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Manantial

Disello de tapa: Eduardo Ruiz ndice

Cante, Emanuele
Entre hecho y derecho : tener, poseer, usar, en perspectiva histórica /
Emanuele Cante y Marta Madero. ­la ed. - Buenos Aires: Manantial, 20 l O.
160 p.; 23xl6 cm.

ISBN 978-987-500-139-8
Prólogo 9
l. Historia del Derecho. I. Marta Madero II. Título
CDD 340.9 De la consolidación polHica a la ficción jurídica: aproximaciones
al léxico del uso, la posesión y la propiedad privada en la
antigüedad griega, Emiliano J. Buis 13

Del derecho al hecho: uso y costumbre en pleitos y sentencias


de la Castilla medieval, Paola Miceli. .. .................. .. ...... ............. .. ..... ... 33

Poseer el uso. Perfiles objetivos y subjetivos de la costumbre


en el derecho común, Emal1uele Conte .......... .. .................. .... .............. . 53

Leonardo Lessius (1554-1623) Y el valor normativo de l/SUS y


('o/lsuetudo mercatorllm para la resolución de algunos casos de
I lecho el depósito que marca la ley 11.723
conciencia en torno de la compra de papeles de comercio,
Impreso en la Argentina
¡'Vim Decock. ................... .... ..... .. ................... .... ...................... .. ... ... ....... 75

20 10, Ediciones Manantial SRL

(t) Uso y abuso de la cosa: el pensamiento de Genovesi (1713-1769)


Avda. de Mayo 1365,6° piso
y de Lampredi (1731-1793) en el lema de la propiedad,
(1085) Buenos Aires, Argentina

llalo Birocchi.......... ... .. .. .. ..................... ...... ...... ..... ....... ....... .... ....... ..... .. 95
Tel: (54-11) 4383-7350 / 4383-6059

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Sobre el ¡us in corpus. En lomo a una obra de Filippo Vassalli
y al debate Francesco Carnelutti-Pio Fedele, .Marta Madero ... ........ ... .. 119

Derechos reservados
Derechos, justicia y territorio: asignación de derechos sobre ganado
Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmis­
cimarrón en la justicia ordinaria santafesina (Gobernación del Río
ión o la transformación de este libro, en cualquier foona o por cualquier medio, sea
de la Plata, siglo XVII), Darío G. Barriera ..... ....... .. ................... ........ . 135
electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el

permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y

25.446.
I.H I ' N I RI ' 111'( 'lit) \' I JI ' I{lt 'lit J, II'NI :IC 1'( ISI ' I ' R, (ISAR

41. Ya ~n las I:"/J'II/ologú/., de I,idtllo de Sl'villa apar~cc la idea de qll~ ("l/ro se


aplica sólo al cuerpo con vida, Lib,XI. ('111'0 , ,',. H2, 399,
Derechos, justicia y territorio: asignación
42, Sobre este tema. véase en particular, CONTE, L, Servi medievali. Dil/l/mich" de derechos sobre ganado cimarrón en la
del diril/o COfl1Ul1e, Viella, Roma, 1996.
justicia ordinaria santafesina (Gobernación
del Río de la Plata, siglo XVII)

DARía G. BARRIERA
UNR-CONICET

Estas reflexiones se enmarcan en una investigación acerca de las relaciones


entre administración de la justicia y equipamiento político del territorio. 1 Aun­
que el ámbito geográfico de este proyecto es más o menos acotado - se con­
o centra en las jurisdicciones sujetas a la ciudad de Santa Fe- 2 la periodización
(desde su fundación en 1573 hasta la supresión del cabildo y la creación de la
justicia letrada de primera instancia, en 1833) es ambiciosa y, por el momento,
la presentación de una mirada que abarque toda la durée parece prematura.
A los efectos de encuadrar esta contribución en la convocatoria realiza­
da por Marta Madero y Emanuele Con te, pondré el foco en ese ámbito de
asignación de derechos que es la administración de justicia ordinaria. Utili­
zaré realidades locales - y además, localizadas- donde se plantean problemas
generales teñidos por el terreno, el lenguaje, la costumbre y los saberes del
lugar, en definitiva, por el color local. A partir de unos expedientes judiciales
del siglo XVII propondré algunas reflexiones sobre las modalidades con las
que una sociedad disciplina el disfrute de ciertos objetos de derecho. Revi­
so pleitos civiles tenidos ante la justicia ordinaria santafesina con un común
objeto de disputa: algunos sujetos denuncian que otros están disfrutando de
un derecho a vaquear ganado cimarrón que consideran propio y reclaman la
titularidad sobre ese derecho o alguna renta derivada de él.
Examiné procesos ordinarios tenidos ante jueces legos. Si bien los jueces
intervinientes fueron alcaldes ordinarios del cabildo de la ciudad de Santa
Fe y tenientes de gobernador residentes en ese cabildo en su rol de justicia
mayor, no se trató de jueces formalmente instruidos y en los expedientes no
se registra que hayan realizado consultas a algún letrado por estas cuestio­
nes.) Esta observación es importante para ponderar luego la presencia de ele­
mentos de una cultura o tradición jurídica varias veces centenaria en datos
que se presentan en la documentación bajo su forma de saberes ordinarios o
legos aunque, como se sabe, el portador del savoirfaire, en tribunales de dis­
tinto tipo -incluso en los más altos- era casi siempre el escribano.4
I le. l ' N'II(/ ' 11 U '1111 \ ' 111 ' I( 1'1 'lIe 1, 11 ' N 1, 1(. POSI ' 1' 1( , I I S/\I( I>I'RI ': ¡ 'IIOS, ,1I JS 111 '1/\ Y TI :RRI rORIO 137

EL UBl ETO 1)1. I >l1~1 ( liC l . H (,ANAI)() I IBRI (lMARI~()N los wcillus t¡IW veían dañadas sus sementeras, presentó una petición. Aun
cuando "le consta que Juan de Garay vezino desta ~iudad guarda el ganado
La introducción de las primeras cabezas dI: géll1ado equino y bovino l'n l'I vacuno desta dicha ¡yiudad y se quexan que no se en¡yierra todo el ganado en
área rioplatense es coetánea a la conquista del área por los españoles. I': stl: es el clllTal y falta mucho dello y se podra hazer r,:imarron y por aviar semejante
un aspecto central del proceso de conquista, ya que los españoles poco hucíall daño que dello resulta A vuestras Mercedes pido y suplico manden a Juan
si no ponían el ganado por delante. Por lo tanto, incluso antes de tu fundaciólI de Garay, guarda del dicho ganado recoja todo el ganado vacuno al corral
de las ciudades de Santa Fe (1573) y Buenos Aires (1580) ya había ganado del comul1 para que no se haga {:imarron y en ello haran Vuesas Men¡:edes
suelto en el área, fruto de una activa reproducción y la sobrevida de un buen lo que son obligados y justiyia la qual pido".13 El tema principal no era la
número de animales favorecida por la calidad de las pasturas y la falta lk disputa entre vecinos por el derecho de vaquear el ganado suelto sino el de
predadores pertinaces. 5 Esos animales se volvieron decididamente salvajes y evitar que los animales hicieran daño o se volvieran salvajes.
se los llamó cimarrones. Al ser el cabildo el cuerpo político con jurisdicción Hasta comienzos del siglo XVII no parece que el ganado cimarrón ni
sobre el área, los animales sueltos y silvestres eran por lo tanto del com/Ín, algún título que diera derecho a recogerlos (una acción de vaquear o una
pero en nombre del rey, los gobernadores, sus tenientes y los cabildos - es licencia para realizar vaquería) hayan sido eje de mayores conflictos en el
decir, aquellos que tenían autoridad delegada- podían asignar por merced o área rioplatense : por lo menos, no de conflictos que dejaran huella escrita.
vender acciones, es decir, derecho de recoger ganado cimarrón. Los animales fueron considerados, generalmente , como mostrencos y los
La empresa de recoger estos ganados cimarrones 6 era denominada vaque­ cabildos mandaban a reali zar vaquerías para la ciudad o para su santo patro­
ría y, como lo afirman testimonios de la época , entrañaba cierto riesgo . Se no . 14 En el antes citado acuerdo del 16 de octubre de 1589, el cabildo no
componía de algunos baquianos y varios hombres de a caballo - la mayor solamente niega la existencia de ganado caballar y vacuno mostrenco o cima­
parte de los cuales eran, a pesar de las prohibiciones, indios de alguna enco­ rrón, sino que afirma explícitamente que el ganado silvestre tenía dueños : los
mienda- provistos de desxarretadores 7 con los cuales cortaban los tendones hijos de los primeros conquistadores tenían el derecho de "[ ... ] gozar des­
de alguna pata de los bovinos que luego faenaban in si/u . Otra modalidad dos dichos cavallos zimarrones como a jente que de sus padres lo heredaron
consistía en arnlar una tropa. Para esto era necesario juntar el ganado, hacer y sustentan la dicha tierra a su costa y minsion y sin ser ayudados de Su
un rodeo y mover a los anim ales tratando de perder en el trasiego el menor Magestad ni de otra persona [ ... )".15
número de cabezas posible. Ambas formas solían coincidir, ya que el arma­ Según Emilio Coni , el primer permiso del que se tiene registro fue con­
do de una tropa podía llevar varias semanas : mientras se faenaba un enorme cedido a Melchor Maciel en 1608. 16 "Esta solicitud - escribió Coni- sirvió
número de animales para corambre 8 y se consumía en el lugar una pequeña al Cabildo para sentar la doctrina de que proviniendo el ganado cimarrón
parte de la carne que la actividad dejaba disponible , con la otra se hacían del doméstico alzado, los dueños de este último debían ser los primeros en
grandes "circuitos" (círculos) y se los incendiaba. Esta práctica tenía una gozar de sus frutos. Por esto se abrió la matrÍCula en base de las declaracio­
doble utilidad , pues servía tanto como modo de eliminación de los residuos nes juradas de los vecinos, contando el número de cabezas que se les habían
así como de un - ciertamente macabro- corral de contención para organizar huido. Estos vecinos se llamaron accioneros y transmitieron su derecho por
el rodeo.9 herencia, donación o venta hasta el siglo XVIII, llegando a confundirse la
En los primeros años de vida de las ciudades rioplatenses, el ganado quie­ propiedad de las tierras con la acción de vaquear." 17
to era marcado por los vecinos 1o y los animales cimarrones no parecen haber En Santa Fe, las primeras vaquerías se realizaron sobre los términos
generado demasiados inconvenientes; las actas capitulares de Buenos Aires inmediatos de la ciudad ubicados al Norte pero sobre todo al Oeste. La
permiten afirmar que las ovejas, los caballos y algunos vacunos (considera­ actividad no estaba regulada con firmeza, pero era afectada por el celo que
dos domésticos) provocaban problemas a los dueños de sementeras y cha­ cieltos gobernadores y visitadores ponían en otras áreas que, finalmente , la
cras. 11 Los cabildos designaron un oficio al efecto de cuidar el ganado del implicaban. El visitador Francisco de Alfaro dio una serie de ordenanzas lar­
común para evitar estos destrozos . En abril de 1590, el cabildo de Buenos gamente conocidas (para la gobernación del Río de la Plata en 1611 y para
Aires remató en Juan de Garay - hijo del fundador de la ciudad- el cargo de la del Tucumán en 1612), y una de estas ordenanzas prohibía que se llevaran
guardar los ganados; suponía la obligación de recoger las vacas cada sábado indígenas de encomienda a las vat¡uerías. 1s Una serie de disputas alrededor
y evitar que las chacras sufrieran algún tipo de daño causado por los ani­ de este punto permite ver que en la década de 1620 existía en Santa Fe un
males . 12 Poco tiempo después, el procurador de la ciudad, Mateo Sánchez, buen número de vecinos titulares de licencias para vaquear ganado sobre el
siempre atento a la actividad de los guardacaballos y sensible al reclamo de área del río Salado y de los arroyos Cululú, al oeste de la ciudad. Si bien las
UH I ,,NI 1(1 ' 11r '1111l)' III ' HI 'I 'III)¡ 'II 'NI I( I'()SI I'I( I IS!\I( IlI ' RI 'CHOS, JUSTICIA Y TERRITORIO 13 9

quejas y denuncias presentadas allte el c'lhildo local por trasgrcsiolle., 11 ("111 ¡QUI ÉN TI ENE EL MEJO R DERECf IO A VAQU EAR
ordenanza tenían sobre todo el propósito Je perjudicar puntllahll c nl~' :t 1'1 ESOS BOVINOS QUE TASCAN LIBR EMENT E?
demandados, el cabildo y varios tenientes de gobernador Ilegaroll a SIl N(WII
der las vaquerías en repetidas ocasiones durante esta década , Sus dCCINll lI1I En 1627 Juan de Osuna presentó ante el cabildo de la ciudad de Santa
- además de abrir una ancha ti"anja para emitir dispensas y licencias qw: tll'JlI Fe (Gobernación de l Río de la Plata) una demanda con Ira el ex gobernador
ban sin efecto, para algunos en particular, esta disposición dada para lodll~ ,." de la del Paraguay, Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias), yerno del
general- generaron presentaciones que dejan percibir que, para los veCIII" fundador de Santa Fe y Buenos Aires, .Juan de Garay, Ambos eran vecinos
de Santa Fe, las vaquerías eran un recurso significativo. 19 de esta ciudad, donde residían y tenían sus vínculos más fuertes . El obje­
Al este de la ciudad, cruzando unos riachos menores primero y el I'lIlurl~ to de la demanda era la titularidad de un "derecho y acción de vaquear"
luego, se extiende un territorio que por entonces eslaba sujeto a la jllll Nd lt sobre ganado cimarrón que podía recogerse en la otra banda del río Paraná
ción de la ciudad y que los vecinos llamaban la olra banda del Pa rnl1(t 1" - actualmente territorio entrerriano- , Como se dijo, el área había sido aban­
fundador de la ciudad, Juan de Garay, había repartido allí enormes l\1Ir1 t. donada masivamente, sobre todo después de las epidemias que azotaron la
de estancia 20 que se contaban en poco más de media docena, favol'l'l'll'l hl" zona entre 1608 y 1620, dato que confirman todos los testimonios de este y
a quienes consideraba el núcleo duro de su hueste .2 \ Medían 5 k~¡,tIl"1I " otros pleitos. 25
frente al río y se decía que tenían "fond o al Uruguay", 22 Aun clland" l"il! Juan de Osuna presentó su demanda mientras se desempeña ba como
tierras estaban destinadas a la cría de ga nado, la zona no había sido oh ll"" alcalde ordinario del mismo cabildo, por lo cual no podía ser juez en su pro­
de poblamiento sistemálico por parte de los conquistadores. Según ( 'l' \ VI'III pia causa; ésta tuvo lugar ante el teniente de gobernador, representante del
Garay habría cruzado unas 300 cabezas de ganado a varios sectores i ~ll'n ll Gobernador en la ciudad de Santa Fe. Si el alcalde Osuna conseguía probar
y de tierra firme en esa banda.23 Según los testimonios que aparecell l' l l 1111 que tenía el mejor derecho y acción sobre ese ganado cimarrón, la sentencia
pleito,24 otros cruzaron ganados y hasta colocaron algunos pequeños 11 11~''Ihl le permitiría vaquear esos ganados legalmente por sí mismo o bien negociar
de estancia antes de 1590, pero no habían conseguido instalarse en d k ili el derecho a recogerlos, vendiendo una licencia por la cual recibiría una renta
torio. El equilibrio de fuerzas con las comunidades indígenas no f"av lllcdu llamada "el quinto", 26
a los europeos; esta situación, sumada a la ferocidad de los grandes Id lllll Para probar que tenía el mejor derecho sobre esa acción, el demandante
salvajes (pumas), las difíciles condiciones climáticas y las epidemias 11" presentó infonnaciones y envió testigos; cuando fu e notificado de la presen­
extendieron hasta el bajo delta del Paraná entre 1608 y 1620, tuvieroll ' IlI lItI tación de Osuna, el demandado Hernandarias hizo lo propio, A poco de ini­
consecuencia una severa retracción de la presencia humana en la / lIl1 a I ciado el juicio, uno de los testigos presentados por Juan de Osuna (el capitán
reproducción de los bovinos devenidos cimarrones se vio favoreci da por I Diego Ramírez, miembro de la hueste fundadora de la ciudad) se apuntó tam­
ausencia de su principal predador (el hombre), De esta manera, Sl' 01' ''1 "" bién como demandante con un reclamo de la misma índole ,
el actual territorio de la provincia de Entre Ríos un reservorio de gallmh! tlll ¿Qué tenían en común los demandantes y el demandado? Eran heneméri­
veslre cuyas dimensiones, al finalizar la década de 1620, era pond.:rmll! tos en un sentido social (por ser de los primeros fundadores o sus hijos o sus
decenas y hasta centena de miles, yernos) y sin discusión constituían lo más notable de esa comunidad : habían
El bovino cimarrón se había vuelto un recurso interesante. Tra tillllt''' h tenido y tenían activa participación en el cuerpo político local y uno de ellos
primer cuarto del siglo XVII , los derechos para explotarlo en el ár~a dl'1SIII (el demandado) había ocupado el máximo pueslo político de la gobernación;
do (al oeste de la ciudad) ya eran retaceados por el cabildo. De este lII11du también habían mantenido ruidosas disputas con otros notables de la ciudad y
retorno a las tierras de la otra banda del Paraná como reservorio de ~lI l1lld de la gobernación; eran propietarios (sin títulos) de lonjas de tierra en la otra
silvestre se convirtió en una verdadera arena de disputa, La que siguI.' l'~ uI banda; estas lonjas eran contiguas y linderas entre sí y todos podían acreditar
nas la primera batalla, y la libraron algunos de los vecinos más n\)\ 11 11 I con testigos de vislI que, muchos años atrás, en algún momento habían cruza­
la ciudad. do el río llevando ganado a esas tierras.
El objeto en disputa, una acción de vaquear, era un derecho concedido a
un particular o una institución por un gobernador, su teniente o un cabildo,
que habilitaba al beneficiario a recoger animales cimarrones en el marco de
una jurisdicción cuyos términos no eran " limites" sino siempre muy discu­
tibles frontera s: el verdadero límite, en tal caso, lo ponía la presencia de un
140 LN J IU 111,(11(1 \ IIII(I( II(III ' NI ' I{ , 1'<lSI'I :1(, ' IS I\I{ DER EUIQS , JUSTICIA Y TERRITORIO 141

len.;ero que hiciera nolar qlle Sil jlll'isdi~:c i<'lll era invadida, o que se preselll¡lIa Península ciertos criterios respecto del señorío sobre los animales que habían
en un pleito como tercero perjudicado. dejado sus querencias . Según estos criterios, si los animales habían perdido
Lo que Osuna y Ramírez disputaban ti Ilernandarias era el lh:recho a el hábito de volver a su querencia - animus revertendi o revertendi consuelu­
recoger ganado cimarrón en extensiones de tierras de las que ellos mislIHls dinem- , su dueño perdía el señorío sobre ellos. 29
decían ser propietarios. La discusión no era por la propiedad de las tierras. Estas leyes parecen echar raíces en el cm]JUs iuris civilis y hacerse eco
Los demandantes y el demandado se reconocían como titulares memorial"s de principios antiguos , Las leyes de Partidas citadas se hacen eco de algu­
de lonjas de tierra en la olra banda, que tenían 5 leguas de frente sobre l'l nas contenidas en el Título I del Libro Il de las Instituciones de Justiniano:
Paraná con fondo al Uruguay, y que eran linderas. Esa conligüidad y la /J/íhli­ en "Quiquid autem forum ceperis, eo usque tuum esse intelligigitur, donec
ca voz y fama eran las garantías del reconocimiento mutuo. La memoria de la tua custodia coerceatur. Cum vera evaserit custodiam tuam, et in libértateme
comunidad legitimaba como un título. Ninguno de los querellantes habitaha naturalem se receperit, tuum esse desinit, et mrsus occupantis fit"30 se hace
en la otra banda: habían cruzado ganado alguna vez, pero no se habian insla­ referencia a una "regla establecida", que reputa como propios a los animales
lado allí . que tienen el hábito de ir y volver mientras no hayan perdido la costumbre de
Ante la demanda de Osuna y Ramírez, Hernandarias no podía presentar volver. JI
un título que probara que se le había otorgado por merced o compraventa una El problema era central ya que, aun cuando hubiera que hacer su reco­
acción de vaquear; tampoco podía probar con títulos la propiedad de sus tie­ gida - dado que lejos eSlaban de ser domésticos-, si podía demostrarse que
rras: declaró que todos los lítulos que tuvo estaban en un cofre que le había estaban vinculados a un origen y una querencia, no serían consideradosférae
sido robado en 1625. Para probar sus derechos presentó testigos de "cali­ bestiae -aquellos animales que gozaban de natural libertad y que, por lo tan­
dad" que lo harían "memorialmente" . De cualquier modo, no era necesario: to, podían ser objeto de la apropiación de cualquiera-, sino animales que no
él había adquirido esta acción al contraer matrimonio con una mujer ilustrl', habían podido volver a su querencia por alguna situación extraordinaria.32
Jerónima de Conlreras, hija del fundador, y loda la ciudad sabía que esas tie· Volviendo al terreno santafesino, como lo explicaba un hombre entrena­
rras y esa acción de ganados de la otra banda les pertenecia. Sobre todo sus do a recorrer el área, el alcalde de hermandad Antón da Silva, el ganado era
vecinos, que habían recibido las tierras de la misma mano y coetáneamente; bravo y no permanecía quieto: ni los cerdos se quedaban en aquellos corra­
mal podían desconocer lo hecho por quien los había instituido como vecinos, les - precarios, abiertos-o El ganado cimalTón objeto de la acción en disputa
propietarios, regidores, encomenderos. tampoco estaba mezclado con ganado marcado, por lo que este tipo de pre­
Las parles presentaron los mejores lesligos que cualquiera hubiera que­ cauciones, habituales cuando se zanjaban disputas p'Jr animales que andaban
rido disponer para probanzas: hombres muy añosos, casi todos llegados COIl cerca de la ciudad o en las islas más próiXimas, tampoco era de utilidad .
el fundador en 1573 o hijos de estos hombres. Algunos eran la memoria mis­ El juez de esta causa, el teniente de gobernador Manuel Martín, admitió
ma de la ciudad. Hernandarias agregó dos indígenas de su encomienda qUl' la presentación del testamento de Hernando de Osuna pero también de testi­
habían estado cuidando ganado en la otra banda, Los testimonios se enfoca­ gos indígenas - que fueron presentados con declaraciones evidentemente cal­
ron en probar que las partes habían cruzado ganado a sus estancias antes (k' cadas- y solicitó que dos "baquianos peritos expertos" hicieran una inspec­
que las epidemias provocaran el abandono del área . ción ocular en el área donde pacía el ganado objeto de la acción en disputa.
Esto está en perfecta consonancia con lo que el cabildo de Buenos Aires El teniente de gobernador sentenció que el mejor derecho y acción sobre los
había declarado acerca del ganado suelto en 1593 : trataba de señalarse quié­ ganados cimarrones de la otra banda era del ex gobernador Hernandarias.
nes eran los propietarios de las estancias de la otra banda, dueños del ganado Los argumentos de su sentencia fueron los siguientes:
que se había alzado y así originado el cimarronaje. Luego el j uez decidiría
quién tenía derecho a gozar del beneficio de la recogida (la acción) sobre las l. Aunque el padre de Juan de Osuna (el contador Hernando de Osuna) no
Ill'stias cimarronas: no estaba en cuestión de quién eran las tierras ni dónde había mencionado la estancia en su testamento, da por bueno que las tie­
('slaha el ganado,27 sino quién tenía derecho a recogerlo - y lo que era tanto () rras sean suyas porque figuraban en el inventario hecho a su muerte. Sin
IIlÚS importante, el derecho de transferir onerosamente ese mismo derecho-. 2x embargo, anotó que el demandante y su padre jamás habían mencionado
I ~I criterio coincide con el utilizado por el cabildo de Buenos Aires al el hecho de tener ganados en ellas en ningún tipo de escrito.
ll ll lfl'l\r las primeras acciones y también con la tradición jurídica castellana. 2. El juez dio por buenos todos los testimonios respecto del cruce de gana­
~ , hitll ('sta no es muy generosa en leyes específicas sobre bovinos alzados. dos, pero sentenció apoyándose en la declaración de los peritos que
d'·11I v<.: r con claridad que en el siglo XIII ya se habían consolidado en la habían hecho la inspección ocular soorc el tcrrcno.1.1 Esa diligem:ia haoía
142 I': N 11<1 : 111 '( '1111 " 11I ' 1{1 ' 1 'IIn '1I ' NI'I{ , l'tlSI'.I ' R, l!St\I( DERECHOS, JUSTI CIA y TERRITORIO 143

tenido por ohjeto cOl1lprohar si hahía ganado (UII/('/'(·/U·;"t!o ell las til'rr'lI~ que dividía su estancia de las tierras al sur era "caudaloso" y que no era evi­
de los demandantes, y los haquianos dijeron que no, que lo que hahiall dente que estos ganados pudieran ir y venir cruzándolo. Osuna eligió apelar
visto era ganado suelto 111) CllJlIerenciado que sin ninguna duda pertelll'l'l' a la calidad de las personas: dijo que su probanza había sido dada con "espa­
ría a Hernandarias, a causa de que con las sudestadas los animales tiendell ñoles de toda tee y creencia" mientras que Hernandarias lo babía hecho "con
a migrar hacia el Norte. 34 yndios de su servicio y encomienda". Naturaleza de los hechos y calidad de
las personas - no hay una evolución lineal en los usos del derecho- pero siem­
Juan de Osuna, uno de los perjudicados por la sentencia, tenía malll.:I'U pre relacionadas con un territorio donde las características del terreno y las
de pelear el primer argumento : con testigos oculares podía demostrar qll~' calidades de esas personas eran pública voz y fama, cosa por todos conocida.
su padre había llevado ganados, y esto era un buen sustituto de la ausencia
de su mención en los papeles; pero no pudo con el segundo. Esta parte de la
argumentación de los testigos tiene que ver con saberes (en este caso sobre la EL DERECHO y LA FUERZA: LAS VAQUl:RíAS,

conducta de los ganados) admitidos por toda la comunidad. Los argumento!> ENTRE LA JUSTICIA y EL TERREN<)

contenían fragmentos de ese derecho positivo que el teniente Manuel Marlíll


no citó. Los afectados por esa sentencia no se dieron, de todos modos, pOI' vl'lIl'i­
No obstante, hay algo más que nos interesa de este proceso judicial dos. Durante años, los herederos de Diego Ramírez y de Fdil'iallo Rodrlglll'¡,
se libró en una coyunlura en la cual los santafesinos regresaban a explol:1J (otro fundador que había tenido tierras al norte de la otra ballda) ('11111 illlla­
recursos en un territorio del que se habían retirado durante casi dos décadas ron litigando por lo mismo, renegando de esta scnlencia. Lucía l{odrigw.ll,
y aunque el juez no lo retoma explícitamente en la sentencia, los testigo!. hija de Feliciano, fue particularmente elocuente: se consideraha litlllar (k 111101
de visu que llevó Hernandarias habían proporcionado otro dato fundamen lal licencia heredada de su padre y denunció que, no pudiendo reali¡,ar o hal'l~t
además de atírmar que no vieron ganado en las tierras de sus demandante... realizar por ella misma los vaqueos, otros " [.. .] se atreven a lo recoger, lIIalar
aseguraron que en las del ex gobernador había ganado menor quieto y hast a y hazer cebos sin aver derecho y sin tener a¡,:ion para ello [.. .. J". Acusaoa de
perros - señal inequívoca de presencia hl.lmana que documentaba al mello ~ esto a "[.. .] muchos y diversos vezinos de esta Civdad con mala conciencia y
un gesto de regreso al territorio con anterioridad a las otras parles- o Por líll . contra toda justi~ia [ ... ]",37 justicia que esperaba enmendar con su reclamo.
sólo Hernandarias presentó testigos que habían estado allí: Pedro Alcaflll V Éste ya había sido interpuesto en vida por su propio padre, Feliciano Rodrí­
dos indígenas de encomienda que el mismo hombre había tenido a su CUIiI guez, y por su marido en segundas nupcias, Alonso del Pino, en una demanda
Alcaraz conocía el terreno como la palma de su mano: fue guardacaballo~ lid que obtuvo una respuesta favorable haciajunio de 1637. 38 Según esta senten­
cabildo en la isla frente a la ciudad desde 1590,35 luego se casó y pasó a lit cia, los reclamantes estaban autorizados a realizar el vaqueo sobre el ganado
otra banda como encargado de los ganados e indios de encomienda del yCt'llll de la otra banda, "guardándose lo que se tiene mandado" - la referencia apun­
de Garay, con quien tenían "el ganado revuelto". ta a las ordenanzas y bandos del cabildo en relación con los períodos y canti­
Otro hombre de experiencia, el alcalde de la hermandad Antón de Sih a dades habilitadas-, basándose - irónicamente, al igual que de alguna manera
afirmó que para la gente de experiencia, es "[oo .] cosa muy ordinaria y suhl había hecho el juez que lo otorgó antes a Hernandarias- en los repartos de
da [oo .] que los ganados baeunos siempre huyen de los temporales, que d tierras realizados por Juan de Garay en 1576 . Otro amparo, esta vez dictado
ordinario son del sur y caminan hacia en norte [ oo .j", por lo que, agregahu. ~t por Menda de la Cueva a fines de julio de 1638, confirmó el anterior. Nadie
algún animal había quedado cerca de las estancias de Osuna y Ramírez "1 " J consideró cerrada la posibilidad de volver a reclamar derechos sobre ganados
estava mucha distancia dellas y lo que ay cerca dellas tiene por cosa cict ll' cimarrones. La arena jurídica se presentaba como posibilidad y un sobrino de
este testigo por las razones que airas tiene dichas en las demas pregulllll lt Lucía continuó con la tradición familiar.
es del dicho governador hernando arias de Saavedra, que fue el primem llll Juan de Vega y Robles 39 (tal su nombre) también fue accionero y también
pablo con mucha fuerza de ganado que en ella metio muchos años antclo" u. tuvo que validar la legitimidad de su derecho ante la justicia. A comienzos de
Primero y con mucha fuerza : la antigüedad y la potencia como argullll:l\ 1672 estimó prudente presentar un pedido de amparo ante la Real Audiencia
tos preeminentes; los ganados además, no perdieron el hábito de volver; 111.1 de Buenos Aires porque , a pesar de tener su derecho y acción de vaquear
pudieron hacerlo a causa de los temporales. confirmado por una Real Provisión de 1658, algunos pícaros se llevaban los
Los frustrados demandantes reclamaron con dos tipos de argumctl ht animales alcanzados por él mismo. Su apoderado, Juan Mendoza de Carba­
Ramírez apeló al territorio y a la naturaleza de los hechos: afirmó que d Ilu jal, afirmaba que algunas "personas poderosas con el fomento de la justicia",
1·1·1 1 N I /t l ' HI e lit •• 1'1111 ' 1111 lI i NI R, I'USI ·I ·I{ . IIS¡\ I{ IWRI T IIOS, JUSTICIA Y TERRITORIO 145

el1lraban a hat.:c l' vaqllc.' I·II\" ,J,-:, I 1IIv<'IIdo c.:I ganauo (!l: Vl:ga y Rohks : 1C1 I:n río A Icaraz hacia el sur"46 y volvió a denunciar que estos Cabrera eran "per­
hlll:n rtlnWIlC(', dl:cia qm: k 10"al1ll1 l lo suyo. I'l:J'O Vl:ga y Rohks no kili" sOllas poderosas" que le robaban ganadoY
la menOr intenl:ión de ir a l'l:l·Oj!.n los ganados: su propósito l:ra negociar el Vega no era letrado, pero sabía que presentando buenos testigos en una
derecho , vendiéndolo o al menos uohrundo "el quinto", proporción del 11'1.1­ probanza llevaba las de ganar frente a la falta de títulos . También sabía cuá­
lo que se daba al titular del derecho de modo práctico y muchas veces sin les eran las mejores características que debían revestir los testigos y el tipo
mediar intimación alguna. 41 de declaraciones que debían hacer.
El 7 de abril de ese año, el fiscal y el oidor más antiguo de la mencionada Sus demandantes combinaban la posesión continuada con algunas cues­
Real A udiencia (a la sazón sin jueces y agonizante) se expidió a favor de tiones políticas y técnicas - la connivencia de Vega con los jueces, la relación
Vega, y cuatro meses después el cabildo santafesino resolvió que se guar­ con un pleito anterior como cosa juzgada y el ajuste a la letra de la Real
dara y diera cumplimiento a lo resuelto por el Alto Tribunal. Sin embargo, Provisión.
dos me ses más tarde, el capitán C ristóbal Domínguez de Sanabria - repre­ El representante de los Cabrera pidió a Su Majestad la anulación de todo
sentando a dos familiares suyos , Jerónimo Luis de Cabrera y Pedro Luis de el auto, ins istiendo en que sus parles llevaban ochenta años de posesión en
Cabrera, vecinos de Córdoba- pidió vistas de esas actuaciones para com ­ esas tierras y que este tiempo era inmemorial , y que por lo tanto , sobraba
probar si la resolución había sido tomada sobre fundamentos legitimos, ya justificación. Y cargó con la historia de cabo a rabo: además de incluir en esa
que entendía que sus partes constituirían la figura de terceros perjudicadosY antigüedad una línea genealógica que los entroncaba con Hemandarias y por
Vega y Robles respondió que a los Cabrera tocaba el derecho desde el río de él con los fundadores de Santa Fe y de Córdoba, tocó otra cuerda sensible,
!\\caraz43 hacia el sur (es decir, en el ámbito de las estancias que Hernanda­ vinculada a un suceso más reciente: sus parles siempre habían sido recono­
rias había poblado antes de 1591 )44 Y que ellos tenían su acción amojonada cidos como dueños y accioneros, "[... ] sobre todo cuando hace algunos años
muchas leguas al norte de la suya. el Cabildo pidió un donativo de 20000 vacas a Francisco Luis de Cabrera,
Aquí aparece con claridad la idea de que la recogida de ganados pue­ hermano que fue de mis partes, que se las dio y les ofreció otras tantas, como
de realizarse sólo sobre un territorio - el de la "estancia"- . Si bien la acción consta del libro del cabildo [.. .]".48
pesaba sobre animales que se movían (ya vimos, según los baquianos, ante Cristóbal Domínguez de Sanabria ventiló un dato sustancial: cuan­
los temporales, hacia el Norte) , ésta se amojonaba, es decir, se circunscribía do el cabildo solicitó esa donación y la recibió, reconocía que se lo pedía
a la estancia, un territorio delimitable en este caso no sólo por los mojones a los legítimos titulares del derecho sobre ese ganado. Aquellas cabezas
sillo también por el curso del río. habían sido donadas por sus partes no sólo al cabido sino a la ciudad , ya
El procurador de los Cabrera aseguraba que sus partes tenían derecho que habían sido pedidas en su nombre para costear el trasiego de ésta al
sobre esas acciones desde hacía mús de ochenta años, alegando no solamen­ nuevo sitio, un interés de todos. Sin embargo, no habían sido los únicos y,
te posesión continuada sino también la más antigua, en clara aunque tácita en el momento del pleito, Vega y Robles contaba con el apoyo de otros que
alusión a la dote de Jerónima de Contreras (referente a las tierras) y el cru­ habían hecho donaciones similares - la familia Vera Mújica, por ejemplo,
ce de ganados realizado por Hemandarias en 1591 (referente a la acción de también poseedores de grandes acciones de vaquear en la zona- o
vaquear) . Vega pedía que se bajara el tono en las presentaciones, "[ ... ] que no altere
En este pleito, Vega y Robles retomó los reclamos del anterior como espo­ a los vecinos que están quietos y son antiguos como yo". Su intervención era
so de una nieta de Feliciano Rodríguez (uno de los propietarios de las franjas muy territorial : reforzaba su condición de vecino de Santa Fe, que los Cabre­
del Norte) y los Cabrera sugirieron que lo hacía porque en ese momento tenía ra no tenían . Presentados por su apoderado como vecinos de Córdoba,49 en
jueces "'a propósito" en el cabildo - lo cual es cierto y comprobable- . Los el tribunal santafesino ellos eran "de afuera" y aun cuando tuvieran lazos
Cabrera también hacían referencia al pleito que su abuelo Hernandarias habia de parentesco con vecinos notables (este Sanabria o los Garay) o hubieran
ganado en 1627 y subrayaban que el texto de la Real Provisión de la Real donado cabezas de ganado para el trasiego de la ciudad, ellos ya no formaban
Audiencia de Buenos Aires decía claramente que el derecho objeto de ésta parte del grupo de familias que controlaba el centro de toma de decisiones y
debía otorgarse sin perjuicio de tercero, y el procurador Sanabria no entendía la gestión de recursos simbólicos de esta pequeña sociedad .
que esta fórmula fuera vacía: presentó a sus apoderados como terceros per­ En enero de 1673, Domínguez de Sanabria ya habia presentado apelación
j udicad os. 4S ante la Real Audiencia de Charcas y pidió se le señalen estrados donde llevar
Vega y Robles no cedió: sabía que en 1639 la Real Audiencia de Charcas sus testigos, " [ .. .) último recurso de los indefensos [.. .]". Los Cabrera, carac­
habí a dado un despacho que amparaba a la viuda de Hemandarias pero "del terizados como poderosos por su demandante Vega y Robles, se hacían pre­
14tl I'NIIU' 111'( '11( I Y 111,1<1,( '11( 1, II'NI'IC 1'( ISI'I'R, IISAI( l>I'RU 'IIOS, JUST IC IA y T ERRITORIO 1:17

sentar a sí mismos C0ll10 indefensos. I.a provisoria solución al ll:llIa IHI flll' REFLEXIONES FINALES
judicial sino política: Rivera Mondragón, tcnil:nte de gobcrnador y juslicia
mayor en la ciudad, suspendió las vaquerías en el área hasta que los kgíli Estos episodios judiciales involucraron a sujetos que se disputaban la
mos dueños de las acciones presentaran justos títulos. El pleito no continu ú, titularidad de derechos sobre semovientes. Algunos tenían interés en él para
pero sabemos por un juicio posterior que los Cabrera siguicron vaqucando l:11 negociarlo -vendiendo la licencia o cobrando lo acostumbrado sobre los
el lugar. También sabemos que Cristóbal Domínguez de Sanabria tenía una ganados ya "disfrutados" por terceros-, otros ya habían sacado los ganados y
deuda de 8.000 vacas, razón de más para estar interesado en representar a sus de este modo esperaban completar la legitimación de su usufructo sin pagar
partes. 50 quintos, octavos ni novenos. 55 Unos más se habían beneficiado vendiendo
Diez años después, cuando en 1684 los jesuitas compraron la acción y derechos que no tenían o sencillamente los habían consumido. Cada uno de
la estancia a Isabel María de la Cruz (la viuda de Juan de Vega y Robles), 51 ellos, según la bella y precisa expresión vertida en los expedientes, decía
los Cabrera -o su gente- seguían instalados en el lugar: como los padres no tener el mejor derecho sobre la acción de vaquear, algo que sin duda en todos
pudieron expulsarlos, los consideraron inquilinos de la estancia y deudores los casos trataron de demostrar apelando a tipos de prueba y procedimientos
del quinto por vaquear en su acción. ¿Qué solicitaban en 1684 los jesuitas completamente correctos desde el punto de vista de la justicia ordinaria, aun
a los Cabrera y a otros herederos en los reclamos que hacían judicialmente? cuando no intervinieron jueces letrados.
No tanto que se fueran de las tierras sino que les pagaran el quinto: "No hay Los procesos permiten ver que las prácticas ligadas al vaqueo de ganado
persona por pobre que sea que deje de ir a recoger vacas de que se sustenta se desenvolvían entre el derecho a recoger un determinado número de ani­
esta ciudad pagando los quintos a sus dueños [... ]",52 se quejaba amargamen­ mal'es (el valor de la acción se relacionaba con esa cifra), sobre un territorio
te el padre Suárez de la Compañía de Jesús. (los animales objcto de la acción no podían recogerse sobre ninguna parte y
El consenso general con el que contaba "el quinto" es otro fenómeno inte­ tampoco sobre cualquiera) y la fuerza en el territorio (ocurría frecuentemente
resante que se desprende de estos pleitos: se trata de un verdadero reconoci­ que quienes podían hacerlo tomaban los animales primero y negociaban los
miento de hecho y de derecho al gran peso que implicaba realizar la tarea. El derechos después).
propietario de la acción estaba dispuesto a librar una batalla por demostrar Para terminar, algunas categorías propuestas por Luc Bol tansky y Lau­
su condición, pero al mismo tiempo lo hacía sabiendo que no podía reclamar rent Thévenot estimulan un tipo de reflexión general sobre las tareas de jus­
por todo el ganado sino por un porcentaje que debía negociar sobre el ganado tificación y de imposición en los conflictos analizados. A la hora de disputar
explotado -aprobación social del trabajo realizado (la pericia y la capacidad el disfrute de unos derechos involucrando la puesta en juego de su propia
organizativa de una tarea que, como dijimos, no era sencilla) y de la presen­ medida social (su magnitud), puede decirse que aquellos hombres dcl siglo
cia en el territorio con consecuencias onerosas. XVII rioplatense se enfrentaban en verdaderas épreuves que se libraban en
Después del primer cuarto del siglo XVII, los pleitos por acción de diferentes arenas. Algunos se imponían en las pruebas de derecho (con el
vaquear fueron cada vez mayores en número e involucraron cada vez a más fin de demostrar la titularidad sobre la acción con testigos de razón y presti­
actores. La acción que se disputaban los Cabrera y Vega y Robles fue com­ gio Vega y Robles había llevado las de ganar) y otros en el también legítimo
prada finalmente por el cabildo, que la tuvo desde 1688 hasta 1706. Entonces, campo de las pruebas de fuerza. 56 Juan de Vega y Robles, por ejemplo, nun­
el gobernador Valdez Inclán --emulando lo que hasta ese momento hacían los ca estaba de cuerpo presente en el terreno donde efectivamente se jugaba
cabildos- suspendió las vaquerías en todo el territorio entrerriano (se habían el goce efectivo de la acción de vaquear: en ese terreno los indefensos eran
entregado tierras y acciones sobre las márgenes de los ríos Gualeguay y Uru­ poderosos.
guay) y además declaró realengas esas tierras. 53 Las primeras décadas del ¿Qué hacía Vega y Robles con su supuesta titularidad sobre el derecho
siglo XVIII dejaron ver un fenómeno todavía más complejo: sobre el mismo y acción de vaquear? Lo vendía a terceros: éstos iban físicamente a realizar
territorio entraban a vaquear titulares de licencias extendidas por el cabildo las vaquerías, y los Cabrera, que también decían ser titulares de esa acción,
de Buenos Aires, por el de Corrientes, el de Santa Fe y hasta por los jesuitas, se daban por damnificados. Vega y Robles vendió estos derechos en muchas
sumando, claro está, a quienes decían ser herederos de acciones otorgadas oportunidades, lo que significa que los compradores lo reconocían como titu­
más de un siglo atrás. 54 lar y que pudo obtener de ellos alguna renta que los satisfacía - Vega tuvo, es
cierto, problemas como jugador y deudas varias; pero no es menos cierto que
nadie aceptaba cesiones de cosas inexistentes-o
Al iniciarse la tercera década del siglo XVII, Hernandarias había puesto
I·IX I·.NII(J· 111 ,( 'II( 1 Y IIi'HI'(IH 1: TI ~ NI:I(, 1'( ISI : I:H. t !SAR DI'Rl' CHOS , JUST ICIA Y TERRITORIO 14')

primero el pie en el retorno a la olra banda: en 1627, Juan de Osuna. segura­ bIes de instituciones y personas no vieron su época dorada hasta muy entrada
mente animado por el hecho de ser alcalde de la ciudad ese ai'io, prescnlú e la segunda mitad del siglo XIX. M uy distinto sería con los derechos sobn:
instó a presentar contra el políticamente debilitado ex gobernador una pesada animales sueltos en tiempos del alambrado y del Estado.
artillería judicial que le permitiera negociar o explotar por sí la recogida de
esas cabezas que daban lugar a recogidas que se ponderaban en decenas de NOTAS
miles.
Si en el desarrollo de los pleitos se percibe que la lucha por retener o l. El conccpto de equipamiento del territorio cs una adaptación quc realizo dcl
reclamar la titularidad sobre una acción de vaquear no siempre iba de la ordenamiel1lo territorial, propuesto por la geografía francesa (por cjemplo, BRUNET,
mano con el deseo de realizar la vaquería personalmente, no obstante es muy R., L 'aménagement du territoire en France, París, LDF, 1997). El conccpto original
claro que lo resuelto implicaba una sanción instituyente sobre el territorio : ha sido utilizado en su primer estado por las escuclas de gubernamentabilidad social­
la acción era un derecho que podía usarse en un territorio y gracias a una demócratas, sobre todo para señalar discontinuidades o incquidades territorialmcntc
autoridad que la había habilitado. La titularidad del derecho permitía vaquear localizables y así cartografiarlas y poder formular estrategias que permitan corregir­
un número de cabezas pero no en cualquier parte, sino dentro de un territorio las. Dado que en geografia designaba originalmente tanto cl proceso como el resulta­
do y se orientaba a relacionar la acción política con las mo¡jifícaciones impresas en el
más o menos definido - una estancia o parte de la jurisdicción de la ciudad,
territorio, he recuperado su característica recursiva para analizar el proceso por el cual
áreas cuya delimitación, COlno podrá comprenderse, podía ser algo difusa.
la monarquía hispánica instaló en los territorios que conquistaba (en nuestro caso, en
Los Cabrera, siguiendo la tradición de sus abuelos y bisabuelos (incluso el rioplatense) las relaciones sociales, jurisdiccionales y judiciales --expresadas insti­
utilizaron esta tradición en contra de alguna de sus abuelas, como Jerónima), tucionalmente--, que desde el punto de vista dcl curopco organizaban la extensión en
fueron potentes en el campo, estuvieron presentes en el terreno y de todos tcrritorio (lo convertian en un espacio político). Por cllo el proceso de equipamiento
modos intentaron también hacerse fuertes en el ámbito del derecho. Habrán político de un territorio incluyc las accioncs de diversos agcntcs y dc distinto tipo
ponderado que en un contexto con familiares y amigos bien ubicados, podían -que tienden a conseguir un resultado oricntado por esta voluntad de ordcnamicn­
recuperar algo del terreno perdido en esa otra dimensión que también era to - y las expresiones simbólicas o físicas quc cste accionar va imprimiendo tanto ell
extremadamente importante: la que otorgaba el reconocimiento de aquellos el terreno como en la concepción de su relación con las instituciones políticas.
que podían demostrar continuidad territorial y la de los títulos, tan necesarios 2. Ciudad sujeta a la Gobernación del Paraguay y Río de la Plata (desde su fun­
desde que los jesuitas habían comenzado a exigir la puesta en orden de este dación en 1573 hasta los últimos días de 1617) y dcsde entonces, cuando se produjo
su división en dos, a la del Río de la Plata, dejando de ser su cabecera Asunción y
universo de transacciones memoriales. 57
pasando a serlo la ciudad de Buenos Aires. La primera ubicación distaba dc la ciudad
Por último, las expresiones del cabildo de Buenos Aires en 1593, los proce­
de Buenos Aires algo más de 500 kilómetros al Norte, río arriba por el Paraná. Esa
dimientos seguidos por jueces legos, así como la composición de la sentencia de primera ciudad de Santa Fe fuc trascgada al sitio en que hoy se encuentra, a orillas
Manuel Martín en 1628, muestran que para que alcaldes, tenientes o escribanos del río Salado, entre los años 1650 y 1660, cuando mudó su nombre a Santa Fe de la
esgrimieran una cultura jurídica no era absolutamente necesario que pasaran Vera Cruz.
por una formación letrada; arrastrada en las Siete Partidas hacia una tradición 3. Lo que no constituye una situación excepcional. Cutter considera esto complc­
que bien pronto sería castellana por agregación y monárquicamente interconti­ tamente corriente y ha mostrado que los centros y no las periferias son casos exccp­
nental por imposición, las preocupaciones románicas por el derecho sobre ani­ cionales donde la justicia ordinaria colonial cra tenida a veces por jueces letrados.
males domésticos luego devenidos salvajes había sobrevivido tanto en la letra CUTTER, Ch., The Legal Culture o(Northern New Spain. 1700-/810, Albuquerquc,
de algunas leyes como en la l'nemoria y la cultura jurídica de unos agentes que University of Ncw Mcxico Prcss, 1995 . Por otra parte, se sabe que la vcrdadera fuclI­
demostraron su savojr faire que puso en relación textos de la antigua Europa te de acumulación y transmisión de conocimientos cn estc plano eran los cscribanos.
4. Para ciudadcs pcqueñas y políticamente marginalcs como Santa Fc, fue impor­
y
con las tormentas rioplatenses las suaves ondulaciones entrerrianas.58
tantc la continuidad de los cscribanos. La primera venta del oficio dc Escribano del
Ésta es una pequeña ventana al complejísimo universo abierto tras la
Cabildo de la que he encontrado rcgistro para esta ciudad se realizó cn Charcas en
atractiva pregunta planteada por los organizadores del coloquio sobre la for­ 1603 y la compró en esa ciudad García TotTejón, por 1.850 pesos . AGI, Charcas, 64,
ma utilizada por una sociedad (en este caso la santafesina del siglo XVH) nO 67. Este hombre cjcrció el puesto de Escribano Público y del Cabildo en Santa Fe
para disciplinar el disfrute de unos derechos . Desde mi perspectiva me pare­ (con interrupciones por motivos que incluycn el haber estado pre.so en el propio cabil­
ció considerar también cómo esto se manifestaba en íntima relación con con­ do) hasta 1630 aproximadamcnte.
cepciones y prácticas instituyentes del territorio : los procesos de delimitación 5. Para cronología c interpretaciones, rcmito a las muy conocidas obras de MEN­
entre ciudades, primero, provincias después y entre propiedades de in mue- DOZA , P., Historia de la ganudcría lI/gentina, Buenos Aires, Rosso, 1928; CclNl, L.
1)0 I' NIHI ' 1I1 '( 'IIl) y iJll(I '(II! ): I I'NI'H,I'(ISI-,I ': IC I!Sr\H DERECHOS, JUSTlClr\ y TERRITORIO 15/
lJistoria d, ' las I/IJI/II/Till.\· .Id Ni" di ' /" /'I"tll , IIl1 l; nos Ain:s, I kV~llir, 111';1> ; (;1111 ' 1( ­ mes (por ovejas) y en el acuerdo del 3 de septiembre del mismo año hay una espe­
TI ,1-1 ., IlislO ria ('('o //(íllli c(J d(' la glllllult'l'i{/ (1I:~l'Il1il/l1. I3U\!I111S Aires, Solar-lIacll\!l ­ cífica queja l!1 daño que producen los "ganados de los forasteros".
te, 1961; ENSINCK, O. L., "El ganado vacuno en la incipiente economía tk Santa Fe 12 . Acuerdos, Acuerdo del 9 de abril de 1590, op. cit., pág. 62.
(1573-1700)", en Investigacion es y Ensayos, XVIII, Academia Nacional de la 11 is­ 13 . Acuerdos, Acuerdo del 23 de julio de 1590, cit., págs. 83-R4. El énfasis me
toria, Buenos Aires 1975 , págs. 387-397. RIVAROL A PAUt.!, J. B., La economílJ colo­ pertenece.
nial, Asunción, Edición del autor, 1986; PISTONE, c., "Las vaquerías en Santa Fe", 14. BIWMA , 1. 1., Acuerdos, t. 1, libro 1, acuerdo del 16 de octubre de 1589, pág.
en Revista de la Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe, vol. L1X, 52 "[ ... ] Y en lo que toca a las vacas que dize ser mostrencas; que en esta c,;iudad no
1993, págs. 341-377. Por lo demás, el fenómeno no es privativo del área rioplatense hay ningunas porque todas son de los vecinos desta c,;iudad, y que se an dejado por des­
ni del litoral paranaense . Sobre la reproducción del ganado cimarrón a partir de las euydo de herrar algunas se an aplicado a San Martín nuestro patron y abogado [ ... j".
primeras cabezas introducidas por los españoles en otros llanos, véase FARRISS, N. , 15. BI EDMA, J. 1., Acuerdos, 01'. cit., t. 1, libro 1, acuerdo del 16 de octubre de
Maya Society Under Colonial Rllle, Princeton, Prineeton University Press, 1984; 1589, pág. 51.
YEPES, F., "Ganadería y transformación de ecosistemas: un análisis ambiental de la 16. B!EDMA , 1. 1., Acuerdos, op. cit., t. 11, acuerdo del 29 de marzo de 1608.
política de apropiación tenitorial", en PALACIO, G., (comp.), Naturalezas en dispu­ 17. CON!, E., Historia de las vaquerías en el Río de la Plata, 1550-/ 750, Buenos
ta. Ensayos de historia ambienlal de Colombia (1850-1995) , Santa Fe dc Bogotá, Aires, Platero, 1979, págs. 12-14, resaltados míos.
UNIJUS, 2001. IR. Para evitar que los mismos "se descaminen ". Ordenanzas de Francisco de
6. El primer diccionario de la lengua española editado por la RAE (citado como Alfaro, Biblioteca Nacional , Reservados, Colección Gaspar García Viñas, Tomo CCII,
Diccionario de Alltoridades, 1729) definía esta palabra como el adjetivo utilizado BN, 4577. Como he explicado en otro trabajo, esta medida, considerada protectora de
para designar aquello que es "sylvestre, indómito, montaráz". Pero es significativo, los naturales, en realidad impedía la principal posibilidad que éstos tenían de fugarse
además, que haga una especial referencia a la realidad americana y específicamente del yugo de sus encomenderos. BARRIERA, D., Conquista y colonización hispánica.
a los bovinos: "Llámase por común nombre estos toros y vacas cimarrónes: y aun Santa Fe la Vieja, 15 73- 1660, Rosario, La Capital, 2006 .
cs nombre común en las Indias de todos los animales sylvestres" [se ha respetado la 19. Y esto en dos scntidos: para los vecinos en particular y para los vecinos corno
ortografía original]. El padre Nicolás Techo llamaba a estas vacas también cerriles. cuerpo político. El cabildo mismo manifestó su corporativa preocupación frente a la
Se distinguen del ganado alzado que escapaba del control de las estancias pero que, cntrada de vecinos de otra jurisdicciÓn (Santiago del Estero) que vaqueaban en el
estando marcado, podía ser recuperado a veces rápidamente. Desde luego, parte de " valle calchaquí" (al norte del río Salado). AGSF, AC, 11, Ir. 125 a 156, particular­
este ganado alzado se volvía silvestre. La mayor parte de los testimonios coetáneos mente la sesión el 24 de agosto de 1625.
y estudios sobre la ganadería colonial (Garavalgia, Mandrini, entre otros) coinciden 20. Extensión de tierra destinada a la cría de ganado. Se conservan pocos titulas
en marcar el declive del stock de ganado cimarrón en el siglo XVIII. El mismo adje­ de tienas de los que hizo extender Garay (para sí y para otros). La mayor parte de los
tivo se aplicó a los esclavos fugados y también tenía consecuencias jurídicas. Véase datos provienen de reconstrucciones realizadas a partir de probanzas de méritos, tes­
SAGU1ER, E., "La fuga esclava como resistencia rutinaria y cotidiana en el Buenos tamentos y varios juicios. Remito a mi Vers /lile histoire politique configurationnelle.
Aires del siglo XVIII", en Revista de Humanidades y Ciencias Sociales. Inslillllo d., Conquérants, familles et rappo/'ts de pOllvair dan.\' ul7e vil/e al/X conjins de l' Empire
Investigaciones económicas y sociales, U. A. Gabriel Rene Moreno Segunda época Espagnol (Santa Fe, Río de la Plata, XVI-XVII siecle.l') , Lille, 2007, cuarta parte.
vol. 1, n" 2, diciembre de 1995 . Un clásico al respecto lo constituye el libro de PR ICl , 21. El Contador Hernando de Osuna, el capitán Diego Ramírez, el capitán Felicia­
R. , Sociedades cimarronas, México D.F. , Siglo XXI, 19R l. no Rodríguez, Hernán López, Pedro de Oliver y Cristóbal González.
7. Azadas de cabo largo muy filosas en la punta. 22. Cervera asegura que ese fondo no pasaba de seis leguas pero, en rigor, su úni­
8. El cuero era el principal producto que esta zona proveía en el siglo XVII p!lrll co límite era la aparición de quien se planteara como tercero peljudicado.
el comercio atlántico, vía e l puerto de Buenos Aires. También se aprovechaban d 23. M. CERvrRA, Historia de la ciudad y IJ/'(JVincia de San/a Fe, Santa Fe, Univer­
sebo, las astas, las pezuñas y algunos de los huesos. sidad Nacional del Litoral, 1979 [1907], t. 11, pág. 168.
9. N. del TECHO S. J., Historia de la Provincia del Paraguay de la Compatiía ¡J. 24. DEEC, SF, EC, LlI, 10.
Jesús , Versión del texto latino [1675] por M. Serrano y Sanz con prólogo de Hin 25. DEEC, SF, EC, LlI, 10, varias declaraciones .
Garay, Madrid, 1897. 26. Es muy impreciso el número de cabezas ohjeto de este derecho. En el trans­
10. El cabildo santafesino abrió el cuaderno de registro de marcas de herrar ganll curso del pleito se menciona que la acción afectaría a unas cien mil. Pero curiosamen­
do el 14 de noviembre de 1576. Archivo General de la Provincia de Santa Fe [AUSI· I. te la cifra no la propuso el demandante sino que surge de las declaraciones de la parte
Actas del Cabildo [AC] , t. 1, f. 10. demandada. Fue Hernandarias quien realizó el cálculo quizás algo febril del posible
11. Las referencias son a los daños que realizan o podrían realizar los gatu,,!\! número resultante de la libre reproducción de los animales que habían entzado su sue­
en las "chacaras". BlmMA, J. J., Acuerdos del extinguido cabildo de Buenos //1/ ~ro, primero, y luego él mismo. DEEC, SF, EC, UI , 10, f. 391. En cuanto al "quinto",
[en adelante, Acuerdos] Buenos Aires, 1907, t. 1, libro 1, acuerdos del 27 de fchrcll. ¡;omo se verá en el desarrollo del trabajo, no siempre significaba un 20'!';, ni siempre
de 1589,9 de abril de 1590, 16 de julio de 1590 (por caballos), agosto del s iglU ~ nl ~e denominó "quinto".
1)2 I'. NTRH IIH'IIO)' III'iU ,('IIO : T¡:NI :, I~ , I'OSI : ¡:R_ IISAR DERECHOS, JUSTI CIA Y T ERR ITORIO I~H

27. Que todos admitían haher visto suelto y disperso /luís allú de las tierras ¡k la dc esta tierra quando desamparan SIIS estancias y querencias no vana a la parte (kl
estancia de Hernandarias, al norte, es decir, en terrenos de Osuna, Rumírez, Rodri­ sur por su gran rigor, y assi son sus huydas al Rio arrira a la par/e delnor/e, porq uo
guez y hasta más al Norte y tierra adentro (al Este). los temporales desta tierra son siempre del sur, y ass i el dicho ganado corre siempre
28. Juan de Ávila de Salazar, representando a los padres de la Compañía de Jesús, con el ti empo", DEEC, SF, EC, LlI, 10, resaltado mío.
mentó el litigio contra los Cabrera con una expresión precisa y preciosa: "[ ... ] pleito 35. AGSF, AC, r.
de acción y quintos [ ... ]", DEEC, SF, EC, LXI, 150, f. 274. 36. DEEC, SF, EC, LIl, 10, declaración del Alcalde dc la Hermandad Antún (ll
29. Par/idas, 111 , Tic XXVIII, 17, 19,22 y 25. Sobre todo 19 ("Pierden los homes Antonio) Da Silva.
el señorio que habien ganado en las aves, et en las bestias salvages et en los pesca­ 37. DEEC, SE EC, LI!, 7.
dos , en la manera que dcximos en la tercera ley ante desta , luego que salen de su 3R. Auto de amparo a favor de Feliciano Rodrígucz, dado cn Buenos Aires, a 20
poder et toman al primero estado en que eran ante que las prisiesen. Et aun pierden de junio de 1637. En DEEC, SF, EC, Ul, 7, f. 133 v.
el señorio dellas quando fuyen et se aluengan tanto que las non pueden veer, o que 39. Hijo de Felipe de Vega y de Isabel de Espinosa -hija de Feliciano Rodríguez,
las vean estando ellos tan alongados dellas que á duro las podrien prender. Et en cada por tanto, nieto de este último. CALVO, L. M., Pobladores espaíioles de San/a Fe la
uno destos casos gana el señorio dellas quien quier que las prenda primeramente") y Vieja (/5 73- /660) , Buenos Aircs, Academia Nacional de la Historia, 1999.
22 ("Pavones, et faisanes , et gallinas de India, et palomas, et gruas, et ánsares et las 40. DEEC, SF, EC, LX, 181, f 267 v.
otras aves semejantes dellas que son salvages segunt natura, costumbran los homes á 41. Tal como lo testimonia magníficamente el S. J. Jorgc Suárez, rcctor del Cole­
las vegadas á amansar et criar en sus casas. Et por ende decimos que cn quando cos­ gio de Santa Fe en 16R4. DEEC, SF, EC, LIl, lO, f. 379 . Vega y Robles, además, hahía
tumbran estas aves atales de ir et tornar á casa daquel que las cria, que ha el scñorio vendido a Francisco Jiménez Navarro una licencia para vaquear nada mcnos que 20
dellas por do quier que anden: mas luego que ellas por sí se dexan de la costumbrc mil cabezas en el paraje de Arroyo Hondo, entre el río de Feliciano Y el dc Alcaraz.
quc usaban de ir et de tornar, que pierde el señorio dell as el quc lo habie, et gánalo Otro de los pleitos que abrió el nicto de Fcliciano Rodríguez en 1676, se orientaba
quien quier que las prenda. Eso mesmo decimos de los cicrvos, et de los gamos, et de directamente a cobrar la parte que me loca. DEEC, SF, Ee, LX, 181, f. 286. En una
las encebras, et de las otras bestias salvages que los homes amansan et crian en sus presentación posterior, en lugar del quinto Vega pide "se me page ell1obeno acos/um­
casas; ea luego que se tornan á la selva et non usan de venir á la casa ó aliagar do su brado" (f. 290).
dueño las tenie, pierde el scñorio dellas"). Las Siete Par/idas del Rey Don A(fonso el 42. DEEC, SF, EC, LX, 181 , f. 270 v. Cristóbal Domíngucz de Sanabria y lus
Sabio, cotejadas con varios c.ódices antiguos por la Real Academia de la Historia, !. Cabrera (primos hermanos entre sí) so n desccndientes del conqu istador Juan de
11, Partidas Segunda y Tcrccra, Madrid, 1807, págs. 717 y 718 respectivamente. Sanabria por vía materna. Este Cristóbal Domínguez de Sanabria era hijo del segun­
30. "Todo animal que hayas cogido es nlyo mientras tú lo retengas en tu podcr. do matrimonio de Juan Domínguez Pe reiro (portugués avecindado en Santa Fe) con
Pero si se escapasc y recobrase su libertad natural, deja de ser tuyo y se hace del pri­ Lorenza Rangel de Sanabria (testamento en DEEC, SF, EP, IlI , ff. 748-753). CAI.VO,
mer ocupante" , Institlltionum Jlls/iniani - Ins/ituciones de Justiniano, Libro Segundo, L. M. , Pobladores espafíoles ... , op. cit. Entonces, si por la vía materna eSlaba empa­
Tí!. l, Icy 12, trad. de Francisco Pérez de Anaya y Mclquíades Pérez Rivas, Buenos rentado con los Cabrera, la familia del primer matrimonio de su padre lo emparen­
Aires, Atalaya, 1947. taba con los Rodríguez, los Espinosa y los Vega y Robles, ya que su padre había
31. "Rcvertcndi autcn animum vidcntur desciñere habere, tunc cum revcrtcndi contraído primeras nupcias eon Beatriz de Robles y Veg:J (hija de Felipe de Vega y
consuetudincm desemcrunt [Sc juzga que han perdido el espíritu de vuelta cuando de Isabel de Espinosa, es decir, con otra nicta de Feliciano Rodríguez) , En materia
han perdido la costumbre]", Instituciones, Libro Segundo, Tí!. 1, ley 15. de gencalogía, agradezco el slempre atento asesoramiento del Dr. C ~Hlos F. Rumitli
32. Este problema sc presentó muy tempranamente a juristas romanos - Próculo, Acevedo.
Celso, Gayo.. con el caso de la propiedad dc las abejas. En las Partidas, Alfonso X 43 . Cuyo nombre se dcbe a aquel capataz que cuidaba los ganadoS de Hemanda­
las considcró "salvajes y apropiables" por cualquiera y actualmente el Código Civil rias y qu e era ahí mismo estanciero, Pedro de Alearaz.
español le dedica su artículo 612 en el mismo sentido cuando se trata de un enjambre. 44. DEEC, SF, EC, 7 y 10.
En las Instituciones, Libro Segundo, Tí!. l, ley 14. 45. DEEC, SF, EC, LX, 181, f. 270 y ss.
33. Hecha a pedido de Hemandarias para que se " [ .. . ] viesse por vista de ojos si 46. Convenientemente, el citado despacho amparaba a Hcrnandarias Y sus herede­
avia en las querencias de las dichas estancias algun ganado o en el circuyto de sus ros sobre ganados que han ido más allá de ese límite. Una parte fuerte dc la argumen­
tierras y por la que se hizo cn una vanda y en otra debajo de juramento consta no aver tación del entonces ex gobernador radicó en avalar los hábitos vacunOS de migraciólI
ningun ganado en las dichas tierras de ellas ni sus comarcas mas de tan solamente de hacia el Norte y presentar testigos visualcs que aseguraran no haber vi sto nUllca gana­
los ganados del dicho scñor govcmador hernando arias de saavedra que corrcn la tie­ do en las tierras de sus contradictores, quienes, camino de la maden" ParanIJ arri­
rra adentro y hacia el nortc rio arriva mucha distancia de la estancia del dicho gover­ ba- no habrían euidadu del ganado desde la epidemia de 160R-1 (,09 . Y pn:risaI11L~ nll!
nador de una y otra vanda del rio dc los calitones que divide las dichas estancias", porque Hemandarias pretendía vaqlll';Jr ¡;s¡; ganado alzado 1I1~IS all(1 ti el rcrílll~tJ'(\ de
DEEC, SF, EC, UI, 10. sus tierras es por lo qlle 1l'lI li,,', todo " Ntc esfuerzo jllstilicativo, ya qlll: l:1l nllI HI'1II
34. El saber de los baquianos se cxpresaba en estos términos: "[ ... ) todo el ganado momento se rcliriú 11 liI'l tl ( II;I ', d,- HII 'I 0polll'nt¡;S , río de Aleara" al Norlt:, sino al
l:lel I'N-IIO ' 111 :( '111. \ illl<l( '111 '1 HNI ' R,I'OSI '.I'R,lISAR

h.:cllO dc que los ganados qu.: por allí audahall pcrtcm:dan a una aLwda aljul'n:nciada
t:n sus terrenos. Véase el análisis del pleito anterior.
47. "[... ] que es.te año me sacaron bajo cuerda la tropa de Fdez. Montiel". DFEl',
SF, EC, LX, 181, f, 275 v.
48 . DEEC, SF, EC, LX, 181, f. 279.
49. DEEC, SF, EC, LIX, 150, f. 271.
50. DEEC, EP, IV, f. 530, escritura del 20 dejulio de 1674.
51 . Su testamento es del 15 de julio de 1652. DEBC, SF, 11 , ff. 317-19.
52. DEEC, EC, LIT, 10, cuerpo 1, ff. 378 y 379.
53 . AGSF, Autos y Comunicaciones. t. L
54. CERVERA, M., Historia, .. , op. ci/., 160,
55 . La aparentemente irónica numeración se debe a que , como se dijo, el porcen­
taje era variable. En un reclamo realizado a fines del siglo XVII , los jesuitas piden "el
octavo". AGSF, AC, VI , f. 107-108,
56. BOLTANSKI, L. y TIIEVENOT, L. , De la justification. Les économie.l' de la gran­
deur, París, Gallimard, 1991.
57, Véase BAR¡\VALLE, M. del R., BARRIERA, D, G. y PEÑAUlA, N, L., "La Compa­
ñía de Jesús y los vecinos de Santa Fe , Relaciones sociales y frontera en el Río de La
Plata (siglo XVII)", en Historias, 47, IN AH, México, septiembre-diciembre de 2000,
págs. 71-81.
58. Un jurista alemán, preocupado por la vigencia que para muchas sociedades
actuales todavía tienen las soluciones que los romanos encontraron para la suya,
escribió: "Lo que es más importante para nosotros, es: primero, que también aquí se
confirma la observación de que las soluciones romanas nos ofrecen horizontes funda­
mentales, como aquí para la adquisición de la posesión; segundo: que encontramos ell
el mundo entero estas soluciones, aún en nuestros días. en ordenamientos jurídicos
muy diferentes; tercero, que es lo más fascinante, que encontramos con frecuencia en
las fuentes romanas todavía más pensamientos y soluciones jurídicas (como en nues­
tro contexto, la doctrina más antigua), que en los ordenamientos jurídicos modernos",
KNÜTEL, R., "Islas flotantes, árboles en'antes, animales fugitivos y tesoros ocultos.
Sobre el método de los juristas romanos en el desarrollo de reglas jurídicas aún vigen­
tes", en Revis/a de ES/lidios Histórico-Jurídicos, 19, Valparaíso, 1997.

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