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espíritu de Hegel
Sergio Montecinos
semontecinos@udec.cl
Aspectos biográficos y bibliográficos introductorios
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de Hegel, lleno de pensamientos circulares o elípticos, que consta de frases tan
poco-intuitivas como como “la contradicción es la regla de lo verdadero, la no
contradicción la de lo falso”; “todo lo racional es realmente efectivo y todo lo
realmente efectivo es racional” o “lo verdadero es el todo, pero el todo es sólo
la esencia incompleta falta de desarrollo” (y sería ese mismo todo el objeto del
conocimiento filosófico, considerado como un saber absoluto… si no se
entienden bien el sentido de esas frases y el proyecto asociado a ellas, es
natural que despierten suspicacia… sobre todo para pensamientos conectados
con el positivismo, que consideran la realidad como un conjunto de datos
aislados que es posible, ciertamente, recolectar, pero en ningún modo forman
una unidad y totalidad viviente que se autoorganiza según un ritmo propio...
Quisiera señalar algunas cosas sobre los discípulos de Hegel que me parecen
importante para introducir el tema que exploraremos. Tras su muerte
(supuestamente de cólera, pero esa tesis es hoy puesta en duda) se encargaron
de compilar y editar sus lecciones (daba clases de lógica y metafísica, derecho,
filosofía de la naturaleza, antropología, religión, arte e historia de la filosofía)
dándole la apariencia de que ellas eran la culminación de un monumental
sistema, completo y cerrado en sí mismo (cosa que tal vez Hegel pretendió
hacer como proyecto, pero jamás culminó). De ahí que se ganó fama de ser
una suerte de emperador del pensamiento, que contaba con un sistema
omniabarcante que quería reducir la realidad a conceptos. Y es cierto que
Hegel considera que lo efectivamente real en la realidad natural y espiritual
(cultural) es el concepto, pero su idea de lo que es el concepto --así como de
lo que es la lógica en general– debe ser bien comprendida para entender lo que
esto quiera decir en términos precisos. Y resulta ser, desde mi perspectiva, al
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distinto a los prejuicios que su mera formulación suscita, o al menos una idea
perfectamente plausible o, si se quiere útil para pensar filosóficamente.
Como sea, la así llamada “escuela hegeliana”, a la cual debemos en gran parte
la vieja fama de Hegel como emperador del pensamiento, prontamente se
dividió tras la muerte del filósofo en una derecha (los viejos hegelianos) y una
izquierda (los nuevos hegelianos: Linkshegelianer: Bauer, Feuerbach, Strauss,
y un joven Marx, por nombrar a los más conocidos). Mientras que los viejos
hegelianos reivindicaban los aspectos vinculados a su filosofía de la religión,
interpretándolos de un modo más bien tradicional; los jóvenes hegelianos sen
enfocaron en deducir de Hegel, proyectándola al terreno de la historia y la
política. conclusiones ateas de la filosofía Conocida es la frase de Marx : “los
filósofos se han dedicado a interpretar el mundo, de lo que se trata es de
transformarlo”. Pues bien, esa frase --incluida en un texto crítico a un
hegeliano crítico de Hegel como lo fue Feuerbach-- es de algún modo
resultado del desarrollo del propio hegelianismo: los jóvenes hegelianos
entendían que Hegel había dado con un método clave para pensar, sin
reducirla ni simplificarla, la complejidad de los fenómenos que se daban en la
realidad. Pero para ellos todavía se encontraba preso de cierta ilusión idealista
consistente en creer que a partir del diagnóstico y la exposición correcta de
ciertos problemas –sobre todo en la esfera sociopolítica– sería posible obtener,
como una suerte de conclusión, la idea del modo adecuado para solucionarlos
o incluso que sería posible constatar que en la realidad ya se encuentran
presentes los medios para esa solución, de manera que solo haría falta darse
cuenta, tomar conciencia de ello.
Al margen de esto (pues nonos interesa ahora la crítica de los jóvenes
hegelianos a Hegel), yo sólo busco con esto introducir algunos puntos
importantes para comprender el problema que exploraremos. Y comienzo por
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la siguiente constatación: no es casual que el pensamiento hegeliano haya
podido escindirse en posiciones políticamente opuestas, pues es un
pensamiento que metódicamente trabaja y avanza gracias a la contradicción.
Desde la perspectiva de Hegel, para conocer y exponer lo verdadero es
necesario mostrar sus momentos y eso sólo es posible como un desarrollo, vale
decir, como movimiento o devenir, lo cual exige pasar por determinaciones
Este movimiento mediante el cual lo verdadero se constituye, conoce y expone
es para Hegel la dialéctica. Ella es definida el siguiente modo en su
Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio:
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“El capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que aquél es refutado
por ésta; del mismo modo en que el fruto hace aparecer la flor como una falsa
existencia de la planta, mostrándose como la verdad de ésta en vez de aquélla.
Estas formas no sólo se distinguen entre sí, sino que se eliminan unas a las
otras como incompatibles. No obstante, en su fluir, constituyen al mismo
tiempo otros tantos momentos de una unidad orgánica, en la que, lejos de
contradecirse, son todos igualmente necesarios, y esta igual necesidad es
precisamente la que constituye la vida del todo”, Prólogo, Fenomenología, p.
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Pero al decir vida estamos diciendo muchas cosas a la vez, pues la misma
vida es un despliegue que avanza desde sus formas inmediatas y menos
desarrolladas hasta las más mediadas y desarrolladas: la vida, desde luego,
es naturaleza, y dentro de ella exhibe varios niveles: vida mineral, vegetal,
animal... esto equivale a decir que ella misma es un proceso dialéctico que
contiene varios momentos y se va determinando a través de ellos. Pero
avancemos más decididamente hacia lo que será nuestro problema: dentro de
la vida animal emerge la forma de vida humana, que Hegel denomina “vida
espiritual” ¿Qué significa aquí forma de vida humana, vida espiritual? Es un
interrogante que podremos ir contestando de modo más completo acudiendo a
los textos. Pero cabe adelantar, sin ánimo de exhaustividad, algunas
características ahora: se trata fundamentalmente de un tipo de vida:
i) Que se da en una comunidad de seres humanos cuyo carácter es
diverso
ii) Que está “soportada” por un conjunto de basamentos objetivos, que
pueden ser ellos mismos naturales o tecnológicos
iii) Que se da a través de distintos tipos de relaciones entre los seres
humanos, así como de los seres humanos con la naturaleza
iv) Que se encuentran reguladas por costumbres, leyes e instituciones
que reflejan -en un plano ideal- la autocomprensión de la vida de los
propios sujetos que componen esa comunidad, así como sus ideas de
lo que es verdadero, bueno, correcto e incorrecto, aquello, en
definitiva, dotado de valor
v) Este tipo de vida exhibe en esta medida, para Hegel, el carácter
social, intersubjetivo e histórico de la racionalidad y sus productos…
(cuestión que no está exenta de problema y conflictos, naturalmente)
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Hay dos preguntas centrales que quisiera hacer en este momento:
¿Qué significa ser libre en el contexto dado por esta forma de vida
humana?
¿Debemos pensar la libertad del individuo como el presupuesto del
orden social comunitario o más bien como algo que solo surge dentro de
él?
Quisiera abordar estas preguntas directamente desde dos citas de Taylor para
referirme concretamente a uno de los puntos del programa. Luego acudiré a
Sartre para hacer una suerte de gancho indirecto con el tema que exploraremos
en Hegel. Este gancho no resultará forzado puesto que tanto Taylor como
Sartre se inspiran, en parte importante, por la teoría hegeliana expuesta en la
dialéctica del señorío y la servidumbre.
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Ser libre significa poder desarrollar la libertad en un contexto en el que esa
libertad tiene por condición de posibilidad y de fomento a una sociedad
compleja y especificada en términos valóricos, culturales e históricos, es decir,
que cuenta con sus propias particularidades, las cuales muchos individuos
pertenecientes a ellas reconocen como algo que ellos tienen en común. El
individuo, en ese sentido, tiene el deber de pertenencia y fomento de la
sociedad (por ejemplo, de aquellos valores e instituciones que hacen posible
no sólo el todo social, sino también cada una de sus partes).
(Nuestro pensamiento habitual suele pensar del siguiente modo: primero están
las cosas dadas, luego entran en relaciones que, por ejemplo, las modifican.
Pues bien, estamos ahora introduciendo una matriz de pensamiento diferente:
no hay cosas antes de las relaciones, sobre todos cuando con ‘cosas’ nos
referimos a individuos, a seres libres y singulares, sino que son las relaciones
las que determinan esa identidad y hacen posible el desarrollo y la mantención
e incremento de la libertad de cada uno de ellos.
¿Existe otra concepción de la libertad como forma de vida humana? Sin duda
que sí, probablemente varias más o muchas variantes de una visión distinta a
la que acabo de mencionar. ¿Por qué he mencionado aquí la de Taylor? Pues
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porque es una visión que depende filosóficamente del pensamiento hegeliano,
al menos en parte importante. Pero además porque su opuesto es también un
opuesto a la visión hegeliana de la sociedad, de la libertad y de la constitución
de la identidad personal.
Taylor llamará esta visión opuesta atomismo y propone en su estudio que los
orígenes de las teorías sociales de corte atomista tienen su origen en los
filósofos empiristas del siglo XVII (menciona con especial énfasis a Hobbes y
Locke, dos representantes del contractualismo). IR A VISIO
SARTRE
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descubre como condición de su existencia. Se da cuenta de que no puede ser
nada (en el sentido en que se dice que se es espiritual, o que se es malo, o que
se es celoso), salvo si los otros lo reconocen como tal. Para obtener una
verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase por el otro. El otro es
indispensable a mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí
mismo. En estas condiciones, el descubrimiento de mi intimidad me
descubre al mismo tiempo al otro, como una libertad colocada frente a mí
que no piensa y que no quiere sino por o contra mí. Así descubrimos
enseguida un mundo que llamaremos la intersubjetividad, y es en este mundo
donde el hombre decide lo que es y lo que son los otros” (Sartre, El
existencialismo es un humanismo, p. 65)
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Creo que esta conexión deviene evidente si atendemos el hecho de que ambos
autores utilizan el concepto de “reconocimiento” (Anerkennung) para
nombrar un tipo especial de relación, característica de la vida humana y
que es clave para nuestro problema ya que en la relación de reconocimiento
Hegel detecta el origen de lo social y, por tanto, de la formación de la
identidad personal de los sujetos involucrados en el espacio que abre esa
relación.
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gustos, los objetivos y los valores que consideramos que constituyen nuestra
identidad. Y todo eso debe ser confirmado, i.e. reconocido o valorado, por
otro Yo (y de modo libre, no obligado, pues es su libertad la que puede
reconocer a la mía). Y yo mismo debo reconocer a ese otro si es que quiero
que su valoración hacia mí me satisfaga. Todo esto da lugar a una red de
relaciones más simbólicas que naturales. Esta relación tiene un carácter
dialéctico: Yo-Otro Yo; Otro Yo con el Yo.
En la relación entre dos Yoes, Hegel ve el núcleo del concepto de espíritu, que
podemos entender como una forma de vida que tiene una base natural, pero va
más allá de ella (lo espiritual es para Hegel lo libre o al menos el elemento
donde es posible fundar la libertad):
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vacía del más allá suprasensible, para marchar hacia el día espiritual del
presente” (Fenomenología, p. 95)
Más allá de los ejemplos específicos que uno pueda dar la idea apunta a lo
siguiente: la autoconsciencia, el saber que to tengo respecto de qué y quién
soy no me viene dada por naturaleza, sino es el resultado de un proceso que
mezcla aspectos naturales con aspectos espirituales incipientes que no
provienen meramente de mi propio yo asilado, sino de una relación con el
otro. Estos aspectos comenzarán a tomar cada vez mayor importancia, pues
son en definitiva aquellas relaciones que van articulando un todo social a
través de diferentes niveles, como ya señaló la cita de Taylor más arriba.
En cierto sentido, las citas de Taylor y Sartre ya nos han dado una pista clave
para entender ese propósito: la conciencia de sí mismo, se encuentra
mediada la conciencia que otros tienen de nosotros y al revés: la
conciencia que tengamos de otros es un elemento esencial para la
constitución de la identidad del otro, y esto se encuentra en la base de los
social. Un ejemplo: un rey no es rey por voluntad Divina, dice una canción de
la polla records, y yo la completaría así: un rey es rey porque los súbditos se
inclinan ante él, o sea, lo reconocen como rey, confirmando con ello la idea
que tiene de sí mismo, a saber, que es un rey. Si restamos ese componente de
reconocimiento el rey en nada se distingue de un loco disfrazado en calle y
que se comporta de un modo extravagante.
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reconocimiento en el marco del examen detallado de un conflicto
intersubjetivo básico y fundante, el cual involucra aspectos tales como:
1. La condición intersubjetiva de la identidad personal (Yo autoconsciente) y
los condicionantes de una forma de vida humana auténticamente libre
2. La condición social e histórica de la racionalidad concepto de espíritu
3. El conflicto situado en el origen de lo social (o sea en la salida de la
naturaleza como paso a la cultura), así como el horizonte de su superación
desde una perspectiva comunitaria
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A diferencia del perro, no nos basta simplemente con alimentarnos, deseamos algo más. Por ejemplo , en
una situación especial, comer en un restaurante para celebrar una fecha especial, incluso a veces queremos
invitar mucha gente para que celebren con nosotros y esa celebración no es sino el reconocimiento que los
amigos le hacen el celebrado: hemos venido no porque eres un ser humano cualquiera, hemos venido porque
eres tú y nos importas, y queremos decirte con esto que eres alguien importante para nosotros (y eso nos
satisface, pues encontramos confirmada por otros una idea que tenemos de nosotros mismos: soy importante,
tengo valor por ser como soy). O todavía más: a veces proyectamos nuestra subjetividad a un perro y le
celebramos el cumpleaños, como si ese símbolo fuera algo significativo para el perro. En realidad, el perro
está satisfecho, pero no por el componente simbólico, sino porque seguramente ese día le dimos más comida
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El conflicto se forma a través de las siguientes “escenas”
ESQUEMAS VISIO
que lo habitual o carne real en lugar de pellets. Es a nosotros los que nos satisface el componente simbólico,
nosotros nos sentimos realizados al celebrar el cumpleaños del perro como si se tratara de un miembro más de
la familia: y esto es así porque los elementos simbólicos no son dados por naturaleza, sino que se montan
sobre ciertas relaciones naturales y les dan una significación o sentido extra que para nuestra identidad
como seres humanos es importante. Tan importante por ejemplo (y esto es un ejemplo que pone Kojeve)
que sólo un ser humano puede sentirse satisfecho, o al menos encontrarle un sentido, a una condecoración o
medalla: ese simple trozo de metal simboliza algo importante porque indica que soy reconocido por otros
como alguien que ha hecho una hazaña significativa… sin es confirmación yo podría presentir que he hecho
algo importante, pero no estaría satisfecho porque sentiría que no he sido valorado por otros por haberlo
hecho. Un último ejemplo: la lucha de las madres de mayo en argentina, de la asociación de madres de
detenidos desaparecidos ¿es realmente importante en el plano material lo que pueda o no quedar de los restos
de esos cuerpos asesinados y hechos desparecer? Desde una perspectiva puramente natural se trata de una
pura materia devenida inorgánica. Pero no desde el punto de vista de la memoria, de la necesidad de saber lo
ocurrido y de que el Estado reconozca su responsabilidad y la necesidad de dar un entierro adecuado a esos
seres humanos, un entierro que permita reconocer que el ciclo de su vida se cerró de una manera humana y de
tienen un lugar en el mundo destinado al recuerdo de su persona... algo análogo puede decirse de los Museos
de la Memoria: lugares que fomentan el reconocimiento de ciertos valores a partir del testimonio de las
terribles experiencias que tuvieron que pasar algunos seres humanos en lo últimos momentos de sus vidas.
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