Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
JORGE OSORIO
Universidad de Concepción
1. INTRODUCCION
1
Para una revisión de los estudios en lingüística cognitiva, consúltese Langacker (1987), Taylor
(1989), Ungerer y Schmid (1996) y Rivano (1997).
117
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
metafórica del enunciado. Sin embargo, para dar cuenta del conjunto de relacio-
nes conceptuales eventualmente implicadas en la conceptualización no basta una
labor de descripción léxico-semántica, en el sentido tradicional. Siguiendo a Lakoff
y Johnson (1980), la descripción de una metáfora debe necesariamente partir por
la descripción de los dominios conceptuales implicados en ella. En otras palabras,
la metáfora no es una cuestión de palabras, sino un tipo de concepto que es resul-
tado de la proyección de un dominio conceptual sobre otro. La proyección
metafórica se entiende como un “apareamiento” de dos dominios conceptuales
que organizan conjuntos diferenciados de experiencias. Esta diferenciación es una
propiedad de nuestro sistema conceptual, que está estructurado sobre la base de
unidades cognitivas que son funcionales al pensamiento, al lenguaje y a la acción.
En una metáfora, la configuración específica de un dominio de origen, que agrupa
unidades cognitivas pertenecientes a un conjunto de experiencias generalmente
de tipo concreto, provee un conjunto de propiedades y una lógica a un dominio
meta, generalmente más abstracto o, en palabras de Lakoff y Johnson, menos de-
lineado.
En el caso que exponemos, el dominio meta está conformado por un conjunto
de hechos que refieren al control sobre las personas, experiencia que ha sido inte-
grada a nuestro sistema conceptual a partir de las experiencias que refieren al con-
trol sobre los objetos.
El apareamiento no es una relación entre formas lingüísticas. Se trata, más
bien, de correspondencias que se establecen entre ambos dominios: una platafor-
ma conceptual que permite la emergencia y el uso de expresiones lingüísticas que
se pueden reconocer como metafóricas. Así, cotidianamente hablamos del control
sobre las personas en términos del control sobre los objetos. Como en nuestro
ejemplo, el control ejercido sobre las personas (control mental, espiritual, emocio-
nal, etc.) es concebido en términos de una manipulación física, como aquella que
realizamos con los objetos. En este trabajo proveemos evidencia lingüística de
diferentes metáforas referidas al control sobre las personas que están vigentes en
nuestra comunidad, como da cuenta el repertorio de usos que hemos rescatado del
español de Chile.
118
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
2
La escuela “experiencialista” (como denominan Lakoff y Johnson a su enfoque, en contraste
con la perspectiva objetivista del pensamiento y el lenguaje) postula un conjunto de formas de
“comprensión directa inmediata” radicadas en “nuestros compromisos físicos directos” y formas de
“comprensión indirecta” que nos permiten comprender “muchos aspectos de nuestra experiencia
que no pueden ser claramente delineados” (entre ellos, la actividad mental y las prácticas sociales)
y que deben ser comprendidos en términos de otras entidades y experiencias. No obstante, todas las
dimensiones de nuestra experiencia son de naturaleza interaccional, de modo que las propiedades
que experimentamos en un objeto o en un acontecimiento son producto de nuestra interacción
con ellos y nuestro ambiente, es decir, pueden no ser propiedades inherentes del objeto o de la
experiencia, sino más bien propiedades interaccionales (Lakoff y Johnson, 1980: 218 y ss).
119
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
3
Estamos conscientes de que esta noción abre un campo específico de sentido en el ámbito de la
informática; sin embargo, creemos que resulta adecuado el concepto, por lo amplio e ilustrativo. Aspec-
to, este último, que por cierto se lo debemos a la omnipresencia de los sistemas computacionales.
4
Las perspectivas sociobiológicas de cuño neoevolucionista se han preocupado de la evolución de lo
que denominan sistemas de control. Es así como se plantea la existencia de una transición metasistémica
que va desde el control de la posición mediante el movimiento (sistema que está representado por orga-
nismos como las amebas) hasta el control del pensamiento humano mediante la cultura (Cfr. Heylighen,
1992).
120
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
Cuando tratamos el control como un objetivo que podemos alcanzar tras sostener
una disputa (“la lucha por el control”), lo inscribimos en el ámbito de las confron-
taciones y, por lo tanto, vemos las interacciones en las que se disputa el control
como una correlación de fuerzas. Aquel participante en la interacción que alcance
mayor fuerza conseguirá el control sobre el otro (o los otros). La conceptualiza-
ción de la fuerza en este tipo de interacciones se funda en la existencia de un
sistema conceptual que contempla esquemas de fenómenos físicos, aplicables a
fenómenos sociales y psicológicos5. Simplificando el problema, podemos suponer
5
Talmy (1985) postula la existencia de ciertos primitivos conceptuales de la “dinámica de fuerzas”.
Tales primitivos son de naturaleza cultural y son la base sobre la que se sostiene la forma habitual de
pensar en los fenómenos físicos y, vía metáfora, en los sicológicos y sociales. En este sentido, están más
cerca de las teorías folk que de las teorías científicas de la fuerza como fenómeno físico. Los primitivos
conceptuales conforman un prototipo de dinámica de fuerzas que contempla: dos entidades, cada una de
las cuales aplica una fuerza sobre la otra; una entidad que aparece focalizada (el “agonista”) y otra que es
considerada por el efecto que tiene sobre el agonista (el “antagonista”); las entidades aplican una fuerza
en virtud de una tendencia intrínseca hacia la acción o hacia la inacción. Según este prototipo, las fuerzas
opuestas tienen diferentes intensidades relativas, conforme las cuales las entidades consiguen resultados.
121
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
que ciertos esquemas sirven para categorizar algunas interacciones como un “cho-
que de fuerzas”, a consecuencia del cual la resistencia de uno de los participantes6
es minada por la fuerza de su oponente. Por contrapartida, otro esquema parece
persistir en la representación de una situación de control consolidado, es decir,
cuando ya los oponentes se convierten en controlador y controlado. Nos referi-
mos a un esquema que se construye a partir de las relaciones arriba-abajo.
En su interacción con los objetos, la persona que intenta el control no parece
tener una posición determinada desde donde ejercerlo (la experiencia corporal nos
refiere al uso de las manos y probablemente a una posición erguida, aunque esto
último no parece estar en el foco de la relación). En cambio, en el dominio de las
personas, en la fase de control propiamente, se ubica al controlador arriba y al
controlado abajo. Sin duda, estamos frente a un complejo conceptual mayor que
tiene alcances más allá del control.
Lakoff y Johnson, cuando se refieren a las metáforas orientacionales, presentan
el complejo CONTROLADOR ES ARRIBA-CONTROLADO ES ABAJO7.
Expresiones como “tengo el control sobre ella”, “estoy en el tope de esta empresa”,
“ella está en una posición superior a la de sus compañeras”, “pertenece al alto
mando”, “dejó caer todo el peso de su poder”, “sentirás todo el peso de la ley sobre
ti”, y otras, manifiestan lingüísticamente la relación conceptual controlador-con-
trolado. Del mismo modo, observemos cómo el control está asociado al triunfo, y
gestos como levantar los brazos, saltar o ubicarse en lo más alto del podium tras la
obtención de un logro deportivo se presentan como realizaciones culturales de esa
conceptualización.
De lo anterior es posible colegir una propiedad del control. Los polos ARRI-
BA-ABAJO tienen un carácter gradual y como tales asignan un valor determinado
a una situación de control. Los valores pueden ser sometidos a comparación: se
puede tener más control que otra persona en situaciones similares, de la misma
forma que se puede variar el grado de control sobre una misma persona o situa-
ción, de acuerdo a la variación de la correlación de fuerzas.
Cuando hablamos de asignación de valores estamos pensando en una “escala
de control” y en los puntos de mayor o menor control, según esa escala, aplicables
a una situación. Sin embargo, hay también un proceso de “valoración conceptual”
cuyo correlato básico en la acción humana es la “actitud cultural” (Rivano, 1997:
40-41). La posición más cercana al suelo tiene connotaciones de derrota y de
6
Como hemos señalado en la nota anterior, el prototipo contempla dos fuerzas opuestas, pero bien
sabemos que las interacciones sociales suelen ser más complejas, a raíz de la concurrencia de terceras
fuerzas (otros participantes, fenómenos naturales). Un esquema de fuerzas dinámicas para este último
caso parece ser menos prevalente.
7
Lakoff y Johnson (1980:52).
122
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
sumisión. Este polo del ABAJO está valorado conceptualmente como MALO. En
cambio, la victoria siempre será valorada como BUENA. La proyección en el pla-
no del control mantiene, en términos generales, esta propiedad: desde la perspec-
tiva de los participantes en una situación, ser controlador es BUENO y ser contro-
lado es MALO. De modo que cuando alguien ejerce el control sobre otro, se ubica
a los participantes en los polos opuestos de la escala de valoración social y cultural.
La relación espacial prototípica, que se evidencia en nuestra manera habitual
de hablar acerca del control de unos sobre otros, parece nutrir la conceptualización
metafórica básica que exporta la lógica del control sobre los objetos (manipula-
ción) al dominio del control sobre las personas. En efecto, mientras más arriba
está el controlador, más pequeño parece ser el controlado (“yo manejo a estos
enanos”, “lo dejé chiquitito”)8. Incluso, las diferencias que algunos desean mani-
festar o que se evidencian en su contacto con los demás muestran esta misma
relación espacial. Consideremos, por ejemplo, “mirar por sobre el hombro”, la
acción de empinarse frente a alguien, o nociones como “someter”9. El controlado
está bajo la fuerza del controlador10 y en esa posición su resistencia es tan mínima,
tan reducida, como la de un objeto.
8
Nótese cómo se da esta relación en el dominio de los objetos: en el ámbito futbolístico, “dominar el
balón” es realizar maniobras con distintas superficies de contacto; los buenos dominadores “dejan chiquitita
la pelota”, “como pelota de pimpón”; es decir, han logrado un control tal que han reducido las posibili-
dades de resistencia del objeto.
9
La etimología de este verbo nos evoca el rasgo espacial de “meter debajo”, presente también en
“subordinar” y “subyugar”, por ejemplo. Por otro lado, es relevante observar la predilección en nuestra
“iconósfera” por imágenes como la del vaquero que “hace morder el polvo” a su adversario o la de los
súbditos que se postran a los pies de sus soberanos.
10
En la lucha libre, para ganar la pelea se debe hacer una “plancha” al rival, de forma tal que no pueda
mover los brazos ni el tronco. En el boxeo, si el caído no logra levantarse antes de la cuenta de 10, el
contrincante es declarado vencedor. Al final de la pelea, el triunfador levanta sus brazos, refrendando con
ese gesto su victoria.
11
Hemos mantenido la forma de presentación de las metáforas que Lakoff y Johnson (1980) propo-
nen, esto es, en mayúsculas. Además, hemos adoptado las itálicas negritas para la presentación de las
correspondencias metafóricas y las comillas para las expresiones lingüísticas recopiladas.
12
Mind-As-Body, en el original.
123
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
Así como consideramos que esta metáfora está en uso, y –además– que es alta-
mente productiva desde el punto de vista de la expresión lingüística, nos parece
también cognitivamente muy relevante. En efecto, algunas de las complejas varia-
13
Esta noción ha sido desarrollada por Eleanor Rosch y Brent Berlin. Referencias y comentarios
sobre ella se encuentran en Lakoff (1989), Taylor (1989) y Rivano (1997).
124
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
125
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
ción de fuerzas que opone a dos sujetos en busca del control sobre el otro, lo que
deja fuera otras configuraciones, por ejemplo, en dominios cooperativos14.
De acuerdo con esta perspectiva de las configuraciones de ambos dominios,
cuyas lógicas internas hemos esbozado, es posible advertir un conjunto de corres-
pondencias metafóricas entre ellos, que son recogidas en la Tabla 1 y desarrolladas
posteriormente.
5.1.1. Así como los objetos son manipulables, así también las personas son
manipulables
14
Lakoff (1994) establece la correspondencia La influencia es una fuerza. La considera dentro de la
metáfora LAS FUERZAS PSICOLOGICAS SON FUERZAS FISICAS y en un mismo nivel con la
corrrespondencia La manipulación es manipulación física. El límite que nosotros definimos entre el
dominio del control y el de la cooperación vale para indicar que la influencia puede ser vista dentro de
uno u otro, pero que la manipulación escapa a una consideración cooperativa. Por último, la noción de
fuerza la incorporamos como central en nuestra metáfora y reconocemos la compatibilidad conceptual
con la propuesta por Lakoff.
126
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
5.1.2. Así como se puede sostener un objeto, así también se puede sostener a una
persona
127
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
“Apriétalo.”
“Presiónalo.”
“Estrújalo.”
“Le sacó el jugo.”
“Lo hundió.”
“Lo trituró.”
Una vez que se ha conseguido el control sobre la otra persona o que se hace
valer una posición jerárquica sobre otros, el sujeto controlador puede ejercer dis-
tintos grados de control15 dirigido a la consecución de sus propósitos. Es así como,
cuando se pretende conseguir el máximo rendimiento de las personas que están
bajo nuestro control en alguna tarea específica, se “ejerce presión”. El resultado de
esta fuerza puede ser el consentimiento en los propósitos planteados o una poster-
gación de los propios. No queda alternativa frente al control absoluto, pues el que
es controlado se rige por la voluntad del controlador; de éste depende hasta qué
punto llega la presión. Aquí podemos apreciar que el límite puede estar dado entre
el dominio de las “presiones legítimas” y el de las “ilegítimas”. En efecto, en el
campo del trabajo está dado que un superior jerárquico “estruje” a sus subordina-
dos y, aun cuando existe la posibilidad cierta (y muy real) de que se cometan
abusos, los últimos han de aceptar las consecuencias en la medida en que acepten
el contrato que los “amarra”.
Las “presiones ilegítimas” transgreden el espíritu de los contratos sociales y a
menudo se expresan como fuerzas de transformación, cada vez más intensas, que
tienden a la destrucción. Consideremos los siguientes ejemplos:
15
La determinación de estos grados no puede ser, ni con mucho, un proceso objetivo. En ocasiones
basta que uno de los participantes de una interacción considere que está siendo perjudicado por otro
para que denuncie un grado de “manipulación”. Tal es el caso de lo que está implicado en la expresión
“manoseo”, que apunta al maltrato moral o la utilización de la otra persona para fines propios, en detri-
mento de ella.
128
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
Una persona u organismo que controla la fuerza tiene poder para decidir sobre
su aplicación. Volvamos sobre los sistemas operativos en el dominio de los objetos.
Se trata de un conjunto de mecanismos adecuados a los propósitos, que toma en
cuenta las propiedades físicas del objeto. Para mover un objeto podrá bastar asirlo
con una mano y lanzarlo o tirar de él o aplicar un sistema de volcamiento. Asimis-
mo, para controlar a una persona o un grupo organizado de ellas tendrán que
evaluarse sus características (sistemas de defensa, por ejemplo). La metáfora es
evidente cuando la intensidad de la fuerza aplicada termina por minar cualquier
resistencia y culmina en la transformación más definitiva: la desaparición.
5.1.4. Así como los objetos poseen propiedades físicas que obstaculizan su
control, así también las personas poseen características psicológicas que
obstaculizan su control
129
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
control. Se da la posibilidad de que quien elude el control del otro, dada una
determinada resistencia que lo hace inasible al resto, puede convertirse en contro-
lador en virtud de esa misma característica. Así, alguien definido como “duro”,
“áspero”, “pesado” tiene una resistencia natural o cultural al control y, en conse-
cuencia, es potencialmente un controlador. Se establece, en este punto, una com-
patibilidad con la metáfora EVALUAR ES MEDIR. De hecho, la actividad de
“tomarle el peso al otro”, “calcular su resistencia”, es fundamental en el momento
de la lucha por el control, cuando los participantes previamente se consideran en
un mismo nivel16.
De todos modos, son las características psíquicas o morales de las personas las
que se corresponden con las propiedades físicas de los objetos. En ambos casos, la
resistencia se expresa como fuerzas que contrarrestan el intento, desarrollo o con-
solidación del control.
5.1.5. Así como se puede controlar un objeto desde un determinado punto o área
de manipulación, así también se puede controlar una situación
controlando un punto o área de manipulación
16
Entramos aquí en el plano del despliegue estratégico probable en las disputas por el control, cues-
tión que supera el propósito de este trabajo. No obstante, es importante señalar que las relaciones defini-
das en la lucha por el control pueden llegar a ser cualitativamente diferentes si se toman en cuenta
aspectos tales como la correlación de fuerzas, la autoridad, la jerarquía.
130
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
de sujeción (como queda expresado en las figuras de “el mango de la sartén” y “el
palito del chupete”). En el plano de la distribución, los bienes a que deben tener
acceso los miembros de un grupo se entienden como una unidad (“el queque”, “el
queso”) que debe fraccionarse. Cada una de las partes obtenidas es entregada a los
miembros en una proporción que define aquel que maneja el instrumento de la
partición (el cuchillo); es así como, eventualmente, el poseedor del instrumento
determina quiénes reciben una parte y quiénes no. Dependiendo del campo en el
que se aplique, este reparto puede entenderse como distribución de tareas (gratas
e ingratas) o concesión de favores (pequeños o grandes).
Otro aspecto en este “manejo” de la situación dice relación con la habilidad
que desarrollan algunos individuos para cumplir con esta finalidad de conducción
y distribución. En ciertos ámbitos (como el político), la habilidad específica de
lograr los propósitos actuando sobre los otros se denomina “muñequeo”. Se ilustra
de este modo la flexibilidad necesaria para los “movimientos” que exige la tarea de
manipulación. En otro caso, una oposición puede convertirse en un “gallito”, es
decir, en un juego de resistencia que confronta la fuerza de brazos de los contrin-
cantes. Estas alternativas que arrancan de la disputa por el control marcan un
espectro bastante amplio de uso de “mano” y “brazo” para referirse a la fortaleza
requerida para “llevar” una situación (“aquí se necesita una mano dura”, “no dar
su brazo a torcer”, “mano de hierro”, “esta mano sí que aprieta”, “le dobló la mano”).
Como se puede apreciar, obtener el control sobre las situaciones pasa la mayoría
de las veces por controlar a otras personas.
Respecto de la valoración del cumplimiento de los roles de conducción y dis-
tribución, como lo hemos indicado, a menudo el control sobre la situación se
estima positiva y, en este caso, el sujeto controlador adquiere el rango de experto
en el campo: se convierte en el “director de orquesta”, “timonel”, “conductor”17.
En el marco de la repartición de roles, esta valoración positiva se sostiene también
cuando los individuos cumplen cabalmente sus roles18.
17
Se abre un terreno propenso al conflicto, que se puede resumir como un cambio de perspectiva,
desde la autoridad a la jerarquía, que es fruto de las particulares evaluaciones que se tengan tanto de la
situación como del sujeto controlador. Nuevamente el problema de la legitimidad separa las aguas entre
el control necesario que mantiene el equilibrio y el control abusivo o ilegítimo.
18
Cabe indicar que el dominio en un área del trabajo práctico o en las disciplinas del conocimiento
también se conceptualiza en términos físicos. Frente a un “objeto de estudio” que resulta “denso” o
“duro”, el buen estudiante, que alcance dominio en él, será el capaz de minar la resistencia del objeto (“le
pega a las matemáticas”, “le pega al inglés”).
131
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
5.1.6. Así como la desaprensión de un objeto es una pérdida de control, así también
la desaprensión respecto de una persona es una pérdida de control
“No aflojes.”
“No la sueltes.”
“Manténlo tirantito.”
“No le des mucho carrete.”
“Se te voló.”
132
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
atado de pies y de manos”). Por contrapartida, la definición del poder está dada,
en este sentido, por la capacidad de “atar y desatar”19.
Así, el lazo sirve para “tirar”, “arrastrar” y para “atar”. En el dominio de las
relaciones amorosas este último aspecto es expresado profusamente (“estoy atado a
tus sentimientos”, “permanezco anclado a tu corazón”, “me amarraste a tu cora-
zón”, “la laceaste”), para indicar que el manejo de la situación reside en uno de los
participantes, el que puede disponer del otro. Resulta interesante ver cómo una
expresión física del enlace entre personas con compromiso sentimental, el darse la
mano, adquiere un sentido distinto cuando es sólo una de ellas quien controla la
situación: el caminar juntos de la mano se convierte en un arrastrar consigo a la
otra persona.
En otro plano, concebimos nuestra historia también como una atadura. Nues-
tro pasado está constituido por múltiples puntos con los cuales podemos
contactarnos mediante un lazo. La conceptualización dominante que posibilita
este sentido de la historia es aquella que entiende el tiempo como una línea conti-
nua o, más concretamente, como un camino, por el cual nos desplazamos con la
vista hacia adelante: el futuro. La mirada atrás es la mirada al pasado. La influencia
del pasado se hace patente cuando sentimos que éste nos impide avanzar. En ins-
tantes en que reflexionamos sobre estas cuestiones afirmamos, por ejemplo: “estoy
anclado al pasado”, “me siento atado a mi historia”, “algo hay en mi pasado que
me amarra y no me deja seguir”. Este modo de conceptualización convierte a la
atadura en un mecanismo inmovilizante, del que nos sentimos víctimas y que sólo
es posible contrarrestar mediante la ruptura, el “corte”.
19
La evocación bíblica es inevitable. Cualquiera haya sido la ruta del concepto que derivó en la forma
española actual, lo cierto es que ésta se ajusta de tal manera a la metáfora del control como atadura que
no podemos evitar mirar la relación divinidad-creyente con la óptica implícita de este concepto.
133
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
sión. Más aún, este poder está asentado en una consideración biológica: el que
procrea es dueño de lo procreado (“yo te hice”, “soy tu creador”). Lo mismo suce-
de en la creación intelectual: una de las metáforas predilectas de los escritores es
entender a sus personajes y sus historias como hijos20.
Cuando establecemos que los objetos para nosotros son habitualmente objetos de
manipulación, reconocemos el predominio de las manos en los sistemas básicos de
control físico. Esta prevalencia explica la importancia asignada al tacto en los pro-
cesos de control. Expresiones como “es muy dócil”, “con él hay que irse con tacto”,
“resultó duro de manejar”, aluden al conocimiento previo a la labor de control y
que define la posibilidad de éxito en ella.
Sweetser (Ms.), dentro de su análisis de la metáfora LA MENTE ES EL CUER-
PO, establece algunas relaciones de especificidad entre los dominios sensoriales y
los dominios mentales o intelectuales. Es así como considera que la “manipula-
ción física” se proyecta sobre la “manipulación mental de datos”, relación que
queda inscrita en la metáfora COMPRENDER ES ASIR. Dado que considera-
mos que el conocimiento que comprendemos es aquel que logramos “captar”, la
comprensión es también una forma de control, en este caso, del conocimiento,
nos dice Sweetser. Se reafirma de este modo la especificidad de la relación entre el
campo de sensaciones táctiles y el control en dominios abstractos.
No obstante la evidencia de esta relación, concordamos con la autora en que
podemos encontrar muestras en nuestra lengua de que el control sobre las perso-
nas puede estar determinado también por el control sobre el campo visual. Tanto
los objetos como las personas que entran en nuestro campo visual son susceptibles
a nuestro control. Nociones tan centrales como las de “verdad” y “existencia” son
cotidianamente definidas en virtud de este parámetro: los objetos existen en la
medida en que los vemos, los hechos son verdaderos en la medida en que los
hemos visto. Los límites del campo visual resultan en límites de nuestra capacidad
de control: no podemos dominar lo que no estamos viendo21 .
20
Tan arraigada parece esta concepción que dentro de las escenas dramáticas más recurrentes están
aquellas que muestran una pérdida dramática del control sobre lo creado. La fábula de Frankestein y el
desenlace de Niebla de Miguel de Unamuno son ejemplos de creaciones que escapan al control de sus
creadores.
21
Sweetser (Ms.) cita estudios de Clark respecto del desarrollo cognitivo que confirman la prevalen-
cia del control sobre el campo visual en operaciones tan relevantes como la categorización: la fuente
básica de obtención de datos es el control visual.
134
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
Mediante la misma lógica básica del “control sobre los otros” tratamos concep-
tualmente al tipo de control que denominamos comúnmente “autocontrol”. Aun
cuando resulta inaceptable referirse al autocontrol como “automanipulación” o
simplemente como “manipulación”, la estructuración metafórica parece persistir
en el conjunto de correspondencias a las que nos hemos referido22. Si bien enun-
ciados como “me manejo bien” o “me conduzco bien por la vida” se refieren al
control sobre situaciones en las que el sujeto debe intervenir, es necesario hacer
notar la flexibilidad de esta conceptualización cuando se refiere al control de lo
que categorizamos como “instintos” o “emociones”. La dualidad cartesiana cuer-
po-mente se mantiene intacta en nuestra referencia básica a un “yo” escindido en
emocionalidad y racionalidad. ¿Qué características presenta el modo de concep-
tualización del autocontrol, asumiendo la persistencia cognitiva de la dualidad
cuerpo-mente?
22
Ayuda, en este sentido, detenerse en la raíz de términos como “manera”, “maniobra” y “maña”, así
como del mismo “manejo”, que dan cuenta de la productividad histórica de la metáfora y del grado de
lexicalización del concepto.
135
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
23
Nótese que la manera habitual de referirse al cuerpo como Contenedor (“le echo de todo”) es
utilizada también para la referencia a la mente (“esto no me cabe en la cabeza”). Sobre este fondo concep-
tual, el control es ya un objeto (un dispositivo que se puede utilizar: “yo tengo el control sobre mi vida”),
ya un recinto (“mi vida está fuera de control”). Aun es posible examinar la relación conceptual entre el
control y cierta forma de concebir la racionalidad, un espacio cerrado que el sujeto no debe abandonar
(“estar en mis cabales”, “nunca me salgo de mis casillas”). Talmy (1985) observa este fenómeno cuando
da cuenta de la dinámica fuerza interna que es posible en virtud de la existencia de un “yo dividido”.
136
Conceptualización del control: análisis metafórico / JORGE OSORIO
9. COMENTARIO FINAL
137
RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada
sólo esbozado dentro de una mirada evolutiva al tema más general de los sistemas
operativos orientados al control.
Por otro lado, los alcances sociológicos permanecen como referencias que qui-
zás deban ser atendidas con ópticas similares o complementarias a la desarrollada
aquí. Una línea, que debe interesar tanto a lingüistas como a otros analistas del
discurso, es la que se refiere a la caracterización de las metáforas que tienen vigen-
cia en ámbitos como el político, que parecen ser proclives a la exposición concep-
tual mediante el uso de recursos retóricos variados.
En cualquier caso, el análisis propiamente lingüístico se ve enriquecido por
una perspectiva (la cognitiva) que describe de manera sistemática expresiones
metafóricas del habla cotidiana (giros, proverbios y expresiones idiomáticas de
distinto carácter) y es capaz de explicar la ocurrencia de otras nuevas. Un trata-
miento semántico-conceptual se hace necesario si la aspiración es hacer gene-
ralizaciones que permitan adscribir ciertos usos a estructuras conceptuales signifi-
cativas.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
BOYER, PASCAL (1994). “Cognitive constraints on cultural representations: natural ontologies and
religious ideas”. En Hirschfeld, Lawrence A. y Susan A. Gelman (ed.). Mapping the mind.
Domain specificity in cognition and culture. Cambridge: Cambridge University Press.
HALL, EDWARD (1975). Más allá de la cultura. Barcelona: Gustavo Gili.
HEYLIGHEN, FRANCIS (1992). “‘Selfish’ Memes and the Evolution of Cooperation”. Journal of Ideas,
Vol. 2, Nº 4. (Versión electrónica).
LAKOFF, GEORGE (1989). “Some empiricals results about the nature of concepts”. En Mind and
Language, Vol. 4 Nos. 1 y 2, 1989; 103-129.
——————————— (1994). “Master metaphor list”. Conceptual Metaphor Homepage, University of
California, Berkeley.
LAKOFF, GEORGE Y MARK JOHNSON (1980). Metaphors we live by. Chicago: The University of Chicago
Press. (Las citas y referencias corresponden a la versión española: Metáforas de la vida cotidiana.
Madrid: Cátedra. 1995)
LANGACKER, RONALD W. (1987). Foundations of Cognitive Grammar, Vol. 1. Stanford: Stanford
University Press.
RIVANO, EMILIO (1997). Metáfora y lingüística cognitiva. Santiago, Chile: Bravo y Allende Editores.
SWEETSER, EVE (Ms.). “From etimology to pragmatics: the Mind-As-Body metaphor in semantic
structure and semantic change”. Berkeley, Ca: University of California.
TALMY, LEONARD (1985). “Force dynamics in language and thought”. En Parasession on Causatives
and agentivity. Chicago Linguistic Society (21st. Regional Meeting), University of Chicago.
TAYLOR, JOHN R. (1989). Linguistic categorization: Prototypes in linguistic theory. Oxford: Clarendon
Press.
UNGERER, FRIEDRICH Y HANS-JÖRG SCHMID (1996). An Introduction to cognitive linguistics. London
y New York: Longman.
138