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Periodo entre los dos Testamentos

Por Donald E. Demaray

Alejandro Magno y el helenismo


LAS CONQUISTAS DE ALEJANDRO MAGNO A PARTIR DE 334 A.C., año en que
desembarcó en Troas, hasta su muerte en Babilonia en 323, resumen la época de la introducción del
pensamiento griego en tierras bíblicas. Sus conquistas trastrocaron la vida en el Cercano Oriente, y la
cultura helenística se difundió rápidamente por todos esos países. El griego koiné (véase `Antiguos
manuscritos y versiones") llegó a ser el idioma aun de los judíos, pues Alejandro fue un conquistador de
lengua griega. El comercio internacional progresó vigorosamente bajo el nuevo clima cultural y político.
A Ptolomeo Filadelfo (285-246) se le atribuye la iniciativa en la formación de la gran biblioteca
de Alejandría y en propulsar la traducción de las Escrituras judías al griego. Dicha traducción constituye
lo que llamamos la Septuaginta (véase el capítulo "Antiguos manuscritos y versiones"), trabajo que pro-
bablemente se inició en Alejandría y se terminó en la misma región. No fue ésta la primera traducción
de las Escrituras -las versiones aramea y samaritana se habían realizado anteriormente- pero de ahí en
adelante la traducción y copia de la Biblia se convirtió en tarea corriente que culminó en una gigantesca
corriente de reproducción en el Siglo XX D.C., en muchos idiomas (véase el apéndice 11). La
Septuaginta incluyó los libros apócrifos además de la Biblia hebrea: los libros de los Macabeos, Tobías
y Judit, las adiciones a Daniel y Ester, el libro de Baruc y la Epístola de Jeremías, la Sabiduría de
Salomón, el Eclesiástico. (Respecto a los Apócrifos véase en "Primeros hechos respecto a la Biblia", la
sección sobre el canon.) Algunos de estos libros quizá sean traducciones de originales hebreos o
arameos; fragmentos de textos apócrifos en dichas lenguas se han descubierto recientemente en la región
del Mar Muerto.
Los seléucida;
Después de Alejandro, los ptolomeos de Egipto dominaron a Judea, y después de ellos los
seléucidas de Antioquía de Siria se adueñaron del país. Su dominio comenzó en 198 A.C., cuando
Antíoco el Grande derrotó a los egipcios. Los seléucidas impusieron la cultura griega. Antíoco IV
Epífanes (175-164 A.C.) dedicó a Zeus Olímpico el segundo templo de Jerusalén en 167 A.C. Algunos
no opusieron resistencia, pero los judíos ortodoxos se rebelaron dirigidos por Judas Macabeo ("el
semejante a un mazo") y sus hermanos, que pertenecían a la familia sacerdotal de los asmoneos (Asmón
fue un antepasado de los macabeos). Sus campañas contra los sirios tuvieron éxito y el templo fue
purificado en 164 A.C. (origen de la fiesta de Hanuka). Que los macabeos lucharon por la independencia
nacional se revela en los campos de refugiados, campamentos y fuertes descubiertos por los
arqueólogos. Cuando los judíos de Palestina alcanzaron su independencia, los seléucidas tuvieron que
desempeñar un papel más sumiso. Judas murió en 160 A.C. pero los asmoneos reinaron hasta 40 A.C.,
durando así más que los seléucidas, que llegaron a su fin definitivo cuando Pompeyo convirtió a Siria
en provincia romana en 63 A.C. Los asmoneos extendieron sus fronteras hasta que, bajo Alejandro
Janneo (103-76 A.C.), llegaron a dominar casi toda Palestina.
Los libros de los Macabeos (parte de los apócrifos), Josefo y la arqueología (especialmente la
numismática) nos cuentan la historia del período seléucida. Las monedas revelan el empuje y
aspiraciones de los asmoneos, quienes al principio fueron reconocidos únicamente como sumos
sacerdotes y gobernantes de los judíos, pero que, a partir de Aristóbulo (104-103 A.C.), asumieron el
título de reyes a despecho de la vigorosa oposición de los fariseos.

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Los asmoneos
El origen de los asmoneos se indica en el párrafo anterior. Conforme fueron extendiendo sus
conquistas territoriales se volvieron más despiadados, pero se debilitaron por las crecientes
divisiones religiosas y políticas. Los saduceos, aristocracia de inclinaciones políticas, tenían una actitud
liberal y veían con buenos ojos el ajustarse a los tiempos. Los fariseos ("separados"), sin embargo, se
levantaron en oposición a Alejandro Janneo, y procuraban el aislamiento en la vida nacional,
propugnaban el ascetismo y acusaban a los gobernantes del momento de estorbar el cumplimiento de la
promesa divina a través de la casa de David. Los fariseos se rebelaron, y Alejandro Janneo logró sofocar
su rebelión, pero con gran dificultad. Unos 800 fariseos fueron crucificados y millares de personas
abandonaron el país. En su lecho de muerte, Alejandro dijo a su reina (Salomé), que había de gobernar
después de él, que debía hacer todo lo posible por concertar la paz con los fariseos. En los diez años en
que ella gobernó (76-67 A.C.) los fariseos fueron muy influyentes. La reina Salomé Alejandra nombró
sumo sacerdote a su hijo mayor, Hircano. Muerta ella, un hijo más joven, Aristóbulo, trató de hacerse
rey, pero fracasó.
Herodes el Grande
Esas divisiones y problemas produjeron un debilitamiento interno, y finalmente la dinastía
asmonea cayó, tras lo cual Herodes el Grande llegó a rey de Palestina en 37 A.C. Roma entonces
manipuló con gran empeño las cuestiones judías. Herodes se casó con Mariamma, nieta de Hircano,
sabia maniobra política que lo relacionó con la familia asmonea. Con el tiempo, Herodes abarcó más
territorio, de modo que dominó tanto a Judea como a regiones no judías. Fue un gran edificador y
reconstruyó el templo. Pero ni siquiera así y su perversa conducta (como el asesinato de su esposa
Mariamma) sólo sirvió para destacar su malvada imagen.
En su testamento, Herodes nombró rey a su hijo Arquelao; a otro hijo -Herodes Antipas- lo
nombró tetrarca de Galilea y Perea; a un tercero -Felipe- lo dejó por tetrarca de la Transjordania del
norte y más allá. El emperador Augusto no confirmó el nombramiento de Arquelao como rey. En vez de
ello, 1o hizo "etnarca", título apenas un poco superior al de "tetrarca". Arquelao reinó sólo nueve años,
después de lo cual el emperador lo deportó a la Galia el año 6 A.C. Su territorio fue puesto en manos de
un gobernador romano que vivía en Cesarea; el nuevo gobernador estaba subordinado al gobernador de
Siria, y se le llamaba "procurador". Poncio Pilato, que desempeñó ese puesto en 26-36, fue el quinto de
dichos procuradores.

* * *
Durante estos tiempos difíciles, los judíos anhelaban la consoladora esperanza de los profetas,
cuyos escritos habían llegado a leerse junto con la Ley o Tora en las sinagogas. La esperanza profética
se cumplió en Jesús de Nazaret, figura central del Nuevo Testamento y de la Historia humana.

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