el resultado de un proceso vinculado con el desarrollo de
las fuerzas productivas y de las relaciones de producción”.

Desde otras perspectivas, preocupadas por lo que se denomina el espacio


vivido, éste no sería independiente del propio sujeto y de la sociedad en que se
inserta, sino un medio en que se desarrolla la vida humana; no es independiente
de la sociedad que lo ocupa.

El espacio y el tiempo se convierten así en ejes de las ciencias sociales, lo que


supone una necesaria cooperación entre las grandes disciplinas de análisis de la
realidad social, las centradas en el espacio, el tiempo y el grupo: ni existen
cuestiones puramente espaciales, ni existen procesos sociales no espaciales.

¿Porqué ha evolucionado la geografía en este sentido? En realidad, como afirma


García Ramón, la geografía, como cualquier otra disciplina es “un producto de su
tiempo y todo conocimiento es una construcción social y como tal refleja las
condiciones bajo las que éste se produce y transmite”· La geografía actual se
desarrolla en medio de una situación de fuerte incremento demográfico de la
humanidad y de aumento del poder material humano, lo que ha permitido extender
paulatinamente la dominación sobre un medio físico que organiza, controla,
explota y consume: del interés por la influencia del medio físico sobre la vida del
hombre se ha pasado al interés por los procesos sociales que intervienen sobre el
entorno.

El propio paisaje, como explica Milton Santos, se aleja cada vez más de un
mundo natural prácticamente reducido a cada vez más escasos lugares para
convertirse en un “conjunto de formas heterogéneas, de edades diferentes,
pedazos de tiempos históricos representativos de diversas maneras de producir
las cosas, de construir el espacio”; por eso cree que debemos superar el análisis
del aspecto del paisaje para llegar a entender su significado.

Hoy, una época de mundialización creciente, de globalización si se quiere, tiende


a transformar las relaciones espaciales y a acentuar una relación jerárquica entre
ellos. El espacio geográfico está cada vez menos influido por el marco físico
preexistente que por los procesos sociales que lo transforman. La geografía debe
analizar el espacio geográfico como algo en permanente construcción mediante
una relación dialéctica con la sociedad que lo habita. Se debe poner el acento en
el cambio, en unas transformaciones producto de la propia naturaleza histórica,
construida, del espacio social. Cuestiones como el desarrollo desigual, los

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procesos de diferenciación espacial, la vinculación entre grupos sociales y
fragmentos del territorio cobran cada vez mayor importancia.

LA EVOLUCIÓN DE LAS DISTINTAS CORRIENTES GEOGRÁFICAS: SUS


APORTES AL DESARROLLO CIENTÍFICO

La geografía moderna surge con Humboldt y Ritter, dos científicos alemanes,


que recogieron el material empírico elaborado a partir de la exploración y
colonización europea, lo analizaron y lo presentaron en un nuevo marco teórico y
conceptual. También en Alemania surgieron en 1874 las primeras cátedras
geográficas universitarias, gracias al interés que suscitaba el fenómeno colonial y
también en función del fomento de las ideas nacionalistas.

Tiempo atrás habían comenzado a desarrollarse las sociedades geográficas


(en 1821, en París, se constituyó la primera), vinculadas estrechamente a la
exploración y explotación de nuevas tierras sobre el planeta; las sociedades
contribuyeron a la difusión de los conocimientos geográficos y a la aceptación
social de la geografía como disciplina académica, pero también fundamentaron el
imperialismo y fomentaron una construcción de la identidad europea a partir de
una supuesta imagen de superioridad racial, económica, política y cultural.

A finales del siglo XIX, Ratzel expuso el método para estudiar los problemas de
la geografía humana, describiendo la distribución de los seres humanos sobre la
Tierra y explicando estas distribuciones en función de la historia y de las
condiciones físicas, valorando las influencias que los elementos naturales
ejercieron sobre las sociedades. Eran los tiempos del determinismo.

El determinismo

El determinismo buscaba el encadenamiento causal existente entre los


fenómenos físicos y los fenómenos humanos. Partía de las concepciones
darwinistas de la interrelación entre el medio natural y los seres vivos y planteaba
explicaciones geográficas totalizadoras, utilizando instrumentos analíticos e
interpretativos: Ratzel, por ejemplo, defendía que la diversidad cultural del planeta
no era sino consecuencia directa de las condiciones naturales.

El determinismo utilizaba el método positivista, hipotético y deductivo, que


formulaba hipótesis sobre la realidad observada y formulaba leyes naturales en las
que las diferencias sociales se fundamentaban en condiciones de geografía física.

El determinismo–de acuerdo con los intereses imperialistas del capitalismo


industrial y del nacionalismo burgués- explicaba el mundo y el desarrollo histórico
como un proceso natural, ligado a leyes inexorables de la naturaleza, justificando
la expansión colonial.

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El determinismo era excesivamente simplista, reduccionista del carácter complejo
de las relaciones espaciales, pero introdujo en la geografía un método científico, el
hipotético-deductivo, y convirtió a la geografía en una ciencia puente entre la
naturaleza y la cultura.

La alternativa anarquista

Aunque compartiendo bastantes aspectos de un determinismo que era casi


incuestionable en su época, los geógrafos anarquistas aportaron una visión
alternativa a la de una geografía al servicio del poder y del imperialismo. Así,
Kropotkin trataba de compaginar anarquismo y determinismo afirmando que la
libertad humana sólo puede encontrarse garantizada cuando el hombre sabe
integrarse armónicamente en el orden natural y atribuyendo mayor importancia a
la ley de ayuda mutua que a la de la selección natural. Reclus defendía que el
conocimiento geográfico debía asumir la armonización entre naturaleza y
naturaleza humana. Ambos defienden las regularidades espaciales y plantean
sugerencias para modificar los aspectos perjudiciales de un orden social injusto.
Aunque marginados en los ambientes más academicistas de su época,
representan la actitud progresista, el carácter crítico y el compromiso vital,
mezclando criterios temporales o históricos con otros espaciales o geográficos.

Las corrientes clásicas

Son aquellas que surgen como reacción frente al determinismo, por su dificultad
de contrastar sus leyes universales con las investigaciones concretas. La
corrientes clásicas –entre las que destaca la posibilista o historicista de influencia
francesa- se identifican con las geografías regionalistas y del paisaje, destacan el
papel del sujeto, se interesan por lo único y singular y reconocen la dificultad de
alcanzar leyes generales.

El método propuesto, por Vidal de la Blache, es el inductivo historicista en el que


la observación y la descripción detallada de entornos concretos, que explicaban de
forma particular, primaban sobre la formulación de leyes generales. El posibilismo
reconoce que la naturaleza siempre ofrece unas posibilidades que el ser humano
aprovecha y transforma de formas muy variadas según los lugares.

La noción de género de vida expresa las formas de adaptación o respuesta de


los diferentes grupos sociales al medio geográfico: se llega a identificar la región
con el área de extensión de un paisaje. El género de vida representaba el
resultado integral de las influencias físicas, históricas y sociales que las relaciones
entre el hombre y el medio establecía en un lugar concreto, integrando conceptos
diversos, como el lugar, la alimentación, la organización social o los paisajes,
llegando a convertirse en una forma de civilización.

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El concepto de ciencia de lo único y singular –que dio lugar a multitud de
estudios regionales y monografías concretas- convertía a la disciplina en una
ciencia sui generis, con problemas de identidad graves para mantener su status
científico.

La geografía cuantitativa

Como reacción a las corrientes clásicas, pronto surgió una corriente que afirmaba
que la geografía no era una disciplina singular o excepcional sino que debía
utilizar el método científico como cualquier ciencia. Surge así la denominada
“Nueva Geografía”, también conocida como teorética o cuantitativa, aunque estos
términos no son equiparables: la geografía teorética es abstracta y busca una
teoría general y la formación de un cuerpo de leyes; la geografía cuantitativa se
refiere a la aplicación de técnicas numéricas y estadísticas en el análisis de los
fenómenos, independientemente de su enfoque teórico o no. Adoptaban los
métodos normales de investigación científica y trataban de encontrar explicaciones
geográficas a la distribución y localización de las actividades humanas.

Se reconocían herederos de investigadores como Ravenstein, Weber o


Christaller y buscaron una teoría general de la geografía, elaborando modelos
teóricos de la realidad mediante formas y fórmulas matemáticas. Delimitaron el
objeto de la geografía en la organización del espacio, más que en el concepto de
medio o de paisaje, y se preocuparon por el análisis general de los sistemas
espaciales.

Pusieron el acento en la explicación, en la búsqueda de leyes que permitiesen la


predicción y defendieron la neutralidad de la ciencia, excluyendo juicios de valor y
afirmando el carácter objetivo del trabajo científico.

Usaron un lenguaje matemático, basado sobre todo en la geometría, e


impulsaron la cartografía y la utilización de la informática y la electrónica, con lo
que desarrollaron la geografía aplicada. A ellos se debe buen número de
conceptos geográficos nuevos: problema-clave, sistema, corema –o estructura
elemental del espacio geográfico abstracto - o modelo.

Sus críticos afirman que se preocuparon más por las técnicas analíticas que por
el desarrollo y profundización de una auténtica teoría geográfica; también creen
que se centraron en aspectos formales y concretos alejándose de los auténticos
problemas relevantes; finalmente, se les acusa de caer en el llamado fetichismo
espacial, convirtiendo el espacio en un objeto geométrico, teórico, separado de la
vida concreta de la gente, justificadora del orden social existente y carente de una
dimensión ética. Pero revitalizaron la geografía, cuestionando los principios
básicos de esta ciencia, aportaron enfoques analíticos innovadores, multiplicaron
las técnicas para obtener información y aplicaron la geografía a ámbitos diferentes
a los militares y docentes.

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La geografía radical

También denominada crítica o democrática, surge en los setenta como reacción


contra el silenciamiento de los problemas sociales más relevantes, reivindicando
un saber crítico y transformador.

Aunque simpatizaron con el materialismo dialéctico, reivindican la tradición


intelectual de los geógrafos anarquistas, en los que encuentran una tradición
prestigiosa, una dimensión ética, un activismo político y divulgador y una denuncia
de las contrapartidas sociales del desarrollo capitalista.

Criticaron la divergencia entre la realidad y la investigación geográfica y la actitud


neutral mantenida por los neopositivistas de la escuela cuantitativa,
denunciandosu concepción del espacio como una entidad abstracta ajena a la
sociedad que lo habita.

Las geografías radicales se interesan por el espacio como elemento decisivo de


las estrategias del capitalismo y reteorizaron la espacialidad desde análisis
materialistas dialécticos ajenos a la labor de los geógrafos marxistas tradicionales.
El espacio, lejos de ser neutral, era un producto social, objeto de apropiación por
los diversos usos y clases sociales.

La geografía radical atribuía mayor poder de causación a los procesos sociales


que a los espaciales; por eso le preocupan temas como el estudio de los espacios
subalternos de los países desarrollados. También tratan de asociar la
investigación con una práctica social consecuente, de carácter revolucionario.

Se les critica una tendencia al discurso economicista determinista, una


sustitución del análisis riguroso por planteamientos éticos y una incoherencia entre
el discurso y la práctica. Pero pretendieron convertir la geografía en un
instrumento de transformación social y desenmascararon la aparente neutralidad y
cientificidad de la ciencia instalada; utilizaron el método dialéctico como un
instrumento de análisis fecundo, renovaron viejos campos de estudio e
introdujeron otros nuevos, como la geopolítica, la geografía feminista o la del
bienestar, fomentando los estudios interdisciplinares y dinamizando el estudio
escolar de la disciplina.

Las geografías humanísticas

Buscan una comprensión del mundo en la que el hombre ocupe el centro de


atención de las investigaciones, subrayando la función social de la geografía.
Basándose en filosofías fenomenológicas, existenciales y neomarxistas pretenden
dar respuesta a porqué los seres humanos crean lugares en el espacio y les
imbuyen de significado, y se centran más en la comprensión que en la explicación.

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Asumen que la actitud neutral es imposible y se sumergen en la investigación
mostrando cierta empatía con el objeto investigado. Para ellos el hombre es el
actor, y el lugar su espacio de vida: el mundo vivido es concebido como un
conjunto de hechos y valores, construido a través de la experiencia cotidiana.

El lugar es su concepto clave, centro de la propia existencia, espacio de


vinculación emocional, foco de identidad, dotado de historia y significado; es el
polo opuesto al espacio abstracto y geometrizado de los cuantitativi stas.

Lógicamente han fomentado los estudios de localidad, de lo específico, de lo que


representa la identidad del grupo. También ha incorporado buen número de
técnicas, como el redescubrimiento del trabajo de campo, el uso de las fuentes
literarias u orales, o muchas otras de carácter cualitativo (buena parte de la
llamada geografía de la percepción podría incluirse en esta corriente), pero se les
acusa de animadversión hacia las técnicas estadísticas.

Existen fuertes problemas para encajar su investigación en las condiciones


generales del método científico. Por eso, afrontan fuertes críticas, como la
acusación de subjetivismo, la reducción a una geografía precientífica que no pasa
de mero ejercicio de estilo, su análisis limitado a la apariencia del mundo. Pero
han puesto en tela de juicio conceptos aparentemente objetivos e irrefutables de
escuelas anteriores, han profundizado en el sentido del lugar, han revitalizado los
trabajos de campo y han reforzado el papel de la geografía como materia cultural.

Los postmodernismos

Expresión intelectual del capitalismo tardío, declara el fin de las dicotomías


tradicionales entre las distintas escuelas geográficas, identificándose con un
cómodo eclecticismo teórico, poco escrupuloso, relajado teórica y
epistemológicamente, como reacción a la ineficacia de los sistemas de
interpretación universal. Afirman que las teorías sociales son incontrastables, que
el corpus científico admite diferentes lecturas y puede cambiar, con lo que
justifican la duda, la crítica y la formulación de propuestas alternativas.

Piensan que intelectuales y científicos deben adoptar actitudes prudentes y


cautas, alejadas de las verdades absolutas, pues la complejidad sustituye a la
certeza. Poseen una concepción poliédrica del espacio, abordable desde distintos
enfoques, como texto, como conjunto de signos y símbolos, como identidad, como
factor económico...; revalorizan los espacios locales y las relaciones entre
diferentes escalas (la local, la estatal y la global).

Aunque todavía son teorías escasamente consolidadas, las críticas les han
llovido desde todas partes: se les acusa de incapacidad para establecer reglas
claras y postulados homogéneos, de que su decostrucción de conceptos y
categorías permite cualquier interpretación del mundo por inmoral que sea y se
duda de su carácter científico. Algunos creen que, bajo sus grandes postulados y
su oscura terminología, sólo existe un lenguaje vacío y una profunda ignorancia de

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la ciencia. Sin embargo, es indudable que han obligado a reflexionar sobre la
teoría geográfica, han fomentado interrogantes y han impulsado la renovación de
la geografía. Tal vez, sólo se trate de una actitud defensiva de una ciencia
epistemológicamente en construcción en unos tiempos de crisis y cambios
acentuados.

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