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ERNESTO MENESES MORALES, S. J.

JESUITA MEXICANO UNIVERSITARIO

El doctor Ernesto Meneses Morales, S. J. nació en Córdoba, Veracruz, el 30


de julio de 1915, y murió el día de ayer, 19 de marzo del 2001, aquí en la
ciudad de México. Ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en enero de
1930, fue ordenado sacerdote el 16 de junio de 1946 e hizo la profesión de
cuatro votos solemnes el 8 de septiembre de 1950. Ostentó los grados
académicos de Licenciado en Filosofía, Maestro en Ciencias de la Educación
(Fordham University) y Doctor en Psicología (también por Fordham
University).

En la Universidad Iberoamericana fue director del Departamento de


Psicología y del Centro de Orientación Psicológica, Vicerrector y Rector, esto
último de 1968 a 1977.

Durante su gestión como Rector se constituyó el Senado Universitario


como máximo órgano de gobierno, en sustitución de la antigua Junta de
Gobierno; los estudios impartidos por nuestra Universidad obtuvieron el
Reconocimiento de Validez Oficial de parte de la Secretaría de Educación
Pública; se llevó a cabo la Reforma Académica en la que la Universidad se
estructuró en términos de departamentos en lugar de escuelas y facultades; se
establecieron los comités académicos; se promulgaron las primeras versiones
del Estatuto Orgánico, de la Misión y Prospectiva y de la mayoría de los
reglamentos que norman el funcionamiento de la Institución; se obtuvo la
admisión de nuestra Universidad a la Asociación Nacional de Universidades e
Instituciones de Educación Superior (ANUIES); se crearon unidades
específicas para la planeación y la investigación institucionales y para la
dirección general y el fomento de los estudios de posgrado y la investigación;
se constituyeron, con el beneplácito e incluso con el apoyo del Rector, la
Asociación de Profesores e Investigadores de la Universidad Iberoamericana
(API) y el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Iberoamericana
(STUIA). En síntesis, puede decirse que dotó a la Universidad de un proyecto,
comprensivo y coherente, que abarcaba tanto lo estructural como lo funcional,
y que constituyó un vehículo eficaz para la realización en los hechos de las
orientaciones fundamentales contenidas en el Ideario institucional,
sedimentación de los propósitos, ilusiones e ideales de quienes hicieron
posible la existencia de nuestra Universidad y cuidaron de su desarrollo
durante sus primeros veinticinco años de vida.
Entre los muchos libros que publicó destacan, en el campo específico de
la educación superior, La Universidad Iberoamericana en el Contexto de la
Educación Superior Contemporánea (1979), los cinco volúmenes de su
Tendencias educativas oficiales en México (1983-1997) y Las enseñanzas de
la historia de la educación en México (1998).

En 1981 la Universidad Iberoamericana le otorgó el Doctorado Honoris


Causa; en 1988 fue objeto de una Mención Honorífica en el Premio Andrés
Bello, otorgado por la Organización de Estados Americanos (OEA); en 1996
Fomento de Investigación y Cultura Superior, A. C. (FICSAC); el Patronato
Económico de la Universidad Iberoamericana, le concedió el Premio
Tlamatini; en 1997 la Asociación de Universidades e Instituciones de
Eduación Superior le otorgó la Medalla de Oro por sus contribuciones a la
Educación Superior.

A mediados del año pasado vio la luz pública el último de sus muchos
libros, Remembranzas de un jesuita mexicano universitario. Terminan estas
Remembranzas con las siguientes palabras: “Desearía que después de mi
muerte no se me recordara tanto por mi labor de consejero o educador,
de administrador o profesor universitario, sino sencillamente como
miembro de la Compañía de Jesús”.

LVA
20 de marzo, 2001

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