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La convivencia familiar no es sólo pasar un tiempo juntos y conversar cosas sin


importancia ni trascendencia, es en donde todos como integrantes de la familia
contamos a los otros que tal fue nuestro día o algún problema que tengamos.
En estos tiempos en que en las casas hay más de un televisor y aparte de eso ta mbién
existe computador en la pieza, se va perdiendo el compartir como familia. El trabajo y
las preocupaciones hacen que olvidemos la familia y nos preocupemos solamente de
nuestro vivir y de lo que a nosotros nos pasa.
³Creo que para todos es claro, o debería serlo, que el amor es un valor fundamental para
la familia. La familia es la escuela del amor, donde primero aprendemos a amar de
pequeños; y de este aprendizaje primario del amor muchas veces depende si, más
adelante en nuestra vida, nuestro amor es completo, íntegro, y enriquecedor. Si no hay
amor en la familia, ¿en dónde lo habrá?´
No basta con sólo decir te quiero, también se necesita una caricia, un beso, un abrazo,
algo físico que demuestre lo que decimos en palabras.
El que haya en la casa un tiempo para compartir como familia todos juntos es
importantísimo porque si los padres quieren saber qué es lo que hacen sus hijos o como
les ha ido deben conversar.
La convivencia familiar no es sólo pasar un tiempo juntos y conversar cosas sin
importancia ni trascendencia, al contrario es donde todos como integrantes de la familia
contamos a los otros que tal fue nuestro día en la escuela, puede ser también contar
¿cómo nos fue en el trabajo? o todas las cosas que pasaron en la casa e incluso hasta
algo más personal como ¿cuáles son nuestros temores o anhelos? eso es compartir,
darse un tiempo para interiorizarse en el otro.
El que pueda haber un tiempo para conversar en la familia logra un cambio, porque de
esa manera los hijos aprenderán con el ejemplo, todos los valores que se quieran
enseñar, además se van conociendo más y se va fortaleciendo la familia como núcleo
familiar y para que decir las relaciones familiares mejorarán notablemente.
Como familia cristiana, debemos tener siempre presente el encuentro con el Señor en la
oración personal y familiar, en la Eucaristía. Nos ayudarán a fortalecer el crecimiento en
la fe. Una fe vivenciada en el seno de una familia comprometida.
³Una familia saludable sería aquella que logra cimentar un entorno físico y de
relaciones del grupo familiar que favorezcan el desarrollo humano de sus miembros
individualmente, y que les permita alcanzar su óptimo potencial, de acuerdo a sus
expectativas y necesidades, tomando en cuenta su ser integral (físico, psíquico,
emocional y espiritual), en un ambiente acogedor, contenedor, protector y que
promueva la libertad´.
Yo no digo que sea fácil de un día para otro conversar y querer interiorizarse en el otro
si jamás se ha hecho, pero es mejor intentarlo que quedarse sin hacer nada, cruzados de
brazos. Si ponemos las ganas, la voluntad de querer hacerlo, se puede no es
IMPOSIBLE
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La convivencia en la familia es muy importante para el equilibrio y la salud de cada uno
de sus miembros. Es por ello que partir de una serie de consejos o normas para convivir
en familia, puede contribuir positivamente, a la convivencia familiar.
A continuación te detallamos una serie de normas, que puedes tener en cuenta para
aplicar en tu familia a fin de mejorar la convivencia familiar:
‡ Es bueno desarrollar y estimular la comunicación familiar, por medio de charlas
cotidianas entre sus miembros así como por medio de reuniones familiares.
‡ Planificar y organizar en base a la comunicación una forma de convivir, por
ejemplo, horarios de cada miembro de la familia para colaborar en tareas del hogar.
Horarios en que se deberían compartir actividades, horarios en que algún miembro esté
realizando alguna actividad que requiera silencio o que requiera de algún lugar
específico de la casa.
‡ Si bien se recomienda que haya acordado una serie de normas y pautas de
convivencia es bueno que también se respeten los gustos de cada uno en su espacio
propio, por ejemplo, los dormitorios.
‡ En el caso de dormitorios compartidos, quienes los habitan tendrían que acordar
pautas y normas propias de convivencia.
‡ En el caso de muchos miembros familiares y pocos baños es bueno establecer
horarios y tiempo de permanencia, para evitar problemas.
En la resolución de conflictos en la familia, los valores como la tolerancia, el respeto, el
diálogo, la creatividad para buscar soluciones y las actitudes no violentas, son
fundamentales para establecer una armoniosa convivencia.
Simplemente, es fundamental preguntar, ¿por qué? Y explicar nuestro por qué, para
conocer el punto de vista de la otra persona y para que ella conozca el nuestro. Existen
múltiples soluciones que pueden ayudar a resolver un conflicto; pero si las personas
sólo se dedican a defender su posición, sin ver más allá, éste se agrava o se estanca.
La clave para resolverlo está en la capacidad de crear nuevas alternativas de solución.
El aspecto familiar, quizá la responsabilidad más importante que tenemos en nuestras
manos.
Nuestra vida de familia es parte de nuestra vida personal, ambas confluyen y se
retroalimentan; si una está bien, la otra también y viceversa. No debemos olvidar que
nuestra vida personal y familiar es la mayor y mejor empresa del mundo. Sólo nosotros
podemos lograr que en vez de que vaya en decadencia sea una empresa exitosa, cuyos
dividendos y utilidades sólo se miden en felicidad y paz interior. Esto no quiere decir
que tengamos un cielo sin tempestades, ni caminos sin accidentes, ni trabajos sin
cansancio, ni decepciones, ni desafíos, ni incomprensiones, ni periodos de crisis. Ser
feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, es saber establecer prioridades en
nuestra vida.
En la vida familiar no sólo se aprende a ser feliz, sino a dejar de ser víctima de los
problemas y volverse un actor de la propia historia. Se aprende a agradecer a Dios cada
mañana por el milagro de la vida. A besar a los hijos y al cónyuge, a mimar a los padres
y a tener buenos amigos, aunque nos hieran. Se aprende a reconocer las equivocaciones
propias y a pedir perdón sinceramente. Se aprende a recomenzar siempre y a saber que
ser feliz no es tener una vida perfecta ni una familia perfecta. No somos perfectos, sino
perfectibles y es precisamente en nuestra vivienda familiar el lugar donde desarrollamos
generalmente nuestra vida familiar y personal y aprendemos a practicar virtudes, a
comprender, a disculpar, a mejorar como personas.
Existe una gran diferencia entre vivienda, vivienda familiar y hogar. Veamos:
El hogar es nuestro cobijo, es el nido donde hemos fundado un amor y una familia. El
hogar es nuestra defensa frente a la intemperie y la inclemencia del exterior; allí queda a
salvo nuestra vida privada. No se trata solamente de tener una vivienda, ni de que ésta
sea cada día más espaciosa, lujosa o confortable. Se trata de que sea un lugar cada vez
más propio e íntimo. Un lugar donde se pueda convivir en armonía.
El hogar no es sólo amor, también es colaboración, orden, disciplina, repetición de
hábitos, horarios, limpieza, etc. Crear un hogar es una tarea conjunta de mutua
colaboración entre los que lo comparten, es mantener una ilusión común. El amor
sostiene el hogar y el hogar sostiene el amor. Aunque también lo sostiene un adecuado y
conveniente presupuesto económico que garantice la cobertura de todas las necesidades
primarias de sus miembros.
El hogar es la prolongación de nosotros mismos, el lugar de nuestra libertad personal y
de nuestra seguridad porque allí no hay nada ni nadie contra quien defenderse. Es
nuestro espacio de inmunidad por excelencia. Allí somos aceptados y comprendidos,
allí no necesitamos fingir. Allí seremos atendidos cuando caigamos enfermos, seremos
ayudados cuando fracasemos, seremos perdonados cuando nos equivoquemos, seremos
festejados cuando tengamos logros.
Un hogar debe construirse sobre roca firme, debe sostenerse sobre la columna sólida del
amor conyugal de los esposos que han hecho una alianza de amor irrevocable.
Los esposos permanecerán siempre juntos, caminarán juntos sabiendo que sus hijos
volarán algún día de su nido para construir el suyo propio. Para eso han educado a sus
hijos, para que tengan alas propias, para que sean capaces de pensar por sí mismos, de
decidir por sí mismos, los han educado en la libertad y en la responsabilidad
En definitiva, es la armonía y el amor de los esposos la que se transmite y queda a los
hijos. Esa armonía y ese amor de la pareja no dependen de que cada uno esté lleno de
virtudes, sino de que se complementen mutuamente. Esa armonía consiste en avanzar
juntos, caminar juntos con unas diferencias equilibradas en las que se requiere el
conocimiento propio y del otro y, especialmente, en conocer y canalizar las propias
emociones.
El hogar es la primera escuela de educación en las virtudes tanto para los padres como
para los hijos. Allí se aprende a renunciar al egoísmo, a conocer nuestros propios
sentimientos, a hacernos cargo de las propias responsabilidades, a cultivar las relaciones
familiares que son las más íntimas relaciones interpersonales, a resolver pacíficamente
los conflictos, a forjar nuestro carácter y nuestra conducta. El hogar, la familia es el
³hábitat natural del hombre´ donde nace y crece como persona, donde aprende a ser
persona.
Es muy importante también, que los jóvenes que son el futuro, tengan optimismo en
fundar sus propios hogares y sus propias familias, no sólo porque tengan garantizado su
derecho a una vivienda familiar digna y a un trabajo estable, sino porque también crean
firmemente que es posible amar y comprometerse de manera permanente.


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