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MOVIMIENTO SOCIALISTA NACIONAL REVISTA ACCION CHILENA

PATRIA NUEVA SOCIEDAD Revista del Movimiento Patria Nueva Sociedad

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Escuela de Formación Política de Líderes Juveniles


Socialistas Nacionales - Ecofilosofía . Guía 2

La Tradición
Capítulo I de: “Atlántida: El Mundo antes del Diluvio” de Otto Muck
Todo cuanto sabemos sobre la Atlántida se halla conte- — Cricias: —Escucha, pues, ¡oh, Sócrates!, una historia cier-
nido en los dos célebres diálogos de Platón que han recibi- tamente muy singular, pero verdadera según la relataba
do sus nombres del pitagórico Timayo (1) y del hermano de en su tiempo Solon (5), el más sabio de los siete. Era, en
la madre de Platón, Cricias el Joven (2). Se hallan estrecha- realidad, pariente y muy íntimo amigo de nuestro tatara-
mente unidos a la obra de Platón sobre Política (Politeia), buelo Drópides, cual lo declara repetidamente en sus
que consta de diez volúmenes. En relación con las condicio- poesías. A nuestro antepasado (6), según este anciano
nes exactamente especificadas y justificadas por Sócrates, el nos ha comunicado repetidas veces, le dijo que existían
maestro de Platón, que, según él, debe reunir un Estado grandes y admirables hechos relacionados con un Esta-
ideal, el relato de la Atlántida constituye un magnífico ejem- do que existió en la antigüedad, el cual había caído en
plo histórico de un estado existente en la antigüedad, bien el olvido a causa del tiempo transcurrido y de la desapa-
definido en cuanto al tiempo y al espacio. rición de los hombres; entre todos ellos había uno muy
Los diálogos sobre este tema tuvieron lugar en el Pireo, importante, pensando en el cual, en forma conveniente,
un día en que se celebraba la festividad en honor de la no sólo a ti te damos las gracias sino que dedicamos
diosa tracia Bendis (3), entre Sócrates, Glauco, Adeimantos nuestro relato a la diosa en su festividad, a manera de
y otros. El día siguiente el diálogo fue proseguido entre canto de alabanza.
Sócrates, Cricias el Joven, Timayo, Hermócrates (4) y un cuarto — Sócrates: —Bien dicho. Pero ¿qué hecho es ese que Cricias
personaje a quien no se nombra y que bien pudiera ser el designaba como no transmitido, pero, sin embargo, ver-
propio Platón. Al final Sócrates, que era quien dirigía el diá- dadero, sobre un Estado de la antigüedad referido por
logo, invitó a quienes participaban en él a encontrarse de Solón?
nuevo para discutir sobre sus argumentos en pro y en con- — Cricias: —Os voy a relatar una vieja historia de un hom-
tra. bre que ya había transpuesto la juventud. Y es que Cricias
Con la llegada de los tres mencionados en primer lugar, el Viejo, según él mismo decía, se hallaba próximo a
empieza el diálogo de Timayo. Es Sócrates quien lo inicia: cumplir los noventa años, mientras yo sólo tenía diez.
hace repetir a Timayo lo tratado el día anterior en las pre- Precisamente era el día de la mocedad de los apaturios.
guntas y respuestas; les recuerda su promesa de que sus La misma costumbre propia de la actual celebración de
aportaciones constituyen el tema del diálogo y termina con dicha fiesta era la que entonces privaba entre los adoles-
las siguientes palabras: centes: los padres establecían premios para el que mejor
recitara poesías. Así, pues, se declamaban muchos ver-
— …en consecuencia llegasteis a la unánime conclusión de sos de variados poetas, Y, como en aquel tiempo las
remunerarme con vuestros relatos de mi hospitalidad; y, poesías de Solón aún eran nuevas, muchos eran los ni-
por mi parte, estoy dispuesto a recibirlos en este sentido y ños que las recitaban. Y uno de ellos, que pertenecía a
a prestarles toda mi atención. la misma fraternidad y qué, ya sea porque tal fuera su
— Hermócrates: —Y ciertamente, como afirmaba hace poco verdadera opinión o que lo dijera para complacer a
nuestro Timayo, no ha de faltar, ¡oh, Sócrates!, ni nues- Cricias, afirmó que Solón le parecía no sólo el más sabio
tra buena disposición ni tenemos que oponer a este de- sino, en cuanto a poesía, el más noble entre todos los
seo objeción alguna. poetas, al oír lo cual el anciano (¡cuán bien me acuerdo
— Y así lo hemos manifestado ayer cuando entramos en de ello!) se alegró mucho y dijo riendo:
casa de Cricias, en cuya ocasión seguimos nuestro diálo- — "Esto estaría muy bien, ¡oh Aininandros!, si no conside-
go y antes también, en nuestro camino hacia aquí. A rase el arte de la poesía como una mera ocupación acce-
esto nos indujo esa historia procedente de un tiempo soria, sino que, como hacen otros, se entregase a ella
lejano. cor todo afán y hubiese dado cima al relato que ha traí-
— Cuéntanoslo ahora, ¡oh, Cricias!, para comprobar si es do de Egipto (7) y no se viese obligado por las inquietu-
que corresponde o no a nuestro tema. des y por el desasosiego que a su regreso encontró aquí,
— Cricias: —Esto será si es que agrada también al tercer a dejarlo estar..., de ser así, por lo menos según mi opi-
participante, a nuestro Timayo. nión, ni Hesiodo ni Homero ni poeta alguno habrían
— Timayo: —Ciertamente. llegado a ser más célebres que él".

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— Pero de qué relato se trataba, ¡oh Cricias! — dijo aquél. allá de sus orillas. Cuando, en cambio, los dioses lim-
— De un relato muy importante —contestó el interpelado— piando la Tierra con las aguas, desencadenan un dilu-
y de un hecho digno en verdad de la mayor celebridad vio, los que viven en las montaña salvan los rebaños de
entre todos los que este Estado ha llevado a cabo, pero bueyes y de carneros; pero quienes, como vos otros vivís
del cual, a causa de la inmensidad del tiempo y de la en las ciudades, sois arrastrados al mar por la corriente
desaparición de aquéllos que fueron sus protagonistas, de los ríos. En cambio, en nuestro país ni en este caso ni
no ha llegado noticia alguna hasta nuestros tiempos. en otro cualquiera cae el agua desde lo alto sobre los
— Empieza tu relato desde el principio — le rogó aquél —. campos. Más bien está dispuesto por la naturaleza que
Explícanos, y de qué manera y de quién lo supo Solón, a todo surja desde las tierras que se hallan en la parte
lo cual se debe que pueda referirlo. baja de la Tierra. Debido a ello lo que contiene nuestro
— Hay en Egipto —contestó el otro—, en el Delta, en cuya país se considera lo más antiguo: lo cierto es que en
punta el Nilo se subdivide en varios brazos, una comarca todos aquellos lugares en que no hace ni excesivo calor
que se llama la Saitica. En ella, Sais es la ciudad más ni intenso frío lo antiguo se conserva y perdura a través
importante; de ella era oriundo el rey Amasis (8). Una de generaciones más o menos numerosas. Y todo cuanto
diosa era considerada como la fundadora de la ciudad, de bello, grandioso o importante ocurrió entre vosotros,
la cual, en Egipto, es designada con el nombre de Neith tanto aquí como en otros lugares, así que se tuvo co-
(9), mientras que en Grecia todo el mundo la designa nocimiento de ello, fue escrito en las crónicas de los tem-
con el nombre de Atenea (10). Aseguran también ser plos y así se conservó memoria de ello (14). Sin embar-
buenos amigos y hasta, en cierto modo, parientes de los go, entre vosotros como entre los demás pueblos, todo
atenienses. Al llegar allí, así lo refiere Solón, fue recibido ha sido dispuesto de nuevo en escritos, así como todo
con grandes honores; por lo demás, pudo comprobar, al cuanto constituye la necesidad de los respectivos Estados.
enterarse de las viejas historias que le relataron los erudi- Y en el transcurso de años cae del cielo un nuevo diluvio
tos sacerdotes que, como todos los griegos, casi nada cual una enfermedad dejando sólo a los ignorantes y a
sabía de todo aquello. los que no han estudiado, de suerte que tenéis que prin-
— Ante todo, y para inducirles a hablar de los tiempos an- cipiar de nuevo y así sois siempre jóvenes y no sabéis
tiguos, empezó a referirles las más viejas historias de nues- nada de lo que en tiempos remotos ocurrió aquí ni hasta
tra tierra, de Foioneo, llamado "el primero" (11), y de lo que tuvo lugar en vuestro propio solar. Y es así como
Niobea, y, después, del diluvio, de Deucalión y Pirra (12), lo que hace poco, ¡Oh Solón!, nos contabas de las gene-
de cómo fueron salvados, así como de sus descendien- raciones que se han sucedido entre vosotros, apenas se
tes; y, al recordar los años que habían transcurrido des- diferencia de un cuento infantil; en primer lugar, sólo
de que todo aquello que refirió, había sucedido, trató de recordáis un diluvio ocurrido en la Tierra a pesar de que
determinar la época en que había ocurrido. Pero uno de antes ocurrieron muchos más; tampoco sabéis que la
los sacerdotes, hombre ya anciano, dijo "¡Oh, Solón, primera y la más bella generación de seres humanos
Solón! Vosotros los helenos seréis siempre niños: no hay vivió en vuestro país, la generación de la cual tú y vuestro
ninguno de vosotros que sea viejo". Estado actual descendéis porque de ella sobrevivió una
— Y cuando aquél lo oyó, exclamó: pequeña estirpe; todo esto ha permanecido oculto para
— ¿Por qué lo dices? vosotros porque los supervivientes vivieron y murieron du-
— Sois jóvenes —replicó aquél— porque vuestra rante largos períodos de tiempo sin dejar nada escrito.
inteligencia sigue siendo joven; pues no poseéis — El estado habitado por los atenienses existía ya, ¡oh
ningún conocimiento antiguo que tenga sus raí- Solón!, antes del gran cataclismo causado por las aguas
ces en una tradición ancestral ni conocimiento (15), tanto por lo que se refiere al ejército como a todo
alguno que haya recibido la patina del tiempo. arte ordenado por sabias leyes. Y hasta te diré que se le
La causa de ello es la siguiente: muchas han sido las atribuyen las acciones más hermosas y la condición más
destrucciones de seres humanos que han ocurrido en dis- notable de todo cuanto existe bajo el cielo y de las cuales
tintas formas como seguramente seguirán ocurriendo en ten gamos noticia.
el porvenir, la mayoría a causa del fuego y del agua, y — Al oír tales palabras, refirió Solón, se había admirado y
las menos de las veces por otras mil causas. Lo que entre había suplicado con toda vehemencia a los sacerdotes
vosotros se cuenta de que una vez Faetón el hijo de Helios que le contaran todo por el orden en que había acaeci-
(el Sol) (13) una vez unció el carro de su padre y, al lan- do, referente a los ciudadanos de antaño. A lo cual con-
zarse a la carrera, no pudo seguir el camino que aquél testó el sacerdote:
acostumbraba a recorrer debido a lo cual abrasó la Tie- — No quiero ocultarte, ¡oh Solón!, y no sólo para darte
rra hasta que fue muerto por un rayo, se cuenta como gusto a ti y a vuestro Estado, sino, sobre todo, para com-
algo que tiene el aspecto de una fábula; pero lo cierto es placer a la diosa que cupo en suerte a vuestro Estado y al
que cuando los astros que se movían por el cielo alrede- nuestro, educándonos y elevándonos, que el vuestro se
dor de la Tierra, se salían de sus órbitas, a causa del constituyó unos mil años antes que el nuestro, después
fuego a que ello daba lugar se producía la destrucción de que las estirpes de Gea y de Hefaisto fuesen recibidas
de todo cuanto se hallaba sobre la Tierra. Como es na- por vosotros mucho antes de que lo fueran por los nues-
tural, quienes vivían en las montañas y en las altas mese- tros.
tas y habitaban parajes donde reinaba la sequía pere- — Para la fecha de esta fundación figura en nuestros libros
cían en mayor número que aquellos que habitaban en sagrados la cifra de nueve mil años. Así pues, de vues-
las márgenes de los ríos y a la orilla del mar. Para noso- tros ciudadanos que vivieron hace nueve mil años, den-
tros el Nilo, como para otras muchas cosas, fue el salva- tro de poco te explicaré las leyes y las más notables haza-
dor, pues nos sacó de este apuro al desbordarse más ñas que realizaron; en cuanto a los detalles más preci-
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sos, trataremos otra vez en forma ordenada y teniendo a — Esta gran potencia trató una vez de someter tanto vuestra
mano los escritos. nación como la nuestra, y cuanto se halla de la parte de
— Por lo que a leyes se refiere podemos imaginárnoslas acá del estrecho, para lo cual emprendió una atrevida
teniendo en cuenta las que aquí rigen, pues mucho de lo expedición guerrera. Fue entonces, ¡oh Solón!, cuando
que estaba entonces en vigor entre vosotros lo hallarás vuestro pueblo hizo patente todo su poder dejando ad-
ahora aquí. En primer lugar, el sacerdocio está separado miradas a las gentes por su valor y por su energía. Pues
de todas las demás profesiones; después sigue la de los excediendo a todos en bravura y en capacidad guerrera,
menestrales que trabajan cada cual para sí sin mezclarse puesto a la cabeza de todos los helenos, aleccionado
con los demás; después sigue la de los pastores, de los por la caída de todos los demás, solo y viéndose en un
cazadores y de los cultivadores de la tierra. Y segura- inmenso peligro, por una parte derrotó al enemigo al-
mente habrás también observado que el estamento de canzando señaladas victorias y por otra impidió que los
los guerreros también está aquí, distanciado de todos los pueblos que aún no se habían sometido, lo fueran. Y a
que las leyes les prescriben que no se ocupen de otra los demás que vivían dentro de las fronteras heráclicas
cosa más que de las cuestiones inherentes a la guerra. les dio, sin envidia, la libertad. Pero más tarde, cuando
Por lo demás es digno de ser notado su armamento, que se produjeron unos inmensos terremotos y unas grandio-
consiste en escudos y lanzas de los cuales nos hemos sas inundaciones, en el transcurso de un solo y aciago
provisto entre los pueblos del Asia después que la diosa día y una sola noche toda la numerosa y aguerrida ge-
(como en vuestro país en primer lugar) los hubo mostra- neración de vuestro pueblo quedo sepultada en tierra y
do. Por lo que hace referencia a inteligencia, desde luego también desapareció la isla Atlántida, hundiéndose en
debes reconocer el estricto cuidado que la ley pone aquí las profundidades del mar. Por esto el mar, en aquellas
en sus fundamentos, ya que toma en consideración todo regiones, no es hoy día navegable, no siendo posible
cuanto se sabe de la ordenación del mundo hasta por que lo atraviesen las naves porque lo impide el lodo que
medio de los augurios y la quiromancia tratando de ha- dejó la isla al hundirse y que alcanza una gran altura".
llar en estas ciencias, que son de naturaleza divina, lo — Y esto que acabas de oír, Sócrates, según nos dice Solón,
más apropiado para el hombre como también se intenta es lo que constituyó en forma abreviada el relato de Cricias
de las demás ciencias que guardan relación con ellas. el Viejo. Pero ayer mismo, cuando nos hablabas del Esta-
Todo este orden, toda esta organización, se debe a la do y de los hombres de que hiciste mención, me ha ma-
diosa desde el momento en que fundó vuestro primitivo ravillado, cuando acudía a mi memoria lo que acabo de
Estado, después de escoger aquel lugar en que también referir, como se me ocurrió admirar como tú, en forma
vosotros habéis nacido, pues comprendió que la combi- verdadera mente asombrosa, estaban en general tan de
nación más apropiada de las estaciones sería allí donde acuerdo con lo que había relatado Solón (20). Pero no
crearía a los hombres más inteligentes. Y como precisa- quise decirlo en seguida, pues en aquel momento no
mente la diosa ama tanto la guerra como la sabiduría, tenía una noción adecuada de la duración del tiempo.
eligió el sitio en que nacerían los hombres que más se Reflexioné que era necesario volverlo a recordar todo y.
asemejarían a ella y, desde un buen principio, fundó con sólo después de madura reflexión, hablar de ello. Y por
ellos un Estado. Y es por esto que vivís en posesión de esto me declaré tan pronto de acuerdo con lo que tu ayer
tales leyes y además os distinguís por una administración nos has propuesto, porque era de opinión de que aque-
sabia y por una perenne actividad que os diferencia de llo que en semejantes casos resulta lo más difícil, o sea
todos los demás mortales cual corresponde a los vásta- convertir en tema de conversación la materia que corres-
gos y a los preferidos de los dioses. Por esto pueden ponde a lo que se requiere, nos resultaría bien. Y así es,
admirarse hechos tan grandiosos de vuestro Estado. Pero como ayer mismo, cuando me iba de aquí, empecé a
sobre todo hay uno que se destaca de los demás por su refrescar mi memoria; y después, cuando me des pedí de
magnitud y su excelencia. vosotros, fui repitiéndomelo todo durante la noche, ha-
— Las crónicas nos informan, en efecto, de cuál fue la gran ciendo cuanto me fue posible para recordarlo. Y, en rea-
potencia que una vez fue vencida por vuestro pueblo cuan- lidad, todo cuanto se afirma es verdadero: lo que de
do, irrumpiendo desde el océano Atlántico, invadió en niño se ha aprendido se recuerda siempre en forma ma-
forma avasalladora los territorios de toda la Europa y el ravillosa. De lo que ayer escuché, en realidad no sé si
Asia. Pues en aquella época lo que hoy es mar, podía ser podría retenerlo todo en la memoria; pero, en verdad
recorrido en carros. Delante del estrecho que hoy día, en que me asombraría si hubiese olvidado nada de cuanto
vuestro idioma, designáis con el nombre de "Columnas oí decir hace tanto tiempo. Cuanto el anciano me refirió
de Hércules" (16), había una isla. Esta isla tenía una ex- fue escuchado entonces por mí con tan infantil placer,
tensión superior a la Libia y al Asia Menor juntas; desde que muy a menudo volvió sobre el tema dirigiéndole
ella, quienes viajaban podían trasladarse pasando so- nuevas preguntas; y así es como ha quedado impreso en
bre las demás islas (17) a la tierra firme (18) que está en mí cual los vivos colores de un inextinguible lienzo. Y
frente y que, en realidad aquel mar bordea (19). Y todo esto mismo que ahora he dicho es lo que me repetí por
lo que se halla dentro del estrecho de que estamos ha- la mañana y es esto precisamente lo que nos ha procu-
blando, aparece como una ensenada con un angosto rado largo tema de conversación.
acceso. — ¡Y ahora estoy dispuesto!, ¡oh Sócrates!, a examinar cuan-
— En esa isla del Atlántico había un reino inmenso y admi- to se ha relatado, no solamente en sus puntos esencia-
rable que no sólo dominaba sobre parte de aquella tie- les, sino en sus detalles. Considerando como reales a los
rra firme; también ejercía su soberanía sobre las tierras ciudadanos y al Estado que ayer nos mostraste como en
interiores de Libia hasta el Egipto y Europa hasta el mar un poema. Vamos, pues, a imaginárnoslo de nuevo cual
Tirreno. si este Estado estuviese aquí y esos ciudadanos, que tra-
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jiste a tu memoria, fuesen aquellos verdaderos antepasa- go, desde un buen principio, pues está relacionado tan-
dos nuestros de los cuales ha hablado el sacerdote. No to con el poder como con la organización estatal de loe
hay duda que concordarán, y no nos apartaremos de lo atenienses de entonces y de sus enemigos, con quienes
verdadero si afirmamos que fueron los mismos que real- estaban en guerra.
mente vivieron en aquella época. Y todos juntos, repar- — Ante todo será preciso hablar de lo que aquí existía (21).
tiéndonos entre nosotros el tema, trataremos de corres- Al principio los dioses se repartieron todo el mundo divi-
ponder con todas las fuerzas a lo que nos has encarga- diéndolo en determinadas comarcas sin que ello diera
do. Trátase, pues, de comprobar, ¡oh Sócrates!, si esta lugar a disputas; pues sería ilógico suponer que los dio-
materia nos corresponde por su significado o si, en vez ses no supiesen lo que correspondía a cada cual o bien
de ella, tenemos que buscar otra". que unos hubiesen tratado de adquirir para sí, mediante
— Sócrates: —Pero "cuál, ¡oh Cricias, podríamos aceptar de una lucha, lo que correspondía a los demás. Más bien
mayor grado en su lugar para servir de ofrendo en el día recibieron bajo el dictado de la justicia las partes que
de hoy a la diosa, que fuera el más apropiado por su deseaban y eligieron esas comarcas para que les sirvie-
relación con ella y que, al propio tuviese la gran ventaja ran de morada; y mientras levantaban sus palacios nos
de no ser un relato imaginado, sino una historia verda- criaban a nosotros los hombres cual hacen los pastores
dera? ¿Cómo y dónde podríamos dar con otro tema de con sus rebaños, como propiedad suya, como criaturas
no hacer uso de éste? ¡Sería imposible! Por fortuna tú que les pertenecían, pero no dominando a los cuerpos
puedes hablar y, por mi parte, en compensación a mis por medio de penas corporales cual los pastores guían a
discursos de ayer, te escucharé en silencio". sus rebaños por medio de los golpes, sino haciéndose
dueños de las almas. Así, las guiaban de acuerdo con
Y Cricias desarrolló entonces una cierta ordenación del su voluntad como al más dócil de los animales, como se
diálogo. Se había decidido que, en primer lugar, hablara guía a una nave desde su parte posterior por medio del
Timayo y que, como entendido en las estrellas y en el estu- timón; y tal como se portaban con nosotros es como guia-
dio de la Naturaleza, empezara con la creación del mundo ban a todas las estirpes de mortales.
sobre la idea de la belleza y de la bondad, terminando con — Procuraban embellecer los lugares que habían recibido
la exposición de la naturaleza humana. Después seguiría (unos éstos, otros aquéllos). Hefaisto y Atenea, que po-
informando Cricias sobre los antepasados de los atenienses seían un carácter común y, pues que procedían del mis-
y sobre sus enemigos. Esta continuación anunciada en el mo padre, una naturaleza parecida, debido a su amor
diálogo de Timayo constituye el segundo diálogo de Cricias. por la verdad y el arte, tenían las mismas aspiraciones y
Empieza con las últimas palabras de Timayo. Hermócrates le ambos recibieron la misma parte, o sea esta tierra favo-
pide a Cricias que invoque a Paion y a las musas y que recida por la Naturaleza, que debía servir de asiento a la
haga ver en su magnificencia a los antiguos moradores de virtud y a la inteligencia; después de establecer como
Atenas. A lo cual contesta Cricias: aborígenes a gentes que se distinguían por su reconoci-
da bravura, inspiraron a su espíritu la ordenación del
— "…Puesto que tú, Hermócrates, nos incitas y animas, no Estado. De esos seres excepcionales nos ha sido dable
podemos hacer otra cosa que proseguir y junto a los conservar los nombres; pero, en cuanto a sus hazañas, a
inmortales, a los cuales te has referido, invocar a otros, causa de la desaparición de aquellos que fueron los des-
especialmente a Mnemosina; pues lo más importante de cendientes de nuestros antepasados y a causa de la in-
nuestro discurso está enteramente relacionado con esta mensidad del tiempo transcurrido, han caído en el olvi-
diosa. Pues si pretendemos recordar lo que oímos y tene- do. Pues la generación que sobrevivió fue, según ya se
mos que comunicar lo que un día fue relatado por los ha dicho, la que habitaba en las cumbres, gentes que no
sacerdotes y lo que se ha dicho de Solón, sé con bastante conocían las ciencias, que sólo sabían los nombres de
seguridad que aquí habremos dado a la publicidad lo los soberanos y muy poca cosa de sus hechos heroicos. Y
conveniente en forma debida. Debemos, pues, empren- así se contentaban con indicar sus nombres a sus des-
der sin titubeos nuestra tarea. cendientes; las obras y las leyes de los antepasados no
— Ante todo recordemos que han transcurrido nueve mil las conocían, a excepción de algunas oscuras tradiciones
años desde que, según se ha dicho, estalló la guerra sobre hechos aislados; todo lo relativo a sus antecesores
entre quienes vivían más allá de las columnas de Hércu- lo tenían descuidado, así como cuanto había acaecido
les y los pueblos que habitaban en el interior. Es algo hacía mucho tiempo, porque, durante muchas genera-
que vale la pena de ser referido en forma completa. Se ciones, carecieron de lo necesario, y tanto ellos como sus
dijo que nuestro Estado dominó sobre unos poniendo fin hijos tenían puestos todos sus sentidos en conseguir cuan-
a la guerra y sobre otros dominaban los reyes de la to les hacía falta; y de ello sí que han dado razón. Pues
Atlántida, de la cual dijimos que hubo un tiempo en que el estudio y la exploración de los antiguos llegó a las
su extensión era mayor que la de Libia y el Asia Menor ciudades sólo después de pasado mucho tiempo, tanto
juntas, pero que ahora, hundida en el mar, a causa de que, por lo menos algunos tenían ya cumplidas sus ne-
un colosal terremoto, el fango impenetrable constituye cesidades, Y así fue cómo los nombres de los antepasa-
un obstáculo para que los navegantes que se arriesgan dos, pero no sus hazañas, se conservaron. Esta afirma-
por aquellos mares puedan cruzarlos. Esta narración, en ción la apoyo en el hecho de que Solón contaba que con
su sucesivo desarrollo, se ocupará de la existencia de de los nombres de Kecrop, Erechteo, Erichtonio, Erisichton y
terminados pasajes en los cuales se ofrece la oportuni- la mayor parte de los demás nombres de los antepasa-
dad de dar a conocer los muchas pueblos bárbaros y dos de Teseo que fueron nombrados, los sacerdotes los
todas las estirpes de la raza helénica que en aquella citaron casi a todos refiriéndose a la guerra que entonces
época existían. Tenemos que tratar de esto y, desde lue- tuvo lugar, y asimismo citaron los nombres de las muje-
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res (dado que en aquella época tanto los hom- pecto y gran elevación y, para los rebaños, aquella tierra
bres como las mujeres se dedicaban al arte de poseía magníficos pastos, de increíble riqueza. Disfruta-
la guerra) (22). Y así fue seguramente, porque siguien- ba asimismo de un extenso sistema de irrigación que
do la costumbre de aquellos tiempos, erigirían en sus Zeus le procuraba todos los años, pues las aguas no se
templos la imagen de una diosa armada, lo cual es una escurrían, como ahora, hacia el mar, dejando resecas
prueba de que todos los seres que se aparean de uno y las tierras, sino que éstas las conservaban, las absorbían
otro sexo pueden, por su naturaleza, ejercer la ocupa- y, rodeadas de lodo, se aprovechaba la tierra de ellas en
ción que más conviene a su común gusto y parecer. su totalidad; y así las aguas infiltradas en las alturas
— En aquella época vivían también en esta tierra las demás formaban fuentes al pie de las montañas y en todas par-
castas de ciudadanos que se ocupaban de oficios ma- tes había agua en abundancia en forma de manantiales
nuales y de la obtención de los alimentos del suelo; la y de ríos de lo cual han quedado aún señales
casta de los guerreros vivía, sin embargo, aparte y, al evidentes para que ahora la verdad pueda ser
principio, separada de la casta sacerdotal; no poseía, proclamada.
ello no obstante, propiedad privada alguna, sino que — En cuanto al resto de la tierra, la Naturaleza le había
todos consideraban que todo era de todos como propie- otorgado semejante calidad y además era cultivada, se-
dad común; tenían por injusto aceptar algo de lo que gún correspondía, por verdaderos campesinos y por quie-
era considerado como formando porte de lo necesario nes, sintiendo un verdadero placer en hacerlo, experi-
para el sustento de los demás ciudadanos y cumplían, mentaban la alegría de lo bello, poseían hermosas pro-
en su totalidad y tantas veces como señalaban sus guar- piedades, las tierras más buenas, agua en abundancia
dianes, los deberes que les eran indica dos el día ante- y, sobre la Tierra, disfrutaban de las más agradables y
rior. Y así es de creer y de considerar como verdadero lo variadas estaciones.
que re ha dicho de nuestro país: en primer lugar que, en — La ciudad, en aquellos tiempos, estaba dispuesta de la
aquel tiempo tenía sus fronteras que llegaban hasta el siguiente manera: ante todo había la ciudad alta, pero
itsmo y en la tierra firme hasta las alturas del Kilhahon y no en la forma en que hoy día está dispuesta. Pues una
Parnes y que estas fronteras, que tenían a su derecha a noche en que descargó una espantosa tormenta (24),
Oropia a su izquierda el Asopos rodeado de mar, desde diluyó la tierra a su alrededor despojándola de ella y, al
allí se desviaban. Y así esta tierra estaba en condiciones mismo tiempo, hubo un terremoto y una enorme inunda-
de alimentar un fuerte ejército con la aportación de los ción (24), la tercera acaecida antes de la destrucción que
habitantes de los alrededores. tuvo lugar en la época de Deucalión. El país se extendía
— Una importante prueba de su eficacia la constituye el en aquel tiempo hasta el Erídano y el Iliso; el Pnyx que-
siguiente hecho: lo que de él ha quedado puede compe- daba englobado en su interior, y frente a éste tenía, como
tir con cualquier país en cuanto a fertilidad, riqueza y a frontera, al Licabeto. También estaba completamente ro-
rendimiento para todo ser viviente. Y entonces no sola- deado de tierra y era bastante llana hasta el linde de las
mente era bello sino también abundante. Pero ¿cómo vertientes superiores. Su parte más extensa, no lejos de
cabe considerar lo de ahora como consecuencia de la las abruptas vertientes, era habitada por los menestrales
plenitud de entonces? En líneas generales existe un cabo y los campesinos que cultivaban las tierras de los alrede-
o promontorio que, desde la restante tierra firme, se dores. En cambio, la parte alta era habitada únicamente
adentra en el mar; las profundidades del mar lo rodean por la casta de los guerreros, que tenían sus viviendas
completamente. Habiendo tenido lugar muchas inunda- alrededor del santuario de Atenea y de Hefaisto, al cual
ciones de gran importancia hace nueve mil años (pues habían rodeado de una muralla como si fuera el jardín
tantos son los años transcurridos desde aquella época de su propia casa (25). En realidad vivían en la parte de
hasta nuestros días), la tierra que desde aquellos tiem- ella que daba al Norte, donde habían levantado casas
pos, y a consecuencia de tales cataclismos, ha descendi- comunales y comedores para el invierno, poseyendo todo
do de las alturas, no ha dado lugar, como en otras par- cuanto un estado en común requiere para albergarlos a
tes, a la formación de un muro o delta importante, sino ellos y a los sacerdotes, con excepción de oro y plata;
que, más bien, se ha hundido en las profundidades del pues de ambos metales no hacían allí uso alguno. Man-
mar. Y así ha sucedido cual suele acontecer en las enfer- teniendo un término medio entre una forma de pensar
medades de larga duración, que lo que ahora queda en demasiado elevada y excesivamente modesta, construían
comparación con lo que antes existía, viene a ser como el sus viviendas con moderación, donde envejecían tanto
esqueleto de un cuerpo enfermo, dado que la tierra, allí ellos como los hijos de sus hijos y que, dado su modo de
donde era buena y blanda, ha ido des apareciendo bajo ser, transmitían siempre a otros de la misma condición.
las aguas, habiendo quedado tan sólo el duro cuerpo La parte que daba al Sur la hacían servir precisamente
de aquel país. para este objeto cuando, en verano, dejaban sus jardi-
— Pero entonces, cuando aún permanecía intacto, tenía tam- nes, sus campos de juego y sus comedores. En el sitio
bién cordilleras formadas por altos picachos (23). Tam- donde se levanta la acrópolis actual había una sencilla
bién poseía llanuras que ahora se llaman las Felicas, de fuente. Después de haberse agotado a causa del terre-
tierras fértiles con mucho bosque en las montañas, de las moto, han quedado tan sólo como recuerdo de ella los
cuales quedan aún evidentes vestigios. Pues aquellas mon- pequeños pantanos que ahora pueden verse a su alre-
tañas no solamente suministraban alimento para las abe- dedor; pero a todos cuantos entonces vivían en aquellas
jas; no hace aún mucho tiempo que aún existían techum- alturas les proporcionaba un rico caudal que poseía un
bres formadas por los troncos de los árboles que allí adecuado equilibrio entre frío y calor. Y así es cómo allí
eran cortados, pues que servían para cubrir largos edifi- vivían en parte como protectores de sus propios conciu-
cios. Había también otros muchos árboles de noble as- dadanos y en parte como guías de los restantes helenos
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cuando por ellos eran solicitados, procurando, en lo las entrañas de la peña dos manantiales, de agua fría
posible, que, en todo tiempo, el número de hombres y uno y caliente el otro, y haciendo que la tierra suminis-
de mujeres aptos para el ejercicio de las armas, perma- trara abundantes y variados alimentos. En cuanto a hi-
neciese el mismo, es decir en unos veinte mil hombres. jos, procreó a cinco pares de mellizos, a quienes
— Tratándose pues, de gente de esta condición que gober- educó, y. dividiendo la isla Atlántida en diez partes, al
naban a su propia tierra y a la Hélade con toda justicia, primogénito del par de mellizos nacido en primer lugar
eran considerados muy favorablemente tanto en toda Eu- le dio el hogar materno y toda la parte que lo rodeaba
ropa como en el Asia Menor, no sólo por su belleza cor- (que era la mejor y la más extensa) y le nombró rey de los
poral sino también por sus variados dones emanados demás, a quienes hizo arcontes; pues a cada uno de
del espíritu, y así eran tenidos como los mejores seres ellos le dio el dominio sobre muchos hombres y sobre
vivientes de aquella época. mucha tierra.
— Pero también las características de sus contra- — También impuso nombres a todos; y así, al mayor, es
rios (cual era su modo de ser y en qué forma se decir, al rey a quien toda la isla y el mar que se llama
habían desarrollado desde el principio) las ex- Atlántida estaban sometidos, le dio el nombre de Atlas,
pondremos ahora a la luz para haceros partíci- del cual se derivan tanto el de la isla, como el del mar,
pes a vosotros, ¡oh amigos nuestros!, si es que como el de sus moradores.
la memoria no nos falla, de aquello que oímos — Al que nació después del primer par de mellizos, el cual
referir en nuestra infancia. recibió la parte de la isla correspondiente a su extremi-
— Pero algo tenemos que advertir someramente antes de dad en dirección a las columnas de Hércules hasta la
empezar nuestro relato a fin de que no os cause extrañe- actual tierra de Gades, que fué llamado así por el nom-
za el oír mencionar vuestros nombres helénicos por los bre de aquel lugar (29), le designé con el nombre del
hombres bárbaros; escuchad, pues, el origen de este helénico Eumelo, que, en el idioma del país, equivalía a
hecho. Solón, al investigar el significado de los nombres decir gaditano; y este nombre es aquél del cual segura-
(pues que pensaba utilizarlos para su poema), descubrió mente se deriva el que ahora lleva. En cuanto al segundo
que los primitivos egipcios, al registrar en sus anales par de mellizos, llamó a uno Anfers y al otro Euaimón; y
aquellos nombres, los habían traducido a su idioma. Y del tercero llamó al más viejo Mneseas y al que nació
precisamente esa traducción obraba en poder de mi abue- después Autochton; del cuarto par, al primogénito Elasipo
lo y ahora aún obra en mi poder, pues los había anota- y al más joven Mester; del quinto, el nacido en primer
do cuidadosamente en mi niñez. Así, pues, de oír pro- lugar recibió el nombre de Azaes y el otro el de Diapapes.
nunciar tales nombres, tal como aun hoy día subsisten, Estos y sus descendientes vivieron allí duran te muchas
no debe esto maravillaros, pues que conocéis cuál es la generaciones y ejercieron su dominio sobre muchas islas
causa. Y de aquel largo relato lo que sigue es sólo el del mar y hasta también, según se dijo antes, sobre quie-
principio. nes habitaban hasta Egipto y sobre el mar Tirreno.
— Así como en la antigüedad se hablaba de la suerte de — De Atlas surgió, pues, una estirpe numerosa y muy con-
los dioses y cómo se habían distribuido entre sí toda la siderada y como es costumbre, el más anciano de la
Tierra dividiéndola en extensiones grandes y pequeñas y familia transfería el dominio al más viejo de sus descen-
cómo habían dispuesto los templos y los sacrificios que a dientes. Así fue como éstos llegaron a reunir en aquel
cada uno de ellos les correspondía, así también referían lugar, a través de muchas generaciones tal cantidad de
que Poseidón (Neptuno) había recibido la isla Atlántida riquezas como jamás se habían visto acumuladas en rei-
(26). Este dios permitió que la descendencia que tuvo con no alguno ni se verían en el porvenir; pues que estaban
una mujer mortal, se estableciera en un lugar de la isla provistos de todo cuanto necesitaban en la ciudad y en el
que ofrecía las siguientes características: era una isla en resto del país. Mucho de ello les era enviado desde el
cuyo centro había una llanura que seguramente era la exterior como tributo al soberano (30); pero la mayor
más hermosa y fértil jamás conocida. En sus proximida- parte de lo que era necesario para el sustento era produ-
des, pero también hacia el centro, a unos 50 estadios de cido por la propia isla; sobre todo por lo que se refiere a
distancia, había una montaña que caía por todos lados metales, los cuales eran extraídos de las entrañas de la
en suaves pendientes. En ella vivió uno de los primeros tierra, ya fueran sólidos o fusibles y entre ellos aquella
hombres de la tierra que había nacido allí (27) llamado especie de metales que ahora sólo re recuerdan por su
Euenor, junto con su esposa Leuquipa; tenían una única nombre, poro que entonces eran más que un simple
hija llamada Cleito. Cuando la doncella estuvo en edad nombre, es decir, al bronce (31) que se encontraba en
de contraer matrimonio, murieron el padre y la madre. muchas partes de la isla y que, después del oro, era lo
Pero Poseidón (Neptuno) se enamoró de ella y la tomó más apreciado por aquellos hombres. Además, produ-
por esposa. Dividió la montaña en que vivía, después de cía cuanto el bosque puede ofrecer para mantener viva la
cercarla alternativamente por medio de fajas circulares actividad de los artesanos, y esto en gran abundancia, a
de mar y de tierra, pequeñas al principio pero cada vez la par que suministraba pródigamente alimentos para
más amplias, de las cuales dos eran de tierra, tres los animales domésticos y a silvestres; y también era abun-
de agua formando círculos alrededor del centro dante la especie de los elefantes (32). Había pues, ali-
de la isla, del cual todas las partes de cada mento para todos los animales, siendo muchos los que
círculo se hallaba equidistante de manera que vivían en pantanos y estanques y lagos y también los que
la isla, situada en su centro, era inaccesible tenían su escondrijo en las montañas y en las llanuras y
para los hombres (28), ya que entonces no se cono- no menos para aquella clase de animales que requerían
cían los barcos ni el arte de navegar. Y era él quien regía mayor cantidad de piensos. Aparte de esto, producía y
en dicha isla central como un dios, haciendo surgir de alimentaba en abundancia todo cuanto con un constitu-
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ye un recreo para el olfato, ya sea en forma de raíces o de arcilla después de dar a ésta una consistencia pastosa
hierbas, ya sea en árboles, en apetitosos zumos, en flo- parecida a la argamasa; mientras las murallas interiores
res y en fruto. Además, producía el fruto blando (33) y el las revestían de estaño y las paredes del propio palacio
fruto seco (34) que nos sirve de alimento y todo cuanto de bronce de resplandor de fuego.
utilizamos para nutrirnos y que empleamos para dar gusto — El palacio real estaba situado dentro de la Acrópolis y
al paladar (a muchos de ellos le damos el nombre de dispuesto en la siguiente forma: en el centro había un
legumbres) y además los frutos que crecen en los árboles templo consagrado a Cleito y a Poseidón, cuya entrada
y dan lugar a bebidas, a alimentos y a aceites olorosos estaba prohibida; una valla de oro rodeaba aquella par-
(35) y además a los frutos difíciles de conservar que se te del edificio en la cual, al principio de los tiempos,
utilizan para nuestro recreo y para hacer grata nuestra había nacido la generación de los diez hijos del rey. Allí,
vida, así como todos aquellos que utilizamos para des- cada año era llevada al sacrificio una ofrenda proceden-
pertar el apetito ya saciado y que nos sirven durante la te de las diez partes de la isla. El templo de Poseidón
sobremesa. Todo esto lo producía en cantidades inmen- tenía una longitud de un estadio, tres pletros de ancho e
sas la isla que entonces se extendía divina, hermosa y igual altura, mientras la propia imagen del dios tenía un
admirable bajo los rayos del sol. Y como aquellas gentes aspecto algo bárbaro (45). Todo el templo estaba revesti-
recibían todos estos dones de la tierra, erigían templos y do de plata, excepto sus cúpulas, que lo estaban de oro.
palacios reales y puertos y dársenas y distribuían la res- En su interior podía admirarse el techo de marfil con ador-
tante tierra de la siguiente manera: sobre los canales en nos de oro, plata y bronce, mientras todo lo demás, las
forma de círculos que rodeaban a la vieja ciudad mater- paredes, las columnas y el suelo lo estaban de bronce.
na construyeron puentes para hacer caminos practica- En su interior se elevaban esculturas de oro; también era
bles que condujeran al castillo real. Y éste lo edificaron de este metal el dios que estaba representado de pie
desde el principio junto a la morada de la diosa (36) y de sobre un carro tirado por seis hipogrifos conducidos por
los antepasados. Uno lo recibía del otro y procuraba él, cuya parte más alta tocaba al techo y, además, cien
mejorar su decoración, sobrepujando en esplendor a su nereidas y delfines a su alrededor; pues tantos creían los
antecesor hasta convertir aquella residencia en algo asom- hombres de aquella época que existían (46). Pero había
broso a causa de su grandiosidad y su belleza. allí muchas otras estatuas, todas ellas ofrendas de los
— Entre otras cosas construyeron un canal desde el mar que ciudadanos. Fuera del templo había esculturas de toda
tenía tres pletros (37) de anchura, cien pies (38) de pro- clase representando tanto a las esposas como a los des-
fundidad y cincuenta estadios (39) de longitud hasta la cendientes de los diez reyes y otras muchas, ofrendas de
muralla exterior, y así hicieron posible la navegación hasta reyes y de ciudadanos, muchos de la misma ciudad y
ella como hasta un puerto que construyeron practicando otras de quienes habitaban fuera de ella y sobre los cua-
una abertura suficiente para el paso de los navíos de les ejercían dominio. Y el propio altar correspondía en
mayor tamaño. Y también atravesaron las murallas entre magnitud y en esplendor al conjunto de la obra. El pala-
los canales circulares en dirección a los puentes, de ma- cio real estaba dispuesto de la misma manera, es decir,
nera que con una triga (carro tirado por tres caballos) tal como correspondía a la riqueza y a la magnificencia
podía irse de una a otra; cubrieron los puentes transver- del templo.
sales de manera que podía circularse por encima de ellos; — Tenían unas fuentes de cuyas aguas calientes y frías, de-
puesto que las murallas eran de suficiente altura. Y el bido a su espléndido caudal y a las magníficas cualida-
canal circular de mayor tamaño dentro del cual podían des que las hacían maravillosas para su utilización, ha-
penetrar las aguas del mar tenía una anchura de tres cían uso una vez abastecidos de ellas los edificios y los
estadios (40) y el que le seguía en dirección al interior campos que los rodeaban y que eran adecuadamente
tenía la misma anchura. Y en cuanto a los dos que se- regados, quedando aún caudal suficiente para llenar los
guían el canal tenía dos estadios (41) y las murallas que depósitos dispuestos en parte a cielo abierto y en parte
los rodeaban eran tan anchas como ellos. En cuanto al en piscinas bajo techo para permitir tomar baños calien-
canal que rodeaba al centro de la isla tenía el ancho de tes en invierno, situando aparte las piscinas reales, así
un estadio (42); en cambio, la isla en la cual se elevaba como las destinadas a los ciudadanos, otras para las
el palacio del rey tenía un diámetro de cinco estadios mujeres y otras para los caballos y demás animales de
(43). Y éste estaba rodeado por ambos lados, además tiro, dando a cada una de ellas la disposición adecuada.
de los canales circulares y del puente de un pletro (44) de — Y el agua sobrante la conducían al jardín de Poseidón,
anchura, por una muralla de piedra cuyas torres y cuyas que a causa de la riqueza del suelo poseía árboles de
puertas estaban situadas en dirección a los puentes que, maravillosa belleza y tamaño, haciéndola fluir por ace-
en diferentes puntos, estaban dispuestos para dirigirse quias que desembocaban en los canales exteriores junto
hacia el mar. Además, edificaron la parte rocosa situada a los puentes.
alrededor de la isla del centro y dispusieron las murallas — Allí había muchos templos dedicados a diferentes dioses,
tanto en la parte interna como en la externa, unas veces así como también jardines y gimnasios, tanto para hom-
de color blanco, otras veces de rojo y otras de negro; y, bres como para caballos. Esto se repetía en cada una de
en su punto de arranque construyeron grandes y espa- las fajas de tierra circulares en forma do isla; entre otros
ciosos astilleros ocultos por los propios acantilados. Y en poseían en el centro de la mayor un gran hipódromo
cuanto a edificios, levantaron unos de un solo color y que tenía la anchura de un estadio (47) y cuya longitud,
otros de variados colores combinando, en forma conve- alrededor de toda la isla circular, estaba reservada a ca-
niente, las diferentes clases de piedras haciendo resaltar rreras de caballos. Alrededor de éstas se hallaban, a
su propio encanto. Todo el perímetro de la muralla que ambos lados, las moradas de los portadores de lanza
se extendía por el canal exterior estaba unido por medio según su número.
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— La guardia, situada en la muralla interior, cerca del pa- — Así es como transportaban la madera de las montañas a
lacio, era escogida entre los más leales; y aquellos que la ciudad, y todo lo demás que producía la tierra según
eran más dignos de con fianza estaban alojados en el el curso de las estaciones. El transporte lo realizaban des-
interior de la fortaleza y tenían sus viviendas erigidas al- pués en vehículos pasando por vías de enlace transversa-
rededor de los correspondientes a los propios reyes; los les entre los canales entre sí y entre éstos y la ciudad.
arsenales estaban llenos de trigas con todos aquellos — Y dos veces por año recogían las cosechas empleando
accesorios que son necesarios para uncirlas. Y en cuanto en invierno el agua del manantial mientras en verano el
al palacio de los reyes, estaba dispuesto de la siguiente agua que necesitaban las tierras fluía por los canales.
manera: una vez cruzados los tres canales exteriores se — El número de hombres aptos para la guerra que vivían
llegaba a una muralla que empezaba en el mar y que se en la llanura era determinado nombrando un jefe para
desarrollaba a una distancia de 50 estadios (48) a contar cada klero (54); el tamaño de cada klero era de diez
desde el canal exterior en forma de círculo y en cuyo veces diez estadios (55); el total de kleros era de sesenta
mismo espacio se hallaba situada la desembocadura del mil; do los situados en las montañas y en el resto del
canal al mar. Este conjunto estaba rodeado de muchas país procedía una muchedumbre inmensa de hombres,
casas densamente habitadas, mientras el embarcadero y pero todos eran distribuidos y puestos bajo el mando de
el gran puerto estaban llenos de navíos y de mercaderes esos jefes según el punto que habitaban y donde resi-
que acudían allí de todas partes y los gritos, el barullo y dían. Estaba además ordenado que el jefe tenía que te-
el estruendo más discorde de la multitud se oían tanto de ner dispuestos para la guerra un carro para la sexta par-
día como de noche. te (o sea en junto diez mil carros), dos caballos y, ade-
— No sólo la ciudad sino cuanto atañe a aquella antigua más, una biga sin asiento que estaba ocupada por un
residencia, tal como han sido descritas, sólo viven ahora guerrero con su escudo dispuesto para la lucha, así como
en el recuerdo. Conviene, además, describir cuál era la un conductor y después dos hombres fuertemente arma-
disposición del resto del país y su distribución. Ante todo dos, dos arqueros, dos echadores de honda y, además,
el conjunto del país parece que era muy elevado, sur- tres hombres ligeramente armados cuya misión consistía
giendo en forma abrupta del mar; y toda la llanura alre- en arrojar piedras y lanzas y cuatro marineros para tripu-
dedor de la ciudad, rodeada de montañas que exten- lar mil doscientos navíos de guerra (56). Así estaba orga-
dían sus laderas hasta aquél. En general, el país era nizado el ejército del reino y los otros nueve lo estaban
llano y de gran extensión, midiendo 3.000 estadios (49) en formas distintas; pero su descripción tornaría dema-
de longitud en una dirección, mientras que en la otra, a siado tiempo.
partir del mar se contaban sólo 2.000 estadios (50). Esta — La organización de los empleados y de los puestos de
parte de la isla estaba abierta en dirección al Sur, hallán- honor del gobierno fue, desde un principio, la siguiente:
dose protegida del viento por la parte Norte. de los diez reyes, cada uno ejercía soberanía sobre la
— Las montañas que la rodeaban eran entonces objeto de parte de territorio que le estaba asignada, tanto en lo
muchos elogios, pues que en cuanto a su disposición, a referente a los hombres como a la mayor parte de las
su tamaño y a su belleza excedían en mucho a cuantas leyes, castigando y condenando a muerte cuando les ve-
en la actualidad existen, porque en ellas habían muchas nía en gana. Sin embargo, el dominio y la relación entre
ciudades densamente pobladas así como también ríos, unos y otros tenía lugar según lo ordenado por Poseidón
lagos y prados que ofrecían abundante pasto a los ani- de acuerdo con el espíritu de las leyes y las inscripciones
males domésticos y, además, extensas selvas que conte- que habían sido grabadas por sus primeros antepasa-
nían una gran variedad de árboles apropiados para tra- dos en una columna de bronce; ésta se levantaba en el
bajos de toda clase. Y las llanuras eran también pródi- centro de la isla, en el templo del dios Neptuno. Allí se
gamente dotadas por la naturaleza, siendo objeto de dirigían cada cinco años y alternativamente cada seis para
solícitos cuidados desde tiempo inmemorial por parte de que pudieran tomar igual parte tanto los números pares
los monarcas. Un largo cuadrilátero, en su mayor parte como los impares de mellizos. Al encontrarse trataban de
dispuesto en graderías, constituía la forma básica y lo los asuntos comunes e indagaban si alguno había co-
que en él faltaba se completaba a medida que se iban metido alguna trasgresión y, de ser así, lo juzgaban. Pero
cavando los canales. Por lo que hace referencia a la pro- cuando querían juzgar empeñaban su palabra en la si-
fundidad anchura y longitud de éstos, los datos que se guiente forma: como que los toros pacían libremente en
poseen hacen parecer imposible que semejantes obras los terrenos donde se elevaba el templo de Poseidón, se
pudiesen ser realizadas por la mano del hombre; pero dirigían a cazar a diez de ellos, después de dirigir sus
tenemos que referir lo que sobre ello hemos oído. Tenían preces al dios pidiéndole que tuvieran acierto en su pro-
una profundidad de un pletro (51), cada uno de ellos pósito de apresar la víctima deseada sin hacer uso de
una anchura de un estadio (52) y como que rodeaban hierro (57) ni de bastones ni de cuerdas; y cuando la
toda la llanura, su longitud era de diez mil estadios (53). habían cogido la conducían a la columna y la sacrifica-
Recibían las aguas de los ríos que bajaban de las mon- ban sobre las inscripciones.
tañas y como se extendían alrededor de la llanura y con- — En la columna, además de las leyes, había sido grabada
finaban por ambos lados con la ciudad, desembocaban una fórmula de juramento que contenía severas maldi-
finalmente en el mar. El país alto estaba surcado por ciones para los contraventores.
canales rectilíneos que, en su mayoría, tenían cien pies — Y, así que, de acuerdo con sus leyes, habían sacrificado,
de anchura y que conducían a la llanura y después se todos los miembros del toro eran llevados corno ofrenda
dirigían a la parte del canal que desembocaba en el al dios; se depositaban en una caldera, derramaban en
mar, cada uno de ellos situado a la distancia de cien ella una gota de sangre y lo demás lo arrojaban al fue-
estadios de los demás. go, limpiando al propio tiempo la columna. Y después
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con cálices de oro escanciando el líquido de la caldera y incapaces de disfrutar dignamente de tanta riqueza y apa-
saltando por encima del fuego juraban emitir juicio e recieron, ante quienes sabían apreciarlo, como viciosos,
imponer las penas de acuerdo con las leyes inscritas en pues precisamente de lo más valioso destruían lo más
la columna, en el caso de que alguno de ellos hubiese bello; pero, en cambio, a quienes eran incapaces de
dejado de cumplirlas durante aquel tiempo y jurando, apreciar una vida realmente dirigida a la verdadera feli-
además, que en el porvenir ninguno de ellos las infringi- cidad, les parecían excelentes y dichosos cuanto más se
ría voluntariamente y ni él ejercería su soberanía ni obe- hallaban poseídos del afán de lucro y de poder.
decería a ningún otro soberano, a no ser de conformi- — Pero el dios de los dioses, Zeus, que rige el mundo según
dad con las leyes del padre. leyes eternas, pues que se daba cuenta de lo que allí
— Después que cada cual había prometido esto, tanto en sucedía y del lamentable estado a que había caído esa
nombre propio como en el de sus descendientes, una vez generación en otro tiempo tan inteligente, decidió some-
realizadas las libaciones de ritual y de haber depositado terla a un duro castigo (59). A tal fin convocó a todos los
los vasos en el altar de Poseidón y de haber participado dioses en la más sublime morada situada en el centro
en el banquete, esperaban a que oscureciese y casi se del universo y desde la cual todo puede contemplarse, y
extinguiese el fuego del sacrificio; entonces se cubrían una vez les tuvo reunidos se expresó de esta manera... "
con vestiduras de color azul oscuro de la más prístina — Y aquí termina el diálogo.
belleza. Sentados en el suelo, en el ardor de la ofrenda
del juramento, hablaban durante la noche después de
haber sido apagadas todas las luces que ardían en el
¿Leyenda o realidad?
templo, discutiendo sobre el derecho cuando uno de ellos Crítica de la investigación realizada sobre La Atlántida
imputaba a otro el haber infringido sus mandatos. Y el
juicio que les merecía lo escribían, cuando amanecía, Algo más de veinte páginas ocupa lo que Platón, hace
sobre una tabla de oro y la exponían junto con sus ropa- unos 2.000 años, nos comunica sobre la Atlántida. Parece
jes como recuerdo. verosímil que este relato le tuvo preocupado durante los últi-
— Había muchos otros juicios que trataban de leyes espe- mos años de su vida. Pero con el paso del tiempo, estas
ciales, tales como las relativas a los deberes de los reyes: veinte páginas se han multiplicado en proporción similar a
lo más importante era, sin embargo, que jamás se ha- como lo hacen las bacterias. Hasta la fecha se han escrito
cían entre sí la guerra, sino que se apoyaban cuando unos 25.000 libros sobre la Atlántida, habiendo sido tradu-
alguien trataba de perjudicar a la estirpe real en alguno cidos a las lenguas de casi todos los países cultos. Si supo-
de los Estados y todos juntos, como sus antepasados, nemos que cada uno de esos libros tiene un promedio de
acordaban entre sí las decisiones tanto sobre la guerra 100 páginas y que su tiraje haya sido de unos 1.000 ejem-
como sobre las demás empresas y sobre el reconocimien- plares, tendremos que han sido impresos unos 2.500 millo-
to de la soberanía superior de la raza atlántida. nes de páginas con opiniones y conjeturas todas ellas basa-
— Ningún rey poseía poder sobre la vida de ninguno de das en el texto original de Platón.
sus parientes, a no ser que la decisión en tal sentido La literatura posterior sobrepasa al original clásico, en
fuese tomada por más de la mitad de los diez. cuanto a volumen, en unos diez millones de veces. ¡Eviden-
— Un poder de tal magnitud y de tal calidad como el que temente ha sido el texto más fructífero de la literatura mun-
entonces ejercía su dominio sobre aquellas tierras lo ha- dial! Un verdadero diluvio de hojas de papel se desató en
bía establecido y se lo había conferido el dios, según forma inconsciente por los filósofos áticos. Y este diluvio ha
parece por el siguiente motivo: durante muchas genera- arrollado y ahogado al escrito original. Muy pocos, entre
ciones de seres humanos mientras la naturaleza del dios quienes se han ocupado del problema de la Atlántida, co-
ejercía sobre ellos su acción directa, fueron obedientes a nocen ni siquiera de nombre, a los dos diálogos de Platón.
las leyes y demostraron un comportamiento amistoso hacia Casi nadie ha leído aquellos textos que contienen una de
sus divinos parientes. Pues que. en verdad, poseían sen- las leyendas más asombrosas de todos los tiempos.
timientos sinceros y cordiales al dar muestras de dulzura A pesar de los 25.000 libros que han sido escritos con el
combinada con reflexión tanto en los momentos adver- deseo de aclarar el misterio de la Atlántida, éste sigue sien-
sos como en las ocasiones contrarias y excepto para la do un problema sin resolver y que, sin embargo, conserva
aptitud no daban importancia a lo demás, soportando todo su primitivo encanto. Su interés no ha disminuido. Des-
con paciencia, como una carga el peso del oro y de los de hace casi 25 siglos sigue apasionando a los poetas y a
demás bienes que se acumulaban sobre ellos, sin sentir- los pensadores.
se impulsados a la orgía a causa de sus riquezas, sino Por desgracia las ciencias exactas se mantienen alejadas
que, con toda clarividencia, reconocían que todo ello de él. Clasifican a la Atlántida en el grupo de las utopías y
prosperaba gracias a la mutua amistad, unida a su ca- toman a mal que personas serias se ocupen de semejante
pacidad y que, en cambio, una fuerte ambición unida a problema. Este punto de vista, no deja de tener fundamen-
una desmesurada apreciación de sí mismos hubiera puesto to. La parte del problema que guarda relación con las cien-
fin a la, amistad y habría dado lugar al derrumbamiento cias naturales ha sido muy descuidada. Y a ello se debe el
de tales virtudes. Gracias a esta manera de pensar y a la que a la investigación sobre la Atlántida, le falte una sólida
continuada acción de la naturaleza divina, todo cuanto base. Ha tenido que apoyarse demasiado sobre leyendas,
hemos ido relatando prosperaba en aquel país. Pero cuan- mitos y relatos sueltos, perdiendo, por lo tanto, una parte de
do la participación del dios fue mermando poco a poco y su crédito.
los reyes se entrecruzaron cada vez más a menudo con Y sin embargo, aunque sólo sea por los venerables ante-
seres mortales (58), la naturaleza humana fue adquirien- cedentes de su antigüedad, bien merece ser tomada en se-
do preponderancia y así empezaron a mostrarse malos, rio.
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Esta tradición, sin disputa la más antigua de todas, es dos. Sólo el Atlántico constituye una excepción. Desde luego
anterior a las épocas del Corán y de la Biblia; casi podría- está ahí; pero falta la tierra que le diera su nombre. Y de
mos decir que confina con los textos originales del budismo. ello no puede deducirse que dicha tierra no existiera. Mu-
La literatura mundial apenas si conoce otro tema de carácter chas son las cosas que permanecen ocultas y que, sin em-
no religioso que, durante tanto tiempo, haya despertado bargo, existen.
tanto interés y haya dado lugar a tantas obras literarias. El Platón no ha dejado sobre el particular, confusión de
diluvio de la literatura sobre la Atlántida, esos 25.000 volú- ninguna clase. Su personaje dice, con toda claridad y preci-
menes que han encontrado millones de compradores y de sión:
lectores, constituye, en realidad, un voto emitido por la vox
populi en favor del tema de la Atlántida. — “…después tuvieron lugar poderosos terremotos e inunda-
Esto puede advertirse por dos razones. ciones y en el transcurso de un día aciago y de una noche
En primer lugar, porque el relato de Platón, desde un terrible se hundió bajo tierra, toda vuestra generación
principio fue ya objeto de grandes controversias. Su propio batalladora y asimismo, se hundió la isla Atlántida en el
discípulo, colega y contradictor Aristóteles, fue su primero y mar...”.
más grande enemigo.
Siempre han sido los círculos de los eruditos, desde los Para los que consideran este problema en forma impar-
logógrafos alejandrinos hasta los positivistas de los siglos cial, esto constituiría una explicación plausible de que no
XIX y XX, de opinión de considerar su contenido como una exista mapa alguno de aquella isla. Pero resulta inadmisible
pura fábula o como un mito, contrario al modo de juzgar para todos aquellos a quienes semejante acontecimiento
las cosas en sus respectivas épocas. Así pues, pueden ser perturba el orden en su modo peculiar y científico de razo-
considerados como sus enemigos. nar. Sea, sin embargo, establecido como premisa que, pre-
Sin embargo, una gran mayoría quedó convencida de la cisamente las ciencias exactas con sus modernos procedi-
realidad de la legendaria isla. Desde luego, el alma del mientos de medición de profundidades y de perfiles subma-
pueblo ejerce una crítica menos rigurosa que la intelectualidad rinos, ha suministrado sin quererlo argumentos de gran peso
de los que dudan. ¿Es que los escépticos, en casos simila- en favor de la existencia de la Atlántida, los cuales no hacen
res, tuvieron siempre razón? Se han reído de los relatos bí- tan inverosímil ese punto, en apariencia, el más espinoso de
blicos de la torre de Babel y de la confianza de Henrry la leyenda de la Atlántida. Los ecos que desde las profundi-
Schliemann en Homero. Pero Schliemann, ha encontrado a dades llegaron al "Meteor" y a los demás buques dedicados
Troya allí donde, según los datos facilitados por él y contra a los sondajes submarinos, son hasta ahora, lo único que,
el parecer de los críticos, debía hallarse, y Koldewey ha des- a través del tiempo y del espacio, nos ha puesto en contacto
cubierto la gigantesca torre y la ha podido reconstruir a pe- directo con la hundida isla de los dioses.
sar de haber sido relegada al reino de la fábula. Quizá ¿Por qué la leyenda sobre la Atlántida, a pesar de las
podría suceder lo mismo con la Atlántida. oposiciones de que ha sido objeto por parte de sus enemi-
El que fuera rechazada por los representantes contempo- gos, y a pesar de todas las discordancias, ha seguido sien-
ráneos de la Ciencia hace 2.500 años, no constituye preci- do el más interesante de todos los temas de origen legenda-
samente una prueba del carácter fabuloso del relato sobre rio? ¿En dónde reside todo el arrollador encanto que se des-
la Atlántida Esta minoría de los que la niegan no representa prende de ese sencillo nombre: la Atlántida?
un gran peso, comparada con la mayoría de quienes están La Atlántida es eterna e indestructible, precisamente por-
en favor de que realmente existió. que hace tiempo que desapareció, y fue completamente des-
El segundo motivo que hace notable el que se mantenga truida. Tiene el atractivo de las viejas melodías. No ha que-
vivo el interés del problema de la Atlántida, es también, de dado de ella nada que sea toscamente perceptible; sólo un
carácter negativo. Casi más desorientador que la unánime indefinible eco. Un eco que penetra, dulcemente, en forma
repulsa por parte de los eruditos, es la discordancia en la irresistible, a través de los siglos que han transcurrido desde
cuestión fundamental, es decir, en la verdadera situación de que tuvo lugar el legendario hundimiento de la isla, desde
la legendaria isla. Desde Spitzberg hasta Ceylán, no parece la desaparición de sus dorados palacios y de su misteriosa
existir en la Tierra rincón alguno donde no se haya supuesto cultura. Quien no tiene los oídos cerrados por un partidismo
la existencia de la verdadera Atlántida, edificando con ello a todo trance, o por un desmesurado escepticismo, percibe
una porción de teorías cada una de ellas defendida con ese lejano eco. Ni el torrente de la literatura aparecida sobre
inusitado calor. Esta diversidad de opiniones y pareceres, la Atlántida, ni las masas de agua que el Atlántico acumula
tendría que desorientar forzosamente al lector si éste no fue- sobre la que le dio el nombre, hundida en sus profundida-
ra previamente advertido. des, pueden extinguirlo.
Bajo el torbellino de ese diluvio de papeles, la Atlántida Dos mil quinientos años nos separan de la Atenas de
queda más hundida que nunca y más oculta que bajo las Platón.
aguas del Océano que le debe su nombre. Lo que le fue relatado a su antepasado Drópides por
Muchas veces se habla, sin pensar en el origen de la Solón, sobre la Atlántida, nos lleva a nueve siglos más atrás.
palabra Atlántico, y de muchos problemas atlánticos de gran En contraposición a los míticos siglos de gobierno de los
actualidad. ¿De dónde sacaron su nombre? En otras partes primitivos emperadores y reyes de la China y de Babilonia o
del mundo las miradas se dirigen de preferencia sobre la a la edad que alcanzaron los patriarcas bíblicos se trata
India y sobre el Océano Indico, que se extiende al Sur; se aquí, como se ha dicho antes, de una cronología exacta,
busca y se da con el Golfo Pérsico, con el Mar Polar junto al susceptible de ser comprobada y que puede ser demostrada.
Septentrión, con el mar Báltico al Este y el Mar del Norte, en Este dato es, por lo menos, tan digno de crédito, como la
la parte boreal de Europa. En todos los casos en que un mar mayor parte de las fechas que se citan para muchos hechos
tomó el nombre de un país, ambos se encuentran enlaza- históricos, y para los prehistóricos. Y sin embargo, aparte
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del diluvio universal, tenido durante tanto tiempo en descré- imposible de ser demostrado de acuerdo con las ciencias
dito, no existe ningún hecho de la misma antigüedad que naturales. Con ella se enfrenta la creencia o más bien la
haya sido conservado en forma de tradición tan persistente y sospecha de que Platón había encontrado fácil el relato de
constante. la Atlántida, para utilizarlo como un adecuado marco, como
Desde muy antiguo, ambos temas, la Atlántida y el dilu- una historia atractiva para servir de apoyo a sus ideas polí-
vio, han sido relacionados entre sí. Aunque no sea cierto, ticas conservadoras, y así hacer que fueran leídas y que cau-
como en un principio se creía con demasiada sencillez, que saran impresión en su auditorio, puesto que, según se razo-
las aguas del embravecido mar, acrecentadas con las del na, hay muchas cosas en el relato que son increíbles y difíci-
diluvio, inundaron la superficie de la legendaria isla, sumer- les de compaginar con los hechos observados en la natura-
giéndola en su seno, es casi seguro que fue la misma catás- leza.
trofe telúrica la que aquí desencadenó el diluvio y allí hun- Esa lucha de opiniones que no ha cesado durante varios
dió a la Atlántida. milenios sobre si la Atlántida es un producto de la leyenda o
Desde que Wooley, a doce metros bajo la arena del de- fue una auténtica realidad, se ha desviado últimamente en
sierto de Mesopotamia, encontró aquella capa de lodo de el sentido de averiguar si el relato debido a la mano de
dos metros y medio de espesor, que demostró en forma evi- Platón es o no verdadero.
dente lo que dice el relato sumerio, sobre el diluvio univer- Es esta una cuestión que entra automáticamente en el
sal, la sonrisa de incredulidad que provoca la existencia real terreno de la investigación sobre el origen de los documen-
del diluvio es menos acentuada. La tierra ha conservado el tos, en la crítica de la historia. Así pues, con esta parte em-
testimonio del diluvio universal, y el fondo del mar lo ha pezará nuestra investigación objetiva del problema en su
conservado también, por lo que se refiere a la Atlántida. totalidad.
La más bella, la más exuberante de todas las islas, el En los dos diálogos de Timayo y Cricias, se contiene todo
hogar más antiguo de la cultura humana y el escenario del cuanto se ha dicho en forma auténtica sobre la Atlántida.
derrumbamiento más cruel, estos tres superlativos son los Nadie pone en duda que ambos proceden de la mano de
que justifican la actualidad inmarcesible del problema, no Platón. Hay buenas razones para atribuir su redacción a los
resuelto todavía, de la Atlántida. Una intuición inequívoca últimos años de su vida, probablemente hacia el año 348
de que todo esto fue verdadero, persiste en nosotros, des- antes de J. C. Es muy probable que la muerte arrebatara de
cendientes de los seres humanos de los territorios afectados manos del anciano el buril cuando, precisamente, quería
por el diluvio universal y se halla su confirmación y una base escribir el discurso pronunciado por Zeus, en el cónclave de
auténtica en el relato de Platón sobre la Atlántida: un relato lo dioses. La forma abrupta con que termina el texto, cuan-
no igualado por ningún otro, breve y, desgraciadamente, do más interesante sería, lo hace su poner. El relato de la
objeto de una alusión incompleta. Atlántida, debió ser quizá el último regalo del filósofo más
De pretender investigar sobre la Atlántida, vamos más grande de Atenas y de Grecia a la posteridad, lo cual cons-
bien en busca de los tesoros arqueológicos de la legendaria tituye un motivo suficiente para concederle todos los hono-
isla. Pretendemos hallar en esa enorme antigüedad, la base res.
hundida de nuestra propia cultura. Pero importantes proble- Pero, también aquí viene bien aquello de: habent sua
mas de la historia, de la geología, de la biología y de la fata libelli. Precisamente ha sucedido todo lo contrario. El
cultura se hallan enlazados en forma inseparable en este disgusto ocasionado a Platón, por el relato de la Atlántida a
problema. Para dar con su solución será preciso meditar causa de la enemistad contra Aristóteles, avivada por este
sobre todos estos temas. motivo, puede haber sido verosímilmente la causa de su
Si fuese descubierta la Atlántida y, rejuvenecida como el muerte repentina.
Ave Fénix surgiera del diluvio del olvido, se iniciaría una Sea o no cierta esta suposición, lo cierto es que existe
nueva época para disciplinas importantes de las ciencias fi- una tradición digna de crédito y susceptible de ser seguida
losóficas. La tarea de volver a encontrar para nosotros la históricamente hasta el año 348 a.C., es decir, durante 2.400
Atlántida constituye el objetivo de la presente obra. Y esta años aproximadamente. Y esa tradición, sólo conduce al
tarea únicamente puede realizarse con medios científicos. preludio histórico. El propio relato tiene su origen en la más
Esperamos que el lector nos acompañará. remota antigüedad, mucho antes de la época de los sumerios
y de Akkad, más allá de las primeras dinastías de Egipto y
hasta antes del principio de nuestra actual época geológica.
Platón contra Aristóteles Platón no escribe su relato en forma personal. En ambos
diálogos el relato se pone en boca del anciano y nonagena-
Aún está por resolver si el contenido del relato de Platón rio Cricias. Pero éste, tampoco es el autor ni el descubridor
sobre la Atlántida, fue una pura fantasía o bien fue reali- de la Atlántida. También él hace referencia a uno aún más
dad. No existe prueba alguna, que nos aclare si la tierra anciano y más respetable que él: a Solón, el sabio legisla-
que dio su nombre al Atlántico, fue una isla que se hundió dor de Atenas; parece ser que éste trazó apuntes escritos
o un continente que, después, cambió de nombre. La creen- para un poema más extenso, los cuales dejó a su amigo
cia apoyada en el sentimiento de unos, se halla enfrentada Drópides, uno de los antepasados de Cricias. Si tales origi-
con la repudiación incondicional y escéptica de otros. nales existieron (cosa que muchos ponen en duda) hoy día
¿Cuáles son los hechos positivos susceptibles de ser con- han desaparecido. Pero aunque fueran hallados, no nos
siderados como verídicos? ayudarían gran cosa. Pues Solón fue sólo un intermediario y
El convencimiento de que la Atlántida existió realmente, no el autor de aquel maravilloso relato, que parece haber
se funda en que estamos en posesión de un texto escrito en oído referir a un anciano escritor del templo de Sais. Y ni tan
forma documentada y digna de crédito, que no contiene siquiera éste, si despertara del sueño de la muerte, podría
nada que se oponga a las leyes de la lógica o que fuera servir de testigo ocular; tendría que apoyarse sobre textos
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mucho más antiguos, sobre textos escritos en caracteres je- tienen que ver con la cultura helénica, no son pruebas de
roglíficos saíticos. En ellos debe haber sido escrita por sus que se trata de algo verdadero, de una tradición que data
antepasados la historia del esplendor y del ocaso de la de tiempos prehistóricos y que nos ha llegado a través de
Atlántida, que existió nueve milenios antes. Y ellos también Egipto? Es evidente que nadie que, sin un criterio preconce-
hacía tiempo que habían desaparecido, cayendo sus nom- bido lea el texto original, podrá sustraerse a la impresión de
bres en el más completo olvido. que, por lo menos Platón ha creído en lo que ha escrito en
Estos textos originales han sido confirmados por otro tes- forma de diálogo. Su convencimiento, por tratarse de un
timonio. hombre honorable y de un espíritu ilustre, pesa más que la
Novecientos años después de Solón, el célebre filósofo opinión negativa de cien cerebros de mentalidad media que
Proclos, que vivió entre los años 412 y 485 después de J. C., están más inclinados a pronunciar un no que un sí, expues-
escribía un extenso comentario sobre el diálogo Timayo de to a eventuales riesgos.
Platón. Y en su escrito decía que 300 años después del viaje La culpa de la aversión con que fue recibido y criticado el
de Solón a Egipto, es decir, hacia el año 260 a.C., un hele- relato de Platón, corresponde de preferencia a Aristóteles.
no llamado Crantor fue a Sais, y allí vió la columna recubierta A él debió Platón que ya en vida se insinuaran dudas
de jeroglíficos, en la cual estaba escrita la historia de la sobre la veracidad de lo que había escrito. Y esas dudas ya
Atlántida; unos escritores se la habían traducido. Y según no se acallaron. El mejor y más agudo dialéctico de aquella
afirmó lo que había oído estaba perfectamente de acuerdo brillante época de espiritualidad helénica esgrimió el mal
con el contenido, por él bien conocido, del relato de la argumento de que Platón había inventado la historia de la
Atlántida de Platón. Atlántida, únicamente para dar un mayor relieve a su propia
Si bien Proclos no consideró a ese Crantor ni su viaje a filosofía política. Este reproche, que está en un pasaje del
Sais como favorables al difunto Platón, su testimonio consti- libro “Sobre el Cielo” (II, 14) (que por esto se hizo célebre),
tuye, sin embargo, un argumento positivo de la veracidad quedó, desde entonces, adherido a Platón, evidentemente
del relato. ¿Es que Proclos se habría inventado la figura de en forma completamente injusta.
Crantor? Desde entonces todos aquellos que prefieren el gran sis-
Proclos no era un cualquiera, sino un ciudadano de temático Aristóteles al más profundo pensador Platón, consi-
Bizancio de noble estirpe, muy apreciado como filósofo y deran que la Atlántida no existió jamás y que fue un mero
como cabeza de la escuela neoplatónica. Su renombre se engendro de la fantasía.
hubiera resentido si, en unión de Platón, se le hubiese podi- Para comprender cuan poderosamente esta falsa idea
do acusar de un fraude. ¿Por qué lo habría puesto en juego influyó sobre los estagiritas a través de los siglos, basta con
en una época en que la disputa sobre la autenticidad del conocer la opinión del célebre C. O. Möller, en la revista
relato sobre la Atlántida hacía tiempo que se había apaci- “Gottinger gelehrten Anzeigen” del año 1838, según la cual
guado? Más bien parecería verosímil que dada su memoria, “la leyenda de la Atlántida es una ampliación de antiguos y
tan prodigiosa que precisamente por esto había adquirido míticos conceptos populares para servir de apoyo a la exposi-
celebridad, el recuerdo de aquel viaje de Crantor a la mara- ción razonada de la política ideal de Platón”. El gran Aristóteles
villosa tierra de Egipto hubiese quedado fijo en él. Dado apenas lo habría formulado en forma distinta y más equivo-
que estudiaba en Alejandría y que sólo después regresó a cada.
Grecia, no era difícil que en uno u otro lugar hubiese llega- Pero su testimonio contra Platón ¿era realmente impar-
do a su conocimiento el relato de semejante viaje. No siendo cial? ¿O es que, en realidad, existían verdaderos motivos
tenido Proclos por embustero ni charlatán, su testimonio, para alterar la objetividad ante la cual se enfrentaba el críti-
según las reglas de la crítica histórica, debe ser considerado co convirtiéndola en una adversa subjetividad?
como el de la autenticidad de la fuente del relato de Platón. Para poder emitir, al cabo de más de 2.000 años, un
Además, ya en tiempos de Crantor la lucha de opiniones juicio acertado sobre la disputa literaria de Platón contra
sobre el valor de este diálogo hacía tiempo que se había Aristóteles, se hace preciso reflexionar sobre cuáles eran las
apaciguado; entonces se discutía sobre otras cosas. Tampo- relaciones humanas existentes entre los dos representantes
co Crantor pudo tener motivo alguno aparente para imagi- más grandes de la filosofía helénica, en tal forma enemista-
nar la historia de la columna de Sais, sólo para desenterrar dos.
de nuevo un diálogo, que había perdido todo su interés. Muy joven aún, a la edad de diecisiete años, Aristóteles
Seguramente la mayor parte de las fechas y de los aconteci- se trasladó Atenas procedente de Estagira, convirtiéndose
mientos tenidos como históricos de igual antigüedad, ape- allí en alumno del célebre Platón, que entonces contaba se-
nas si tienen un mejor fundamento que el testimonio de senta años. Lo cierto es que jamás se llevaron bien. Por su
Proclos, el cual constituye un testimonio oral y visible inne- parte Platón expresó una opinión poco favorable de su alum-
gable. no que, desde un buen principio, le había sido poco simpá-
¿Por qué, pues —deberíamos preguntarnos— el griego, tico. En cambio, según el testimonio de Eliano, de Eusebio y
tan aficionado a la mitología, ha dado motivo a poner en Diógenes Laercio, Aristóteles se había comportado en forma
duda el relato de Platón? inadecuada, más bien con dureza e ingratitud contra su
Nunca se había despertado en forma tan aguda el espí- maestro. Así que se encontraban, no pensaban más que en
ritu crítico, aceptando cosas mucho menos dignas de crédi- separarse.
to, sin tan acerbas protestas, como auténtica moneda. ¿Cómo Esto se comprende ya desde el punto de vista fisiognómico:
ha nacido la sospecha de que Platón hubiese contado una Platón que en realidad se llamaba Aristocles, debía este
fábula en vez de un relato cierto, inventando en forma poé- apodo a su poderosa figura, a su cabeza de león y a su
tica una isla fabulosa? ¿Es que la sencilla nota que precede rostro ancho e imponente. Aristóteles, en cambio, era más
al relato, la ausencia de toda retórica y de adornos litera- bien pequeño; claro que ese raquitismo de su cuerpo lo
rios, la estricta objetividad en la mención de cosas que nada compensó largamente gracias a su ambición y a su arro-
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gancia. Si la vista de Platón despertaba en Aristóteles envi- De ser cierta la acusación, Platón habría hecho un mal
dia y resentimiento, aquél debía sentir aversión hacia la fi- uso del nombre de la persona y de la consideración política
gura corporal de éste. de su pariente, quien, como cabeza directriz de los "treinta
En todo eran completamente distintos. tiranos", había ocupado un lugar preeminente en el escena-
Platón era vástago de una familia distinguida: tanto por rio de la política. Y como en el diálogo Cricias hace referen-
parte de su madre como de su padre, descendía de la estir- cia a Solón, éste era también arrastrado al abuso.
pe real de los Codros. Su temperamento era abierto, quizá Tratándose aquí de la cuestión decisiva de la autentici-
demasiado; un corazón alegre y un espíritu que se elevaba dad o de la falsedad del único documento auténtico que
en alas de la poesía. En muchas de sus cosas era un favorito existe, esta larga polémica entre ambos héroes de la inteli-
de los dioses, enteramente inclinado a la parte soleada de gencia tenía forzosamente que tomar gran des proporciones.
la vida. Aristóteles era, sin duda, una de las mentes más inteli-
Aristóteles, en cambio, era hijo de Saturno. Ya desde gentes de Grecia; la obra portentosa de su vida inspira res-
temprana edad tuvo que sufrir rudos golpes de la suerte. peto. A pesar de la atención que merece el filósofo, el inves-
Después de perder a sus padres pasó privaciones en sus tigador y el pensador, no es posible aprobar su conducta
humildes oficios de soldado y de vendedor de ungüentos, respecto a Platón. Pues aquello de que le acusa está en
antes de ponerse en contacto con Platón. Esta dura juven- contradicción demasiado manifiesta con el modo de ser del
tud, influyó en su vida y en sus aspiraciones. Sólo su inmen- noble y del idealista ático.
sa soberbia le impulsaba hacia adelante. Se entregaba de Llegado al final de una larga vida que le había demos-
lleno al estudio de todo el saber de su época, el cual asimi- trado el valor y la futilidad del poder y de la sabiduría del
laba en forma asombrosa, combinándolo para formar un hombre, el anciano filósofo estaba más cerca del meollo de
sistema digno de admiración; pero era un enemigo de la las cosas, de la verdadera substancia de los mitos y
armonía y, bajo este punto de vista, el reverso de la medalla de las tradiciones, que el inteligente y avisado pensador
del poeta Platón. Lo que le faltaba en cuanto a vena creado- Aristóteles.
ra, lo reemplazaba con su férrea actividad, con una memo- Platón adivinó lo que había de verdadero en el relato de
ria prodigiosa, que jamás le fallaba y con el peligroso don Solón. Y en ello creía. Y por esto, transcribió fielmente lo
de una crítica acerada. Ningún crítico griego parece haber que de él había oído por mediación de Cricias. Se habría
descubierto y haber puesto de relieve en forma tan acusada, avergonzado de desvalorizarlo añadiéndole cosas imaginarias.
las debilidades y los defectos de las posiciones de sus con- Para Aristóteles, el realista, el relato de la Atlántida era
trarios, cual los pequeños y oscuros ojos de Aristóteles. Los uno entre tantos mitos increíbles sin fundamento y. por lo
rasgos burlones y despreciativos de su rostro, de facciones tanto, una acusación que resultaba fácil de esgrimir en un
duras, que ya habían sido puestas de relieve por Eliano, tema de actualidad, motivo para su actuación sin relación
faltan por completo en el rostro abierto, digno y hermoso de alguna en cuanto a valor subjetivo. Si hubiese sido él quien
Platón. No podían imaginarse en inteligencias tan elevadas, escribiera los dos diálogos de Platón, sin ningún inconve-
contrastes fisiognómicos tan acusados. niente ni idea preconcebida habría hecho servir el relato sobre
Y así sucedió lo que tenía que suceder. la Atlántida como fondo retórico para iluminar pensamien-
Del alumno Aristóteles, del “lector”, de la “inteligencia tos propios. Y que, sin más ni más, supusiera la misma
de la escuela de Platón”, como éste, en forma laudatoria le forma de actuar a Platón, que era su antítesis, demuestra su
designaba al principio surgió pronto un oponente que se incapacidad de penetrar en el modo de ser de su contrin-
convirtió en paladín de la oposición intelectual contra Platón cante, lo cual no quiere en modo alguno decir que Platón
e Isócrates, los grandes de la Academia. En sus casi veinte hubiese obrado tal como era de suponer que habría obrado
años de convivencia en Atenas los contrastes se agudizaron en su caso Aristóteles.
a pesar de mantenerse dentro de los límites de la dignidad La situación psicológica habla en contra de la verosimili-
literaria y de una cortesía aparente, según puede apreciarse tud de la acusación aristotélica.
en el conocido pasaje de la “Etica a Nicómaco” (I, 6). ¿Qué es lo que nos dice sobre ello la crítica objetiva? A
A la ruptura abierta parece haber conducido la posición primera vista y considerado el asunto superficialmente, la
adoptada por Aristóteles ante el relato de la Atlántida de suposición aristotélica de que el relato de Platón sobre la
Platón cuando éste se hallaba en plena decadencia, mien- Atlántida era tan sólo un argumento ilustrativo para la pro-
tras aquél, por el contrario, seguía una carrera ascendente. paganda de sus ideas con servadoras sobre la política del
De esta situación psicológica debe haber surgido la palabra estado, no parece desprovista de fundamento.
despechada de Aristóteles, según la cual Platón había escri- Platón era un filósofo del estado y, como hijo de la fami-
to esta fábula de la Atlántida sólo para favorecer sus lia más distinguida de Atenas, un defensor de los principios
anquilosadas ideas políticas, no conteniendo nada que fue- aristocráticos. Pero quien hubiese esperado verlos alabados
se verdad. en ambos diálogos, se hubiera llevado un chasco. Las re-
Semejante imputación debió impresionar tanto más hon- laciones entre ellos y los diez libros sobre la Ciencia política
damente al anciano maestro, pues se trataba de la obra de son mucho más profundas.
su senectud, que había escrito después de largos años de Dejemos hablar sobre esto a una autoridad sobre el asun-
indecisión, como su postrer legado. to aunque ya no figura en el mundo de los vivos, al editor
Pero no era esto todo; la acusación hacía a Platón res- de la obra griego—alemana de los escritos de Platón publi-
ponsable de una grave contravención de las costumbres, de cada en 1853, de quien hemos tomado el siguiente texto.
la asebeia, de la falta de respeto hacia sus antepa- Sobre la tendencia del diálogo de Timayo, dice:
sados. “Como, en realidad, Sócrates, según su propia manifesta-
Platón había puesto su relato en los labios del hermano ción (Timayo, pág. 17CC), en el diálogo sobre el estado que-
de su madre, su tío Cricias el Joven. ría demostrar cómo y cuál era el mejor de los ciudadanos y de
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acuerdo con ello los había clasificado advirtiendo de qué cua- hipotética (¡que la sombra de Platón nos perdone!) que éste
lidades los mejores ciudadanos tenían que estar dotados y se hubiese inventado estas 5 páginas en las cuales habla de
cómo podían adquirir tal condición, así Timayo, en el diálogo aquellos modélicos ciudadanos a fin de citar un ejemplo
del mismo nombre describe a los ciudadanos con tales dispo- deslumbrador; ¿por qué habría inventado también todo el
siciones que hace que puedan llegar a ser los mejores pasan- relato de la Atlántida y lo que constituye el contenido princi-
do revista a la creación del Universo y hasta a la del hombre pal del diálogo de Timayo como fundamento cosmológico
mostrando que la naturaleza del Universo (macrocosmos) tan- de su punto de vista? Las 5 páginas en que son descritos los
to como la del hombre (microcosmos) está constituida según la ciudadanos ideales arcaicos están junto a 15 páginas que
idea de lo bueno y de lo bello (eå (eu) bien, bueno – kalÕj, tratan de la Atlántida y unas 90 de cosmosofía. Para ilustrar
(calos) bello, de donde el nombre de “Caleu”). a los antagonistas de aquellos primitivos atenienses hubiera
Finalmente enseña Cricias que tales ciudadanos, como lo bastado con una sola página. ¿Es que era verosímil que
afirmaba Sócrates, habían sido los atenienses de 9.000 años Platón, que estaba interesado en la filosofía del estado pero
atrás. El Timeo es, pues, al mismo tiempo, el fundamento de ninguna manera en la geografía ante diluviana se imagi-
cosmológico y fisiológico del punto de vista de Platón tan nase un texto sobre la Atlántida quince veces mayor sólo por
como aparece en sus primeros escritos, es decir en la obra el caprichoso gusto de inventar una fábula? Esto es algo
sobre el Estado. Ya que la idea de lo bueno y de lo bello, que completamente inverosímil. Platón no era, en modo alguno,
en otros escritos se representa como el principio más elevado un escritor diletante sino un maestro de la elocuencia y del
de la vida ética y política, aquí, en el terreno de la Naturaleza, arte. Precisamente se había guardado muy bien de dismi-
es ensalzado como lo más alto demostrando que todo está nuir con relatos secundarios el efecto de aquello que le inte-
formado según él y que todo debía asemejársele si se quería resaba poner de relieve. Y, como según dijimos, lo más inte-
alcanzar el grado más elevado de perfección y de felicidad”. resante para la atlantología es precisamente ese relato se-
Y sobre el diálogo de Cricias con él relacionado, el mis- cundario contenido en los dos diálogos, Platón no pudo
mo sabio autor dice: haber tenido motivo alguno de imaginárselo en forma inne-
"El diálogo de ricias está íntimamente enlazado con el diá- cesaria y hasta en perjuicio del efecto del conjunto. Precisa-
logo de Timeo, Pues lo que Cricias promete en él, o sea que, mente lo que se refiere sobre la Atlántida es lo que no se
cuando le toque el turno de hablar, contará con todo detalle habrá inventado.
la historia de aquellos antiguos atenienses y demostrará que Todo lo que tiene un valor objetivo, textual y psicológico
fueron tales como Sócrates el día anterior en el discurso sobre parece secundario y dar la razón a Aristóteles, mientras re-
el estado los había designado, como los mejores ciudadanos, sulta esencial y de la mayor importancia para Platón. Sin
en este diálogo se trata de ponerlo de relieve... " embargo, según ya hemos demostrado, su malévola e injus-
Esto aclara muchas cosas. tificada crítica no ha perdido su eficacia. Es la que determina
En primer lugar que, en conjunto, el terna que se desa- siempre la posición de los eruditos de su tiempo. De ello
rrolla entre el cielo y la tierra, sobre todo en el diálogo de vamos a ocuparnos brevemente.
Timeo, el relato sobre la Atlántida desempeña un papel se- Cuando el egiptólogo hamburgués Dr. Eberhard Otto,
cundario, enteramente intrascendente. Platón, de tener esto hace notar que no existe relato egipcio alguno que nos sea
en cuenta, hubiera sido un mal poeta si para hacer honor a conocido, sobre el tema de la Atlántida, ni este nombre de
esta historia secundaria hubiese sobrecargado el tema prin- la Atlántida se encuentra citado en los escritos de Egipto, no
cipal que es el que le interesaba, con una leyenda que a él constituye esto una verdadera objeción, dado que esta cita
mismo le parecía rara, mezclándola con cosas increíbles. que con tanto sentimiento encuentran a faltar los atlantólogos
Esto sólo constituye ya una prueba contraria a la idea de podía muy bien hallarse en los innumerables textos que no
que Platón hubiese imaginado el tema de la Atlántida para han llegado hasta nosotros como por ejemplo, los jeroglífi-
dar colorido de fondo a su relato. cos de la columna del templo de Sais que Crantor, según el
En segundo lugar, resulta innegable que Cricias cuenta testimonio de Proclos, afirmaba haber visto allí, mucho des-
el relato del viaje de Solón que había oído referir a su abue- pués del tiempo de Solón. ¿No ocultaría acaso el lodo del
lo, sólo para ensalzar a los atenienses prehistóricos y no a Nilo, acumulado sobre las ciudades del Delta, ese inapre-
los habitantes de la Atlántida. Lo que refiere sobre la dispo- ciable documento? ¡Quizá algún día la tierra de Egipto lo
sición de la primitiva acrópolis y sobre la casta de los guerre- devolverá a la luz! De encontrar testimonios egipcios se ten-
ros hubiese sido suficiente como ejemplo ilustrativo sin que dría una prueba indubitable del valor histórico de la tradi-
fuese necesario citar detalles sobre la isla de la Atlántida, ción sobre la Atlántida; pero que falten, no nos demuestra
sobre su situación, su naturaleza, sus moradores, sobre el en modo alguno lo contrario.
imperio marítimo centralizado en ella y sobre su terrible des- Siguiendo el pensamiento de Aristóteles, el erudito de
trucción. Precisamente lo que a nosotros los atlantólogos Kiel en filosofía clásica, profesor Dr. Hans Diller, expuso su
nos interesa, para Sócrates y su cónclave eran cosas secun- pensamiento de que el relato sobre la Atlántida se halla
darias; para demostrar la habilidad guerrera de sus antepa- precisamente en el lugar de los diálogos de Platón, donde
sados hubiese bastado una mención corta de algún reino existiría un mito "como una imagen que corresponde al postu-
contemporáneo situado en un lugar cualquiera. ¿Por qué se lado del pensamiento de Platón". Si esta opinión está o no
habría inventado Platón todo aquello que se apartaba del justificada, el propio lector, teniendo a mano el texto origi-
tema principal? Si analizamos todo esto en forma cuantitati- nal, podrá decidirlo.
va llegamos a contar (en la edición que tenemos a la vista) Después de que Cricias en el diálogo de Timayo ha rela-
92 páginas del texto griego de Timayo y 18 páginas del tado su "historia ciertamente muy singular, pero verdadera",
texto de Cricias; de ellas tratan 2 páginas en Timayo y 3 en que describe la lucha entre los pueblos situados a uno y otro
Cricias de aquellos antepasados atenienses de la casta de lado de las columnas de Hércules, dirige a Sócrates la si-
los guerreros y de su modo de vivir. Aceptamos en forma guiente pregunta:
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— "Preciso es probar. ¡oh Sócrates! si esta materia por su sen- tes del hundimiento de la isla Atlántida. Su parte más orien-
tido, nos corresponde o si, en vez de ella, tenemos que tal confina con el Sur de Europa; a occidente hay algunas
buscar otra." islas y detrás de ellas una tierra firme, que el mar rodea por
Y a esto contesta Sócrates con unas palabras cuya grave- completo. Si esta descripción es apócrifa lo cierto es que, a
dad puede advertir el propio lector: grandes rasgos, nos da una imagen real y verdadera del
— “Pero ¿cuál, oh Cricias, podríamos encontrar en su lugar mapa del Atlántico occidental; la región tan pródiga en islas
que mejor se adaptara como ofrenda de este día a la Diosa de Norte América formada por el gran arco de las Bermudas,
de la simpatía y, al propio tiempo tuviese la venta ja de no Bahamas y las Antillas y, detrás de esta barrera de islas, la
ser un míto poético, sino una verdadera historia?” inmensidad de la tierra firme. ¿Por qué habría inventado
El que quisiese afirmar que, sin embargo, se trataba de Platón ese fondo, tan lleno de colorido en apoyo de sus
un mito inculparía a Platón de una burda y premeditada ideas políticas?
mentira. No podemos creer que, precisamente un especialis- ¿Por qué inventar más islas, además de la legendaria, y
ta de la historia de la filosofía griega pudiese tener una por qué detrás de estas la tierra firme? ¿Es que semejantes
opinión tan miserable del filósofo más pro fundo y más sa- detalles podían contribuir a hacer más atractiva una consti-
bio de Grecia. tución de carácter conservador para la antigua Atenas? Ni
Cuando finalmente R. Weyl (en una publicación dirigida la autoridad de un Aristóteles podrá hacernos creer seme-
contra la hipótesis de la Atlántida de Jürgen Spanuth), afir- jante cosa.
ma que el gran conflicto entre la primitiva Atenas y la Pero, no es esto todo. Lo más raro, lo más emocionante
Atlántida, no fue más que una invención paralela a la gue- de este detalle, no consiste precisamente en que una deter-
rra de los persas, proyectada sobre la remota antigüedad y minada topografía con tenga un mar imaginario, sino una
situada en el frente opuesto, también acusa a Platón de una descripción enteramente verídica y real. De tratarse de una
mentira premeditada. Falta la demostración de esa opinión descripción puramente ilusoria, podrían elegirse una por-
gratuita tanto en él como en su contrario Jürgen Spanuth, ción de variantes. ¿A qué se debería que Platón hubiese
que relaciona el mismo conflicto con la irrupción de los "pue- elegido precisamente aquella que corresponde más estricta-
blos marítimos del Norte" en el Mediterráneo Oriental. Hasta mente a la realidad? Ningún censor serio podría inclinarse
cuando eruditos de fama reconocida en sus especialidades a creer que tal cosa haya sucedido por pura casualidad.
dan expresión a opiniones semejantes, se trata de opinio- Precisamente aquello no hubiera podido imaginárselo Platón
nes, pero no de pruebas. Si tienen razón, depende ante aunque lo hubiese intentado. Y lo mismo se aplica a Cricias
todo, de la forma de apreciar el amor que Platón sentía o a Solón. Ninguno de ellos pudo haber imaginado tal cosa
hacia la verdad. Si leemos el texto encontraremos que for- del reino de la fábula. Y es que, en realidad, todos ellos
mula repetidas excusas sobre sus rarezas. Inverosimilitud del fueron transmisores, no creadores, de la tradición de la
relato, pero siempre afirmaciones de que se trata de un rela- Atlántida. Platón oyó lo que sabía de Cricias el Joven, éste
to verídico y no do un producto de la imaginación. Los par- de su abuelo, Cricias el Viejo que, según la opinión de
ticipantes en el coloquio "quieren ser fieles y verídicos a la Drópides, figuraba en las descripciones de los viajes de Solón.
diosa en su fiesta y ensalzarla como en un canto de alaban- Y Solón ha referido las cosas asombrosas que en Egipto le
za". han contado, nada que él pudiera imaginarse. Hasta aquí
Esto, en lenguaje moderno equivale a un juramento; pues llegan las fuentes de la crítica.
que Bendis—Artemisa, la diosa del creciente lunar, según ¿Es lo mismo valedero por lo que se refiere al relato con-
creían los helenos, castigaba a los criminales que se atre- siderado como fabuloso, sobre la primitiva Atenas?
vían a celebrar su fiesta con un canto de alabanza que estu- Será preciso examinar esta parte del texto con un espíritu
viese manchado con una mentira. ¿Cómo pues, se hubiese crítico muy agudo. Como es natural, nadie creerá que aque-
atrevido Platón a referirse a la divinidad para hacerla testigo lla ancestral población, asentada sobre la escarpada colina
de la veracidad de su relato, si éste hubiese sido falso? Si que después tenía que contener la Acrópolis de la clásica
ello hubiese resultado quizá, fácil para un pequeño Atenas hubiese sido habitada por los verdaderos antepasa-
escritorzuelo, el mentir con semejantes aseveraciones, no dos de Solón, de Platón y de Pendes. No es posible imputar
puede suponérsele a Platón. ni a Platón, ni a sus informa dores si, hijos de su tiempo, se
No; Platón, según se desprende de todo ello, ha desem- imaginaban que ellos, es decir, los helenos, habían sido los
peñado su papel de transmisor en forma tan objetiva como primeros habitantes de la Hélade. Si se equivocaron no fue
le fue posible. Esta impresión positiva es reforzada si se exa- ello debido a la autenticidad de las fuentes de la tradición.
minan por separado las diferentes partes del texto tratando Por lo demás, su error hubiese dado poco motivo al repro-
de averiguar si Platón, en caso de que tal hubiese sido su che de los modernos investigadores. Pues aquéllos, que an-
voluntad, habría podido imaginar todo aquello que consti- tiguamente se equivocaron, pensaban exactamente como los
tuye el relato de Solón. modernos en forma "actualística", es decir, partían de la opi-
Un párrafo muy importante del texto da una inequívoca nión, por lo general acertada, ocasional, pero también erró-
contestación sobre pregunta tan decisiva. Dice así: nea, de que todo había estado allí y que había existido en
— “… situada ante el estrecho que aún hoy día se designa la antigüedad de manera que aún hoy actúan causas anti-
con el nombre de "Columnas de Hércules", había una isla guas que la sostienen. ¿Quién es capaz de arrojar la prime-
más extensa que el Asia Menor y la Libia juntas y desde ella ra piedra por lo que se refiere a los supuestos primitivos
podía fácilmente trasladarse a otras islas y a través de helenos?
estas islas, a la tierra firme que se extendía enfrente y que Para demostrar la veracidad de las fuentes de esta parte
circunda aquel mar tan cálido... “ del relato de Platón que, por lo demás, resulta de importan-
¿Qué es lo que nos muestra este párrafo? Nos ofrece una cia secundaria para la atlantólogos podemos esgrimir un
imagen verídica de la parte occidental del mar Atlántico an- argumento de peso.
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Contiene, en efecto, dos datos que Platón no habría po- sostenidos por pilares... Y así es como se ha venido en co-
dido adivinar, como tampoco pudo imaginarse el corto rela- nocimiento de que los pueblos dedicados a la caza, que
to de la Atlántida, al tratar de la parte occidental de dicha isla. hace varios milenios habitaban la parte oriental de Europa,
Si consideramos su fecha (9.000 años antes del viaje rea- desde el sur de Rusia hasta el Austria, ya construían espa-
lizado a Egipto por Solón), la Atlántida habría florecido al ciosas obras en madera. Estos edificios alcanzaban una lon-
final del cuaternario, es decir, en una época en que podero- gitud de unos 40 metros y estaban divididos en varios apo-
sas masas de agua se habían con vertido en densas capas sentos, en los cuales se han encontrado huellas de los ho-
de hielo que cubrían la tierra y en que el nivel del mar esta- gares. Seguramente cada una de estas “casas largas” alber-
ba unos 90 metros más abajo que en la actualidad. gaba a una gran familia o tribu, que estaba constituida por
Como es lógico, Platón no podía saber absolutamente numerosas familias viviendo bajo un mismo techo. La situa-
nada de ese hundimiento "eustático". Mucho más importante ción general de las casas hace pensar que su constructor
es, que el relato contenga el dato de que la actual Ática, no había utilizado ya fuertes y afiladas hachas de piedra. Sólo
fuera más que un residuo de lo que entonces había sido, así podrían trabajar la madera en forma adecuada. Tales
que había contenido cadenas de montañas y altas colinas y herramientas no habían sido seguramente inventadas por
fértiles valles. esos pueblos de la antigüedad dedicados a la caza. Tam-
Si contemplamos el mapa de la figura 3, encontraremos bién se supuso que se trataría de nómades sin hogar, pero
la explicación y la prueba de que hasta aquello que "se refe- luego se demostró que eran pueblos sedentarios. Sus casas
ría a nuestra tierra era verdadero y digno de crédito"; en él comunales permiten deducir que conocían una especie de
vemos la línea actual de la costa y la que presentaba en la ordenación social. Sólo dentro del marco de una ordena-
época del cuaternario; su desarrollo demuestra que el Ática ción semejante podía desarrollarse la técnica de que habían
actual constituye realmente "tomada en conjunto, como un disfrutado...”
monte avanzado que se introduce en el mar arrancando de la “Estos sorprendentes hallazgos nos demuestran de nue-
restante tierra firme"; entonces era, especialmente en compa- vo, que no tenemos que imaginarnos la vida del hombre
ración con la posterior Atenas, más ancha y unida a Eubea prehistórico, tan primitiva como la suponemos o como se
y al Peloponeso, por medio de istmos. suponía en la antigüedad...”
Y, gracias al hundimiento eustático del nivel de los ma- ¿No recuerda acaso este panorama, reconstruido sobre
res, las montañas resultaban entonces ser unos 100 metros la base de indudables hallazgos, en forma asombrosa, con
más altas que hoy día, de suerte que la colina en la cual aquello que en el relato de Platón se dice sobre la clase de
está asentada la Acrópolis, que hoy alcanza 156 metros so- vida de los ancestrales atenienses?
bre el nivel del mar, entonces llegaba a 250 metros y, por lo La casta de los guerreros que vivía en la colina que aho-
tanto, no sólo parecía, sino que era mucho más alta. Las ra contiene las ruinas de la Acrópolis clásica, se albergaba
zonas llanas, que actualmente se han convertido en el fondo en casas comunales exactamente lo mismo que sus contem-
del mar, eran entonces aquellas llanuras tan fértiles de cuya poráneos situados más hacia el Norte; tampoco, hasta épo-
existencia nos da cuenta Platón, a pesar de que él no las vio ca muy reciente, se creía en éstos. Y así es como tenemos
ni pudo adivinar por casualidad su existencia. que admitir la verosimilitud de esos ancestrales atenienses
Con ello queda demostrada la autenticidad hasta de que eran considerados como mero producto de la fantasía.
aquella parte del relato de Platón en que se habla del terri- Los cazadores del Aurignac tenían, según pudimos apre-
torio que habitaban los que, erróneamente, pero de forma ciar, una ordenación social firme. También los antiguos
perdonable eran considerados como los primitivos atenienses atenienses estaban distribuidos en las cuatro castas
siendo, en realidad, los habitantes del final del pleistoceno, ancestrales: sacerdotes, guerreros, artesanos y agri-
de lo que más tarde fue la tierra del Ática. cultores.
¿Es que era dable atribuirles un nivel de cultura que co- Los guerreros y los sacerdotes vivían juntos en la colina
rresponda aproximadamente al que Platón nos describe? que dominaba la ciudad, en casas de madera sencillas y
No hay que perder de vista que su relato no nos habla espaciosas, sin lujo, cerca de templos igualmente sencillos
de un grado de cultura igualmente elevado casi ya en vías de las divinidades que veneraban. Es muy probable que los
de degeneración, como la que había sido alcanzada en la catios, los queruscos y los válanos de Nahar vivieran tam-
contemporánea Atlántida. Describe una cultura que, com- bién así en la época de sus guerras con los romanos; de los
parada con aquélla, resulta bucólica y provinciana. Las escitas primitivos Herodoto dice lo mismo.
moradas de los guardianes de la fortaleza, descritos con Un pueblo que construye casas de gran longitud, es se-
más detalle, estaban construidas de madera y de lodo, las dentario; ser sedentario significa cultivar huertos y campos;
vallas de empalizadas o formadas por piedras ciclópeas. de ellos se desarrolla, gracias a la primitiva división del tra-
Esto no contradice sino que, más bien, corresponde exacta- bajo, una casta de cultivadores. Los campesinos no viven en
mente a las más recientes apreciaciones que se tienen de los las colinas sino junto al lugar donde realizan su trabajo o
hombres de Aurignac, que vivían en la misma época. Estos sea en los valles, tal como Platón cuenta de los primitivos
aprendieron ya a construir casas de madera de gran tama- atenienses.
ño, de lo cual nos informa Gert von Natzmer, en su intere- La construcción de grandes casas de madera exige una
sante libro "Las culturas de la antigüedad" (Safari, 1955). artesanía bastante adelantada. Campesinos y artesanos, pues
“Los postes de madera podridos dejan en el suelo resi- se complementan entre sí, no pueden separarse. Y con ello
duos de putrefacción; son casi indestructibles... Así ha sido está también de acuerdo lo que Platón nos cuenta de sus
posible comprobar la existencia de casas de madera que antepasados atenienses, que vivían en la "ciudad baja" y
hace muchos milenios quedaron con vertidas en polvo. Por también en grandes casas cual las que han sido reconstrui-
la disposición de los agujeros de los postes puede apreciar- das como consecuencia de los hallazgos correspondientes a
se la forma de construcción y hasta la situación de los techos la época glacial realizados en el Sur de Europa.
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Pero aun hay otro detalle que reclama nuestra atención. de lluvia torrencial, con terremotos e inmensas inundacio-
Esas grandes casas que servían de vivienda a familias nume- nes, en el pasado. Nada apreciable nos ha quedado de
rosas son, según es sabido, señales inequívocas de una for- todo ello; todo, hasta la fructífera tierra de la colina ha sido
ma de vida matriarcal. A ella corresponde el culto a una arrasado y desde entonces ha desaparecido. Hasta los mu-
diosa. ros ciclópeos que se extendían alrededor del santuario y las
Estos cuadros culturales arcaicos son conocidos desde la casas—fortalezas fueron arrastrados por las aguas, quedando
antigua época glacial: la Venus de Brassempuy, la Venus de destruidos. No podían en modo alguno (si seguimos el texto
Willendorf, para citar tan sólo a dos. Y Platón informa, de de Platón sin alterarlo a sabiendas) ser identificados con
acuerdo con esto, que ya aquellos antiguos atenienses ado- aquella muralla pelásgica, construida mucho tiempo des-
raban una diosa en la figura de una "imagen sostenien- pués, según afirma erróneamente Jürgen Spanuth.
do armas". Pero, otro problema se presenta a nuestra consideración:
En su templo más elevado había —así dice Platón— la aquella terrible noche en que terremoto y diluvio arrasaron
imagen de aquella ancestral Atenea y de la antigua Efaisto, la primitiva Acrópolis ¿fue quizá idéntica a aquella que oca-
una junto a otra. En ello puede hallarse una alusión a un sionó el hundimiento de la Atlántida? ¿Fueron aquellas enor-
posterior estado amazónico de la ginecocracia. mes masas de agua que se vertieron sobre la antigua Ática,
J. J. Bachoffen, el gran erudito suizo, ha escrito algo más parte del diluvio que, según indican las leyendas de innu-
extenso sobre el particular. Con esta alusión se confirma la merables pueblos, destruyeron gran parte de la superficie de
comunicación, quizá enteramente extraña a ella, de Platón, la Tierra? Con esto penetramos en un tema que, más tarde,
de que en su Atenas primitiva la profesión de los guerreros nos ocupará en un ulterior estudio relacionado con nuestras
"había sido propia tanto de las mujeres como de los investigaciones.
hombres". Y no otra cosa era entre los pueblos de los caza- Con esto ha quedado terminada nuestra investigación
dores y de los campesinos del tipo de Aurignac. De ello se sobre la parte del texto relativa a la antigua Atenas, que
desprende, además, que en las casas comunales que se había sido objeto de reparos. Enfrente de las opiniones sub-
levantaban en lo alto de la colina no sólo vivían hombres jetivas que, desde el tiempo de Aristóteles han sido formula-
armados, sino también mujeres armadas, es decir, verdade- das por muchos eruditos, hemos aportado muchas razones
ras familias de guerreros formando tribus exactamente lo que demuestran que esa parte del relato de Platón contiene
mismo que se considera cierto, para los habitantes de las una porción de detalles importantes y comprobables que él
grandes casas del aurignáceo. no pudo haber inventado, ni pudo haber acertado por pura
Si se va juntando piedra sobre piedra, se va formando casualidad. Así queda de mostrada la autenticidad de las
un cuadro de aquellos lejanos tiempos que, en forma asom- fuentes que le sirvieron de información. Lo que Platón afirma
brosa, concuerda con la descripción que Platón nos transmi- repetidas veces es algo perfectamente concordante ha escrito
te de los primitivos atenienses. Eran, como sus contemporá- fielmente la verdad.
neos los cazadores "escitas" de Aurignac, gentes de una civi- Especialmente nos complacen a nosotros los atlantólogos,
lización campesina muy semejante; pero estaban a un nivel los nuevos y valiosos descubrimientos realizados en el espa-
ético muy elevado y tienen perfecto derecho a la denomina- cio de la Europa oriental que arrojan una luz completamen-
ción de pueblo culto te nueva sobre el grado de cultura a partir de la edad de
No hace mucho tiempo que las tribus germánicas, con piedra. Una mejor justificación, aunque tardía, de aquello
las cuales los romanos, más civilizados, hacían sus guerras, que precisamente mencionó Platón sobre los primitivos
eran considerados como constituidas por individuos bárba- atenienses (y en consecuencia sobre la parte central de la
ros, semisalvajes, cubiertos de pieles, sólo porque, empleando filosofía política de sus dos diálogos), no es posible conce-
principalmente la madera para sus obras culturales, no ha- birla. Esto resulta de extraordinaria importancia para poder
bían dejado ninguna huella arqueológica. Sobre este punto juzgar de la verosimilitud de toda la tradición. Ya que desde
ha sido necesario rectificar nuestros conocimientos. También Aristóteles se le ha imputado a Platón que la había inventa-
en lo tocante a los hombres del Aurignac fue necesaria una do para así favorecer su filosofía sobre el Estado. Para ello
rectificación parecida. No se precisa de mucha fantasía para su fantasía poética habría imaginado aquellos fabulosos
profetizar una rectificación similar por lo que hace referencia atenienses prehistóricos como los objetos más apropiados
a los ancestrales atenieneses de Platón. En realidad, es para su demostración. Esto es algo que se ha afirmado re-
toda la llamada edad de piedra la que debe ser petidas veces y, sin embargo, es asombroso que precisa-
considerada bajo un aspecto muy distinto. Con ra- mente lo contrario fuese lo verdadero.
zón dice Gert von Natzrner: Si consideramos que lo que Platón nos cuenta sobre los
“El calificativo de "hombre de la edad de piedra", de ser primitivos atenienses está de acuerdo con el resultado de las
tomado al pie de la letra, no ofrece ningún sólido conteni- investigaciones arqueológicas, sería absurdo que mantuvié-
do. No quiere decir en modo alguno que e hombre hubiese semos nuestras dudas sobre la veracidad de la parte de su
sido un ser primitivo. Hasta los habitantes de la Europa sep- texto que hace referencia a la Atlántida. También en este
tentrional y central vivieron dos milenios antes del principio caso tendremos que rectificar nuestras ideas. Platón ha transmi-
de la era cristiana en la edad de piedra. Lo mismo en líneas tido la verdad. Solón ha traído de Egipto datos auténticos.
generales es valedero para los pueblos de las culturas indias Pero ¿es que Solón estuvo realmente en Egipto?
de la América del Centro y del Sur, en tiempos de la con- Sobre sus viajes sabemos algo gracias a la biografía que
quista española. El material empleado por un pueblo de la de Solón escribió Plutarco. Su viaje duró diez años, desde el
antigüedad no da por sí mismo medida alguna que pueda 571 al 561 antes de 1. C. Primero se dirigió a Egipto, a Sais
servir para apreciar el grado de desarrollo de su cultura....” y a Heliópolis; de allí fue de donde trajo la narración sobré
De todas formas, aquella prehistórica cultura ática (tam- la Atlántida. Después visitó al rey Filokipros de Chipre; esta
bién lo dice Platón), se hundió en una sola noche espantosa visita viene demostrada por el hecho de que la ciudad chi-
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priota Aepeia fué designada por él, Saloi. Desde allí se tras- sobre si relato concerniente a la Atlántida, empezado pero
ladó a Croisos, a Sardes en Lidia y, en el año 561, regresó no terminado, se extravió.
a Atenas. Y ya al año siguiente fue suplantado por Pisistrato. 5. Hermócrates, hijo de Hermón, natural de Siracusa, cé-
En el ocio involuntario de los dos últimos años de su vida lebre como guerrero según Jenofonte alumno de Sócrates,
(murió a los 80 años, en 559) parece haber escrito las me- también figura histórica y no imaginada ad—hoc por
morias de su viaje quizá como base de un poema más ex- Platón.
tenso. El texto en que se apoya Cricias debe, pues, atribuirse 6. Cricias el Viejo, hijo de Drópides.
al año 560, antes de J. C. Entonces es cuando empieza la 7. Precisamente el relato de la Atlántida; compárese la noti-
tradición helénica de la Atlántida merecedora de crédito his- cia sobre el mismo.
tórico. Está mejor documentada que otros muchos hechos 8. El rey Amasis (Amasis Iº, de la 26ª dinastía, 569—525,
reconocidos por la investigación histórica oficial. Pero ha momento en que Egipto está bajo dominación Asiria) era
suscitado muchas controversias. contemporáneo de Cricias el Viejo; conocido como ami-
Esto parece haber dado el impulso, pues si bien Platón go de los griegos, dado que, principalmente en este tiem-
no podía inventar todo cuanto escribió y si bien no hubiese po, se estableció un activo contacto entre Egipto y Grecia.
correspondido a su modo de ser el imaginarse todo aquello 9. Neith, en tiempos primitivos la diosa principal de Libia y
desde la época de los logogrifos, el mundo de los eruditos del Bajo Egipto; su emblema: un escudo con la imagen
ha sido contrario a Platón. El relato de la Atlántida de dos flechas cruzadas valedero hasta el predinástico;
tuvo la desgracia de estar siempre en contra de las nombre al parecer indogermánico equivalente a “Necht”
hipótesis dominantes, entonces en moda. (noche, nykt). Su figura y su culto son típicos de un primi-
tivo matriarcado; lo mismo resulta valedero para Atenea.
10. Atenea, figura y nombre emparentados con el germá-
Notas relativas a los Diálogos de Platón nico Idhun como también a Odín, Aidoneus, Adonis,
hebreo Adonai, etcétera. Diosa primitiva matriarcal y, por
1. Timayo de Locris, en la italia Meridional, de la escuela esto, parecida a la Neith líbica; diosa del Estado de Ate-
pitagórica, naturalista y observador de las estrellas, ex- nas; el mito según el cual Atenea como diosa del Estado
pone en la segunda parte del diálogo que lleva su nom- vence a Poseidón podría muy bien ser un recuerdo de la
bre —no reproducido aquí— las ideas fundamentales de lucha entre los primitivos habitantes del Ática y los Atlantes
la cosmogonía pitagórica. Como partidario de Sócrates, (de Poseidón).
era una figura histórica, no imaginada ad—hoc por 11. Foroneo fue, según Agesilao, el primer hombre, es de-
Platón. cir el Adán de los griegos. En tiempo posterior Apolodoro
2. Cricias el Joven, biznieto de Drópides, nieto de Cricias el lo menciona como hijo del dios de los ríos, Inachos, y
Viejo, que comunicó el relato egipcio de Solón a su nieto padre de Apis y de Niobea.
y hermano de la madre de Platón, célebre estadista de 12. Deucalión, hijo de Prometeo, el cual según Apolodoro
tendencias conservadoras, cabeza directriz de los “Treinta fue advertido del diluvio, construyó un arca, la cual, des-
Tiranos”, conocido también como poeta, orador y filóso- pués de nueve días y nueve noches, se posó sobre la
fo, partidario de Sócrates; caído a los noventa años en la cumbre del monte Parnaso. Terminado el diluvio Deucalión
batalla de Aigospotamoi (403 a.C.). hizo ofrenda a Zeus, quien, por ello, le permitió la reno-
3. Bendis, la diosa de la Luna de Tracia y, por lo tanto, vación de la humanidad; la gran semejanza de este mito
identificada con Diana; una fiesta anual de esta diosa, con la leyenda hebraica de Noé se debe a algo más
las Bendidias, era celebrada, siguiendo una costumbre decisivo que a la mera casualidad. Pirra: esposa de
báquica, en el Pireo ante el Panateneo en el mes Targelion. Deucalión, hija de Epimeteo y de Pandora.
Respecto a la alta significación religiosa de esa diosa, 13. Faetón, hijo de Helios, no supo guiar el carro del Sol y,
comparable con la virginal Diana—Artemisa, el relato con este motivo, dió lugar a un horroroso incendio sobre
sobre la Atlántida, que es presentado a la diosa como la Tierra; cayó herido por un rayo de Zeus en el Eridano;
“un canto de alabanza”, gana enormemente en peso y las lágrimas derramadas por sus hermanos se convirtie-
verosimilitud. ron en ámbar; posiblemente un recuerdo de un pueblo
4. Solón (639—559 a.C.), de noble familia ática, ocupado situado al oeste de Europa y a la caída del cuerpo celeste
primero como mercader, ganó Salamis para los que dio lugar a la catástrofe del Atlántico.
atenienses en lucha contra los megaros, dio en seguida 14. El viejo escribano del templo, su nombre debió de ser
una nueva constitución a Atenas que disminuyó algún Sonchis, su título Pet—En—Neith (Cielo del Neith), se re-
tanto las diferencias existentes entre la nobleza eupátrida fiere en lo sucesivo en forma aún más enérgica a los
y el pueblo; en el año 571 abandonó Atenas, viajó a escritos que contienen el relato de la Atlántida; los mis-
Egipto, visitó allí los colegios de los sacerdotes en mos jeroglíficos parece que fueron vistos, según Krantor,
Heliópolis y Sais, pasó en seguida a Chipre para visitar unos 300 años después del viaje de Solón a Sais.
al rey Filokipros, quien, siguiendo el consejo de Solón, 15. Alusión a la catástrofe del diluvio.
trasladó su ciudad Aipeia a un lugar más favorable y en 16. El estrecho de Gibraltar durante el cuaternario fue segu-
honor de aquél cambió su nombre por el de Soloi. Solón, ramente un estrecho paso a la cuenca occidental del
en el año 563, vino de Kroisos a Sardes y en 561 regresó Mediterráneo de aquella época que, por medio de un
a Atenas. En 560 fue el único dominador de Pisistrato; istmo entre el África del Norte, Sicilia e Italia, estaba divi-
vivió su último año gozando de la atención de todos, dido en dos cuencas parciales.
pero en el retiro. De sus, al parecer, numerosas poesías, 17. Bahamas y las Antillas; éstas, con el dato coincidente
que entonces eran célebres, sola mente nos han queda- con la realidad, demuestran la autenticidad de las fuen-
do fragmentos. La noticia citada por Plutarco (31 a.C.) tes de la tradición.
33
18. El doble continente formado por la América del Norte y ral de mezcla de minerales (cobre, cinc, arsénico, anti-
la América del Sur; la idea de que podía haber existido monio y otros metales similares) como la que ha existido
una tierra firme en el extremo oeste, contradecía por com- en Cornwall, y no de aleaciones metalúrgicas.
pleto las ideas religiosas tanto de Egipto como de los 32. Esta comunicación, que corresponde con la experiencia
helenos; ni Solón ni Platón podían haber imaginado se- paleozoica, no pudo ser adivinada casualmente por
mejante detalle. Platón.
19. El Atlántico; según la imagen clásica, el Océano rodea- 33. Seguramente no la uva, sino el banano (Musa sapientium).
ba, como una corriente sin fin, el disco terrestre, con el 34. El trigo.
Olimpo, la morada de los dioses, colocado en su centro. 35. El cocotero.
20. Este es el motivo de haberse relacionado el relato de la 36. Cleito.
Atlántida con el diálogo de Timayo y con la "Política", no 37. Tres Pletros = 300 pies = unos 100 metros.
como una fábula ilustrativa sino, a la inversa, como ines- 38. 100 pies = unos 30 metros.
perado comprobante de la interpretación de Sócrates. 39. 50 estadios = 30.000 pies = unos 10 kilómetros.
21. Lo que sigue apenas si pertenece al comunicado del 40. Tres estadios = 1.800 pies = 540 metros.
escribano egipcio del templo, pero debe aclararnos por 41. Dos estadios = 1.200 pies = 360 metros.
qué en Grecia no se ha mantenido ninguna huella de la 42. Un estadio = 600 pies = 180 metros.
tradición atlántica. Esta limitación ya no es valedera para 43. Cinco estadios = 3.000 pies = unos 900 metros.
la descripción de la Ática, al final del cuaternario. 44. Un pletro = 100 pies = unos 30 metros.
22. Típico de un ancestral matriarcado. Véase notas 9 y 11. 45. Piénsese en las imágenes aztecas de los dioses (Huitzilo—
23. Este dato coincide en forma sorprendente con el hecho, Pochtli) o en la gigantesca imagen del dios tolteca porta-
desconocido tanto por Platón como por Solón, de que dor de salud, Quetzal Coatl, en el templo piramidal de
durante el cuaternario, a causa de la consolidación de Cholula; éstas o bien similares representaciones debie-
grandes masas de hielo en los casquetes polares, el nivel ron contradecir fuertemente el ideal de los dioses helénicos
del mar se hallaba situado unos 90 metros más bajo que y ser considerados como “bárbaros”.
en la actualidad, de manera que. correlativamente, las 46. Como este detalle contradecía la creencia en los dioses
colinas actuales se elevaban entonces 90 metros más helénicos del tiempo de Platón, se distanciaba de ello en
sobre el nivel del mar. forma similar como ya antes la rareza de todo el relato,
24. La forma repentina de aquella catástrofe es puesta de típicamente helénico, hacía constar.
relieve repetidas veces por parte de Platón; los terremotos 47. Un estadio = 600 pies = 180 metros.
y los diluvios eran frecuentes en la amplia extensión al- 48. Cincuenta estadios = 30.000 pies = 10 kilómetros.
canzada por las avasalladoras catástrofes que personifi- 49. Tres mil estadios = 1.800.000 pies = 540 kilómetros.
caron a aquella época. 50. Dos mil estadios = 1.200.000 pies = 360 kilómetros.
25. Esta muralla, según indica el texto, junto con la cubierta 51. Un pletro = 100 pies = unos 30 metros.
de tierra de la colina de la Acrópolis, debe haber sido 52. Un estadio = 600 pies = unos 180 metros.
sumergida en el agua. La suposición de J. Spanuth de 53. Diez mil estadios = 6.000.000 pies = unos 1.800 kiló-
que era la misma la antigua muralla pelásgica potsdiluvial metros.
que la acrópolis de nuestros días, no encuentra en el 54. Kleros: un "Los", es decir, el número de habitantes de un
texto confirmación de ninguna clase. área cuadrada, rodeada de canales, de 100 estadios
26. Poseidón aparece aquí como nombre griego clásico cuadrados (cerca de 3,3 kilómetros cuadrados = 330
del dios del mar. No debe perderse de vista que hasta hectáreas).
este tardío dios marino es designado al mismo tiempo 55. Diez estadios = 1,8 kilómetros
como “sacudidor de la tierra”; esto, evidentemente, no 56. Cada nave tenía, pues, una tripulación de 200 hom-
corresponde a un auténtico dios del mar, dado que las bres; debió ser mucho más grande que las utilizadas por
profundidades de la tierra constituían el reino de los los vikingos. Sea advertido aquí que el antiguo Egipto ya
aidoneos, sino antes bien al dios de la isla volcánica de había construido naves de gran tamaño; si los atlantes
la Atlántida; tampoco pudieron ni Solón ni Platón imagi- eran un pueblo de gran cultura en el arte de navegar,
narse tal cosa. deben haber sabido construir también grandes navíos
27. Esta observación nada tiene que ver con el mito; segura- con tripulación numerosa.
mente se refiere a una antropogonía de tipo claramente 57. “Sin hierro”; de ello debe deducirse que en la Atlántida,
matriarcal, pues considera al seno de la Tierra como el por lo menos en forma primaria, se había trabajado el
seno de la madre de los hombres, y así representa al hom- hierro; de ser así, debió tratarse de hierro meteórico o
bre como nacido, como parido por el seno de la Tierra. bien de un mineral puro de hierro magnético. Sobre la
28. En el cambio de emplazamiento de estas edificaciones antiquísima preparación del hierro nos hablan, entre
en los tiempos mitológicos, puede apreciarse la elevada otros, los prehistóricos depósitos de escorias de la India.
edad que ya en la narración le era atribuida. 58. Aquí surge el mismo motivo que provocó el diluvio uni-
29. El sentido de esta frase podría ser posiblemente el de versal bíblico: el cruce de los “hijos de Dios” con las “hi-
que el extremo sudoriental del reino insular (al cual sin jas de la Tierra”; el origen de ese paralelismo es desco-
duda, pertenecía también la desembocadura de la cuen- nocido.
ca occidental del Mediterráneo) pudiese estar sometido 59. “Castigo”; no puede haber duda alguna de que con
como provincia a uno de los Arcontes (virreyes). ello se hacía alusión al diluvio universal; tanto más sen-
30. De las colonias sobre las islas atlánticas y los territorios sible resulta la falta del final, en el cual es de suponer
limítrofes del Viejo y del Nuevo Mundo. que hubieran sido hallados otros paralelos entre las ver-
31. Al parecer, se ha tratado aquí de una presentación natu- siones sumeria y bíblica.
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