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Deontología profesional

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El término deontología profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas


éticas que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas determinan los
deberes mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por
este motivo, suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y,
a su vez, se encarga de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos. A día de
hoy, prácticamente todas las profesiones han desarrollado sus propios códigos y, en este
sentido, puede hablarse de una deontología profesional periodística, de una deontología
profesional médica, deontología profesional de los abogados, etc.

Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe


distinguir que la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos
de un colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional,
mientras que, tal como se apuntaba al comienzo del artículo, la deontología
profesional es el conjunto de normas vinculantes para un colectivo profesional.

Introducción

A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas


propuestas morales orientadoras de la vida humana. Es posible decir que la Ética es una
parte de la Filosofía Práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas
filosóficos que nacen de la conducta humana. La ética se dedica al estudio de los actos
humanos, pero aquellos que se realizan por la voluntad y libertad absoluta, de la
persona. Todo acto humano que no se realice por medio de la voluntad de la persona y
que esté ausente de libertad, no forma parte del campo de estudio de la ética. La ética,
por tanto, no inventa la vida moral sino que reflexiona sobre ella. Desde la perspectiva
del discurso moral existe la presunción, además, de que el ser humano es en cierto modo
libre. Esta consideración deja abierto el campo de posibilidades de actuación de los
seres humanos. En el ejercicio de esa libertad se producen conflictos que constituyen la
clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión teórica, trata de dar luz,
para encauzar adecuadamente la praxis, la acción humana.

La propia discusión de una ética profesional ya implica la idea de la existencia de un


código moral colectivo con un cierto grado de intersubjetividad y con un carácter
vinculante entre sus miembros, y no sólo un mero conjunto de normas apelativas a la
intuición, a la emoción o al extremo del relativismo de la moral individual.

Las normas deontológicas son incomprensibles sin la referencia al contexto o grupo


social en el que son obligatorias. La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del
cual pierden la obligatoriedad.

Escrito por: Alejandra Mantilla Ordoñez


[editar] Origen del concepto

El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido) y logía
(conocimiento, estudio…); lo que significa, en términos generales, el estudio o la
ciencia de lo debido. El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del
deber y las normas morales. El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías
Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral, donde ofrece una visión
novedosa de esta disciplina. Para Bentham, la deontología se aplica fundamentalmente
al ámbito de la moral; es decir, a aquellas conductas del hombre que no forman parte de
las hipótesis normativas del derecho vigente, aquellas acciones que no están sometidas
al control de la legislación pública. Esto sugiere una de las intenciones de la redacción
de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión estrictamente moral de una
profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos profesionales, aunque no estén
delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo.

La primera alusión al término deontología la hizo Bentham en su obra Science de la


Morale (París, 1832). Con ella quería dotar de un enfoque algo más liberal al concepto
ética y convertir en un concepto laico el término, hasta entonces religioso, moral. En
otras palabras, pretendía lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de subjetividad
de la moral y la ética. En "Deontología o ciencia de la moral" busca el racionalismo,
con un mecanicismo casi matemático con el que valorar los comportamientos por su
utilidad. Sin embargo, el intento de Bentham por cambiar el contenido de la moralidad
por un concepto más “aséptico” y menos valorativo, no logró esa transformación por el
mero hecho de acuñar un nuevo término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al
término deontología, seguimos relacionando está con la ética y/o la moral.

Bentham considera que la base de la deontología es el utilitarismo, lo que significa que


los actos de las personas se consideran buenos o malos en función de la felicidad global
que puedan generar. Según este marco teórico, el fin de una acción debe ser conseguir la
máxima felicidad para el mayor número de personas. De este modo, toda acción que
conduzca a ese fin, será aceptada como moralmente correcta.

¿Qué es aquello a lo que podemos denominar bien en sí o bien incondicional? En


nuestro contexto sociocultural actual, es la dignidad de cada persona, que debe ser
admitida y garantizada jurídicamente y defendida políticamente. La dignidad es aquello
que debe constituir el núcleo principal de toda ética filosófica y de toda deontología
profesional que se precie.

Emmanuel Derieux sostuvo que, gracias a la deontología, la ética profesional adquiere


un reconocimiento público; y es que la moral individual se hace trascendente en el
campo de la profesión. La deontología surge como una disciplina que se ocupa de
concretar normas en el ámbito profesional para alcanzar unos fines.

Como dice P.Barroso en el Diccionario de ciencias y técnicas de comunicación, “Ética


es la ciencia filosófico-normativo y teórico-práctica que estudia los aspectos
individuales y sociales de la persona a tenor de la moralidad de los actos humanos, bajo
el prisma de la razón humana, teniendo siempre como fin el bien honesto, la
honestidad”. A partir de esta definición se deduce su:
Objeto material: realidad que constituye el objeto de estudio. En ética es la persona, el
ser y la configutración virtuosa o viciosa que se dé a sí o cada uno a través de las
acciones. Son susceptibles de calificarse como éticas pues, las acciones humanas que
son libres (dependen de la voluntad de la persona). Formal. Punto de vista según el cual
las acciones son calificadas como buenas o malas. Se denomina moralidad y se basa en
valores y normas.

Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina
ordenada que constituye una rama particular del saber humano. Disciplina filosófica. La
ética como disciplina filosófica intenta a través de métodos de análisis y experiencia
propios de la filosofía, elaborar los conceptos y argumentos para comprender la
dimensión moral de la persona.

La moral se puede justificar desde tres perspectivas: la Metaética (viendo qué son los
juicios morales como juicios de valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de
unas reglas práctias para la discusión, escapando del "todo vale".

Metaética: Con este término se designa al estudio sobre la significación, el sentido y la


evolución histórica de los conceptos éticos. En un principio se distinguen dos grandes
grupos de teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que podemos conocer la
ética o moral en términos de conocimiento verdadero) y las No cognoscitivistas o no
descriptivas (en las que no cabe conocimiento propiamente dicho). Dentro de las
Descriptivistas, distinguimos las naturalistas (sostienen que los términos éticos
describen propiedades observables de las cosas); con el utilitarismo como ejemplo. Y,
por otro lado, las teorías no naturalistas (creen que los juicios de valor son verdaderos o
falsos, pero las características de las cosas no son observables por la experiencia); con el
intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías No Descriptivistas, podemos
encontrar el Emotivismo (que sostiene que con afirmaciones morales no expresamos
conocimiento, sino emociones con las que intentamos influir o incidir en las emociones
y comportamientos de los demás); y el Prescriptivismo (que enuncia que al hacer juicios
morales no describimos las cosas "que son", sino "las que deberían ser"; es decir,
expresamos imperativos, enunciamos normas).

Ética normativa: Distinguimos las teorías Deontológicas y Teleológicas; incluyendo


un tercer grupo: la Ética de la virtud. A grandes rasgos, exponemos las principales
diferencias. Las Teorías Deontológicas que tienen como concepto principal el "deber
previamente establecido", están inspiradas en Kant. Las Teorías Teleológicas se basan
en las consecuencias, y su corriente principal es el utilitarismo. Y, la Ética de la virtud
se basa en las actitudes de las personas, con la corriente de Aristóteles como base
teórica.

Podemos señalar una serie de características que conforman la Ética de la Virtud según
Aristóteles.

Para Aristóteles, el orden social en los modos de vida está directamente ligado con el
orden natural de los mismos. Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden
las cosas de forma natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según
este autor, bueno.
Sin embargo, esta teoría no está libre de crítica. Es, precisamente, la absolutización de
su postura la que genera más desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta,
que lo natural puro exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos
"naturales", nos vienen dadas por la cultura. Además, no podemos olvidar el hecho de
que la naturaleza evoluciona, no es estática, por lo que si ésta es susceptible de cambio,
lo bueno también se vería afectado.

Propuesta intermedia: La vía intermedia se basaría en una idea prescriptivista y


también en una perspectiva deontologista. Pero esto no significa que sea incompatible
con otros puntos de vista. Es una propuesta teórica, a la par que práctica. Sus principales
características serían: un punto de vista moral, el diálogo, la racionalidad práctica y la
coherencia y universalidad (relacionadas con la idea de imparcialidad).

Podemos señalar una serie de características que conforman la deontología kantiana.

Kant, al definir la deontología, hace referencia al deber y a las obligaciones, no nos


habla de una ética relacionada con el porvenir del hombre, de sus objetivos o de sus
aspiraciones en la vida, más bien, enfoca la ética a una ética del deber, la cual establece
pautas de comportamiento que se deben seguir o leyes que regulan a los ciudadanos.

Se podría considerar como una ética independiente y formal si tenemos en cuenta que
no ofrece contenidos, no establece pautas para llevar una vida que se pueda considerar
“buena" o “mala”.

Mencionar por último, su implicación con el criterio de capacidad de universalización,


que posibilita diferenciar entre máximas de tipo moral y las que no lo son.

Al igual que sucede con la teoría de Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de
crítica:

En primer lugar, a Kant se le puede criticar que, al relacionar la ética con cómo deben
hacerse las cosas, está universalizando el concepto, porque presupone que todos
debemos entenderla del mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta
también es particular a cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto
igual por todos.

En segundo lugar, Kant establece cómo hay que actuar, pero no nos dice si eso es bueno
o no. La ética no se refiere sólo a la forma, sino también al fondo de las cosas.

Por último, Kant olvida por completo el sentimiento humano: según él tenemos que
actuar en base al deber y no en base a lo que de verdad queremos hacer. En este sentido,
actuar conforme al deber nos aleja de la felicidad.

[editar] Objetivos

Todo profesional está y debe estar sometido a controles sociales más o menos rigurosos
que permitan exigirle responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus
actos, de ahí la necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la
propia conciencia, que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos
morales, existe la figura de los colegios profesionales para mantener, promover y
defender la deontología. Éstos vigilan el cumplimiento de determinados niveles de
exigencia, de competencia y de calidad en el desempeño del trabajo de sus colegiados.

El Estado, al convertir a los colegios profesionales en corporaciones a través de


mecanismos legales, propicia el modo de mantener la deontología profesional. Les
encarga funciones públicas y les dota de la potestad de imponer una determinada
disciplina a todos los profesionales pertenecientes a este colectivo.

Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos
requisitos: la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el
momento de tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas.

La deontología es de sumo interés para el mundo profesional, y en concreto, para


profesiones que comportan una elevada responsabilidad social (médicos, abogados,
docentes, psicólogos, periodistas…). Esa deontología busca un equilibrio entre un
determinado estilo de vida moral (lo que antes denominábamos êthos o carácter moral)
y un alto nivel de profesionalidad técnico-científica. Esta doble dimensión ha de tratarse
con armonía y equilibrio para una mayor dignificación de cualquier actividad laboral.

[editar] Ética y moral

Estos dos términos proceden uno del griego,<êthos> (=carácter), y otro del latín,
<mos−moris> (=costumbre). Ambos tienen la misma raíz semántica y por tanto la
misma significación original. Por ello Ética y Moral, etimológicamente, se identifican y
se definen como la "ciencia de las costumbres". Sin embargo, con el tiempo ambos
vocablos han evolucionado hacia significaciones distintas.

El concepto de ética y el de moral están sujetos a diferentes usos dependiendo de cada


autor, época o corriente filosófica. Por este motivo es necesario identificar las
características de ambos términos para poder establecer las distinciones y semejanzas
pertinentes.

La moral hace referencia a todas aquellas normas de conducta que son impuestas por la
sociedad, se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo
y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época
histórica. El fin último que persiguen estas reglas morales es orientar la conducta de los
integrantes de esa sociedad.

Por su parte, la ética es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es


un conjunto de normas, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido
como una línea directriz de su propia conducta.

En ambos casos se tratan de normas, de percepciones, y de "deber ser". Sin embargo,


moral y ética presentan ciertas diferencias:

Moral Ética

Nace en el seno de una Surge en la interioridad de una persona,


sociedad y por tanto, ejerce como resultado de su propia reflexión y su
una influencia muy poderosa
propia elección. Pueden coincidir o no con la
en la conducta de cada uno
moral recibida.
de sus integrantes

Actúa en la conducta desde


Influye en la conducta de una persona de
el exterior o desde el
forma consciente y voluntaria.
inconsciente

Destaca la presión del valor captado y


Ejerce presión externa y apreciado internamente como tal. El
destaca su aspecto fundamento de la norma ética es el valor, no
coercitivo, impositivo y el valor impuesto desde el exterior, sino el
punitivo descubierto internamente en la reflexión de
un sujeto

Por tanto, podemos afirmar que existen tres niveles de diferenciación:

1. El primer nivel reside en la Moral, es decir, en las normas de origen externo que
condicionan la mentalidad del individuo.

2. El segundo nivel en la ética conceptual, entendida como el conjunto de normas de


origen interno, personal y autónomo.

3. El tercer nivel es la Ética axiológica como conjunto de normas originadas en una


persona dada una reflexión previa sobre ciertos valores.

Mientras que la Ética se apoya en la razón y depende de la filosofía; la Moral se apoya


en las costumbres y la conforman un conjunto de elementos normativos, que la sociedad
acepta como válidos.

[editar] Deontología y Ética profesional

Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante
destacar las principales diferencias entre ellos:

Deontología Profesional Ética profesional

Orientada al deber Orientada al bien, a lo bueno

No se encuentra recogida en normas ni


en códigos deontológicos, está
Recogida en normas y códigos
relacionada con lo que piensa el propio
"deontológicos"
individuo (conciencia
individual/profesional)
Esas normas y códigos son
mínimos y aprobados por los No es exigible a los profesionales de un
profesionales de un determinado determinado colectivo (periodistas,
colectivo profesional (periodistas, médicos, abogados,...)
médicos, abogados,...)

Se ubica entre la moral y el


Parte de la ética aplicada
derecho

Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que la primera


hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta
una función de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la
concreción y diseño de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se
invita al seguimiento de un camino muy concreto y a la formación ética de los
comunicadores.

De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética
individual. Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal
que es la que rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí
se puede situar la ética profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su
actividad laboral. Los principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos
similares a los de la ética general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el
fundamento ético y moral de un código ético, se requiere el estudio de la actividad
profesional en sí misma y no es suficiente la labor de un filósofo que desconozca la
profesión.

La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas específicas o


“aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o
mal profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona
éticamente aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus
deberes menos en el ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general
de las profesiones se plantea en términos de principios: el principio de beneficencia, el
principio de autonomía, el principio de justicia y el principio de no maleficencia El
deontologismo plantea los temas éticos en términos de normas y deberes.

Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los
principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las
normas aplican los principios a situaciones más o menos concretas, más o menos
genéricas. Las normas suelen hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea
en términos genéricos. Pero también los principios se hacen inteligibles cuando
adquieren concreción normativa y hacen referencia a las situaciones en las que se
invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia un valor o meta
valiosa. Las normas, en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se
subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones.

Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de
aplicación de los principios sea más amplio y general que las normas específicas que
caen bajo dicho principio.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las
actuaciones profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y
proporcionar esos servicios (principio de beneficencia). Como toda actuación
profesional tiene como destinatario a otras personas, tratar a las personas como tales
personas, respetando su dignidad, autonomía y derechos sería el segundo criterio
(principio de autonomía). Las actuaciones profesionales se llevan a cabo en un ámbito
social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos más o menos
limitados que hay que administrar con criterios de justicia (principio de justicia). Y, en
todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie que pueda quedar
implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no maleficencia).

[editar] Relevancia de la ética en el periodismo

La espina dorsal de la que subyacen todas las críticas del periodismo es que este ha
dejado de cumplir con su función principal y propia, es decir, acercar a los ciudadanos
la información necesaria para que puedan tomar mejores decisiones, orientarse en la
vida pública, conocer aquello que no pueden vivir de forma directa y controlar a quienes
ejercen el poder. A lo que hay que sumar, que lejos de garantizar la salud del sistema
democrático, la práctica periodística estaría incluso poniéndolo en la cuerda floja. No es
de extrañar, por tanto, que denunciar la crisis del periodismo, e incluso, pronosticar su
desaparición como lo conocemos, sea algo habitual. Se llega afirmar que la profesión
periodística se transformaría en una rama del espectáculo y hasta su disolución en los
beneficios de una tecnología que permitiría la "autoinformación".

El periodismo presenta hoy en día una apariencia irreconocible, se ha convertido en una


actividad "ensanchada", que abarca con su nombre a varias funciones vinculadas con la
información, pero que suponen perfiles y productos periodísticos muy diferentes
(entretenimiento, política). Por este motivo, las formas de relatar los acontecimientos y
el lenguaje periodístico resultan insuficientes, o peor aún, esconden o distorsiona la
realidad. El catedrático de Periodismo de la Universidad de Valencia Gómez Mompart
asegura que “las maneras que hasta ahora habían servido a los periodistas más
competentes y a los medios de información más serios para explicar el mundo están
parcialmente oxidadas” . En este contexto Gómez Mompart asegura que "precisamos un
periodismo que se ponga al día, un periodismo capaz de explicar un mundo más
complejo, una realidad menos aparente, unos problemas complicados pero resolubles,
unas aspiraciones sociales legítimas e inexcusables. Y todo eso no puede hacerse con
una enseñanza periodística envejecida, con unos géneros y formatos anquilosados, con
un léxico y un lenguaje tópicos, con unos mimetismos rancios ni tampoco con un
inmovilismo empresarial y profesional".

La materia prima del periodismo es, altamente sensible y frágil, y motivo de disputa de
los poderes públicos, se trata pues de una mercancía valiosa. Es, principalmente, un bien
público, es decir, aquel que corresponde a todos los ciudadanos por el solo hecho de
serlo, por lo que se encuentra al mismo nivel que la educación, la salud o la justicia.
Pero esto es así, según Bettetini y Fumagalli, siempre y cuando la información sea
"verdadera y en algún modo esencial, mientras que toque temas relevantes, aquellos
sobre los cuales es necesario decidir, tomar partido, tanto en el ámbito público como en
el privado".
La ética está de este modo vinculada a la práctica del periodismo ya que como se ha
dicho antes, si se concibe a la información como un bien público, cuya circulación libre
y contenido veraz e independiente garantizan la vida democrática de una comunidad, el
manejo responsable de esta sensible materia prima es condición de la actividad
periodística. Los ciudadanos son los encargados de juzgar tanto a periodistas como a
medios, ya que ante ellos deben dar cuenta de la responsabilidad que contrajeron con la
sociedad al hacerse cargo de la tarea de buscar y difundir información. Se trata de un
deber constitucional. Sin embargo, los principales dilemas éticos de los periodistas no
están ya en los valores que se enumeran en los códigos deontológicos. Por ejemplo, la
libertad de expresión puede considerarse un valor reconocido, al menos
legislativamente, en la mayoría de los países democráticos del continente. Por el
contrario, los problemas éticos fundamentales son de origen interno y derivan de la
inédita crisis de identidad que atraviesa la profesión.

Tantos condicionantes, favorecen que los periodistas eviten la reflexión, y se limiten a


cumplir la tarea con el único fin de retener el puesto de trabajo; en consecuencia,
renunciar a su responsabilidad social y seguir erosionando el único capital capaz de
protegernos en épocas turbulentas: la credibilidad de los ciudadanos.

Más que un código deontológico del periodista general, más que una declaración de
principios, los periodistas necesitan en la actualidad incorporar una conciencia ética y
un convencimiento sobre las implicancias que tiene la tarea de informar, que oriente el
trabajo cotidiano y hacer frente a las presiones a las que la profesión está sometida. Este
sentido ético para la práctica cotidiana solo sería posible si se desarrolla y se comparte y
discute con los colegas.

Intercambiar experiencias y debatir los dilemas éticos sería poner en marcha una
práctica saludable, que los periodistas suelen dejar de lado, como reflexionar sobre la
profesión.

La ética debería ser considerada el valor inamovible en un tiempo de inestabilidades que


parecen haberse vuelto la regla, pues no hay que olvidar, que por definición, la ética
profesional está constituida por el conjunto orgánico de derechos y obligaciones
morales, deriva sus finalidades y normas específicas, de la condición básica de persona
en armonía con los anexos que implican exigencias del bien común. El objetivo de la
ética en el terreno de la práctica profesional, es principalmente, la aplicación de las
normas morales, fundadas en la honradez, la cortesía y el honor. La Ética tiene entre
otros objetos, contribuir al fortalecimiento de las estructuras de la conducta moral del
individuo.

[editar] La deontología como ética profesional

Según José María Barrio, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid:

en un sentido vulgar se habla de deontología en referencia al buen hacer


que produce resultados deseables, sobre todo en el ámbito de las
profesiones. Un buen profesional es alguien que, en primer lugar, posee una
destreza técnica que le permite, en condiciones normales, realizar su tarea
con un aceptable nivel de competencia y calidad. Las reglas del buen hacer
–perfectum officium, acción llevada a cabo conforme a los imperativos de la
razón instrumental– constituyen, sin duda, deberes profesionales. Y esto no
es en modo alguno ajeno al orden general del deber ético. Aún más: las
obligaciones éticas comunes para cualquier persona son, además,
obligaciones profesionales para muchos

En definitiva, cuando nos refiramos a una profesión determinada, podemos hablar de la


existencia de una ética y de una deontología determinada.

La primera se podría centrar en determinar y perfilar el bien de una determinada


profesión (aportación al bien social) y la deontología, por su parte, se centraría en
definir cuáles son las obligaciones concretas de cada actividad.

[editar] La conciencia profesional

La conciencia humana es individual, pero tiene varias dimensiones: la conciencia


reflexiva (porque es consciente de sí misma) y la conciencia ética, que añade a la
conciencia individual la condición de ser, además, una conciencia responsable. Es decir,
que con la primera cada persona se relaciona con las demás, pero la conciencia ética nos
responsabiliza en la forma de trato hacia esas otras personas. Además de estas dos hay
una clase de conciencia más, constituida como un concepto muy importante relacionado
con la deontología profesional: la conciencia profesional.

La conciencia profesional (Véase Teoría de Parsons) es una dimensión esencial de la


conciencia ética, a la que añade la responsabilidad que cada persona tiene. Se manifiesta
en un comportamiento socialmente responsable acerca de los deberes específicos de una
profesión después de haber interiorizado, asumido y personalizado un código de valores
referentes a dicha profesión, para después analizar, aplicar y resolver problemas
específicos de la profesión con la mejor competencia y rectitud posibles y socialmente
exigibles.

Se puede hablar de cuatro niveles de la conciencia profesional:

1) La conciencia profesional es intransferible e individual, nadie es responsable por


ninguna otra persona.

2) Nivel de los deberes específicos, aprendidos, asumidos y personalizados por


socialización ética. Cada persona tiene que haberse socializado en el código
deontológico de su profesión.

3) Nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia profesional pueda


funcionar hay que gozar de un grado de madurez mínimo.

4) Aptitud profesional para el ejercicio digno de una profesión.

[editar] La costumbre y la responsabilidad profesional

La costumbre son normas que crean una sociedad y que le dan un hecho jurídico
palpable. Tienen al igual que ocurre con las leyes, consecuencias cuando son violadas.
El profesional debe regirse por su código de ética propio, pero también tiene que tener
en cuenta un marco de costumbre.

La gran mayoría de los autores coninciden al señalar que el fundamento de la


responsabilidad es la libertad de la voluntad.

El sentimiento de responsabilidad también se puede ir desarrollando a lo largo de la


trayectoria vital y profesional de una persona.

Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje, una preparación previa
especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una formación
permanente que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas situacíones
en la vida profesional a las que enfrentarse.

El periodista, en virtud de los imperativos éticos que emanan de su profesión, es el


responsable de facilitar al lector la comprensión y el conocimiento de la realidad
compleja en la que se desenvuelve. La veracidad y la evaluación de los posibles efectos
que sobre el lector pudiera tener publicación o la omisión de determinadas
informaciones, es fundamental para la consolidación de los valores democráticos y la
creación de una opinión pública responsable.

[editar] Colegios profesionales


Artículo principal: Colegio profesional

Los Colegios Profesionales, tal como los define la ley, “son corporaciones de derecho
público, amparadas por la ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica
propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines, entre los que se encuentra la
ordenación del ejercicio de las profesiones”. Además, son las corporaciones que
elaboran los códigos deontológicos.

Los códigos deontológicos cumplen una triple función:

a) Fijar una serie de criterios de carácter científico-funcional para el ejercicio de la


profesión, con el objetivo de dar operatividad y eficacia a las actividades ejercidas en el
ámbito cubierto por las normas establecidas.

b) Refundir orientaciones éticas para el ejercicio de la profesión y plasmarlas en códigos


de deontología profesional.

c) La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que incumplan


los dictados de los códigos deontológicos. Esta función tiene la singularidad de conferir
a éstos relevancia jurídica estatal, lo que otorga a la deontología ciertas coincidencias
con el Derecho en lo que se refiere a la utilización de un procedimiento judicial.

Una diferencia importante entre la deontología profesional y el derecho reside en el


origen de estos dos órdenes normativos reguladores del ejercicio de una profesión. La
fuente del derecho es el poder legislativo del Estado -que emana del ejercicio de la
Soberanía Popular-, mientras que el origen de la deontología profesional no es "estatal",
sino que emana del propio colectivo profesional, y desde una labor de autorregulación.
En casos excepcionales, la iniciativa de un código deontológico puede partir del Estado
o de una entidad supraestatal, como el es caso paradigmático del Código deontológico
de los periodistas del Consejo de Europa, aunque es una condición necesaria que el
colectivo profesional lo incorpore a su actividad y ejerza una labor de autorregulación.
Sin estas dos condiciones, este código normativo se convertiría en derecho y no en
deontología profesional. Por lo tanto, no es necesariamente excluyente de la deontología
profesional un código de origen externo a la propia profesión, si pasa por el filtro de la
autorregulación.

En el caso de las profesiones que requieren colegiación profesional, como la psicología,


abogacía y la medicina, existe una institucionalización de la sanción. Sin embargo, hay
profesiones como el periodismo, que se ejercen sin colegiación obligatoria. En estos
casos, el incumplimiento de las normas deontológicas lleva aparejada una sanción
similar a la que corresponde a la vulneración de las normas morales: mala imagen
pública, reproche, expulsión del grupo, etc. Esto las diferencia de las profesiones de
colegiación obligatoria, caracterizadas por la institucionalización de la sanción. Pero no
implica falta de gravedad. Un profesional puede considerar que una sanción por
infracción del código de deontología profesional tiene más importancia que una sanción
administrativa.

Retomando la idea de que la deontología profesional es uno de los órdenes reguladores


del ejercicio de una profesión, en una situación intermedia entre el derecho y la moral,
es necesario hacer una serie de precisiones. Las normas de la deontología profesional,
aun sentidas como vinculantes entre los miembros del colectivo, se alejan del carácter
coercitivo del derecho. El derecho es siempre coactivo, y la deontología profesional
puede o no imponer sanciones y, en el caso de aplicarse, son menos graves que las
impuestas por el derecho. La sanción más grave que puede imponer la deontología
profesional es la exclusión de la profesión.

Por otro lado, las sanciones de la deontología profesional en aquellas profesiones que no
exigen para su ejercicio la colegiación obligatoria son sanciones sociales difusas; es
decir, que aparte de no llegar al grado de gravedad de la sanción jurídica, no tienen por
qué estar necesariamente institucionalizadas. Un ejemplo de sanciones sociales difusas
-en este sentido de informalidad, cercanas a la moral- emitidas por la deontología puede
ser la consideración de exclusión del colectivo profesional de un miembro, sin llegar
ésta a ser una sanción no formalizada.

No obstante, la deontología profesional tiene un mayor grado de institucionalización


que la moral general, de tal modo que, para hablar de deontología profesional, es
necesario un grado de institucionalización normativa -inferior a la del derecho pero
superior a la de la moral. La moral, aunque es de carácter social, tiene un componente
último que es individual, mientras que la instancia última de la deontología profesional
es colectiva, común a todo el grupo profesional. Igual que se da el conflicto entre moral
y derecho, cabe la confrontación del individuo con la deontología profesional a la que
está sometido.

[editar] Autorregulación
Artículo principal: Autorregulación periodística
La deontología es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las
profesiones, junto al Derecho y la moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se
encuentran a medio camino entre los otros dos órdenes normativos.

Una característica fundamental de la deontología profesional es que tiene un fuerte


componente de autorregulación, entendida en un sentido colectivo. Se trata de una
interiorización de las normas propias de la profesión. Se diferenciaría del Derecho en
que éste es creado por el Estado, y de la moral en que la deontología tiene un carácter
colectivo, no se basa en los principios individuales. Otra diferencia clave frente al
Derecho, es que éste tiene un marcado carácter coactivo, impone sanciones al
incumplimiento de sus normas. La deontología, por su parte, puede o no incluir
sanciones, y siempre serán menos graves que las relacionadas con el Derecho (surgidas
de instituciones jurídicas).

No obstante, la deontología puede institucionalizarse a través de los Códigos


Deontológicos, la colegiación... (instrumentos o mecanismos que dotan de más
efectividad a la deontología), pero siempre presenta una institucionalización mucho
menor a la del Derecho. Las normas del Derecho son "ajenas" al mismo, junto al frentes
extremas, mentiras que lo característico de la deontología profesional es la
autorregulación. Los profesionales son creadores, sujetos y objetos de las normas
deontológicas de su profesión correspondiente. Participan (a través de sus asociaciones,
por ejemplo) en la creación de los códigos deontológicos que, a su vez, deberán aplicar.

La autorregulación es necesaria porque delimita campos de actuación, alerta sobre


conductas alejadas del bien común y puede invitar al profesional a dirigir sus acciones
por el fomento de valores que promuevan una vida más humana.
Motivación y justificación

Todo ser humano desde su nacimiento trae consigo cualidades o dotes que lo
caracterizan o dan una identificación de lo que será dicho ser en un futuro.

Todo esto, esta sujeto a modificaciones con el desarrollo funcional de su organismo y a


la vez con los tiempos .La presentación de todo individuo en las funciones
desempeñadas en cada paso de su vida dejara notar su talento y arte de cómo enfrentar
cada momento que da paso a su desarrollo intelectual proponiéndose metas, para llegar
a ser un profesional con todas las características que la profesión elegida exija.

Para el desarrollo de cada profesión , arte u oficio, debe complementarla con cursos,
seminarios, congresos que amplíen mas sus conocimientos acerca del comportamiento o
su conducta en el ejercicio de las funciones asignadas en el paso de su vida, llegando así
a ejercer la profesión con una verdadera ética profesional.

Por tal razón nos motivamos a realizar este trabajo para descubrir los requisitos que por
ética debe tener todo profesional en el ejercicio de sus funciones frente a la sociedad
que le rodea, dando lo mejor a cambio de lograr nuestros objetivos propuestos.

Objetivos(Propósitos)

El objetivo de este trabajo es darnos cuenta de como debemos actuar en la vida laboral
del mañana, ya que a partir de esto serán valoradas nuestras acciones tanto buenas como
malas, también , aprender a relacionarnos humanamente con los demás.

Por otro lado, pasan a formar parte de los objetivos los que mencionaremos a
continuación:

 Conocer los diferentes rasgos que debe tener una persona en cuanto a lo profesional
se refiere.

 Lograr ser un profesional al máximo conociendo sus deberes y derechos para darse
por entero a su profesion.

 Tratar de alcanzar las metas propuestas en el desarrollo de la profesión elegida.

 Crear confianza hacia nuestra persona como profesional, frente a la sociedad que
nos rodea.

Introducción
La Ética es un concepto que encierra un gran significado, tanto en el ámbito personal
como en el ámbito profesional. Mediante la Ética se hace posible un orden personal y,
así mismo, esto conlleva a un orden público en general. Conlleva directamente a un
régimen razonable y equitativo para todos, en lo que se refiere a la manera de pensar de
cada individuo.

Con la ausencia de este factor en cada uno de los diferentes aspectos en que nos
desenvolvemos, se crearía una serie de problemas que tendrían como consecuencia un
desorden personal en cada ser humano, lo que no traería resultados muy agradables para
la sociedad. Es por tal razón que debemos trabajar con mas eficacia la moral con la que
realizamos nuestros trabajos para realizarlos lo mas correcto posible, siempre y cuando
podamos cumplir nuestros deberes como profesionales y exigir nuestros derechos como
tal.

Existen diferentes deberos y derechos que debemos tomar en cuenta, pero el que ahora
nos concierne es el secreto profesional, donde cada profesionista no tiene derecho de
divulgar información que le fue confiada para poder llevar a cabo su labor, esto se hace
con el fin de no perjudicar al cliente o para evitar graves daños a terceros.

A continuación, veremos de una forma más amplia y detallada acerca de lo que es Ética,
Ética profesional, los derechos y deberes del profesional, la responsabilidad profesional
y el secreto profesional.

La Etica Profesional

El vocablo ética proviene del griego y tiene dos significados. El primero procede del
termino éthos, que quiere decir hábito o costumbre. Posteriormente se originó a partir de
este la palabra êthos que significa modo de ser o carácter. Aristóteles concidera que
ambos vocablos son inseparables, pues a partir de los hábitos y costumbres es que se
desarrolla en el hombre un modo de ser o personalidad.

Su sinónimo latino es moris, de donde deriva el término moral. Tanto la ética como la
moral señalan la línea demarcatoria entre lo lícito y lo ilícito, lo correcto y lo incorrecto,
lo aceptable y lo inaceptable.

La ética anida en la conciencia moral de todo ser humano y le sirve de motor, de freno o
de dirección, según los casos, al momento de actuar. Por otra parte, el comportamiento
ético, lo que llamamos rectitud, no es ingrediente ajeno al ejercicio profesional, como la
pintura de una casa que es sólo un aspecto decorativo del cual puede prescindirse. El
elemento ético es un componente inseparable de la actuación profesional, en la que
pueden discernirse, al menos, tres elementos:

• Un conocimiento especializado en la materia de que se trata,

• una destreza técnica en su aplicación al problema que se intenta resolver y

• un cauce de la conducta del docente cuyos márgenes no pueden ser desbordados


sin faltar a la ética.
Hay quienes atropellan, consciente y sistemáticamente, esos márgenes, la mayoría de las
veces, no por un afán de lucro inmoderado como ocurre en otras profesiones, sino
porque en el accionar diario las instancias de control se difuminan en beneficio de una
mal entendida “convivencia armónica”; muchas veces a estos colegas se les califica
como profesionales inmorales o que están faltando a la ética sin que exista un Código
Profesional que sancione o respalde lo enunciado. Pero hay otros que ignoran y ni
siquiera se preocupan de los límites éticos; de ellos se dice que son amorales.

El resto, por fortuna aún la mayoría, somos simplemente profesionales de la educación


que en forma natural hemos asumido entre otras las siguientes normas de convivencia:

• Aceptar que la primera idea que debe venir a nuestra mente en el momento de
enterarnos de actividades profesionales “poco claras” realizadas por un colega,
será la consideración de esas actividades como realizadas por un profesional
fraterno. El imperativo nos dirá: El docente se abstendrá absolutamente de
utilizar adjetivos que representen un juicio subjetivo acerca de lo realizado
previamente por un colega.

• El docente evaluará todo trabajo profesional realizado por otros docentes desde
una perspectiva objetiva, crítica y amistosa, otorgando a ellos el beneficio de la
duda y considerando siempre que la información y circunstancias pasadas en
cada caso, muchas veces no son tan claras y evidentes como lo son una vez que
el problema ha evolucionado hasta el momento en que él hace una segunda
valoración, y debe considerar la posibilidad de que los que se vieron
involucrados en un hecho -por ignorancia o por voluntad- no necesariamente
proporcionaron toda la información precisa y verídica en la indagación anterior.
El imperativo nos dirá: El docente se abstendrá de emitir juicios condenatorios o
de valor sin antes cerciorarse si se han hecho las indagaciones y verificaciones
que el caso amerite.

• No es ético, y si es dañino para el proceso educativo, el menosprecio de un


docente, por razones maliciosas, respecto de su capacidad profesional, su
conocimiento, sus calificaciones, sus habilidades o enjuiciar los servicios o
acciones de otro docente, ni tampoco lo es la implicación con palabras, gestos o
acciones de que un colega, frente a un hecho determinado ha sido mal o
inadecuadamente manejado. La utilización de este impropio menosprecio con
propósitos de inducir a un directivo, colega o funcionario a emitir juicios
reprobatorios es totalmente condenada.

• El docente debe el mayor respeto al trabajo y la persona de sus colegas de


profesión, consecuentemente, evitará por todos los medios a su alcance y bajo
cualquier circunstancia, lesionar con acciones o palabras -ni mucho menos
difamar- el buen nombre y el prestigio de sus compañeros de profesión ante
otros docentes, las autoridades, los medios de comunicación y la sociedad en
general.

Dicho de otra manera, las relaciones del docente con sus colegas han de estar fundadas
en los principios de lealtad, mutuo respeto, consideración y justa solidaridad, el docente
debe contribuir a que prime la armonía y la mejor relación humana entre los colegas de
una misma institución; el docente deberá respetar en todo momento y circunstancias, el
buen nombre, dignidad y honra del colega, abstenerse de toda expresión o juicio que
pueda ir en mengua de su reputación y prestigio; el docente está inhibido para
solidarizarse con el colega cuya labor sea deficiente, o su conducta moral resulte tan
seriamente reprobable que desnaturalice y desprestigie su misión.

La ética profesional está constituida por el conjunto orgánico de derechos y


obligaciones morales, deriva sus finalidades y normas específicas, de la condición
básica de persona en armonía con los anexos que implican exigencias del bien común.

El objetivo de la ética en el terreno de la práctica profesional, es principalmente, la


aplicación de las normas morales, fundadas en la honradez, la cortesía y el honor. La
Ética tiene entre otros objetos, contribuir al fortalecimiento de las estructuras de la
conducta moral del individuo.

El hombre como ente social tiene misiones que cumplir para hacerse útil dentro del
ámbito donde se desenvuelve. La formación profesional es un esfuerzo del individuo
para el logro de una rango intelectual, que le permitirá una calificación superior y
eficiente, así, ganará el profesional la obligación de disponerse, en toda ocasión, a
devolver en parte siquiera, a la sociedad, algo de lo mucho que a ella debe reconocerle,
justificando lo que no se puede dudar, que el profesionalismo es el orgullo de una
sociedad y el triunfo de su futuro.

Donde esta la importancia de la Ética Profesional.

El comportamiento ético no es un asunto exclusivo de los profesionales. Concierne, sin


duda, a toda actuación humana; pero compromete con mayor énfasis a quienes han
tenido el privilegio de una formación de nivel superior a costa de toda la sociedad que
ha debido contribuir a ella y que espera, justificadamente, una actuación correcta de
quienes han disfrutado de esa preferencia selectiva.

No olvidemos que, sin perjuicio de sus fundamentos religiosos, la ética es un valor


cultural, propio de la sociedad y el tiempo en que se vive. Que la Universidad,
principalmente agente receptor, generador y transmisor de la cultura de un pueblo, ha
inculcado o debido inculcar en los estudiantes ese patrimonio valórico que todos
compartimos. Y que, por lo mismo, cada Facultad o Escuela universitaria no sólo debe
enseñar cómo ejercer una profesión, sino como ejercerla bien.

Cabría, en este punto, formular una crítica enérgica a la actitud que se viene imponiendo
en nuestras. En lugar de impartir la formación ética con la jerarquía que ella merece,
Ética Profesional o está ausente del Programa de Estudios o sólo se ofrece como ramo
optativo, siendo excepcional que ella constituya un soporte de la educación sistemática
de un profesional.

Es verdad que la formación ética llega a veces por otros cauces; y que la mejor
enseñanza moral proviene del ejemplo del maestro y no del mero discurso. Pero cada
profesión afronta problemas conductuales específicos que difícilmente se podrán
resolver correctamente si no se les ha previsto y analizado en la etapa formativa, por eso
mismo existen los Códigos de Ética de cada profesión, sin perjuicios de los principios y
normas de la Ética General.
Por lo que nos preguntamos: -¿con qué grado de confianza se le puede exigir a un
profesional, en el juramento de estilo, cumplir las reglas de su Código deontológico
(tratado de los deberes de un profecional) si ni siquiera lo conoce?.

A primera vista pareciera que las actuaciones antiéticas afectan sólo a las víctimas que
las sufren. Desde luego, éstas son las primeras perjudicadas. Pero no son las únicas.
Ellas disminuyen la honra y la autoestima de quienes las cometen; dañan notoriamente
el prestigio de la respectiva profesión, cuya defensa constituye el primer objetivo de los
Colegios Profesionales; pero, sobre todo, hiere a la comunidad de dos maneras:
erosionan la confianza pública que es el cimiento necesario para el ejercicio de toda
profesión y frustran la esperanza de un correcto servicio al que la sociedad tiene derecho
por haber contribuido a formar esos profesionales a costa del sacrificio colectivo.

No debemos olvidar que toda profesión no es sólo un modo de ganarse la vida y


realizarse personalmente. Esta es sólo su dimensión individual. También las profesiones
tienen un fin social y éste consiste en servir adecuadamente cada una de las necesidades
que la sociedad debe satisfacer para posibilitar el bien común. Así, las necesidades de
educación, de salud, de justicia, de comunicaciones, de obras de ingeniería y
arquitectura y tantas otras, encuentran cobertura en el correcto ejercicio de las
respectivas profesiones.

De esta manera, las actuaciones contrarias a la ética no sólo dañan a quienes las sufren
sino -principalmente- a la comunidad humana en que acontecen.

Deberes y derechos del profesional

En virtud de su profesión, el sujeto ocupa una situación que le confiere deberes y


derechos especiales, como se verá:

Derechos:

 La Vocación. La elección de la profesión debe ser completamente libre. La vocación


debe entenderse como la disposición que hace al sujeto especialmente apto para una
determinada actividad profesional. Quien elige de acuerdo a su propia vocación tiene
garantizada ya la mitad de su éxito en su trabajo. En cambio, la elección de una carrera
profesional sin tomar en cuenta las cualidades y preferencias, sino, por ejemplo,
exclusivamente los gustos de los padres, o los intereses de la familia, fácilmente puede
traducirse en un fracaso que, en el mejor de los casos, consistiría en un cambio de
carrera en el primero o segundo año, con la consiguiente pérdida de tiempo y esfuerzo.

 Finalidad de la Profesión. La finalidad del trabajo profesional es el bien común. La


capacitación que se requiere para ejercer este trabajo, está siempre orientada a un mejor
rendimiento dentro de las actividades especializadas para el beneficio de la sociedad.
Sin este horizonte y finalidad, una profesión se convierte en un medio de lucro o de
honor, o simplemente, en el instrumento de la degradación moral del propio sujeto.

 El beneficio propio. Lo ideal es tomar en cuenta el agrado y utilidad de la profesión;


y si no se insiste tanto en este aspecto, es porque todo el mundo se inclina por
naturaleza a la consideración de su provecho personal, gracias a su profesión. No está de
más mencionar el sacrificio que entrañan casi todas las profesiones: el médico,
levantándose a media noche para asistir a un paciente grave; el ingeniero, con fuertes
responsabilidades frente a la obra, etc. La profesión también gracias a esos mismos
trabajos, deja, al final de cuentas, una de las satisfacciones más hondas.

 Capacidad profesional. Un profesional debe ofrecer una preparación especial en


triple sentido: capacidad intelectual, capacidad moral y capacidad física.

 La capacidad intelectual consiste en el conjunto de conocimientos


que dentro de su profesión, lo hacen apto para desarrollar trabajos
especializados. Estos conocimientos se adquieren básicamente
durante los estudios universitarios, pero se deben actualizar
mediante las revistas, conferencias y las consultas a bibliotecas.

 La capacidad moral es el valor del profesional como persona, lo


cual da una dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo, digna del
aprecio de todo el que encuentra. Abarca no sólo la honestidad en
l trato y en los negocios, no sólo en el sentido de responsabilidad
en el cumplimiento de lo pactado, sino además la capacidad para
abarcar y traspasar su propia esfera profesional en un horizonte
mucho más amplio.

 La capacidad física se refiere principalmente a la salud y a las


cualidades corpóreas, que siempre es necesario cultivar, como
buenos instrumentos de la actividad humana.

Deberes :

Los Deberes Profesionales. Es bueno considerar ciertos deberes típicos en todo


profesional. El secreto profesional es uno de estos, este le dice al profesional que no
tiene derecho de divulgar información que le fue confiada para poder llevar a cabo su
labor, esto se hace con el fin de no perjudicar al cliente o para evitar graves daños a
terceros. El profesional también debe propiciar la asociación de los miembros de su
especialidad. La solidaridad es uno de los medios más eficaces para incrementar la
calidad del nivel intelectual y moral de los asociados. En fin al profesional se le exige
especialmente actuar de acuerdo con la moral establecida. Por tanto, debe evitar
defender causas injustas, usar sus conocimientos como instrumento de crimen y del
vicio, producir artículos o dar servicios de mala calidad, hacer presupuestos para su
exclusivo beneficio, proporcionar falso informes, etc. Cuando un profesional tiene una
conducta honesta, dentro y fuera del ejercicio de su profesión, le atraerá confianza y
prestigio, lo cual no deja de ser un estímulo que lo impulsará con más certeza en el recto
ejercicio de su carrera.

Los deberes son exigencias, imposiciones indeclinables, recaídas sobre la


responsabilidad del individuo, que mientras mejor los cumple, más derecho tiene a la
feliz convivencia social.

El deber puede catalogarse en el grupo de las obligaciones morales. Estas son deudas
morales de obligado acatamiento por la fuerza de la razón sana del individuo. El
cumplimiento del deber es un rasgo enaltecedor, relevante de la conducta humana. En el
orden privado, habla elocuentemente de la educación del individuo y de la pureza de sus
propias concepciones, en el ámbito público afianza sus relaciones sociales y le aseguran
el éxito, que es aspiración constante del hombre.

Por ende cada profesional tiene la indeclinable obligación de convertirse en medio


ejecutor de sus deberes. Para ello le es ineludible disciplinar sus actuaciones técnicas y
científicas, perfeccionar su carácter y fortalecer su conducta dentro de las normas éticas.
Este es el medio más apropiado para organizar una verdadera actuación profesional.

Entre los principales deberes profesionales podemos mencionar: honradez, honestidad,


estudio, investigación, cortesía, probidad, independencia, discreción, carácter,
distribución del tiempo, equidad en el cobro de honorarios, prestigiar la profesión,
cuidar de su cultura, puntualidad, solidaridad, etc..

Responsabilidad del profesional

La responsabilidad debe trazar el rumbo hacia los actos aceptables, a las acciones
fecundas, actos justos y conscientes, reveladores de la buena fe y la capacidad
profesional.

Un profesional tiene la obligación de tener orden ético como afianzamiento de su


personalidad.

El profesional responsable trata por todos los medios de que sus actos sean aceptables,
para no cargar con una censura justa, ni con el conflicto de una retractación.

El profesional que se hace cargo de determinada tarea o trabajo propio de su carrera,


asume responsabilidad ante quien le hace la encomienda. Debe tratarlo con el cuidado
que le impone su dignidad de profesional, estudiarlo con dedicación, tratarlo con interés
técnico y resolverlo conforme a los medios y conocimientos que su real saber y
entender le dictan. Sin embargo, puede darse el caso de que se tenga dudas respecto al
resultado del problema planteado en el asunto, razón suficiente para que, por el mismo
sentido de responsabilidad profesional, recurra a la consulta y a cualquier fuente
orientadora para darle la adecuada terminación; pues lo censurable sería dar al cliente
una respuesta descabellada, sin fundamento o en forma errada, por falta de diligencia o
dedicación al caso.

La responsabilidad profesional se opone a la opinión ligera, vana. Es más, la


responsabilidad se manifiesta en la postura de sinceridad demostrada por el profesional,
cuando prefiere rechazar un trabajo del que no está consciente o con el cual puede poner
en juego su prestigio.

La responsabilidad es una distinguida expresión de la personalidad y por eso el


profesional que adviene a la sociedad, tiene la obligación de adoptar una conducta
opuesta al charlatanismo.

La idea de la responsabilidad no se limita exclusivamente al aspecto moral, sino que,


por su misma fuerza ética compromete y obliga a la reparación del daño causado por la
culpa personal o de quien se debe responder. Así que la responsabilidad abarca además
otras actividades humanas: en las relaciones internacionales, en derecho público, en
derecho penal, y en derecho privado.
El secreto profesional

El secreto profesional es un deber del profesional, este le dice al profesionista que no


tiene derecho de divulgar información que le fue confiada para poder llevar a cabo su
labor, esto se hace con el fin de no perjudicar al cliente o para evitar graves daños a
terceros.

El secreto profesional entre los derechos humanos.

«La mejor fuente de información son las personas que han prometido no contárselo a
otros.»
Marcel Mart

En una sociedad que demanda información, rebosante de curiosidad y con exceso de


morbo, el reinado de los medios de comunicación ha desencadenado un hecho que debe
llamar a todos a la reflexión.

Actualmente, las personas actuamos, de forma muy frecuente, como clasificadores de


los derechos humanos, defendiendo a ultranza unos y despreciando manifiestamente
otros. Este hecho se hace más evidente si se analiza lo que está sucediendo con tres de
aquellos: el derecho a la vida, el derecho a la integridad personal y el derecho a la
intimidad.

Estos derechos, que han encontrado su reflejo en nuestro ordenamiento constitucional,


reciben un trato que bien puede calificarse como discriminatorio. Así, existe un
consenso general en condenar los actos que comprometen la vida y la salud de las
personas, pero al mismo tiempo, sea con nuestra curiosidad o con nuestra imprudencia,
fomentamos un desprecio manifiesto hacia su derecho a la intimidad.

Esta situación se ha plasmado, en el ámbito de la medicina, en una actitud laxa y poco


rigurosa en la custodia del secreto profesional, que se encuentra indisolublemente ligado
a ella.

Conclusión

Para concluir, el buen empleo y uso de los conocimientos morales e intelectuales que
nos provee la ética como dogma de comportamiento, es la clave que nos llevará al éxito,
no sólo como personas, sino también como entes que desempeñamos funciones en una
sociedad en la que cualquier manera de pensar o actuar nuestra influirá directa o
indirectamente.

Entendemos que la ética se ocupa de las normas de la conducta humana, si aplicamos


esta definición al término “ética profesional” nos daremos cuenta de que se refiere al
conjunto de normas que rigen a quienes se consideran ser profesionales, aunque no
siempre sean cumplias por éstos. Conocímos que algunos de los deberes del profesional
son la solidaridad, estar de acuerdo con la moral establecida, el secreto profesional, (este
le dice al profesional que no tiene derecho de divulgar información que le fue confiada
para poder llevar a cabo su labor), etc. También algunos de sus derechos, tales como: la
elección de la profesión es completamente libre, el beneficio propio, la capacitación,
etc.
Por ultimo se definió lo que es la responsabilidad profesional, y se dijo que ésta debe
trazar el rumbo hacia los actos aceptables, hacia las acciones fecundas, actos justos y
conscientes, reveladores de la buena fe y la capacidad profesional.

Historia Evolución de la Ingenieria y las diferentes corrientes Industriales.

La historia de la Ingeniería como tal, se describe desde la época de los Griegos, con la
construcción de los acueductos y toda su obra arquitectónica, y de alli a los precursores
de la época del siglo XVIII. Dos personas se consideran los padres de la ingeniería
industrial en el mundo: Frederick W. Taylor y Henri Fayol. Otros pioneros de la
ingeniería industrial fueron Harrington Emerson, defensor de las operaciones eficientes
y del pago de premios para el incremento de la producción, y Henry Ford padre de las
cadenas de producción modernas para la producción en masa (producción en serie). De
acuerdo con estos precursores la historia de la evolución de la Ingeniería la dividen en;

• La Revolución industrial es un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad


del siglo XVIII y principios del XIX, en el que el Reino Unido en primer lugar, y el
resto de la Europa continental después, sufren el mayor conjunto de transformaciones
socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la humanidad, desde el
Neolítico.

• La economía se basaba en el trabajo manual o artesanal el cual fue reemplazado por la


industria y la manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las
industrias textiles específicamente con las maquinas hiladoras y el desarrollo de los
procesos del hierro.

De acuerdo con algunos economistas la revolución industrial se puede dividir en:

• Primera: desde los primeros usos del carbón en 1732, hasta la producción de
electricidad en 1869.

• Segunda: desde la producción de electricidad en 1869 hasta la I Guerra Mundial


(1914).

• Tercera: desde el fin de la II Guerra Mundial (1945) hasta la actualidad.

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