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Sanidad Interior - Liberación

Cerrando Pérdidas emocionales


Por Bernardo Stamateas

Todos hemos tenido pérdidas. Se calcula que los seres humanos podemos tener alrededor de
cuarenta pérdidas emocionales distintas: perder un amigo, un novio, una pareja, un divorcio, la
muerte de un hijo, mudarse, cambiar de colegio. Pérdidas de distintos niveles pero todas pérdidas
emocionales al fin.

Es interesante que a todos nos enseñaron a conquistar, ganar, lograr cosas, pero no nos enseñaron
qué tenemos que hacer cuando las perdemos, sean cosas o gente.

Nos enseñaron mal acerca de qué debemos hacer frente a una pérdida, algunos hábitos
equivocados que nos han enseñado nuestros papás o en nuestra casa, directa o indirecta,
consciente o inconscientemente sobre cómo hacer equivocadamente frente a las pérdidas afectivas.
Hábitos equivocados:

1. Reemplazarlas.

Leía acerca de un muchacho que de niño tenía un perrito y el perrito se murió. El niño empezó a
llorar, le dio una angustia impresionante, entonces los papás le dijeron: “no llores, te vamos a
comprar otro”.

Con esa respuesta hay dos mensajes acerca de las pérdidas que le enseñaron:

a) No llores: no expreses tu dolor, aguanta. Cuando el chico crece y se hace grande, empieza a
tragarse todo lo que signifique dolor, llanto, no lo expresa, porque de chiquito le mandaron el
mensaje: “no llores”.

b) Se puede reemplazar: un adolescente se había peleado con la novia, lo que le provocaba


dolor, entonces lloraba y lloraba. La mamá le dijo: “hay muchos peces en el océano”. O sea con
el deseo de ayudar el mensaje fue “se puede reemplazar”. Cuando crecemos pensamos que se
pueden reemplazar las pérdidas que tuvimos y buscamos hacerlo con qué: un hijo que se murió
con otro hijo, un novio que se fue con otro novio, o con la comida, o con la droga, o con el
alcohol, tratamos de reemplazar las pérdidas.

2. Sufrí solo.

Por ejemplo, cuando alguien llora en el colegio, lo sacan, lo llevan a un lugar para que esté con la
directora, “que esté solo”; porque el mensaje es “si vas a llorar o a expresar dolor tiene que ser
solo”; o “estás mal, anda a tu cuarto”. Cuánta gente conocemos a quienes se les murió alguien o
se perdió algo importante en la familia y nadie llora delante del otro, lloran a solas, porque el
mensaje es “si ríes, se van a reír contigo, pero si lloras, llorarás solo”. “Anda a tu cuarto, déjalo
solo”. Si alguien está muy mal y está llorando, el amigo qué dice: “Déjalo solo”. El mensaje es: “si
está sufriendo la manera de cerrar esa pérdida es estando solo”.
3 - El tiempo curará las heridas, ya se te va a pasar el dolor

Y el tiempo no cura nada. ¿Cuántos hemos tenido pérdidas importantes y sabemos que el tiempo
no cura nada? Se te puede pasar toda la vida, años y seguir con el corazón herido, porque al
corazón no lo cura el tiempo.

4 - Tienes que ser fuerte

“Sé fuerte, aguanta”. Y eres a la primera que le sale la úlcera; es la persona que frente a un duelo,
a una muerte, a una pérdida, dice: “No puedo aflojar porque si me quiebro esto se cae todo”. Y es
el primero que se enferma. Y cuando crece trata de serlo: se divorcia, pierde trabajos, se muda de
un lado a otro, pero tiene que demostrar que es fuerte, toda la procesión va por dentro porque le
enseñaron este hábito equivocado frente al dolor.

5 - Distraerte.

“Tienes que salir un poco más”, “Anda al cine, a la casa de tu suegra, a mirar una película”. La
distracción o estar ocupado nos distraen pero no nos sana las heridas. Entonces la persona se
vuelve adicta al trabajo, o a la distracción, al placer, a las salidas pero cuando llega la noche, pone
la cabeza en la almohada, se confronta con sus pérdidas y viene el dolor.

La mente usa lo que sabe. Yo uso lo que yo sé. Si a mí me enseñaron estas cosas voy a elegir
entre lo que sé. No puedo usar lo que no sé. Por eso aprender es importante porque aprender te
da nuevos recursos.

El dolor es la emoción más mal entendida de todas las emociones. No solamente hay hábitos
equivocados, sino que también hay frases que no sirven para nada. Por ejemplo:
“Dios se lo llevó”. Dios no se lleva a nadie porque Él nunca usa la muerte.
“Esta muerte o esta crisis, la mandó Dios para que tu fe se fortalezca”.

Más perverso todavía. “Está en el cielo”. Es que no lloras porque está en el cielo, sino que lloras
porque ya no está en la tierra. Hay gente que ha perdido hijos y les dijeron:
“Le iba a pasar algo peor y como Dios lo sabía, se lo llevó antes”. ¡Mentiras!

El dolor es único. Nunca trates que alguien entienda tu dolor porque el dolor es tuyo. Aun una
persona que ha perdido un hijo, o se ha divorciado, o se ha mudado o ha tenido cualquier pérdida,
nadie puede entenderla porque el dolor es exclusivo, de esa relación exclusiva y única que tenías
con la persona que se fue.

La gente puede tratar de comprender un poquitito lo que te está pasando pero nadie puede
entenderte, porque el dolor que tú sientes es único.

Las pérdidas generan una sensación de dolor única y a la pena hay que sacarla, hay que vaciarla,
hay que agotarla, no hay que explicarla, no hay que decirle nada a la pena, porque el dolor no
necesita nada sólo necesita que salga. Pero como nos sentimos impotentes frente al dolor
queremos decir algo, queremos opinar, queremos interpretar, y el dolor fue creado, es normal.
Al dolor no hay que taparlo, no hay que justificarlo, no hay que explicarlo, solamente escucharlo.

En una ocasión una persona, estando en una fiesta, recordó a un familiar que había perdido y se
puso muy mal, un amigo que estaba al lado, con el mejor buen corazón y a mejor de las
intenciones, le dijo: “No es nada, vamos piensa en otra cosa, diviértete”. Entonces empezó a llorar
desconsoladamente, se le acercó otro amigo, se sentó al lado y le preguntó qué le pasaba.
Empezó a contarle que estaba mal, a explicarle lo que había recordado y el dolor que le producía.
El muchacho escuchó a su amigo, lloró, habló y el amigo lo abrazó entonces esta persona le dijo:
”Gracias era esto lo que necesitaba”. Volvió a la fiesta y pudo distraerse.

El dolor necesita ser escuchado. Al dolor hay que agotarlo.

El dolor no es el problema, el problema son las emociones no sanadas.


Cuando tienes una pérdida, tienes dolor y no hay más nada que decir. El problema es cuando
quedó una relación inconclusa con la persona que se murió, o con el que te divorciaste (hablo de
pérdidas en general), una emoción no resuelta.

Por ejemplo:
• pensaste algo positivo de una persona y no se lo dijiste, eso es la relación inconclusa.
• Cuando la persona se muere o te separas y quedó algo que tendrías que haber dicho pero no
le dijiste, eso hace que la herida quede abierta.

Las heridas abiertas son los aspectos pendientes de las relaciones, es lo que NO
expresamos, es lo que nos quedó en la garganta, lo que NO dijimos, y tenemos que cerrar.

Hay gente que ha sufrido por un noviazgo que se rompió, por un divorcio, por una muerte, si miras
para atrás en tu vida vas a descubrir un montón de pérdidas y seguramente hubo dolor pero no
quieres hablar del dolor, sino de las situaciones que no quedaron resueltas. Palabras que no se
dijeron por mil motivos: por vergüenza, por discusiones, porque se murió, porque no pudimos,
porque no quisimos, eso no importa, eso que nos quedó atragantado, es lo que hace que la herida
esté abierta todavía.

¿Cómo podemos sanar pérdidas?

1. A través de la confesión.

Confesión es la acción de disculparse por lo que hiciste o dejaste de hacer. Mientras sigas
defendiendo el derecho de tener razón vas a tener un obstáculo para ser sano. Hay tanto poder en
la confesión, en decir: “hice esto malo”, “dije esto”, “no te visité en el hospital”, “me equivoque en
esto”, “no te di las gracias”, “quiero disculparme”.

Tal vez necesitas pedir disculpas, porque en ese divorcio que hubo, en esa pérdida, en esa
muerte te equivocaste, hiciste cosas de más, reaccionaste impulsivamente y piensas: “cómo me
hubiera gustado decírselo, necesito sacar eso, necesito pedir perdón, decírselo a alguien”.

Hace poco leí esta historia: “Cuando mi hijo John tenía ocho años, él y sus amigos jugaban al
béisbol en el jardín a la entrada de casa. John le enseñó a los niños a ponerse a un lado de las
casas para que no rompieran los cristales de las ventanas, en caso de que tiraran mal una bola.
Todo iba bien hasta que un día los niños se olvidaron de seguir este consejo. Col tiró una pelota
con tal fuerza que fue a romper una ventana grande en la casa del vecino. Al llegar a la casa,
John le pidió a Col que dijera la verdad sobre lo que había pasado. El chico explicó el accidente
como un niño pequeño de ocho años puede hacerlo. A mitad de la historia, el papá se dio cuenta
de cómo había dejado de escuchar a su hijo y estaba pensando cómo le castigaría. Preocupado
por sus pensamientos le pidió al hijo que interrumpieran la conversación por unos minutos y que
salieran a jugar.

Mirando el cielo el papá preguntó: Dios de dónde saqué la idea de creer que mi hijo, a quien
adoro, asocie el decirme la verdad con el ser castigado? En menos de un segundo el papá supo la
respuesta, la imagen de su papá apareció en su mente tan clara como un cristal. Se dio cuenta
que acababa de descubrir otro asunto emocional pendiente. Le escribió una carta: “Papá, estaba
escuchando a mi hijo a quien quiero más de lo que puede expresarse con palabras, es uno de los
nietos que no alcanzaste a conocer. Mientras me decía la verdad sobre algo que sucedió con una
ventana y una pelota, dejé de escucharlo y me empecé a preparar para castigarlo, me sentí muy
mal y he estado preguntándome qué pasó. Acabo de darme cuenta de algo, yo tenía su edad, y ya
había dejado de decirte la verdad, porque cada vez que te decía la verdad me castigabas, y lo
hacías duramente, me lastimabas. Papá, no quiero que mi hijo asocie el decir la verdad con recibir
castigos, debo romper el círculo que creaste al hacerme daño, debo perdonarte por haberme
castigado cada vez que decía la verdad. Te perdono para así poder tener la libertad de ser
diferente con mi hijo, te perdono para así poder ser libre de decir la verdad y ayudar a que mi hijo
haga lo mismo. Ahora tengo que irme, te quiero, adiós papá”.

Cuando confiesas la verdad, Dios nunca te va a lastimar, si confesamos nuestros errores Él


siempre nos perdona porque nunca asocia la verdad con la disciplina o con el castigo.

2. Perdonar
Es un acto poderoso. Perdonar es desatar a esa gente de tu vida. Perdonar no es darle la razón al
otro, no es justificarlo, no es olvidar, no es minimizar (“Bueno, está bien, no fue nada, me violaste
te perdono”. No!)

Perdonar es soltar un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú.

Perdonar es un acto que te hace cerrar la herida. Tal vez hay gente que se divorció, que se peleó
con otro y hay rencor en su vida.

En la época de Pablo, los cristianos de la iglesia de Corinto (1 Corinto 6) se metían abogados


contra abogados, y Pablo les dice: “Es vergonzoso lo que están haciendo –porque se peleaban
entre ellos- porque ustedes son hijos del rey y cómo van a buscar un incrédulo para que negocie
entre ustedes” E irónicamente Pablo les dice: “y ustedes van a juzgar a los ángeles, van a juzgar
la tierra? No debe ser así”. Porque cuando una persona se pelea con alguien de la misma iglesia
tiene que resolver en madurez, tiene que aprender a perdonar.

Nos cuesta perdonar porque lo que sentimos nos da poder, cuando estamos enojados nos
sentimos fuertes, la pelea te hace sentir poderoso. Pero perdonar es justamente liberar ese enojo,
porque perdonar es un acto, sólo los príncipes perdonan.

Tal vez tengas que perdonar a tu padre. Perdonar es un acto de grandeza que te enseña a
avanzar hacia el próximo nivel, no puedes avanzar a lo grande de Dios si hay gente en tu corazón
que no perdonaste.

Tenemos que aprender a perdonar porque en la vida siempre habrá gente que nos va a lastimar, o
que va a intentar lastimarnos u ofendernos. Porque todos ofendemos a los demás.

3. Declaraciones emocionales importantes

Algunos que tenemos que pedir perdón por cosas que hicimos mal o cosas que no hicimos que
nos hubiese gustado hacer.

Otros tenemos que perdonar a alguien. Hay quienes necesitamos hacer una declaración
emocional. Es una expresión de algo que quería decir y no lo dije. Por ejemplo: quería decirle a mi
papá que lo amaba, siempre quise decirle a mi mamá que estaba orgullosa de ella, pero se murió
y no se lo puede decir.

Cuando sueltes tu declaración y puedas expresar eso que te hubiese gustado decir, vas a cerrar
la pérdida. Y cuando cierras las pérdidas estás listo como Pedro para entrar en el libro de los
hechos y traer un gran avivamiento.

En este pasaje Atalia, la reina que estaba casada con un hombre malo, que se murió, y quedó
ella. Puso en su lugar a su hijo Ocozias, pero era más malo que su padre, y también lo mataron.
Tenía una hija que se llamaba Josabá, que era la candidata a ser reina, pero Atalia –su
madrastra- quería reinar, entonces mandó a matar a todo el mundo.

Josabá, la hijastra tomó al hijo de su hermano llamado Joas, un bebé, y lo escondió en el templo
del Señor porque Atalia estaba matando a todos.
A Josabá le correspondía ser reina, pero ella cedió su lugar, tomó a su sobrino y lo escondió en la
casa del Señor, lo crió, le enseñó la Palabra, y ese chiquito creció y fue el rey. Atalía fue muerta,
Joas reinó y dice la Biblia que Dios bendijo el reinado de ese niño.

Necesitamos aprender a tener iniciativa para lo bueno.

Ser rápido para lo bueno, rápido para perdonar, rápido para amar, rápido para resolver.
Escuchaba a Dante Gebel que contaba de un hombre que fue al jefe y le dijo: “quiero saber
porque yo gano el sueldo que gano y mi compañero gana el doble? AH!..Usted quiere saber por
qué? Bueno, vaya y cómpreme unas cincuenta manzanas para regalar una a cada empleado.
Entonces el hombre fue, buscó las manzanas y cuando llegó le dijo: “Mire fui a dos fruterías y no
hay manzanas”.

“Muy bien. Ahora vamos a llamar a su compañero que gana el doble que usted y va a aprender
por qué gana el doble”. Lo llama al otro y le dice: “Cómpreme cincuenta manzanas”.
El empleado fue buscó las fruterías, llegó y le dijo: “Jefe, no hay manzanas, pero averigüé que
podemos regalarles un kiwi a cada uno –que sale a la mitad de precio-, una mandarina y con los
veinte centavos que nos sobran podemos poner una florcita y una cartita y dárselo a cada uno”.
Entonces el jefe lo miró y le dijo: “Ve por qué gana el doble?”

Y Dante dijo algo poderoso: “A veces Dios te manda a buscar manzanas y sabe que no hay,
porque lo que quiere es que seas iniciador y tomes la iniciativa. Que busques y digas: “Señor esta
puerta está cerrada, pero acá hay otras más que podemos abrir juntos”.
Tienes que ser iniciador de lo bueno, moverte rápido para las cosas buenas.

Un hombre ateo se murió pero antes dijo: “yo le dejo mi finca al diablo y nada más”. Cuando los
jueces tomaron el testamento dijeron: “Cómo hacemos para dejarle el terreno al diablo” Y dijo: “Ya
sé como vamos a hacer, no hagamos nada, dejémoslo como está”.
Cuenta la historia que creció la maleza, los espinos y el juez dijo: “La única manera que el diablo
tome posesión de alguna cosa es no hacer nada con ella”.

Si quieres que el diablo tome posesión de tu vida, tranquilo, no hagas nada.

Me lastimaron Hace veinte años que te lastimaron, sé rápido para lo bueno. Debes de tener el
espíritu de diligencia, porque la mano del diligente gobernará.
La gente diligente es humilde. Si quieres ser grande tienes que servir.
Dice el rabino Harold Kushner:
“La vida es como una lata de café instantáneo. Cuando tienes la lata llena, tomas los granos y los
puedes repartir; pero cuando en la lata queda un poquito menos de la mitad, ya no repartes tan
fácil porque tienes poco. Así es la vida, se te fue la mitad y a algunos un poquito más. Cuando uno
es joven vive la vida loca y regala el tiempo, pero cuando el tiempo avanza y la lata se va
vaciando uno no tiene tanto para dar.”
Tienes que aprender a administrar tus días y vivirlos en paz”.
Aprende a cerrar todas las pérdidas. Aprende a pedir perdón si te equivocaste, a perdonar, porque
eso es de príncipe. Y si te quedó algo, una emoción que no pudiste expresar, sácalo.

Y cuando sientas algo bueno hacia tus hijos, hacia tu familia, sácalo. (Especialmente hablo a los
hombres que nos cuesta eso, sácalo; porque la lata se está bajando).

Salomón escribió Eclesiastés

La vida es como subir una escalera, el tema es cuando subes la escalera está apoyada en la
pared equivocada; y te das cuenta que gastaste años de tu vida para alcanzar la meta
equivocada.

Eso le pasó a Salomón. Un día puso la escalera en el placer, se dio todos los gustos, pero cuando
llegó arriba dijo: “Uy, me equivoqué de pared”.

Y la puso en la plata. Empezó a hacer mucha plata, y se equivocó, porque cuando alcanzó la plata
dijo “No, no”.
Hasta que al final en el libro de Eclesiastés dice: “Me di cuenta que el fin de la vida es éste, teme
a Dios, guarda sus mandamientos porque ese es el todo de la vida”. Y le dice a los jóvenes:
“acuérdate de los días de tu Creador”

Jesús le dijo a Pedro: “Pedro me amas, Pedro me amas, cuando eras joven hacías lo que querías,
pero cuando seas viejo te llevarán de un lado al otro”.
Pedro disfruta. Pedro aprovecha la próxima etapa de tu vida, cierra las pérdidas, libérate de los
rencores, vienen días buenos. No importa las maldiciones que haya.

Dice la Biblia que Josabá escondió a su sobrino, tenía un papá malo, pero ella fue de buen
corazón. No importa la herencia que hayas tenido, todo se puede romper en el nombre del Señor.
Tienes que aprender a tomar a tu Joas.

Joas es tu sueño, hay quienes lo quieren matar y es porque tu sueño va a reinar, va a bendecir a
muchos, va a hacer que muchos conozcan a Cristo. Por eso buscan matar tu sueño. Josabá dijo:
“Mi sueño y yo somos lo mismo, entonces tomó a su sobrino y lo escondió en el templo”. Atalía
mató a todos menos a Joas.

El enemigo nunca puede matar lo que se esconde en la presencia de Dios.


Nunca el diablo puede tocarte si estás escondido con Cristo y Cristo vive en tí. Puede matar todo
a tu alrededor pero ella lo escondió en el templo, porque el diablo anda como león rugiente pero
no en el templo.

El templo es la presencia, es la conexión con Dios. Yo soy el templo. El templo no es el edificio


sino los que estamos son El.

El marido de Josabá era un sacerdote, lo cuidó y le enseñaron la Palabra y a los siete años Atalia
murió, siete años, un niño.
Lo que es chico en Dios alcanza para destruir los gobiernos de maldad de este sistema.
No necesitamos tener cosas grandes en Dios sino cuidar lo que nos dio.
Cuida la herencia que Dios te dio. Aprende a cuidar, llevarlos al templo, llenarlos de palabra.
Josabá tenías las cosas sanadas y le enseñó las cosas de Dios a Joas.

Hay gente que cuando se encuentra con otra habla de resentimiento, pero hay gente grande en el
reino que cuando se encuentran con otro les trasmite paz divina.

El Señor va a cerrar todas las pérdidas (heridas) que no están cerradas. Todo será roto, en el
nombre del Señor.
Algunos tendremos que confesar errores, otros tendremos que perdonar, y otros tendremos que
declarar emociones que no fueron dichas, pero tienes que ser libre, cerrar tu pasado.

Pedro me amas? Vine a restaurarte, no vine a condenarte. Vine a bendecirte. Vine a buscarte. No
te voy a dejar vendiendo peces porque te dije que serías pescador mío. No te voy a dejar metido
en tu dolor Pedro; sé que te has atormentado porque me maldijiste, porque me negaste, porque
en el momento que yo más te necesitaba no me defendiste, pero no vine a reprocharte nada.

-Pedro me amas?

-Sí Señor te amo.

-Pedro me amas?

-Señor tu sabes que te amo.

-Pedro me amas?

-Señor te amo, te quiero.

-Sírveme.

Adora al Señor! A ese que viene a buscarnos, a ese que es el papá bueno, a ese que entiende el
dolor, a ese que sana. Vamos a meternos en su templo.

Hay gente que tiene que hacer las paces con el Señor; El no te mandó la muerte, El no te mandó
la enfermedad; El estuvo a tu lado.

La maldad es parte de este sistema caído pero un día la muerte y la enfermedad serán echadas
con Satanás al infierno, y esa es la esperanza que tenemos.

Mientras tanto caminamos en un mundo caído, perverso y podrido, pero sabemos que El está con
nosotros.

Yo sé Pedro que no me quisiste negar, sé que no te quisiste enojar conmigo, por eso vine a
decirte que me expreses tu amor.

Haz las paces con El, suelta todo enojo hacia El, porque El es bueno; es el Dios de toda
Consolación, es el Rey de la Gloria, es el Principio y el Fin.

Dile: ¡Te amo más que a mi vida Señor!

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