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PARTICIPACIÓN DE LA SEÑORA MINISTRA, OLGA

SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN LA


PRESENTACIÓN DEL LIBRO “LA TUTELA”, DE
CARLOS EFRÉN RENDÓN UGALDE, EN LA
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA, CAMPUS SANTA
FE, EN LA CIUDAD DE MÉXICO, EL 4 DE
DICIEMBRE DE 2001.

LA TUTELA.

“Tutela lucrum tutori esse non debit.


La tutela no debe ser lucro para el tutor”
Aforismo latino.

˜™

Hoy me honra infinitamente compartir este foro con el maestro


Manuel Chávez Ascencio, insigne ejemplo de la tradición mexicana de
grandes tratadistas en derecho familiar; con mi querido colega el
notario José Ángel Villalobos Magaña; y con el señor magistrado
Lázaro Tenorio, igualmente ejemplo de dedicación a las cuestiones del
derecho familiar.

Y me honra doblemente porque los cuatro estamos aquí para


alentar a todos los presentes a revisar y validar con nosotros la valía
que tiene el libro del joven jurista Carlos Efrén Rendón Ugalde.
Esta obra, que hoy tenemos el gusto de presentar, es ejemplo
del tesón y el ánimo que mueven al autor en muchas de las empresas
que acomete. Aspirante a la patente de notario. Profesor. Hijo, según
se puede ver desde la primera página del libro. Carlos Rendón es
ejemplo para los jóvenes de hoy, para los habitantes más nuevos de
este México y este mundo tan convulsos.

No sé a ciencia cierta cuantos años haya cumplido nuestro novel


escritor; pero infiero que debe estar entre los 26 y 28 años de edad y,
me llena de tanta alegría ver que un joven de su edad opta por la vida
y por dejar algo; por la obra y la trascendencia, cuando, hoy
precisamente, nos hemos desayunado con una fotografía
espeluznante que publica un diario mexicano sobre el suicidio de un
joven argentino víctima de la desesperación económica.

Este libro, según se dice en la cuarta de forros, es el primero no


sólo en México, sino en la mayoría de los países de Iberoamérica que
se escribe sobre un tema tan poco explorado a fondo como es la
tutela.

Pero ese no es su mayor valor.

Además ha ganado el premio que otorga el Colegio de notarios,


que dicho sea de paso, no es un premio sencillo de obtener, pues
imagínense al jurado. Para quienes sepan de la calidad académica y
profesional que debe tener un notario público, además de la bien
ganada fama de duros (y que me desmienta mi colega notario si no
digo la verdad), ese premio no es cualquier cosa.

En adición, como en el cine, siempre tendrá más valía una muy


buena opera prima, aun cuando el mismo autor se disculpe en los
prolegómenos del libro aduciendo que se trata de una obra de
juventud.

Pero el libro tiene muchos puntos de valía que quiero resaltar.

Destaca, por ejemplo, su opinión respecto a lo inconcebible que


resulta que una persona, aun contando con recursos, al sufrir una
incapacidad tenga que someterse a un “régimen de protección”, como
el mismo autor le llama, que lo obliga a vivir bajo la asistencia de un
tutor designado por el juez o por los familiares que determina el
Código Civil, sin atender a sus preferencias o intereses.

Cuestión sin duda interesante en la que el autor se detiene para


rescatar las tesis de Don Manuel Chávez Ascencio respecto a la
desintegración familiar y para proponer el establecimiento de la figura
de la “tutela cautelar”, “autotutela” o como lo precisa nuestro
compañero de presentación, el notario Villalobos, la “tutela voluntaria”.

Suscribimos la propuesta del autor, pero no sin hacer notar que


este tipo de tutela también presenta, en ocasiones, algunos
inconvenientes que, según me advierten quienes me la han
recomendado, se exponen en una película, actualmente en cartelera,
llamada “la Casa de Cristal”. En ella, la lucha por la custodia y la
administración de los bienes de dos menores lleva a una serie de
crímenes, en el entendido de que los padres de los menores eligieron
a un par de amigos de juventud para hacerse cargo de sus hijos y
estos fraguan un complot para quedarse con los bienes de sus
pupilos.

Llama por supuesto la atención, que la figura de la tutela


voluntaria deba establecerse para adaptar la tutela a estos tiempos
nuevos, en los que la familia no es ya la única depositaria de la
confianza. Pero destaca también que el autor no solo proponga este
tipo de figura para regular el vacío de nuestra legislación; sino que
proponga una tutela voluntaria plural, lo cual sin duda, como lo indica,
dará mayores garantías al mayor de edad que prevea su incapacidad.

Otro de los temas que me llamó poderosamente la atención –aún


por encima del excelente estudio dogmático, del análisis histórico y de
derecho comparado que el autor hace, de las propuestas innovadoras
y el análisis de las nuevas figuras y modalidades tutelares que sugiere
incorporar al Código Civil del Distrito Federal– es la tesis que sostiene
respecto a como la forma de gobierno que adopte un país deriva de
quien ejerza el poder doméstico en las familias que integran una
sociedad.

No hay nada más cierto, las familias son semilla de sociedad. De


lo que en ellas suceda, de cómo en ellas se eduque, de los valores
que en ella se infundan dependerá en mucho el destino de una
sociedad.
Por ello también aplaudo que el libro muestre otros valores que
el autor tiene: el espíritu crítico, el ser agradecido, y el valor para
expresar sus opiniones.

El espíritu crítico se manifiesta en cada página del libro al


expresar el autor su opinión personal, en contraste con la de otros
teóricos de renombre. Desde nuestro querido maestro, Don Guillermo
Floris Margadant, hasta el aquí presente, Don Manuel Chávez
Ascencio –quien seguramente hará uso de su derecho de réplica– las
críticas se suceden: Montero Duhalt y Elías Azar son otros de los
criticados. Y ciertamente con razones, como es el caso de la crítica
que, con el innovador argumento de la madre tutriz, realiza a la opinión
del maestro Margadant, fundado en la opinión de Papiniano,
Justiniano y Hermogeniano contenidas en el Digesto.

Desde las primeras páginas, Carlos Rendón nos da muestra de


su buena cepa, pues agradece a quienes han coadyuvado a la
realización de su trabajo y prueba su valentía al expresar opiniones
que hoy suenan añejas, tradicionales, arcaicas, en contraposición a
las de muchos legisladores que pretenden revolucionar el derecho civil
con algunas propuestas de avanzada, que no son sino reflejo de la
sociedad y los tiempos que nos ha tocado vivir.

Por ejemplo, la que expresa en la página 127 del libro que


comentamos, respecto a la necesidad de que el menor tutelado
requiera de las figuras masculina y femenina para su normal desarrollo
psicológico.
Finalmente, debo destacar que no deja de lado la jurisprudencia
del Poder Judicial de la Federación, sino que por el contrario, en un
anexo que ojalá en posteriores ediciones comente, incluye las
principales tesis de los tribunales federales que se refieren a la tutela.

De entre ellas, quisiera destacar una, en la cual, junto con mis


compañeros Ministros, Don Sergio Salvador Aguirre y Don Guillermo
Ortíz Mayagoitia, formulé voto de minoría, por considerar que las
medidas previstas en el artículo 904 del Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito Federal, quedan comprendidas en el concepto
genérico de actos de molestia, por tratarse de medidas precautorias
provisionales para la substanciación del juicio donde se ejerza la
acción de declaración de incapacidad por causa de demencia, cuyo
objeto es restringir de modo provisional la libre manifestación de
voluntad del presunto incapaz y de la disposición de sus bienes. Dicho
artículo señala lo siguiente:

¬ARTICULO 904¬

La declaración de incapacidad por causa de demencia, se


acreditará en juicio ordinario que se seguirá entre el peticionario
y un tutor interino que para tal objeto designe el juez.

Como diligencias prejudiciales se practicarán las siguientes:

I.- Recibida la demanda de interdicción, el juez ordenará las


medidas tutelares conducentes al aseguramiento de la persona
y bienes del señalado como incapacitado; ordenará que la
persona que auxilia a aquél de cuya interdicción se trata, lo
ponga a disposición de los médicos alienistas o de la
especialidad correspondiente o bien, informe fidedigno de la
persona que lo auxilie u otro medio de convicción que justifique
la necesidad de estas medidas.

II.- Los médicos que practiquen el examen deberán ser


designados por el juez y serán de preferencia alienistas o de la
especialidad correspondiente. Dicho examen se hará en
presencia del juez previa citación de la persona que hubiere
pedido la interdicción y del Ministerio Público.

III.- Si del dictamen pericial resultare comprobada la


incapacidad, o por lo menos hubiere duda fundada acerca de la
capacidad de la persona cuya interdicción se pide, el juez
proveerá las siguientes medidas:

a).- Nombrar tutor y curador interinos, cargos que deberán


recaer en las personas siguientes, si tuvieren la aptitud
necesaria para desempeñarlos: padre, madre, cónyuge, hijos,
abuelos y hermanos del incapacitado. Si hubiere varios hijos o
hermanos serán preferidos los mayores de edad. En el caso de
abuelos, frente a la existencia de maternos o paternos, el juez
resolverá atendiendo a las circunstancias. En caso de no haber
ninguna de las personas indicadas o no siendo aptas para la
tutela el juez con todo escrúpulo debe nombrar como tutor
interino a persona de reconocida honorabilidad, prefiriendo a la
que sea pariente o amiga del incapacitado o de sus padres y que
no tenga ninguna relación de amistad o comunidad de intereses
o dependencias con el solicitante de la declaración.
b).- Poner los bienes del presunto incapacitado bajo la
administración del tutor interino. Los de la sociedad conyugal, si
la hubiere, quedarán bajo la administración del otro cónyuge.

c).- Proveer legalmente de la patria potestad o tutela o las


personas que tuviere bajo su guarda el presunto incapacitado.

De la resolución en que se dicten las providencias mencionadas


en este artículo procede el recurso de apelación en el efecto
devolutivo.

IV.- Dictadas las providencias que establecen las fracciones


anteriores se procederá a un segundo reconocimiento médico
del presunto incapacitado, con peritos diferentes, en los mismos
términos que los señalados por la fracción II. En caso de
discrepancia con los peritos que rindieron el primer dictamen se
practicará una junta de avenencia a la mayor brevedad posible y
si no la hubiere el juez designará peritos terceros en discordia.

V.- Hecho lo anterior el juez citará a una audiencia, en la cual, si


estuvieren conformes el tutor y el Ministerio Público con el
solicitante de la interdicción, dictará resolución declarando o no
esta.

Si en dicha audiencia hubiere oposición de parte, se sustanciará


en juicio ordinario con intervención del Ministerio Público.

Contrariamente a lo apuntado, la mayoría de mis compañeros


ministros coincidieron en señalar que las diligencias prejudiciales
establecidas en el artículo ya citado violan la garantía de audiencia al
no dar intervención al señalado como incapacitado en el procedimiento
relativo. La tesis quedó redactada de la manera siguiente:

Novena Epoca
Instancia: Pleno
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XI, Marzo de 2000
Tesis: P. XXXI/2000
Página: 93

INTERDICCIÓN, DILIGENCIAS PREJUDICIALES. EL ARTÍCULO


904 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS CIVILES PARA EL
DISTRITO FEDERAL VIOLA LA GARANTÍA DE AUDIENCIA, AL
NO DAR INTERVENCIÓN AL SEÑALADO COMO INCAPACITADO
EN EL PROCEDIMIENTO RELATIVO. Este Tribunal Pleno ha
establecido que la garantía de audiencia prevista en el artículo
14, párrafo segundo de la Constitución, implica el seguimiento
de las formalidades esenciales del procedimiento que
garanticen una oportuna y adecuada defensa previa al acto de
privación, consistentes en la notificación del inicio del
procedimiento y sus consecuencias, el otorgamiento de la
posibilidad de ofrecer pruebas y alegar en defensa, y el dictado
de una resolución que dirima la cuestión debatida. Por su parte,
el artículo 904 del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal regula las diligencias prejudiciales del
procedimiento de interdicción, estableciendo que tan pronto
como se reciba la demanda, el Juez deberá ordenar las medidas
correspondientes a asegurar la persona y bienes del señalado
como incapacitado, poniéndolo a disposición de médicos
alienistas, o bien, a través de informe fidedigno u otro medio de
convicción que justifique la adopción de tales medidas.
Asimismo, dispone que después de practicados los exámenes
médicos y de advertirse al menos duda sobre la capacidad del
presunto incapacitado, se le nombrará un tutor interino, quien
tendrá la administración de sus bienes, salvo los de la sociedad
conyugal, los cuales corresponde administrar al cónyuge. De lo
anterior se advierte que la citada norma legal permite que se
tomen determinaciones que restringen de manera absoluta la
capacidad de ejercicio del señalado incapaz, con lo que se
produce una afectación de tal entidad que constituye
propiamente un acto de privación, sin que en ninguna parte del
precepto legal se establezca la obligación de darle intervención
desde el inicio del procedimiento de interdicción, para que esté
en aptitud de alegar y probar su lucidez, además de que no
existe un plazo perentorio para el ejercicio de la acción de
interdicción, en el juicio ordinario que regula el artículo 905 del
citado código adjetivo, lo que autoriza que las determinaciones
tomadas en las diligencias prejudiciales puedan prolongarse
indefinidamente, por lo que el citado artículo 904 resulta
violatorio de la garantía de audiencia.

Amparo en revisión 579/99. José Melgar Castillejos. 29 de


noviembre de 1999. Mayoría de siete votos. Ausente: Juventino
V. Castro y Castro. Disidentes: Sergio Salvador Aguirre
Anguiano, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia y Olga Sánchez Cordero
de García Villegas. Ponente: Mariano Azuela Güitrón. Secretario:
Humberto Suárez Camacho.

El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy


veintinueve de febrero en curso, aprobó, con el número
XXXI/2000, la tesis aislada que antecede; y determinó que la
votación no es idónea para integrar tesis jurisprudencial.
México, Distrito Federal, a veintinueve de febrero de dos mil.

En fin, de otras virtudes que el libro tiene seguramente habrán de


echar mano mis compañeros de presentación, para invitarlos a su
consulta y lectura.

Por mi parte, sólo les robo unos minutos más de su tiempo para
sugerirle al autor que se asome a una muy reciente sentencia del
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que analizó
algunos aspectos relacionados con la tutela al resolver la Controversia
Constitucional 29/2000.

En ella, la Suprema Corte estimó que de la interpretación


sistemática de los artículos 1°, 3°, 4° y 31, fracción I, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, se desprendía que si bien
es cierto que el numeral 31, fracción I, únicamente contiene la
obligación de los mexicanos de hacer que sus hijos cursen la
educación primaria y la secundaria, esa circunstancia no podía
entenderse en forma limitativa, es decir, que no pueda ampliarse a
otros grados educativos, máxime que los citados artículos 1° y 4° se
reformaron posteriormente a los preceptos 3° y 31, fracción I.

Lo anterior atendiendo a que, precisamente, a partir del análisis


sistemático de esos numerales se tiene que el artículo 1°
constitucional prohibe la discriminación motivada por capacidades
diferentes, condiciones de salud o cualquier otra que atente contra la
dignidad humana y pudiera anular o menoscabar los derechos, por lo
que si el artículo 140, fracción I, de la Ley de Educación del Distrito
Federal establece la obligación de los padres de hacer que sus hijos
cursen la escuela especial, conlleva al cumplimiento de la Norma
Fundamental, pues impide que los niños que tengan una
discapacidad, capacidades o aptitudes sobresalientes, o alguna otra
causa que les impida acceder al currículo básico, sufran de alguna
práctica discriminatoria por esa situación.

Además, atendiendo al deber que tienen los padres de preservar


los derechos de los menores, entre ellos, el de educación, contenido
en el artículo 4° constitucional, no puede considerarse que sus
obligaciones en esa materia se constriñan a la educación primaria y
secundaria, sino que se ve ampliado. Esto, porque el objeto de la
reforma a ese numeral publicada el 7 de abril de 2000, fue especificar
y fortalecer los derechos esenciales del niño, y para ello consideró
necesario ampliar la obligación del Estado y de los padres y tutores de
proveer lo necesario para lograr el ejercicio de esos derechos y el
deber de preservarlos, respectivamente. Por lo que, al disponer dicho
numeral que el Estado debe proveer lo necesario para lograr el
ejercicio pleno de los derechos de la niñez, se logra precisamente
cuando, como en el caso del artículo 140, fracción I, impugnado, el
Distrito Federal señala que los padres y tutores deben hacer que sus
hijos y pupilos cursen la educación preescolar, primaria, secundaria y
media superior o, en su caso, la especial en dichos niveles.

Por consiguiente, el Máximo Tribunal del país determinó que


precisamente a partir de lo dispuesto en el artículo 140, fracción I, de
la Ley impugnada, se logra en mayor medida el cumplimiento de los
fines de protección y ejercicio pleno del derecho de educación de los
niños; del deber de los padres de preservarlo y de que no se permita
la discriminación por razones de capacidades diferentes, condiciones
de salud o cualquier otra que menoscabe los derechos, contenidos en
la Norma Fundamental.

Para concluir, quiero decirles que he querido comenzar este


texto de presentación con un aforismo latino que dice: “Tutela lucrum
tutori esse non debit. La tutela no debe ser lucro para el tutor”, y la he
citado para referirme al libro del Lic. Rendón para aplicarla a contrario
sensu: “ojalá que La tutela (el libro que presentamos) sea de mucho
lucro para su escritor y el inicio de una cadena de éxitos que no se
agote en este esfuerzo, sino que siga cosechando frutos, no solo
personales, sino para nuestro país.

Muchas Gracias.

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