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∗
Julio César De León Barbero
Introducción.
En honor al título de esta conferencia se nos impone comenzar por definir qué es persona. Este
esfuerzo nos obliga a hacer referencia a algunos de los autores que contribuyeron a modelar la idea de
PERSONA. Claro, nuestra intención no es elaborar aquí una historia de la idea de PERSONA, cosa que
sería impensable realizar en pocos minutos. Por lo tanto seremos selectivos. Arbitrariamente selectivos.
Esta tarea nos conducirá, al final, a ocuparnos del personalismo dado que dicho movimiento colocó la
Después, tendremos que incursionar en el método propio de la ciencia económica, dado que el
título de esta conferencia así lo exige. Una vez que hayamos incursionado en ese nudo metodológico
propia de la ciencia económica. Eso, si es que tales relaciones son posibles. En todo caso asumiremos
una postura verdaderamente crítica con el fin de arrojar algunas luces o por lo menos, de dejar
I. La noción de persona.
La palabra PERSONA proviene del latín y tuvo el mismo significado de la palabra griega PRÓSOPON,
es decir: MÁSCARA. Máscara era el término que aludía a lo que cubría el rostro de los actores
teatrales: por ello, al desempeñar sus papeles en una obra, se les denominaba PERSONAJES.
La máscara, a la vez, y gracias a su concavidad, permitía que la voz del actor fuera más sonora
y más audible. El verbo aquí es PERSONARE, es decir para que suene más, más alto, más fuerte.
Conferencia dictada en el Auditorio Friedrich August von Hayek de la Universidad Francisco Marroquín el jueves 25 de
marzo de 2004 como parte del II seminario interuniversitario “Economía para la Política” organizado por el Centro para el
Análisis de las Decisiones Públicas (CADEP), de la UFM.
1
El término PERSONA, pues, como podemos ver, comenzó por referirse al papel desempeñado
por el actor, luego pasó a referirse al actor mismo y finalmente, se utilizó para referirse a cualquier
Pero la palabra PERSONA también tuvo una relación muy estrecha con el ámbito de lo jurídico.
Tanto en Grecia como en Roma, desde el punto de vista jurídico, los esclavos podían ser
considerados hombres pero no personas dado que no eran sujetos de derechos ni de obligaciones. Por
eso mismo, los esclavos podían venderse o comprarse como objetos en el mercado.
Esta última acepción de persona, en cuanto sujeto de derechos y de obligaciones, llegó a tener
un peso mayor que aquel significado primero asociado con el drama, la comedia o la tragedia.1
medular lo constituye la misma discusión que se efectuó en el Concilio de Nicea, del año 325,
alrededor de si Jesucristo poseía una sola NATURALEZA o dos y en qué sentido era PERSONA.
Mientras unos le atribuían una sola naturaleza (la divina) y le negaban la naturaleza humana, otros le
atribuían tanto la divina como la humana. El Concilio terminó estableciendo que en Jesucristo existe
una doble naturaleza, la humana y la divina, pero que es una sola PERSONA y, por ende, indivisible y
única.2
El término griego que se utilizó en el Concilio fue HIPÓSTASIS que en el caso concreto de
Jesucristo señala a una “comunión”; comunión entre características materiales y espirituales, terrenales
1
En relación con estas ideas sobre el origen de la noción de persona véanse: Ferrater Mora, José, DICCIONARIO DE
FILOSOFÍA, Alianza Editorial, España, 1984, 5ª. Ed., vol. 3 (K-P), p. 2550 y ss.; Cabanellas, Guillermo, DICCIONARIO
DE DERECHO USUAL, Editorial Heliasta, S. R. L., Buenos Aires, Argentina, 1976, 11ª. Ed., p. 286-287.
2
Respecto a esta discusión y su posterior solución en el Concilio de Nicea véase, Latourette, Kenneth Scout, HISTORIA
DEL CRSITIANISMO, CBP, El Paso, Texas, 1979, 5ª. ed. castellana, p. 201 y ss.
2
Al pasar esta idea al campo de la antropología, PERSONA llegó a entenderse como la
en lo animal, sino que se encuentra en relación con lo trascendente, con la esfera de la espiritualidad y
lo divino.
San Agustín de Hipona agregó un elemento importante a la noción de persona. Mezclando las
particular de relaciones en las cuales prevalece lo que, desde aquellos días, se denomina experiencia
“personal”. Es decir, ese tipo de relación en la cual el humano se “da” a sí mismo, se entrega a sí
mismo. Entrega que no sería posible, por otra parte, a menos que se reconozca la existencia de la
intimidad, de una vida interna, a la que sólo puede llegarse por la vía de la introspección y del diálogo
consigo mismo. Así, pues, para San Agustín la PERSONA es tal en función de poder relacionarse con
su propio mundo interior y llegar a tocar las fronteras del mundo interior del otro en las relaciones que
denominamos personales.
Para un autor como Boecio la PERSONA era sencillamente naturae rationalis individua
substancia, es decir, sustancia individual de naturaleza racional, que existe por derecho propio, es
poseedora de sí misma y, por eso mismo, resulta incomunicable. Este concepto de PERSONA fue
Bien, hasta aquí lo que hemos encontrado se resume en las siguientes palabras: PERSONA es
para todos estos autores antiguos y medievales cualquier individuo humano que tiene capacidad
racional, es dueño de sí mismo, posee una vida interior, puede establecer relaciones con sus semejantes
a un nivel personal, es sujeto de derechos y obligaciones y no se limita a ser material-temporal sino que
pertenece a la esfera de lo trascendente y espiritual. En una sola palabra lo que hemos encontrado hasta
3
La Modernidad agregó otros elementos que, a veces sin renunciar a lo metafísico, destacaron
aspectos más bien éticos y/o psicológicos y que es importante añadir a fin de tener un cuadro más
En ese orden de ideas recordemos que en el sistema filosófico desarrollado por el filósofo
alemán del siglo dieciocho, Emmanuel Kant, dada su visión de un Universo atado a leyes de carácter
físico, absolutamente determinado por esa legalidad, PERSONA significa y entraña la libertad, la
Esa libertad consiste, para Kant, en la facultad de darse a sí mismo leyes como ser racional. Por
ello es que el individuo humano es un “fin en sí mismo”, imposible de ser sustituido por otro. De ese
modo la sociedad es un reino de personas, vale decir, de seres humanos que se dan leyes morales a sí
Para otro autor como Max Scheler, PERSONA es esa unidad de las acciones espirituales o de
“cosa”, de “objeto”, dirigiéndose a algo que está más allá de sí mismo y que podría ser la objetividad
Como es fácil ver, múltiples son las visiones filosóficas acerca de la PERSONA. En algunos
casos se resaltan las capacidades de trascendencia, en otros se enfatiza la vida interior que conduce al
diálogo, consigo mismo y con otros; aparte de aquellas visiones en las que se trata de cuestiones éticas
o espirituales.
Pero en la primera mitad del siglo pasado se desarrolló en Francia un movimiento intelectual
que se conoce con el nombre de PERSONALISMO. Este movimiento puede considerarse como el mar
en el que vinieron a desembocar todas las posturas que de alguna u otra forma tuvieron que ver con la
idea de PERSONA. Se trata, sin embargo, de un mar cuyas aguas no son homogéneas sino variadas.
Por eso se impone aclarar que el personalismo francés es sólo uno de los variados discursos que
que el personalismo panteísta (W. Stern); ni el personalismo finalista (Howison) debe confundirse con
el personalismo absolutista (Royce). Tampoco hay que olvidar que el mismo personalismo teísta se
puede dividir en: idealista, pampsiquista y dualista. Sin olvidar, obviamente, ese personalismo cubierto
enteramente por el manto del cristianismo y que se nutre esencialmente de los conceptos que al
respecto contiene la doctrina oficial de la Iglesia Católica Romana3 y al que pertenece ese personalismo
En el grupo de franceses que dieron vida a lo que estrictamente se denomina personalismo hay
que mencionar a Henry Bergson, a Gabriel Marcel, a Jacques Maritain y a Emmanuel Mounier.
Mounier, quien falleció en 1950 con apenas 45 años de edad, decidió enfrentar la crisis de sus
días promoviendo una transformación en el corazón de los hombres. Para ello fundó en 1932 la revista
Sprit que después de un breve período de inactividad (durante la ocupación alemana) se ha seguido
Desde Sprit, Mounier abordó los innumerables problemas políticos y sociales que el momento
planteaba y que llegó a interpretar como manifestación de una crisis en los valores de la civilización
occidental. Aquella tarea fue lograda con la colaboración de distinguidos intelectuales de la talla de
Congar, Gilson, G. Marcel, Jacques Maritain, Ricoeur, y Teilhard de Chardin, entre otros.
Pero Mounier también escribió y publicó diversos libros en los que exponía sus ideas. Son de
humana (1936); Manifiesto al servicio del personalismo (1936); ¿Qué es el personalismo? (1947); y,
El personalismo (1949).
Para Mounier las “estructuras del universo personal” tienen ciertas características entre las que
5
dignidad. La espiritualidad hace que la persona trascienda la naturaleza, el mundo de las cosas y de los
objetos materiales. La comunicación permite a la persona entregarse y tener comunión con el prójimo,
escapando así del aislamiento, de la autarquía egoísta y del individualismo atomista. Finalmente, la
dignidad inherente a la persona requiere que se tenga hacia ella todo respeto y consideración y se le
coloque por encima de todo en las relaciones sociales, en el ejercicio del poder público y en el ámbito
del derecho.
Mounier estaba convencido de que su destino era acometer la tarea de transformar un mundo
del bienestar y de la posesión de cosas estrictamente materiales. Ni la familia ni la religión han podido
sustraerse a semejante desgracia. Por ello, insistía en que la revolución ha de ser una revolución del
No cabe ninguna duda de que el personalismo es una de las muchas voces que constituyen ese
concierto en contra de la vida en las sociedades posindustriales actuales y del capitalismo en particular.5
Por tal razón Mounier llegó a considerar al marxismo como un discurso que, al igual que el suyo,
Mounier consideró que era un imperativo dirigir su ataque contra la tiranía del dinero, contra el
envilecimiento por la propiedad, contra la vida burguesa sofocante y mediocre. Así, pues, en nombre de
la espiritualidad propia de su personalismo, llegó a considerar la vida societaria como un total desorden
historia".
el dinero. El dinero pervierte tanto al rico como al pobre. Al primero lo torna duro, cruel, insensible y
al otro lo despoja, lo mata, lo reduce a instrumento para lograr el bienestar del acaudalado. Por ello
5
Recuérdese el artículo publicado, en marzo de 1933 en ocasión de la aparición del número seis de la revista Sprit, su título
era: Ruptura entre el Orden Cristiano y el Desorden Establecido. Un año después, en abril de 1934, publicó en el mismo
órgano de difusión el ensayo titulado: De la Propiedad Capitalista a la Propiedad Humana.
6
Mounier abrazó la pobreza y se identificó entrañablemente con los pobres del mundo. Y un poco antes
de morir se comprometió con el activismo que, en pro de la cristianización de los ambientes obreros,
sostenían algunos sacerdotes católicos de vanguardia. Esos sacerdotes-obreros habían descubierto que
era posible efectuar una labor pastoral entre el proletariado y, a la vez, que la iglesia y los sindicatos
obreros comunistas tenían una lucha en común y un común destino: La victoria sobre el capitalismo
“salvaje”.
Porque de acuerdo a esta visión de las cosas el capitalismo no es sino el sistema por medio del
cual unos logran fácilmente sus fines egoístas a costas de los demás. No hay más amor e interés por el
prójimo. Así, el que no ama y el que no es amado se degradan. Por ello el capitalismo es, en opinión de
Mounier, la cultura de la soledad. La comunicación para la cual está hecha la psicología humana no se
posibilita en un entorno en el que cada quien es un objeto para los demás dispuesto a ser vendido o
comprado.
Ante semejante estado de cosas Mounier propuso tres líneas de acción: La primera, orientada a
romper con el desorden establecido. La segunda, hacer revolucionarios a los espirituales. La tercera,
hacer espirituales a los revolucionarios. En una sola palabra, Mounier estaba plenamente convencido
de que una transformación de los hombres y en los hombres era condición absolutamente necesaria
para que el desorden establecido fuera sustituido por un orden “auténticamente” humano, de
temporal. Para que sirva de horizonte, de norte, de guía, de parámetro a todo lo que se efectúa en el
Ahora nos toca preguntar: ¿Tiene relación la noción de persona con el problema fundamental de
la economía? ¿En cuanto ciencia, la economía puede ser orientada por el valor de la persona humana?
7
¿Los fenómenos que son objeto de investigación y explicación por parte de la ciencia económica
pueden ser mejor investigados y mejor explicados si contamos con la persona como referente? ¿El
complejo proceso gracias al cual se genera riqueza se tornará más eficiente si elevamos la persona al
rango de “paradigma” económico? ¿El método de la ciencia económica que es propio de la escuela
personalismo?
sistema u orden económico racional, problema que, por otro lado, es la razón de ser de la ciencia
económica. La cuestión suele formularse de distintas maneras. Se dice que consiste en cómo asignar
frente a la escasez.
equivocadas. Esa es la razón de ser de muchos de los desaciertos que se cometen en la teoría, ya no
Friedrich August von Hayek, Nóbel en Economía 1974, planteó la cuestión en forma clara en
un artículo publicado en la revista American Economic Review,6 en septiembre de 1945, titulado The
precisamente, por el hecho de que el conocimiento de las circunstancias de que debemos servirnos
nunca existe de manera concentrada o integrada. Existe sólo en forma de trozos dispersos de
conocimiento incompleto, y con frecuencia contradictorio, que poseen todos los individuos por
separado. El problema económico de la sociedad no sólo es, por lo tanto, cómo asignar los recursos
“dados”, si por “dados” se quiere significar otorgados a una sola persona, que resuelve en forma
6
vol. 35, No. 4.
8
deliberada el problema planteado por esa “información”. Reside, más bien, en asegurar la mejor
utilización de los recursos conocidos por cualquier miembro de la sociedad, con propósitos cuya
importancia relativa sólo él conoce. En suma, se trata de utilizar un saber que ningún individuo posee
en su totalidad.7
El problema fundamental de todo sistema económico, y que ha de ser resuelto por la teoría
económica, es, como queda evidenciado, uno de carácter epistemológico: ¿Cómo llega a los
individuos el necesario conocimiento que les permitirá elaborar sus planes? ¿Cuál es la mejor manera
ese conocimiento, ¿quién se hará cargo de elaborar los planes, o de tomar las decisiones económicas?
La cuestión en realidad consiste en quién lo hará o a quien corresponde hacerlo. Hay tres modelos
alternativos:
1) Que el planeamiento sea centralizado y que exista una sola fuente de decisiones económicas.
Aquí, el sistema económico en su totalidad responde a un único plan y es producto del conocimiento
autoridad. Aquí, son las industrias organizadas que dominan e imperan (sin temor a la competencia)
las que elaboran y desarrollan los planes económicos en conformidad al saber y entender de sus
funcionarios.
3) Que la planificación quede en manos de los seres humanos individuales, lo cual constituye
En la polémica no hay que olvidar que la eficiencia de cualquiera de estos tres sistemas
7
En, Bornstein, Morris (compilador), SISTEMAS ECONÓMICOS COMPARADOS, Amorrortu Editores, Buenos Aires,
1973, p. 38.
9
Ahora bien, hablar de conocimiento es mencionar una palabra que hace referencia a diversas
realidades. Podemos caer en una grave confusión si por conocimiento entendemos únicamente el
conocer de los expertos o el saber que surge de las observaciones efectuadas bajo condiciones
controladas. Esa tendencia a aprisionar el conocimiento dentro de los límites del positivismo, de
impide que reconozcamos que hay diversos tipos de conocimiento. Para el caso, recordemos que en la
cooperación social es vital el conocimiento de tiempo y lugar. Este saber, que no puede llamarse
uno de nosotros tiene una cierta ventaja sobre los demás pues significa que tenemos una información
singular que podemos aprovechar, siempre y cuando se nos deje tomar decisiones libre y
voluntariamente.
Ese conocimiento de tiempo y lugar es el que permite a una persona bajar los costos del
más; o, al comerciante, satisfacer la demanda concreta de algún bien. De este modo cada una de esas
personas cumple un cometido importante merced al conocimiento que tiene de las circunstancias,
Es de lamentar, por otro lado, el descrédito en que ha caído la función de este conocimiento, al
grado de haberse generalizado la creencia de que quien obtiene ventajas y beneficios gracias al
conocimiento de tiempo y lugar que posee es alguien que procede deshonrosamente. Esta equivocada
percepción es lo que hace que muchos no entiendan ni aprecien como es debido el papel del comercio
y el del comerciante.
Ahora bien, si aceptamos que el problema esencial de la economía consiste en una rápida
adaptación a los cambios que se producen en cuanto a tiempo y lugar, la conclusión a la que se llega
es que se impone la descentralización. Se impone dejar en manos de los individuos, que se encuentran
10
inmersos en la escena, la toma de las decisiones por estar ellos enterados tanto de los cambios como
Pero lo anterior es sólo una parte del problema económico; aún queda por mencionar la
cuestión de cómo esas decisiones personales coinciden con el mercado como un todo, con el sistema
económico en su totalidad. Dicho de otro modo, está claro que el ser humano necesita recibir
información adicional a aquella que posee respecto a tiempo y lugar. Así que, ¿cómo hacerle llegar
esa información adicional para que sus decisiones sean coincidentes con los cambios que ocurren en
actividad a la cual los comerciantes, productores y fabricantes se dedican. Y no es necesario que estén
debidamente enterados de las causas y razones de cada acontecimiento ni de todas sus consecuencias.
Todo lo que se requiere es que les sea comunicada la información respecto a cuán fácil o difícil es el
acceso a aquello que les interesa o cuánto menos o cuánto más solicitados son los bienes alternativos
que consumen o producen. La importancia relativa de lo que les interesa es lo que siempre está en
juego.
Esa comunicación del conocimiento adicional de lo que ocurre en la totalidad del sistema les
es comunicada a los individuos por medio de la maravilla del sistema de precios. Dice Hayek:
entre muchas personas, los precios pueden coordinar las acciones separadas de estas de la misma
manera que los valores subjetivos ayudan a los individuos a coordinar parte de sus planes.8 Por eso
mismo, continúa Hayek: La totalidad actúa como un solo mercado, no porque alguno de sus miembros
tenga una visión de conjunto sobre el panorama general, sino en razón de que sus limitados campos de
visión se sobreponen de tal manera que a través de muchos intermediarios se transmite a todos ellos la
información relevante.9
8
Ibid, p. 44-45.
9
Ibid, p. 45.
11
El sistema de precios es, a pesar de su imperfección, un auténtico mecanismo que comunica a
cada actor lo más escaso que existe: la información relevante y necesaria que le permitirá efectuar las
una corrección importante en la teoría económica, corrección que toca tanto a Adam Smith como a
Bernard de Mandeville, y a todos aquellos que tuvieron como horizonte teórico el principio
El asunto es este: Adam Smith y Mandeville sostuvieron la idea de que los procesos del
El asunto de las intenciones y motivaciones de los actores no cabe aquí porque esa no es en
esencia la dificultad. Y porque se supone que estamos ante la elaboración de un discurso con rigor de
ciencia, que pretende encontrar solución objetiva a un problema. Y, reconozcámoslo, el problema del
motivos, egoístas o altruistas, que originan la acción humana. De manera que quedarnos atrapados en el
tema del egoísmo o el altruismo no es más que una forma artesanal, vulgar, no científica, de abordar los
perseguidos por los agentes, la ignorancia siempre les acompaña de manera que sólo un sistema
económico descentralizado puede producir y diseminar la necesaria información que facilite a cada
quien tomar las acciones más convenientes en armonía con el sistema como un todo.
1. El valor de la libertad
12
El valor supremo en un sistema como este es, por supuesto, la libertad individual entendida y
definida como ausencia de la coacción arbitraria de parte de terceros.10 El ser humano es libre cuando
no está sometido al capricho, al antojo o gusto pasajero de un tercero. Entonces puede el humano actuar
en conformidad con sus propios planes, perseguir sus finalidades y echar mano del conocimiento que
posee.
incapacitado de usar su propia inteligencia y perseguir sus propias ideas y fines. En Los fundamentos
La coacción es precisamente un mal, porque elimina al individuo como ser pensante que tiene
libre acción, en virtud de la cual una PERSONA persigue sus propios objetivos utilizando los medios
que le indica su personal conocimiento, tiene que basarse en datos que nunca pueden moldearse a
voluntad de otro. Presupone la existencia de una esfera conocida, cuyas circunstancias no pueden ser
conformadas por otra persona hasta el punto de dejar a uno tan sólo la elección prescrita por
aquélla.11
solución; pero las palabras anteriores revelan que su defensa es más que un recurso metodológico. La
libertad constituye el valor supremo por razones antropológicas: Por el valor intrínseco que se le
atribuye al ser humano; por la necesidad de preservar la esfera de vida privada de la persona, vida
privada que constituye esa zona de derechos inalienables e irrenunciables dentro de la cual el ser
humano lleva a cabo la gravísima responsabilidad de construir su vida y de hacerse a sí mismo. Por
ello se señala que la perversión propia de la coacción arbitraria es reducir al hombre al estado de
10
Véase Hayek, Friedrich A., Los fundamentos de la libertad, Unión Editorial, S. A., 1975, Capítulo I.
11
Ibid, p. 45. Las mayúsculas son mías.
13
objeto. La coacción arbitraria cosifica, deshumaniza, rebaja a la persona. De esa cuenta la libertad de
que aquí se habla se llama tanto libertad individual como libertad personal.12
Puede decirse, sin temor a equivocación que la teoría económica que rechaza la centralización
valor intrínseco de la persona y promueve el segundo pues reconoce la valía de la persona humana.
…manipular a los hombres y lanzarles hacia fines que el reformador social ve, pero que puede
que ellos no vean, es negar su esencia humana, tratarlos como objetos sin voluntad propia y, por lo
tanto, degradarlos.13
Obviamente puede establecerse una coincidencia entre estos argumentos a favor de la libertad
y las nociones de persona que examinamos en la primera parte de esta conferencia. Para ambas
posturas teóricas: La persona trasciende el mundo de los objetos, de las cosas, de la naturaleza; tiene
una vida propia; es dueña de sí; es racional y es sujeto de derechos; es un mundo interior en el que
existen valoraciones.
personal y ordene sus asuntos privados a tenor de las enseñanzas del evangelio, según él mismo, su
Y sigue diciendo:
12
Ibid, pág. 32.
13
Berlin, Isaiah, Cuatro ensayos sobre la libertad, Alianza Editorial, S. A., 1988, pág. 207.
14
La acción humana. Tratado de economía
15
Loc. Cit.
14
Ese tratado famoso de economía es La acción humana, de Ludwig von Mises. No veo,
personalmente, cómo se puede afirmar que la economía de libre mercado NO posee una noción de
persona. Está claro que las ideas de hombre, individuo, ser humano y persona se utilizan
libertad se lleva a cabo sin entrar en oposición con los atributos de la persona sino más bien en
supremacía de lo personal.
Con todo y la dignidad que le asiste; la vida interior que es muy suya; los valores propios de la
trascendencia que pueden orientar su existencia, como la fe y la esperanza; con todo eso, y a pesar de
eso, el ser humano sigue siendo ignorante, incapaz de saber qué conducta seguir en medio de hechos
tan dinámicos y cambiantes como los del mercado. Es por ello que el denominado individualismo
metodológico sólo afirma que: si queremos entender lo que ocurre en el contexto de los procesos del
mercado, hemos de reconocer la importancia que tiene la acción individual, orientada por el sistema
Esas consecuencias no intencionales del actuar humano, que es otro término para referirse a
los hechos económicos como el desempleo, la inversión, la escasez, la escalada de los precios, la baja
en los salarios, etc., son simplemente eso: hechos. Hechos que en un sistema económico no
intervenido, ni centralmente dirigido, por no ser provocados intencionalmente por ninguno no pueden
ni deben juzgarse con criterios morales. Ningún criterio moral puede sostenerse como explicación
De modo que si los empresarios se ven en la necesidad de recortar personal y dejar sin
trabajo a los obreros marginales; si los precios de los productos y servicios manifiestan una tendencia
15
al alza; si los dineros disponibles en el mercado no anidan entre nosotros sino que pasan por encima
como aves en busca de territorios más propicios; si tenemos servicios de pésima calidad; en fin, si
padecemos pobreza, atraso y desnutrición, no se debe a que nos hace falta colocar a la PERSONA
HUMANA en un pedestal. No es por que nos hayamos despersonalizado. No. Mil veces no. Y hay que
decirlo a los cuatro vientos: Se debe a que los agentes económicos están recibiendo información que
les indica que es recomendable cerrar sus negocios y empresas, en vez de hacerlos crecer; es porque
los inversionistas reciben señales inequívocas de que el ambiente no garantiza proyectos de largo
plazo; es porque producir, comercializar e invertir se han convertido en acciones en exceso riesgosas,
Los nuevos puestos de trabajo no son creados debido a que uno tiene un gran aprecio por la
persona humana; las nuevas fábricas no se instalan porque se posea profundo respeto hacia la
dignidad del hombre; alimentos y todo tipo de bienes necesarios para la vida no se producen gracias a
la sensibilidad humana. Insistir en tales argumentos personalistas es una pérdida de tiempo; no aporta
ninguna contribución seria a la solución del problema y mata la conciencia crítica que el profesional
sino una forma de enmascarar el intervencionismo del gobierno en asuntos que no le competen. Se
trata de un proceder en el que es posible caer fácilmente. Por lo mismo es un proceder que se ha
repetido una y mil veces en el transcurso de la historia y que constantemente se justifica con la
expresión “corregir”. “Corregir” el mercado. Y esa expresión, en el fondo, no obedece más que a
juicios de valor muy personales y subjetivos. Pero no sólo es eso: Para hacer prevalecer esos
supuestos valores últimos o supremos, se suele recurrir a medios inmorales y casi siempre los
resultados que se obtienen casi siempre terminan provocando males mayores a los que se quería
remediar.
16
Científicamente lo que procede es reconocer que si el orden y funcionamiento de una economía
los individuos sus conductas a la información generada por el sistema de precios, entonces dicho
cuando creemos que lo que necesitamos en la economía es que la autoridad gubernamental dirija los
esfuerzos individuales a la concretización de unos fines comunes. El enorme error que subyace a esta
propuesta fue siempre el enorme error del socialismo y continúa siendo el error de quienes promueven
la intervención constante del aparato de coerción en el mercado. El error no está en los valores
propuestos, que podrían ser indiscutibles como todas las valoraciones. El error, como ya lo dijimos es
eminentemente epistemológico y es trágico que tal falsedad intelectual impida que veamos las
consecuencias perniciosas de tal modelo y más trágico aún que semejante argucia nos evite
velar porque todos los agentes, todos los actores, manifiesten en su proceder aquellas conductas que
cooperación. Por lo demás, será la misma disciplina que el mercado impone y exige la que orientará a
Esa disciplina se asienta en las preferencias del consumidor. Es una disciplina impersonal.
Implacable. No hace acepción entre los individuos. Que premia y mantiene a quien bien sirve y sirve
barato y obliga a quienes sirven mal y caro a retirarse a otras actividades y a dejar el campo libre
para quien esté dispuesto a someterse a sus dictados. De este modo el consumidor no necesita que
nadie lo defienda y menos los legisladores que casi por definición no saben nada de la espontaneidad
es consecuencia directa del intervencionismo estatal y de la falta de libertad para entrar y salir del
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mercado. Porque si yo soy un productor privilegiado, protegido, custodiado en forma especial por el
brazo coercitivo del gobierno y lo que es peor, me nutro del erario público, poco me importará si mi
único que me va a importar es tener los contactos y las influencias necesarias en las esferas
Por ello en sectores muy importantes de nuestra economía no hay manera de obtener
soluciones. Porque, en palabras vertidas en una brillante columna periodística por la Directora del
CADEP, Licda. Carroll Ríos, hace falta, “darle una oportunidad a la libertad”.
Ese es el caso concretamente del nicho del transporte urbano: Todo lo que se propone son
que gozan y el privilegio de que son objeto quienes se dedican al negocio del transporte. Por eso,
exactamente por eso, hoy demandan un subsidio de doce millones de quetzales mensuales por un
servicio pésimo, con unidades destartaladas, cuyos motores son en gran medida causantes de la
contaminación ambiental, y en las que a diario son asaltados o asesinados los usuarios. Están tan
protegidos y gozan de tales privilegios que en algunos departamentos del interior de la República han
logrado que los tribunales prohíban a otros, verdaderos empresarios, que transporten personas en
moto-taxis o bici-taxis. Con la Licda. Ríos, insisto, ¡démosle una oportunidad a la libertad!
Si estos señores tuvieran que competir en buena lid con otros oferentes en un mercado del
transporte público verdaderamente libre, su proceder fuera otro, sus precios fueran otros, su trato al
usuario fuera otro y la responsabilidad que tendrían por la seguridad y la vida del usuario también
sería otra. Así que no vengamos con que lo que nos hace falta es más humanidad, más aprecio por la
persona, cuando lo que nos hace falta es la disciplina impersonal del mercado.
para mejorar sustancialmente el nivel de vida de todos los que participan en el juego generador de
18
riqueza. Es eso lo que hizo que más de un millón de guatemaltecos emigraran hacia los Estados
Unidos de América, una nación en la que el intervencionismo del estado, si bien se hace sentir en la
economía de la nación, esa intervención afecta sólo un porcentaje mínimo de todo el sistema
productivo. Nuestros conciudadanos no emigraron al norte porque allá sean más “humanos”; porque
los empleadores norteños tengan mayor aprecio por la dignidad de la persona. Se fueron porque aquí
sus esperanzas e ilusiones de una vida mejor se vieron sepultadas por políticos marrulleros y
Emigraron. Y un sistema económico competitivo, libre en mayor medida que el nuestro, les
permite hoy por hoy enviar al país más de dos mil millones de dólares al año. La disciplina de la
No es entonces con visiones morales sobre la persona como el sistema económico mejora su
capacidad para satisfacer necesidades. Es más bien entendiendo su funcionamiento como se puede
llegar a establecer lo que nos es dado hacer y no hacer con el sistema. Esa es la función de la ciencia
económica y de su método.
Termino con un relato anecdótico de James Buchanan. En una conferencia que sirvió ante la
Southern Economic Association en su reunión anual de noviembre de 1963 con el título de ¿Qué
deberían hacer los economistas?, Buchanan se refirió a un adagio que encontró en la puerta de la
oficina de Frank Ward, entonces profesor de la Universidad de Tennessee: Dicho adagio, dice
Buchanan, lo había colocado en la puerta de su oficina cuando lo conocí en 1940. Yo era, por ese
entonces, un egresado inexperto que estaba en sus comienzos. El adagio decía así: “El estudio de la
economía no impedirá que usted pase hambre pero, por lo menos, sabrá por qué le pasa esto”. Puedo
19
parafrasear esto para aplicarlo a la metodología: “Concentrarse en la metodología no resolverá por
usted ninguno de sus problemas pero, por lo menos, le ayudará a saber cuáles son esos problemas.16
16
Buchanan, James M., ¿QUÉ DEBERÍAN HACER LOS ECONOMISTAS?, en
http://www.eumed.net/cursecon/textos/Buchanan-economistas.pdf
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