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OBISPADO DE LA NUEVA ORÁN

Coronel Egües 720 • 4530 San Ramón de la Nueva Orán, Salta


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CARTA PASTORAL DE PASCUA

Queridos hermanos y hermanas


¡Feliz Pascua de Resurrección! ¡Cristo resucitado nos devuelve la esperanza! Cada año
tenemos la posibilidad de renovar la experiencia de dejarnos conducir por el Señor y vibrar con
su Palabra y con sus gestos de Vida. Vencedor de la muerte y del pecado, nos sale al encuentro
para invitarnos a celebrarlo vivo y presente junto a nosotros.
El paso de Cristo «de este mundo al Padre» (Jn. 13,1) a través de la pasión y la
resurrección, impulsa la Pascua de la Iglesia, que renueva así anualmente, como evento y tiempo
litúrgico, y actualiza cada domingo y cada día, en la Eucaristía, la Pascua de Cristo «hasta el día
de su venida» (1Cor. 11,26).
Transitando la última etapa de nuestro año jubilar diocesano, repasamos agradecidos la
obra de Dios entre nosotros. La Nueva Orán, Iglesia pascual y misionera, fue creciendo en el
servicio del anuncio del Reino de Dios, a través de la animación misionera y catequística por la
siembra capilar de parroquias y comunidades, la celebración festiva de los sacramentos y el
compromiso solidario con todos los hombres, especialmente los más pobres. Llamados a
pertenecer a esta bendita Iglesia particular, reconocemos el paso glorioso del Resucitado,
proclamando su amor invencible frente a nuestras fragilidades y nuestros miedos, para hacernos
capaces de ser, junto con Él, hijos e hijas muy amados del Padre.

1. Cristo resucitado sale a nuestro encuentro


La Palabra de Dios testimonia el instante maravilloso del encuentro de los amigos de Jesús,
con el Maestro resucitado; así, nos ayuda a descubrir la sorpresa de la Vida que tiene la última
palabra.

«No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado» (Mt. 28,5)


La inevitable constatación de los dolores y las penas de cada día, nos llevan a buscar al
Señor, que se hace solidario de nuestro sufrimiento hasta dar la vida por nosotros. Buscamos al
Crucificado en nuestras cruces, pequeñas y grandes, en nuestras incapacidades y nuestros
miedos, en los límites de nuestro ser y de nuestro amar, porque tenemos la certeza de
encontrarlo, de verlo padecer junto a nosotros. Buscamos al Crucificado, para que nos anime allí
donde se nos han ido deshilachando nuestras entregas y proyectos, que tanto necesitamos, para
que nos cure las heridas del camino, para que nos dé su perdón y su paz.
«No está aquí porque ha resucitado de entre los muertos» (Mt. 28,6)
El anuncio de la Pascua no nos deja lugar a dudas. El Crucificado ha resucitado. El Señor
Jesús nos invita a volver la mirada a sus llagas gloriosas. Los signos del dolor son el recuerdo de
la muerte vencida, de su entrega fecunda y prometedora de Vida Nueva. No hay callejones sin
salida, ni destino fatal al que estemos condenados; allí donde todo parecía terminar
irremediablemente, resplandece con fuerza la Palabra cumplida del que nos amó y volvió por
nosotros, para rescatarnos y conducirnos hacia la Vida. ¡Palabra dada por amor y que nos hace
plenamente libres!

«Alégrense» (Mt. 28,9)


Por eso estamos felices y hacemos fiesta: ¡Cristo nuestra Pascua ha resucitado! La muerte
vencida nos recuerda la autoridad vital del amor que siempre es más fuerte. Nuestra alegría nos
señala caminos eclesiales nuevos donde habitemos nuestros vínculos, dialogando y
convergiendo con los demás en la difusión del bien y del amor, expresando con el servicio
nuestra humanidad transfigurada por el amor fiel de Dios que nos llama a verlo en nuestros
hermanos más pobres y necesitados, en la Vida amenazada, en los escenarios de exclusión y
negación de la dignidad de los hombres. La alegría de la Pascua nos invita a ser portadores e
instrumentos de la gracia de Dios que hace nuevas todas las cosas.

2. Los signos del Resucitado nos acompañan


Nos enseña el Papa Benedicto (Exhortación apostólica Verbum Domini, n. 2) que
«comunicar la alegría que se produce en el encuentro con la Persona de Cristo, Palabra de Dios
presente en medio de nosotros, es un don y una tarea imprescindible para la Iglesia. En un
mundo que considera con frecuencia a Dios como algo superfluo o extraño, confesamos con
Pedro que sólo Él tiene «palabras de vida eterna» (Jn. 6,68). No hay prioridad más grande que
ésta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su
amor para que tengamos vida abundante » (cf. Jn. 10,10).
Compartir con hombres y pueblos la alegría de la Pascua, nos invita a salir de nosotros
mismos, a llevar adelante lo que constituye la misión de la Iglesia, que existe para evangelizar
(Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 14).
Me parece importante destacar, entre lo que considero las concreciones de nuestra
Pascua misionera en la diócesis, diversos ámbitos de nuestra vida pastoral que tendrán lugar
próximamente: las celebraciones jubilares, la visita pastoral a las comunidades aborígenes, la
continuación del Curso para Matrimonios Orientadores Familiares y el establecimiento del Junio
solidario.

- Nuestras celebraciones jubilares.


En el día de ayer hemos celebrado el primero de los jubileos previstos, en consonancia con
toda la Iglesia, el Jubileo de los Jóvenes, en Hipólito Yrigoyen. El mensaje del Papa y la
celebración del Año de la Vida constituyeron el encuadramiento más completo para un evento

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que anualmente invita a nuestros jóvenes a compartir la alegría de la fe y a profundizar su
compromiso con Cristo y con la Iglesia.
Como habíamos previsto, en el ámbito parroquial, y en algunos casos, si fuera posible, en
el decanato, tendrán lugar las restantes celebraciones jubilares que buscan dar un espacio para
la gratitud a Dios y un renovado compromiso de parroquias, comunidades y familias con el
aspecto celebrado: el trabajo, la familia y la niñez.
Considerando la particular necesidad que tenemos de rezar por las vocaciones y de pedir
al Señor que suscite en nuestros jóvenes la inquietud por su futuro y compromiso con la Iglesia,
este año celebraremos en cada comunidad el Jubileo Vocacional. La Jornada del Buen Pastor
tendrá lugar este año en cada parroquia. Oportunamente les haré llegar algunos modelos de
celebración para ayudar a lo que prevean en las distintas comunidades, para celebrar este
Jubileo.
Finalmente, les recuerdo que entre los encuentros jubilares está la renovación de nuestra
alianza con la Creación, acogiendo la invitación de Benedicto XVI en su Mensaje por la Jornada
mundial de la paz del año 2010. Será la oportunidad para invitar y encontrarnos con otros
cristianos y con hermanos de los pueblos originarios, para celebrar la Vida de Dios en nosotros.

- La visita pastoral a los pueblos originarios.


Entre las tareas que se encomiendan especialmente al obispo diocesano está la de visitar
las comunidades a su cargo. Transcurrida la etapa inicial de incorporación y adaptación, puedo
cumplir con este sagrado encargo que me confía la Iglesia para visitar las familias y comunidades
de la diócesis. He querido comenzar por los pueblos originarios presentes en nuestra diócesis,
como parte del rico entramado de culturas con que Dios creó a nuestra región. Visitaré
comunidades católicas y no católicas. En el primero de los casos, como padre de todos, para
confirmarlos en la fe, conocer sus necesidades y profundizar nuestra comunión. Con los no
cristianos, el objeto de mi visita será también conocerlos así como confraternizar y dar
testimonio de la búsqueda del bien común de nuestros pueblos. Lejos de cualquier proselitismo,
me animará compartir y celebrar la Vida que nos ha entregado Dios. Me encomiendo a sus
oraciones, como he hecho anteriormente, por la feliz realización de esta visita. En ella tengo
cifradas muchas esperanzas en relación con el futuro de la pastoral aborigen en nuestra diócesis.
A los párrocos y responsables de comunidades, les pido que piensen y me propongan el mejor
modo de llegar a todas las comunidades existentes.

- La continuación del Curso para Matrimonios Orientadores Familiares


Desde agosto del año pasado nos encontramos trabajando con un nutrido grupo de
matrimonios en la formación de matrimonios orientadores familiares. Con la ayuda de
especialistas y profesionales del área médica, jurídica y social, se han enriquecido los aportes
siempre necesarios de los ya activos animadores de la pastoral familiar en la Diócesis.
En las próximas semanas retornamos a los talleres que conforman el Curso que se viene
dictando en la Casa del Laico los viernes por la noche. En este Año de la Vida, a nuestra Iglesia
diocesana, “Pueblo de la Vida” le urge profundizar la formación de Orientadores Familiares, es
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decir testigos de la Buena Nueva de la Familia, llamados a dar este mensaje gozoso, para estar
cerca de tantas familias que están sufriendo el dolor o la separación, para ayudarlas a crecer en
diálogo y confianza.

- Junio solidario
Cáritas constituye una de las más preciadas dimensiones de nuestra Iglesia en la
Argentina. Su colecta anual significa la concreción reiterada de una puesta en común muy
generosa que posibilita a las comunidades diocesanas y parroquiales ayudar a los más pobres.
Muchos proyectos que nada tienen de rentables para el sector privado o poco interesan al
Estado en sus distintos niveles, nacional, provincial o municipal, encuentran en Cáritas la vía de
realización. Y todo gracias a la colecta de Cáritas.
Pero se ha visto que por distintas razones, una colecta como ésta requiere no sólo una
larga preparación sino diversas etapas en su concreción. Entre nuestro país va creciendo la
conciencia de la necesidad de destinar un período mayor de tiempo para fortalecer la efectiva
articulación de recolección de recursos a favor de los pobres. Por eso se habla con razón de un
“junio solidario”, que en este caso establezco para toda la diócesis a partir de esta Pascua. La
colecta quedará reservada para la fecha establecida en el calendario nacional y no se requerirá a
las parroquias otras colectas dominicales suplementarias, pero sí se permitirán otras iniciativas y
recolecciones de fondos autorizadas por Cáritas diocesana y a ella destinadas, en vistas a
desarrollar las necesidades de toda la diócesis.
Invito a los párrocos y animadores pastorales, a buscar el mejor modo de calendarizar en
junio las distintas iniciativas caritativas parroquiales. Sin eliminar ni anular el aspecto asistencial
de Cáritas, traten de imaginar y proponer modos creativos de crecer en el dinamismo
promocional de la caridad eclesial, a través de proyectos e iniciativas que busquen la
prolongación en el tiempo de los efectos de la solidaridad cristiana.
Queridos hermanos y hermanas, los saludo con todo el afecto de mi corazón y una vez más
les reitero el deseo de una Feliz Pascua de Resurrección, consciente de la importancia que este
augurio reviste para nosotros. El Señor Jesús nos regala el don de su vida gloriosa para que
seamos hombres y mujeres nuevas, fecundos anunciadores de la Vida vencedora.
En San Ramón de la Nueva Orán, el domingo de Ramos del año dos mil y once.

+ Marcelo Daniel Colombo


Padre Obispo de la Nueva Orán

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