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SOBRE CAMINOS, SACRALIDADES Y POESÍA

Un caminar de Teopoética en Colombia

“Me quité la túnica.


¿tendré que ponérmela otra vez?
Me lavé los pies.
¿Cómo voy a volver a ensuciármelos?
Mi amado metió la mano
por la cerradura de la puerta;
¡cómo se me estremeció el corazón!
Me levanté para abrir a mi amado,
y mis manos destilaron mirra,
corrió mirra de mis dedos
sobre el pestillo de la cerradura.
Abrí a mi amado,
pero mi amado se había ido de largo.
¡ se me fue el alma tras de él!
Lo busqué y no le hallé,
lo llamé y no me respondió”
(Ct. 5,3-6)

El Cantar de los Cantares, hermosa obra poética, nos lleva a la estancia de la doncella.
Su intimidad sagrada, simbolizada por la desnudez y la limpieza de los pies, es
interrumpida por el amado que llega, es llamada y requerida de nuevo hacia lo que
ocurre afuera, detrás de la puerta. La promesa el reencuentro amoroso, insta a la
joven enamorada a ponerse en movimiento, a romper su quietud, y a transformarse en
una mujer nueva, ella se convierte en un derroche de creatividad: sus manos destilan
mirra que se derrama en la cerradura, mientras abre la puerta. Mas el encuentro no se
da, el encuentro se convierte en una eterna búsqueda, en un eterno llamado, que
mantendrá en movimiento a esta joven mujer.

En estos tiempos de crisis tan profundas, de dolores tan continuos, de violencias y


guerras que no cesan, de amaneceres que no terminan de despuntar en el horizonte,
quejas que se asoman detrás de la puerta y por entre las rendijas de nuestras casas,
hay quien apura los ojos y el corazón, hay quien se pone de nuevo la túnica, vuelve a
ensuciar sus pies y permite que de sus manos destile mirra para abrir la puerta a los
anhelos del mundo, y permitir que su corazón se estremezca para adivinar futuros y
acariciar esperanzas. Sólo es posible abrir puertas cuando el corazón se estremece y
las manos se transforman en fuentes abundantes de bálsamo que acaricie y suavice,
las viejas y anquilosadas cerraduras de la historia.
Nosotros, poetas y poetisas, labradores de la palabra, escultores y escultoras del
verso, como la joven enamorada, permitimos que el llamado del universo penetre las
rendijas de nuestra intimidad y nos atrevemos a abrir la puerta, aun cuando el
encuentro que anhelamos parezca dilatarse. Nos arriesgamos a buscar nuevos
asideros para nuestro caminar, nuevas raíces donde afincarnos a la tierra, para
afirmar identidades, nuevos motivos para llamar, aunque no siempre obtengamos
respuestas y construir fraternidades y sororidades que pujen por nuevos y más
cálidos amaneceres.

No somos los primeros. Esta historia comenzó en tiempos ancestrales, en las


conversaciones de los abuelos y las abuelas; ellas canturreaban al lado del fogón y
ellos memorizaban e inventaban dichos que contaban a los hijos y a los nietos. Muchos
de ellos y ellas, tomaron el pincel y la pluma o danzaron al son de los instrumentos
tradicionales y mediante los símbolos cotidianos, contaron sus historias, lloraron sus
desdichas, celebraron sus alegrías y expresaron sus credos.

Ese antiguo caminar cobró vida en los pasos de un grupo de hombres y mujeres,
artistas, teólogos y teólogas, educadores, animadores de comunidades. Gente de a pie,
negra, urbana y campesina, joven, adulta, niña, convocados por la aventura de
poetizar la vida.

Corría el mes de octubre de del año 2004 cuando un grupo de poetas se juntó en el
primer Encuentro Nacional de Teopoética, convocado por el equipo de Teología
Popular de Dimensión Educativa. La Maloka de la Fundación Semillas de Maíz, bajo el
frío mágico de la ciudad de Popayán acogió a 7 tejedores del quehacer teopoético,
provenientes de diversos lugares de la geografía colombiana: Luz Dary Espinoza
(Tumaco), María Helena Céspedes (Bogotá), Judith Bautista Fajardo (Bogotá), Jorge
Salas (Carmen de Bolívar), Warner Benítez (Medellín), Tomás Contreras (Venezuela)
Jafeth Gómez, Edgar Muñoz y Johana Martínez (Popayán). Desde la distancia vibraron
con nosotros Fernando Torres (Bogotá), Carmiña Navia (Cali), Jair Velazco (Calcará),
Angélica Bonilla (San Vicente del Caguán).

Buscábamos desentrañar el sentido de nuestro quehacer como petas y escritores,


compartir el caminar de la Teopoética, inmersa en una realidad agobiante, urgida de
resistencias y esperanzas para vislumbrar caminos, aventurar propuestas de vida
desde una Teología Artística.

Fue un espacio sagrado porque la palabra es sagrada, porque esta tierra es sagrada,
porque nuestros cuerpos son sagrados, porque venimos de experiencias sagradas y
traemos con nosotros y nosotras experiencias cargadas de sacralidad.

Este primer encuentro marcó un derrotero que año tras año fue acunando nuevas
experiencias y caminos, nuevos colores y versos, nuevos encuentros, recitales,
conciertos, mingas, escuelas juveniles y barriales de teoartística. Aquí, pequeños
trozos, atisbos, ejercicios poéticos que dan cuenta del camino, de la madurez lograda y
de los nuevos verdores que se asoman a la cosecha.
Acercándonos a la Teopoética

Se habla muy poco y desde hace muy poco tiempo de Teopoética. Se ha utilizado el
término para referirse a una expresión teológica poética. Estamos pasando del Teó-
logos al Teo-arte. ¿Qué significa esto? Estamos pasando del discurso como única
mediación de la teología al reconocimiento de los múltiples lenguajes a través de los
cuales se puede hacer y efectivamente se ha hecho durante siglos, teología.

Teología, es una palabra proveniente del griego cuyo significado es conocido


comúnmente como tratado acerca de Dios. De modo más simple, podemos decir que
la teología en su sentido más puro es una “Palabra (logos), acerca de Dios (Teo)”. Y
ahondando en el sentido originario del logos, tal como aparece en las escrituras,
Logos no solo es palabra, es acción acompañada de la palabra: de este modo teología,
más que solo un ejercicio discursivo y argumentativo, sería una práctica
fundamentada y coherente acerca de Dios.

Así las cosas cada creyente de cualquier credo o experiencia religiosa o espiritual
estaría llamado a hacer de su vida una teología, un accionar coherente con su fe y
fundamentado con su Palabra y esa palabra en si será una palabra honda, llena de
sentido, poética.

Teopoética refiere entonces a la intensión de vivir una práctica poética,


fundamentada y coherente con nuestra experiencia de Dios: llenar de belleza, bondad
y verdad cada acto de la vida. Hacer del don poético un espacio de creación y
recreación de la vida, de la historia, de las vicisitudes de la existencia en toda su
riqueza y profundidad. La Teopoética y la teoartística invitan a poner rima, verso,
movimiento, música y color a la experiencia de lo sagrado; desafían a sacar la teología
del blanco y negro de las tipografías y resucitar los colores y las sombras del arte
sagrado, la vitalidad de las danzas sagradas de los pueblos, la hondura de los relatos
míticos de todas las tradiciones espirituales, la fuerza del lenguaje artístico y poético
para reconstruir sentidos, despertar ilusiones, otear futuros y abrir caminos para las
nuevas generaciones de nuestro necesitado y convulsionado universo.

Hacer teo-poesía tiene que ver con el uso responsable y cuidadoso del lenguaje como
herramienta de salvación u opresión, de humanización o deshumanización, de engaño
desvelamiento de verdades. Hacer Teo-poesía es hacerse cargo de la propia palabra,
del rescate de la sacralidad que habita en la Palabra como expresión y medio de
dialogo y encuentro.

Hacer teopoesía es también hacerse cargo del silencio, reivindicar el silencio como
espacio de acunamiento, abrigo y transformación, templo de la creatividad y de la
autonomía; liberarlo del secuestro de los miedos, las manipulaciones y las
complicidades que oprimen y arrebatan la fuerza creativa del silencio, donde nace la
propia palabra, única, libre y redentora.
¿Por dónde transita la Teopoética?

La teopoética atraviesa la vida de mujeres y hombres que han sido tocad@s por una
experiencia sagrada. Por eso transita por la vida de las mujeres, de los dolores de los
pueblos. Hay tierra en las uñas de quien escribe desde la realidad campesina y desde
las oscuras esquinas de las grandes urbes. Hay fuego en la pluma de quien presta su
palabra a los anhelos y las luchas de los pueblos ignorados, de los grupos exiliados y
marginados.

Aquí, el arte pasa la frontera de lo personal y acuna la fuerza de lo colectivo. La


Teopoética transita así, por caminos nuevos, por senderos de esperanza y solidaridad,
por experiencias comunitarias y búsquedas colectivas, por el esfuerzo sincero de ser
portavoz de la vida nueva que nace de las marginalidades del mundo. Aquí los
lenguajes son incluyentes, simbólicos, a veces descarnados porque descarnadas son
las realidades que vivimos y atestiguamos.

Al mismo tiempo desde este caminar, la teopoesía es una invitación a dialogar con la
historia, a abrir nuestras miradas a los grandes cambios de época, de paradigmas: allí
el arte se hace presente, para manifestarse y decir su palabra. El nuevo mundo exige
mantener un espacio abierto, donde las experiencias populares, la vida de mujeres, de
jóvenes, de niños y niñas del campo y la ciudad, puedan expresarse y asumir su propio
protagonismo en el devenir de los tiempos.

Los porqués de la Teopoética

La Teopoética nace de motivos profundos, vitales como zarzas ardientes que acunan y
gestan el verso, la palabra poética, la profecía artística.

Algunos pudimos escuchar de la desgarrada y honda voz de Nacha Guevara “Por qué
cantamos”, poema de Mario Benedetti, musicalizado por Alberto Fevero. Es una buena
oportunidad para recordar este sentido y profundo manifiesto, nacido en el exilio de
tantas hermanas y hermanos durante las dictaduras del cono sur.

Por qué cantamos


M. Benedetti y A. Favero

Si cada hora vino con su muerte,


si el tiempo era una cueva de ladrones,
los aires ya no son tan buenos aires,
la vida nada más que un blanco móvil
y usted preguntará por qué cantamos...
Si los nuestros quedaron sin abrazo,
la patria casi muerta de tristeza,
y el corazón del hombre se hizo añicos
antes de que estallara la vergüenza
usted preguntará por qué cantamos...

Cantamos porque el río está sonando,


y cuando el río suena suena el río.
Cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.

Cantamos porque llueve sobre el surco


y somos militantes de la vida
y porque no podemos, ni queremos
dejar que la canción se haga cenizas.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto, ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.
Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo, en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta...

"Canciones del desexilio", 1983

Poetizamos por los dolores y las voces de nuestros pueblos, por nuestros propios
duelos y fatigas de hombres, de mujeres, de jóvenes, de niños y niñas, de indígenas,
campesinos o negr@s. Poetizamos por indignación de esta larga noche y la esperanza
en que aún veremos otros amaneceres donde cada quien tenga su lugar y su dignidad.

Poetizamos porque se precisa un acto poético de denuncia en medio de la muerte, la


guerra y el desplazamiento, del descalabro ecológico y ambiental, del desgaste de las
ideologías, de las religiones y las instituciones, una palabra que rompa el silencio y
acune la fuerza de la vida.

Poetizamos porque nuestros ancestros atraían la bendición de Dios con cánticos y


danzas, y creemos con ellos que un verso, una palabra precisa en el momento justo,
puede atraer a esta era incierta la luz, la risa, la ilusión y la esperanza, puede traer a
un corazón el brillo del amor y a una conciencia la luz de la verdad y del
discernimiento.

Poetizamos porque es una forma de encontrarnos, con tantos hermanos y hermanas


colombianas y latinoamericanas, de expandirnos hasta estrechar otras manos, hasta
encontrar otros ojos y vincularnos, hasta sentir en este encuentro el aliento de lo
sagrado.

Poetizamos por que el sol y la tierra, aguardan por hombres y mujeres nuevos, y
creemos en el ímpetu de la palabra poética para el crecimiento de esta nueva
humanidad, porque el arte y la poesía contienen en si la fuerza que enciende el
corazón, enlaza mundos, abre derroteros inéditos y convoca nuevos amaneceres.

De los contextos de la teopoética

La teopoesía nace y se desarrolla en lugares concretos, con seres concretos de carne y


hueso, con nombre propio, con faenas y luchas, con sudores y esfuerzos, con
frustraciones y anhelos. Por eso en ella vemos retratada la experiencia de las casas, de
los barrios, de los dolores de las ciudades, de los desplazamientos y de las vidas que
se apagan. La ciudad se deja ver con sus sueños y búsquedas, con sus utopías y sus
anhelos, con sus calles atiborradas de preguntas y las esquinas que guardan la
memoria de los jóvenes, las mujeres, los hombres, los ancianos y los niños que las
habitan.

La teopoesía también expresa la dolorosa situación de los campesinos e indígenas, de


las violencias y las guerras que les arrebata la vida y les expulsa de sus tierras,
confinándoles a los márgenes de las ciudades; nos habla también de la situación de las
mujeres campesinas y los dolores que cargan a cuestas.

Las mingas familiares y comunitarias, las jornadas de resistencia y de proyectos para


amacizar la vida, también encuentran eco en la Teopoética; en el esfuerzo por
recuperar el valor de lo sagrado, de lo ecuménico, de la comunión con la naturaleza y
el cosmos, con la recuperación de las sabidurías milenarias, la necesidad de cuidar la
vida y la urgencia de encontrar equilibrios en la diversidad.

La Teopoética deja entrar en sus territorios, las búsquedas de identidad de mujeres y


hombres, de grupos excluidos y marginados, las búsquedas espirituales y el
afianzamiento de utopías, caminos colectivos que implican redefinir la identidad de
género.

Por último, la teopoesía se mantiene viva en medio de la complejísima situación


política de nuestra patria, en donde se pasa de la euforia del fútbol a terribles
masacres, de las tradiciones religiosas más fuertes y conservadoras al aniquilamiento
permanente de la vida. Es acunada por las plumas de hombres y mujeres que aún
sienten arder en su corazón la esperanza, por las manos y los sueños de niñ@s y
jóvenes, de mujeres, de personas negras y campesinas que saben cada día elevar un
nuevo canto a la Vida.

De las teología en la Teopoética

La teopoesía busca a Dios, se pregunta por lo divino y lo interpela. Busca entrar en


dialogo con la vida y desde ella alza su mirada y pregunta por el sentido en medio de
los sin sentidos, por la luz en medio de la oscuridad. La poesía es teopoesía cuando
desde la hondura de su ser busca comprender la danza de lo humano y lo divino,
construyendo así una comprensión del ser de Dios en medio nuestro, una identidad de
fe, comprometida con la vida.

Así, al echar una mirada a los elementos teológicos presentes en esta teopoesía, se
vislumbran rasgos que por supuesto tienen que ver con los contextos y con las
experiencias vitales de quienes escriben.

Subyacen, pues, diversas expresiones teológicas:

 Una teología femenina, que redimensiona la identidad y la dignidad de la mujer en


la historia, en la iglesia, en los procesos sociales. Que descubre y celebra el rostro
femenino de Dios, las memorias ancestrales de la divinidad de lo femenino, que
gesta, nutre y cuida la vida.

 Una teología urbana, que se reconoce presente y viva en medio de las múltiples
realidades y retos que plantean al evangelio, las grandes urbes y las pequeñas
ciudades. Una experiencia teologal que encuentra a Dios en la calle, en el bus, en
los rostros de los trabajadores, en los sueños de una ciudad samaritana.

 Una teología campesina, marcada por la experiencia de la tierra, la defensa de la


vida, el respeto por la biodiversidad el valor de la comunidad y la solidaridad.

 Una Eco-teología, una teología cósmica, que se reconoce perteneciente al universo,


y urge al reconocimiento de la tierra y la naturaleza como un don que hay que
respetar y conservar.

 Una teología de la alteridad, de lo ecuménico, del reconocimiento y el


hermanamiento con otros caminos espirituales. Una teología de la diversidad, de lo
pluricultural.

 Una teología testimonial y martirial, que se entiende a sí misma como una postura
profética y de denuncia, por tanto, en conflicto con el antireino. Una teología que
reconoce la acción de Dios en la vida y el testimonio concreto de hombres y
mujeres, amigos y amigas, madres, esposas, hijas y hermanas.
 Una teología de la minga, que reconoce el rostro de Dios en la acción colectiva de
los pueblos, en la memoria de los ancestros, en las manos que se juntan y los pies
que caminan hermanados.

 Una teología utópica, como la teología del pueblo de Israel en el desierto, que cree
y le apuesta a la irrupción de lo nuevo. Una teología de la resistencia y la
esperanza, que nos permite discernir por dónde va la sabiduría y por donde la
barbarie.

 Una teología política, contextual, que tiene una postura de fe comprometida, que
reconoce los conflictos y dolores del país, y asume la alternativa de lo colectivo, lo
comunitario como espacios de construcción de lo nuevo.

 Una teología plural, que reconoce el rostro de Dios plural, abierto a la diferencia,
que visibiliza a las y los sujetos específicos, con sus identidades étnicas,
generacionales y de género, una teología incluyente que permite oír la voz de los
silenciados de estos tiempos, los homosexuales, las lesbianas, los enfermos de sida
y los encarcelados.

 Una teología de lo pequeño, de la semilla que crece, de la levadura que en el


silencio fermenta la masa, en la apuesta por los procesos pequeños y cotidianos,
por la verdad, la ternura, la comunión.

 Y una teología abierta y a la escucha, que reconoce y se dispone al dialogo con las
múltiples y diferentes teologías que van asomando al amplio horizonte de la
experiencia del Dios de la Vida, en nuestro mundo.

Y así sucedió en el camino…

Así han transcurrido, varios años de minga, magia y poesía. La Maloca, nuestro hogar
y nuestro templo; la Palabra nuestro Rito y nuestro Sacramento, de esa Vida Mayor
que nos acuna. Amigos y amigas, pedagogos de la Palabra, ecologistas, recolectores de
semillas, artesanos y artesanas, trabajadores de la paz y los derechos humanos, poetas
todos y todas de la vida, pudimos cada año hacer común la luna, la noche, el verso, la
canción, el vino y el abrazo.

Otras ciudades y espacios fueron abriendo sus casas para nuestro encuentro anual:
Cali, Bogotá, Armenia, Medellín, Caracas fueron testigos cada año de los espacios de
Minga y encuentro, de búsqueda y de abrazo poético que aún nos retan y nos
impulsan a continuar el camino. Las calles de Villa Javier, Santo Domingo, Britalia,
Nemocón se abrieron a las escuelas juveniles de teoartística, convocándonos a nuevas
formas de hacer escuela y nuevas formas de hacer arte.

Al final de cada encuentro, regresa el movimiento de los morrales y las mochilas, el ir


y venir de los abrazos, el intercambio de regalos y recuerdos, de las semillas de
Quinua y de Maíz, y la promesa sellada con los rostros sonrientes a la hora de la
despedida: “Nos vemos el año que viene en el encuentro nacional de teoartistica”.

Aquí algunos hitos que marcan el derrotero de 20 años de caminar teoartístico en


Colombia.

1985: Dimensión Educativa y el CINEP organizan el Encuentro Nacional de


Compositores de Comunidades Cristianas de Base (Bogotá, marzo de 1985)

1987: El grupo juvenil “Ritmo y Semilla” de la parroquia de Villa Javier (Bogotá)


dirigido por Alfonso Franco componen y difunden la Misa Colombiana “Caminando
Juntos”.

1988: Encuentro de las vertientes artísticas de la teología popular convocado por


Dimensión Educativa. Expresiones de música, teatro, pintura y danza. Ver revista
Práctica N°. 9 (1989)

1989-1990: Tres encuentros del movimiento de artistas populares cristianos


convocado por las CEBs y por Florian Arnold (Popayán, Armenia, Tocaima)

1992: Kairós colombiano “En el camino de Emaús”. Coplas de Raúl Echeverri y diseños
de Alberto Puentes (4 tarjetas). A partir de 1993 Dimensión Educativa da inicio al
boletín “Kairós Colombia”, espacio para compartir y difundir la producción teológica
en poemas, oraciones, diseños, cantos.

1992: Colectivo “Tanta” produce el cancionero “En la mesa de la vida” con canciones
elaboradas en el encuentro de Vertiente Artística de la Teología Popular (1988) y en
los talleres de producción musical de 1991 (Bogotá y Choachí).

En 1995 Jafeth Gómez da inicio al proyecto IKONA, taller de teología y arte en


Popayán.

En 1999 se realiza la primera semana teológica ecuménica, espacio donde se re-


encuentran las y los artistas cristianos populares, nace la mesa de arte profético en
Bogotá.

Frutos recientes:

Desde el año 2004 año en que se realiza el primer encuentro de teopoética en la


Fundación Semillas de Maíz (Popayán) convocado por el proyecto de teología popular
de Dimensión Educativa, algunos espacios de teopoética y teoartística
Durante los años 2005 a 2010. Se realiza cada año el encuentro nacional de
teoartística y teopoética, con al participación de artistas jóvenes y la construcción de
las escuelas juveniles de teoartística en diferentes regiones del país.

Se desarrolla una lectura Bíblica en perspectiva teoartística cuya propuesta se


comparte en cursos de metodologías bíblicas desde al arte en Bogotá, Medellín,
Cartagena, Armenia, Bucaramanga, Quito y Lima.

Estos años de caminada ven florecer una rica expresión de producciones teopoéticas:

Judith Bautista Fajardo entre 1993 y 2000 colabora como compositora en


producciones colectivas como “Con toda la gente”, cantos para la Iglesia Joven de
América Latina”, 1993, “Celebremos en el Espíritu” Misa de Pentecostés, 1998, “Las 7
Palabras de Jesús en la cruz” canciones y reflexiones para la semana santa, 2000. En
el año 2002 publica su poemario “Como espada de dos filos”, obra finalista en el XXI
PREMIO MUNDIAL FERNANDO RIELO DE POESIA MÍSTICA, fallado en Roma en
Diciembre del 2001, y en el 2003 produce el recital poético “Como espada de dos
filos”. En el 2005 produce su misa “Mesa de Fraternidad” cantos para la celebración
eucarística en ritmos colombianos y latinoamericanos. Y en el año 2009 lanza su
producción “Desacostúmbrame”. Canciones y poemas para apoyar el proceso de fe y
crecimiento humano personal y comunitario.

Jorge Salas Fuentes publica sus libros: “Aprendiz de soñador” en el 2004,


“Ausencias y encuentros” en el 2007 y “Desde un rincón de mi alma” en el 2007.

María Helena Céspedes Siabato publica en el año 2008 su poemario “Otras Palabras”.

Entre los años 2009 y 2011la Red de Teoartística comienza la colección “Teopoética”:
“Un pasajero sin equipaje” de Marcelo Torres Cruz, “…Y la escuela se hizo poesía”
de Jorge Salas Fuentes, “Yo Soy Pueblo” de Marina Valencia Castaño, “Oleajes de
piel y verde barcaza del tiempo” de Warner Benítez David y “Palabras para el
Encuentro”, antología en la que participan 20 poetas. 9 Mujeres, 11 hombres, de
diferentes edades y procedencias, diversas experiencias vitales y espirituales, unidos
por una experiencia común, el valor sagrado de la vida, el valor sagrado de la Palabra.

Judith Bautista Fajardo


Poeta y Cantautora
Fundadora e integrante de la Red Teoartística
Kairós Educativo - KairEd.

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