Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Mateo 4:12-17.
INTRODUCCIÓN.
En medio del caos tenebroso, se abre paso una irresistible luz que permite
conocer perfectamente a Dios, el autor de nuestra salvación. Esta luz es el
medio por el cual conocemos quién es Dios, Su propósito para nosotros y Su
obra redentora. Esta luz es Su Hijo, Jesús. En Él, en Su vida y ministerio, en
Su muerte y resurrección, contemplamos la gloria de Dios. Viendo a Jesús
conocemos quién es el Padre, Su persona y obra poderosos. Es la revelación
suprema, el testimonio definitivo. Si quieres que la luz resplandezca brillante
en tu vida, sólo tienes que acudir a Cristo y Él iluminará tu mente y tu
corazón. " El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz
y la disciplina es el camino a la vida. " (Pr. 6:23). La Palabra de Dios
que da testimonio fiel de Jesucristo es esa lámpara encendida que disipa el
engaño del pecado y sana la ceguera de nuestro corazón encallecido. La Biblia
es el faro que advierte al navío de nuestra vida de los peligros y tentaciones
que el Padre de mentira nos ofrece día tras día.
Ella nos enseña como una radiante lumbrera a discernir el bien y el mal.
Nos instruye en la necesidad de entregar nuestras vidas a Dios para que Él
controle por completo nuestra vana manera de vivir. Nos muestra nuestra
anterior condición de pecado y suciedad y la milagrosa transformación en
nuestra naturaleza nueva. Esta enseñanza viene del Espíritu Santo que
convence a nuestras vidas de tal modo que vivamos alejados del engaño de
este siglo.
La luz esclarece el camino que lleva a la vida en Cristo. Y este camino no es
sencillo. Es abrupto y estrecho. Está lleno de pruebas y disciplina. Este es el
camino que debemos anhelar, por que es el único que nos acerca y lleva a Dios
y a Su infinita misericordia. Esta luz nos hace apreciar el coste de nuestra
salvación en el sacrificio de Cristo en la cruz. Escoge bien, amigo y hermano.
Deja que Dios te conduzca por el luminoso camino que te conduce
inexorablemente a tu verdadero hogar celestial.
Una de las razones por las que la luz se utiliza para hablar de Cristo, es la
de que la luz alumbra lo oscuro, y deja al descubierto absolutamente todo.
Miqueas, el profeta, es capaz de apelar a esa claridad aún sabiendo que lo que
saldría a la luz no era hermoso a la vista. Confiesa que vive en tinieblas, pero
que ante todo Dios es su luz: "Enemiga mía, no te alegres de mi mal.
Caí, pero he de levantarme; vivo en tinieblas, pero el SEÑOR es mi
luz.He pecado contra el SEÑOR, así que soportaré su furia hasta
que él juzgue mi causa y me haga justicia. Entonces me sacará a la
luz y gozaré de su salvación. " (Miq. 7:8,9). Ante la luz de Su justicia, no
podemos más que declarar nuestra vida pecaminosa y rebelde ante Dios. Es el
comienzo del arrepentimiento y de la justificación del Señor a través de Su
perdón. Necesitamos confesar nuestras faltas y sacarlas a la luz. Necesitamos
proclamar nuestra indignidad y la justicia de Dios.
Juan en su evangelio nos instruye en la misión de Cristo para el mundo: "
Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para salvarlo por medio de él. " (Jn. 3:17). Cristo vino a predicar el
arrepentimiento y el acercamiento del Reino (Mt. 4:17). Vino para
ofrecernos esperanza y perdón. No vino a juzgar al mundo, ni a destruir a los
pecadores. Vino a darnos una nueva oportunidad en Su muerte repleta de
amor y compasión. Si hubiera sido así, nadie hubiera sobrevivido al justo
escrutinio del Dios Soberano. Jesús se acercó a los ciegos, a los pecadores y
publicanos, a los menesterosos, a los necesitados, a los injustos, a los que
estaban perdidos. Él se acercó a tí. Para darte consuelo en medio de las
mentiras que turban el alma. Para darte la única verdad que derrota al engaño
de Satanás. Para darte una vida santa y agradable ante Dios. Para amarte
como nadie te amó y amará. Sin embargo, aquel que rechaza esta luz es
condenado, no por Dios, sino por sí mismo: "El que cree en él no es
condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber
creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Ésta es la causa de
la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad
prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos.
Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella
por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el
que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea
claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios." (Jn.
3:18-21).
CONCLUSIÓN.