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LOS JÓVENES COMO ACTORES SOCIALES

Juan Carlos Colmenares Vargas

En la sociedad contemporánea, se han formado diversas subjetividades juveniles que han jugado un
papel central en relación con el consumo y la consolidación de una cultura indiferente y ajena a los
problemas sociales y políticos. En consecuencia, se ha intentado minimizar o desconocer el aporte
de los y las jóvenes como sujetos activos en la producción de lo social, mediante la estructuración
de modelos de identidad basados en la pasividad y en la reproducción de patrones de
comportamiento funcionales a las formas sociales dominantes.

Frente a esta tendencia hacia la pasividad, se han venido construyendo diversos procesos de
resistencia y organización juveniles. Dentro de ellos, los y las jóvenes se asumen como actores
social y políticamente activos en sus comunidades de pertenencia. Es decir, surge el interés por
analizar cómo se llega a ser, al tiempo, joven y ciudadano en las sociedades actuales.

Desde el momento en que podemos pensar la ciudad como sociedad que adopta un determinado
sistema de relaciones entre actores, donde las dimensiones sociales y territoriales están
determinando comportamientos sociales urbanos, se observa que la relación entre actores y
territorio urbano tiende a ser estrecha. Esto nos permite identificar una doble concepción de ciudad:
aquella que declara la ciudad como variable dependiente, en donde los procesos sociales explican
gran parte de la configuración urbana del territorio; y otra, que concibe a la ciudad como variable
independiente, cuando esos procesos sociales son entendidos a través de los fenómenos urbanos.

Se hace necesario establecer cuáles son las condiciones socioeconómicas y culturales que definen al
joven. Al hacerlo permite a investigadores y estudiosos vehiculizar a los jóvenes como una
categoría de análisis sociopolítico y socioeconómico. De igual forma permite romper con las
categorías de análisis tradicionales al incorporar en la escena política otros actores que demandan
visibilidad y participación efectiva.

Darle significado a la categoría “jóvenes”, establece nuevas perspectivas de análisis sobre el poder
y las relaciones entre la sociedad y el Estado. El análisis de los jóvenes, desde su marginalidad,
lograría introducir diversas aproximaciones teóricas e introducirlos transversalmente en el análisis
sociopolítico y económico; a su vez, hace que se ponga en perspectiva teorías políticas y
económicas, en específico, al determinar que las decisiones que toman los jóvenes a partir de sus
opciones reales y cómo esas decisiones desafían el orden social.

Los jóvenes son concebidos actores sociales por ser sujetos reales de acción cuyo comportamiento
se relaciona con las estructuras de la sociedad (base social) a la vez que están sometidos a ciertas
estrategias que van en función de sus propios intereses culturales, políticos, territoriales, etc.; su
comportamiento se determina en función de una lógica local al tiempo que ese comportamiento está
también determinando ciertos procesos locales; se trata de actores que se reproducen como tales
dentro del ámbito local.

Los jóvenes son actores más que agentes que están a la orden de las problemáticas sociales que se
dan en plano de lo local que es su realidad más próxima. Salta a la vista una diferencia entre ser
político y ser ciudadano, esto frente a los jóvenes, en cuanto a lo primero es claro que se deben
asumir procesos de decisión que involucren democracia e integración de valores propios del círculo
familiar, mientras que para lo segundo hay que tener un sentido de activismo en tanto la búsqueda y
creación de espacios de participación.
En una ciudad como Bogotá, en la que un joven está más cerca del centralismo que se hace del
poder de la nación, además, de ser un actor multicultural donde confluyen miradas y perspectivas
frente a la manera en que se va apropiando la ciudad. Aunque al no mostrar estas instituciones
gubernamentales una iniciativa clara por el interés por los jóvenes, éstos toman vías en las que se
convierten en una problemática para el sistema. Dentro de la ciudadanía juvenil se resalta el interés
existente por temas como cultura y medio ambiente, proyectando a los jóvenes siempre al futuro
siendo esta la diferencia más marcada con respecto a la ciudadanía adulta.

Por norma general, y en contra de lo que muchos creen, los jóvenes quieren promover la
democracia y, en especial, participar en ella. Pero ha aparecido una desconfianza con respecto a las
estructuras institucionales. Los jóvenes participan menos que en el pasado en las estructuras
tradicionales de la acción política y social (partidos y movimientos). Las organizaciones juveniles
también sufren esta situación y sienten la necesidad de renovarse. Esto no significa en ningún caso
que los/as jóvenes se desinteresen de la vida pública. La mayoría de ellos y ellas se declaran
dispuestos a participar y a influir en las decisiones que tome la sociedad, pero según fórmulas de
compromiso más individual y concreto, fuera de las estructuras y los mecanismos participativos del
pasado. Corresponde a las autoridades públicas cubrir la distancia que separa la voluntad de
expresión de los jóvenes y las modalidades y estructuras que nuestras sociedades ofrecen con este
fin, si no se quiere incrementar el déficit de ciudadanía, o incluso alentar la contestación.

Los jóvenes quieren ser una parte activa de la sociedad y se sienten afectados por las políticas
relacionadas con las diferentes facetas de sus condiciones de vida.

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