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Las obras literaria poseen rasgos caracterizadores que las reúnen en formas
genéricas. Estas formas, o géneros literarios, definen un conjunto de rasgos que el texto
literario debe asumir para que sea considerado parte de un género determinado.
Un ejemplo de ello es el chiste, forma simple que halla su máxima expresión en
la comedia. Para contar bien un chiste es necesario respetar sus características genéricas
( relato brevísimo que desemboca en una conclusión sorprendente, basándose las más de
las veces, en las debilidades humanas, pero dándoles un cariz irrisorio). Si al contarse,
el chiste viola las leyes del género, frustra las expectativas del receptor y arriesga
quedar fuera del género.
Al contrario de lo que el lego supone, las formas genéricas son variadas. Se
habla de formas largas, y cortas, mas también se puede hoy hablar de formas medias,
dada la aparición de la novela corta y del cuento largo, entre otros.
Cada una de estas formas genéricas se diferencia de las otras por su extensión, y
por su construcción (esto es, procedimientos específicos de composición). Y dentro de
cada género existen subdivisiones; así, la novela social difiere de la novela policíaca, de
la novela de ciencia-ficción, etc.
Cabe destacar que los géneros literarios no se pueden someter, es decir,
considerarlos como normas fijas e invariables, pues están en constante movimiento.
Las primeras novelas del siglo XV, por ejemplo, distan considerablemente de la novela
contemporánea, lo que significaría –para algunos- que los géneros literarios no existen,
pues la riqueza de la creación literaria obliga a crear nuevos géneros en la medida que
nacen nuevas formas literarias.
Sin embargo, la formación de los géneros literarios tiene por una parte un valor
claramente metodológico, didáctico y por otra, son una realidad insoslayable, pues si
bien es cierto que la creación literaria obliga a rehacer los límites de los géneros
tradicionales, no es menos cierto que en la formación de ellos existen principios
invariables que resultan de ciertas formas básicas de la expresión. Esto significa que es
legítimo hablar de la existencia de géneros básicos que inspiran toda creación literaria
sobr ela base de tres principios: lo lírico, lo épico y lo dramático, a los que corresponden
los conceptos de la lírica, la épica y la dramática.
I. EL GÉNERO ÉPICO
El género épico deriva de los primeros relatos destinados a narrar las hazañas de
un héroe, ( la palabra griega Epos significa héroe), las grandes gestas bélicas en que
más que importar el sufrimiento de un pueblo sometido a los rigores de un conflicto
bélico, importaba la figura de caudillo, héroes o adalides.
En el género épico un narrador cuenta a un auditorio algo que ha sucedido, lo
que implica que su concepción temporal, esto es el tiempo de narración, es el Pretérito,
pues hace referencia a un acontecimiento que se desarrolla en el pasado.
Kayser señala dos características fundamentales en la épica: el detalle y la
autonomía.1 En relación al detalle, la épica -a diferencia de los otros géneros literarios-
relata detalladamente los acontecimientos, llegando a mostrar el mundo completo. Esto
llevará a Schiller a decir:
La meta del poeta épico reside ya en cada punto de su movimiento; por eso no
nos precipitamos impacientes hacia su fin, sino que nos demoramos con amor a
cada paso.
1
Kayser, Wolfgang. Introducción y análisis de la obra literaria. Editorial Gredos. Madrid, 19.., cap. X.
2
Jolle, Andre. Las formas simples. Editorial Universitaria, Santiago, 1972.
LA NARRATIVA
Así como a la narración del mundo total ( en tono elevado) la hemos llamado
epopeya; a la narración del mundo privado en tono privado la llamamos novela.
ORIGEN DE LA NOVELA
Una obra bastante conocida dentro de este género es el Apolonio de Tiro, que
gozó de gran popularidad en la Edad Media.
Así, la novela bizantino-barroca, bizantina por la época en que se halla a su más ilustre
creador y barroca porque fue prolíficamente cultivada en el siglo XVIII, amén de su
carácter fundamentalmente abstruso, complejo, enmarañado no fue aceptada por la
crítica del siglo XVIII. Será necesaria la aparición de un nuevo género novelesco para
que la prosa adquiera la dignidad de poesía.
3
Kayser, Wolfang. Origen y Crisis de la Novela Moderna. Departamento de Literatura. Facultad de
Educación y Letras. Universidad de Chile. Valparaíso. 1979.
A mediados del siglo XVIII la novela adquiere un papel protagónico en la
literatura, en razón de la aparición de varias obras y autores de especiales características
en Inglaterra y Alemania, al mismo tiempo. Destacan los nombres:
INGLATERRA
ALEMANIA
-Gellert.
-Wieland
-Goethe, Johann Wolfang (1749-1832): “ Fausto”; “ Werther”; “ German
y Dorotea”
Así, del singular modo de narrar, podemos destacar en esta obra la existencia de
un narrador personal.
Desde 1920, la novela tiene fines verdaderamente estéticos, se estima que ella no puede
ser una simple copia de la realidad; es necesario despojar a la novela de todos los
elementos ajenos a ella misma; así como la pintura no es un fiel reflejo de la realidad, la
novela tampoco es una mera transcripción lingüística de sucesos, personajes y
espacios.
EL CUENTO.
Más original y con mejor estilo será “El Conde Lucanor” y, siglo después, el
cuento cobrará nueva vida en Cervantes a través de sus “ Novelas ejemplares”, las que
sirvieron de pauta a todas las que se escribieron en el siglo XII en España.
2.0. Características.
Su diferencia más obvia con la novela es, sin duda, La Extensión. Las formas
intermedias entre la novela y el cuento se denominan.
- Cuentos largos.
- Nouvelles ( o novellas o novellettes).
- Novelas cortas.
Según E.A, Poe, la principal ventaja del cuento sobre la novela es que el cuento
puede ser leído en una sesión ininterrumpida y es, por lo tanto, capaz de una intensa
unidad de efecto. Para conseguirla el narrador no debe desperdiciar nada:
“ Si la oración inicial misma no tiende a poner de manifiesto este efecto,
entonces ha fracasado en su primer paso. En toda la composición, no debería haber
escrito palabra alguna que no tienda hacia el único objetivo establecido”. ( Edgar Allan
Poe).