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La fábula, sátira y epigrama : Fedro, Juvenal y Marcial

•Características de los géneros:

-Desde la antigüedad se ha definido la fábula como una


narración alegórica, breve y moralista, que surge, sobre todo, como antítesis
de la poesía épica: en ésta hablan y actúan grandes hombres, héroes y
dioses; en la fábula, animales que simbolizan actitudes o costumbres
humanas de la vida corriente. Si la épica se
vincula al mundo de la aristocracia, la fábula es el medio de expresión de los
estratos más humildes de la sociedad. Como el propio Fedro afirma, la fábula
surge de la necesidad de censurar a las clases dominantes de forma
alegórica, presentando esta crítica en boca de animales.

-La sátira significaba literalmente “mezcla”, “ensalada”, e implicaba, en


general, una composición literaria caracterizada por la combinación o mezcla
de asuntos y versos diferentes.
La constitución de la sátira romana como género literario es la consecuencia
de una evolución histórica de contactos y asimilaciones con otros géneros. La
teoría más extendida es la que considera que se trata de la combinación de
elementos de:
-formas dramáticas como la comedia, la atelana o el mimo: distintos
personajes ridículos procedentes de estos géneros, como el parásito, el bufón
o el tonto aparecen en la sátira; igualmente se emplean el diálogo, el
monólogo, etc.
-el diálogo filosófico favorecería su contenido moral y la censura de las
costumbres.
De aquí podemos definir la sátira de manera muy general como una
composición caracterizada por la crítica moralizadora de las costumbres a
través del humor.
En Roma se pueden distinguir dos tipos de sátiras: la sátira en verso,
principalmente en
hexámetros dactílicos, y la sátira-mezcla o menipea, que combinaba prosa y
verso.

-En principio el epigrama no fue más que una composición breve, una
inscripción en verso de naturaleza funeraria o votiva. Posteriormente pasó a
designar una composición poética breve, concisa e ingeniosa, generalmente
de tema amoroso, satírico e incluso fúnebre, escrita en dísticos elegíacos.
El epigrama helenístico de tipo erótico se implantó en Roma en el siglo I a.C.,
de la mano de los poetae novi. Junto a estas composiciones de contenido
amoroso comenzó a florecer
sobre todo el epigrama satírico de tipo político. Destacó en ambos géneros
Catulo, que escribió epigramas eróticos a su amada Lesbia y censuró
agriamente a César y a sus partidarios políticos.
•Desarrollo

-ÉPOCA PRECLÁSICA (s.III-II a.C). La sátira es un género totalmente romano y


su creador fue Lucilio, poeta que en sus Sátiras consagró el hexámetro
dactílico como soporte de la crítica social. El epigrama helenístico, de corte
erótico, entra en Roma en esta época de la mano del círculo de Lutacio
Cátulo.

-ÉPOCA CLÁSICA (S.I a.C). En la república tardía Catulo y los neotéricos


cultivarán con profusión el epigrama, abordando temas diversos. También a
esta época pertenece el erudito Varrón que cultivó la llamada sátira
menipea (mezcla de prosa y verso).Durante el principado de Augusto la sátira
encontrará en Horacio su mayor representante con su obra Sermones.

-ÉPOCA POSCLÁSICA (s.I-II d.C). Séneca ridiculiza al emperador Claudio en su


apocolocintosis, (Transformación en calabaza), en las que describe al
emperador como un bobalicón jugando en los infiernos a los dados con un
cubilete sin fondo. Los emperadores romanos a su muerte realizaban una
apoteosis (transformación en dios). Las comparaciones del cordobés no
podían ser más maliciosas. Persio y Juvenal también cultivarán la crítica de
las costumbres en dos obras que llevan el mismo nombre: Satíras. Otro
hispano, el bilbiltano Marcial será sin duda, el maestro del epigrama con sus
Epigramas en ellos ridiculiza hasta el escarnio a los más variopintos
personajes de una decadente ciudad.

•Autores:

FEDRO
Traída de Grecia, la fábula se vincula desde los orígenes a la sátira, entrando
a formar
parte de ella, hasta que Fedro (autor del siglo I d.C.) le dio el rango de género
independiente.
Fedro, un esclavo macedonio llegado joven a Roma y manumitido por
el emperador
Augusto, escribió cinco libros de fábulas que él llamó Fábulas Esópicas. En
ellas sigue a
Esopo, pero no es un imitador servil, ya que en bastantes ocasiones añade
material nuevo
tomado de la vida y del ambiente romanos contemporáneos. De toda su
producción
fabulística (101 fábulas) tan sólo la tercera parte procede de Esopo.
La mayor parte de sus fábulas se componen de dos elementos: un
relato ejemplar
protagonizado generalmente por animales, y una moraleja. Ambos elementos
responden
respectivamente al doble objetivo expresado por el autor en su prólogo:
divertir (risum
movere) y moralizar (exemplo monere).
En las fábulas de Fedro hay una obsesión por denunciar el abuso de
poder y la opresión
del débil por el astuto opresor, con una evidente intención de crítica política y
social. Los
poderosos aparecen simbolizados en animales como el león (fábula de la
vaca, la oveja, la
cabra y el león), el lobo (fábula del lobo y el cordero), el águila (la zorra y el
águila), el
oso y la serpiente; los humildes aparecen como corderos, ratones o ranas.

JUVENAL

Ultimo representante importante de la sátira latina. Procedente de familia


humilde,
vivió en Roma baja la tutela de distintos patronos, condición de la que suele
lamentarse
en su obra. La juventud y parte de la madurez y de Juvenal transcurren
durante el
funesto reinado de Domiciano, prototipo de tirano que estableció un
auténtico régimen
de terror y que marcó definitivamente al poeta. En el año 96 muere
Domiciano y se
inicia con Nerva y sus sucesores una época de restauración política, social y
moral; es
éste el momento que Juvenal, ya de mediana edad, elige para comenzar a
publicar sus
16 sátiras en cinco libros ordenados por el mismo autor. Al final de su vida
fue
exiliado por el emperador Adriano a Egipto, donde murió el 130 d.C.

En la sátira inicial del libro I que, como ocurre en sus predecesores,


tiene carácter
programático, expone su deseo de escribir sátiras a la manera de Lucilio,
realizando
una agria crítica de la sociedad de su tiempo. Sin embargo el poeta declara
en esa
misma sátira que sólo hablará de personas ya fallecidas, de manera que
dirige su
indignación tantas veces sofocada contra la época de Domiciano. La sátira IV
es
particularmente ilustrativa de cuáles son los motivos y las intenciones del
poeta:
desahogarse del horror experimentado en el inmediato pasado y resarcirse
del obligado
silencio. La crítica alcanza tanto al emperador, al que se censura su
arbitrariedad y su
crueldad, como a la clase senatorial, inclinada a la adulación y a la delación.
Sin
embargo esta crítica se hace extensiva al presente porque los defectos de la
sociedad se
perpetuaban y se hacían difíciles de eliminar.

Ningún otro autor latino denunció de forma tan violenta la injusticia social y
la
corrupción de la época en la que le tocó vivir.
En ellas quedan reflejados, entre otros aspectos:
figuras políticas del pasado, la crítica de las prostitutas, los homosexuales y
los extranjeros
o la censura de las costumbres y vicios de las mujeres, considera a la mujer
como causa de todos los males del hombre;
Todo ello presentado con un realismo exagerado hasta la caricatura. En
Juvenal la intención moralizante y la invectiva alcanzan el punto culminante
de la sátira romana.

MARCIAL

Nacido en Bílbilis en el siglo I d.C (Calatayud, Zaragoza), se trasladó a


Roma, donde vivió y escribió bajo la protección de distintos mecenas (en un
primer momento Séneca y su familia
y, más tarde, el emperador Tito), haciendo uso de la adulación sin pudor para
poder
subsistir. Al final de su vida volvió a Hispania, donde murió en el 104 d. C.
Escribió 15 libros de epigramas. Mostró preferencia por el epigrama
jocoso, satírico y caricaturesco, con el objetivo de divertir al lector. Su obra es
realista, sarcástica, escoge los aspectos más curiosos, grotescos u obscenos
de la sociedad. Pero en su presentación de los vicios humanos no pretende,
como los poetas satíricos, moralizar, sino provocar la risa de
sus lectores.
La obra de Marcial es de las más mordaces y escabrosas de la literatura
latina.
Cazadores de fortuna, mujeres presumidas, personajes tacaños, defectos
físicos de
toda clase, personajes malolientes, desdentados, perversiones sexuales,
aparecen sin
cesar en su obra. En ella desfila el abanico entero de las clases sociales de
finales del
siglo I d.C. y sus modos de vida. Sin embargo no pretende herir
nominalmente a
nadie, ya que los nombres de sus personajes son ficticios; como él mismo
afirma.
No obstante no todos los epigramas de Marcial son caricaturescos u
obscenos; en
ellos se encuentran también composiciones que invitan a la apacible vida en
el campo, composiciones laudatorias de algunos de sus protectores, o
delicados y
emotivos epitafios a personajes fallecidos .
Lo peculiar de Marcial es su agudeza y su ingenio; destacan en sus
epigramas el
fulmen o puntilla (el aguijonazo), comentario final punzante e ingenioso
(generalmente el último verso) sobre el hecho presentado en los versos
anteriores.

•PERVIVENCIA

-El éxito de la obra de Fedro ha sido enorme en todas las épocas; influye
decisivamente en
los grandes fabulistas europeos de los siglos XVII y XVIII: La Fontaine en
Francia,
Iriarte y Samaniego en España. En nuestro siglo pueden advertirse ecos de
Fedro en Rebelión en la granja, la novela fabulística de George Orwell.

-La influencia de Juvenal ha sido enorme en escritores satíricos de todas las


épocas.
Gran paralelismo se encuentra en la obra del irlandés Jonathan Swift Los
viajes de
Gulliver (s. XVIII), ácida sátira de la sociedad de su época. Destaquemos el
hecho de
que numerosas frases de la obra de Juvenal han sido convertidas en
sentencias por la
posteridad: Mens sana in corpore sano (mundo del deporte) o Panem et
circenses (“pan y circo”).

-La obra de Marcial gozó de un éxito inmediato, que se verá ensombrecido


durante la Edad
Media (censurado por la moral cristiana), aunque brotará nuevamente con
fuerza
durante el Renacimiento. Baltasar de Alcázar, creador del género en
castellano, se
inspira directamente en él. En nuestra literatura del Siglo de Oro es
destacable la
influencia de Marcial sobre las composiciones satíricas de Quevedo;
igualmente, otro
conceptista de nuestro siglo XVII, Baltasar Gracián, lo consideró “un maestro
de la
agudeza conceptista”.

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