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CAPITULO VI
ELEMENTOS DEL CONCEPTO DE DELITO
Como ya sabemos, el delito es una entidad que admite diferentes enfoques, según
la perspectiva disciplinaria desde la cual se lo estudie. Entre tales enfoques, el derecho
penal se ocupa del delito desde una punto de vista estrictamente jurídico o normativo, es
decir, lo estudia a partir de la forma en que éste aparece concebido y regulado en el
ordenamiento positivo, tomando como base, fundamentalmente, el material preceptivo que
en torno a él ofrecen la Constitución y el Código Penal. Cabe, en consecuencia, hablar de
un concepto "dogmático" de delito, que es el que logra estructurar el derecho penal a partir
de una sistematización esas normas
1. La conducta
Es el elemento substancial del delito, porque éste es, en esencia, una conducta
humana. Dicho elemento, como ya lo hemos estudiado, se expresa en las hipótesis
delictivas a través de un verbo, el cual puede denotar tanto una actuación positiva, es decir,
una acción; como un comportamiento de inactividad, es decir, una omisión. Acción y
omisión son, entonces, las dos formas que puede asumir la conducta en tanto que elemento
substancial del delito.
2. La tipicidad
ocurre en el mundo real. Cada tipo contiene no sólo la descripción de una conducta, sino
que formula un conjunto de exigencia anexas, algunas de índole subjetiva y otras de índole
objetiva: las primeras relacionadas con hechos que ocurren en la mente del delincuente; las
segundas relacionadas con hechos que ocurren en el mundo que circunda al delincuente.
Por tal motivo, para que se dé el elemento tipicidad no basta con que aquél haya ejecutado
la conducta mencionada en la hipótesis respectiva, sino que se precisa, además, que
concurran todos los elementos objetivos y subjetivos que cada tipo contempla.
3. La antijuridicidad
4. La culpabilidad
Sobre la base de estos cuatro elementos, el delito puede definirse como una
conducta típica, antijurídica y culpable; o, para ser más exactos, como una conducta típica
y antijurídica, culpablemente ejecutada.
Para que el delito se configure, es decir, para que exista en un plano concreto y
para que produzca consecuencias jurídicas, es necesario que se den los cuatro elementos
que ya conocemos. Puede suceder, sin embargo, que en un caso concreto falte alguno de
ellos, y en tal evento, como es obvio, no se produce la configuración del delito. El Código
Penal denomina circunstancias eximentes de responsabilidad a los hechos o situaciones
cuya concurrencia determina la eliminación de alguno de los elementos del delito y, como
consecuencia, que éste en definitiva no se configure. Hay, por tanto, eximentes que
excluyen la conducta; eximentes que excluyen la tipicidad; eximentes que excluyen la
antijuridicidad y eximentes que exluyen la culpabilidad.
Los elementos del delito, sin embargo, tienen un carácter secuencial, de modo que
el examen acerca de si concurren en un caso de concreto ha de ser efectuado siguiendo el
mismo orden en que aquí los hemos referido: conducta, tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad. Así, por ejemplo, si determinamos que concurre una eximente que elimina la
antijuridicidad, estaremos liberados de indagar si da o no la culpabilidad.
Con todo, a pesar de que el efecto común de las eximentes es siempre el mismo
(impedir que el delito se configure), siempre es importante determinar cuál es el primer
elemento, dentro de aquella secuencia, que resulta excluido. Porque, hay otros efectos
(más específicos que aquél) que serán distintos según si el delito resulta excluido por falta
de tipicidad, de antijuridicidad o de culpabilidad.
El artículo 1º del Código Penal define el delito como una acción u omisión
voluntaria penada por la ley. En general se sostiene que existe una concordancia entre los
elementos que expresa esta definición y aquellos que integran el concepto dogmático de
delito.
El primer elemento del delito -la conducta- aparece, desde luego señalado a través
de las expresiones "acción u omisión", que son las dos modalidades que puede revestir el
comportamiento humano que sirve de base al delito.
denota es la idea de contrariedad con el ordenamiento jurídico, lo cual depende, por una
parte, de que el hecho concuerde con alguna de las descripciones abstractas que formula la
ley, y, por otra, de que no exista una norma que autorice la realización de la conducta
respectiva.
Por su parte, el artículo 10 del Código Penal, que contempla las eximentes de
responsabilidad, constituye también un reconocimiento legislativo de las nociones de
antijuridicidad y culpabilidad, porque en la medida en que señala que bajo determinados
supuestos queda exento de pena quien incurre en comportamientos lícitos o inculpables,
implícitamente reconoce que la antijuridicidad (o ilicitud) y la culpabilidad son elementos
necesarios para que se configure el delito.
La expresión “teoría del delito” suele ser utilizada en dos sentidos diversos.
Dicho sistema incluye en primer término, los elementos del delito (conducta,
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad) y los diversos factores que integran cada uno de
esos elementos. Pero, incluye además, otras materias que están en estricta relación con
aquellos elementos, como el tema de las etapas de desarrollo del delito (delito consumado,
delito frustrado, tentativa, actos preparatorios) y el tema de la autoría y participación, es
decir, el tema de las distintas formas en que una persona puede intervenir en un delito.
Por este motivo, frente a un sistema (o teoría) del delito fundado en unos mismos
elementos (conducta, tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad), cabe hablar de diversas
concepciones o teorías del delito (como, por ejemplo, la teoría causalista o la teoría
finalista), cada una de las cuales ofrece su propia visión acerca del contenido de aquellos
elementos.
Interesa, eso si, dejar en claro que la estructuración de un sistema del delito tiene,
desde el punto de vista de la protección de los derechos del individuo una doble
Apuntes de derecho penal Prof. Jaime Vera Vega
Asimismo, son claras las relaciones que se pueden establecer entre el principio de
lesividad y las exigencias de tipicidad y antijuridicidad. Como así también, entre el
principio de legalidad (en su dimensión de taxatividad) y el elemento de tipicidad.
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