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Biografía de Alejandro Magno

Alejandro Magno, rey de Macedonia, es uno de los grandes colosos que


produjo la Antigüedad clásica. Su actuación, en su corta vida, quedó como
modelo a imitar para César, así como para los emperadores de la dinastía
de los Severos (193-235).

Alejandro Magno había recibido una excelente educación, fue tres años
discípulo del gran filósofo griego Aristóteles y tenía a las obras de Homero
como libros de continua lectura. Fundó un imperio que se extendía del Indo
al Danubio, tan

extenso como el de Darío I, en el que se mezclaban culturas, religiones,


pueblos y economías diferentes, que supo mantener unidas.

Su actuación es un ejemplo a imitar aún hoy día en muchos aspectos.


Como militar fue un general de absoluta primema fila, sólo comparable al
cartaginés Aníbal o al romano Julio César. A los 18 años salvó a su padre,
Filipo II, en la batalla de Queronea (336 a.C.). En Grañico, Isos y Arbelas
destruyó al ejército de los persas mandado por Darío III. Su poder se
basaba eii el ejército de soldados macedonios, que era pequeño en número,
unos 35.000 hombres, con los que se lanzó a la conquista de Asia.

La guerra contra Persia era una idea heredada de su padre, por encargo de
la Liga de Corinto, pero él la amplió a todo el Imperio Persa. Creó un
Estado Universal, concepto heredado de los reyes del Oriente, que ya
aparece en Sargón I de Acad (2350-2295 a.C.). Es decir, aspiró al dominio
del mundo y a la fusión de Oriente y de Occidente bajo su persona.
Alejandro proyectó su personalidad al mundo entero. Muerto, el Imperio se
fragmentó enseguida. La cultura persa, en muchos aspectos, tan diferente
y superior a la griega, le impactó profundamente.

Se casó con la hija de Darío III y con otras dos muchachas de la alta
aristocracia. Las bodas, al igual que las de otros íntimos que imitaban a su
jefe, se hicieron siguiendo la moda persa. Aceptó la genuflexión y el
mantener un harén, costumbre contraria a los griegos. Mantuvo la
administración persa y egipcia de las satrapías, al frente de las cuales
colocó frecuentemente a nobles persas. Fue un hombre profundamente
religioso.

Continuamente organizaba celebraciones culturales y visitaba los templos


de los pueblos sometidos. Un rasgo de su carácter fue organizar honras
fúnebres por los soldados caídos en las guerras y por los enemigos ilustres.
En Egipto se presentó como continuador de los faraones y en Persia como
del asesinado Darío III. Se divinizó en vida, probablemente buscando un
vínculo religioso para unificar tan diversos pueblos y religiones.

Algunos otros rasgos de su carácter hablan muy alto de su personalidad.


Estuvo muy interesado por las ciencias más variadas. Los datos recogidos
pasaban a la Cancillería Real y muchos se enviaban a Aristóteles. Se
interesó por la botánica, por la geografía, por la fauna... Fundó numerosas
ciudades, donde asentó a los veteranos de su ejército. La más famosa fue
Alejandría, en el delta del Nilo.

En la personalidad de Alejandro todo era desmesurado y grandioso. Rasgos


negativos fueron el dejarse llevar de la ira, que le hizo cometer algunas
barbaridades, como el incendio de Persépolis. Fue también un gran
bebedor. Con los vencidos fue generoso y les otorgó el perdón. Otras veces
se dejó llevar de la cólera y asesinó a algunos de sus seguidores, como
Parmenion y Filotas, muertes que lloró amargamente.

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