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UNIVERSIDAD PEDAGOGICA DE EL SALVADOR

TEMA:

CONDICIONES SOCIO HISTORICAS E IDEOLOGICAS DE LAS CIENCIAS

SOCIALES.

CATEDRA:

FUNDAMENTOS DE LAS CIENCIAS SOCIALES

CATEDRATICO:

LIC. JOSE CHRISTIAN GARCIA MARTINEZ

ALUMNOS:

CARTAGENA, VILMA ELIZABETH

CORTEZ, DALIA ESPERANZA

MORALES REYES, ADELINA

PADILLA, JOSE ROBERTO

ROMERO DE ARGUETA, EDITH MARICELA

SAN SALVADOR, VIERNES 04 DE MAYO DE 2007.

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UNIVERSIDAD PEDAGOGICA DE EL SALVADOR

TEMA:

CONDICIONES SOCIO HISTORICAS E IDEOLOGICAS DE LAS CIENCIAS

SOCIALES.

CATEDRA:

FUNDAMENTOS DE LAS CIENCIAS SOCIALES

CATEDRATICO:

LIC. JOSE CHRISTIAN GARCIA MARTINEZ

ALUMNOS:

CARTAGENA, VILMA ELIZABETH

CORTEZ, DALIA ESPERANZA

MORALES REYES, ADELINA

PADILLA, JOSE ROBERTO

ROMERO DE ARGUETA, EDITH MARICELA

SAN SALVADOR, VIERNES 04 DE MAYO DE 2007.

INDICE

Paginas

Introducción……………………………………………………………………………………
5

3
Objetivos (Generales y Específicos)………………………………………………. 6

Surgimiento de la Ciencia………………………………………………............... 7-8

Sociología………………………………………………………………………………………
8-10

Historia de la Sociología…………………………………………………………………
10-12

Aportes de precursores …………………………………………………………………


12-13

Estructura ideológica……………………………………………………………………
13-17
Producción y Reproducción de las Ideologías………………………………… 17-
20

La ideología como expresión de un sistema político-económico…… 20-21

La ideología jurídica…………………………………………………………………………
21

La filosofía……………………………………………………………………………………….
22

La religión……………………………………………………………………………………….
22-23

La
moral…………………………………………………………………………………………..
23

El
arte………………………………………………………………………………………………
24-25

Las dos tendencias fundamentales…………………………………………………..


26-31

El cristianismo y el feudalismo…………………………………………………………
31-39

El
anarquismo……………………………………………………………………………………
39-48

Conclusiones…………………………………………………………………………………..
… 49

4
Anexos……………………………………………………………………………………………
… 50

INTRODUCCION

La información que a continuación se detalla presenta información suficiente

sobre las condiciones socio históricas e ideológicas de las ciencias sociales.

Nos explica como el ser humano ha tenido que transformarse para sobrevivir

adoptando diferentes características físicas e intelectuales en el transcurso

de los años, que lo han llevado a realizar muchas actividades.

Hace también la comparación y la diferencia entre las ciencias sociales

antiguas y las ciencias modernas, aludiendo a personajes que por su forma

de percibir la realidad de los hechos fueron ubicados como los protagonistas

de las ciencias modernas. A demás también explica la estructura de las

ideologías su producción y reproducción que engloban las ciencias sociales.

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OBJETIVO

(GENERALES Y ESPECIFICOS)

Generales

• Dar a conocer el origen Histórico y cualitativo de las Ciencias Sociales.

Específicos

• Analizar las diferentes ideologías que estudian el entorno social.

• Estudiar los campos intelectuales y filosóficos que dieron origen a la

era de la ciencia actual.

• Diferenciar las características que identifican a las Ciencias Sociales

antiguas y actuales.

• Dar a conocer las diferentes ideologías.

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CONDICIONES SOCIOHISTORICAS E IDEOLOGICAS DE LAS CIENCIAS

SOCIALES

Surgimiento de la ciencia.

Las ciencias sociales fueron reconocidas como tal en el siglo XVIII. Su

principal objeto de estudio es el hombre, las ciencias no han surgido por la

invención de un solo hombre, han necesitado del aporte da la sociedad, por

lo que fueron apareciendo a medida que la sociedad se fue organizando.

Cierto que en la antigüedad los griegos iniciaron el saber de los

conocimientos científicos de una manera sistematizada, pero estos

conocimientos, además de que los estudiaban juntamente con la ética y la

dialéctica, eran teóricos y especulativos, por lo a esa época se les considero

como la etapa pre-científica.

Durante los siglos XIV y XV se inicio en Europa un cambio profundo en la

concepción del mundo del hombre y de su lugar.

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Este cambio tenía aspectos diversos (artísticos, culturales, económicos,

políticos, literarios e intelectuales) que los historiadores intentaron resumir

en el término único de Renacimiento.

Este periodo pretende analizar los cambios intelectuales o filosóficos que se

produjeron y que sentaron las bases par el desarrollo de la ciencia moderna.

El renacimiento fue una de las aportaciones más importantes en la

formación de la civilización. Condujo a la era de la ciencia y de la alta

tecnología.

El surgimiento de la era de la Ciencia Social se divide en dos periodos:

a) Ciencia antigua, evolución del hombre (Humo sapiens).

b) Ciencia moderna, Renacimiento.

La diferentes transformaciones que la tierra fue adquiriendo atreves de los

años trajo consigo cambios en la naturaleza permitiendo la vida humana.

El hombre tuvo que regirse por un proceso cultural dado en sus familias y

tribu (enculturación). A extenderse estas familias adoptaron otras culturas

(Multiculturariedad).

La multiculturariedad crea una gran riqueza artística e intelectual de gran

importancia para los científicos sociales de la época.

Sociología

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La sociología es la ciencia social que se dedica al estudio sistemático de la

sociedad, la acción social y los grupos que la conforman. Estudia cómo son

creadas, mantenidas o cambiadas las organizaciones y las instituciones que

conforman la estructura social, el efecto que tienen en el comportamiento

individual y social, y los cambios en éstas, producto de la interacción social.

Es una ciencia relativamente nueva que se desarrolló a mediados del siglo

XIX.

La sociología aplica métodos de investigación empíricos, análisis de datos,

elaboración de teorías y valoración lógica de los argumentos. Es la rama del

conocimiento que hace de las relaciones humanas su objeto, aplicando de

modo sistemático la razón y la observación e integrando explicación teórica

y verificación empírica.

El terreno de investigación de la sociología es bastante amplio. Puede

investigar desde los motivos por los cuales las personas seleccionan sus

parejas hasta las razones de la desigualdad social en una sociedad.

La sociología generalmente se divide en dos grandes áreas:

Métodos de investigación y

Teoría social de desarrollo profesional e intelectual.

Estas áreas están íntimamente conectadas y en muchas ocasiones

intercambian ideas y métodos. Conceptos o fenómenos importantes

estudiados en la sociología son las normas sociales, la socialización, la

interacción social, el poder, la ideología, las clases sociales, el trabajo, y en

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general: grupos sociales y control social, Instituciones sociales (Estado y

Familia), estratificación social (clase social y Desigualdades), cambio en el

orden social (población y urbanismo).

La creación de la sociología como disciplina está asociada a los nombres de:

Henri de Saint-Simon, George Simmel,

Auguste Comte, Ferdinand Tönnies,

Karl Marx, Talcott Parsons,

Herbert Spencer, Vilfredo Pareto,

Émile Durkheim, Max Weber.

Tres importantes perspectivas generalmente usadas son:

• El Interaccionismo simbólico.

• La teoría del conflicto.

• La Teoría funcionalista.

Historia de la Sociología

Los estudios acerca de la sociedad aparecieron mucho antes de la invención

del término o delimitación del campo de estudio. La diversidad de los usos y

las costumbres entre las diferentes sociedades intrigó a los pensadores de

10
muchas partes del mundo. Por ejemplo, Herodoto en el siglo V adC. Se

interesó en la cultura Egipcia o los aportes de Ibn Jaldún y su descripción de

las sociedades del Magreb. Sin embargo dichos estudios o relatos más bien

se podrían caracterizar como una mezcla de historia, antropología,

psicología social y sociología, junto con análisis del folclore. Muchas veces

debido a un enfoque etnocéntrico eran formas encubiertas o abiertamente

prescriptivas de lo correcto o incorrecto en una sociedad determinada con

respecto a otra. Durante la Ilustración lo social y las actividades del hombre

cobran gran interés. Escritores como Voltaire, Montesquieu, Giambattista

Vico y otros se interesan por analizar las instituciones sociales y políticas

europeas. También surge una corriente conservadora, critica de muchas de

las premisas de la Ilustración, muy interesada en saber las razones de los

cambios y estabilidad existentes en la sociedad tales como Joseph de

Maistre y Edmund Burke.

La voluntad de crear una "física social", es decir un conocimiento indiscutible

de la sociedad de la misma forma que la Física, apareció con el positivismo

del siglo XIX. El primero en defender una teoría e investigación científica de

los fenómenos sociales fue Henri de Saint-Simon (1760-1825) a mediados

del siglo XIX. Auguste Comte, quien fue secretario de Saint-Simon entre

1817 y 1823, desarrolló sus teorías sociológicas bajo las premisas del

positivismo.

También se le reconoce como a uno de los precursores de la sociología a

Alexis de Tocqueville (1805-1859), por sus estudios sobre la revolución

11
francesa y sobre los Estados Unidos. Analizó a las sociedades en general e

hizo una comparación entre las sociedades americanas y las sociedades

europeas.

La sociología continuó con un desarrollo intenso y regular a principio del

siglo XX. Emile Durkheim, quien se inspiró en algunas teorías de Auguste

Comte para renovar la sociología, quería en particular "estudiar los hechos

sociales como si fueran cosas". Uno de los retos de la sociología era

desarrollarse como una ciencia autónoma. Durkheim buscó distinguir a la

sociología de la filosofía por un lado y de la psicología por el otro. Se le

considera como uno de los padres fundadores de la sociología.

Él postuló las bases de una metodología científica para la sociología, en

particular en la obra "Las reglas del método sociológico" (1895), y en "La

división del trabajo social" (1893), libro que además es su tesis. Su método

reposa esencialmente en la comparación de estadísticas y características

cuantitativas, buscando liberarse de todo subjetivismo ligado a toda

interpretación cualitativa, y a desembarazarse de todos los prejuicios

morales o moralizadores a priori para comprender los hechos sociales como

en su obra: "El Suicidio"

Karl Marx es otro pensador que ha tenido una profunda influencia en el

pensamiento social y la crítica del siglo XIX. Fue esencialmente en Alemania

donde se desarrollara una teoría mayor de la sociología con la Escuela de

Frankfurt.

12
Max Weber, contemporáneo de Durkheim, tomó un camino diferente.

Empleó la Ciencia política, la Economía política, la Filosofía de la cultura y

del derecho, los estudios religiosos que son, según él, todo como la

sociología, las "ciencias de la cultura". Según toda una tradición de la

filosofía alemana (sobre todo Wilhelm Dilthey), estas ciencias son diferentes

de las ciencias naturales ya que tienen su propio método. Ellas proponen

una comprensión de los fenómenos colectivos antes que la búsqueda de

leyes (es el método comprensivo).

Aportes a la ciencia moderna

a) Leonardo da Vinci (1452-1519

No fue sus ideas científicas sino la explicación de un enfoque científico

a su obra artística. El observaba cuidadosamente sus modelos y

pintaba su visión de lo que había observado de un modo directo

aunque interpretativo. Su propósito era plasmar lo que sus ojos le

mostraban más que lo que las autoridades antiguas les decían que

debía ver. Efectuó estudios anatómicos del cuerpo humano.

Comprendió que la observación eficaz exige investigaciones de lo que

hay debajo de la superficie.

b) Andrea Vasalio (1514-1564) Bélgica seguidora de Galeno.

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Fue en estudioso de la anatomía por sus investigaciones del cuerpo

humano, tenía por objetivo mejorar la práctica de la medicina, realizo

sus descubrimientos prescindiendo de las concepciones anatómicas

tradicionales de su época, contenidas en textos autorizados y

efectuados observaciones personales directas y objetivas.

c) Galileo Galilei (1504-1642)

Hizo aportaciones muy significativas en física y astronomía; fue el

primero que utilizo el telescopio para la observación astronómica.

Estaba firmemente convencido del valor de la experimentación en

física; comprendió el valor de las matemáticas en la formulación de las

leyes físicas. Su obra constituyo claramente una combinación de

observación objetiva y análisis teórico-racional que es hoy

característica del enfoque científico del conocimiento.

Ideologías

ESTRUCTURA IDEOLÓGICA

Ideología.- En un sentido fiel a su etimología, sería sistema racionalizador o

clasificador de las ideas, entendidas éstas como conceptos o juicios

expresados en algún conjunto de proporciones.

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En un sentido creado por el proceso filosófico y sociológico moderno, cuyo

inicio podría fijarse en la mentalidad posthegeliana, tanto la conservadora

como la revolucionaria y radical, ideología indicaría un sistema valorativo de

ideas y conceptos adecuados a la acción social.

Los presupuestos filosóficos del concepto de ideología pueden ser buscados

en una corriente de pensamiento racionalista, entre los cuales figuraban

enciclopedistas como Condorcet, y que se desarrolló afines del siglo XVIII y

comienzos del siglo XIX.

Los presupuestos sociológicos obedecen a la situación europea derivada de

la expansión revolucionaria de actitudes promovidas por la declaración de

derechos francesa, frente a actitudes de resistencia a la admisión de los

derechos naturales cívicos y jurídicos.

En este cuadro es donde la expresión ideológica se convierte en una línea

de fuerza que da dignidad formal a las diversas tendencias y pretensiones

sociales de la época.

En todo caso, y como primera afirmación, puede decirse que el

planteamiento de la problemática sociopolítica en términos de ideología ha

servido para facilitar el acceso de las masas a conceptos resolutivos para su

acción organizada, así como a una comprensión de ciertos datos reales de la

sociedad, si bien enmascarados a trates de simbolizaciones o de

pretensiones doctrinales apoyadas más en sentimientos o en aspiraciones

15
colectivas, que en una determinación real y equilibrada de los hechos,

estructuras o acciones que se tratara de comprender.

La ideología capta la realidad social en un proceso actualizado por una

perspectiva determinada, pero cierta en algún término. Es la vivencia de

esta certidumbre, la fuerza que proporciona a su vez a las masas, decisión

efectiva para alguna acción concreta.

Desde una crítica sociológica, el concepto de ideología es un callejón sin

salida, por basarse en una apreciación fragmentada y parcial de la realidad

histórica y ele las actitudes racionales conducentes a su comprensión o a su

realización óptima.

Por un lado, significa un mundo huido de la realidad, donde impera la lógica

interna de un sistema gracias a un apartamiento de la realidad misma. En

este sentido lo ideológico es lo contrario de lo determinado y el idealismo

sería versión de este concepto de ideología polarmente opuesto al

materialismo

En otra acepción, ideología es un conjunto de hipótesis ontológicas, que

abarcan desde contenidos metafísicos hasta económicos según los casos,

que sustituyere a una comprensión directa e inmediata de ese mismo objeto

ontológico, privando a las conexiones espirituales directas de todo empleo

racional en su construcción y en sus actitudes. Al ser esta hipótesis

ideológica un instrumento racional sirviendo a determinadas finalidades de

comprensión o de actuación social, aparece como reflejo de ciertas

16
realidades sociales que, mediante tales ideologías, determinan

totalitariamente las actitudes de comprensión o de acción.

Freyer acepta un sentido correcto y constructivo plenamente racional de

ideología. Consistiría en la tarca de pensar con criterio comprensivo todos

los datos verificables que aparecen como contenidos culturales de un grupo

social más o menos amplio.

¿Marx emplea el concepto de ideología en la acepción señalada en

segundo lugar, o sea, como superestructura que en última instancia está

determinada por factores de utilidad económica. En este caso le sirve para

tachar de anticientíficas las posiciones conservadoras begelianas, desde su

propia posición científica. Las actitudes apoyadas en una ideología producen

efectos reales históricamente.

El problema de la ideología aparece, pues, como el problema de la

comprensión racional de la realidad, mediante instrumentos que se

constituyen como intermediarios entre el espíritu humano y ciertas maneras

y actitudes que se producirán desde determinado sistema o perspectiva de

comprensión.

La comprensión ideológica, por un lado, confiere estabilidad y capacidad de

acción social a grupos humanos y a clases sociales que van siendo

paulatinamente desplazados del protagonismo social. Es el caso de las

ideologías conservadoras o incluso reaccionarias.

17
Por otro lado, el participar en una perspectiva ideológica permite a grupos

humanos, cuya experiencia o cultura personal apenas alcanza cuotas

estimables, tomar una posición activa en la sociedad, iniciarse en

experiencias cognoscitivas y prácticas que permiten una promoción

colectiva de las clases ascendentes, proporcionándoles así un escalón

intermedio en el camino de la racionalidad. Si bien puede la ideología aduar

negativamente, cuando se limita a sustituirá una comprensión racional

humana, o positivamente, cuando se constituye en guía pedagógica que

estimula la capacidad de reflexión del individuo o de los grupos acogidos

bajo su influencia. En este sentido, la ideología es un objeto importante de la

sociología del saber, así como un objeto científico de la comunicación social

y de la cultura.

Para Birnbaum. Las características del estudio del desarrollo de la

ideología han sido las siguientes:

1) La obra empírica y la teórica se han desarrollado

independientemente;

2) Se ha producido un renacimiento del marxismo desde el fin del

stalinismo;

3) El enorme aumento del conocimiento de la estructura de las

sociedades contemporáneas, no ha sido seguido por un

correspondiente ajuste en la teoría de la ideología;

4) Ha decrecido la importancia del uso de las técnicas derivadas del

18
neopositivismo, mientras que han aumentado las contribuciones

metodológicas de otras disciplinas como el psicoanálisis, la historia

de las religiones o la lingüística estructural.

5) La noción de ideología ha sido cada vez más utilizada por lodos

como parte de la lucha y el discurso político.

Producción y reproducción de la ideología

La mayor parte de los conceptos de las ciencias humanas están

contaminados por el lenguaje común de las preferencias y de los conflictos,

y la ideología lo está más que otro. Se habla de ella, frecuentemente, para

desacreditarla. El incrédulo pretende que existe una ideología religiosa; de

manera inversa, el creyente imagina que el ateísmo no puede oponerse a la

fe sin dejar de hacerse dogmático. El hombre de izquierda critica las

ideologías de derecha, y viceversa. El partidario de las técnicas de gobierno

llamadas democracias denuncia las ideologías dictatoriales, las cuales a su

vez, creen poder explicarse por lo impráctico de las ideologías democráticas.

Una conciencia individual puede romper con los esquemas que se le han

inculcado como los verdaderos, en el momento en que el individuo observa,

comprueba y escoge lo que cree es correcto. Las individualidades se

observan en las aficiones o preferencias que muestra un ser humano ante la

diversidad de acciones que ve en su medio.

Las ideas y las ideologías se diferencian en que las primeras representan los

conceptos y las obras científicas, filosóficas, religiosas, políticas, artísticas,

19
etcétera; las segundas tratan de justificar y conservar el orden social

existente.

Sabemos que el individuo siempre va a experimentar cosas de acuerdo a su

entorno, el cual se forma según sean las relaciones sociales, las que

siempre tendrán una influencia en sus aspiraciones y emociones.

El individuo está constantemente escuchando y viendo modos de vida a los

que legítimamente aspira, y asimilando también patrones para conseguir

los objetos que le permitan vivir como se le enseña; con esto, actúa bajo

una conciencia social, que es la que priva de acuerdo al tipo de sistema en

que viva.

Cuando le hacen ver que la felicidad es un gran automóvil, un perfume caro,

un vestido de marca famosa, un maquillaje, una casa, un modelo de relación

específica, más aún, el consumismo, esto determinará su forma de ser, pues

se orientará hacia el logro de tales objetivos, además sus valores poco a

poco serán como se los dicten en todos sus ámbitos de acción, conforme a lo

que al grupo en el poder le interese que piense. Cuando el hombre asimila

todo ello y se lo apropia, entonces se convierte en conciencia social.

En cuanto a la producción de la ideología podemos señalar que la misma es

un producto al que podríamos denominar conciencia social; es la que tiene

la parte correspondiente al conocimiento cuando examina y le da una

elaboración teórica a los sentimientos, las inclinaciones y las concepciones

sociales.

20
Este producto es el resultado de la labor intelectual de un reducido grupo de

pensadores que se encuentra generalmente al servicio de la clase dirigente

y a los cuales les está encomendada la función de manejar la información

sobre la realidad existente, de tal modo que se preserve el orden y el

mantenimiento de las instituciones. Ahora bien, ya señalamos que existe la

concurrencia ideológica sobre un determinado concepto donde convergen

facciones contrarias que sostendrán su muy particular punto de vista, en

función de su ubicación dentro de la estructura social, por ejemplo, el salario

remunerado lo aprecia distinto el trabajador que el patrón.

La reproducción de la ideología responde a la necesidad de mantener las

condiciones de dominio, pero este mantenimiento no se va a lograr mientras

se quiera sostener un concepto permanente de un momento histórico

coyuntural determinado, porque es bien sabido que la vida social está

afectada por factores contingentes que la hacen inestable y cambiante. Por

lo tanto, la ideología debe evolucionar a la par de los cambios sociales, ya

que de lo contrario afectaría el orden establecido.

El Estado utiliza sus aparatos ideológicos para producir su ideología y esto lo

logra mediante la utilización de la denominada estructura ideológica, que

comprende las instituciones dedicadas a difundir la ideología, los medios de

comunicación social y los instrumentos que permiten influir en la opinión

pública. Los principales aparatos ideológicos son: la Iglesia, la organización

escolar, la prensa, los sindicatos, los partidos políticos y los grupos de

21
presión. También forman parte de esta estructura los clubes, las

asociaciones, etcétera.

La ideología como expresión de un sistema político-

económico

En la actualidad nos encontramos con que la ideología política, la ideología

jurídica, la filosofía, la religión, la moral y el arte, son las formas en que se

expresa la conciencia social y al igual que todos los aspectos en donde se

manifiesta el hombre, son un producto histórico surgido como una

necesidad del mismo.

Ya sabemos que conforme se desarrollaron diversas formas económicas, se

fueron constituyendo las formas sociales. Por ejemplo, en la sociedad

primitiva el hombre no tenía un concepto acabado de las cosas y

fenómenos, intuitivamente manifestaba sus sensaciones y emociones por la

vía del arte y una cierta ética rudimentaria; además, la creencia en fuerzas

ocultas era un principio religioso de acuerdo a una conciencia primitiva

propia de un ser social que aún no se desarrollaba y que se encontraba en el

mismo nivel de sus medios y formas de producción.

A medida que el hombre fue estructurando y evolucionando su modo de

producción, con la división del trabajo y después con la creación del Estado,

surgieron paulatinamente formas de conciencia que se fueron

sistematizando hasta convertirse en las normas, guías y patrones

conductuales. Estas formas asumen una importancia distinta según la época

22
que nos ocupe; así, en la época feudal, la religión tenía un dominio

prioritario en la sociedad.

Las normas sociales se influyen unas a otras dependiendo en buena medida

de la ideología política. La ideología política se entiende como aquélla que

refleja las relaciones de las clases sociales y de la economía, además

encierra los fines y responsabilidades de los intereses de la clase dirigente y

los medios y metas para alcanzarlos.

La política debe contener en su acción todos los preceptos, valores y

conceptos de la ideología política, es decir, el sistema de ideas que el grupo

en el poder enuncia en sus documentos rectores: constituciones, planes y

programas, leyes y reglamentos.

La Ideología Jurídica

Por su parte, la conciencia o ideología jurídica, tiene una importante

relación de interdependencia con la conducta. Antes dijimos que la

expresión de esta ideología se plasma en leyes y reglamentas, tendientes a

justificar el sentido de las acciones que el grupo en el poder tome. En

efecto, el Derecho como sistema de normas obligatorias de conducta de los

individuos en la sociedad, es el instrumento de la ideología jurídica que da

preponderancia a las opiniones de quienes detentan el poder, tanto en el

caso de que un pequeño grupo se imponga como cuando las leyes

fundamentales son producto de un movimiento social de amplia simpatía

popular, como una revolución.

23
El Derecho constituye para el Estado una forma de legitimidad, es por eso

que se dice que vivimos en un Estado de Derecho, en el cual el individuo

tiene una serie de libertades consagradas a nivel constitucional que el

Estado tiene la obligación de tutelar y vigilar, para que no se violen en

perjuicio de los ciudadanos.

La Filosofía

Es el producto y forma de la conciencia social en la que se presentan

sistematizadamente los conceptos más generales acerca del mundo. Es la

forma organizada y estructurada del pensamiento del hombre.

La Filosofía se desarrolla y evoluciona junto con la historia de la sociedad,

por lo que está dividida en periodos al igual que la Historia, sólo que

conceptualizada en una forma diferente, por tener un carácter y un uso

diferente a la de la ciencia histórica, ya que tiene una independencia

relativa. La Filosofía ejerce influencia en la vida de las personas y responde

al pensamiento dominante de la sociedad de que nos ocupemos.

La Religión

Es el reflejo ilusorio de seres sobrenaturales que dominan a los hombres.

Es un sistema complejo más o menos armonioso de ideas, nociones,

sentimientos, representaciones, estados de ánimo. acciones, creencias y

mitos sobrenaturales.

24
Su expresión es por la vía de ritos en los que se manifiestan emociones y

dependencias sicológicas, miedos, angustias, impotencia y debilidad,

además de la fe que es el elemento que posibilita en la imaginación o en las

ensoñaciones de la gente, creer que seres más allá de la realidad efectúan

actos milagrosos puesto que les otorgan poderes y dones con base en las

necesidades del individuo o grupo de individuos.

La religión surge temprana y rudimentariamente en la vida del hombre. Ya

antes lo hemos mencionado y con el devenir histórico ha ido sofisticando su

forma y ritual. Independientemente de otros juicios de valor, la herencia

que nos ha dado la religión es la gran cantidad de obras de arte que para

ésta se han hecho, objetos que, sin otorgarle ningún poder mágico, tienen

el poder tenenal de enriquecer los anhelos estéticos del hombre.

La Moral

La moral como forma de conciencia social, es un conjunto de reglas y

normas (históricamente establecidas y sujetas a los cambios de la propia

Historia) de la conducta de las personas.

Los hombres manejan valores en los que expresan categorías del bien y del

mal, de la justicia y la injusticia, honra y deshonra y del deber.

El Derecho y la moral también se encuentran ligados estructural-mente ya

que las normas jurídicas están dirigidas a .3 regulación de la conducta, la

cual es la expresión de la moral.

25
La moral está inmersa en la educación, en las costumbres, en la opinión

pública y en las convicciones, mismas que están determinadas por la

estructura jurídica y los intereses de la clase que gobierna y que dicta lo

que es o no correcto.

La moral es histórica, ya que las ideas del bien y del mal han cambiado,

tanto de pueblo a pueblo, como de generación en generación. En la época

del florecimiento de la cultura egipcia podemos observar que no era

inmoral el matrimonio entre hermanos. Actualmente, podemos decir que

ninguna cultura acepta como moral un tipo de matrimonio así.

El Arte

Esta esfera de la conciencia social no escapa en absoluto a las

circunstancias económicas, políticas, jurídicas y religiosas.

El arte es otro reflejo, el más sofisticado en el sentido estético, y se distingue

de los otros por el objeto que le ocupa. En él se encuentran los anhelos, la

imaginación, los caracteres, las pasiones y emociones de un individuo en

forma concreta.

El arte proporciona alegría, tristeza, serenidad y angustia; pues en éste se

advierten, de una forma u otra, la situación anímica del artista, quien va a

proyectar la realidad social con base en su personal sentir de la misma.

Asimismo, en el arte está el desarrollo de la sociedad, desde sus albores

hasta nuestros días. Observamos en las vasijas griegas, importantes pasajes

26
de su historia, de sus costumbres y de su gobierno así como de epopeyas,

algunas verídicas; otras, ficciones únicamente.

El arte no es un acto independiente de la política, ni del artista, a pesar de

que algunos hablan de su indiferencia, independencia, lejanía o separación

de la actividad económica y jurídico-política. Nuestra aseveración es

demostrable, pues debemos recordar que el hombre es producto de su

medio y su concepción del bien, del mal. de lo bello y de lo feo, está

aprendida en su ámbito, por esto el concepto de belleza no es exactamente

igual para un esquimal, que para un africano, ¡un vietnamita, un europeo o

un mexicano.

Además de lo anterior, el artista moldea sus sentimientos y emociones

según lo que le han enseñado sobre los valores de bondad o maldad. Es de

esta manera como se expresan en la pintura, música o escultura, aspectos

de la vida diaria.

Cuando se nos ha enseñado el valor de una obra de Diego Rivera en lo que

denuncia y muestra las razones que el pueblo tuvo para hacer la revolución,

vemos claramente conjugadas la trascendencia de su obra tanto en el

aspecto político como en el aspecto artístico.

En el caso de una obra que no manifiesta claramente una situación social o

política como sería la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, también se distingue

en el personaje y su sobria vestimenta el aspecto melancólico de la mujer de

esa época, nulificada y con un papel poco trascendente en su sociedad. En

27
las demás obras del genial Leonardo, hay un alto contenido religioso, muy

propio de la época del Renacimiento, en la que los valores divinos privaban

como forma de dominio sobre las masas.

Para terminar, diremos que el arte tampoco es cualidad intrínseca de un solo

hombre o algunos individuos. Pertenece a todo el pueblo a pesar de la

pobreza en que viva; a pesar de las cadenas y del hambre, el arte surge en

el alma de la sociedad. Lo vemos en los magníficos trajes huicholes, la

artesanía de cobre de Villa Escalante, Mich., las obras de barro negro de

Oaxaca, la música del Sureste, etcétera. Mao Tse Tung dijo: El intelectual

recoge la obra del pueblo y de ella hace lo que le da después prestigio; su

papel, pues, es el de devolverle al pueblo ordenadamente lo que éste va

realizado.

Las dos tendencias fundamentales.

Las ideologías sociales son muy diversas, e igualmente lo son los

movimientos que de ellas derivan y que, a su vez, influyen en ellas. Sobre

esto, conviene aclarar ciertos puntos para no incurrir en confusiones, que

son muy frecuentes entre quienes no participan en tales movimientos y que

oscurecen la comprensión de los mismos.

¿Autoridad o propiedad?

28
Todas las ideologías sociales parten de una misma base: que la sociedad

en la cual aparecen es deficiente, nociva, que perjudica a quienes en ella

viven y que debe, por lo tanto, cambiarse.

Ahora bien, no todas atribuyen los males de la sociedad a las mismas

causas.

Éstas difieren según las épocas, los lugares, el tipo de sociedad vigente y las

ideologías pueden distinguirse dos tipos fundamentales de causas de los

males sociales.

• Antiautoritarios, las raíces de los males sociales están en la

autoridad. Es la autoridad la que provoca todo lo malo que hay en una

sociedad, ya sea directamente, ya de modo indirecto.

• Anti propietarios, los males sociales dependen ante todo del tipo de

propiedad vigente en la sociedad dada. Es la propiedad la responsable,

directa o indirectamente, de todo lo que hace una sociedad deficiente.

Esto no quiere decir que los antiautoritarios dejen de atribuir influencias

negativas a la propiedad, sino que consideran que ésta no seria lo que es de

no existir la autoridad.

Tampoco quiere decir que los antipropietarios dejen de atribuir a la

autoridad influencias perjudiciales, pero estiman que la autoridad no sería

negativa si existiera en otro sistema de propiedad.

29
Naturalmente, en términos de lucha, estas posiciones abstractas adoptan

formas más concretas. La autoridad contra la cual se combate, por

considerarla como principal responsable de los males sociales, es la del

Estado. Y la propiedad que se estima culpable de los males sociales es la

propiedad privada de los medios de producción. Todas las ideologías

sociales pueden encasillarse en una de esas dos tendencias

fundamentales. En nuestra época, los antiautoritarios son los anarquistas,

en sus diversas formas, y los antipropietarios son los socialistas en sus

distintas ramas.

Esta distinción no es puramente académica, sino que tiene con-

secuencias prácticas, especialmente en el terreno de la práctica. Porque si

ambas tendencias se proponen cambiar la sociedad, y si ambas consideran

perjudiciales para el hombre tanto la autoridad como la propiedad privada,

el hecho de que una considere al Estado como el principal enemigo y la

otra tenga por tal a los propietarios privados de los medios de producción,

impone distintos métodos de lucha y distintos objetivos inmediatos para

ésta.

Hay que señalar que las dos tendencias no niegan la necesidad de

alguna forma de disciplina y autoridad, pero exigen ambas que se derive

de la voluntad popular, que no sea impuesta por una institución, el Estado,

a la que ambas consideran como expresión de una clase dominante y no

de toda la sociedad. Es el libre consentimiento lo que quita a la autoridad

30
su carácter nocivo. Por esto, para los antiautoritarios, el gobierno por el

pueblo y la fraternidad son el eje de la definición de democracia.

Tampoco hay que creer que las dos tendencias consideran que toda

forma de propiedad deba desaparecer, ni siquiera toda forma de propiedad

privada. Lo que condenan es la propiedad privada de los medios de

producción, es decir, de aquellos instrumentos que permiten crear riqueza:

máquinas, tierra, lo que llamamos la infraestructura, etc. Una vez los

medios de producción en manos de la sociedad, la propiedad privada de

otras formas de riqueza (artículos de uso personal, etc.) no constituye

ninguna amenaza para la prosperidad general. Por esto los antipropietarios

consideran que el gobierno para el pueblo y la igualdad son el elemento

principal de su definición de democracia.

Pero ninguna de las dos tendencias minimiza la importancia, otros dos

elementos de la definición de democracia. Ambas quieren una sociedad en

que la libertad sea de disfrute general, en que haya fraternidad e igualdad.

Sólo que los antiautoritarios creen que a esta sociedad hay que llegar

acentuando, ante todo, los rasgos de fraternidad, de consenso popular.

Mientras que los antipropietarios estiman que tal sociedad se consigue por

medio de la acentuación de los rasgos igualitarios y de interés común.

Estos dos tipos de ideología no son característicos sólo de nuestra época.

Todos los movimientos inconformistas del pasado pueden clasificarse

como pertenecientes autoritarios o antipropietarios.

31
Conformismo e inconformismo

Todo movimiento, toda ideología, incluso toda postura práctica ante la

vida, pueden considerarse bien como conformistas, bien como

inconformistas, según acepten las cosas como son y traten de sacar de

ellas el mejor provecho colectivo o individual posible, o que estimen que

las cosas no son aceptables, que deben modificarse y que sólo

cambiándolas se logrará el mayor bien para el mayor numero.

En este sentido, puede decirse que los conformistas de hoy son los

inconformistas de ayer que han logrado cambiar las cosas para que

fueran a su gusto y que, en consecuencia, se muestran conformistas de

cómo son ahora.

Pero no hay que contentarse con esta división superficial. Debe tenerse

en cuenta que la psicología individual desempeña también un papel en

las cuestiones sociales. Si es cierto que quienes están en peores

condiciones en cuanto se dan cuenta de ello se muestran inconformistas,

y que quienes se hallan en condiciones privilegiadas tienden a mostrarse

conformistas, es cierto también que muchas personas que, según esto,

deberían ser conformistas se ponen al lado de los inconformistas, a pesar

de que ello signifique una amenaza a sus privilegios, y de que muchas

personas que deberían ser lógicamente inconformistas, porque cualquier

cambio las beneficiaría, se muestran conformistas, a pesar de que la falta

de cambio les resulta perjudicial.

32
Esto se debe a un hecho muy simple, pero que a menudo se soslaya

por los propios movimientos sociales y sus teorizantes. Este hecho es

que hay personas cuyas idiosincrasia por las razones que fuere las

inclina a resignarse, a conformarse o a encontrar que el cambio es peor

que lo existente, incluso si lo existente les parece malo, y hay personas

cuya psicología las inclina a desear el cambio, incluso si ha de

perjudicarlas individualmente o si ha de perjudicar al grupo social al que

pertenecen. Si no se tienen en cuenta estas diferencias de

temperamento, no se comprenderá por qué hay en los movimientos de

protesta social elementos procedentes de las clases privilegiadas y por

qué permanecen al margen de ellos tantos elementos que lógicamente

deberían participar en su lucha.

El inconformismo moderno

El inconformismo no es privilegio de nuestra época. Ha existido en todos

los períodos de la Historia, desde los tiempos primitivos hasta ahora. Ha

producido movimientos campesinos, de artesanos, de esclavos, de

burgueses. Ha adoptado distintas formas: a veces abiertamente sociales, en

ocasiones, religiosas, en otras, filosóficas, estrictamente económicas o bien

políticas. Pero, bajo cualquier forma, encontramos siempre la misma

corriente de insatisfacción con la situación dominante, de deseo de cambiar

el statu quo, de anhelo de extender los privilegios de una minoría a la

totalidad de la sociedad —para lo cual ésta debe transformarse—, y de

33
convicción de que con menos autoridad y con formas de propiedad distintas

estos objetivos podrían alcanzarse.

Las formas que este inconformismo ha adoptado, en sus luchas, en su

pensamiento o ideología, han sido, repito, muy diversas. Sin embargo, hay

algo común a todas ellas y que se encuentra también en las formas

modernas de inconformismo: el ansia de conseguir, mediante el cambio de

la sociedad, una vida en la que haya más libertad, más igualdad, más

fraternidad para todos.

Esto puede parecer retórico, pero, en todo caso, esta retórica, con lenguaje

distinto cada vez, se encuentra en todos los movimientos y todas las

ideologías inconformistas.

Se encuentra también en el movimiento obrero moderno, es decir, de los

Últimos ciento cincuenta afíos. Cuando hablo de movimiento obrero me

refiero, justamente, no sólo a un conjunto de organizaciones y de ideologías,

sino a la forma moderna de este inconformismo secular. En este sentido, el

movimiento obrero es la forma que el inconformismo adopta en una

sociedad capitalista.

Esto es importante, porque saca al movimiento obrero de los límites

estrechos de un simple movimiento de clase o de un breve movimiento

contemporáneo, y lo coloca en la corriente del inconformismo histórico, lo

convierte en el continuador de los herejes, los campesinos rebeldes, los

34
burgueses revolucionarios, del pasado, dándole así un papel histórico que no

tendría como simple defensa de intereses de clase.

EL CRISTIANISMO Y EL FEUDALISMO

Cristianismo es la primera ideología social digna de este nombre en la

historia del mundo occidental. Es vaga, cierto, y aparece revestida de

conceptos religiosos y éticos. Pero en sus inicios es fundamentalmente una

ideología social. Y será en torno el cristianismo y sus distintas

interpretaciones que se librarán las principales luchas sociales de la Edad

Media.

El cristianismo.

Había entre los hebreos, en los comienzos del Imperio romano, tres

corrientes principales: los saduceos (clase alta e intelectuales), partidarios

de una actitud realista y no nacionalista; los fariseos (clase media y pueblo),

partidarios de mantener la identidad religiosa y política de los judíos, y los

esenios (parte del pueblo), minoría partidaria de vivir individual y

colectivamente de acuerdo con los viejos principios de la religión. De una

familia artesana, al parecer esenia, salió Jesús, cuando Israel había perdido

su independencia y su religión estaba descomponiéndose. Desde joven,

Jesús se interesó por las cuestiones públicas. Al principio, se mostraba sobre

todo nacionalista, como cuando dijo: «No he venido a traeros la paz, sino la

guerra.» Pero, a medida que iba conociendo a su pueblo y, tal vez, a medida

35
que estudiaba las doctrinas esenias, se interesó más y más por las

cuestiones sociales, que siguiendo la tradición de su pueblo, veía al mismo

tiempo como cuestiones religiosas y morales. Israel ha de salvarse, según Él

por lo que ahora llamamos justicia social, por la vuelta a las virtudes

religiosas del origen. Debía lucharse, pero por medio pacíficos, por la

purificación individual y por el amor de la Humanidad. Jesús afirmaba que

Dios lo apoyaba en esta lucha. Es imposible saber si esto era un simple

recurso oratorio o si respondía a una convicción mística. No parece que, por

lo menos hasta muy al final de su vida, quisiera fundar una institución para

sostener sus ideas, una Iglesia, por ejemplo. Su prédica atrajo a grupos del

pueblo y alarmó a las autoridades. Puesto que se presentaba como una

prédica religiosa, eran las autoridades religiosas las más alarmadas y fueron

ellas las que presionaron a los romanos: para que eliminaran a Jesús. Lo

hicieron crucificándolo, según el modo más habitual de ejecución en aquella

época.

Las prédicas de Jesús no llegan a ser todavía una verdadera ideología

social, pero hay en ellas, junto a muchas otras cosas los gérmenes de una

concepción de la sociedad. Es significativo que fueran estos gérmenes los

que atrajeron a los primero cristianos y que entre éstos surgieran algunos

pensadores que a poco, fueron formulando lo que ya iba siendo una

ideología social, además de ser una teología.

36
Pablo de Tarso (2-67), un fariseo, fue el que dio al cristianismo una primera

estructura, en cuanto a doctrina lo mismo que cuanto a institución. Los

primeros grupos cristianos, compuestos de gente del pueblo y hasta

esclavos, vivían en comunidad, aveces, y cuando no, aspiraban a este modo

de vida. «Cuantos habían recibido la fe vivían juntos», se lee en los Hechos

de los Apóstoles «Vendían cuanto les pertenecía y lo repartían entre ellos

con arreglo a sus necesidades.» Al ir aumentado el número de los cristianos,

en gran parte gracias al proselitismo de Pablo, el rigor de esta vida

comunitaria fue disminuyendo. Ingresaron en < cristianismo gentes ricas,

que no se incorporaban a las comunidades. Con el tiempo, hubo una Iglesia

de los pobres, comunitaria, Iglesia de los ricos o los no pobres,

individualista. En la epístola de Santiago, que es una especie de defensa de

vida comunitaria, una crítica del pragmatismo de Pablo, se dice que «nada

supone la fe sin las obras», y se clama: «Llorad, vosotros, los ricos, por la

miseria que os aguarda. Vuestras riquezas han entrado en putrefacción,

vuestros trajes lustrosos están roídos de gusanos. Herrumbrosos están

vuestro oro y vuestra plata. Habéis acumulado tesoros, guardando para

vosotros el salario de los que segaban vuestros campos. La querella de los

segadores ha llegado oídos de Dios.»

Como los medios técnicos de que se disponía en aquella época no

permitían una multiplicación de la riqueza, la única manera de elevar a los

pobres consistía en rebajar a los ricos. Esto será así por mucho tiempo,

37
hasta que la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX haga posible que

los pobres aspiren a la misma riqueza que los ricos.

Los Padres de la Iglesia, es decir, los pensadores de este cristianismo

primitivo, en sus primeros tres siglos de existencia, condenan la propiedad

privada, el nacionalismo, el servicio del Estado (incluso el servicio militar).

He aquí unas cuantas citas de estas figuras que, teóricamente, todavía

representan el pensamiento oficial de la Iglesia católica:

«Tendrás todo en común con tu prójimo», escribió Barnabás de Chipre.

«Traemos a la comunidad cuanto poseemos y lo repartimos con quien lo

necesita», dice Justino el Mártir. Y Clemente de Alejandría (150-215), uno de

los grandes pensadores cristianos, afirma: «Todas las cosas son comunes.

No existen para ser adquiridas únicamente por los ricos.» Otra gran figura,

Tertuliano (c. 150-c. 230), decía: «Nosotros, los cristianos, somos hermanos

en lo que concierne a la propiedad, que entre vosotros origina tantos

conflictos. Compartimos en común todo, con excepción de nuestras

mujeres. Entre vosotros, por el contrario, son ellas lo único que tenéis en

común.» Juan Crisóstomo (345-407) afirma que es «imposible enriquecerse

honestamente», y si se hereda, «se hereda lo adquirido deshonestamente».

San Ambrosio (340-397) piensa que «es la violencia la que ha engendrado la

propiedad privada», y hasta san Agustín (354-430), que es mucho más

conservador, asegura que «no por virtud del derecho divino, sino por virtud

38
del derecho de guerra puede alguien decir: ésta es mi casa, este servidor es

mío».

Incluso en estos primeros siglos, hay en la Iglesia herejías, es decir,

disidencias. Los herejes encuentran, en general, que la aplicación de los

principios cristianos es demasiado flexible y piden mayor rigidez en la vida

comunitaria y que ésta se extienda a todos los cristianos. Una de estas

herejías fue la de los carpocrá-ticos (del nombre de su fundador,

Carpócrates), que se extendió por África del Norte, entonces una próspera

provincia romana. Querían la propiedad colectiva general y la libertad

sexual. En cierto modo, eran como los hippies de ahora.

Las masas cristianas esperaban que el Mesías volviera, que entonces el

reino de Dios se establecería en la Tierra, es decir, que se regresaría a la

que suponían había sido la vida común original. Como se decía que esto

ocurriría al cabo de mil años de la muerte de Cristo, a esta creencia se la

llamó quiliastismo (de «quilios», que en griego significa mil). Pero este

espíritu y la vida comunal fueron desapareciendo cuando el emperador

romano Constantino, en el siglo IV, reconoció a la Iglesia y luego el

cristianismo se convirtió en la religión oficial. La vida comunal se limitó más

y más a los monasterios y el quiliastismo (la esperanza de la vuelta del reino

de Dios, justo y libre), fue recogido por las herejías. De hecho, los teólogos

declararon herejías cualquier creencia en tal sentido. La vida religiosa se fue

transformando: el ritual y el dogma adquirieron importancia, y la perdieron

39
la conducta individual y la preocupación por la igualdad. La primera

ideología social del mundo occidental se institucionalizó; su movimiento —la

Iglesia— se hizo oficial, y al triunfar administrativamente eliminó de su

pensamiento el inconformismo.

Esto se explica si se tienen en cuenta ciertas características del cristianismo

primitivo:

a) los cristianos esperaban conseguir la justicia por medio de una

constante extensión de sus comunidades, hasta que abarcaran a todos los

hombres; creían que era posible persuadir a todos y no buscaban el poder

con el fin de utilizarlo para aplicar su doctrina;

b) como movimiento religioso, el cristianismo estaba abierto a todos y,

por consiguiente, en cuanto fueron atraídos hacia él, por razones religiosas

o porque se convirtió en una religión de prestigio e influencia, gentes que no

compartían los puntos de vista comunitarios, éstos fueron debilitándose y

llegaron a ser minoritarios dentro del cristianismo. Cuando esto sucedió, la

doctrina cambió para adaptarse a los intereses de la mayoría, que eran

intereses anticomunitarios y favorables a la santificación de la propiedad

privada. Esta contradicción entre los orígenes y la institucionalización del

cristianismo persistió durante la época feudal.

El feudalismo

40
Entretanto, el Imperio romano iba cambiando de estructura. La

propiedad de la tierra se transformaba, gracias al colonato, en el germen del

feudalismo. El Imperio decayó, víctima del latifundismo y de la esclavitud,

dos factores que impidieron el desarrollo de las fuerzas productivas, a los

cuales se agregó, con el colonato, el trabajo servil. Las invasiones de los

germanos o bárbaros encontraron relativamente poca resistencia porque la

sociedad romana había sido minada por estas contradicciones.

Los germanos, allí donde se establecieron —prácticamente toda Europa—,

impusieron su organización política, basada en el concepto de rey-jefe, al

cual rendían vasallaje los nobles, que en sus territorios eran soberanos y

recibían, a su vez, el vasallaje de nobles menores y de los súbditos libres. En

materia de propiedad de la tierra, conservaron el sistema del colonato, pero

adoptándolo a sus propias instituciones políticas. El feudalismo fue el re-

sultado de la fusión de este concepto de protección del señor al campesino

a cambio de que éste permaneciera atado a la tierra y rindiera prestaciones

al señor, y del concepto de vasallaje piramidal de señor a señor, hasta el

monarca en la cima.

No todos estuvieron conformes con este tipo de sociedad. La Iglesia la

aceptó y, de hecho, sus teólogos imaginaron el cielo y sus jerarquías como

un orden feudal; y la misma Iglesia se organizó como una institución feudal,

aparte del hecho de que muchos conventos y templos poseían extensas

propiedades agrícolas. Pero, al mismo tiempo, subsistían en la Iglesia

41
algunas supervivencias de los originales conceptos sociales. Por eso, la

Iglesia, durante varios siglos, condenó la usura y hasta el simple negocio de

Banca (que se dejó a los judíos). Pero, al mismo tiempo, la Iglesia servía a

los señores, justificaba teológicamente su superioridad sobre los siervos y

mantenía a éstos resignados con la promesa de una vida mejor después de

la muerte.

De ahí que muchos cristianos que redescubrieron el contenido social del

cristianismo y que quisieron volver a él, al hallar que la Iglesia se oponía a

esto, se separaron de ella, fueron declarados herejes, perseguidos y hasta

ejecutados. Hubo verdaderas guerras civiles contra numerosos grupos de

herejes, como la cruzada contra los albigenses o cataros, en el sur de

Francia, en el siglo XIII, que acabó con su exterminación física.

Al lado de este inconformismo religioso, que es en general de tendencias

comunitarias, hay el inconformismo abiertamente social, de los campesinos,

los artesanos y los burgueses. Los campesinos, naturalmente, no estaban

contentos con su situación de siervos, que consistía, fundamentalmente, en

recibir del señor un pedazo de tierra, sostener con ella a su familia, y, como

renta por esta tierra, trabajar un determinado número de días al mes en las

tierras del señor, servir en sus huestes y deberle una serie de prestaciones

(leña, ganado, trabajos especiales, derecho de pernada —más legendario

que real—), al mismo tiempo que podía contar con la protección del señor

42
contra bandidos y señores vecinos. Este campesino no podía abandonar la

tierra, y si lo hacía, era perseguido, a menos que se refugiara en una ciudad.

Las ciudades, en efecto, eran terreno libre. El rey solía darles franquicias o

fueros, que permitían a sus ciudadanos elegir el gobierno municipal, no

deber prestaciones a señores y comerciar libremente. Los reyes, temerosos

de que los señores se volvieran demasiado poderosos o deseosos de

disminuir su poder, se apoyaron a menudo en las ciudades en sus luchas

contra los señores, y a cambio de este apoyo fueron ampliando las

libertades urbanas. Así, en el seno mismo del feudalismo había enclaves

urbanos donde se practicaba cierta forma primaria de democracia y donde

no existía la servidumbre. La mayoría de los adeptos de las herejías

procedían de las ciudades, donde muchas rebeliones campesinas

encontraron aliento.

Pero dentro de ellas no todo era paz. A menudo, los intereses de los

mercaderes (los que compraban los productos manufacturados por los

artesanos y los vendían en otras ciudades y en los castillos) no coincidían

con los intereses de los artesanos, que estaban organizados en gremios, y

que, naturalmente, trataban de conseguir el mejor precio posible por lo que

producían, y también la mayor influencia posible en el gobierno municipal.

Las luchas entre burgueses y artesanos no fueron raras, pero nunca

rompieron la alianza tácita entre unos y otros para defender a las ciudades

43
contra los señores y hasta contra los monarcas, cuando éstos, sintiéndose

fuertes, querían recortar las libertades urbanas.

La condición de los campesinos mejoró, no sólo gracias a algunas

rebeliones, sino, sobre todo, a un fenómeno en el que no tuvieron parte: la

muerte negra o gran epidemia de peste que asoló Europa en el siglo XIV y

que diezmó la población de los campos. Los señores, al encontrarse con

menos mano de obra, quisieron, primero, forzar a sus campesinos a dejarse

explotar más de lo habitual. Esto provocó rebeliones espontáneas, que

indujeron a los señores a adoptar otra política: hacer concesiones a los cam-

pesinos, suprimir las prestaciones (que para entonces comenzaron a

llamarse «malos usos»), y darles las tierras en arriendo a cambio de una

parte de la cosecha. Esta mejora hizo que los campesinos, al sentirse más

necesarios, se volvieran más exigentes, y de ahí que hubiera otra gran

oleada de rebeliones campesinas, esta vez organizadas y relacionadas con

algunas de las herejías, que si bien fracasaron en sus objetivos inmediatos,

tuvieron por efecto descomponer el sistema feudal y, a partir del siglo XV y

de lo que se llama el Renacimiento, abrir paso al absolutismo monárquico y

al ascenso, con él, de la burguesía mercantil.

LA FORMACIÓN DEL ANARQUISMO

Al mismo tiempo que el marxismo se iba formando y convirtiendo en una

doctrina estructurada, surgía una ideología distinta, heredera de la otra

tendencia fundamental en el inconformismo, la de considerar la autoridad

44
como la fuente de los males sociales, del mismo modo que el marxismo

continuaba la tradición de considerar como tal fuente la propiedad privada.

Esta corriente ideológica se denominó anarquismo, del griego «sin

autoridad».

Los principios comunes

Hay tantos anarquismos como pensadores anarquistas. Por definición, el

anarquismo no puede ser una doctrina estructurada, ni una escuela cerrada

o un dogma. Pero entre todas las tendencias anarquistas hay algunos

principios fundamentales que les son comunes y que conviene describir

desde el principio.

Ante todo, hay que aclarar algo: el anarquismo, como ideología, no tiene

nada que ver con el concepto sobre él popularizado por políticos y

periodistas en la época en que el movimiento anarquista era más poderoso,

cuando, como un medio de aislarlo, se empezó a decir, por ejemplo, que

reinaba la anarquía para indicar un gran desorden; para los anarquistas, al

contrario, el desorden reina cuando no hay anarquía, porque lo consideran

producto de la autoridad y sus excesos.

Todos los anarquistas estiman que las reglas o normas son superfluas,

porque el hombre, dejado a sí mismo, liberado de las coacciones de la

sociedad, es un ser naturalmente bueno, sociable y perfectible. Es más, los

anarquistas, a diferencia de cualquier otro movimiento social, dan poca

45
importancia al éxito inmediato y mucha a la formación de un «hombre

nuevo» en medio de la sociedad autoritaria.

Para los anarquistas, el anarquismo no es sólo una ideología, sino una

manera de vivir, no ya en la sociedad futura, sino en la presente.

El hombre natural es más importante que el hombre político, pero la

civilización le ha impedido realizarse plenamente. Los anarquistas rechazan

la idea del contrato social, de Rousseau, porque contratar algo es ya, de por

sí, comprometer al hombre natural y sus posibilidades. Éstas sólo pueden

realizarse en plena, absoluta libertad.

Los hombres son, por naturaleza, iguales; las clases sociales los separan y

dividen y por esto debe combatirse la existencia de clases. La lucha de

clases no ha de propiciarse como hacen los marxistas, sino que debe

confiarse en la lucha del hombre como ser humano.

El antiautoritarismo de los anarquistas decide su estrategia y su táctica. La

política es la encarnación misma de los conceptos de autoridad. Por tanto,

el hombre que quiere vivir de acuerdo con su naturaleza ha de rechazar la

política, los partidos, las elecciones y toda clase de instituciones. El hombre

natural tiende a la asociación voluntaria para la ayuda mutua. La política

falsifica el hombre natural, contraría sus tendencias.

Los anarquistas, en su acción, son individualistas, se avienen a aceptar la

menor cantidad posible de organización, y no condenan a los delincuentes,

46
en quienes ven formas extremas de rechazo de la sociedad coactiva. La

violencia no es buena o mala por sí, sino que su índole moral depende de

los fines con que se emplea. Para el marxista, la violencia será buena si lo

lleva a la toma del poder; para el anarquista, si ayuda a destruir el poder.

La norma moral básica consiste en no poder distinguir lo que se hace para

uno mismo y lo que se hace para los otros.

Mientras el marxista quiere cambiar la sociedad y conservar los

progresos de la civilización, y desea, ante todo, abolir las clases sociales, el

anarquista quiere destruir la sociedad, volver al estado de naturaleza, y por

ello ha de aniquilar la civilización misma, a la que ve como una larga serie

de coacciones.

La teoría y la práctica

El anarquismo es, pues, una posición más radical que el marxismo, en el

sentido de que propugna transformaciones que van más al fondo de las

cosas. Es más humanista, en el sentido de que entiende que el hombre ha

de estar por encima de cualquier otra cosa, de la sociedad incluso.

Pero el movimiento anarquista no existe en el vacío. Si bien ha contado con

intelectuales, su base humana ha estado formada por campesinos,

campesinos desarraigados y en vías de emigrar a la ciudad y obreros

industriales. Por su oposición a la política en una época en que los pobres no

47
tenían derechos políticos, atrajo ante todo a éstos, a los pobres. Por su

oposición a la propiedad en todas sus formas, sedujo a los privados de

propiedad. Pero los obreros, a la vez que, como reacción a su condición,

aspiraban a una sociedad ideal, que el anarquismo les ofrecía, deseaban

también cambiar su vida; el anarquismo, con su insistencia en un «modo de

vida anarquista», les ofrecía también este cambio. Sin embargo, esto no

bastaba. Los pobres deseaban ser inmediatamente menos pobres. Y el

anarquismo tuvo que ofrecerles medios para conseguir este objetivo. De ahí

que de ideología pasara a ser movimiento. Y que como movimiento tuviera

que hacer concesiones a la realidad inmediata.

¿Qué concesiones? ¿En qué medida el intervenir en las luchas sociales no

era ya hacer política, aunque se interviniera en nombre del antipoliticismo?

Para intervenir, además, se necesita un mínimo de organización, y la

organización significa siempre, inevitablemente, un acuerdo, y un contrato,

un compromiso de los miembros de la organización entre sí. ¿Cómo conciliar

esto con los principios mismos de la ideología?

Cierto que las organizaciones anarquistas fueron mucho menos rígidas que

cualquier otro tipo de organización y que el movimiento anarquista no

presentó los caracteres disciplinarios y dogmáticos de otros movimientos

sociales, pero, así y todo, había que establecer en ellas, aunque fuese

voluntariamente y con plena libertad, cierto grado, por pequeño que fuera,

de disciplina y de cohesión de voluntades y principios.

48
Por otro lado, para movilizar a la gente a la acción, se necesita ofrecerles

objetivos inmediatos y una idea clara de los objetivos lejanos. Esto indujo a

los anarquistas a aceptar ciertas reinvindicaciones de reforma de la sociedad

actual. Pero esto iba en contra de sus principios.

¿Cómo conciliar la contradicción inherente en ellos?

¿Y cómo presentar una imagen de la sociedad futura sin incurrir en

utopismo?

Los anarquistas rehúsan la idea de que pueda decidirse de antemano cómo

ha de ser la sociedad ideal, porque con ello ejercerían coacción sobre

quienes vivieran en tal sociedad futura y predeterminarían por ellos cómo

iba a ser tal sociedad, en vez de dejarlos en plena libertad de vivir como

quisieran y de organizarse a su gusto. Mas, las masas anarquistas querían,

como es lógico, tener una idea de cómo iba a ser la sociedad por la que

luchaban. No les bastaba con saber que iban a destruir la sociedad que los

oprimía y explotaba.

Las respuestas que se dieron a todas estas preguntas dependieron del

temperamento, la formación y las circunstancias de los pensadores

anarquistas. De hecho, lo que llamamos escuelas anarquistas, o corrientes

dentro del anarquismo, no son otra cosa que las distintas series de

respuestas que se dieron a estas preguntas, las distintas soluciones que se

ofrecieron a estas contradicciones. Como el anarquismo no fue el producto

de un solo pensador —a la manera del marxismo—, es natural que hubiera

49
tantos anarquismos como anarquistas. Pero desde el punto de vista práctico

esto no podía aceptarse. Era preciso no sólo una coincidencia en los

principios fundamentales los ya apuntados, sino también una coincidencia

en métodos de organización, tácticas y programas. A este respecto, no hay

un solo anarquismo, sino varios. En determinados momentos, predomina

una manera de ver la organización y la táctica, y en otros, otra manera. A

menudo, coinciden distintas maneras y hasta se combaten entre sí. Los

principios comunes se encuentran en todas las tendencias, pero las tácticas

y los métodos de organización cambian, y con ellos cambia el carácter

mismo del movimiento que sirven.

Por lo demás, los anarquistas consideran que el anarquismo no ha sido

«inventado» por uno o varios pensadores, sino que es una aspiración que se

encuentra en todas las épocas de la Historia, a veces incluso en autores o

actividades que, aparentemente, no tienen nada que ver con el anarquismo.

Jesús, según los anarquistas, era un anarquista cuyas doctrinas fueron

desfiguradas por la Iglesia. Lo eran también Lao-tsé, Aristipo y Zenón.

Rabelais lo era cuando describió su imaginaria abadía de Téleme en su

Gargantúa y Pantagruel, y Diderot lo fue en muchos de sus escritos. Natu-

ralmente, lo fueron movimientos religiosos como los de los esenios y los

hussitas, y también escritores, como Jean Meslier y William Godwin— de los

que se habló en el capítulo VIII—. Incluso en el libro IV de los Viajes de

Gulliver encuentran los anarquistas afirmaciones que consideran propias de

su ideología. Bruto, que asesinó a César, Espartaco, que se rebeló al frente

50
de los esclavos, los carbonarios del siglo XIX que conspiraban contra los

tiranos, y los herejes que sucumbieron en las hogueras de la Inquisición son

automáticamente incorporados a las filas de los anarquistas. Porque como

éstos reconocen la absoluta libertad de pensar, basta con elevarse contra la

autoridad, la que fuere y por las causas que fueren, para que uno pueda

llamarse anarquista (o ácrata, por a = sincratos-gobierno, que es otra

manera de denominarse). Ante esta concepción de la vida y las ideas, lo

asombroso no es que haya muchos anarquismos, sino que sea posible

clasificarlo en unas cuantas tendencias definidas.

La clasificación evidente de las distintas tendencias anarquistas es la de

anarquismo individualista y anarquismo colectivista

El anarquismo individualista

La primera obra conscientemente individualista de la literatura política

moderna es la de Max Stirner El uno y su propiedad, a la que se hizo ya

referencia. El «ego», la persona individual, es la fuente de todo lo bueno,

por lo menos potencialmente, y la sociedad y el Estado lo son de todo lo

malo. Esta forma de anarquismo encontró su mayor expresión en los

ácratas norteamericanos Josiah Warren (1799-1874), Lysander Spooner

(1808-1887) y Benjamín R. Tucker (1854-1915). Para ellos, una sociedad

colectivista ha de conducir inevitablemente al autoritarismo. Por tanto, hay

que respetar la propiedad privada, pero limitándola al producto del propio

trabajo. Hay que eliminar toda asociación especialmente el Estado que

51
limite la soberanía individual. Esto se ha de lograr por la retirada voluntaria

de toda clase de instituciones, hasta que éstas se descompongan, y luego

han de formarse mutualidades voluntarias, en las que la democracia no

debe servir para dirigirlas, puesto que significa una limitación de la

voluntad individual; el lugar de la democracia ha de ocuparlo el consenso.

La libertad es la libertad de los más débiles y debe implicar el derecho a

violar y desobedecer las normas establecidas por el consenso. La renta, el

interés, los beneficios y dividendos deben desaparecer, excepto cuando

representen el trabajo realizado. En cierto modo, este anarquismo

individualista es una supervivencia, refinada, del «espíritu de frontera» que

llevó a gran parte del pueblo norteamericano a instalarse en el Oeste de su

país. Estas concepciones llevaron a los anarquistas individualistas a

combatir acerbamente no sólo el marxismo, sino cualquier forma de

socialismo, y también a oponerse a la violencia, en la cual ven sólo un

camino hacia el autoritarismo, y a los sindicatos, en los cuales ven una

limitación de la voluntad individual del obrero.

Este anarquismo, que fue, allá por el año 1870, una reacción contra el

caciquismo en la política local norteamericana, pedía «menos gobierno»,

reivindicación que era también la de los conservadores de la época.

Se extendió por Europa en la época (finales del siglo XIX y comienzos

del siglo XX) en que predominó allí el terrorismo de pequeños grupos o

bandas anarquistas, que ante la incapacidad de la democracia burguesa y

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del socialismo para resolver los problemas sociales, empezó a recurrir a los

atentados y las bombas.

Pero el anarquismo individualista europeo, a diferencia del norteamericano,

tenía sus raíces en la lucha social directa, se nutría sobre todo de artesanos

arruinados y de elementos turbios de la parte de aluvión del proletariado

(que Marx llamó Lumpen-proletariat), y encontraba en la violencia

individual y de minúsculos grupos su forma de expresión. También hubo

violencia de este tipo en los Estados Unidos (por ejemplo, en el caso de «los

mártires de Chicago», ahorcados en 1889 bajo la acusación de haber

arrojado bombas durante una manifestación). En Europa, este tipo de

anarquismo fue popular sobre todo en Rusia, España, Italia, Bulgaria y

Francia, causando la muerte de un par de jefes del Gobierno español, varios

jefes de Policía, varios obispos y arzobispos, numerosos patronos

considerados como intransigentes y duros, siendo también responsable de

bombas lanzadas, por ejemplo, en el Liceo de Barcelona, el Parlamento

francés, etc.

A medida que las ramas del anarquismo y el socialismo iban consiguiendo

victorias parciales, este anarquismo individualista se iba encerrando en sí

mismo, hasta convertirse, simplemente, en una serie de círculos literarios y

de discusiones teóricas sin ninguna influencia ni en las masas ni en las

decisiones que las afectaban.

El anarquismo colectivista

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Mucho más influyentes y eficaces fueron las distintas corrientes

anarquistas de carácter colectivista, es decir, que veían tanto la acción en

el presente como la sociedad en el futuro bajo formas colectivas. Los

principales pensadores anarquistas, Miguel Baku-nin (1814-1876), el

príncipe ruso Pedro Kropotkin (1842-1921), el geógrafo Eliseo Reclus (1830-

1905) fueron colectivistas, como lo había sido Proudhon. Para ellos, el

Estado, o la nación-Estado, debía sustituirse por una sociedad en la cual el

núcleo esencial fuese alguna forma de colectividad: comunas libres,

colectividades agrícolas e industriales, etc., voluntarias, regidas democráti-

camente y voluntariamente federadas a nivel regional e internacional.

Tenían una comprensión más adecuada de la Historia y veían que la vuelta

al hombre natural no podía dejarse a la simple iniciativa individual, sino

que debía orientarse a través de esfuerzos colectivos: el sindicato y los

grupos de acción y conspiración, en el presente, y las comunidades en el

futuro. Rehusaban la concepción de lucha de clases propia del marxismo,

que remplazaban por la de lucha de masas. Más peligrosa que la burguesía

como tal eran las concepciones derivadas de su dominio, como el

nacionalismo (con su secuela de guerras) y la explotación (con su secuela

de desigualdades). Para Bakunin, los pobres son colectivistas por instinto y

su modo de vida prefigura el de la revolución. La víctima del Estado y del

autoritarismo no es una clase dada, sino la masa, el pueblo en general. Hay

que desenmascarar el patriotismo, la religión, la cultura de élites, para dar

a las masas conciencia de su poder y de su condición. Sólo en las masas se

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tiene en cuenta la calidad humana del hombre, que desaparece en las

clases y en la lucha entre ellas. Por lo tanto, los anarquistas colectivistas no

se consideran portavoces sólo del proletariado —como los marxistas—, sino

de todos los oprimidos, obreros, artesanos arruinados, clase media

empobrecida, campesinos sin tierras...

En efecto, los anarquistas colectivistas penetraron profundamente en el

campesinado de los países europeos esencialmente agrícolas: España,

Italia, los Balcanes, Suecia (entonces aún no industrializada) y hasta en el

Japón (en los comienzos de su modernización). En este sentido, podría

decirse que el marxismo fue la expresión del proletariado ya con raíces

urbanas, mientras que el anarquismo lo era de los desarraigados de todas

clases y especialmente de los campesinos a quienes la miseria desalojaba

del campo.

CONCLUSIONES

Esta investigación fue realizada con el firme propósito de dar a

conocer la historia de las ciencias sociales y sus ideologías, puesto que

muchas veces no conocemos el origen de las ciencias, ahora hemos

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conocido de sus orígenes lo cual se menciona la ciencia antigua y la

moderna; y las diferentes ciencias que estudian al ser humano las

cuales son: La antropología, La historia y La sociología.

Sus ideologías la estructura ideológica, producción y reproducción, los

autores que dieron un aporte importante a las ciencias sociales se

hace mención de: Leonardo da Vence, Andrea Vasalio y Galileo Galilei.

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ANEXOS

Algunos precursores que dieron sus aportes a las ciencias sociales y

sociología

Auguste Comte. Karl Marx


Max Weber

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