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Estudio sobre JOSEPH FOURIER

Universidad Autónoma de Madrid


Agustin Ortiz Melguizo
20 de diciembre de 2006

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Resumen
The purpose of this document is to point out the im-
portance of Fourier’s contribution to the progress of math-
ematics, physics and engineering. It has been carried out in
the frame of the Historia de las Matemáticas course, with-
in the Licenciatura en Matemáticas curricula. The work is
divided into eight sections; the first two sections give an
introduction to Fourier’s pioneering personality and briefly
describe the concept of function at that time. The third sec-
tion portraits Fourier’s biography. The fourth section is de-
voted to analysing the famous vibrating string problem and
the solutions given by D’Alembert and Bernouilli; the two
solutions and compared and shown that they are obvious-
ly compatible. The fifth section derives the heat differential
equation and solves it by using Fourier’s method of separa-
tion of variables. It is worth noting that, although these last
two sections follow the ideas and method of the authors, I
have used the modern approach, i.e., I have followed the cur-
rent notation and ways of solving these types of problems,
otherwise the document would have been unjustifiably long
and tedious. The sixth section briefly describes the studies
and research performed after Fourier’s ideas, that brought
about the rigour that Fourier’s work somewhat lacked. The
seventh section gives an idea about the powerful applica-
tions that Fourier’s analysis has in the Telecommunications
Engineering field, one of them being filtering; two types of
frequency filters are mentioned. The last section translates,
in its entirety, the preamble of Fourier’s book: Théorie Ana-
lytique de la Chaleur which, althoug being long (twenty-two
pages), gives the ideas underlying Fourier’s motivation for
performing his work on the topic of heat (despite the oppo-
sition he found from his colleages).

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1. INTRODUCCION
La aportación clave de J.B Fourier, ya clásica hoy en las matemáticas,
fué la idea, ya intuida por D. Bernouilli, de que cualquier función y = f (x)
se puede representar por una serie de la forma:

1 X ∞
y = a0 + (ak cos(kx) + bk sen(kx)) (1)
2
k=1

donde los coeficientes ak y bk (k = 0, 1, 2, ...) son constantes. Serie que


hoy conocemos con el nombre de serie de Fourier. Si tal serie converge para
todo x tal que −∞ < x < ∞, entonces representa una funcion periódica de
perı́odo 2π y bastará, por tanto, estudiar su restricción al intervalo [−π, π].

Las representaciones por medio de tales series permiten un grado de gen-


eralidad mucho mayor, en cuanto al tipo de funciones a desarrollar, que el
que permite la serie de Taylor. Incluso si hay muchos puntos en los que no
exista la derivada, o en los que sea discontinua, la función puede tener un
desarrollo en serie de Fourier. (Ver figura 1).

Figura 1: Ejemplo de funciones desarrollables en serie de Fourier

Fourier habı́a deducido una ecuación que describı́a la conducción del


calor a través de los cuerpos sólidos: la ecuación del calor. Pero no sólo la
habı́a deducido, sino que habı́a desarrollado un método para resolverla: el
método de separación de variables, y lo usa de manera sistemática en la res-
olución de Ecuaciones en Derivadas Parciales. La aplicación de esta técnica
en la ecuación del calor le condujo a escribir la solución en forma de serie
trigonométrica, e incluso llegar a afirmar que cualquier función periódica de

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perı́odo 2π, se puede expresar de esa forma. Y, para ello, encontró las fórmu-
las que permiten calcular los coeficientes de la serie, los cuales se determinan
mediante:
Z Z Z
1 π 1 π 1 π
a0 = f (x)dx; an = f (x)cosnxdx; bn = f (x)sennxdx
π −π π −π π −π
(2)
Aunque la representación de una función en serie trigonométrica se habı́a
considerado antes de que lo hiciera Fourier, nadie antes que él puso de man-
ifiesto la correspondencia entre función y coeficientes.

Es de justicia añadir que el estudio de las series de Fourier contribuyó de


manera decisiva a clarificar la idea de función hasta el moderno concepto de
nuestros dı́as. Todo el tratamiento posterior está asociado a nombres tales
como P. G. L. Dirichlet (1805-1859), B. Riemann (1826-1866), G. Cantor
(1845-1918) y H. Lebesgue (1875-1941).

La idea de Fourier se demostró fructı́fera, no sólo en el campo del Análi-


sis Matemático, sino también en Ingenierı́a y, particularmente, en el de la
Ingenierı́a de Telecomunicación, donde su aportación ha permitido desarrol-
lar el Análisis Espectral, lo que posibilita pasar del dominio del tiempo al
dominio de la frecuencia, lo cual ha dado pié a numerosı́simas aplicaciones
prácticas, como filtros, modems, etc.
1

2. PERSPECTIVA HISTORICA
El desarrollo del análisis de Fourier tiene una larga historia que involucra
a un gran número de personas ası́ como la investigación de muchos fenómenos
fı́sicos diferentes. La idea de emplear sumas trigonométricas, relacionadas
armónicamente, para describir fenómenos periódicos data, cuando menos,
del tiempo de los babilonios, quienes utilizaron ideas de este tipo para even-
tos astronómicos.

La historia moderna de esta materia comienza a mediados del siglo XVI-


II, cuando varios matemáticos (D’Alembert, Euler, Bernouilli) estudian el
1
Lienhard [1983] resume la contribución de Fourier en matemáticas puras y aplicadas,
que presentó en su memoria de 1807 sobre la transferencia del calor:
Fourier submitted a new 234 page manuscript to the Institut de France in Paris in 1807.
In it he did something more important than determining how to formulate the laws govern-
ing the flow of heat in a solid. He did something beyond updating Bernoulli’s trigonometric
series to solve the equation. He actually provided us with the strategies that would be basic
to the entire field of continuum mechanics, of which heat conduction and convection are a
major part. These are the identification of field differential equations and boundary con-
ditions, the technique of separation of variables, and the idea of representing solutions in
the form of series of arbitrary functions.

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movimiento de una cuerda vibratoria. La teorı́a de sus vibraciones lleva a la
resolución de la ecuación diferencial en derivadas parciales:

a2 ∂ 2 y/∂x2 = ∂ 2 y/∂t2

donde a es una constante positiva. Esta ecuación de ondas unidimensional


tiene muchas soluciones y se trata de obtener la que cumpla unas condiciones
iniciales predeterminadas.

La solución dada por Daniel Bernouilli en 1753 consiste en una serie


trigonométrica de la forma (ver sección ??):

y = b1senxcosat + b2sen2xcos2at +

Bernouilli llega a este resultado basándose en consideraciones de tipo


fı́sico, que le llevan a pensar que la cuerda oscila con varias frecuencias al
mismo tiempo, cuyas amplitudes relativas dependen de las condiciones ini-
ciales de la vibración. Esta caracterı́stica cierta, descubierta por Bernouilli,
es lo que se llama principio de superposición y es de una importancia capital.

Sin embargo, D’Alembert y Euler anteriormente ya habı́an publicado


independientemente soluciones al problema, de la forma

y = 1/2[f (x + at) + f (x − at)]

Euler objetaba que la idea de Bernouilli llevaba a un resultado aparente-


mente paradójico, que es el hecho de que una función arbitraria pueda ser
expresada en forma de serie trigonométrica. Hay que tener en cuenta que,
para los matemáticos contemporáneos de Euler, las curvas se dividı́an en
dos clases: las curvas continuas y las geométricas. En contraste con la ter-
minologı́a adoptada hoy dı́a, una curva se decı́a continua si ordenadas y
abscisas podı́an conectarse mediante alguna fórmula y = f (x). Por otra
parte, una curva se denominaba geométrica si podı́a dibujarse con trazos
continuos o discontı́nuos. Pensaban, por tanto, que la segunda categorı́a era
más amplia que la primera ya que, lo que nosotros consideramos como una
función continua a trozos, puede dibujarse, pero no expresarse, si no es con
varias fórmulas. Por consiguiente, si una función arbitraria podı́a expresarse,
por ejemplo, como una serie de senos, entonces cualquier curva geométrica
serı́a continua, lo cual no era admisible en aquel entonces.

La solución al problema de la cuerda vibrante, expresada por la anteri-


or ecuación, aportada por D’Alembert, consiste en una forma de onda que
avanza y otra que retrocede, las cuales se determinan a partir de la posición
y velocidades iniciales de la cuerda. D’Alembert consideraba que la man-
era más natural de hacer que una cuerda empezase a vibrar era desplazarla

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de su posición de equilibrio tirando de algún punto de ella. Esto hace que
su posición inicial se pueda representar mediante dos rectas que forman un
determinado ángulo. Para D’Alembert, esto hacı́a imposible pensar en que
pudiese expresarse como una serie trigonométrica.

Como consecuencia del análisis matemático de este problema fı́sico, Bernouil-


li intuyó la posibilidad de que una función tan general, como la forma de
una cuerda arbitrariamente deformada, pudiera ser desarrollada en una serie
trigonométrica.

Estudiando el problema de la transmisión del calor, en 1807 el fı́sico y


matemático francés Joseph Fourier anunció que una función arbitraria f (x)
se puede representar en la forma (1), con los coeficientes dados por (2).
Nadie le creyó y a lo largo de 15 años acumuló evidencias empı́ricas a favor
de su tesis. Presentó sus resultados en la clásica obra Thorie Analtytique de
la Chaleur (1822). No aportó demostraciones sino evidencia empı́rica de mu-
chos problemas resueltos, de tal forma que muchos matemáticos se pusieron
manos a la obra para intentar demostrar esa afirmación, más bien que para
contradecirla.

Dirichlet probó con con todo rigor que la serie (1) converge a la función
f (x) para toda función continua cuya gráfica consiste en un número finito
de trozos crecientes o decrecientes. (Ver sección 6). En reconocimiento a la
tenacidad pionera de Fourier, es por lo que este tipo de series se conocen
como series de Fourier.

3. BIOGRAFIA DE FOURIER
Jean Baptiste Joseph Fourier (1768-1830) fué hijo de un sastre en Aux-
erre. Fué el noveno hijo de los doce hijos que tuvo en su segundo matrimonio.
La madre de Fourier murió cuando tenı́a nueve años y su padre murió al sigu-
iente año.

Empezó sus estudios en la Escuela de Pallais, donde estudió latı́n y


francés con gran aprovechamiento. Continuó en en la Ecole Royale Militaire
de Auxerre donde mostró interés por la literatura pero, muy pronto, a los
13 años, se despertó su gran pasión, que eran las matemáticas.

En 1787 entró en la Abadı́a de St Benoit-sur-Loire, con la idea de hac-


erse religioso, aunque se debatı́a entre su amor a las matemáticas y sus ideas
religiosas. Finalmente no tomó los votos. En 1789 dejó St Benoit y al año
siguiente fué profesor en la Escuela Militar de Auxerre, donde habı́a estudi-

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Figura 2: Joseph Baptiste Fourier

ado con anterioridad.

En 1793, poco tiempo después del comienzo de la Revolución Francesa,


se involucró en la polı́tica, uniéndose al Comité Revolucionario local, con
gran entusiasmo acerca de las ideas revolucionarias de libertad. Pronto, sin
embargo, se dió cuenta de que las cosas habı́an ido demasiado lejos e in-
tentó salir del Comité, pero no pudo. Habı́a demasiadas facciones, cada una
en contra de las demás.

En 1794 fué arrestado como consecuencia de sus acciones polı́ticas; en-


tró en prisión y temió por su vida pero, afortunadamente, después de que
Robespierre fuera guillotinado, hubo cambios polı́ticos importantes que dieron
la libertad a Fourier. Al final de este año, Fourier fué nominado para estu-
diar en la Ecole Normale en Paris y sus profesores fueron Lagrange, Laplace
y Monge, a los que tenı́a en gran estima y por los que sentı́a admiración.

Comenzó su investigación matemática y también volvió a enseñar en la


Ecole Polytechnique. En 1797 sucedió a Lagrange en la cátedra de Análisis
y Mecánica y fué considerado como un excelente conferenciante.

En 1798 se unió a las fuerzas de Napoleón en la invasión a Egipto co-


mo consejero cientı́fico. Al principio, la invasión tuvo éxito pero finalmente
Napoleón fué derrotado por Nelson en la Batalla del Nilo y las fuerzas france-
sas se vieron confinadas allı́. Fourier fué nombrado gobernador del Bajo
Egipto y ayudó en exploraciones arqueológicas.

Ayudó a fundar el Instituto de El Cairo y fué uno de los doce miembros


de la divisón matemática. Fué elegido secretario del Instituto y colaboró ac-
tivamente en su funcionamiento.

Fourier volvió a Paris en 1801 y retomó su puesto de profesor en la


Escuela Politécnica. Sin embargo, Napoleón (por aquel entonces con poder

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absoluto en francia) le nombró Prefecto en Grenoble. Fué durante este tiem-
po en Grenoble cuando Fourier hizo su contribuciı́on matemática sobre la
propagación del calor. Sometió un ensayo básico a la Academia de Ciencias
de Paris en 1807. Su trabajo fué juzgado por Lagrange, Laplace, Monge y
Lacroix y no fué bien acogido.

Hubo dos objecciones: la primera fué hecha por Lagrange y Laplace en


1808 y consistió en admitir el desarrollo de funciones como series trigonométri-
cas. La segunda fué que Fourier no mencionó el trabajo de Biot.

La Academia propició la investigación sobre la propagación del calor en


cuerpos sólidos como tema para el premio de 1811 para la investigación
matemática. Fourier volvió a enviar el mismo trabajo de 1807 aunque con
trabajo adicional sobre el enfriamiento de cuerpos sólidos infinitos y sobre
el calor radiante. Hubo solamente otro competidor y se le dió el premio a
Fourier, aunque con reservas en cuanto a cierta falta de rigor que observaron
y no fué publicado en las Memoires de la Academia. Fourier se resintió del
trato recibido, pero continuó trabajando sobre el calor y en 1822 publicó su
clásica obra Theorie Analytique de la Chaleur.

Incorporaba la primera parte de su artı́culo de 1811, prácticamente sin


cambios. Dos años más tarde se convirtió en secretario de la Academia y
consiguió que se publicara su artı́culo de 1811 en las Memorias, conservando
su forma original.

Durante los últimos ocho años de Fourier en Paris, continuó su inves-


tigación matemática y sacó a la luz varias publicaciones, algunas sobre
matemática pura y otras sobre matemáticas aplicadas. Su vida no tran-
scurrió sin incidentes ya que su teorı́a del calor todavı́a provocaba cierta
controversia. Biot reclamaba prioridad sobre las ideas de Fourier, aunque
éste demostró fácilmente la falsedad de sus afirmaciones. Poisson le atacó en
dos frentes: contra sus técnicas matemáticas y además presumı́a de tener
una teorı́a alternativa. Fourier escribió Historical Précis como respuesta,
aunque este trabajo nunca se publicó.

El trabajo de Fourier proporcionó un gran impulso para posteriores in-


vestigaciones sobre series trigonométricas y la teorı́a de funciones de variable
real.

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4. LA CUERDA VIBRANTE
Vamos a estudiar con cierto detalle este problema, pues dió origen a toda
la problemática que desembocó en la aportación de Fourier. Este es un prob-
lema tı́pico de los que describen estados variables con el tiempo. Los más
interesantes, por llenar casi toda la Fı́sica, son los relativos a fenómenos de
caracter ondulatorio (o propagatorio). Presentan frentes de onda, es decir,
curvas o superficies caracterı́sticas en los que la solución deja de ser regular
por presentar discontinuidades, en general, de las derivadas segundas. Esta
clase de fenómenos vienen descritos por ecuaciones de tipo hiperbólico (cuer-
das, placas y medios vibrantes, transmisiones en cables eléctricos), o de tipo
parabólico (propagación del calor, difusión, etc.

Veamos el caso de una cuerda tensa sujeta por los extremos A, B (cuer-
das de instrumentos musicales: piano, violı́n, guitarra, etc.). Esta cuerda se
aparta inicialmente (t = 0) de su posición de equilibrio según una curva da-
da de ecuación z = f (x) (referida a un eje x, coincidente con la posición de
equilibrio, y a un eje z perpendicular) y se suelta con una velocidad inicial
en dirección del eje z que supondremos conocida v(x).

Figura 3: Cuerda vibrante

Se trata de averiguar la ecuación z = z(x, t), que da el movimiento


de cada uno de sus puntos o, lo que es lo mismo, la configuración de la
cuerda en función del tiempo. Despreciando el peso de la cuerda frente a la
tensión y a las fuerzas de inercia, en todo momento debe existir equilibrio
entre las tensiones T aplicadas en los extremos de un elemento de cuerda
ds y la fuerza de inercia, cuya proyección sobre el eje z es (llamando z
a la distancia de dicho elemento a su posición de equilibrio, ρ a la masa
por unidad de longitud ) ρds∂ 2 z/∂t2 . Llamando finalmente α al ángulo que
forma la tangente a la curva adoptada por la cuerda al deformarse, se tendrá,

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proyectando el triángulo de equilibrio sobre la vertical

T senα − T sen(α − dα) = ρds∂ 2 z/∂t2


Sustituyendo senα por α, toda vez que se trata de ángulos muy pequeños,
quedará

T dα ∂2z
= 2
ρ ds ∂t
pero dα
ds es la curvatura (en la hipótesis de pequeñez del ángulo α); por
consiguiente, queda la ecuación

∂2z ∂2z
a2 =
∂x2 ∂t2
donde la constante a2 = T /ρ es esencialmente positiva. Las soluciones de
esta ecuación darán las configuraciones z(x, t) de la cuerda al variar t. Ahora
bien, para la integración de esta ecuación se pueden seguir dos caminos.

4.1. La solución de D’Alembert


El primer camino es adaptar la solución general a este tipo de ecuaciones

z = ϕ(x − at) + φ(x + at)

(con ϕ, φ arbitrarias), a las condiciones iniciales dadas, con lo que se de-


berá tener
z(x, 0) = ϕ(x) + φ(x) = f (x)
zt (x, 0) = a[−ϕ′ (x) + φ′ (x)] = v(x)
Z
1 x
ϕ(x) − φ(x) = − v(ξ)dξ
a 0
lo que determina las funciones arbitrarias ϕ y φ.

Z x Z x
1 1 1 1
ϕ(x) = f (x) − v(ξ)dξ; φ(x) = f (x) + v(ξ)dξ
2 2a 0 2 2a 0

y con ellas la solución adquiere la forma de


Z x+at
1 1
z = [f (x − at) + f (x + at) + v(ξ)dξ]
2 a x−at

y, para el caso de velocidad inicial nula v(x) ≡ 0


1
z = [f (x − at) + f (x + at)] (3)
2

10
Figura 4: Análisis de la solución de D’Alembert

Esta expresión no es en verdad muy elocuente para el fı́sico, en relación


con la esencia acústica del fenómeno planteado. ¿Dónde están en ella de man-
ifiesto los armónicos del sonido emitido por la cuerda al vibrar? Veamos, sin
embargo, como la sujección de los extremos A y B de la cuerda engendra el
carácter periódico ondulatorio de las soluciones.

Observemos que f (x) se supone sólo definida, por la deformación inicial


de la cuerda, en el intervalo 0, l; sin embargo, al crecer t los argumentos
x − at y x + at de la solución (3) varı́an de −∞ a +∞.

¿Cómo completar, pues, la función f (x) en todo el intervalo real de


la variable?. Procurando que la solución (3) sea constantemente nula para
x = 0 y x = l; es decir, deberá tenerse, cualquiera que sea t

f (al) = −f (−al); f (l + at) = −f (l − at)


lo que indica (v. figura 4) que la curva f (x) prolongada tiene que ser
simétrica respecto de los puntos A y B. Ahora bien, cada trozo añadido a
un extremo engendra un nuevo trozo simétrico en el otro, con lo que la curva
f(x) se prolonga indefinidamente en los dos sentidos, como deseábamos, y
adquiere adems carácter periódico.

Llegamos ası́ a la siguiente imagen geométrica de la solución (3):

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Desplácese la curva z = f (x) (prolongada en la forma que se ha dicho) a
la izquierda y a la derecha a la velocidad a y proméndiense en cada instante
las ordenadas de ambas curvas, la que avanza y la que retrocede ; de otro
modo, tómense los puntos medios de los segmentos verticales limitados por
ambas curvas y el lugar geométrico de los puntos ası́ obtenidos dará en cada
instante la forma teórica de la cuerda vibrante. (Ver figura 4).

Vemos, pues, cómo se pueden manejar las dos ondas de avance y retroceso
de que hemos hablado, para construir gráficamente la solución. Pero sigue
sin aparecer, con este tratamiento matemático, la descripción musical del
fenómeno, que es el que interesa en Acústica. Esta interpretación no la da
la solución general, sino las soluciones particulares, según vamos a ver.

4.2. La solución de Daniel Bernouilli


2

Apliquemos a la ecuación diferencial de la cuerda vibrante

∂2z ∂2z
a2 =
∂x2 ∂t2
el método de hallar soluciones del tipo eαx+βt . Los parámetros α y β
deberán verificar la condición a2 α2 = β 2 de donde β = ±aα.
La ecuación admite, pues, soluciones de la forma

z = e±aαt .eαx

con α arbitrario.

Pero si α es real, estas funciones no se anulan para ningún valor real de x


y no pueden cumplir las condiciones de contorno. Demos, pues, a α valores
complejos poniendo α = µ + νi y las soluciones adoptarán la forma

z = e±aµt .eµx .sen(aνt + ϕ).sen(νx + φ)

Ahora bien, para x = 0 y x = l debe ser z = 0 cualquiera que sea t, lo


que exige senφ = 0, sen(νl + φ) = 0. Adoptemos, pues, φ = 0 y, por tanto,
ν = ± πl n (n=1, 2, 3, ...).

2
Como se ha explicado en el Abstract, he preferido tener una aproximación moderna en
la forma de presentar los trabajos realizados originalmente por los autores (D. Bernouilli en
este caso), como ayuda para una mejor comprensión de los resultados. El uso de soluciones
de la forma (4) por D. Bernouilli parece ser que respondió a su gran intuición, basada en
su conocimiento de la fı́sica en general y de la m,úsica en particular. Su influencia en los
trabajos posteriores de Fourier es innegable.

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Figura 5: Prolongación simétrica de f (x)

Por otra parte, en el fenómeno fı́sico los extremos A y B desempeñan


entre sı́ el mismo papel, lo que exige soluciones simétricas respecto del pun-
to medio o de la mediatriz de AB. Cumplen estas simetrı́as los factores
trigonométricos (pues sen πn πn πn
l .(l − x) = sen(πn − l .x) = ±sen l .x), pero
µx
no el exponencial e . Pongamos, pues, µ = 0 y quedémonos, en definitiva,
con soluciones de la forma
aπn πn
z = sen( t + ϕn )sen( x) (4)
l l
formando con ellas una combinación lineal arbitraria, en forma de suma
o serie
X∞
aπn πn
z= Cn sen( t + ϕn )sen( x)
l l
n=1

(Hemos omitido el doble signo de ν que no da mayor generalidad a la


solución, pues debiendo ser el mismo valor de ν en ambos factores suponerse
positivo cambiando el signo en ambos si es preciso).

Los coeficientes Cn (amplitudes), ası́ como las fases ϕn de los términos de


esta serie trigonométrica, vendrán determinados por la configuración inicial
y por la velocidad inicial de la cuerda. Dada, por ejemplo, z = f (x) para
t = 0 y velocidad inicial zt′ nula, habrá de tenerse

X

πn X ∞
aπn πn
Cn senϕn sen( x) = f (x); (zt′ )0 = Cn cosϕn sen( x = 0
l l l
n=1 n=1

Esta última ecuación sólo puede verificarse idénticamente para cosϕn = 0


y, por tanto, senϕn = 1.

Bastará, pues, desarrollar en serie de Fourier en el intervalo −l, +l la


función f (x) prolongada con su simétrica respecto del origen A, función que
por ser impar, sólo dará términos en seno. Es decir, desarrollar

X

πn
f (x) = Cn sin x
l
n=1

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o su equivalente
lξ X ∞
f( )= Cn sin nξ
π
n=1
con ξ = πl x lo que dará
Z π
1 lξ
Cn = f( ) sin(nξ)dξ
π −π π

Estos valores Cn , sustituidos en la serie (4), dan la solución del problema.

4.3. Comparación entre la solución matemática y la solución


fı́sico-matemática
Conviene pertacarse bien de la diferencia esencial entre los dos méto-
dos seguidos. El método de d’Alembert opera sobre la solución más general,
que podrı́amos llamar matemática, con escasas enseñanzas en el orden fı́sico.

El método de Bernouilli consiste en seleccionar las soluciones partic-


ulares que mejor se adaptan al fenómeno fı́sico, el cual está ası́ presente
en todo el proceso deductivo. No es de extrañar, po tanto, que la solución
ası́ obtenida sea asimismo mucho más elocuente en consecuencias de orden
fı́sico.

Ası́, en la solución (4) se hallan prácticamente contenidas todas las leyes


de la acústica elemental. Esta solución nos dice que la vibración de la cuerda
se compone, en general, de una serie de vibraciones superpuestas:
aπ π
P rimera : C1 sin( t + ϕ1 ) sin x
l l
Tono fundamental
2aπ 2π
Segunda : C2 sin( t + ϕ2 ) sin x
l l
Primer armónico, frecuencia doble. Un nodo intermedio.
3aπ 3π
T ercera : C3 sin( t + ϕ3 ) sin x
l l
Segundo armónico, frecuencia triple. Dos nodos intermedios. Y ası́ sucesiva-
mente. (Ver figura 6)

La significación musical de estos armónicos, correspondientes a frecuen-


cias dobles, triples, cuádruples, ..., de la del tono fundamental, es la sigu-
iente: el primer armónico da la nota octava del tono fundamental; el segundo
armónico la quinta sobre esta octava, el tercero da la segunda octava, el cuar-
to da la tercera sobre esta octava, etc. De modo que si la nota fundamental

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Figura 6: Vibraciones de la cuerda

es el do2 , las resonancias de los armónicos dan la sucesión de notas musicales


que muestra la figura 7.

De ello se desprende la relación de frecuencias que caracterizan los in-


tervalos musicales puros:
2 3 4
octava = ; quinta = ; cuarta = ;
1 2 3
5 6 7
tercera mayor = ; tercera menor = ; segunda = .
4 5 6

Figura 7: Intervalos musicales

Es curioso observar finalmente que la solución de Bernouilli, pese a su sig-


nificación esencialmente fı́sica, tuvo una enorme trascendencia en el campo
de la matemática pura, pues fué la que sugirió la posibilidad de desarrol-
lar en serie trigonométrica una función arbitraria, incluso representable por
trozos de distintas rectas, como es, por ejemplo, la configuración inicial de
la cuerda simplemente pulsada en un punto.

La representación de dos funciones algebraicamente distintas por un mis-


mo algoritmo funcional se tenı́a por imposible en aquellos tiempos. Por ello

15
el famoso problema de la cuerda vibrante dió origen a una larga polémi-
ca entre d’Alembert, Euler, Bernouilli, Lagrange, ... Fué Fourier quien más
tarde, al estudiar por método análogo el fenómeno de la propagación cel
calor, dejó sentada categóricamente la posibilidad de tales desarrollos.

5. LA TEORIA ANALITICA DEL CALOR


Veamos primero la deducción de la ecuación diferencial, en base a prin-
cipios fı́sicos. Supongamos que tenemos una distribución de temperaturas
T = T (x, y, z, t), de clase C 2 (ℜ4 ). El gradiente, respecto a las variables es-
paciales, indica la dirección de máxima variación. La hoy llamada ley de
Fourier define el flujo de calor como K = −∇T , lo que es muy lógico,
teniendo en cuenta que el calor es una medida de la energı́a interna, pro-
porcional a la temperatura. Por tanto, el flujo de calor (cantidad neta de
calor transferida por unidad de tiempo) es natural que sea proporcional al
gradiente de la temperatura.

La energı́a por unidad de volumen es E = cρT , siendo c=calor especı́fico


y ρ = densidad. Para variaciones moderadas de la temperatura, podemos
considerar a c y ρ constantes. El flujo de energı́a es proporcional al flujo de
calor que se pierde J = KF, siendo K=conductividad térmica (que supon-
dremos constante).

La energı́a total contenida dentro del cuerpo Ω es


Z Z Z
E(x, y, z, t)dxdydz

. Según la ley de la conservación de la energı́a, la variación (disminución)


de la energı́a experimentada por el cuerpo tiene que ser igual al flujo que
atraviesa su frontera.

Variación de energı́a
Z Z Z
d
= E(x, y, z, t)dxdydz
dt Ω
Z Z Z Z Z
F lujo = J= divJ
∂Ω+ Ω
(por el teorema de Gauss).

Supongamos que E(x, y, z, t) es lo suficientemente regular para poder


introducir la derivada bajo el signo integral:
Z Z Z Z Z Z Z Z Z
d ∂
E(x, y, z, t)dxdydz = E(x, y, z, t)dxdydz = − divJ
dt Ω Ω ∂t Ω

16
Pasando todo al primer miembro:
Z Z Z
∂E
( + divJ)dxdydz = 0
Ω ∂t
Llamemos
∂E
H≡ + divJ
∂t
RRR
Entonces debe cumplirse Ω H = 0 para ∀Ω. De aquı́ se deduce que
H ≡ 0, o sea, ∂t + divJ = 0. Como ∂E
∂E ∂T
∂t = cρ ∂t y divJ = div(KF) =
KdivF = Kdiv(−∇T ) = −K∆T . Resulta, pues, ∂T K K
∂t = cρ ∆T , siendo ∂t = cρ
la difusividad, que, en las unidades adecuadas, podemos considerar igual a 1.

Resulta finalmente la ecuación del calor :

∂T ∂2T ∂2T ∂2T


= + +
∂t ∂x2 ∂y 2 ∂z 2
Fourier no sólo dedujo la ecuación del calor, sino que estableció un pro-
grama sistemático de resolución de Ecuaciones en Derivadas Parciales: el
método de separación de variables, también llamado hoy método de Fourier.
Vamos a resolver esta ecuación, siguiendo este método, pero para ello nece-
sitamos condiciones iniciales y de contorno.

Condiciones iniciales: para t = 0, tenemos T (x, y, z, 0) = Φ(x, y, z).


Condiciones de contorno: conciernen a la frontera de ω y hay dos posibili-
dades clásicas:

1. Condición de Dirichlet: T=0 en la frontera de Ω para todo t (como si


rodeáramos el cuerpo con hielo).

2. Condición de Neumann: el cuerpo se considera totalmente aislado del


exterior, de forma que no hay transferencia de calor.

Resolvamos la ecuación del calor pero en dimensión 1; o sea, suponemos


que el cuerpo a considerar es una varilla de longitud L, con la condición de
Dirichlet.
2
La ecuación ahora es ∂u ∂ u
∂t = ∂x2 , con x ∈ (0, L) y t < 0. (Hemos llamado
u(x, t) a la función de distribución de la temperatura). Para t = 0 se tiene
u(x, 0) = Φ(x) y u(0, t) = u(L, t) para todo t.

Aplicamos separación de variables; o sea, conjeturamos que la solución


pueda ser de la forma: u(x, t) = X(x)T (t). Si ası́ fuera, tendrı́amos:

∂u ∂2u
= XT ′ ; = X ′′ T
∂t ∂x2

17
y la ecuación de ondas será:

T′ X ′′
XT ′ = X ′′ T ;
=
T X
esta igualdad debe cumplirse para ∀t y ∀x; por tanto, la proporción debe
ser constante:
T′ X ′′
= =λ∈ℜ
T X
Resolvamos X ′′ −λX = 0. Su ecuación caracterı́stica es: r2 −λ = 0. Teniendo
en cuenta las condiciones de contorno, sólo hay√ solución para√ el caso de
λ < 0, en cuyo caso tenemos X(x) = A cos( −λx) + B sin( −λx). Los
valores de A y B se hallan por medio de las condiciones: De X(0) = 0
obtenemos A=0. De X(L) = 0 obtenemos 0 = B sin(µL). (Hemos llamado
µ = −λ). Para que haya solución distinta de cero, debe cumplirse: sin(µL) =
0 =⇒ µL = kπ(k ∈ N); o sea, hay infinitas soluciones (una para cada valor
de k). Llamemos

Xk (x) = Bk sin( x)
L

Si llamamos λk = −µ2k = −( kπ 2
L ) , vemos que no hay solución para todo
valor de λ, sino sólo para esos, que son los autovalores asociados al problema.

Ahora, para cada k, resolvemos T ′ = λk Tk , de donde resulta que Tk (t) =


Ck exp λk t.

La solución buscada es:


kπ 2 kπ
uk (x, t) = Xk (x)Tk (t) = Dk exp −( ) t sin( x)
L L
(donde Dk = Bk Ck ). Estas son todas las soluciones particulares de la
∂2u
ecuación lineal ∂u
∂t − ∂x2 = 0, por lo que cualquier combinación lineal finita
de ellas también será solución. Sin embargo, Fourier va más allá y afirma,
sin preocuparse demasiado de los posibles problemas de convergencia, que
también la siguiente serie es solución de la ecuación del calor:

X

kπ 2 kπ
u(x, t) = Dk exp(−( ) t) sin( x)
L L
k=1

Y, para que esto sea ası́, necesita que se satisfaga la condición inicial u(x, 0) =
Φ(x); por lo tanto, necesita poder desarrollar la función Φ(x) en la forma:

X


Φ(x) = u(x, 0) = Dk sin( x)
L
k=1

18
Necesitamos, pues, calcular los coeficientes Dk . Para ello, multiplicamos por
sin( jπ
L x) e integramos:
Z L Z LX

jπ kπ jπ
Φ(x) sin( x)dx = Dk sin( x) sin( x)dx =
0 L 0 L L
k=1

X
∞ Z L Z L
kπ jπ jπ L
Dk sin( x) sin( )xdx = Dj sin2 ( x) = Dj
0 L L 0 L 2
k=1
Por tanto, los coeficientes se calculan mediante la fórmula:
Z
2 L kπ
Dk = Φ(x) sin( x)dx
L 0 L
Este es el punto controvertido del trabajo de Fourier y la razón por la que
Lagrange, Laplace y Legendre no van a aceptar el razonamiento de Fouri-
er sin más. Sin embargo, el paso del tiempo y los trabajos posteriores de
Dirichlet y Riemann sobre las condiciones para que una serie de Fourier
sea convergente, acabaron por dar al análisis de Fourier la importancia que
realmente tiene.

6. ESTUDIOS POSTERIORES
Para muchos matemáticos de la época, el hecho de que gráficos arbitrar-
ios pudiesen ser representados mediante una serie trigonométrica y debı́an
considerarse, en consecuencia, como una función legı́tima, fué una auténtica
sorpresa y también lo fué el comprobar que Fourier tenı́a razón.

Faltaba todavı́a mucho tiempo para que estas nociones estuviesen claras,
y no es accidental que la definición de función hoy universalmente aceptada
fuera enunciada en 1837 por Dirichlet en un trabajo relativo a las series de
Fourier. Incluso la definición clásica de la integral definida debida a Riemann
fué dada por primera vez en su trabajo fundamental de 1854 sobre las series
de Fourier.

En realidad, muchos de los descubrimientos matemáticos más impor-


tantes del siglo XIX están ı́ntimamente ligados a la teorı́a de las series de
Fourier, y sus aplicaciones en la fı́sica y en la ingenierı́a no le van a la zaga.

Dirichlet dió el primer conjunto de condiciones suficientes para que la


serie de Fourier converja. La demostración dada por Dirichlet es un refi-
namiento de la que bosquejó Fourier al final de su libro.

Teorema 1 (Dirichlet) Sea f (x) definida y acotada en −π ≤ x < π, con


sólo un número finito de discontinuidades y un número finito de máximos y

19
mı́nimos en ese intervalo. Definamos f (x), para otros valores de x, por la
condición de periodicidada f (x + 2π) = f (x). Entonces la serie de Fourier
de f (x) converge a 21 (f (x− + f (x+ ) en todo punto x y, por tanto, converge
a f (x) en todo punto de continuidad de la función. Ası́ pues, si se redefine
en todo punto de discontinuidad el valor de la función como el promedio de
sus lı́mites laterales en él,
1
f (x) = (f (x− + f (x+ )
2
la serie de Fourier representa a la función en todo punto.

Las condiciones impuestas en este teorema sobre f (x) se llaman condi-


ciones de Dirichlet, en su honor. Se puede establecer la misma conclusión
sobre la hipótesis de la diferenciabilidad a trozos, que es suficientemente
débil para cubrir casi todas las aplicaciones.

La situación general es que la continuidad de una función no es suficiente


para la convergencia de su serie de Fourier, pero tampoco es necesaria.3 . O
sea, es perfectamente posible que una función discontinua sea representable
por su serie de Fourier en todo punto, siempre que sus discontinuidades sean
lo bastante débiles y que se comporte relativamente bien entre sus puntos
de discontinuidad.

Riemann demostró el teorema fundamental de que si f(x) es acotada a in-


tegrable en [−π, π], entonces los coeficientas de Fourier se acercan a 0 cuando
n tiende a infinito. El teorema también demostraba que la convergencia de
la serie en un punto del intervalo anterior sólo depende del comportamiento
de f (x) en la vecindad de ese punto. También demuestra que una f (x) dada
puede ser integrable y, sin embargo, no ser representable en serie de Fourier.

La naturaleza de la convergencia de las series de Fourier recibió mayor


atención después de la introducción del concepto de convergencia uniforme
por Stokes y Seidel. Heine hizo notar que la demostracin usual de que una
f (x) acotada está representada unı́vocamente en [−π, π] por una serie de
Fourier es incompleta porque la serie puede no ser uniformemente conver-
gente y ası́ no puede integrarse término a término. Esto sugirió que, sin
embargo, pueden existir series trigonométricas no uniformemente conver-
gentes que sı́ representasen una función. Estos problemas dieron origen a
una nueva serie de investigaciones que buscaban establecer la unicidad de
la representación de una función mediante una serie trigonométrica, y si los
coeficientes son necesariamente los coeficientes de Fourier.

3
Hallar condiciones necesarias y suficientes a la vez constituye uno de los problemas
más importantes sin resolver en las matemáticas hasta hoy

20
Heine demostró, que una serie de Fourier que representa una función
acotada que satisface las condiciones de Dirichlet es uniformemente conver-
gente en las partes del intervalo [−π, π] que quedan cuando se eliminan del
intervalo entornos arbitrariamente pequeños de los puntos de discontinuidad
de la función. En estos entornos la convergencia es necesariamente uniforme.
Heine demostró después que si la convergencia uniforme se cumple para una
serie trigonométrica que representa a una función entonces la serie es única.

Los problemas asociados con la unicidad de las series trigonomtricas y


las de Fourier atrajeron a Georg Cantor, quien estudió el trabajo de Heine.
Demostró que cuando f (x) se representa por una serie trigonométrica con-
vergente para toda x, no existe otra serie trigonométrica de la misma forma
que converja y represente la misma función f (x).

Durante aproximadamente cincuenta años después del trabajo de Dirich-


let se creyó que la serie de Fourier de cualquier función continua en [−π, π]
converge a la función. Pero Du Bois Reymond dió un ejemplo de una función
continua en [−π, π] cuya serie de Fourier no converge en un punto particular.

La integral de Lebesgue resulta especialmente útil en la teorı́a de se-


ries de Fourier, a la que Lebesgue mismo hizo importantes contribuciones.
Lebesgue demuestra que si f es una función acotada representada por una
serie trigonométrica entonces los an y bn son los coeficientes de Fourier. En
1905 dió Lebesgue una nueva condición suficiente para la convergencia de la
serie de Fourier a la función f (x) que incluı́a todas las condiciones conoci-
das previamente. Lebesgue demostró también que la posibilidad de integrar
término a término una serie de Fourier no depende de la convergencia uni-
forme de la serie a la función f (x) misma. Parseval, Fatou y otros también
contribuyeron al desarrollo de la teorı́a.

7. APLICACIONES
Hacia el final de su vida Fourier recibió parte del reconocimiento que
merecı́a, pero el tributo más significativo que se le pudo haber hecho ha sido
el enorme impacto que ha tenido su trabajo en muchas disciplinas dentro
de los campos de las matemáticas, la ciencia y la ingenierı́a. La teorı́a de la
integración, la topologı́a de los conjuntos de puntos y las expansiones de las
funciones propias son sólo unos cuantos ejemplos de los temas matemáticos
que tienen sus raı́ces en el análisis de las series e integrales de Fourier.

Además de los estudios originales sobre vibraciones y difusión del calor,


hay numerosos problemas de la ciencia y la ingenierı́a en los cuales las señales
senoidales, y por consiguiente las series y transformadas de Fourier, juegan

21
un importante papel. Por ejemplo, las señales senoidales surgen de man-
era natural al describir el movimiento de los planetas y el comportamiento
periódico del clima de la Tierra. Las fuentes de corriente alterna generan
voltajes y corrientes senoidales y las herramientas del análisis de Fourier
nos habilitan para analizar la respuesta de un sistema LTI (Linear Time In-
variant), como un circuito, a esas entradas senoidales. También las olas en el
océano consisten en la combinación lineal de ondas senoidales con diferentes
periodos espaciales o longitudes de onda. Asimismo, las señales transmiti-
das por las estaciones de radio y televisión son de naturaleza senoidal, y la
variedad de aplicaciones en las cuales surgen las señales senoidales, y en las
cuales las herramientas del análisis de Fourier son útiles, se extienden mucho
más allá de estos pocos ejemplos.

Mientras que muchas de las aplicaciones planteadas en el párrafo ante-


rior, ası́ como el trabajo original de Fourier y sus contemporáneos acerca
de problemas de fı́sica matemática, se concentran en fenómenos continuos,
las herramientas del análisis de Fourier para señales y sistemas discretos
tienen sus propias raı́ces históricas distintivas y un conjunto igualmente ri-
co de aplicaciones. En particular, los conceptos y métodos discretos son
fundamentales para la disciplina del análisis numérico. Las fórmulas para
el procesamiento de conjuntos discretos de datos que produzcan aproxima-
ciones numéricas para la interpolación, la integración y la diferenciación,
habı́an sido investigadas desde la época de Newton, allá por el siglo XVII.
Además, el problema de predecir el movimiento de un cuerpo celeste, dada
una secuencia de observaciones del mismo, estimuló a eminentes cientı́ficos
y matemáticos de los siglos XVIII y XIX, incluyendo a Gauss, a investigar
las series de tiempo armónicas, lo cual proporcionó un entorno dentro del
cual se realizó mucho del trabajo inicial sobre señales y sistemas discretos.

A mediados de los años sesenta se introdujo un algoritmo, conocido en


la actualidad como la transformada rápida de Fourier o FFT (por sus si-
glas en inglés), el cual fué descubierto independientemente por Cooley y
Tukey en 1965. Este algoritmo también tiene una larga historia y puede, de
hecho, encontrarse en las notas de Gauss.4 Lo que hizo tan importante a
este moderno descubrimiento fue el hecho de que la FFT demostró adap-
tarse perfectamente a la ejecución digital eficiente, lo cual redujo el tiempo
requerido para calcular las transformadas en varios órdenes de magnitud.
Con esta herramienta, muchas ideas interesantes, pero anteriormente poco
prácticas, en las que se utilizaban las series y transformadas discretas de
Fourier, repentinamente fueron practicables, y el desarrollo de las técnicas
de análisis de señales y sistemas discretos avanzaron a un ritmo acelerado.
4
M. T. Heideman, D. H. Johnson y C. S. Burrus, ”‘Gauss and the History of the Fast
Fourier Transform”’. The IEEE ASSP Magazine I (1984), pp. 14-21.

22
Lo que ha surgido de esta larga historia es un marco de referencia
poderoso y coherente para el análisis de señales y sistemas continuos y dis-
cretos, ası́ como un conjunto extraordinariamente amplio de aplicaciones
existentes y potenciales.

7.1. Filtrado
En una amplia variedad de aplicaciones, resulta de interés cambiar las
amplitudes relativas de las componentes de frecuencia en una señal, o quizás
eliminar por completo algunas componentes de frecuencia, proceso conoci-
do como filtrado. Los sistemas lineales invariantes en el tiempo (LTI) que
cambian la forma del espectro se conocen como filtros conformadores de
frecuencia. Los sistemas diseñados para dejar pasar algunas frecuencias es-
encialmente no distorsionadas y atenuar de manera significativa o eliminar
por completo otras se conocen como filtros selectivos en frecuencia. Los co-
eficientes de la serie de Fourier de la salida de un sistema LTI son aquellos
de la entrada multiplicados por la respuesta en frecuencia del sistema. En
consecuencia, el filtrado se puede realizar en forma conveniente mediante el
uso de un sistema LTI, con una respuesta en frecuencia seleccionada ade-
cuadamente, y los métodos en el dominio de la frecuencia, que proporcionan
las herramientas ideales para examinar esta clase tan importante de aplica-
ciones.

7.1.1. Filtros conformadores de frecuencia


Una aplicación tı́pica de este tipo de filtros se encuentra en los sistemas de
audio. Los filtros LTI se incluyen comúnmente en esos sistemas para permi-
tir al oyente modificar las cantidades relativas de energı́a de baja frecuencia
(graves) y energı́a de alta frecuencia (agudos). Estos filtros corresponden a
los sistemas LTI cuya respuesta en frecuencia se puede cambiar manejan-
do los controles de tono. Asimismo, un sistema de audio de alta fidelidad,
llamado filtro ecualizador, se incluye a menudo en el preamplificador para
compensar las caracterı́sticas de respuesta en frecuencia de los altavoces. En
conjunto, a estas etapas de filtrado en cascada se les conoce como circuitos
ecualizadores para el sistema de audio. (La figura 8 muestra la respuesta en
frecuencia de un ecualizador de audio; es tı́pico realzar la respuesta en altas
y bajas frecuencias para compensar la de los altavoces).

Otra clase de filtros conformadores de frecuencia encontrados a menudo


son aquellos en los cuales la salida del filtro es la derivada de la entrada
al filtro, es decir, y(t) = dx(t)
dt . Con una x(t) de la forma x(t) = e
jwt , y(t)
jwt
será y(t) = jwe , a partir de lo cual se concluye que la respuesta en

23
Figura 8: Ecualizador de audio

frecuencia es
H(jw) = jw
Las caracterı́sticas de la respuesta en frecuencia de un filtro diferenciador
se muestran en la figura 9.

Figura 9: Filtro diferenciador

Un propósito para el cual se usan con frecuencia los filtros diferenciadores


es para resaltar los bordes en el procesamiento de imágenes. Una imagen en
blanco y negro se puede considerar como una señal x(t1 , t2 ) continua de dos
dimensiones, donde t1 y t2 son las coordenadas horizontal y vertical respec-
tivamente, y x(t1 , t2 ) es la brillantez de la imagen. Si la imagen se repite
periódicamente en las direcciones horizontal y vertical, entonces se puede
representar mediante una serie bidimensional de Fourier, que consiste en
sumas de productos de las exponenciales complejas ejw1 t1 y ejw2 t2 , que os-

24
cilan a frecuencias posiblemente diferentes en cada una de las dos direcciones
de las coordenadas. Las variaciones lentas de brillantez en una dirección par-
ticular se representan mediante las frecuencias armónicas más bajas en esa
dirección. Por ejemplo, consideremos el borde correspondiente a una transi-
ción abrupta en brillantez que se presenta verticalmente en una imagen. Ya
que la brillantez es constante o varı́a lentamente a lo largo del borde, el con-
tenido de frecuencia del borde en la dirección vertical está concentrado en
las frecuencias bajas. En contraste, debido a que hay una variación abrupta
de la brillantez a través del borde, el contenido de frecuencia del borde en
la dirección horizontal se concentra en las frecuencias más altas. Puesto que
derivada en los bordes de una imagen es mayor que en regiones donde la
brillantez varı́a lentamente con la distancia, el efecto del filtro consiste en
resaltar los bordes. La figura 10 muestra una imagen original y el resultado
del su procesamiento con este tipo de filtro.

Figura 10: Procesamiento de imagen por filtro diferenciador

25
8. PROLOGO DE THEORIE ANALYTIQUE DE
LA CHALEUR
Por su interés, me ha parecido pertinente traducir el Prólogo del libro
Théorie Analytique de la Chaleur, ya que, a través de él, podemos apreciar
las ideas fundamentales de Fourier sobre la generalidad de las leyes del uni-
verso, el calor y el papel que el análisis matemático juega en su comprensión
y, sobre todo, cómo la Naturaleza misma nos marca un camino claro para
guiar la investigación matemática.5 (Las dos figuras últimas reproducen la
portada original de 1822 y la primera página del prólogo).

“Las causas primordiales no nos son conocidas; pero están sometidas a


leyes simples y constantes, que se pueden descubrir por la observación, y
cuyo estudio es el objeto de la filosofı́a natural.

El calor penetra, como la gravedad, todas las sustancias del universo,


sus rayos ocupan todas las partes del espacio. El objetivo de nuestra obra
es exponer las leyes matemáticas que sigue este elemento. Esta teorı́a con-
stituirá en adelante una de las ramas más importantes de la fı́sica general.

Los conocimientos que los pueblos más antiguos habı́an podido adquirir
sobre mecánica racional no nos han llegado, y la historia de esta ciencia, si se
excluyen los primeros teoremas acerca de la armonı́a, no va más allá de los
descubrimientos de Arquı́medes. Este gran geómetra explicó los principios
matemáticos del equilibrio de los sólidos y de los fluidos. Pasaron alrede-
dor de dieciocho siglos antes de que Galileo, primer inventor de las teorı́as
dinámicas, descubriera las leyes del movimiento de los cuerpos gravitato-
rios. Newton abarcó con esta nueva ciencia todo el sistema del universo. Los
sucesores de estos filósofos dieron a estas teorı́as una amplitud y una perfec-
ción admirables; ellos nos enseñaron que los fenómenos más diversos están
sometidos a un reducido nmero de leyes fundamentales, que se reproducen
en todos los actos de la naturaleza. Se ha reconocido que los mismos princi-
pios regulan todos los movimientos de los astros, su forma, las desigualdades
de sus cursos, el equilibrio y las oscilaciones de los mares, las vibraciones
armónicas del aire y los cuerpos sonoros, la transmisión de la luz, las acciones
capilares, las ondulaciones de los lı́quidos, en fin los efectos más complejos de
todas las fuerzas naturales, y se ha confirmado este pensamiento de Newton:
Quod tam paucis tam multa proestet geometria gloriatur.
5
L’étude approfondie de la nature est la source la plus féconde des découvertes
mathématiques. Non-seulement cette étude, en offrant aux recherches un but déterminé, a
l’avantage d’exclure les questions vagues et les calculs sans issue; elle est encore un moyen
assuré de former l’analyse elle-même, et d’en découvrir les éléments qu’il nous importe le
plus de connaı̂tre, et que cette science doit toujours conserver : ces éléments fondamentaux
sont ceux qui se reproduisent dans tous les effets naturels. Pag. XIII

26
Pero cualquiera que sea el alcance de las teorı́as mecánicas, ellas no
se aplican a los efectos del calor. Estos comprenden un orden especial de
fenómenos que no pueden explicarse por los principios del movimiento y el
equilibrio. Se posee mucho tiempo después desde instrumentos ingeniosos,
susceptibles de medir varios de estos efectos; se recogieron observaciones pre-
ciosas; pero no se conocen más que resultados parciales, y no la demostracin
matemtica de las leyes que los incluyen todos.

Deduje estas leyes de un largo estudio y de la comparación atenta de los


hechos conocidos hasta la fecha; los observé todos de nuevo en el curso de
varios años, con los instrumentos más precisos de los que se haya hecho uso.

Para fundar esta teorı́a, era en primer lugar necesario distinguir y definir
con precisión las propiedades elementales que determinan la acción del calor.
He reconocido a continuación que todos los fenómenos que dependen de esta
acción, se resuelven con un número muy pequeño de hechos generales y sim-
ples; y as toda la cuestión fı́sica de este tipo se reduce a una investigación
de análisis matemático. He concluido que para determinar los movimientos
más variados del calor, basta con someter cada sustancia a tres observaciones
fundamentales. En efecto, los diferentes cuerpos no poseen en el mismo gra-
do la facultad de contener el calor, de recibirlo, o de transmitirlo a través de
su superficie, y de conducirlo en el interior de su masa. Son tres cualidades
especfı́cas que nuestra teorı́a distingue claramente, y que aprende a medir.

Es fácil juzgar cuantas de estas investigaciones interesan a las ciencias


fı́sicas y a la economı́a civil, y cuales pueden tener su influencia sobre los
progresos de las artes que exigen el empleo y la distribucin del fuego. Tienen
también una relación necesaria con el sistema del mundo, y se conocen estos
informes, si se consideran los grandes fenómenos que ocurren cerca de la
superficie del globo terrestre.

En efecto, el rayo del sol en el cual este planeta está incesantemente


sumergido, penetra el aire, la tierra y las aguas; sus elementos se dividen,
cambian de direcciones en todos los sentidos, y penetrando en la masa del
globo, elevarı́an cada vez más la temperatura media, si este calor añadido
no fuera compensado exactamente con el que se escapa en rayos desde todos
los puntos de la superficie, y se repone a los cielos.

Los distintos climas, desigualmente expuestos a la acción del calor solar,


han adquirido después de un tiempo inmenso temperaturas en consonancia
con su situación. Este efecto está modificado por varias causas accesorias,
tales como la elevación y la forma del suelo, la vecindad y la extensión de
los continentes y mares, el estado de la superficie, la dirección de los vientos.

27
La intermitencia de los dı́as y las noches, las alternativas de las esta-
ciones causan, en la tierra sólida, variaciones periódicas que se renuevan
cada dı́a o cada año; pero estos cambios son tanto menos sensibles, cuando
el punto donde se los mide es más distante de la superficie. No se puede
observar ninguna variación diurna a la profundidad de cerca de tres metros;
y las variaciones anuales dejan de ser apreciables a una profundidad mucho
menor de 60 metros. La temperatura de los sitios profundos es pues sensi-
blemente fija, en un lugar dado; pero no es la misma para todos los puntos
de un mismo paralelo; en general, se eleva cuando se acerca al ecuador.

El calor que el sol ha comunicado al globo terrestre, y que ha producido


la diversidad de los climas, está sometido ahora a un movimiento que se
ha vuelto uniforme. Penetra en el interior de la masa que penetra al toda
entera, y al mismo tiempo se aleja del plano del ecuador, y va a perderse en
el espacio a través de las regiones polares.

En las altas regiones de la atmósfera, el aire muy enrarecido y diáfano no


retiene más que una escasa parte del calor de los rayos solares; es la causa
principal del frı́o excesivo de los lugares elevados. Las capas inferiores, más
densas y más recalentadas por la tierra y las aguas, se dilatan, y se elevan;
se enfrı́an por el mismo efecto de la dilatación. Los grandes movimientos del
aire, como los vientos alisios que soplan entre los trópicos, no vienen deter-
minados por las fuerzas atractivas de la luna y el sol. La acción de estos
astros no produce sobre un fluido tan raro, a una tan gran distancia, más
que oscilaciones muy poco sensibles. Son los cambios de las temperaturas
que desplazan periódicamente todas las partes de la atmósfera.

Las aguas del Océano están diferentemente expuestas por su superficie


a los rayos del sol; y el fondo que las contiene se recalienta muy desigual-
mente, desde los polos hasta el ecuador. Estas dos causas, siempre presentes,
y combinadas con la gravedad y la fuerza centrı́fuga, sostienen movimientos
inmensos en el interior de los mares. Desplazan y mezclan todas las partes,
y producen estas corrientes regulares y generales que los navegantes han
observado.

El calor radiante que se escapa de la superficie de todos los cuerpos, y


cruza los medios elásticos, o los espacios vacı́os de aire, tiene leyes especiales,
y contribuye a los fenómenos más variados. Se conocı́a ya la explicación fı́sica
de varios de estos hechos; la teorı́a matemática que he desarrollado da la me-
dida exacta. Consiste de alguna manera en un segundo catóptrico que tiene
sus propios teoremas, y sirve para determinar mediante el cálculo todos los
efectos del calor directo o reflejado.

28
Esta enumeración de los objetos principales de la teorı́a, da a conocer
bastante la naturaleza de las cuestiones que me he propuesto. ¿Cuáles son
estas cualidades elementales que en cada sustancia es necesario observar, y
qué experiencias son las más apropiadas para determinarlas exactamente?.
Si leyes constantes regulan la distribución del calor en la materia sólida,
¿cuál es la expresión matemática de estas leyes? ¿y por qué análisis se puede
deducir de esta expresión la solución completa de las cuestiones principales?.

¿Por qué las temperaturas terrestres cesan de ser variables a una profun-
didad tan pequeña con relación al radio del globo?. Cada desigualdad del
movimiento de este planeta teniendo que causar debajo de superficie una
oscilación del calor solar, ¿qué relación hay entre la duración del perı́odo y
la profundidad donde las temperaturas llegan a ser constantes?.

¿Qué tiempo tuvo que pasar de modo que los climas pudieran adquirir
las diversas temperaturas que hoy conservan; ¿y qué causas pueden ahora
variar su calor medio?. ¿Por qué los únicos cambios anuales de la distancia
del sol a la tierra, no causan en la superficie de este planeta cambios muy-
considerables en las temperaturas?.

¿Con qué carácter se podrı́a reconocer que el globo terrestre no per-


dió enteramente su calor de origen; ¿y cuales son las leyes exactas de la
pérdida?.

Si este calor fundamental no se ha disipado totalmente, como indican


varias observaciones, puede ser inmenso a grandes profundidades, y sin em-
bargo no tiene hoy ningún efecto apreciable en la temperatura media de los
climas. Los efectos que se han observado son debidos a la acción de los rayos
solares. Pero independientemente de estas dos fuentes de calor, una funda-
mental y primitiva, propia del globo terrestre, la otra debida a la presencia
del sol, ¿no hay una causa más universal, que determina la temperatura
del cielo., en la parte de espacio que ocupa ahora el sistema solar?. Puesto
que los hechos observados hacen necesaria a esta causa, ¿cuáles son en esta
cuestión enteramente las consecuencias de una teorı́a exacta? ¿cómo se po-
drá determinar este valor constante de la temperatura del espacio, y deducir
de ella lo que conviene a cada planeta?.

Es necesario agregar a estas preguntas las que dependan de las carac-


terı́sticas del calor radiante. Se sabe muy bien la causa fı́sica de la reflexión
del frı́o, es decir de la reflexión de un calor menor; ¿pero cuál es la expresión
matemática de este efecto?.

De qué principios generales dependen las temperaturas atmosféricas, ya


sea que el termómetro que las mide reciba inmediatamente los rayos del

29
sol, sobre una superficie metálica o deslustrada, sea que este instrumento
sigue expuesto, durante la noche, bajo un cielo exento de nubes, al contacto
del aire, a la radiacin de los cuerpos terrestres, y a la de las partes de la
atmósfera más distantes y más frı́as.

La intensidad de los rayos que se escapan de un punto de la superficie


de los cuerpos calentados varı́a con su inclinación según una ley indicada
por la experiencia, ¿no hay una relación matemática necesaria entre esta ley
y el hecho general del equilibrio del calor; y cuál es la causa fı́sica de esta
desigual intensidad?.

Por último, cuando el calor penetra las masas fluidas, y allı́ determina
movimientos interiores, por los cambios continuos de temperatura y densi-
dad de cada molécula, ¿se puede todavı́a expresar, por medio de ecuaciones
diferenciales, las leyes de un efecto tan complicado; y qué cambio resulta en
las ecuaciones generales de la hidrodinámica?.

Tales son las preguntas principales que tengo solucionadas, y que no aún
no se habı́an planteado al cálculo. Si se consideran las relaciones multipli-
cadas de esta teora matemtica con los usos civiles y las artes técnicas, se
reconocerá todo el alcance de sus aplicaciones. Es evidente que incluye una
serie entera de fenómenos distintos, y que no se podrı́a omitir el estudio, sin
restar una parte notable de la ciencia de la naturaleza.

Los principios de esta teorı́a se deducen, como los de la mecánica racional,


de un número muy pequeño de hechos primordiales, los cuales los geómetras
no consideran la causa, sino que los admiten como resultantes de las obser-
vaciones comunes y confirmados por todas las experiencias.

Las ecuaciones diferenciales de la propagación del calor expresan las


condiciones más generales, y traen las cuestiones fı́sicas a problemas de
análisis puro, lo que es propiamente el objeto de la teorı́a. No están menos
rigurosamente demuestradas que las ecuaciones generales del equilibrio y
del movimiento. Es para hacer esta comparación más sensible, que siempre
hemos preferido demostraciones similares a las de los teoremas que sirven
de fundamento a la estática y a la dinámica. Estas ecuaciones subsisten
aún, pero reciben una diferente forma, si expresan la distribución del calor
luminoso en los cuerpos diáfanos, o los movimientos que los cambios de
temperatura y densidad causan en el interior de los fluidos. Los coeficientes
que contienen están sujetos a variaciones cuya medida exacta todavı́a no se
conoce; pero en todas las cuestiones naturales que más nos importa consid-
erar, los lı́mites de las temperaturas son bastante poco diferentes, como para
que se puedan omitir estas variaciones de los coeficientes.

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Las ecuaciones del movimiento del calor, como las que expresan las vi-
braciones de los cuerpos sonoros, o las últimas oscilaciones de los lı́quidos,
pertenecen a una de las ramas de la ciencia del cálculo más recientemente
descubiertas, y que importaba mucho perfeccionar. Despus de haber estable-
cido estas ecuaciones diferenciales, era necesario obtener las integrales; lo que
consiste en pasar de una expresión común, a una solución propia sometida
a todas las condiciones dadas. Esta difı́l investigación exigı́a un análisis es-
pecial, fundado sobre nuevos teoremas de los que no podrı́amos aquı́ dar
a conocer el objetivo. El método que se ha derivado no deja nada de va-
go e indeterminado en las soluciones; las lleva hasta las últimas aplicaciones
numéricas, condición necesaria de toda investigación, y sin la cual se llegarı́a
a transformaciones inútiles.

Estos mismos teoremas que nos permitieron conocer las integrales de las
ecuaciones del movimiento del calor, se aplican inmediatamente a cuestiones
de análisis general y de la dinámica, cuya solución se deseaba desde hacı́a
mucho tiempo.

El estudio profundo de la naturaleza es la fuente más fértil de los des-


cubrimientos matemáticos. No solamente este estudio, al ofrecer a las inves-
tigaciones un objetivo determinado, tiene la ventaja de excluir las cuestiones
vagas y los cálculos sin salida; es incluso un medio seguro para desallorrar el
propio análisis, y descubrir los elementos que más nos importa más conocer,
y que esta ciencia debe siempre conservar: estos elementos fondamentales
son los que ocurren en todos los efectos naturales.

Se ve, por ejemplo, que una misma expresión, de la cual los geómetras
habı́an considerado las propiedades abstractas, y que bajo esta consideración
pertenece al análisis general, representa también el movimiento de la luz en
la atmósfera, que determina las leyes de la difusión del calor en la materia
sólida, y que entra en todas los temas principales de la teorı́a de las proba-
bilidades.

Las ecuaciones analı́ticas, ignoradas por los antiguos geómetras, que


Descartes introdujo el primero en el estudio de las curvas y superficies, no
están limitadas a las propiedades de las figuras, y a las que son el objeto
de la mecánica racional; se extienden a todos los fenómenos generales. No
se puede tener lenguaje más universal y más simple, más libre de errores y
oscuridades, es decir, más digno de expresar las relaciones invariables de los
seres naturales.

Considerado bajo este punto de vista, el análisis matemático es tan am-


plio como la propia naturaleza; define todas las relaciones sensibles, mide
los tiempos, los espacios, las fuerzas, las temperaturas; esta difı́cil ciencia se

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forma con lentitud, pero conserva todos los principios que una vez adquirió;
aumenta y se consolida sin cesar en medio de tantas variaciones y errores
del espı́ritu humano.

Su atributo principal es el claridad; no tiene sı́mbolos para expresar los


conceptos confusos. Acerca los fenómenos más diversos, y descubre las ana-
logı́as secretas que los unen. Si la materia se nos escapa como el aire y
la luz por ser extremadamente tenues, si los cuerpos están situados lejos
de nosotros, en la inmensidad del espacio, si el hombre quiere conocer el
espectáculo de los cielos durante épocas sucesivas separadas por un gran
número de siglos, si las acciones de la gravedad y del calor se ejercen en
el interior del globo sólido a profundidades que siempre serán inaccesibles,
el análisis matemático puede aún entender las leyes de estos fenómenos. El
nos los vuelve presentes y medibles, y parece ser una facultad de la razón
humana destinada a compensar la brevedad de la vida y la imperfección de
los sentidos; y lo que es más notable todavı́a, sigue ei mismo camino en el
estudio de todos los fenómenos; los interpreta con el mismo lenguaje, como
para certificar la unidad y la simplicidad del plan del universo, y poner aún
más de manifiesto este orden inmutable que preside todas las causas natu-
rales.

Las cuestiones de la teorı́a del calor ofrecen tantos ejemplos de estas


disposiciones simples y constantes que nacen de las leyes generales de la
naturaleza; y si el orden que se ha establecido en estos fenómenos podı́a ser
escogido por nuestros sentidos, nos causarı́an una impresión comparable a
las de las resonancias armónicas.

Las formas de los cuerpos varı́an ad infinitum; la distribución del calor


que los penetra puede ser arbitraria y confusa; pero todas las desigualdades
se borran rpidamente y desaparecen a medida que el tiempo pasa. La marcha
del fenmeno convertida en más regular y más simple, permanece finalmente
sometida a una ley determinada que es la misma para todos los casos, y que
no lleva ya ninguna impronta sensible de la disposición inicial.

Todas las observaciones confirman estas consecuencias. El análisis del


que derivan separa claramente y expresa, 1 las condiciones generales, es de-
cir, e las que resultan de las propiedades naturales del calor; 2 el efecto
accidental, pero influyente, de la forma o del estado de las superficies; 3 el
efecto no duradero de la distribución primitiva.

Hemos demostrado en esta obra todos los principios de la teorı́a del calor,
y resuelto todas las cuestiones fundamentales. Se habrı́a podido exponerlos
bajo una forma más sucinta, omitir los temas simples, y presentar ensegui-
da las consecuencias más generales; pero se ha querido mostrar el origen

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mismo de la teorı́a y sus progresos sucesivos. Cuando este conocimiento es
adquirido, y los principios enteramente establecidos, es preferible emplear
inmediatamente los métodos analı́ticos más amplios, como lo hicimos en las
investigaciones posteriores. Es tambin el camino que seguiremos en adelante
en las memorias que se adjuntarán a esta obra, y que forman hasta cierto
punto el complemento, y ası́ habremos reconciliado, tanto como puede de-
pender de nosotros, el desarrollo necesario de los principios con la precisión
que conviene a las aplicaciones del análisis.

Estas memorias tendrán por objeto la teorı́a del calor radiante, la cuestión
de las temperaturas terrestres, la de la temperatura de las viviendas, la com-
paración de los resultados teóricos con los que hemos observado en distintas
experiencias, finalmente la demostración de las ecuaciones diferenciales del
movimiento del calor en los fluidos.

La obra que publicamos hoy ha sido escrita durante mucho tiempo; dis-
tintas circunstancias retrasaron y a menudo interrumpieron su impresión. En
este intervalo, la ciencia se ha enriquecido con observaciones importantes; los
principios de nuestro análisis, que no se habı́an entendido al principio, se han
conocido mejor; se han discutido y confirmado los resultados que habı́amos
deducido. Nosotros mismos hemos aplicado estos principios a nuevos temas,
y cambiado la forma de algunas demostraciones. Los retrasos en la publi-
cación habrán contribuido a rendir la obra más clara y más completa.

Nuestras primeras investigaciones analı́ticas sobre la comunicación del


calor, tuvieron por objeto la distribución entre masas disjuntas; las he con-
servado en la sección II del capı́tulo III. Las cuestiones relativas a los cuerpos
continuos, que forman la teorı́a propiamente dicha, se resolvieron varios años
después; esta teorı́a se expuso por primera vez en una obra manuscrita en-
tregada al Instituto de Francia al final del año 1807, y cuyo extracto se
ha publicado en el boletı́n de las Ciencias (Sociedad filomática, año 1808,
página 112). Adjuntamos a esta memoria, y remitidas sucesivamente notas
bastante amplias, cocernientes a la convergencia de las series, la difusión del
calor en un prisma infinito, su emisión en los espacios vacı́os de aire, las
construcciones apropiadas para hacer sensibles los teoremas principales, y el
análisis del movimiento periódico en la superficie del globo terrestre. Nuestra
segunda memoria, sobre la propagacin del calor, se deposit en los archivos
del Instituto, el 28 de septiembre de 1811. está constituı́da por lo precedente
y por las notas ya remitidas; se omitieron construcciones geométricas, y de-
talles de análisis que no tenı́an una relación necesaria con el tema fı́sico, y se
aadi la ecuacin general que expresa el estado de la superficie. Esta segunda
obra se suministró a la imprenta en el transcurso de 1821, para ser insertada
en la colección de la Academia de las Ciencias. Se ha impreso sin ningún
cambio ni adición; el texto se ajusta literalmente al manuscrito depositado,

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que forma parte de los archivos del Instituto.

Se podrá encontrar en esta memoria, y en los escritos que la han precedi-


do una primera exposición de las aplicaciones que no contiene nuestra obra
actual; se tratarán en las memorias subsiguientes, con más amplitud, y, si
nos es posible, con más claridad. Los resultados de nuestro trabajo relativo
a estas mismas cuestiones, también se indican en distintos artı́culos ya he-
chos públicos. El extracto insertado en los Anales de quı́mica y de fı́sica da
a conocer el conjunto de nuestras investigaciones, (tom. III, pag. 350, ann.
1816). Hemos publicado en estos anales dos notas separadas, concernientes al
calor radiante, (tom. IV, pag. 128, ann. 1817 y tom. VI, pag. 259, ann. 1817).

Otros diversos artı́culos de la misma recopilación presentan los resulta-


dos más constantes de la teorı́a y de las observaciones; la utilidad y el alcance
de los conocimientos termológicos no podı́an ser mejor apreciados que por
los famosos redactores de estos anales.

Se encontrará en el boletn de las Ciencias, (Soc. philomat., ann. 1818,


pag. I y ann. 1820, pag. 60) el extracto de una memoria sobre la temperatu-
ra constante o variable de las viviendas, y la exposición de las principales
consecuencias de nuestro análisis de las temperaturas terrestres.

M. Alexandre de Humboldt, cuyas investigaciones abarcan todas las


grandes cuestiones de la filosofı́a natural, ha considerado bajo un nuevo
punto de vista y muy importante, las observaciones de las temperaturas
propias a los diversos climas. (Memoria sobre las lneas isotérmicas, Sociedad
d’Arcueil, tom. III, pag. 462); (Memoria sobre el lı́mite inferior de las nieves
perpetuas, Anales de Qumica y la Fsica, tom. V, pag. 102, ann. 1817).

En cuanto a las ecuaciones diferenciales del movimiento del calor en los


lı́quidos, él hizo mención en la historia anual de la Academia de las Cien-
cias. Este extracto de nuestra memoria muestra claramente el objeto y el
principio. Análisis de los trabajos de la Academia de las Ciencias, por M.
De Lambre, año 1820).

El examen de las fuerzas repulsivas que el calor produce, y que deter-


minan las propiedades estáticas de los gases, no pertenece al tema analı́tico
que hemos considerado. Esta cuestión vinculada a la teorı́a del calor radi-
ante viene a ser tratada por el famoso autor de la Mecánica Celeste a quien
todas las ramas principales del análisis matemático deben descubrimientos
importantes (Conocimiento de los tiempos, para los aõs 1824 y 1825).

Las nuevas teorı́as, explicadas en nuestra obra están unidas para siempre
a las ciencias matemáticas, y descansan como ellas sobre cimientos invari-

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ables; conservarán todos los elementos que poseen hoy, y adquirirán contin-
uamente más amplitud. Se mejorarán los instrumentos y se multiplicarán
las experiencias. El análisis que hemos formado será deducido de métodos
más generales, es decir, más simples y fecundos, comunes a varias clases de
fenómenos. Se determinará para las sustancias sólidas o lı́quidas, para los va-
pores y para los gases permanentes, todas las cualidades especı́ficas relativas
al calor, y las variaciones de los coeficientes que los expresan. Se observarán,
en los distintos lugares del globo, las temperaturas del suelo a distintas
profundidades, la intensidad del calor solar, y sus efectos, o constantes o
variables, en la atmósfera, en el Océano y los lagos; y se conocerá esta
temperatura constante del Cielo, que es propia de las regiones planetarias.
La teorı́a misma dirigirá todas estas medidas, y asignará la precisión. No
puede haber en adelante ningún progreso considerable que no esté basado
en estas experiencias; ya que el análisis matemático puede deducir de los
fenómenos generales y simples la expresión de las leyes de la naturaleza;
pero la aplicación especial de estas leyes a efectos muy complicados exige un
largo seguimiento de observaciones exactas.”

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9. BIBLIOGRAFIA
1. A.V. Oppenheim, Señales y Sistemas, Prentice Hall, 1998

2. P.Puig Adam, Ecuaciones Diferenciales, Madrid 1968

3. G.F. Simmons, Ecuaciones Diferenciales, McGraw Hill 2002

4. J.B. Fourier, Théorie Analytique de la Chaleur, Editions Jacques Gabay


1988

5. Notas de clase de Cálculo III, impartidas por J.G. Azorero 2006

6. Mc Tutor, www-history.mcs.st-and.ac.uk

7. C.B. Boyer, Historia de la Matemática, Alianza Editorial, 2003

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