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Ensayo:
La Entrega Misericordiosa de Jesús “Por Nosotros”
Por
Efraín Ignacio Sáez Montero
“¡Y de hecho cargó con nuestros males y soportó todas nuestras dolencias!
Nosotros le tuvimos por azotado, herido por Dios y humillado. Mas fue herido
por nuestras faltas, molido por nuestras culpas. Soportó el castigo que nos
regenera, y fuimos curados con sus heridas” [1]
Como inicio de esta reflexión, Isaías nos abre el camino a una instancia de la
Misericordia misma de Dios. Jesús, Aquél que carga nuestras dolencias y soporta
el castigo, abre para nosotros el camino a una acogida amorosa, que proviene
únicamente del Padre Creador.
Por este motivo, al mencionar “Por nosotros, fue crucificado bajo el poder de
Poncio Pilato”, se irá descubriendo la entrega generosa, oblación por nuestra
libertad, y retrato de un Dios Salvador.
Ahora bien, la situación y el contexto en que se fija esta afirmación de fe, remite a
quien escrute el significado, a un periodo específico que hace mención de un
procurador romano que ejerce su cargo entre los años 26 y 36 de nuestra era.
Aún debe ser mayor la consideración al replantear desde este artículo de fe, lo
que Jesús revela en su muerte, es decir no evade el final doloroso, sino que desde
la cruz muestra la profundidad del enfrentamiento con la muerte como desenlace
final de todo ser humano.
Este final, que Jesús comparte con el género humano, es al que San Policarpo de
Esmirna hacia el año 110 d.C, hace eco y lo revitaliza con sus sencillas pero
asertivas palabras:
Ningún hombre aunque fuese el más santo estaba en condiciones de tomar sobre
sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. Así, La
existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa
y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la
humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos.
Hoy es claro el llamado que nos llega desde la imagen del Crucificado-Resucitado.
La muerte afrentosa, ha revelado que “Dios también muere en Jesús, y con ello
asume realmente nuestra mortalidad con toda su crudeza y en la forma más dura”
[5].
Así, con nuestra vida y con nuestra propia cruz, Jesús nos asocia a su sacrificio
redentor, haciéndonos partícipes del Amor divino que quiere la salvación de todos
los hombres. Por lo tanto, en nuestros tiempos, como creaturas de un Dios que se
revela como Amor gratuito, estamos llamados responder a esta iniciativa de la
misericordia, respondiendo con actos concretos de fidelidad, expresados según
nuestra existencia y considerando nuestras fortalezas y debilidades. De esta
manera el “por nosotros” que caracteriza la entrega en la cruz, es el sello total que
nos lleva a considerar que, “El Sacrificio pascual de Cristo rescata, por tanto, a los
hombres (“nosotros”) de modo único, perfecto y definitivo, y les abre a la
comunión con Dios” [9]
Referencias Bibliográficas.
[4] San Policarpo de Esmirna. Carta de Policarpo de Esmirna a los Filipenses, n. VIII
[5] Bentué, A. 2004. En qué Creen los que Creen. Editorial Claret. Barcelona, España. 78
p.
[6] Comentario del Evangelio según San Juan. Libro 4. San Cirilo de Alejandría. Siglo V.