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Estables
Inestables
Caóticos
Un sistema estable tiende a lo largo del tiempo a un punto, u órbita, según su dimensión
(atractor o sumidero). Un sistema inestable se escapa de los atractores. Y un sistema caótico
manifiesta los dos comportamientos. Por un lado, existe un atractor por el que el sistema se ve
atraído, pero a la vez, hay "fuerzas" que lo alejan de éste. De esa manera, el sistema
permanece confinado en una zona de su espacio de estados, pero sin tender a un atractor fijo.
Una de las mayores características de un sistema inestable es que tiene una gran dependencia
de las condiciones iniciales. De un sistema del que se conocen sus ecuaciones características,
y con unas condiciones iniciales fijas, se puede conocer exactamente su evolución en el
tiempo. Pero en el caso de los sistemas caóticos, una mínima diferencia en esas condiciones
hace que el sistema evolucione de manera totalmente distinta. Ejemplos de tales sistemas
incluyen la atmósfera terrestre, el Sistema Solar, las placas tectónicas, los fluidos en régimen
turbulento y los crecimientos de población.
Por ejemplo, el clima atmosférico, según describió Edward Lorenz, se describe por 3
ecuaciones diferenciales bien definidas. Siendo así, conociendo las condiciones iniciales se
podría conocer la predicción del clima en el futuro. Sin embargo, al ser éste un sistema caótico,
y no poder conocer nunca con exactitud los parámetros que fijan las condiciones iniciales (en
cualquier sistema de medición, por definición, siempre se comete un error, por pequeño que
éste sea) hace que aunque se conozca el modelo, éste diverja de la realidad pasado un cierto
tiempo. Por otra parte, el modelo atmosférico es teórico y puede no ser perfecto, y
el determinismo, en el que se basa, es también teórico.
Los sistemas dinámicos deterministas, cuyo ámbito de aplicación cubre todas las ramas de la
ciencia, tienen movimientos de tal complejidad que resulta imposible toda predicción, por cuya
razón reciben el nombre de caóticos.
Atractores [editar]
Artículo principal: Atractor
De acuerdo a la forma en que sus trayectorias evolucionen, los atractores pueden ser
clasificados como periódicos, cuasi-periódicos y extraños. Estos nombres se relacionan
exactamente con el tipo de movimiento que provocan en los sistemas. Un atractor periódico,
por ejemplo, puede guiar el movimiento de un péndulo en oscilaciones periódicas; sin embargo,
el péndulo seguirá trayectorias erráticas alrededor de estas oscilaciones debidas a otros
factores menores.
Los atractores extraños están presentes tanto en los sistemas continuos dinámicos (tales como
el sistema de Lorenz) como en algunos sistemas discretos (por ejemplo el mapa Hènon). Otros
sistemas dinámicos discretos tienen una estructura repelente de tipo Conjunto de Julia la cual
se forma en el límite entre las cuencas de dos puntos de atracción fijos. Julia puede ser sin
embargo un atractor extraño. Ambos, atractores extraños y atractores tipo Conjunto de Julia,
tienen típicamente una estructura fractal.
Aplicaciones [editar]
La Teoría del Caos y la matemática caótica resultaron ser una herramienta con aplicaciones a
muchos campos de la ciencia y la tecnología. Gracias a estas aplicaciones el nombre se torna
paradójico, dado que muchas de las prácticas que se realizan con la matemática caótica tienen
resultados concretos porque los sistemas que se estudian están basados estrictamente con
leyes deterministas aplicadas a sistemas dinámicos.
En Internet se desarrolla este concepto en Teoría del Caos, el tercer paradigma, de como la
estadística inferencial trabaja con modelos aleatorios para crear series caóticas
predictoras para el estudio de eventos presumiblemente caóticos en las Ciencias Sociales. Por
esta razón la Teoría del Caos ya no es en sí una teoría: tiene postulados, fórmulas y
parámetros recientemente establecidos con aplicaciones, por ejemplo, en las áreas de
la meteorología o la física cuántica, y actualmente hay varios ejemplos de aplicación en
la arquitectura a través de los fractales, por ejemplo el Jardín Botánico de Barcelona de Carlos
Ferrater.
En meteorología [editar]
El clima, además de ser un sistema dinámico, es muy sensible a los cambios en las variables
iniciales, es un sistema transitivo y también sus órbitas periódicas son densas, lo que hace del
clima un sistema apropiado para trabajarlo con matemática caótica. La precisión de las
predicciones meteorológicas es relativa, y los porcentajes anunciados tienen poco significado
sin una descripción detallada de los criterios empleados para juzgar la exactitud de una
predicción.
Al final del siglo XX se ha vuelto común atribuirles una precisión de entre 80 y 85% en plazos
de un día. Los modelos numéricos estudiados en la teoría del caos han introducido
considerables mejoras en la exactitud de las previsiones meteorológicas en comparación con
las predicciones anteriores, realizadas por medio de métodos subjetivos, en especial para
periodos superiores a un día. En estos días es posible demostrar la confiabilidad de las
predicciones específicas para periodos de hasta cinco días gracias a la densidad entre las
orbitas periódicas del sistema, y se han logrado algunos éxitos en la predicción de variaciones
anormales de la temperatura y la pluviosidad para periodos de hasta 30 días.
Antes de la aparición de la Teoría del Caos, se pensaba que para que el clima llegara a
predecirse con exactitud newtoniana no era más que una cuestión de introducir más y más
variables en un ordenador lo suficientemente potente como para procesarlas. Sin embargo, de
unas pocas variables de hace tan solo unas décadas se ha pasado a considerar cientos de
miles de variables sin conseguir la predicibilidad esperada. El clima, como sistema caótico, ha
de entenderse como un sistema impredecible dentro de un atractor que le confiere cierto orden
a través de las estaciones. Sólo sabemos con seguridad que cada año habrá cuatro períodos
con unas caracteristicas climáticas conocidas. No es esperable, conforme a la teoría del caos,
que algún día consigamos averigüar con precisión matemática el tiempo que hará al día
siguiente. El clima es sensible a pequeñas variaciones en las condiciones iniciales y la
determinación de las condiciones iniciales con exactitud está abocado al fracaso a causa
del Principio de incertidumbre de Heisenberg.
Introducción [editar]
Si se preparan varias copias idénticas de un sistema en un estado determinado, como puede
ser un átomo, las medidas de la posición y de la cantidad de movimiento variarán de acuerdo
con una cierta distribución de probabilidad característica del estado cuántico del sistema. Las
medidas del objeto observable sufrirán desviación estándar Δx de la posición y el momento Δp.
Verifican entonces el principio de indeterminación que se expresa matemáticamente como:
Esta forma es la que se utiliza en mecánica cuántica para explorar las consecuencias de la
formación de partículas virtuales, utilizadas para estudiar los estados intermedios de una
interacción. Esta forma del principio de indeterminación es también la utilizada para estudiar el
concepto de energía del vacío.
Donde i, j, k son distintos y Ji denota la componente del momento angular a lo largo del eje xi.
No obstante hay que recordar que el principio de indeterminación es una limitación sobre el tipo
de experimentos realizables, no se refiere a la sensibilidad del instrumento de medida. No debe
perderse de vista que la explicación "divulgativa" del párrafo anterior no se puede tomar como
explicación del principio de indeterminación.
Consecuencias de la relación de indeterminación [editar]
Este principio supone un cambio básico en la naturaleza de la física, ya que se pasa de un
conocimiento absolutamente preciso en teoría (aunque no en el conocimiento basado sólo en
probabilidades).
Ha de tenerse muy en cuenta que, como otros muchos resultados de la mecánica cuántica,
esto sólo afecta significativamente a la física subatómica. Debido a la pequeñez de la constante
de Planck, en el mundo macroscópico la indeterminación cuántica es completamente
despreciable, y los resultados de las teorías físicas deterministas, como la teoría de la
relatividad de Einstein, siguen teniendo validez.
Introducción [editar]
Antes de hablar de determinismo científico es aconsejable hacer unas distinciones previas para
no perderse en la complejidad del problema. Así, se deberá distinguir entre determinismo en
su sentido más amplio, entendido como dimensión ontológica de las cosas, y determinismo
científico, que se refiere más bien a la dimensión epistemológica de la ciencia.
En Filosofía, el principio de causalidad, en el que se funda el determinismo, es un principio
universal que abarca todos los campos del ser. Bajo su dominio están, tanto el espíritu como la
materia. Todo suceso, todo acaecer, está determinado causalmente: todo sucede según una
razón o causa suficiente. Esta es la formulación determinista que se expresa por medio
del principio de razón suficiente, la expresión más general del principio de causalidad. La causa
representa, en el proceso universal del cambio, el momento anterior en el tiempo; el efecto es
la secuencia inmediata posterior que acusa todas las propiedades contenidas en la
causa: causa aequat effectum (la causa es equivalente al efecto). Debido a esta
proporcionalidad existente entre causa y efecto, se cree posible la deducción o la inferencia de
un polo de esta ecuación al otro.
En Ciencia reaparece este tipo de causalidad y esta concepción determinista fue adoptada sin
reservas. Lo nuevo de la Ciencia es que tal determinismo adquiere también un sentido
epistemológico, pues, además de afirmar implícitamente el principio de causalidad, extiende su
dominio al fenómeno del conocimiento humano de lo físico. La Filosofía no necesitaba llevar a
cabo esta ampliación ya que sus enunciados no exigen verificación y constatación empíricas.
Pero la Ciencia, que ha de vérselas continuamente con lo empírico, no puede menos de contar
con este aspecto nuevo y, al hacerlo, aplica también el principio de causalidad. Aunque la
Ciencia no ha definido nunca el principio de causalidad, se podría formular, más o menos,
según lo que un científico clásico entendería por causalidad, de la siguiente manera: todo
efecto tiene su causa determinante, y en esta relación de dependencia entre la causa y el
efecto no caben ni el azar ni la discontinuidad, por ser de una simplicidad absoluta. La imagen
de tal determinación está dada en las ecuaciones matemáticas, donde, dados ciertos valores y
sus cálculos, todo sucede con carácter de necesidad.
No es otra la concepción que tiene la nuova scienza del mundo físico cuando intenta apresar
matemáticamente la realidad. El proceso seguido para conseguirlo es harto conocido: todo
fenómeno ha de ser purificado de su materialidad, ha de ser cuantificado y geometrizado de tal
modo que sea susceptible de comprensión matemática. Al dar resultado el método, se
confirman la creencia filosófica y la evidencia del sentido común de que la realidad física, por
ser susceptible de matematización, debe estar constituida por una regularidad fija y
predeterminada.
El determinismo científico está dado y aceptado por la Ciencia con su propio método; aquel
método que postulaba ya Francis Bacon al decir que había que ir al conocimiento de las cosas
por sus causas, con lo que se adelantaba al mismo Laplace, considerado éste como el máximo
exponente del determinismo científico, al decir que el conocimiento de las causas lleva consigo
el dominio del universo. Pero, con el advenimiento de la Ciencia, acaece algo más que la
simple adaptación de concepciones filosóficas anteriores. En la Ciencia tiene lugar y se
encarna teórica y prácticamente la separación que estableciera Descartes entre materia y
espíritu. Entre el observador y lo observado, entre sujeto y objeto, no hay relación digna de
tener en cuenta. Con ello cree la Ciencia haber conseguido su ideal frente a la Filosofía: haber
descartado del experimento todo elemento subjetivo; haber construido, así, una teoría objetiva
del mundo, por no estar mediatizado su objeto, por dejar expresarse libremente a la realidad.
se obtienen por integración, una vez conocida la naturaleza física del problema y las
condiciones iniciales.
La mecánica clásica ha podido defender durante mucho tiempo este tipo de determinismo
apoyándose en sus éxitos. Lo que para Newton era todavía un supuesto implícito, se convierte
con Laplace en doctrina, seguro de estar ante el método único capaz de descubrir la realidad
tal cual es:
«Debemos considerar - decía Laplace- el estado presente del Universo como el efecto del estado anterior y
como la causa del estado que le siga. Una inteligencia que conociera todas las fuerzas que actúan en la
Naturaleza en un instante dado y las posiciones momentáneas de todas las cosas del universo, sería capaz de
abarcar en una sola fórmula los movimientos de los cuerpos más grandes y de los átomos más livianos del
mundo, siempre que su intelecto fuera suficientemente poderoso como para someter a análisis todos los datos;
para ella nada sería incierto, y tanto el futuro como el pasado estarían presentes a sus ojos»
Laplace
la relación existente entre los datos empíricos y los postulados de la teoría, que, por
creerse en principio y por aproximación adecuados, no creaban mayores problemas;
la interpretación a dar al concepto de probabilidad (concepto que tiene que admitir de
mal grado), que se resuelve aplicando la teoría del error, según la cual el experimento (que
da valores promedios) se interpreta como un caso límite, donde, a pesar de todas las
imperfecciones de experimentación y observación puede aparecer comprobada la teoría.
Pero olvidaba un tercer componente al pretender aislar el objeto en cuestión; esto es, olvidaba
la repercusión del experimento en el objeto estudiado. La novedad de la Mecánica cuántica
consiste, principalmente, en tener en cuenta este componente, dándole importancia capital.
El observador entra ya, con la teoría de la Relatividad, a formar parte del sistema en cuestión.
Pero Einstein no quiso jamás reconocer que ese «estar dentro» modificara lo más mínimo el
pensar tradicional determinista de la Ciencia, según el cual el objeto es independiente de la
observación.
Si el determinismo clásico está dado con la definición de estado mecánico, lo cual no deja de
ser una convención, el indeterminismo científico consistirá en negar la posibilidad de tal
definición, por no contener en sí todos los parámetros que realmente toman parte en un
fenómeno. Pero, además, negará que tal definición sea posible tal como se hace en la Ciencia
clásica, porque tampoco se podrán precisar simultáneamente las llamadas «variables de
estado».
¿Quiere esto decir que la realidad sea indeterminada en el sentido de que reine el azar? No
habrá científico serio que se atreva a decir tal cosa. Sus teorías no le dan pie para poder hacer
tal afirmación. Descontando lo que decía De Broglie, que en la Ciencia se trabaja como si
hubiese un determinismo estricto, se podrá decir, finalmente, que el principio de
indeterminación sólo asegura algo respecto al modo de conocimiento que se tiene del mundo
físico, y que el principio de causalidad, de existir, jamás podrá ser demostrado ni derrocado,
tanto desde los datos proporcionados por un experimento, como desde las teorías que tratan
de interpretar tales datos.
De acuerdo con el modelo estándar de física de partículas los fotones son los
responsables de producir todos los campos eléctricos y magnéticos, y a su vez son el
resultado de que las leyes físicas tengan ciertasimetría en todos los puntos del espacio-
tiempo. Las propiedades intrínsecas de los fotones (masa invariante y espín ) están
determinadas por las propiedades de la simetría de Gauge.
Emisión [editar]
Los fotones se emiten en muchos procesos naturales, por ejemplo, cuando se acelera una
partícula con carga eléctrica, durante una transición molecular, atómica o nuclear a un nivel de
energía más bajo, o cuando se aniquila una partícula con su antipartícula.
Absorción [editar]
Los fotones se absorben en los procesos de reversión temporal que se corresponden con los
ya mencionados: por ejemplo, en la producción de pares partícula-antipartícula o en las
transiciones moleculares, atómicas o nucleares a un nivel de energía más alto.