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LA POESÍA DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

Y LA UTOPÍA ANDINA*

Se ha escrito y hablado mucho sobre la obra de José María Arguedas. A su


reconocimiento como narrador promisorio en 1935, luego de la publicación de Agua, ha
seguido años después la de novelista intenso, gracias a la aparición de Los ríos
profundos en 1958, para ser considerado sólo después de su muerte y de la edición
póstuma de El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), como el más grande escritor
del Perú en el presente siglo, junto con César Vallejo.

Sin embargo, la figura de Arguedas no se circunscribe a la de un extraordinario


narrador, autor de sorprendentes relatos de sentimiento indígena -como La agonía de
Rasu Ñiti, 1962- y de novelas donde se respira la rotunda profundidad de la cultura
andina -como Yawar Fiesta, 1941 o Todas las sangres, 1964-; la producción arguediana
incluye también con igual resonancia escritos etnológicos, traducciones, artículos y
ensayos que giran, como casi la totalidad de su obra, en torno a la reivindicación
cultural y social del universo quechua que nutre su escritura.

Pese a ello, hay una dimensión de la obra de Arguedas que aún no ha merecido
la atención que debiera: su breve, pero singularísima, producción poética1. De esos
pocos textos, siete poemas para ser exactos, escritos en quechua entre 1962 y 1969,
traducidos al español y publicados parcialmente por su propia iniciativa o por
intermedio de amigos, voy a referirme convencido de su capital importancia para
nuestra literatura y cultura.

A esta faceta olvidada del escritor andahuaylino he dedicado diversos trabajos2.


En todos ellos señalo, como han precisado antes y después otros destacados
investigadores3, que los poemas de José María Arguedas se constituyen en documentos
fundamentales para comprender nuestra realidad social y cultural.

El hecho mismo que fueran escritos en quechua y traducidos en su gran mayoría


por él mismo al castellano, nos ofrece de manera directa la tensión básica de nuestra
historia: aquella que deviene del choque entre el mundo andino y el español.

Es indudable que la existencia de textos en quechua y castellano de los poemas


arguedianos constituyó la excusa adecuada para una doble marginación. Si
consideramos que esta producción bilingüe se debe en su mayoría a su propia mano
(salvo uno de sus poemas cuya versión en español apareció póstumamente, los demás
fueron directa o indirectamente traducidos por Arguedas o revisados por él ), la
1
José María Arguedas, Katatay, Lima, Horizonte, 1984.
2
Cf. mi libro: Poesía y utopía andina, Lima, DESCO, 1988 y mis artículos: «J. M. Arguedas: sembrar
con palabras», en Andenes, N° 53, Lima, 1989; «José María Arguedas: el poeta», Posdata, Suplemento de
Artes y Letras de El Observador, domingo 6 de diciembre, 1992.
3
Cf. Antonio Cornejo Polar: «Arguedas, poeta indígena», en Recopilación de textos sobre José María
Arguedas, Serie Valoración Múltiple, La Habana, Casa de las Américas, 1976, Comp. y prólogo de Juan
Larco; Martín LIENHARD: La voz y su huella, La Habana, Casa de las Américas, 1989.
indiferencia frente a sus poemas resulta paradójica, pues Arguedas después de su muerte
cada vez con más fuerza resultaba un escritor con gran prestigio.

La crítica tradicionalista ilustrada desdeñó durante años su valor en castellano y


remitió los poemas al corpus de la producción en lengua nativa. Asimismo, la crítica
alternativa o popular, se adaptó a dicha postura al no ofrecer información sobre el valor
e importancia de los textos, olvidando dicha parte de la obra arguediana al poner de
relieve su faceta como narrador.

Al margen de todo ello, en la actualidad se impone el criterio acertado de


considerar dicha producción no sólo como una unidad en donde las tensiones entre los
dos polos históricamente determinantes de nuestra sociedad y cultura se materializan,
sino que el valor literario y cultural de los poemas arguedianos está siendo reconocido
cada vez con mayor consenso. Dicha reivindicación de su puesto en nuestra rica
tradición poética surge paralelamente al crecimiento de la influencia de Arguedas entre
las nuevas voces poéticas de filiación andina, en cuyos textos la presencia arguediana
resulta más que evidente4.

Más que reiterar viejos argumentos en torno a los poemas arguedianos, me


interesa reflexionar en esta oportunidad sobre tres aspectos que considero cruciales para
la comprensión del Perú actual y que están directamente relacionados con estos textos
de Katatay. Me refiero a los siguientes puntos: el género al que pertenecen, el rasgo
diferencial de su ruptura en la tradición poética peruana y su repercusión simbólica en la
cultura nacional.

Escritura ética y escritura utópica

¿Por qué José María optó, casi al final de su vida, por escribir poemas en
quechua? ¿Qué lo motivó a escribir, a su vez, versiones en español de los mismos
poemas? Hay algo extraño en esta tardía posición bilingüe, cuando se trata de un
escritor como Arguedas que ya había asumido el terreno de la escritura en castellano
como un mecanismo de afirmación y dominio de la cultura andina.

Más aún, si al final de su vida optó por la lengua quechua, ¿por qué no escribió
su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), en esa lengua?

La respuesta a estas interrogantes no hay que buscarla en su biografía, sino en su


escritura y su producción textual. Es innegable que la postura de José María respecto a
la lengua quechua y su relación con el español fue contradictoria, ambivalente,
tensionada.

Llegó a referirse al quechua como un idioma que "supera al castellano en la


expresión de algunos sentimientos que son los más característicos del corazón indígena:
la ternura, el cariño, el amor a la naturaleza" 5. Pero, por otro lado afirmó
categóricamente que en su escritura sólo se busca un fin: "el castellano como medio de
expresión legítimo del mundo peruano de los Andes"6.
4
Señalo algunos nombres de diverso espectro: Isaac Huamán, Omar Aramayo, Dida Aguirre e incluso
Enrique Verástegui y Mario Razzeto.
5
José María Arguedas. Canto Kechwa. Con un ensayo sobre la capacidad de creación artística del pueblo
indio y mestizo, Lima, Cía de Impresiones y Publicidad, 1938, p. 16.
6
José María Arguedas, «La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú», en Recopilación de
En ese sentido creemos que Arguedas expresa en el terreno de la escritura
literaria lo que los sectores populares andinos en el terreno de la textualidad social iban
paulatinamente conquistando: la apropiación de espacios simbólicos para revertir su
estado subalterno.

Ámbitos prestigiosos de la dominación, tales como la escuela, la ciudad, la


música y, con el modelo arguediano, la propia escritura alfabética han sido
paulatinamente apropiados por la cultura andina emergente, como en otra ocasión
hemos precisado7.

Esto nos permite plantear el problema del género, especialmente importante en


el caso de los textos de Katatay. Obviamente si como han establecido los más
destacados investigadores arguedianos y como es posible constatar en la lectura de su
obra global, aquello que caracteriza la producción de Arguedas es que "tiende a
fortalecer el aspecto indígena en todas las instancias, incluido el público"8: ¿a qué
género pertenecen estos llamados poemas?

La pregunta por el aspecto genérico de los textos de Katatay, en realidad es la


pregunta en torno a los criterios culturales con los deben ser juzgados, naturalizados y
comprendidos. Está demás decir que un género literario en el fondo es una propuesta de
lectura e interpretación de un texto, para una determinada sociedad y cultura. Dada la
innegable presencia andina e indígena en los poemas arguedianos, en el fondo nos
preguntamos sobre su carácter significativo, su sentido para la cultura y sociedad a la
que pertenecen.

Desde esa perspectiva los poemas arguedianos, que han sido calificados no sólo
por mí como textos indígenas, pertenecen a la emergente cultura popular andina 9. No es
de extrañar, por lo mismo, que su género sea uno específico de ese contexto: el tinkuy,10
es decir, el encuentro tensional de contrarios. Expresión de una de las operaciones
fundamentales de la cultura andina, cuya estrategia de resistencia le ha permitido
mantenerse e incluso modificarse para sobrevivir hasta la actualidad.

Los poemas de Arguedas no sólo expresan en su doble naturaleza idiomática


( quechua-español ) su rasgo de tinkuy, sino que es posible apreciar dicha condición
genérica en los diversos niveles de su estructura. Así, tenemos que a las formas
tradicionales de la creación verbal indígena principalmente orales -tales como el taki y
el haylli-, une las expresiones poéticas occidentales esencialmente escritas -tales como
la oda y la épica-.

Por otro lado, al quechua moderno por el que opta -con muchos vocablos en
préstamo-, le corresponde un castellano andino -con rasgos sintácticos orales-; a una
voz colectiva que apela a la memoria histórica y mítica del pueblo quechua le

textos..., p. 405.
7
Cf. M. A. Huamán. «Utopía de una lengua», en Márgenes, N° 10/11, Lima, Oct. 1993, pp. 201-209.
8
Martín Lienhhard, Cultura popular andina y forma novelesca. Zorros y danzantes en la última novela
de Arguedas, Lima, Latinoamericana/Tarea, 1981, p. 15.
9
Cf. el texto citado de Antonio Cornejo Polar: «Arguedas, poeta indígena».
10
Cf. Miguel Ángel Huamán, Fronteras de la escritura Discurso y utopía en Churata, Lima, Horizonte,
1994.
corresponde una individual autoría que expresa la subjetividad personal y racional de un
hombre quechua; a la oralidad manifiesta de los antiguos himnos indígenas que le
brindan su tono y estructura le corresponde la tradición escritural de los modernos
poemas vanguardistas que le ofrecen su coloquialismo y técnicas discursivas.

Es decir, de diferentes modos los poemas arguedianos nos ofrecen su rasgo de


tinkuy, de encuentro tensional de contrarios, como lo constituye su novela póstuma que
en su mismo título -El zorro de arriba y el zorro de abajo-, pone en evidencia dicha
característica.

En ese sentido la poesía de Arguedas forma parte de esa literatura indígena de


resistencia que no pudiendo irrumpir en el sistema dominante más que
excepcionalmente como alternancia o alternativa ( kuti ) en periodos de crisis -como en
el caso de las crónicas indígenas, en el barroco andino o en casos aislados como el de
Melgar-, se mantiene y resiste apareciendo en forma sincrética a través del encuentro
tensional de contrarios ( tinkuy ), que busca mantener la continuidad de la cultura
andina.

En resumen, podemos afirmar que la importancia de la poesía de Arguedas


radica en que nos presenta la dinámica cultural del mundo andino en el terreno de la
escritura, que opta por una de estas dos formas genéricas para manifestarse: el kuti o
alternancia de contrarios y el tinkuy o encuentro tensional de contrarios.

Asimismo, podemos comprender el peso gravitante de los poemas de Katatay


para la comprensión de la producción arguediana global: marcan el tránsito de una
escritura esencialmente ética, en la que la palabra literaria asume su posición del lado de
uno de los dos polos -en el caso de Arguedas, el universo indígena-, hacia otra escritura
básicamente utópica, en la que la fuerza del verbo pretende construir un horizonte de
encuentro y unidad tensional de contrarios.

Eso explica el porqué de la dualidad idiomática de los poemas y, también, del


encuentro en su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo de los
procedimientos de la novela urbana de vanguardia con una cosmovisión de origen
rural11. Pues, en esta etapa final de su obra la escritura arguediana sufre una revolución
copernicana en la que "hablando con la voz de las mayorías (andinas o de origen
andino), el escritor proyecta una mirada sobre el Perú entero"12 y alienta en el terreno
cultural la posibilidad de un horizonte en el que se dé el encuentro tensional de los
contrarios, de todas las sangres que anidan en nuestra tierra.

Utopía y cultura andina

Al afirmar con la escritura literaria la posibilidad de una cultura nacional donde,


en lugar de la imposición de uno de los polos, sea factible el encuentro de la dualidad
quechua-español de nuestra formación social, Arguedas establece una posición de
ruptura en la tradición poética peruana.

11
Martín Lienhard: «La andinización del vanguardismo urbano», en Eve-Marie FELL (Coord.); Edición
crítica de El zorro de arriba y el zorro de abajo, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
1992. (Colección archivos), pp. 321-332.
12
Ídem.
No se trata solamente de invertir los términos ni de afincar a los sujetos a sus
parcelas discursivas. Se trata de fundar sobre la base de un nuevo predominio simbólico
la unidad en la diversidad. Su apuesta por una cultura nacional, indígena, de base
andina, en la que se pueda establecer el encuentro entre lo tradicional y lo moderno está
claramente expresado en el poema "Llamado a algunos doctores".

En este punto se torna evidente que Arguedas se adelanta a las recientes


preocupaciones de los investigadores sociales pues desde sus primeros escritos y
especialmente en su última etapa, la de los poemas reunidos en Katatay y en su novela
El zorro de arriba y el zorro de abajo, enfoca "el conflicto social a partir de sus
aspectos culturales".

Será en los poemas como "A nuestro padre creador Túpac Amaru" en donde se
mostrarán de forma nítida los rasgos de esa renovación de nuestra tradición poética.
Nutrido de los componentes cognitivos y vitales de la cultura andina, asumiendo la
fuerza de su experiencia ancestral y la sabiduría de su mecanismos funcionales los
poemas arguedianos redescubren y exaltan la naturaleza como impulso creador de vida.

Asimismo, apreciamos una afirmación progresiva de la capacidad originaria del


hombre que crea ligado íntimamente con la naturaleza y que es él mismo fuerza
reguladora en comunicación con el cosmos. En su "Oda al Jet" su voz anuncia
emblemática como gran corolario que "el hombre es dios".

Esto explica el tono panteísta y religioso que atraviesa todos los poemas como
un torrente expresivo constante y contundente, contrapuesto al temperamento ilustrado
y laico de la poesía peruana del periodo, lastrada por una razón instrumental o un
irracionalismo decadente.

La poesía de Arguedas aparece de esta manera opuesta al curso tradicionalista de


otras voces, pues está marcada con un sentimiento fuerte y una pasión arrebatada que
cierta crítica colonialista en su recepción, interpreta como arcaizante y retrógrada,
buscando silenciarla.

Sin embargo, los poemas de Arguedas están indicando un momento auroral de


una nueva poesía, establecen los términos de una propuesta proteica capaz de dar inicio
a una cultura integradora. De ahí su exaltación de la libertad y su condena de la
explotación, de la tiranía e imposición, como cuando exalta en su "Ofrenda al pueblo de
Vietnam" el triunfo de los hombres libres.

Por todo lo antes señalado, ubicamos los poemas de Katatay en el centro de una
nueva era cultural de nuestra historia. Su ruptura es análoga, desde esa perspectiva, a la
realizada siglos atrás en Europa por el "Sturm und Drang", antecedente del fenómeno
romántico y marca de cambio de época.

Por supuesto que, a diferencia del movimiento alemán encabezado por Klinger e
integrado por Goethe, Lenz, Schiller y otros, los poemas arguedianos nos plantean el
reto de acceder a una modernidad diferente desde nuestras raíces autóctonas y con
nuestras tradiciones andinas de reciprocidad, comunidad y laboriosidad.
Estética andina y modernidad

La repercusión simbólica de la poesía de Arguedas en nuestra cultura es


innegable. Más aún cuando los intentos de modernización en curso parecen obviar el
debate sobre el tipo de modernidad al que debemos aspirar. La estética andina,
funcional en tanto no se conceptúa como un fin en sí mismo, sino como una estrategia
que posibilita la aparición de valores complementarios como la verdad y el
conocimiento, ofrece la tentación de una fácil resolución de nuestros problemas.

Aspirar a una modernidad desde nuestras raíces antiguas, optar por un proyecto
nacional donde se asuma la diversidad de nuestra heterogeneidad social y cultural,
concebir una nacionalidad e identidad que se contraponga al exterminio y postergación
de una parte de nuestra población son reivindicaciones legítimas que en mucho el
discurso estético permite soñar.

Más aún, cuando hoy en día la propia cultura posmoderna y la sociedad


postindustrial están en plena crisis de legitimidad, cuando buscan alternativas para sus
insuperables contradicciones internas que han conducido a profundas desigualdades, al
deterioro irreversible de los recursos naturales y a la destrucción del propio hombre, el
sentido simbólico de los poemas arguedianos adquiere rasgos paradigmáticos y se
ofrecen como proyecto cultural para la utopía de una nueva vida.

Sin embargo, es bueno recordar que esta propuesta utópica, sostenida por la
escritura literaria, se asume como perspectiva comprensiva solo desde una óptica
hermenéutica, es decir, desde una interpretación que pretende generalizar no
universalizar, que se plantea como un saber conocer no como el ser del conocer.

Es decir, que se formulan desde una poética y no desde la teoría, pues si bien el
hacer de Arguedas le permitió expresar en su actividad literaria las tensiones de nuestra
cultura y sociedad, su marco comprensivo del proceso y el horizonte utópico de su
escritura literaria nos pueden ofrecer una comprensión hermenéutica de nuestra
singularidad y alteridad, ellas solas no bastan para una comprensión teórica y universal,
tarea que corresponden a una ciencia y a un conocimiento que deben primero liberarse
de las ataduras del poder.

Muchos de los errores de la valoración de la obra de Arguedas radica en esta confusión.


El olvidar que si bien la estética de la utopía que plantea la escritura arguediana nos
ilumina la perspectiva, sigue siendo en esencia un hecho literario y cultural que si
alguna significación histórica puede tener, es aquella que nos adelanta los caminos que
inevitablemente debemos seguir para ratificar su anhelo expresado en el último diario
de su novela póstuma: el que en el Perú "cualquier hombre no engrilletado y
embrutecido por el egoísmo" pueda "vivir, feliz todas las patrias".

* Tomado de Alma Máter Nº 17, Lima, UNMSM, 1999.

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