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Las coéforas

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Las coéforas es una tragedia de Esquilo. Forma junto a Agamenón y Las euménides la
trilogía de la Orestíada, única que se conserva de este autor y que trata de la historia mítica
de Orestes, hijo de Agamenón, vencedor de Troya.

Contenido
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• 1 Personajes
• 2 Introducción
• 3 Trama
• 4 Valoración
• 5 Véase también

• 6 Notas

[editar] Personajes
• Coro: esclavas troyanas
• Orestes, hijo de Agamenón, a quien su esposa Clitemnestra ha dado muerte
• Electra, hermana de Orestes, e hija también de Agamenón y Clitemnestra
• Clitemnestra, reina de Argos
• Pílades, amigo de Orestes
• Nodriza, nativa de Cilicia y llamada por ello Cilisa.
• Egisto, amante de Clitemnestra; primo de Orestes y Electra, y, posteriormente,
también padrastro
• Servidores

[editar] Introducción
Con anterioridad a los hechos que se narran en la trilogía de la Orestíada, Agamenón,
casado con Clitemnestra, sacrificó a su hija Ifigenia para que los vientos fueran favorables
para viajar a Troya. En la primera obra de la trilogía, Agamenón, Clitemnestra mata a
Agamenón mediante engaño, cuando vuelve victorioso de Troya, tema tratado también por
Homero en la Odisea.

Las coéforas es la segunda obra de la Orestíada. Narra el encuentro entre los dos hijos de
Agamenón y Clitemnestra, Electra y Orestes, y su venganza por la muerte del padre. La
segunda tragedia de la trilogía toma el nombre del coro, constituido por las portadoras de
libaciones, esto es, las «coéforas», esclavas de la casa del rey, que acompañan a Electra con
libaciones a la tumba de Agamenón. Después de que Clitemnestra haya asesinado a su
marido, Orestes quiere vengarse de su madre.

[editar] Trama
Trata de la culpa en la que incurre Clitemnestra al matar a su marido Agamenón, que no ha
de quedar sin castigo por las Erinias.

En el palacio de Argos, Clitemnestra, que ahora comparte el trono y la cama con su amante
Egisto, se despierta de una pesadilla: sueña que dio a luz a una serpiente y que esta
serpiente ahora se alimenta de su pecho, del que saca sangre en lugar de leche. Alarmada
por esta pesadilla, que es una posible señal de la ira de los dioses, ordena a su hija, la
princesa Electra, a quien mientras tanto Clitemnestra ha reducido prácticamente a la
condición de esclava, que haga libaciones sobre la tumba de Agamenón. Un grupo de
mujeres, las coéforas, la acompañan para ayudarla.

Electra llega a la tumba de su padre y allí encuentra a un hombre que acaba de poner un
rizo de su pelo sobre la piedra. Electra expresa un rencor y un odio terrible contra su madre
Clitemnestra, que mató a su padre y vive con su amante Egisto. Comienzan a hablar y
gradualmente comprende que el hombre es su hermano Orestes (que había sido enviado
fuera a la corte real de Fócida desde la infancia, por motivos de seguridad), y quien, en sus
pensamientos, ha sido su única esperanza de venganza. Juntos planean la venganza por la
muerte de su padre y para ello pretenden asesinar a su madre Clitemnestra y a su nuevo
marido, Egisto, mientras el coro les advierte:

Pero es ley que las gotas de sangre

vertidas por tierra exigen otra sangre.


Homicidio grita la Erinis, que en nombre
de las primeras víctimas

envía calamidad sobre calamidad.1

Orestes duda si matar o no a su propia madre, pero tanto Apolo como su amigo Pílades, el
hijo de Estrofio, rey de Fócida, le convencen de que eso es lo correcto. Orestes y Pílades
pretenden ser unos viajeros normales que vienen de Focea y piden hospitalidad en el
palacio. Clitemnestra es engañada por su hijo, quien le llega a decir que Orestes ha muerto.
Encantada por las noticias, Clitemnestra envía a un criado a llamar a Egisto.

Aprovechándose de la hospitalidad del palacio, Orestes mata primero al usurpador y


después a su madre. Las muertes de ambos, como es usual en el teatro griego clásico, tienen
lugar fuera de escena.
Orestes mata primero al usurpador. Los gritos de muerte de Egisto no advierten a tiempo a
Clitemnestra. Desesperada, intenta apelar a los sentimientos de su hijo, pero Pílades le
recuerda las órdenes de Apolo. Clitemnestra le advierte de la venganza de las erinias:

Clitemnestra: Mira, guárdate de las perras vengadoras de una madre.

Orestes: ¿Y cómo huiré de las de mi padre si renuncio a ello?


[...]
Clitemnestra: ¡Pobre de mí! Engendré y nutrí esta serpiente.

Orestes: ¡Ah, qué profeta tan verídico el terror que te inspiraban tus sueños! Mataste a quien no
debías, sufre ahora lo que no debía ser!2

Nada más abandonar el palacio, la Furias aparecen y, siendo sólo visibles para él,
comienzan a perseguirlo y torturarlo por su matricidio. Él huye en agónico sufrimiento.

[editar] Valoración
Toda la Orestíada gira en torno a los crímenes y las venganzas privadas: unos crímenes
llevan a otros, hasta que al final esa venganza viene sustituida por la sentencia que dicta un
tribunal de justicia. En la primera de las obras de la trilogía, las Erinias, diosas de la
venganza de aquellos que vierten sangre de familiares, cobran venganza, y dan muerte a
Agamenón por la mano de Clitemnestra con ayuda de su amante Egisto quedando así como
reyes de Micenas.

En esta segunda obra, Orestes, hijo de la víctima (Agamenón) y del victimario


(Clitemnestra), se venga de su madre asesinándola. Pero con ello se abre otra culpa, que las
Erinias no pueden permitir que quede sin castigo. No se da ninguna explicación de por qué
las furias no persiguieron a Clitemnestra cuando asesinó a su marido Agamenón. No
obstante, en la tercera y última obra de la trilogía, en el juicio que se celebra en Atenas,
Orestes las interpela al respecto:

Orestes: ¿Y por qué no la perseguiste en vida?


Corifeo: No era pariente del hombre que mató.

Este es el tema de la última obra de la trilogía: las Euménides, que no son otras que las
Erinias, pero que, durante esta última tragedia, serán rebautizadas de este modo debido a
que Atenea las convierte en diosas benévolas. Este cambio de las divinidades se explica
porque en las dos primeras tragedias son las diosas de la venganza por el crimen familiar,
de la ley del Talión, de la justicia arcaica. En la tercera tragedia hay una evolución a otro
tipo de justicia, que acaba con el perdón mediante un juicio terminando con la cadena de
crímenes.

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