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Extractos para pensar 1: Aristóteles

A continuación se presenta una serie de extractos de Aristóteles que permiten


introducirnos un poco más en la mirada de Aristóteles respecto a la Ética.

“Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos
nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por
mira algún bien que deseamos conseguir;… Por otra parte, como existe una multitud de
actos, de artes y de ciencias diversas, hay otros tantos fines diferentes: por ejemplo, la
salud es el fin de la medicina; la nave es el de la arquitectura naval; la victoria, el de la
ciencia militar; la riqueza, el de la ciencia económica.

“De esto resulta también evidente que ninguna de las virtudes éticas se produce en
nosotros por naturaleza, ya que ninguna cosa natural se modifica por costumbre, - por
ejemplo, la piedra que por naturaleza se mueve hacia abajo, no se la podría acostumbrar a
moverse hacia arriba, aunque se intentara acostumbrarla lanzándola hacia arriba diez mil
veces, - ni al fuego a moverse hacia abajo, ni ninguna otra cosa de cierta naturaleza podría
acostumbrarse a tener otra distinta. Por tanto, las virtudes no se producen ni por
naturaleza, ni contra naturaleza, sino por tener aptitud natural para recibirlas y
perfeccionarlas mediante la costumbre. Además, en todo aquello que es resultado de
nuestra naturaleza adquirimos primero la capacidad y después producimos la operación
(esto es evidente en el caso de los sentidos: no adquirimos los sentidos por ver muchas
veces u oír muchas veces, sino a la inversa: los usamos porque los tenemos, no los
tenemos por haberlos usado),- en cambio, adquirimos las virtudes mediante el ejercicio
previo, como en el caso de las demás artes: pues lo que hay que hacer después de haber
aprendido, lo aprendemos haciéndolo; por ejemplo, nos hacemos constructores
construyendo casas y citaristas tocando la cítara. Así también practicando la justicia nos
hacemos justos, practicando la templanza, templados, y practicando la fortaleza,
fuertes.... Además, las mismas causas y medios producen toda virtud y la destruyen, lo
mismo que las artes: pues tocando la cítara se hacen tanto los buenos como los malos
citaristas; y análogamente los constructores de casas y todas los demás: construyendo
bien serán buenos constructores y construyendo mal, malos. Si no fuera así, no habría
ninguna necesidad de maestros, sino que todos serían de nacimiento buenos o malos. Y lo
mismo ocurre con las virtudes: es nuestra actuación en nuestras transacciones con los
demás hombres lo que nos hace a unos justos y a otros injustos, y nuestra actuación en
los peligros y la habituación a tener miedo o ánimo lo que nos hace a unos valientes y a

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Fuente: Matriz de Reflexión Ética y Guía para tomar Decisiones Éticas, Autor: Dr. © Miguel
Castro Prado
otros cobardes; y lo mismo ocurre con los apetitos y la ira: unos se vuelven moderados y
apacibles y otros desenfrenados o iracundos, los unos por haberse comportado así en
estas materia, y los otros de otro modo. En una palabra, los hábitos se engendran por las
operaciones semejantes. De ahí la necesidad de realizar cierta clase de acciones, puesto
que a sus diferencias corresponderán los hábitos. No tiene, por consiguiente, poca
importancia el adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos, sino muchísima, o mejor
dicho, absoluta.

¿Qué es, pues, con exactitud la intención o preferencia reflexiva? ¿Cuál es su naturaleza,
ya que no es ninguna de las cosas que acabamos de enunciar? Lo cierto es que es
voluntaria; pero todo acto voluntario no es un acto de intención, un acto de preferencia
dictado por la reflexión. ¿Será preciso confundir la intención con la premeditación, con la
deliberación que precede a nuestras resoluciones? Si, sin duda; porque la preferencia
moral, la intención, va siempre acompañada de razón y de reflexión; y la palabra misma
que la designa prueba bastante que escoge ciertas cosas prefiriéndolas a otras.

“Con relación a la prudencia, podremos comprenderla considerando cuáles son las


personas que llamamos prudentes. Lo propio del prudente parece ser el poder deliberar
acertadamente sobre las cosas buenas y provechosas para él, no parcialmente, como
cuáles son buenas para la salud o el vigor corporal, sino cuáles lo son para el bien vivir en
general. La prueba de ello es que llamamos prudentes con relación a alguna cosa a los que
calculan bien lo conveniente a cierto fin que no es objeto del arte. Y así, podría decirse en
general que el prudente es el que sabe deliberar.

Ahora bien, los actos apetecibles en sí mismos son aquellos en los cuales nada hay que
buscar fuera del acto mismo. Tales son, a lo que se piensa, las acciones virtuosas, porque
hacer cosas bellas y buenas pertenece a lo que es en sí mismo deseable.”

Sobre Aristóteles
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“El núcleo de la acción virtuosa es, sin embargo, la elección y la elección de un acto por sí
mismo, valorando el acto mismo y no lo que se derive de él. Valiente es quien enfrenta un
peligro razonable porque considera que hacerlo es valioso en sí mismo. Si lo hace
exclusivamente por la recompensa que espera obtener, su acto no será plenamente
virtuoso. Este último requisito reafirma la tesis de que lo recto es concebido por
Aristóteles como un bien en sí y no como algo instrumentalmente conducente a otra cosa.

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EXPOSICIÓN BREVE DE LA ÉTICA ARISTOTÉLICA Alfonso Gómez-Lobo en Estudios Públicos 71, 1998
Esto no excluye por cierto que al optar por lo recto optemos a la vez por algo de lo cual lo
recto forma parte, viz., la felicidad. ¿Qué es el objeto de una elección virtuosa? La
respuesta a esta pregunta es una de las doctrinas aristotélicas más conocidas: el punto
medio o intermedio (meson) entre dos extremos cuya elección sería viciosa. La noción de
medio es sin duda cuantitativa. Su aplicación cobra sentido porque el común de las gentes
acepta la idea de que en nuestras pasiones y acciones se da exceso y defecto. Sabemos lo
que significa estar excesivamente atemorizado o excesivamente confiado. Si un hoplita o
soldado de infantería pesada se adelanta a la línea de su falange, sus compañeros dirán
que es un osado o un temerario. Si deliberadamente se queda atrás cuando las filas
avanzan dirán que es un cobarde. Uno tuvo demasiada confianza, el otro demasiado
poca.”

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