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Alimento transgénico

Los alimentos sometidos a ingeniería genética o alimentos transgénicos son aquellos


que fueron producidos a partir de un organismo modificado genéticamente mediante
ingeniería genética. Dicho de otra forma, es aquel alimento obtenido de un organismo al
cual le han incorporado genes de otro para producir una característica deseada. En la
actualidad tienen mayor presencia alimentos procedentes de plantas transgénicas como
el maíz, la cebada o la soja.

La ingeniería genética o tecnología del ADN recombinante es la ciencia que manipula


secuencias de ADN (que normalmente codifican genes) de forma directa, posibilitando su
extracción de un taxón biológico dado y su inclusión en otro, así como la modificación o
eliminación de estos genes. En esto se diferencia de la mejora clásica, que es la ciencia
que introduce fragmentos de ADN (conteniendo como en el caso anterior genes) de forma
indirecta, mediante cruzamientos dirigidos.[] La primera estrategia, la de la ingeniería
genética, se circunscribe en la disciplina denominada biotecnología vegetal. Cabe
destacar que la inserción de grupos de genes mediante obtención de híbridos (incluso de
especies distintas) y otros procesos pueden realizarse mediante técnicas de biotecnología
vegetal que no son consideradas ingeniería genética, como puede ser la fusión de
protoplastos.[]

La mejora de las especies que serán usadas como alimento ha sido un motivo común en
la historia de la Humanidad. Entre el 12.000 y 4.000 a. de C. ya se realizaba una mejora
por selección artificial de plantas. Tras el descubrimiento de la reproducción sexual en
vegetales, se realizó el primer cruzamiento intergenérico (es decir, entre especies de
géneros distintos) en 1876. En 1909 se efectuó la primera fusión de protoplastos, y en
1927 se obtuvieron mutantes de mayor productividad mediante irradiación con rayos X de
semillas. Finalmente, en 1983 se produjo la primera planta transgénica y en 1994 se
aprobó la comercialización del primer alimento modificado genéticamente.

En el año 2007, los cultivos de transgénicos se extienden en 114,3 millones de hectáreas


de 23 países, de los cuales 12 son países en vías de desarrollo. En el año 2006 en
Estados Unidos el 89% de plantaciones de soja lo eran de variedades transgénicas, así
como el 83% del algodón y el 61% del maíz.

Beneficios

Ciruela transgénica.

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Los caracteres introducidos mediante ingeniería genética en especies destinadas a la
producción de alimentos buscan el incremento de la productividad (por ejemplo, mediante
una resistencia mejorada a las plagas) así como la introducción de características de
calidad nuevas. Debido al mayor desarrollo de la manipulación genética en especies
vegetales, todos los alimentos transgénicos corresponden a derivados de plantas. Por
ejemplo, un carácter empleado con frecuencia es la resistencia a herbicidas, puesto que
de este modo es posible emplearlos afectando sólo a la flora ajena al cultivo. Cabe
destacar que el empleo de variedades modificadas y resistentes a herbicidas ha
disminuido la contaminación debido a estos productos en acuíferos y suelo si bien es
cierto que no se requeriría el uso de estos herbicidas tan nocivos por su alto contenido en
glifosato (GLY) y amonio glifosinado (GLU) si no se plantaran estas variedades,
diseñadas exclusivamente para resistir a dichos compuestos.

Las plagas de insectos son uno de los elementos más devastadores en agricultura. Por
esta razón, la introducción de genes que provocan el desarrollo de resistentes a uno o
varios órdenes de insectos ha sido un elemento común a muchas de las variedades
patentadas. Las ventajas de este método suponen un menor uso de insecticidas en los
campos sembrados con estas variedades, lo que redunda en un menor impacto en el
ecosistema que alberga al cultivo y por la salud de los trabajadores que manipulan los
fitosanitarios.

Polémica

En varios países del mundo han surgido grupos opuestos a los organismos
genéticamente modificados, formados principalmente por ecologistas, asociaciones de
derechos del consumidor, algunos científicos y políticos, los cuales exigen el etiquetaje de
estos, por sus preocupaciones sobre seguridad alimentaria, impactos ambientales,
cambios culturales y dependencias económicas. Llaman a evitar este tipo de alimentos,
cuya producción involucraría daños a la salud, ambientales, económicos, sociales y
problemas legales y éticos por concepto de patentes. De este modo, surge la polémica
derivada entre sopesar las ventajas e inconvenientes del proceso. Es decir: el impacto
beneficioso en cuanto a economía, estado medioambiental del ecosistema aledaño al
cultivo y en la salud del agricultor ha sido descrito, pero las dudas respecto a la posible
aparición de alergias, cambios en el perfil nutricional, dilución del acervo genético y
difusión de resistencias a antibióticos también.

Transferencia horizontal

Se ha postulado el papel de los alimentos transgénicos en la difusión de la resistencia a


antibióticos, pues la inserción de ADN foráneo en las variedades transgénicas puede
hacerse (y en la mayoría de los casos se hace) mediante la inserción de marcadores de
resistencia a antibióticos.[] No obstante, se han desarrollado alternativas para no
emplear este tipo de genes o para eliminarlos de forma limpia de la variedad final y, desde
1998, la FDA exige que la industria genere este tipo de plantas sin marcadores en el
producto final. La preocupación por tanto es la posible la transferencia horizontal de estos
genes de resistencia a otras especies, como bacterias de la microbiota del suelo

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(rizosfera) o de la microbiota intestinal de mamíferos (como los humanos). Teóricamente,
este proceso podría llevarse a cabo por transducción, conjugación y transformación, si
bien esta última (mediada por ADN libre en el medio) parece el fenómeno más probable.
Se ha postulado, por tanto, que el empleo de transgénicos podría dar lugar a la aparición
de resistencias a bacterias patógenas de relevancia clínica.

Sin embargo, existen multitud de elementos que limitan la transferencia de ADN del
producto transgénico a otros organismos. El simple procesado de los alimentos previo al
consumo degrada el ADN. Además, en el caso particular de la transferencia de
marcadores de resistencia a antibióticos, las bacterias del medio ambiente poseen
enzimas de restricción que degradan el ADN que podría transformarlas (este es un
mecanismo que emplean para mantener su estabilidad genética). Más aún, en el caso de
que el ADN pudiera introducirse sin haber sido degradado en los pasos de procesado de
alimentos y durante la propia digestión, debería recombinarse de forma definitiva en su
propio material genético, lo que, para un fragmento lineal de ADN procedente de una
planta requeriría una homología de secuencia muy alta, o bien la formación de un replicón
independiente. No obstante, se ha citado la penetración de ADN intacto en el torrente
sanguíneo de ratones que habían ingerido un tipo de ADN denominado M13 ADN que
puede estar en las construcciones de transgénicas, e incluso su paso a través de la
barrera placentaria a la descendencia.[] En cuanto a la degradación gastrointestinal, se ha
demostrado que el gen epsps de soja transgénica sigue intacto en el intestino. Por tanto,
puesto que se ha determinado la presencia de algunos tipos de ADN transgénico en el
intestino de mamíferos, debe tenerse en cuenta la posibilidad de una integración en el
genoma de la microbiota intestinal (es decir, de las bacterias que se encuentran en el
intestino de forma natural sin ser patógenas), si bien este evento requeriría de la
existencia de una secuencia muy parecida en el propio ADN de las bacterias expuestas al
ADN foráneo. La FDA estadounidense, autoridad competente en salud pública y
alimentación, declaró que existe una posibilidad potencial de que esta transferencia tenga
lugar a las células del epitelio gastrointestinal. Por tanto, ahora se exige la eliminación de
marcadores de selección a antibióticos de las plantas transgénicas antes de su
comercialización, lo que incrementa el coste de desarrollo pero elimina el riesgo de
integración de ADN problemático.
Alergenicidad y toxicidad
Se ha discutido el posible efecto como alérgenos de los derivados de alimentos
transformados genéticamente; incluso, se ha sugerido su toxicidad. El concepto
subyacente en ambos casos difiere: en el primero, una sustancia inocua podría dar lugar
a la aparición de reacciones alérgicas en algunos individuos susceptibles, mientras que
en el segundo su efecto deletéreo sería generalizado. Un estudio de gran repercusión al
respecto fue publicado por Exwen y Pustzai en 1999. En él se indicaba que el intestino de
ratas alimentadas con patatas genéticamente modificadas (expreando una aglutinina de
Galanthus nivalis, que es una lectina) resultaba dañado severamente. No obstante, este
estudio fue severamente criticado por varios investigadores por fallos en el diseño
experimental y en el manejo de los datos. Por ejemplo, se incluyeron pocos animales en
cada grupo experimental (lo que da lugar a una gran incertidumbre estadística), ni se
analizó la composición química con precisión de las distintas variedades de patata

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empleadas, ni se incluyeron controles en los experimentos y finalmente, el análisis
estadístico de los resultados era incorrecto. Estas críticas fueron rápidas: la comunidad
científica respondió el mismo año recalcando las falencias del artículo; además, también
se censuró a los autores la búsqueda de celebridad y la publicidad en medios
periodísticos.

En cuanto a la evaluación toxicológica de los alimentos transgénicos, los resultados


obtenidos por los científicos son contradictorios. Uno de los objetivos de estos trabajos es
comprobar la pauta de función hepática, pues en este órgano se produce la detoxificación
de sustancias en el organismo. Un estudio en ratón alimentado con soja resistente a
glifosato encontró diferencias en la actividad celular de los hepatocitos, sugiriendo una
modificación de la actividad metabólica al consumir transgénicos.[
Estos estudios basados en ratones y soja fueron ratificados en cuanto a actividad
pancreática y testículo. No obstante, otros científicos critican estos hallazgos debido a que
no tuvieron en cuenta el método de cultivo, recolección y composición nutricional de la
soja empleada; por ejemplo, la línea empleada era genéticamente bastante estable y fue
cultivada en las mismas condiciones en el estudio de hepatocitos y páncreas, por lo que
un elemento externo distinto al gen de resistencia a glifosato podría haber provocado su
comportamiento al ser ingerido. Más aún, el contenido en isoflavonas de la variedad
transgénica puede explicar parte de las modificaciones descritas en el intestino de la rata,
y este elemento no se tuvo en cuenta puesto que ni se midió en el control ni en la
variedad transgénica.[
Otros estudios independientes directamente no encontraron efecto alguno en el
desarrollo testicular de ratones alimentados con soja resistente a glifosato o maíz Bt. [

Propiedad intelectual

Un argumento frecuentemente esgrimido en contra de los alimentos transgénicos es el


relacionado con la gestión de los derechos de propiedad intelectual y/o patentes, que
obligan al pago de regalías por parte del agricultor al mejorador. Además, se alude al uso
de estrategias moleculares que impiden la reutilización del tomate, es decir, el empleo de
parte de la cosecha para cultivar en años sucesivos. Un ejemplo conocido de este último
aspecto es la tecnología Terminator, englobado en las técnicas de restricción de uso
(GURT), desarrollada por el Departamento de Agricultura de EE.UU. y la Delta and Pine
Company en la década de 1990 y que aún no ha sido incorporada a cultivares
comerciales, y por supuesto no está autorizada su venta. La restricción patentada opera
mediante la inhibición de la germinación de las semillas, por ejemplo. Cabe destacar que
el uso del vigor híbrido, una de las estrategias más frecuentes en mejora vegetal, en las
variedades no tradicionales pero no transgénicas también imposibilita la reutilización de
semillas. Este procedimiento se basa en el cruce de dos líneas puras que actúan como
parentales, dando lugar a una progenie con un genotipo mixto que posee ventajas en
cuanto a calidad y rendimiento. Debido a que la progenie es heterocigota para algunos
genes, si se cruza consigo misma da lugar a una segunda generación muy variable por
simple mendelismo, lo que resulta inadecuado para la producción agrícola.
En cuanto a la posibilidad de patentar las plantas transgénicas, éstas pueden no
someterse a una patente propiamente dicha, sino a unos derechos del obtentor,
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gestionados por la Unión Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de
Plantas. Brasil, España, Bolivia o Chile se encuentran en esa unión, siendo un total de 66
en diciembre de 2008 (entre los países no participantes destaca EE. UU.).[39] Para la
UPOV en su revisión de 1991, la ingeniería genética es una herramienta de introducción
de variación genética en las variedades vegetales. [40] Bajo esta perspectiva, las plantas
transgénicas son protegidas de forma equivalente a la de las variedades generadas por
procedimientos convencionales; este hecho necesariamente exige la posibilidad de
emplear variedades protegidas para agricultura de subsistencia e investigación científica.
La UPOV también se pronunció en 2003 sobre las tecnologías de restricción de uso como
la Terminator mencionada anteriormente: de acuerdo a la existencia de un marco legal de
protección de las nuevas variedades, se indica que la aplicación de estas tecnologías no
es necesaria

Impacto en los medios

En 2009 fue prohibido el maíz transgénico MON 810 de Monsanto en Alemania por el
Ministro Federal Aigner. Se anunció el alto inmediato del cultivo y comercialización del
MON810, invocando, al igual que Francia, la cláusula de salvaguarda [42] La Comisión
Central Alemana para la Seguridad Biológica (ZKBS) consideró que la prohibición no
estaba fundamentada científicamente. Más de 1600 científicos han apelado al Ministro
Aigner que no se sacrifique una tecnología futura con gran potencial por razones de
intereses políticos faltos de perspectiva. En un continente distinto, los políticos indios
tratan de evitar el cultivo del brinjal Bt, a pesar de la evaluación positiva de seguridad por
el Comité Indio para la Aprobación de la Ingeniería Genética.

Alimentos Transgénicos

El hombre lleva varios miles de años modificando los vegetales que utiliza como alimento.
Tal es el caso de muchas frutas que son productos de mezclas de diferentes plantas.
Sin embargo la ingeniería genética permite ahora llevar a cabo en pocos años y en forma
controlada modificaciones que antes costaban décadas de trabajo.

Sus comienzos

En sus comienzos, la ingeniería genética se utilizó para producir sustancias de uso


farmacéutico, como la insulina, vía la modificación genética de microorganismos. Con los
posteriores desarrollos aquellas investigaciones preliminares se aplicaron y derivaron en
la obtención de vegetales y animales modificados genéticamente de forma tal de mejorar
sus propiedades implícitas. Los objetivos y mejoras principales a los que se apuntaba
eran los de obtener mayor vida comercial en los productos, resistencia a condiciones

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ambientales más agresivas (heladas, sequías, distintos tipos de suelos), resistencia a
herbicidas más fuertes y potenciar la autodefensa contra plagas e insectos.

El primer alimento, modificado por la ingeniería, en ser producido para el consumo masivo
fue el tomate.

Los alimentos que posteriormente se modificaron fueron la soja transgénica, en la cual


se modificó su constitución para hacerla más resistente a herbicidas y el maíz, al que se
le modificó para resistir determinados insectos y generar mayores rindes por cultivo y
cosecha.

Desde muchos puntos de vista, las perspectivas de esta tecnología son vastamente
amplias por lo que actualmente existen varias decenas de otros productos listos para ser
comercializados. Sin embargo, y aún a pesar de las amplias fronteras que esta ciencia
tiene, debido a diversas razones la cantidad de productos disponibles en el mercado es
muy reducida y acotada.
Opiniones opuestas

Como contracara de este tremendo avance tecnológico existe una segunda voz: La que
se mantiene en contra de la manipulación genética de los alimentos y que enuncia que
está atenta contra la salud de la población. Estas voces de protesta se originan en que
existen campos con diversas dudas concernientes al tema, que la ciencia no ha develado
completamente.

Por esto, es que diversas organizaciones ambientalistas y ecologistas claman en favor de


la agricultura biológica y orgánica, y promueven los alimentos de calidad que no aplican
modificaciones o alteraciones genéticas, o utilizan agroquímicos y/o agrotóxicos para su
crecimiento.

Dada la corta historia de este tremendo avance tecnológico, existe poca legislación que
controle o regule la utilización de esta ciencia. Al respecto, una de las pocas condiciones
que se deben cumplir son las de respetar una directiva europea de 1997 que obliga a que
los productos transgénicos:

 Demuestren ser necesarios y útiles,


 Sean seguros para la salud humana y el medio ambiente,
 Que sus características sean las declaradas y se mantengan a través del tiempo,
 Que posean un etiquetado detallado que especifique si el producto está modificado
genéticamente.

Alimentos genéticamente modificados

La modificación genética consiste en el proceso de transferir artificialmente la información


específica de un tipo de organismo a otro. Por ejemplo: De un pez a un tomate, o de un
animal a una planta. (y la alternativa de combinaciones que pueda imaginarse y que
pueda servir para algún fin particular)

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¿Cuáles son las razones de lograr tal intercambio? Transferir las cualidades deseables de
un organismo a otro.
¿Existe necesidad de alcanzar tal objetivo? Actualmente se puede producir suficiente
comida sin recurrir a la utilización de esta tecnología. Por esto, los motivos para la
modificación genética están principalmente basados en razones comerciales y políticas
que no siempre consideran la salud y la nutrición, dados los graves potenciales peligros
que su aplicación puede implicar.

Transgénicos en los alimentos


Los ingredientes (sustancias transgénicas) más habituales y a tener en cuenta al
momento de leer una etiqueta de alimentos son los siguientes:
 lecitina de soja
 proteína vegetal texturizada
 proteína texturada de soja
 dextrosa
 aceite vegetal hidrogenado
 emulsificante - proteína de soja aislada,
 harina de soja

Actualmente la mayoría de los productos contienen bases de soja o lecitina de soja, y


suelen aparecen camuflados bajo la inscripción 322.
Por ejemplo, en la República Argentina, la zona donde existen cultivos de semillas y
productos genéticamente alterados es la de la pampa húmeda y sobre el total de la
producción de su zona, el proporcional de productos transgénicos es el siguiente:
 Soja: 85%
 Maíz: 20%
 Algodón: 0,9%

Características modificadas en cultivos masivos


Las aplicaciones de la ingeniería genética reconocidas para obtener productos de
características mejoradas son las siguientes:

Apio - Zanahoria:
- Prolongar el caroteno crujiente en el momento de ser ingerido.

Achicoria (radicheta):
- Incremento de la dulzura en su sabor.

Café:
- Mejorar la resistencia al ataque de insectos,
- Incrementar el rinde productivo. (rendimiento de la plantación y la cosecha),
- Reforzar el aroma,
- Reducir el contenido de cafeína.

Maíz:
- Incrementar la resistencia al ataque de insectos.

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Papas:
- Potenciar su resistencia a ser afectada por virus,
- Aumentar su resistencia al ataque de insectos,
- Reducir su capacidad de absorción de aceites (durante la fritura),
- Obtener variedades mas dulces,

Soja:
- Reducir la necesidad de utilización de fertilizantes,
- Favorecer su resistencia a herbicidas mas selectivos,
- Incrementar su aporte nutritivo aumentando su valor proteico,
- Eliminar los componentes causantes de alergias.

Uvas:
- Conseguir nuevas variedades sin semillas.

http://www.portalplanetasedna.com.ar/transgenicos.htm

ALIMENTOS TRANSGÉNICOS
¿POR QUE LLAMAMOS A ALGUNOS ALIMENTOS... TRANSGENICOS?

Se denominan alimentos transgénicos a los obtenidos por


manipulación genética que contienen un aditivo derivado de un
organismo sometido a ingeniería genética; también se llaman así a
aquellos que son resultado de la utilización de un producto auxiliar
para el procesamiento, creado gracias a las técnicas de la
ingeniería genética
La biotecnología de alimentos aplica los instrumentos de la
genética moderna a la mejora de localidad de los productos
derivados de las plantas, animales y microorganismos. Desde
tiempos remotos, él hombre ha seleccionado, sembrando y
cosechado las semillas que permiten la obtención de los alimentos
necesarios para el mantenimiento de su metabolismo . De la
misma manera, se ha fabricado pan, cerveza, vino o queso sin conocimiento alguno
acerca de la ciencia genética involucrada en estos procesos. Desde muy antiguo, los
genes de los alimentos han sufrido una modificación, destinada a aumentar sus
cualidades benéficas. La biotecnología moderna permite a los productores de alimentos
hacer exactamente lo mismo en la actualidad, pero con mayor nivel de comprensión y
capacidad selectiva.

En un principio, el hombre se alimentaba de los animales que podía cazar o de las


especies vegetales que crecían en su entorno más inmediato, Posteriormente se idearon
técnicas para cultivar ciertas plantas. Cuando los primeros seres humanos decidieron
establecerse y cultivar sus alimentos, en lugar de vagar para encontrarlos, nacieron la
agricultura y la civilización. Con el tiempo, los métodos se han vuelto más sofística-. dos,

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pero todos los intentos por mejorar los cultivos de alimentos han dependido, del enfoque
popular de la naturaleza hacia la producción. Las aves y abejas aún permiten a los
reproductores cruzar cultivos con sus parientes silvestres. La reproducción de híbridos
desarrolla características deseables, tales como un sabor más agradable, un color más
intenso y mayor resistencia a ciertas enfermedades vegetales.
La era de los denominados «alimentos transgénicos» para el consumo humano ddirecto
se inauguró el 18 de mayo de 1994, cuando la Food and Drug Adminístration de los 
Estados Unidos autorizó la comercialización del primer alimento con un gen «extraño»   el
tomate Flavr-Savr; obtenido por la empresa Calgene. Desde entonces se han elaborado
cerca de cien vegetales con genes ajenos insertados.

Los productos que resultan de la manipulación genética se pueden clasificar de acuerdo


con los siguientes criterios:

• Organismos susceptibles de ser utilizados como alimento y que han sido sometidos a
ingeniería genética como, por ejemplo, las plantas manipuladas genéticamente que se
cultivan y cosechan.
• Alimentos que contienen un aditivo derivado de un organismo sometido ingeniería
genética.
• Alimentos que se han elaborado Utilizando un producto auxiliar para el procesamiento
(por ejemplo, enzimas), creado gracias a las técnicas de la ingeniería genética. Este tipo
de sustancias suelen denominarse alimentos recombinantes. Para incorporar genes
foráneos comestibles en la planta o en el animal, es preciso introducir vectores o
«parásitos genéticos», como plásmidos y virus, a menudo inductores de tumores y otras
enfermedades —por ejemplo, sarcomas y leucemias...... Estos vectores llevan genes
marcadores que determinan la resistencia a antibióticos como la kanamicina o la
ampicilina, que se pueden incorporar a las poblaciones bacterianas (de nuestros
intestinos, del agua o del suelo). La aparición de más cepas bacterianas patógenas
resistentes a antibióticos constituye un peligro para la salud pública.

Existen diferentes alternativas para conseguir la mejora vegetal mediante la utilización de


la ingeniería genética. En el caso de los vegetales con genes antisentido, el gen Insertado
da lugar a una molécula de mRNA que es complementaria del mRNA de la enzima cuya
síntesis se quiere inhibir. Al hibridarse ambos, el mRNA de la enzima no produce su
síntesis. En el caso de los tomates Flavr-Savr la enzima cuya síntesis se inhibe es la
poligalacturonasa responsable del ablandamiento y senescencia del fruto maduro. Al no
ser activo, este proceso es muy lento, y los tomates pueden recolectarse ya maduros y
comercializarse directamente Los tomates normales se recogen verdes y se maduran
artificialmente antes de su venta, con etileno, por lo que su aroma y sabor son inferiores a
los madurados de forma natural. En este caso, el alimento no Contiene ninguna proteína
nueva.

La misma técnica se ha utilizado para conseguir soja con un aceite de alto Contenido en
ácido oleíco (89% o más, frente al 24% de la soja normal), inhibiendo la síntesis deja
enzima oleato desaturasa. La introducción de genes vegetales, animales o bacterianos da
lugar a la síntesis de proteínas específicas. La soja resistente al herbicida glifosato,
Contiene un en bacteriano que codifica la enzima 5-enolpiruvil-shikimato-3-fosfato
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sintetasa. Esta enzima participa en la síntesis de los aminoácidos aromáticos y la propia
del vegetal es inhibida por el glitosato; de ahí su acción herbicida. La bacteriana no es
inhibida.

El maíz resistente al ataque de insectos contiene un gen que codifica una proteína de
Bacillus thuringiensis, que tiene acción insecticida al ser capaz de unirse a receptores
específicos en el tubo digestivo de determinados insectos, interfiriendo con su proceso de
alimentación y causándoles la muerte. La toxina no tiene ningún efecto sobre las
personas ni sobre otros animales. La utilización de plantas con genes de resistencia a
insectos y herbicidas permite reducir el uso de plaguicidas y conseguir un mayor
rendimiento. Además, se ha obtenido una colza con un aceite de elevado contenido en
ácido laúrico, mediante la inclusión del gen que determina la síntesis de una tioesterasa
de cierta especie de laurel. Los vegetales resistentes a los virus se consiguen haciendo
que sinteticen una proteína vírica que interfiere con la propagación normal del agente
infeccioso. Estos vegetales contienen proteína vírica, pero en menor proporción que las
plantas normales cuando están severamente infectadas.

Los vegetales transgénicos más importantes para la industria alimentaria son, por
momento, la soja resistente al herbicida glifosato y el maíz resistente al insecto conocido
como taladro. Aunque en algunos casos se emplea la harina, la utilización fundamental
del maíz en relación con la alimentación humana es la obtención del almidón, y a partir de
éste, de glucosa y de fructosa. La soja está destinada a la producción de aceite, lecitina y
proteína.

Beneficios de la biotecnología de alimentos

Estas nuevas técnicas auguran posibilidades reales de optimizar la producción de


alimentos. El método mencionado en el caso de los tomates —cosechados para el con-,
sumo directo, sin necesidad de que maduren artificialmente en cámaras— se está
aplicando al cultivo de melones, duraznos, plátanos y papayas de mejor sabor, y a flores
recién cortadas, cuya duración se prolonga. Más concretamente, la biotecnología influirá
positivamente en los siguientes aspectos:
• Mejor calidad de los granos en semilla.
• Mayores niveles de proteínas en los cultivos de forrajes.
• Tolerancia a sequías e inundaciones
‘•Tolerancia a sales y metales.
• Tolerancia al frío y al calor.

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Los experimentos de manipulación genética aplicados a  producción de maíz han arrojado
un balance positivo en la actualidad el maíz y la soja son los vegetales transgénicos más
importantes para la industria alimentaria.

Riesgos de la Biotecnología de los alimentos

La introducción de genes nuevos en el genoma de la planta o del animal manipulado


provoca transformaciones impredecibles de su funcionamiento genético y de su
metabolismo celular; el proceso puede acarrear la síntesis de proteínas extrañas para el
organismo —responsables de la aparición de alergias en los consumidores.....; la
producción de sustancias tóxicas que no están presentes en el alimento no manipulado,
así como alteraciones de las propiedades nutritivas (proporción de azúcares, grasas,
proteínas, vitaminas, etc.).

Hay suficientes peligros reales como para afirmar que estos alimentos no son seguros.
Las experiencias pasadas con biocidas como el DDT, aconsejan una prudencia extrema.
Junto a ¡os riesgos sanitarios, la amenaza para el medio ambiente es, incluso, más
preocupante La extensión de Cultivos transgénicos pone en peligro la biodiversidad del
planeta potencia la erosión y la contaminación genética, además del uso de herbicidas
(un importante foco de contaminación de las aguas y de los suelos de cultivo). Según un
informe de la OCDE, el 66% de las experimentaciones de campo con cultivos
transgénicos que se realizaron en años recientes estuvieron encaminadas a la creación
de plantas resistentes a herbicidas La Agencia de Medio Ambiente de Estados Unidos
advierte de que este herbicida de amplio espectro ha situado al borde de la extinción a
una gran variedad de especies vegetales del país; por otro lado, está considerado uno de
los más tóxicos para microorganismos del suelo, Como hongos, actinomicetos y
levaduras.

Otra de las preocupaciones fundadas es el posible escape de los genes transferidos


hacía poblaciones de plantas silvestres, relacionadas con dichos cultivos transgénicos,
mediante el flujo de polen: la existencia de numerosas hibridaciones entre si todos los
cultivos transgénicos y sus parientes silvestres ha sido bien documentada La introducción
de plantas transgénicas resistentes a plaguicidas y herbicidas en los campos de cultivo
conlleva un elevado riesgo de que estos genes de resistencia pasen, por Polinización
cruzada a malas hierbas silvestres emparentadas creándose así las denominadas «súper
malas hierbas», capaces de causar graves daños en plantas y ecosistemas naturales.

A su vez, estas plantas transgénicas con características nuevas pueden desplazar a


especies autóctonas de sus nichos ecológicos.La liberación de organismos modificados
genéticamente al medio ambiente tiene consecuencias a menudo imprevisibles, pues una
vez liberados —el animal o la planta —,se reproducen y se dispersan por su hábitat,
imposibilitando cualquier control.

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