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Ita Ius Esto

Las medidas autosatisfactivas:


¿Existe la necesidad de regularlas o no?

Ricardo Guillermo Bazán Mogollón

INTRODUCCIÓN

Hoy en día, se pone en tela de juicio la efectividad del Poder Judicial y si los
operadores de justicia se encuentran realmente aptos para ejercer la función
jurisdiccional. Más aun, surge la interrogante de si contamos con las herramientas
adecuadas que se ajusten a nuestra realidad social. Actualmente, un proceso de
conocimiento puede durar aproximadamente 4 años hasta alcanzar una sentencia firme1.
Ante esta situación, se ve la necesidad de adoptar medidas que protejan las pretensiones
de los justiciables de manera inmediata, ya que dependiendo de la vulneración, el daño
podría ser irreparable. Dentro de la doctrina argentina, viene siendo desarrollada una
institución de Derecho Procesal que permite satisfacer de manera efectiva e inmediata la
pretensión del actor de la demanda sin necesidad de recurrir a un proceso posterior,
siempre que se cumpla con ciertas condiciones: las medidas autosatisfactivas.

El objeto de este trabajo consiste en llegar a la resolución de una interrogante que surge
al estudiar este instituto: ¿está regulado en nuestro país? ¿Existe la necesidad de
regularlo? Una rápida revisión del Código Procesal Civil Peruano arroja una respuesta
negativa a la primera cuestión. Sin embargo, nuestra norma adjetiva no contiene
únicamente reglas de cómo debe ser el proceso civil y de cómo han de comportarse las
partes procesales, sino que además, contiene principios que el Juez, como director del
proceso, debe observar ante la sola petición del justiciable que clama por la protección
de su derecho. Por lo tanto ¿podría un Juez ampararse en un vacío legal para dejar de
proteger el derecho del justiciable? Rápidamente acudimos al artículo III del Código
Civil para responder a esto: El Juez deberá atender a que la finalidad concreta del

Alumno del XI ciclo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Piura.


1
EYZAGUIRRE, Hugo. "Marco institucional y desarrollo económico: la reforma judicial en América
Latina", en Jarquín, Edmundo y Carrillo, Fernando (eds.), La economía política de la reforma judicial.
New York, Banco Interamericano de Desarrollo, 1997.

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proceso es resolver un conflicto de intereses o eliminar una incertidumbre, ambas con


relevancia jurídica, haciendo efectivos los derechos sustanciales, y que su finalidad
abstracta es lograr la paz social en justicia.

En caso de vacío o defecto en las disposiciones de este Código, se deberá recurrir a los
principios generales del derecho procesal y a la doctrina y jurisprudencia
correspondientes, en atención a las circunstancias del caso.

El presente estudio de las medidas autosatisfactivas consta de tres capítulos. El


primero pretende justificar la acogida de un instituto que pretende una tutela efectiva y
eficaz de pretensiones de urgencia impostergable. En el segundo capítulo, se realiza un
estudio –breve, pues no es ese nuestro objeto- de las medidas autosatisfactivas,
especialmente conforme al tratamiento que la doctrina argentina ha venido realizando
desde la década de los noventa. Podría afirmarse que en ese apartado se pretende marcar
la diferencia con las medidas cautelares. Finalmente, y a partir de las premisas de los
capítulos anteriores, el capítulo tercero arroja las conclusiones dando una respuesta
concreta a la segunda cuestión anteriormente planteada.

I. EL VALOR EFICACIA DENTRO DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA


Puede afirmarse que en todo proceso civil se aspira, además de una resolución
justa, a alcanzar la eficacia. Después de todo, ese conjunto de procedimientos, en
algunos casos tan complicados y alejados de la realidad, no son más que medios para
llegar a aquel valor que en nuestros días parece utópico.
Como es sabido, el proceso tiene un fin mediato al lado del inmediato: la justicia y
la paz social. Para ello el Estado se configura como el único depositario de la función
jurisdiccional, prohibiendo y sancionando la autodefensa2. La lentitud del proceso, que
en teoría no está previsto de esa manera, en la mayoría de los casos hace que el litigio
pierda su sentido: dar al justiciable lo suyo en el caso concreto. En otras palabras, que
aquel derecho, objeto de la pretensión, se vea realizado; no es otra cosa que el valor
eficacia. Por lo tanto, es necesario, que al configurarse el proceso, los operadores
judiciales trabajen con miras a ello, mas cabe preguntarse cómo puede lograrse si no se
tiene a la mano las herramientas jurídicas mínimas para trabajar. Para ello hay que
revisar el Código Procesal Civil.
Es preciso remarcar que este no deja de ser un instrumento, que como cualquier
otro, debe servir bien y oportunamente3. Desafortunadamente, los Códigos no actúan de
manera automática porque no son seres animados. Es vital que las instituciones jurídicas
contenidas en él, apunten hacia la protección de dos derechos que como señala el
Doctor Juan Monroy Gálvez, son de vital importancia: el derecho de tutela
jurisdiccional efectiva, y el derecho al debido proceso. Este último vendría a ser la parte
dinámica y la manifestación del primero. Ahora, ese debido proceso apunta a la
solución y defensa de los derechos del justiciable en un plazo razonable, más aun, que
ese pronunciamiento sea efectivo y no una simple declaración: una sentencia eficaz. De
2
MARTEL CHANG, Rolando A.; Tutela Cautelar y Medidas Autosatisfactivas en el Proceso Civil
Peruano, 1ª Edición, Lima, Palestra Editores, 2003, p. 18.
3
MARTEL CHANG, Op. cit. p. 19.

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esta manera, el Estado debe asegurar que esas instituciones contenidas en el Código
adjetivo, el cual no deja de ser una ley, sean firmes y brinden una auténtica seguridad
jurídica, orientada a realizar en las personas la tutela efectiva de sus derechos.
Que un proceso sea eficaz quiere decir que logre el efecto o la finalidad esperada,
sin embargo, es probable que los litigantes no lleguen a ello al final del proceso si es
que se prolonga por cuatro años (tratándose de un proceso ordinario4). Un sabio y
antiguo adagio dice que la justicia lenta no es justicia, y verdaderamente nos
adscribimos a ello. Más aun si nos encontramos frente a pretensiones que requieren de
una pronta tutela y realización. Quizá alguien podría responder que para ello existe la
tutela cautelar, he allí uno de los objetivos de este trabajo: demostrar la necesidad de un
proceso urgente que resuelva la pretensión de manera definitiva y alcance una
satisfacción procesal, que se daría cuando la sentencia que pone fin al proceso judicial
se pronuncia sobre el fondo, sobre el objeto litigioso, y a su vez ella es cumplida en los
hechos, entonces ha operado la satisfacción procesal5. En el caso de las medidas
autosatisfactivas, y adelantándonos un poco al fondo del asunto, satisfacen la pretensión
del justiciable y no requieren de proceso principal, por lo cual, la sentencia, en caso de
ser favorable, debe estar revestida de este matiz, el de la satisfacción procesal. Eso es lo
que la figura ofrece frente a las medidas cautelares, las mismas que en muchos casos no
logra asegurar la pretensión principal al finalizar el proceso. Como señala Monroy
Palacios, la medida cautelar no satisface, pero asegura una tutela jurisdiccional efectiva
de los derechos, neutralizando los posibles perjuicios ocasionados por el desarrollo
temporal del proceso, por la contraparte o tercero, constituye tutela procesal no
satisfactiva6.
Para Jorge W. Peyrano, la eficacia es un valor instrumental al servicio de la
justicia. El autor mencionado distingue entre:
- La eficacia del Proceso: se verifica cuando los mecanismo procesales existentes
de origen legal, funcionan en la práctica aproximadamente igual a la manera
cómo fueron concebidos. No debe haber una brecha demasiado amplia entre lo
que dice la ley procesal y su realización en lo cotidiano.
- La eficiencia del Proceso: cuando el pronunciamiento de mérito viene a
satisfacer realmente el requerimiento del justiciable, consistente en que se le
restituya o compense sus derechos violados o desconocidos, o se le brinde la
tutela diferenciada, que de no concederse se provocaría la infructuosidad del
proceso respectivo7.
Ambos conceptos plantean una cuestión: nuestro ordenamiento actual, específicamente
la tutela cautelar ¿funciona en la práctica aproximadamente igual a la manera cómo fue
concebida? Así mismo, es necesario preguntarse ¿está el Proceso Civil dotado de las
notas de eficacia y de eficiencia procesal en nuestro país?

4
EYZAGUIRRE, Hugo, Op. cit.
5
MONROY PALACIOS, Juan J, “Cinco Temas polémicos en el Derecho Civil Peruano”, Revista
Peruana de Derecho Procesal, año V, Lima, Estudio Monroy y Abogados, junio 2001, p. 351.
6
Ibídem, pp.352 y 353.
7
PEYRANO, Jorge, “Eficiencia del Sistema de Justicia” Revista Peruana de Derecho Procesal, año VI,
Lima, mayo 2003, p. 372.

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Por estos motivos, el valor eficacia dentro de la administración de justicia debe ser el
parámetro que permita medir si verdaderamente el sistema judicial de un país alcanza
sus fines, y por ende cumple con función, caso contrario, aquel articulado que prescribe
nuestro Código Procesal Civil sería más que una simple formalidad para cumplir con los
postulados de la Constitución.

II. LAS MEDIDAS AUTOSATISFACTIVAS


1. Antecedentes.
Antes de pasar al análisis de este instituto jurídico, es necesario dar una mirada al
tratamiento de la tutela urgente en diferentes legislaciones.
El caso italiano nos obliga a estudiar los Interdictos romanos. De ellos se puede
señalar que son la fuente de los procesos urgentes puesto que consta de características
que hoy en día son propias de los mencionados procesos. Por ejemplo, en ellos el juez
despachaba in audita altera pars, aunque es apreciable en este supuesto que el juez se
proveía de los elementos probatorios indispensables. Inmediatamente surge la pregunta
para qué casos un ciudadano romano podía utilizarlos: al amparo de derechos subjetivos
y situaciones de hecho8. Sin embargo, la gran diferencia radica en que este medio de
defensa emana del imperio del magistrado romano, mas no de una acción como sucede
actualmente, dando origen por tanto a un proceso.
Ya en el siglo XXI pero aun en la Península Itálica, nos encontramos con otra
institución semejante a la anteriormente vista, el proveimiento de urgencia. Recogido en
el artículo 700 del Código Procesal Civil Italiano, otorga al solicitante una tutela general
eminentemente cautelar, motivo por el cual no es de nuestro interés. Sin embargo, a
partir de la reforma 353/90, es posible solicitar dos proveimientos específicos que
actúan a modo de tutela anticipatoria: la ordenanza por el pago de suma no contestada
(sólo para el Derecho Laboral), y la ordenanza de ingiunzione. Ésta última la solicita el
acreedor de una suma de dinero o cantidad determinada de cosas fungibles, o cosa
mueble determinada. Una característica interesante es que puede ser ejecutiva de
manera provisional cuando el crédito está fundado, lo que nos hace ver cierto requisito
cercano a la certeza, pero no al fumus boni iuris.
En América, existe una serie de injuctions reguladas en el derecho anglosajón
norteamericano, entre las que las interlocutory injuctions (orden interlocutoria)
conviene profundizar. Se trata de una orden emitida por la corte requiriendo a alguien
hacer o no hacer una acción específica. Es un remedio extraordinario que las cortes
utilizan para casos especiales en los que la preservación del status quo o tomar una
acción específica es requerida en orden a prevenir una posible injusticia. La orden
contiene un poder discrecional de la corte en el que ésta, conforme a decidir que el
derecho del demandante está siendo vulnerado (resolver sobre el fondo), equilibra la
irreparabilidad de las lesiones y la insuficiencia de los daños si una orden no fuera
concedida contra los daños que conceder una orden causaría.

8
Gayo, Institutas IV, pp. 161 y ss.

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Existen dos clases:


1. Orden preliminar: orden presentada en una corte previa a la determinación
sobre el fondo de un proceso, con el objetivo de contener a una de las
partes de seguir adelante con una conducta hasta que el caso haya sido
decidido. Si se resuelve en contra de la parte que ha sido llamada al
proceso, la orden será permanente; en cambio, si se resuelve a favor de la
parte que ha sido llamada, la orden generalmente será desechada. Hay una
audiencia.
2. Orden temporaria restrictiva: emitida sin parte, cuando el peticionante
sufriría un daño irreparable si la solicitud no es concedida de inmediato,
no siendo posible una audiencia. Puede ser concedida por un período
corto. Generalmente dura mientras una moción para una orden preliminar
está siendo decidida, y la corte decide dejar sin efecto la orden o conceder
el mandato preliminar.
Parece ser que la última orden guarda mucha semejanza con los procesos urgentes, y
particularmente con las medidas autosatisfactivas en tanto que es in audita altera pars y
sin sustentación, mientras que la primera se aleja del instituto que estamos estudiando
por estar subordinada a otro proceso que vendría a ser principal y la orden preliminar el
accesorio.
Finalmente, en Brasil existe un instituto llamado anticipación de tutela, que en
medio de un proceso principal, anticipa los efectos de manera total o parcial en caso de
existir un daño irreparable para el peticionante. Autores como Abraham Luis Vargas,
consideran que no es una medida cautelar porque no se limita a asegurar el resultado
práctico de un proceso principal9, sin embargo, en lo que se refiere al requisito de
verosimilitud se asemeja a la medida cautelar.
2. Concepto y regulación por la doctrina.
La mayoría de autores que tratan esta figura, no se ponen de acuerdo al definir las
medidas autosatisfactivas. Muchos señalan que son soluciones, incluso alguno la define
como una resolución. Veamos algunas de ellas:
- “Soluciones jurídicas urgentes no cautelares, despachables in extremis y
mediando una fuerte probabilidad de que los planteos formulados sean
atendibles10”;
- “Soluciones jurisdiccionales urgentes, autónomas, despachables in audita altera
pars y mediando una fuerte probabilidad de que los planteos formulados sean
atendibles (...) Estas medidas provocan la satisfacción inmediata del interés del
actor11”;

9
VARGAS, Luis A., PEYRANO, Jorge comp., “Teoría General de los Procesos Urgentes” en Medidas
Autosatisfactivas, Buenos Aires, Argentina, Rubinzal-Culzoni Editores, 1997, p. 113.
10
SANTOS, Mabel de los; “Resoluciones Anticipatorias y Medidas autosatisfactivas”, Revista Peruana
de Derecho Procesal, Volumen III, Editores Estudio Belaunde y Monroy Abogados, Lima, 1999. p. 74.
11
ONTIVAROS, Osvaldo Daniel. La obligación legal del artículo 68 de la ley Nro 24.449 y las medidas
autosatisfactivas. En la página web: www.foroaboogadossanjuan.org.ar

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- “Aquella resolución jurisdiccional dictada a petición de parte, sin que exista


proceso pendiente ni carga de su promoción ulterior, que pudiendo requerir
contracautela, provee con carácter definitivo y autónomo, la remoción de vías de
hecho u otras situaciones coyunturales urgentes12”.
Centrándonos en el tema, si bien es cierto la doctrina no se pone de acuerdo en el
nombre de esta institución, sí lo hace respecto de su contenido o nivel ple rematico13. En
las definiciones anteriores queda claro, pese a la diversidad de nombres o adjetivos que
los autores le aplican, que las medidas autosatisfactivas han sido delimitadas en su
contenido: ser inaudita altera pars, autónomas, que media una fuerte probabilidad, por
mencionar algunas ya que serán objeto de otro acápite.
Éste trabajo empieza hablando sobre el valor eficacia, valor necesario para que un
proceso pueda ser llamado justo. Así, como toda obra humana, posee insuficiencias e
imperfecciones, y como toda obra hecha por el hombre, éste pretende perfeccionarla: De
allí que las medidas cautelares no han sido suficientes para abarcar los supuestos de
tutela urgente14. Nacen entonces una serie de institutos tales como el mandato
preventivo, las medidas conminatorias, el proceso colectivo, la ejecución provisional de
la sentencia no apelada, entre otras. No queda duda que la tutela urgente no se agota con
la tutela cautelar clásica, porque como bien señala Jorge Mario Galdós, lo urgente está
presente autónomamente en ciertas pretensiones que recaen derechamente sobre
aspectos sustanciales15.
Producto de ese afán por tener un proceso justo y eficiente, es que las medidas
autosatisfactivas nacen para determinados supuestos en los que existe una urgencia
impostergable que de permitir el transcurso del tiempo, el derecho habrá fenecido y por
lo tanto cualquier sentencia seria ociosa –como verdaderamente sucede hoy en día
amparándose en la elevada carga procesal-. La resolución favorable ocasionará efectos
distintos al de una medida cautelar: produce efectos sustantivos o definitivos, y por ende
agotando la litis16. He aquí el carácter excepcional e innovativo de ellas, que marca su
autonomía frente al resto de medidas o institutos enmarcados dentro de la tutela urgente.
Respecto al nombre o nomen iuris, no parece conveniente detenerse tratando sobre
cada una de las denominaciones dadas, bastará con nombrar algunas: cautela material o
sustancial, medidas anticipatorias materiales o definitorias, cautela con efectos
materiales, etc. Sin embargo, estos nombres llevan a la confusión, y terminan por hacer
creer que las medidas autosatisfactivas son un instituto especie de las cautelares, por tal
motivo, el adjetivo autosatisfactivas, ilustra el carácter predominante o en otros
términos, la diferencia especifica: la pretensión se agota en sí misma, prescindiendo en
12
ALBARENGA, Emilio H., PEYRANO, Jorge comp., “Medida Autosatisfactiva y Costas” en Medidas
Autosatisfactivas, Buenos Aires, Argentina, Rubinzal-Culzoni Editores, 1997, pp. 309 y 310.
13
GALDÓS, Jorge M., PEYRANO, Jorge comp., “El contenido y el continente de las Medidas
Autosatisfactivas” en Medidas Autosatisfactivas, Buenos Aires, Argentina, Rubinzal-Culzoni Editores,
1997, p. 60.
14
La llamada tutela urgente pertenece a las tutelas diferenciadas, caracterizándose por atender a reclamos
que ponen énfasis en una pronta, expedita y eficiente respuesta jurisdiccional. Por tal razón un proceso
urgente consistirá en actos procesales sumarios, constando de plazos muy reducidos. Suelen activarse
cuando el derecho se podría ver perjudicado por un perjuicio inminente e irreparable, motivo por el cual,
el tiempo es un factor determinante.
15
GALDÓS, Op. cit. p. 61.
16
GALDÓS, Op. cit. p. 63.

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lo absoluto de otro proceso, porque el proceso autosatisfactivo, valga la redundancia, es


ya un proceso en sí mismo. Por otro lado, y esto no es determinante, la variedad de
textos legales que en la República Argentina han recogido esta figura, optan por el
término de medidas autosatisfactivas y proceso autosatisfactivo.
Antes de pasar tratar con más detalle a las medidas autosatisfactivas,
específicamente su regulación en la doctrina argentina y el modo de aplicarlas en
nuestra legislación, es necesario dar un concepto uniforme. Para ello, nos suscribiremos
al dado por Jorge W. Peyrano al haber sido uno de los autores que más las ha tratado:
“la medida autosatisfactiva es un requerimiento urgente formulado al órgano
jurisdiccional por los justiciables que se agota con su despacho favorable; no siendo,
entonces, necesaria la iniciación de una ulterior acción principal para evitar su
caducidad o decaimiento”17.
Ésta breve definición da una idea muy clara que el instituto bajo estudio
verdaderamente ocasiona que el justiciable, amparándose en su derecho de tutela
jurisdiccional, recurre al órgano jurisdiccional y pone en marcha un proceso, que como
señala Peyrano, no requiere que una ulterior acción –por tanto no habrá un proceso
llamado principal en el caso de las medidas autosatisfactivas- inicie un proceso al que
ya hemos señalado como satisfactivo. Y la segunda idea que con anterioridad ya ha sido
subrayada, es el carácter definitivo.
3. Medidas autosatisfactivas y medidas cautelares.
La primera diferencia que salta a la vista entre las medidas cautelares y
autosatisfactivas radica en el carácter instrumental. Las medidas cautelares han sido
reguladas al servicio de un proceso en el que se discute un derecho material, en otras
palabras, que el proceso funcione eficazmente, por tal motivo, se extingue finalizado el
proceso al que sirve, por eso puede afirmarse que la medida cautelar es pendencial, pues
durará lo que dure el proceso principal. Por su lado, las medidas autosatisfactivas no
sirven a proceso principal alguno: el proceso termina con el fallo que la concede, de allí
el nombre de autosatisfactiva.
Con respecto a la característica de ser in audita parte, la diferencia entre ambas
medidas no es tajante. Por un lado las cautelares se concederán sin escuchar a la otra
parte mediante mandato ejecutivo. Con las autosatisfactivas no sucederá así en todos los
casos: habrá audiencia cuando no haya una fuerte probabilidad cercana a la certeza.
Y la última característica en la que difieren es el fumus boni iuris. Por un lado, las
medidas cautelares tienen como requisito para su procedencia la apariencia de buen
derecho. Esta apariencia no hace que el juez declare cierto el derecho del solicitante,
sino de que hay la posibilidad de que el derecho exista. Para entender mejor la
diferencia que existe entre las dos figuras a partir del grado de conocimiento
jurisdiccional, ayuda mucho lo que Calamandrei18 sostiene al diferenciar entre las

17
PEYRANO, Jorge W.; “Un fuerte Espaldarazo Jurisprudencial a la Medida Autosatisfactiva”. Dialogo
con la Jurisprudencia, Año V, No 10., Lima, Editorial Gaceta Jurídica, julio 1999, p. 329.
18
CALAMANDREI, Piero. Introducción al estudio sistemático de las providencias cautelares, Lima,
Ara Editores, 2005, pp. 77-88.

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nociones de posibilidad, verosimilitud y probabilidad19. En el caso de las medidas


autosatisfactivas, el requisito para su concesión es una fuerte probabilidad cercana a la
certeza. De acuerdo a este autor, aquello que es probable se encuentra adoptado en el
sentido razonable; no creerlo es contrario a la razón. De esta manera la probabilidad es
la mayor posibilidad, la posibilidad próxima, mientras que la improbabilidad es la
menor posibilidad remota.20 Del mismo modo, es muy convincente la graduación que de
estas tres acepciones hace la Doctora. Karla Vilela Carvajal, proponiendo que esas tres
calificaciones (posible, verosímil y probable), constituyen en ese orden una gradual
aproximación hacia el reconocimiento de lo que es verdadero. Así, quien dice que un
hecho es verosímil está más próximo a reconocerlo como verdadero que quien se limita
a decir que es posible, y quien dice que es probable está todavía más avanzado que
quien dice que es verosímil, ya que va más allá de la apariencia y comienza a admitir
que hay argumentos para hacer creer que la apariencia corresponde la realidad 21.
Confrontando esto último con el requisito antes señalado, se pide que lo que el
solicitante alega debe estar a un paso de ser cierto –certeza-, que esa apariencia se
corresponda con la realidad verdaderamente y así proceder a otorgar con carácter
definitivo lo invocado. Puede afirmarse que la pretensión esté representada por un
interés cierto y manifiesto. De esto mismo se desprende, que de no causar total
convicción en el juzgador, éste pueda exigir contracautela y mandar la realización de
una brevísima audiencia.
Entre esas semejanzas que podemos encontrar están la flexibilidad que se
manifiesta en la posibilidad de adecuar lo solicitado conforme a las circunstancias que
generaron su otorgamiento y que ahora han variado; A las medidas cautelares les
corresponde su concesión a partir de ciertas circunstancias, dígase por ejemplo del
propietario de un camión de carga que ha sido embargado por una deuda con el Banco
por $ 30 000; una vez cancelada la suma dineraria, la medida dejará de surtir efectos y,
por tanto, el vehículo deberá ser devuelto a su dueño. Las medidas autosatisfactivas no
son provisionales en tanto y en cuanto no dependen de proceso principal, pero sí por las
circunstancias que la engendran.
Así también, en el supuesto de no cumplir adecuadamente la función de garantía
para la que fue destinada, la medida puede ser modificada. Otra semejanza que salta a la
vista, es que ambas son de ejecutabilidad inmediata y con carácter urgente, por lo que su
dictado debe darse en un lapso muy breve. Habría que añadir que no sólo el plazo para
su otorgamiento debe ser sumarísimo, sino también cualquier diligencia destinada a
generar mayor convicción en el juzgador.

19
Calamandrei las diferencia de la siguiente manera: posible es lo que puede ser verdadero, verosímil es
lo que tiene apariencia de ser verdadero, pero en el lenguaje filosófico y teológico, lo probable se
encuentra adoptado en el sentido razonable; no creerlo es contrario a la razón.
20
ROCCO, Hugo, Tratado de Derecho Procesal Civil, Buenos Aires, Temis-Depalma, 1997, p. 48., tomo
V.
21
VILELA CARBAJAL, Karla. “La verosimilitud de la pretensión y el prejuzgamiento en las medidas
cautelares y medidas anticipadas”, Revista de Derecho de la Universidad de Piura, Año 8, Nº 8, Lima,
Editorial Grandéz Gráficos, noviembre 2007, p. 319.

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4. Regulación Argentina.
En este trabajo es imposible dejar de lado el tratamiento que a esta institución se le
ha dado en la doctrina y en la jurisprudencia argentina. A continuación, pasaremos a un
tratamiento más profundo de este instituto, su origen, principios rectores y postulación,
para que de esa manera pueda concluirse si a partir de los principios procesales de
nuestro ordenamiento, y el actual tratamiento de la tutela cautelar en el Código Procesal
Peruano, puede utilizarse este medio de defensa.
4. 1. Caso de Miguel Ángel Clavero:
La medida autosatisfactiva apunta a la satisfacción inmediata total o parcial de la
pretensión contenida en la demanda, cuando de la insatisfacción pueda derivar un
perjuicio irreparable. En el caso que pasaremos a examinar, un ciclista argentino de
reconocida trayectoria, es impedido de continuar en la Villa Olímpica de la ciudad de
Atlanta, Estados Unidos.
Como bien señalan los periódicos argentinos del mes de julio del año 1996, el día
domingo 21 del mismo mes, el Comité Olímpico Argentino le prohibió permanecer en
la Villa Olímpica al ciclista Miguel Ángel Clavero, teniendo que retornar a Argentina
días antes de que las competencias dieran inicio. Clavero había sido seleccionado con
anterioridad para formar parte del equipo de ciclismo de Argentina para los Juegos
Olímpico Atlanta 96, sin embargo, sin razón aparente, el Comité lo separaba del
conjunto.
Una vez en Argentina, el ciclista interpone recurso de amparo ante el Juzgado
Nacional en lo Civil, jueza Mabel de los Santos. La cuestión jurídica de nuestro interés
se da cuando Clavero solicita además una cautelar genérica: que la demanda arbitre de
inmediato las medidas necesarias e idóneas para acreditar al peticionante como
miembro del equipo de ciclistas en Atlanta, solventando sus gastos de viaje,
alojamiento, viáticos. La jueza resolvió que proceda, y al cumplir la demandada lo
resuelto, esa figura jurídica era la medida autosatisfactiva tratada de antemano por la
doctrina procesal. El proceso principal por tanto había quedado sin objeto, pues como se
puede apreciar, lo que el demandante solicitaba era ser reconocido como parte del
equipo de ciclistas y por ende volver a Atlanta, ya que por no aparecer en los listados
oficiales, había sido prácticamente expulsado, siendo éste el error de la demandada: una
vulneración que requería una rápida resolución por estar a puertas de darse las
competencias olímpicas. Obviamente, de haber esperado que el proceso principal
concluyera, Clavero no hubiese podido estar en Atlanta, careciendo de sentido su
petición. Aun así, esto no es lo más importante, sino el hecho de que al haber otorgado
la cautelar genérica, la Dra. De los Santos22 cayó en cuenta que no había necesidad de
continuar con el proceso principal. Previamente, se había dado una audiencia en la que
se evidenció la fuerte probabilidad de la pretensión. Como consta, no es apariencia del
derecho, marcando la diferencia con la medida estrictamente cautelar.
Aplicando los conceptos y diferencias sobre la medida autosatisfactiva al caso,
tendremos una visión más clara:

22
SANTOS, Mabel de los, “Medida autosatisfactiva y Medida cautelar: semejanzas y diferencias entre
ambos institutos procesales”, Revista de Derecho Procesal, en Medidas Cautelares, Buenos Aires,
Rubinzal-Culzoni, 1998, p. 35.

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i) Fuerte probabilidad cercana a la certeza. La cuestión radica en por qué Clavero


logró viajar junto al resto del equipo a Atlanta si no había mediado una selección y
entrenamientos previos en Argentina. Es por no aparecer en los listados oficiales la
razón por la que es expulsado. Se puede considerar que efectivamente hay una fuerte
probabilidad de que el derecho sea cierto;
ii) Peligro en la demora, característica que comparte con las medidas cautelares.
En efecto, salvo que se posterguen los Juegos Olímpicos, la pretensión debía ser
atendida de inmediato;
iii) Contracautela. El instituto de la medida autosatisfactiva admite una excepción
de prestar contracautela dependiendo del grado de probabilidad, como en este caso, la
jueza, con fundamento en la fuerte probabilidad del derecho invocado y la inexistencia
de reparos por parte de la accionada23. La audiencia se da porque en principio no existía
tal certeza, que a partir de la audiencia se descubre.
Entonces, es apreciable que la medida autosatisfactiva se agota con su despacho
favorable: no sirviendo a una acción principal, ni existiendo la necesidad de acción
posterior. Esto es lo que el caso demuestra, el hecho de que las medidas cautelares sí
son instrumentales, mas no las autosatisfactivas. Queda claro de esa manera que son dos
institutos diferentes, que deben ser iniciadas en supuestos y por acciones distintas,
compartiendo ambas su pertenencia a la tutela urgente, y estando por ende regidos por
los mismos principios presentando ciertas variaciones de acuerdo a su naturaleza.
4. 2. Principios procesales:
El autor argentino Luis Gardella24 señala que para darle cabida a las medidas
autosatisfactivas en un ordenamiento, éstas deben estar amparadas en unos pococs
principios constitucionales que van a recaer en los las partes procesales.
Así, el solicitante va a ampararse en un derecho que es fundamental y que es uno
de los principios rectores del Derecho Procesal, el derecho a la jurisdicción. Según
autores como Luis Gardella, podría definirse como la capacidad de toda persona física o
jurídica de tener la posibilidad real, concreta y sin excepciones, de solicitar y obtener
que el Estado por medio del Poder Judicial, le garantize efectivamente en los hechos el
ejercicio de sus derechos. Desde luego, y esto se condice con lo señalado páginas atrás,
esa atención por parte del órgano jurisdiccional debe ser pronta y efectiva, y no un mero
cumplimiento de la norma legal.
Por otro lado, como ha podido apreciarse, la medida autosatisfactiva por su propia
naturaleza, tiende a ser inaudita altera par, lo que conlleva aparentemente a cierto
menoscabo del derecho del recipiendario de la medida a ser oído –derecho de defensa-,
al igual que su derecho a cuestionar la medida, fundamentado en el principio de
contradicción. A simple vista, pareciera que nos encontramos frente a un conflicto de
derechos, y que de aceptar el ejercicio de estas medidas, sería consentir el uso de
mecanismos que vulneran el derecho de defensa. Por tal motivo, es necesario hacer
ciertos matices.

23
SANTOS, Mabel de los, Op.cit., p. 36.
24
GARDELLA, Luis L., PEYRANO, Jorge comp., “Medidas Autosatisfactivas: principios
constitucionales aplicables. Tramite. Recursos” en Medidas Autosatisfactivas, Buenos Aires, Argentina,
Rubinzal-Culzoni Editores, 1997, p. 260.

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Ricardo Guillermo Bazán Mogollón 235

Para defender nuestra postura, es necesario recurrir a las medidas cautelares y a


los procesos ejecutivos. Ambos tienen en común que su desarrollo se da sin cursar
previo aviso a la otra parte. El auto que concede o rechaza la medida cautelar, no debe
ser notificado a la otra parte; el fundamento es claro: la efectividad de la resolución.
Luego, el concesorio de la demanda ejecutiva, dígase del mandato ejecutivo, en
principio vulneraría el derecho de contradicción del ejecutado puesto que no se le ha
dado la posibilidad de defenderse haciendo los decargos respectivos, y por lo tanto
limitando la posibilidad de presentar pruebas en juicio; su fundamento: no
desnaturalizar la esencia porpia de un proceso ejecutivo, valga la redundancia, que sea
ejecutivo. Aun así, la limitación no es absoluta, pues para el supuesto de los procesos
ejecutivos, se prevee la posibilidad de contradecir en base a unas causales taxativas –
nuevamente se limitan los derechos-. También, se prevee la posibilidad de una
sustanciación breve. Y por si fuera poco, existe la contracautela, lo cual compensa la
limitación de la actividad procesal del demandado y la efectividad del resarcimiento de
los perjuicios que le ocasione aquella cuando se trabó sin derecho. Por lo pronto, tanto
medidas cautelares como procesos ejecutivos son admitidos como constitucionales pese
a la aparente vulneración del derecho de contradicción, ante esto, se presenta una
cuestión de vital importancia, los fines del proceso: la resolución de un conflicto de
intereses o incertidumbre jurídica y la paz social. No se hace un ponderación de
derechos, lo cual sería absurda, pero es bien conocido que en toda sociedad, rigen
ciertos principios y bienes jurídicos que imperan. Por lo tanto, no se entiende que exista
un ordenamiento jurídico en el que no se consagre como fin –mediato- del proceso la
paz social, y que de manera inmediata, se conciba como herramienta útil para el
justiciable en su búsqueda de una justicia eficaz25.
4. 3. Trámite de las medidas autosatisfactivas.
Edgar Baracat26 sostiene que la resolución autosatisfactiva reviste entidad
jurisdiccional. Sin embargo, prefiere detenerse en cuestiones procedimentales que debe
seguirse para alcanzarla, los mismos que detalla a continuación.

a) Requisitos de la demanda autosatisfactiva:


Interpretamos que como acontece con cualquier otra demanda, la que requiere una
resolución autosatisfactiva debe cumplir los requisitos genéricos establecidos por la ley
procesal para toda demanda, o sea, la determinación clara y precisa de la pretensión.
Empero, y a similitud de lo que acontece con ciertas demandas específicas, el
accionante deberá detenerse en la puntualización de algunos aspectos fácticos que hacen
a la procedencia de la vía elegida:
1. Los motivos por los que se peticiona, con precisión de las circunstancias
fácticas determinantes de la urgencia.

25
PEYRANO, Marcos L., PEYRANO, Jorge comp., “La medida autosatisfactiva y el Derecho de
defensa” en Medidas Autosatisfactivas, compilador Jorge W. Peyrano, Buenos Aires, Argentina,
Rubinzal-Culzoni Editores, 1997, p. 235.
26
BARACAT, Edgar., PEYRANO, Jorge comp., “Vicisitudes del procedimiento impreso a un pedido de
resolución autosatisfactiva” en Medidas Autosatisfactivas, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni Editores,
1997, p. 246 a 248.

IIE
236 Las medidas autosatisfactivas: ¿Existe la necesidad de regularlas o no?

2. Expresar que es intención del accionante no deducir demanda principal, a fin de


que ab initio el destinatario sepa ciertamente desde el comienzo que la pretensión del
accionante se reduce solamente a la resolución autosatisfactiva.
Si fuera intención del demandante reclamar alguna otra cosa, la vía elegida no
sería la idónea, puesto que partimos de que quien acude a ella lo hace porque no quiere
interponer demanda principal o posterior.
3. Debe aludirse a la irreparabilidad que ello ocasionaría al peticionante si se lo
forzara a optar por vía procesales más amplias.
4. Fundamentación de la postulación: hasta tanto la petición y el procedimiento
que debe seguirse para el despacho de una resolución autosatisfactiva no se hallen
legislativamente decepcionadas y regulados por las leyes instrumentales, es conveniente
que el postulante acuda a una mínima y adecuada fundamentación de la misma:
4.1. Así, podrá aducir que tiene su fundamento en las atribuciones implícitas
inherentes a la jurisdicción.
4.2. Es posible echar mano a la procedencia de una interpretación extensiva
analógica, atento a existir numerosos dispositivos legales que prevén soluciones que, en
esencia, constituyen medidas autosatisfactivas.
4.3. Con la demanda debe ofrecer y acompañar el demandante la prueba que
acredite sumariamente los hechos fundantes de su solicitud que demuestren la posible
existencia (en un fuerte grado de probabilidad) de un derecho subjetivo cercenado y/o
vulnerado.
Atento al carácter de urgencia que precede a la petición, la resolución que
despacha el magistrado no puede reconocer un procedimiento anterior amplio de
postulación, pruebas y alegaciones; todos estos estadíos se concentran y consumen en la
especie, en el momento y acto de presentación que concreta el peticionante, al
interponer su demanda autosatisfactiva.
Además, debe adjuntar el peticionante, de ser factible, elementos de convicción
que autoabastezcan, ya que la propia situación de urgencia en la que está inmerso le
dificultará desplegar actividad probatoria complementaria para llevar al magistrado al
convencimiento de la existencia probable del derecho que invoca.
b) Resolución autosatisfactiva:
Sobre este punto vamos a seguir a Rolando Martel Chang27 quien expone de
manera clara sobre la resolución autosatisfactiva, naturaleza y efectos.
El dictado de una medida autosatisfactiva no contiene una solución o disposición
meramente transitoria, sino que otorga plena y definitiva satisfacción a la pretensión del
demandante, quien no necesita interponer una nueva acción principal. Ello de ninguna
manera significa desconocer los derechos del emplazado, quien, en el ejercicio de su
derecho a la defensa, podrá utilizar las vías procesales a su alcance para impugnar la
medida ordenada.

27
MARTEL CHANG, Op. cit. p. 129 a 131.

IIE
Ricardo Guillermo Bazán Mogollón 237

No debemos olvidar que nos encontramos frente a un instituto procesal de


interpretación estricta o in extremis, es decir, cuyo dictado favorable sólo corresponde –
siempre a solicitud de parte nunca de oficio- cuando realmente no exista duda razonable
acerca de la procedencia de la pretensión, previa ponderación con suma prudencia de las
circunstancias de cada caso.
En tal sentido, el juez debe ser extremadamente estricto al momento de decidir,
evitando equívocos a los justiciable (demandante, emplazados o terceros) y/o perjuicios
irreparables.
En cuanto a la forma de la resolución, auto a sentencia, hay doctrina que estima
que debe ser una sentencia28, pues si se hiciera vía auto se confundiría con las
cautelares; además las medidas autosatisfactivas terminan en decisiones definitivas de
fondo.
Juan Alberto Rambaldo29 considera que la resolución autosatisfactiva es un auto
que puede rechazar o aceptar la petición.
Martel Chang se adscribe a ésta última posición, habida cuenta que en nuestro
ordenamiento procesal ésta es la resolución que suele dictarse al calificarse una
demanda de cualquier índole, sea referida a un proceso de cognición, ejecución o
cautelar. En efecto, la demanda autosatisfactiva no necesariamente será admitida, sino
que puede en su caso, ser declarada inadmisible, por defectos subsanables, o
improcedente, por defectos insubsanables. Si se considerara que debe dictarse sentencia,
entonces ocurriría que la improcedencia de la demanda también generaría igual
resolución, cosa que sería marchar contra el orden establecido y practicado entre
nosotros. Además, en el Perú, el auto también tiene efectos de decisión definitiva sobre
el fondo del asunto, bastando para verificar el auto que resuelve la contradicción en el
proceso de ejecución de garantías.
Pero, además, y sobre todo, la resolución de este pronunciamiento deberá
contemplar todos los aspectos de la medida y en su caso de ejecución, como también
deberá definir todas las cuestiones accesorias. Si el órgano judicial es cuidadoso en este
aspecto, se ahorrará innecesarias aclaratorias que entrañan demora, complicación e,
incluso, el riesgo de derivar imprevistamente en impropias rectificaciones.
En cuanto a la resolución judicial y cosa juzgada, interesa saber si la resolución
sobre una medida autosatisfactiva genera cosa juzgada material o formal. Al respecto
Marcela García Solá30 enseña lo siguiente:
a) Si la resolución rechaza la medida, el interesado podrá echar mano de los
recursos ordinarios (revocatoria y apelación con efecto suspensivo). De
cualquier modo, la misma no hace cosa juzgada, y subsanado el hipotético

28
GARDELLA, Luis, Op. cit., p. 268. y RIOL, María I. La “cosa juzgada en relación a las medidas
autosatisfactivas” en Medidas Autosatisfactivas, PEYRANO, Jorge comp., Buenos Aires, Rubinzal-
Culzoni Editores, 1997, p. 358.
29
RAMBALDO, Juan Alberto. , PEYRANO, Jorge comp., “La petición autosatisfactiva y el proceso
monitorio como forma instrumental” en Medidas autosatisfactivas. Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni
Editores, 1997, pp. 365 a 367.
30
GARCÍA SOLÁ, Marcela, PEYRANO, Jorge comp., “Medidas autosatisfactivas: la excepcionalidad de
su procedencia. Aproximaciones para su categorización. Particularidades de su trámite” en Medidas
autosatisfactivas, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni Editores, 1997, pp. 287 a 289.

IIE
238 Las medidas autosatisfactivas: ¿Existe la necesidad de regularlas o no?

déficit o mudada la circunstancia originaria que motivó la denegatoria, el planteo


debe renovarse.
b) Si la resolución hace lugar a la medida, y cumplida ésta, autoconsume toda la
materia litigiosa, es evidente que en los hechos tiene carácter definitivo y hace
cosa juzgada material. A salvo ésta, distinta sería la solución para otras hipótesis
de decisiones favorables, cuando es reversible la materia sobre la que recae el
pronunciamiento.
c) Por preclusión de la vía recursiva, la decisión tendrá fuerza de cosa juzgada
formal si es que supuestamente fuera posible todavía (por no haber expirado los
plazos correspondientes) deducir el juicio de oposición.
d) Pero opuesto el recurso y firme la resolución sobre el que recae, ésta haría cosa
juzgada material, porque la elección de esta vía implica abdicar de la alternativa.
e) Escogido el camino del juicio declarativo de oposición y firme la decisión sobre
el que recae, la cosa juzgada sería material.
Como bien señala Martel Chang, nos encontramos frente a una sentencia sujeta a
la cláusula rebus sic stantibus, por lo tanto se trata de una sentencia determinativa,
cabría la posibilidad de que el destinatario de la misma pueda solicitar su reexamen,
alegando que el transcurso del tiempo ha modificado las circunstancias que
fundamentaron su emisión, como en el proceso de alimentos.
María Riol31 llega a las siguientes conclusiones respecto del trámite del proceso
autosatisfactivo y los efectos que esa resolución autosatisfactiva pueda producir:
1. Una vez consentida la decisión jurisdiccional que resuelve sobre la medida
autosatisfactiva, o bien, resuelto el recurso interpuesto contra ella, mientras el sustento
fáctico de la medida subsista, esa resolución hará estado de cosa juzgada formal.
En efecto, ya no podrá atacarse la medida dentro del mismo juicio, aunque
teniendo presente que se ha tratado de un proceso de estrechos medio defensivos y
probatorios, tal vez dará lugar a su discusión en un proceso más amplio posterior, o si
fue rechazada, a reeditar el debate en otro juicio.
2. Tomando en cuenta que “existe cosa juzgada en sentido material cuando, a la
irrecurribilidad de la sentencia, se agrega la inoponibilidad de que en cualquier
circunstancia y en cualquier otro proceso se juzgue de un modo contrario a lo decidido
por aquella”, siendo esa sentencia insusceptible “de ataque indirecto a través de la
apertura de un proceso que permita la obtención de un resultado distinto al alcanzado en
el anterior”, en los supuestos en que haya desaparecido el sustento fáctico que dio lugar
a la medida, la resolución de la autosatisfactiva causará estado de cosa juzgada material.
Sin embargo, el destinatario de la medida, si bien no podría atacarla por un recurso
que sería inconducente e improcedente, sí podría iniciar un posterior juicio de daños y
perjuicios para obtener el resarcimiento si existió un menoscabo en el ejercicio de algún
derecho tutelado por el ordenamiento jurídico. Pero esa pretensión no reabriría el debate
judicial sobre la misma cuestión de hechos y derecho ya resuelta en la autosatisfactiva,

31
RIOL, María I., Op. cit., pp. 360 a 362.

IIE
Ricardo Guillermo Bazán Mogollón 239

sino que se dirigiría a resarcir, si así correspondiese, posibles efectos que la ejecución de
la medida autosatisfactiva pudo ocasionar.
c) Impugnación:
Marcela García Solá sostiene una posición que a nuestro criterio se adecua a la
finalidad de la medida autosatisfactiva. Para la autora, el legitimado para contradecir la
resolución cuenta con una doble vía: la recursiva, a través del recurso de apelación
directa, o la promoción de un juicio general sumario de oposición. Sin embargo, las
alternativas han sido previstas como excluyentes.
Ni la interposición del recurso, ni la promoción del juicio tienen efectos
suspensivos, tramite una u otra, el legitimado deberá cumplir la decisión judicial. Este
aspecto debe ser tomado en cuenta, puesto que de conceder el juez efectos suspensivos
por la interposición del recurso, la figura de la medida autosatisfactiva quedaría
desnaturalizada, ya que ella tutela una situación de urgencia, que es a la vez su
fundamento y requiere un despacho favorable sin que medie un aplazamiento
prolongado que conlleve a un perjuicio irreparable.
Martel Chang32 hace un precisión respecto a los efectos ante el ejercicio de la
contradicción, y es que éstos se darán cuando la orden judicial consista en una
obligación de hacer o de abstenerse de cumplimiento continuado a sucesivo, pues si se
trata de un solo acto que satisface la pretensión, únicamente le quedaría interponer un
demanda de daños de perjuicios, porque toda impugnación devendría abstracta.
d) Competencia:
Hay un último punto que debe tratarse de manera breve, y es la competencia.
Martel Chang sostiene que le corresponde a los Jueces Civiles y a los Jueces de Paz
Letrado por la familiaridad que tienen con estos temas, y aboga para que no se otorgue
la competencia únicamente a los Jueces Civiles, ya que para él debe apostarse y confiar
en la justicia en todas sus instancias. Particularmente, considero que los artículos 546 y
547 del Código Procesal Civil son de gran ayuda, puesto que el primero de ellos, en su
inciso 6 señala que Se tramitan en proceso sumarísimo los asuntos que no tienen una
vía procedimental propia, son inapreciables en dinero o hay duda sobre su monto o,
porque debido a la urgencia de tutela jurisdiccional, el Juez considere atendible su
empleo. Sin duda, la interposición de la demanda autosatisfactiva responde a una
urgencia impostergable. Además, tiene que concordarse con el siguiente artículo:
Artículo 547.- Competencia.- Son competentes para conocer los procesos
sumarísimos indicados en los incisos 2 y 3 del artículo 546º, los Jueces de Familia. En
los casos de los incisos 5 y 6 con competentes los Jueces Civiles (…).
Desde luego, tal designación por la norma procesal, obedece al principio de Fuero
de atracción regulado en nuestro Código Adjetivo en el artículo 5. Por otro lado, ésta
postura es totalmente rebatible, lo importante es que el órgano que atienda tal solicitud,
se encuentre debidamente capacitado en la materia.

32
MARTEL CHANG, Op. cit., p. 138.

IIE
240 Las medidas autosatisfactivas: ¿Existe la necesidad de regularlas o no?

III. CONCLUSIONES
Ahora, corresponde tratar sobre la cabida que esta institución tendría en el
ordenamiento Peruano. Por tal motivo, ha sido forzoso hacer un breve estudio de la
medida autosatisfactiva y su tratamiento en la doctrina argentina –así mismo una
sumarísima revisión en otras legislaciones- para tener una idea clara de lo que ella
busca frente al resto de procesos urgentes. No se pretende que exista un dominio de la
figura jurídica, mas sí que se llegue a entenderla y tenerla presente, pues al menos, y
conforme arroja el estudio del Dr. Rolando A. Martel Chang, los operadores jurídicos
mayoritariamente desconocen o conocen medianamente el tema, mientras que la gran
mayoría estima que ellas no están reguladas en el actual Código Procesal Civil
Peruano33.
En seguida pasaremos a responder la interrogante de si existe la necesidad de
regularlas. De la respuesta que lleguemos, se desprenden dos opciones: de ser negativa,
y ante la imperiosa necesidad de un instituto que atienda pretensiones que ameriten una
resolución pronta y eficaz, en vista de la insuficiencia de la medida cautelar, está claro
que la única manera es través de una ley de reforma del Código Procesal Civil en su
articulado correspondiente a las tutela urgente. A juzgar por la composición del Código
Adjetivo, no es clara la regulación que hace de los institutos provenientes de la tutela
urgente. Someramente, recoge medidas anticipadas en un solo artículo34 para dedicar el
resto al tratamiento de la medida cautelar y sus subespecies. En todo caso, se tendría
que incluir un capítulo para las medidas autosatisfactivas dentro de un Título que regule
a la Tutela Urgente. Para tal caso, es sumamente ilustrativo el texto del anteproyecto de
reforma del Código Procesal de Santa Fe, Argentina:
Artículo 21 bis del Código Procesal de Santa Fe – Los Jueces –a pedido
fundamentado de parte, respaldado por pruebas que aparentemente demuestre
probabilidad cierta de que lo postulado resulta atendible y que es impostergable
prestar tutela judicial inmediata- deberán, excepcionalmente, ordenar medidas
autosatisfactivas. Según fueran las circunstancias del caso valoradas motivadamente
por el tribunal, éste podrá exigir la prestación de cautela suficiente (…).
Y de ser positiva, tendría que justificarse a través de la Constitución y del Código
Adjetivo.
La medida autosatisfactiva encuentra su desarrollo doctrinal y jurisprudencial en
Argentina. En un principio tiene cabida en la doctrina entre ellos su mejor expositor es
Jorge W. Peyrano, quien sostiene que la aparición de esta figura se debe a las
debilidades de la teoría cautelar ortodoxa para dar respuestas adecuadas a ciertos
requerimientos de los justiciables, la necesidad de conceder un encuadre correcto a
ciertas normas legales que decretan el despacho de soluciones urgentes, no cautelares,
que no han sido incorporadas a los textos de los Códigos Procesales Civiles y a la
capacidad de maniobra que otorga en miras a hacer cesar vías de hecho difícilmente

33
MARTEL CHANG, Op. cit., p. 191
34
Código Procesal Civil.- Artículo 618.- Además de las medidas cautelares reguladas, el Juez puede
adoptar medidas anticipadas destinadas a evitar un perjuicio irreparable o asegurar provisionalmente la
ejecución de la sentencia definitiva (…).

IIE
Ricardo Guillermo Bazán Mogollón 241

removibles por otros medios35. Nos es difícil descubrir que esa insuficiencia de las
tradicionales medidas cautelares también se adolece en nuestro país. Si bien es cierto
que la sociedad avanza más rápido que el Derecho, hay un momento en el cual el
Derecho debe ponerse a la altura de las circunstancias, y con mayor razón si se trata del
Derecho Procesal.
El artículo III del Código Procesal Civil prescribe:
Artículo III.- Fines del proceso e integración de la norma procesal.- El juez
deberá atender a que la finalidad concreta del proceso es resolver un conflicto de
intereses o eliminar un incertidumbre, ambas con relevancia jurídica, haciendo
efectivos los derechos sustanciales, y que su finalidad abstracta es lograr la paz social
en justicia.
En caso de vacío o defecto en las disposiciones de este Código, se deberá recurrir
a los principios generales del Derecho Procesal y a la doctrina y jurisprudencia
correspondientes, en atención a las circunstancias del caso.
El dispositivo no puede ser más claro. Es de mucha ayuda que el artículo finalice
haciendo referencia a que el juez recurrirá a esas fuentes del Derecho en atención de las
circunstancias del caso. ¿Esas circunstancias vendrían a ser si estamos ante una
situación que requiera un pronunciamiento sobre el fondo, pero de manera urgente, y
existe una alta probabilidad de que el derecho será atendido si se discutiera en un
proceso de cognición?36 Situémonos en el caso del ciclista argentino. Debió haber
invertido tiempo y mucho esfuerzo al haber acudido a los entrenamientos previos a ser
seleccionado como miembros del equipo de ciclistas, su pretensión no podía esperar.
Veamos un caso más cercano. Es muy común en nuestra sociedad la violencia familiar,
de hecho, ha habido un aumento conforme lo señalan las estadísticas 37. Es evidente que
no podría una mujer y sus hijos maltratados seguir viviendo bajo el mismo techo con el
agresor hasta que se resuelva la medida cautelar y el proceso principal. En estos casos el
juez podría ordenar la exclusión del agresor de la vivienda donde habita con la familia,
así también prohibir el acceso del agresor al lugar donde habita la persona agredida,
trabajo o el centro educativo de los otros miembros, entre otras medidas38.
No cabe duda, que por diversas razones sociales, en nuestra sociedad peruana,
puede presentarse una gran cantidad de supuestos, entre los cuales se enmarcarían las
medidas autosatisfactivas. Sin embargo, existe un vacío en las disposiciones del Código
Procesal Civil, de esta manera, conforme señala Silva Muñoz 39, el juez debe cumplir
con su deber integrador, el cual no sólo se encuentra en el dispositivo legal señalado
precedentemente, sino que también lo encontramos en el artículo 139º. 8 de la

35
PEYRANO, Jorge W., PEYRANO, Jorge comp., “La medida autosatisfactiva: forma diferenciada de
tutela que constituye una expresión privilegiada del proceso urgente. Génesis y evolución” en Medidas
Autosatisfactivas, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni Editores, 1997, p.19.
36
SILVA MUÑOS, Carlos; Medidas Autosatisfactivas en el Proceso Civil Peruano, Chiclayo, Asesoría
Consultoría y Producciones GPZ E.I.R.L., 2003, p. 161.
37
En el año 2007, se registraron un total de 33212 casos atendidos por violencia familiar y sexual en los
Centros de Emergencia de la Mujer. Fuente: www.mindes.gob.pe
38
KEMELMAJER DE Carlucci, Aída, PEYRANO, Jorge comp., “Medida Autosatisfactiva: instrumento
eficaz para mitigar los efectos de la violencia intrafamiliar” en Medidas Autosatisfactivas, Buenos Aires,
Rubinzal-Culzoni Editores, 1997, p. 431.
39
SILVA MUÑOS, Op. cit., p.162.

IIE
242 Las medidas autosatisfactivas: ¿Existe la necesidad de regularlas o no?

Constitución40, artículo 50º. 4 del Código Procesal Civil41, el artículo VIII del T. P. del
Código Civil42 y en el artículo 183º.3 del T. U. O. de la Ley Orgánica del Poder
Judicial43.
Jorge Peyrano, concluye en el XIX Congreso Nacional de Derecho Procesal,
Corrientes, Argentina en agosto del año 1997, que la medida autosatisfactiva cabe
regularse, amparándose en las normas que regulan la potestad cautelar genérica.
Fundados nuestros argumentos en los párrafos precedentes y complementado por el
artículo 611º del Código Procesal Peruano:
Artículo 611º.- Contenido de la decisión cautelar.- El Juez, siempre que de lo
expuesto y prueba anexa considere verosímil el derecho invocado y necesaria la
decisión preventiva por constituir peligro la demora del proceso o por cualquier otra
razón justificable, dictará medida cautelar en la forma solicitada o la que considere
adecuada atendiendo a la naturaleza de la pretensión principal (…).
Que al facultar al Juez de dictar medidas cautelares adecuándolas a la naturaleza
de la pretensión principal con miras a salvaguardar un derecho, no es otra cosa que la
potestad cautelar genérica de la que Jorge Peyrano habla. Por lo tanto:
Por esté y los otros argumentos mencionados anteriormente, las medidas
autosatisfactivas sí encuentran cabida en nuestro ordenamiento a partir de la norma
normarum, la Constitución del Perú, así como del Código Procesal Civil y de otras
normas especiales señaladas con anterioridad. De esta forma, puede concluirse que no
existe necesidad de regular la figura de la medida autosatisfactiva y el proceso
autosatisfactivo mediante una ley en razón de que encuentra cabida a partir de los
postulados de la Constitución, y los que el Código Procesal Civil señalan sobre el
derecho de jurisdicción y la potestad cautelar genérica que otorgan a todos y a cada uno
de los ciudadanos peruanos.

40
Constitución Política.- Artículo 139.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional: (…) 8.- El
principio de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley. En tal caso, deben aplicarse
los principios generales del derecho y el derecho consuetudinario.
41
Código Procesal Civil.- Artículo 50.- Deberes.- Son deberes de los Jueces en el proceso: (…) 4. Decidir
el conflicto de intereses o incertidumbre jurídica, incluso en los caso de vacío o defecto de la ley,
situación en la cual aplicarán los principios generales del derecho, la doctrina y la jurisprudencia.
42
Código Civil.- Defecto o deficiencia de la ley. Artículo VIII.- Los jueces no pueden dejar de
administrar justicia por defecto o deficiencia de la ley. En tales casos, deben aplicar los principios
generales del derecho y, preferentemente, los que inspiran el derecho peruano.
43
T. U. O. de la Ley Orgánica del Poder Judicial.- Deberes. Artículo 184.- Son deberes de los
Magistrados: 3. A falta de norma jurídica pertinente, los Magistrados deben resolver aplicando los
principios generales del derecho y preferentemente los que inspiran el Derecho Peruano.

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