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INTRODUCCIÓN
Al igual que en el resto del territorio nacional, las corrientes migratorias que poblaron la
provincia de Sancti Spíritus se efectuaron en diversas etapas (Lámina 1).
La primera corriente migratoria se produce hace unos 8 000 años; grupos de cazadores con
tradiciones paleolíticas, procedentes de América del Norte, desplazándose a través de las
islas que componen el archipiélago de las Bahamas penetran, a partir de la costa norte de
las provincias de Matanzas y Villa clara, en estos territorios, logrando dispersarse algunos
de estos grupos en nuestra provincia.
La tercera corriente migratoria se origina a partir del 500 a.n.e. Aquí se distingue
claramente dos tipos de comunidades diferentes: una de ellas con características de la etapa
mesolítica (tardías) con presencia de tradiciones neolíticas incipientes.
Los ecosistemas explotados por los mesolíticos que habitaron el territorio provincial fueron
muy variados, así tenemos las cuevas de los Cayos de Piedra, al norte de Yaguajay, sitios
mediterráneos con fuerte énfasis en la zona de manglar como la Toma de Agua, en La
Sierpe; mediterráneos hacia la zona de la llanura central con una explotación intensiva de
los ecosistemas de tierra adentro y una dependencia menos marcada de los recursos de la
zona de manglares y costeras, como son los casos de La Luisa y La Aurora, y aquellos que
explotaban los ecosistemas de montaña, como El Garrote, en la zona de Banao, y los sitios
ubicados en la parte montañosa de Fomento. Es de suponer que las especies obtenidas
mediante la caza, pesca y recolección variaran según los ecosistemas en los que
desarrollaron sus actividades subsitenciales, observándose acumulaciones significativas de
conchas de moluscos marinos, bivalvos y univalvos; conjuntamente con abundantes huesos
de jutías, algo menor de aves, de tortugas, de peces y reptiles en áreas de habitación
costeras.
La elaboración y uso de los recursos maderables variados fue uno de los procesos de
trabajo más comúnmente desarrollados por estos grupos aborígenes, lo que se infiere a
partir de los resultados de investigación de las herramientas de piedra tallada en las que
principalmente se emplean las muescas y los denticulados. De esta forma, construyeron
canoas para el transporte fluvial y marítimo, levantaron viviendas, fabricaron un sin
número de utensilios, recolectaron frutos, semillas, raíces, tubérculos, huevos de aves, de
quelonios, moluscos, etcétera.
Las principales ofrendas que acompañaban a los muertos consistían en restos de alimentos,
algunos objetos de concha (vasijas, gubias, platos, etcétera) y bolas líticas. Las primeras
referencias de estas manifestaciones datan de 1888 (Cueva de la Boca del Purial, en el Pico
Tuerto del Naranjal). También pueden citarse a modo de ejemplificación la Cueva de los
Niños, en Cayo Salinas, al norte de Yaguajay. Otro caso particularmente interesante es el
del sitio La Almendra, en el municipio La Sierpe (antigüedad: 2868 + 200 años a.p.)
donde se colectaron 24 esferas líticas provenientes de un conchal, actualmente,
desaparecido.
Al igual que ocurrió con los grupos mesolíticos y con tradiciones neolíticas incipientes, en
estas comunidades agricultoras-ceramistas se producen dos tipos de asentamiento: los
costeros y los mediterráneos. Sin embargo, las actividades económicas subsistenciales de
ambos tipos no muestran diferencias notables en lo que a explotación del ecosistema del
manglar se refiere, por lo que resulta un rasgo distintivo, en general, la fuerte orientación
marina, observándose en dichas actividades, a partir del análisis e identificación de los
restos alimenticios presentes en los sitios de habitación.
Otras especies que también resultaban capturadas por diferentes métodos fueron: la cubera,
el sábalo, pargo, róbalo y la barracuda, además de otros peces fluviales.14
La actividad de recolección se llevaba a cabo con diversos objetivos: colectas de moluscos
marinos, fluviales y terrestres (gasterópodos y bivalvos), huevos de aves y quelonios, y
además tortugas y crustáceos.
La explotación del medio se hacía viable a través del empleo de un conjunto artefactual
que les proveía de todo lo necesario para la subsistencia de estas comunidades, a la vez que
la actividad productiva permitía un mayor nivel de sedentarización.
La cerámica, en sentido general, se presenta mayormente lisa, mientras que los elementos
decorativos consisten en líneas y puntos incisos presentes en un porciento bajo de estos
implementos. A pesar de que algunas de estas vasijas evidentemente fueron destinadas a
determinados ritos o ceremonias, en su conjunto, se observan ante todo, las características
que denotan el uso utilitario o doméstico a que estaba destinada la producción cerámica
(Lámina 9 y 10).
Las investigaciones actuales sobre las comunidades agricultoras del archipiélago muestran
algunos aspectos que sí coinciden con las noticias de las crónicas en lo relacionado con la
división del trabajo por sexos y edades.(16)
Las actividades de caza y pesca eran realizadas por los hombres, mientras que en la
recolección participaban las mujeres y niños.
Manifestaciones mágico-religiosas.
El culto a los antepasados de ascendencia gentilicia era practicado por estas comunidades
neolíticas.
REFERENCIAS
15 Jorge Febles, Guillermo Baena, Santiago Silva, Reinaldo Pérez y María B. Cruz:
Contribuciones al conocimiento de industrias líticas en comunidades aborígenes
de Cuba. Una particularidad de la industria de la piedra tallada del sitio
agroalfarero Toma de Agua. Sancti Spiritus, p. 10.
16 Lourdes Domínguez, Jorge Febles y Alexis Rives: Las comunidades aborígenes de
Cuba, en Historia de Cuba. La Colonia, 1994.
17 Santiago Silva y Reinaldo Pérez: Interpretación figurativa del pendiente de concha del
sitio arqueológico aborigen Toma de Agua, La Sierpe, Sanctí Spíritus, p.4.
18 José Chirino Camacho, Guido Valentín González y Osmany Ramón Rodríguez:
Estudio de la guaiza del sitio agroalfarero con tradición neolítica, Playa Carbó:
Una joya del arte prehistórico cubano, p. 4.
19 Pedro Pablo Godo, Jesús A. Ramos y Ricardo Guardarrama: Jatibonico: arqueología
en ciernes, p. 42.
20 Ángel Miguel Martínez Gómez y Armando Falcón Méndez: Petroglifos en pequeñas
lajas de piedra en Yaguajay, p.3.
21 Orlando Álvarez y Santiago Silva: Conjunto petroglífico de la loma de La Campana, p.
3.
BIBLIOGRAFÍA
1 Álvarez de la Paz, Orlando, Leonardo Rojas Pérez y Santiago Silva García: Tecnología
y funcionalidad estimada. Consideraciones sobre la industria de la piedra en
volumen del mesolítico medio La Aurora, 1996, inédito.
2 Álvarez de la Paz, Orlando, Santiago Silva García y Leonel Delgado Cevallos:
Tecnología de la Piedra Tallada del protoagricultor de Birama, 1999, inédito.
3 Álvarez de la Paz, Orlando y Teresa Eguiguren: La industria de piedra en volumen del
protoagricultor de Birama, 1999.
4 Álvarez de la Paz, Orlando y Santiago Silva: Conjunto petroglífico de la loma de La
Campana, 2001, inédito.
5 Alonso, Enrique: Contribución al estudio de especies económocas de la sociedad
preagroalfarera, en Anuario de Arqueología,Editorial Academia, La Habana, Cuba,
1988.
6 Colectivo de autores: Estudio geográfico integral del municipio de Yaguajay, norte de
la provincia de Sanctí Spíritus, Cuba, Tomo I y II, Publicaciones SIT. GEOCUBA-
IC, 1996.
7 Chirino Camacho, José, Guido Valentín González y Osmany Ramón Rodríguez: Estudio
de la guaiza del sitio agroalfarero con tradición neolítica, Playa Carbó: Una joya
del arte prehistórico cubano, en: Resúmenes IV Encuentro Nacional y I
Internacional de Arqueología Aborigen Yaguajay 96, 1996.
8 Dacal Moure, Ramón y Manuel Rivero De La Calle: Arqueología aborigen de Cuba,
Editorial Gente Nueva, Ciudad de La Habana, Cuba, 1986.
9 Delgado Cevallos, Leonel, Silvia Angelbello Izquierdo y Santiago Silva García: Primer
reporte de semillas quemadas de maní en el residuario Birama, en: El Caribe
Arqueológico, No 4,Santiago de Cuba, Casa del Caribe, 2000.