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Páginas 325-336
El Tawantinsuyu en Aconcagua (Chile Central) 325
Chungara, Revista de Antropología Chilena
EL TAWANTINSUYU EN ACONCAGUA
(CHILE CENTRAL)
TAWANTINSUYU IN ACONCAGUA VALLEY
(CENTRAL CHILE)
Rodrigo Sánchez Romero*
Presentamos una interpretación de la materialidad del Tawantinsuyu, en el curso superior del río Aconcagua. Exploramos las
relaciones que se establecieron entre las culturas locales y el Inka, y las estrategias que éste utilizó para acceder a esta periférica
área de su “imperio”. Adscribimos a la conceptualización del Tawantinsuyu, como un estado temprano (Ziólkowski 1996) y a la
hipótesis de que en esta área se produce un proceso de interdigitación cultural.
Palabras claves: Tawantinsuyu, curso superior del río Aconcagua, estado temprano, interdigitación cultural, conductas
ceremoniales.
This article presents an interpretation of material expression of Tawantinsuyu in the upper basin of the Aconcagua river in Central
Chile. It explores the relationships between local cultures and the Inca as well as the strategies employed by the State to access this
peripheral area of the “empire”. I conceptualize Tawantinsuyu as an early state (Ziólkowski 1996) to frame the hypothesis that
there was a process of cultural interdigitation in this area.
Key words: Tawantinsuyu, upper course of the Aconcagua river, early state, cultural interdigitation, ceremonial behaviour.
* Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Ignacio Carrera Pinto N° 1045, Ñuñoa,
Santiago. rsanchez@uchile.cl
rales nacidas de las dinámicas divergentes del or- lo constituyen los principios organizadores de estos
den salvaje y del orden estatal” (Renard-Casevitz nuevos espacios, que Gallardo et al. (1995:169) de-
et al. 1988:200). finen como de asociación y exclusión. Lo intere-
La idea de un patrón de ocupación disconti- sante de estos principios en el pukara de Turi es que
nua parece ser una constante, al menos en las de- son muy coherentes con la estructura discontinua
nominadas “fronteras” del Tawantinsuyu. Esta si- del patrón de ocupación del espacio, en las áreas de
tuación ha sido observada en el extremo Norte limite del Tawantinsuyu.
ecuatorial y Noroeste Argentino y Oriente bolivia-
no. Jijón y Caamaño (1997[1952]) y Pease (1991) Interdigitación Cultural
describen la situación en Ecuador, donde la pre-
sencia cuzqueña se concentra en grado mayor en Durante el período Intermedio tardío en Chile
los centros administrativos, quedando reducida a Central, además de los contextos culturales “loca-
aspectos más formales en las zonas rurales; el Cuz- les”, encontramos indicadores diagnósticos de cul-
co se encontraba lejano, siendo difícil el control y turas de áreas vecinas, como la Cultura Aconcagua
la administración del sistema redistributivo. En el y la Cultura Diaguita, y finalmente otras más leja-
Noroeste Argentino, Williams y D’Altroy (1998) nas, como la Inka, que indican un proceso de cons-
ven la ocupación Inka como intensiva, pero en bol- tante interrelación. Así, conjeturamos que esta área
sones o islas en áreas productivas y estratégica- corresponde a un “espacio multicultural” dentro de
mente ubicadas, donde los Inkas favorecieron cier- la cual los distintos grupos presentes tienden a or-
tos grupos étnicos sobre otros, usando a las élites denarse de forma segregada (Sánchez et al. 2004).
locales para establecer y mantener el gobierno im- Para interpretar la configuración y variabilidad
perial más allá del núcleo central. Finalmente Sii- cultural presente, fue sugerente explorar la idea de
riäinnen y Pärssinen (2001) ven la conformación interdigitación (Martínez 1998). Se sugiere el desa-
de un sistema de tres zonas fronterizas en la Ama- rrollo de un conjunto de estrategias sociales y polí-
zonia boliviana. Desde el dominio total, en la Zona ticas que implican la interdigitación de distintos gru-
1 a la Zona 3, donde el Tawantinsuyu posee una pos culturales, gracias a las relaciones sociales y de
presencia ocasional y nunca ejerció su poder. parentesco que ellas lograban establecer y que el
Todos coinciden en el carácter fragmentario control directo no era imprescindible, sino sólo ase-
del dominio Inka en estas áreas “periféricas”; ha- gurar un acceso a la producción local, aunque se
blan de “soberanía incierta”, ocupación de “bolso- requiriera de variadas relaciones de intermediación.
nes”, presencia concentrada en centros administra- Estas van desde las de parentesco a otras de nivel
tivos, “presencia ocasional”, y esto a pesar de que político superior, incluso entre grupos con “marca-
casi todos consideran al Tawantinsuyu como un das diferencias en sus grados de complejidad so-
gran imperio. cial” (Martínez 1998:38), situación que podría dar-
Otra constante parece ser la implementación de se en nuestra área con la llegada del Tawantinsuyu.
estrategias de incorporación al Tawantinsuyu, don-
de priman conductas ceremoniales de eficacia sim- El Tawantinsuyu en Aconcagua
bólica (Siiriäinnen y Pärssinen 2001; Uribe 2000;
Ziólkowski 1996). Queríamos destacar la tesis de Los antecedentes previos son el resultado de
Gallardo et al. (1995), que resalta el papel desem- estudios aislados de asentamientos de carácter mo-
peñado por la arquitectura Inka como un medio de numental, como el “enclave económico administra-
expresión simbólica de la ocupación de territorios, tivo” de Cerro la Cruz (Rodríguez et al. 1993), y el
en el Norte Grande de Chile. La arquitectura jugaría mal denominado Pucara de Mercachas (Sanguinetti
este cometido legitimador, al replicar actos ocurri- 1975). También existe información de salvatajes,
dos en la fundación mítica del Cuzco, lo que le otor- como el cementerio abovedado de El Triunfo (Du-
ga un carácter político-simbólico de refundación del rán y Coros 1991). Otras referencias son margina-
espacio reestructurándolo e integrándolo al Tawan- les, como contextos mortuorios, con cerámica Dia-
tinsuyu. En un sentido similar Acuto (1999) inter- guita-Inka, al interior de cementerios de túmulos,
preta la organización del espacio e instalaciones Inka como Bellavista (Madrid 1965) y Santa Rosa (Ma-
en el valle Calchaquí, y Siiriäinnen y Pärssinen en drid 1980). Contextos similares, pero sin evidencia
la Amazonia (2001:68). El otro aspecto interesante de túmulos, se registran en El Sauce y Primera Que-
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brada (Coros y Coros 1999). Sólo la red vial Inka ha sandino incaico y al camino Inka longitudinal an-
concentrado estudios (Coros y Coros 1999; Rivera dino, y a una ruta preincaica que comunica el Valle
y Hyslop 1984; Stehberg 1995), descubriéndose tam- de Aconcagua con el río Choapa. Dos aspectos son
bos, como Ojos de Agua en Juncal (Coros y Coros claves para entender la funcionalidad del asenta-
1999). Finalmente, debemos mencionar el Santua- miento: su carácter aislado, puesto que en las cer-
rio de Altura del Aconcagua, que da cuenta de la canías no se ha localizado ningún otro asentamiento
capacocha (Schobinger 1986). Inka o con componentes Inka, y su posición estra-
Elementos relevantes son: primero, que la al- tégica situada en una encrucijada de caminos. Solo
farería de los contextos Inka corresponde a la de la así creemos es posible darle un carácter defensivo
Fase Diaguita-Inka, situación que se da en Merca- y de vigilancia, con muros perimetrales y atalayas,
chas, El Triunfo, Ojos de Agua y Cerro La Cruz; y a su emplazamiento en la cima de un abrupto
segundo, existe una tendencia al carácter mono- cerro, sin negar otras funciones.
componente en cuanto a la cerámica, en los sitios La gran variabilidad de asentamientos incluye
Inka, y cuando se agrega otro componente es de la red vial, tambos, “centros administrativos”, puca-
Cultura Aconcagua. Destaca también la polifun- ras, cementerios, wakas y santuarios de altura, agre-
cionalidad de los asentamientos, como Cerro La gándose la polifuncionalidad de varios de ellos.
Cruz. También las dataciones absolutas sugieren Debe destacarse la presencia de los santuarios de
una temprana presencia del Tawantinsuyu (Rodrí- altura y wakas, más frecuentes que las fortalezas o
guez et al. 1993). pucaras, dando cuenta de un interés por sacralizar
Revisaremos ahora los principales aspectos de el espacio de presencia del Tawantinsuyu con con-
los asentamientos Inka estudiados por nosotros, ductas ceremoniales. La eficacia simbólica de esta
tratando de resaltar su variabilidad y ordenamien- estrategia Inka debe haber sido mayor, tanto por la
to espacial. Todos los sitios Inka estudiados se en- monumentalidad de sitios como por la realización
cuentran articulados por la red vial Inka. En la de la capacocha.
subárea de Pocuro, donde se encuentran El Casti- Se configura un patrón de asentamiento con
llo y Cerro Mercachas, existe además otra serie de dos características: estar articulado por la red vial
sitios con componentes Inka, conformando un área y ocupar de forma discontinua el territorio. Los
con una marcada y variada presencia (Figura 1). sitios Inka ocupan sólo ciertos segmentos o “is-
El Castillo, definido como un Tambo o “Cen- las”, dentro del territorio, siempre aledaños a las
tro Administrativo”, se asocia directamente al ca- rutas Inka, e incluso dentro de estos segmentos,
mino Inka transandino, que bordea la ladera sur sus asentamientos se encuentran contiguos, “in-
del cerro Mercachas, entroncando con el camino terdigitados”, con los de la cultura local, pero cla-
longitudinal incaico (Coros y Coros 1999; Steh- ramente segregados. El resto del área no presenta
berg et al. 1998). Además, recientemente se han asentamientos del Tawantinsuyu o es atravesada
localizado varios tambos, entre ellos Ojos de Agua, tenuemente por sus caminos. El patrón que se
en el primer camino mencionado (Coros y Coros bosqueja no puede dejar de recordarnos la pre-
1999). También se encuentran cercanos los cemen- sencia Inka en Ecuador, Noroeste Argentino y
terios de Santa Rosa (Madrid 1980) y El Guindo Oriente Boliviano.
(Ramírez 1990), ambos con componentes Inka. Es importante el carácter casi absolutamente
Respecto a la funcionalidad de El Castillo, a pesar monocomponente en cuanto al contexto cerámi-
de lo mal conservado, su emplazamiento calza con co de los sitios Inka. Situación que se da en sitios
las distancias que separan los tambos Inka del área como Cerro La Cruz y el cementerio de El Triun-
y presenta densos depósitos de materiales, princi- fo, y se repite en los tres sitios estudiados, donde
palmente cerámicos, que sugieren una ocupación el contexto cerámico y sus patrones decorativos
mayor, quizá ligada a funciones productivas y or- corresponden a la Fase Diaguita-Inka o Diaguita
ganizativas. Remarcando el carácter polifuncional, III, del Norte Chico (González 1995). Las formas
existe una tumba y evidencias de metalurgia. In- revelan platos playos y aríbalos que acompañan
mediatamente al noreste de El Castillo, se localiza la presencia incaica, así como escudillas Diagui-
el complejo arquitectónico de Cerro Mercachas. ta. Los motivos presentes son característicos, rom-
El Pucará del Tártaro se asocia a los caminos bos en hilera, clepsidras, reticulados, ajedrezados
del Inka, que Stehberg (1995) denomina ramal tra- y bastones paralelos.
El Tawantinsuyu en Aconcagua (Chile Central) 329
Sin embargo, existen diferencias entre los si- guita III, se suman otros dos componentes minori-
tios, así es como en El Castillo la casi totalidad de tarios, la cerámica local del Valle de Putaendo y
la alfarería corresponde al Diaguita III, no perci- cerámica de la Cultura Aconcagua. Esta última es
biéndose una incorporación de grupos cerámicos notable, dado que no se registra en el resto del Va-
locales. En tanto, en el pucara de El Tártaro, su- lle de Putaendo, apareciendo sólo como parte de
mado a la mayoritaria presencia de cerámica Dia- un contexto mayoritariamente Diaguita-Inka, al
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igual que en Cerro la Cruz. Con relación al com- La arquitectura monumental ha sido el indica-
plejo arquitectónico Cerro Mercachas, es destaca- dor más diagnóstico, con la alfarería, para identifi-
ble, que si bien el contexto se puede incluir dentro car los sitios del Tawantinsuyu. Si bien el Inka en
de la Fase Diaguita-Inka en éste sólo se encuen- su expansión al sur presenta elementos arquitectó-
tran los elementos decorativos y de forma más tí- nicos comunes (Raffino 1981; Stehberg 1995),
picamente cuzqueños de la fase (Figura 2). Esto creemos que su gran variabilidad no permite to-
puede deberse a su carácter de waka, lo que, ade- mar las pautas propuestas como un decálogo. Con
más, es concordante con lo observado en El Plomo los criterios que determinan rasgos de primer y
y cerro Peladeros (Cabeza y Tudela 1987). segundo orden, podríamos decir que los sitios es-
Podemos conjeturar que los contextos cerámi- tudiados se presentan pobres. Sin embargo, cree-
cos “incaicos” del área no son el resultado de nin- mos que nuestros registros enriquecen las caracte-
guna clase de “mixtura” entre cerámica Inka y otra rísticas de la arquitectura Inka en el Kollasuyu.
local; por el contrario, son la implantación directa En Pucara El Tártaro hemos reconocido ras-
de un contexto cerámico del Norte Chico. Sólo gos arquitectónicos de primer y segundo orden.
ocasionalmente y en forma minoritaria se agrega Entre los de primer orden, están los recintos peri-
cerámica local u otra no propia del área. La segre- metrales compuestos (RPC), sistema defensivo con
gación de los asentamientos, señalada claramente torreones (atalayas) y plaza, y dentro de los de se-
por el carácter monocomponente de los contextos gundo orden encontramos collcas circulares, muro
cerámicos, permite percibir el manejo intenciona- doble y muros perimetrales defensivos.
do de la segregación, entre los contextos Inka y los Cerro Mercachas fue descrito como una ata-
de la cultura local de Aconcagua. laya probablemente Inka (Sanguinetti 1975); una
fortaleza Inka (Stehberg et al. 1998); o como un los espacios sagrados, semejante a la “conquista ri-
adoratorio o waka Inka (Coros y Coros 2001). Su tual” (Nielsen y Walker 1999).
reestudio constató que sus patrones arquitectóni- Finalmente un resultado importante es una
cos son singulares, aunque pudimos reconocer ras- mucho más temprana presencia del Tawantinsuyu
gos Inka de segundo orden, como el muro perime- en el área (Tabla 1), con una fecha ca. 1.400 d.C.
tral exterior y los recintos de mayor tamaño que
se ajustan a un patrón rectangular. Para la funcio- Conclusiones
nalidad del sitio, es importante su gran elevación
con respecto al piso del valle, que impide la vi- La tesis de Silva, con su “imagen difusa” del
sión de cualquier detalle hacia abajo, y tampoco Tawantinsuyu, no parece contradecir las eviden-
es observable desde el valle; la mayoría de los re- cias arqueológicas, sobre todo con su idea de con-
cintos más grandes presentan una amplia visibili- quista selectiva, pero es difícil de corroborar. Ade-
dad hacia las más altas cumbres como el Aconca- más, a pesar de considerar a Chile Central como
gua. Las escasas evidencias, a pesar de lo extenso un dominio del monarca, siempre mantiene la idea
del yacimiento, delatan un uso esporádico, ligado de conquista, e incluso atribuye esta conquista a
a actividades rituales sumado a las características Diaguitas, bajo las órdenes del Inka. A pesar de
del contexto cerámico, que sólo integra los ele- matizar el carácter imperial del Tawantinsuyu, con-
mentos más típicamente cuzqueños de la Fase Dia- tinúa adjudicándole un carácter militarista y de in-
guita-Inka. Concordando con Coros y Coros terés económico, que si bien no se puede desechar
(2001), creemos encontrarnos ante la instauración no es evidente.
Inka de sus propias wakas, legitimando para sí un La hipótesis de la “resistencia indígena” de
dominio político-religioso sobre el territorio (Sze- León no es ni con mucho el factor clave para ex-
minski 1987). plicar las características del Inka. La mayor debili-
El estudio de las tres instalaciones ha hecho dad de su tesis se encuentra en su consideración
sobresalir la variabilidad que estas poseen en el del Tawantinsuyu como un aparato estatal, milita-
Kollasuyu y su polifuncionalidad. Así, ya no es po- rista y conquistador, y en lo tardío de sus fuentes.
sible asegurar que la localización en la cima de un No negamos su sugerencia de “resistencia indíge-
cerro y la existencia de un muro perimetral convier- na”; sin embargo, el retroceso de la presencia Inka
tan de inmediato al yacimiento en una fortaleza, es ca. 1.400 d.C. hace difícil retrotraer una respuesta
necesario situar estos rasgos en su contexto. La ar- de ese tipo, más de siglo y medio antes. Además,
quitectura monumental nos hace suponer que esta el registro da cuenta de una vecindad entre asenta-
inscripción material juega un papel protagónico den- mientos Inka y locales, que difícilmente habría
tro de las estrategias del Tawantinsuyu. podido darse de estar en un conflicto permanente.
Troncoso (1998, 2001) ha definido un estilo de El modelo de González, de “ocupación incai-
arte rupestre que se asociaría al Tawantinsuyu. Las ca diferenciada”, es un buen descriptor e integra
figuras se caracterizan por formas circulares, basa- los postulados de Silva y León en una hipótesis
das en la creación de círculos concéntricos múlti- mayor. Además, es el único intento desde la ar-
ples que presentan una decoración lineal interior, y queología por interpretar globalmente la presencia
figuras ovaladas y cuadrangulares con decoraciones del Tawantinsuyu. A pesar de su crítica de las ex-
interiores complejas basadas en la aplicación de tra- plicaciones “militaristas y economicistas”, su plan-
zos lineales oblicuos, paralelos o entrecruzados, y teamiento aparece prisionero de ellas. Para Gon-
también cruces inscritas. A nivel del panel, las figu- zález, las “conquistas” del Inka dependen del grado
ras presentan una ordenación de tipo reticulada que de beligerancia de la población local, que produce
se logra por la disposición tanto vertical como hori- esta ocupación discontinua, persistiendo, además,
zontal de los referentes rupestres. Esta manifesta- en la consideración del Inka como un aparato esta-
ción daría cuenta de un importante proceso de cons- tal y militar pleno.
trucción social del espacio, donde la superposición Los planteamientos de Uribe parecen especial-
de figuras en paneles que han sido interpretados mente atractivos; sin embargo, no advierte que las
como de importante capital simbólico durante el “conductas ceremoniales” implementadas por el
período Intermedio tardío, podría ser parte de una Tawantinsuyu por su “eficacia simbólica”, en Chi-
estrategia simbólica orientada a la apropiación de le Central, no hacen pensar en la presencia del apa-
332 Rodrigo Sánchez Romero
El Castillo Cuadrícula N°1 Reg. 9. Plato Playo (Rojo Ext./ Negro sobre 485 ± 50 1.515 d.C. 1243
Nivel 10-20 cm Rojo Int. Decoración: Línea horizontal bajo
el borde
El Castillo Cuadrícula N°1 Reg. 66. Aríbalo (Alisado Int. /Negro y Rojo 590 ± 60 1.410 d.C. 1244
Nivel 10-20 cm sobre Blanco Ext. Decoración: Bastones
en hileras
El Castillo Cuadrícula N°1 Reg. 128. Escudilla Diaguita II (Negro y Rojo 615 ± 60 1.385 d.C. 1245
Nivel 10-20 cm sobre Blanco Ext./ Blanco Int. Decoración:
Patrón Zigzag
El Castillo Cuadrícula N°1 Reg. 95. Aríbalo (Negro sobre Blanco 600 ± 60 1.400 d.C. 1246
Nivel 20-30 cm Ext. / Alisado Int. Decoración: Lineal
Pucara El Tártaro Cuadrícula N°2 Escudilla Diaguita (Rojo Engobado 500 ± 40 1.500 d.C. 1255
Nivel 0-10 cm Ext./Blanco Int.
Pucara El Tártaro Recolección Escudilla Diaguita (Rojo Engobado 480 ± 50 1.520 d.C. 1254
superficial Ext./Blanco Int.
Pucara El Tártaro Recolección Rojo Engobado Ext./Café Rojizo Alisado Int. 630 ± 50 1.370 d.C. 1250
superficial
Pucara El Tártaro Recolección Negro sobre Blanco Ext./Blanco Int. 555 ± 60 1.445 d.C. 1252
superficial Decoración: Motivo Subrectangualar de
bordes curvos
Pucara El Tártaro Recolección Escudilla Diaguita III (Negro y Blanco sobre 640 ± 60 1.360 d.C. 1253
superficial Rojo Ext./ Blanco Int.) Decoración:
Patrón Ondas
Pucara El Tártaro Recolección T. A. Negro sobre Salmón. Decoración: Lineal 600 ± 50 1.400 d.C. 1249
superficial
Pucara El Tártaro Recolección Rojo sobre Blanco Ext./Café Rojizo alisado 420 ± 40 1.580 d.C. 1251
superficial Int. Decoración: Lineal (Estrellado)
Cerro Mercachas Pozo N°4 Blanco y Negro sobre Rojo Ext./Alisado 610 ± 60 1.390 d.C. 1405
Tosco Int.
Cerro Mercachas Pozo N°4 Blanco y Negro sobre Rojo Ext./Alisado 525 ± 50 1.475 d.C 1406
Nivel 15-20 cm Escobillado Int.
Cerro Mercachas Pozo N°3 Café Claro Pulido Ext./Café Pulido Int. 350 ± 30 1.650 d.C. 1407
Nivel 0-5 cm
rato imperial Inka, sino en los mecanismos pro- destacar dos ideas. La idea de conquista selectiva
pios de un estado temprano. Más aún, su sugeren- u ocupación discontinua por parte del Inka y, la
cia de que más al norte las estrategias son simila- otra, la presencia de estrategias de incorporación,
res, creemos que presta apoyo a nuestra donde priman las denominadas conductas ceremo-
consideración del Inka, como un estado temprano. niales de eficacia simbólica, ambos planteamien-
Creemos que ninguna de las propuestas ofre- tos son concordantes con las investigaciones de
ce una explicación satisfactoria; sin embargo, no otras áreas de limes del Inka.
pueden dar cuenta de evidencias que no conocie- Estas características son coherentes y encuen-
ron cuando fueron formuladas. De ellas queremos tran una más sólida explicación en el marco de
El Tawantinsuyu en Aconcagua (Chile Central) 333
nuestra interpretación del fenómeno Inka como un tuarios y wakas, relativamente al margen de la
estado temprano y en la caracterización del área población local.
durante el período Intermedio tardío, como un “área También se hace patente la utilización de estra-
de interdigitación cultural”. De la inscripción ma- tegias de incorporación, donde priman las denomi-
terial del Tawantinsuyu, queremos resaltar los as- nadas conductas ceremoniales de eficacia simbóli-
pectos que pensamos son claves para comprender ca, la utilización del discurso religioso como
su presencia. Primero, el que la totalidad de los legitimador del poder, las mejores fuerzas coerciti-
asentamientos adscritos al Inka tiendan a ser mo- vas del Tawantinsuyu como estado temprano. Estas
nocomponentes en cuanto a cultura material, dan- prácticas son atestiguadas por la arquitectura mo-
do cuenta de lo que denominamos incrustación de numental, dentro de la cual destacan los santuarios
un contexto cerámico foráneo, correspondiente a de altura y cerros waka, en todo Chile Central. A
la Fase Diaguita-Inka; segundo, sus asentamientos estas prácticas debe sumarse, la expresión a través
se presentan articulados por la red vial e interdigi- de un estilo de arte rupestre. Aunque sólo sea una
tados con los contextos locales, dando una imagen hipótesis, el Tawantinsuyu podría estar utilizando
discontinua de su presencia; tercero, una fuerte principios organizadores del espacio, como los de
presencia de arquitectura monumental, dada por asociación y exclusión (Gallardo et al. 1995). Tanto
tambos, centros administrativos, fortalezas, santua- el carácter discontinuo de la presencia Inka como el
rios de altura y wakas, resaltando su carácter poli- carácter monocomponente de sus asentamientos,
funcional; cuarto, especialmente importante es la podría estar poniendo en juego principios organiza-
instauración de wakas, santuarios de altura y ex- dores similares, aunque a otra escala, de los que es-
presión a través de un estilo de arte rupestre, as- tarían organizando lo Inka en Turi. La idea es suge-
pectos que sugieren la idea de fundación de un rente: la presencia del Tawantinsuyu podría
nuevo espacio, con claras connotaciones apropia- corresponder a una sobredeterminación, tanto de
tivas simbólicas y políticas; por último, una tem- principios culturales Inka como de los propios de
prana presencia del Tawantinsuyu (ca. 1.400 d.C.). las culturas locales, dados por la interdigitación.
Como vimos, las “capacidades sociotécnicas Si bien es cierto que creemos haber derribado
de la élite Inka” para manipular mecanismos ya el principal obstáculo para comprender la presen-
existentes son claves para armar la estructura del cia Inka, nos faltó verla no como un hecho aislado,
Tawantinsuyu, lo que en nuestro caso se daría me- en Chile Central o el área andina en general, y se-
diante una manipulación de la interdigitación cul- gundo, ahondar más sobre el significado de su ar-
tural preexistente. Si bien los contextos Inka se se- quitectura y patrón de asentamiento.
gregan de los grupos culturales locales, su presencia Es ilustradora la interpretación que hacen Tho-
aparece mediatizada por la Cultura Diaguita. Así, mas y Massone (1993) sobre la penetración de pro-
la interdigitación seguiría estando presente, aun- puestas ideológicas andinas en Chile Central, con
que en una forma modificada, manipulada, quizás anterioridad al fenómeno Inka y al impacto de
menos armónica. Pero el territorio seguiría siendo Tiwanaku en San Pedro de Atacama, donde pene-
un área a la que distintos grupos culturales pueden traron nuevas propuestas cúlticas (Thomas et al.
acceder, recurriendo a los mecanismos de contac- 1988-89; 1985). Para Chile Central, Falabella plan-
to cultural preestablecidos sin necesidad de resis- tea que la mayor repercusión Inka, se haría sentir
tencia o ejércitos. Tendríamos una fórmula de do- en el ámbito de las prácticas mortuorias de la Cul-
minio incaico, que aprovecha las relaciones previas tura Aconcagua (Falabella citada en Sánchez 2003).
de la Cultura Diaguita con el área de Aconcagua y Se hace evidente la similaridad del Tawantin-
el sustrato cultural andino común entre Inkas y suyu con fenómenos de larga ocurrencia en el mun-
Diaguitas que les permite esa cierta “integración” do andino, como Chavín, luego Tiwanaku y final-
antes señalada. Se entiende así que no exista una mente el Inka. Procesos de integración andina de
“aculturación” mayor de la población local por el gran escala, que involucran la expansión de pro-
Inka, no hay un Inka local. La cultura Diaguita ya puestas y contenidos religiosos y estilísticos, que
interdigitada en el valle de Aconcagua, actuaría dan homogeneidad a los horizontes culturales (Ben-
como el operador de las relaciones entre las cul- nett y Bird 1964 [1949]). Así la presencia Inka se
turas locales y el Inka. El Inka establece su red puede apreciar como la última “propuesta ideoló-
vial, sus centros administrativos, fortalezas, san- gica” andina que penetra en Chile Central. La pro-
334 Rodrigo Sánchez Romero
puesta de Wallace (1980) sobre Tiwanaku, como zando por el templo del sol (Pease 1991; Ziólkows-
una red interregional entrelazada, donde priman los ki 1996). Uno de los rasgos más destacables del
factores ideológicos, es sugerente sobre procesos Tawantinsuyu es precisamente su manifestación a
de integración, sin necesidad de estados conquis- través de arquitectura monumental, sobresaliendo
tadores y centralización política. los santuarios de altura y wakas en nuestra área.
A esto se suma el peso de la dimensión simbó-
lico religiosa en la expansión Inka, que comienza Agradecimientos: Comprometen mi gratitud por
con la solarización del culto imperial bajo Pachacu- su generosidad, mis colegas: Daniel Pavlovic, An-
ti Yupanqui, quien, como arquitecto, emprende como drés Troncoso, Paola González y Mauricio Uribe, y
primera tarea la remodelación del Cuzco, comen- a los proyectos Fondecyt N° 1040153 y N° 1000172.
Referencias Citadas
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