Sie sind auf Seite 1von 4

EL JURISTA Y EL SIMULADOR DEL DERECHO

(I de II partes)
Ángel Miguel Sebastián Barajas

El opúsculo del maestro Ignacio Burgoa Orihuela, El Jurista y Simulador del


Derecho, está dirigido primordialmente a las y los estudiantes de Derecho, por su
contenido, de igual forma puede ser de utilidad para quienes son licenciados en
derecho y sociedad en general. Tiene como finalidad resaltar la importancia y
trascendencia de la ciencia y arte jurídicos, así como enfatizar la función social del
jurista en su carácter de jurisprudente, abogado, maestro y juez. Pretende,
además, exaltar la grandeza del Derecho y concitar el desprecio hacia su
simulación. En prosecución de este doble objetivo se ofrece a los lectores una
descripción de los mencionados tipos desde un punto de vista cualitativo ideal o
deontológico.
En contraste, también se exhiben las características del simulador del Derecho. La
oposición entre éste y el jurista puede significar una especie de propedéutica para
un curso de ética jurídica que tanto necesitan los estudiantes.
En el capítulo primero, sobre la necesidad del Derecho como orden normativo de
la sociedad y del estado, esgrime que es jerarquizado, de carácter imperativo y
coercitivo. Por eso pertenece al mundo del deber-ser, desde la norma jurídica
positiva, escrita o consuetudinaria, hasta los postulados ideales. Ese orden
normativo es la estructura formal de toda sociedad. Sin él ésta no podría existir ni
subsistir, debido a que la vida social, a través de sus múltiples e incontables
manifestaciones de toda especie, es una complicada urdimbre de relaciones de
variadísima índole que requieren imprescindiblemente una regulación que les
proporcione seguridad dentro de su permanente diversidad y de su dinamismo
coincidente, divergente y hasta opuesto. Las normas, traducidas en leyes positivas
de vigencia limitada y por esencia cambiantes, pueden tener cualidades o
defectos, revelar o no el ideal diversificado de justicia, ser o no convenientes en un
país o época determinada, regresivas o progresivas, buenas o malas, pero
siempre absolutamente necesarias, debiendo reflejar en sus prescripciones
fundamentales las transformaciones sociales, económicas y culturales. Una
importante corriente jusfilosófica sostiene que la seguridad social es un fin del
derecho independiente de la justicia a que éste debe propender.
En el capítulo segundo, se realiza una semblanza del jurista, al que se califica
como el cultor del derecho, su actividad primordialmente estriba en construir el
orden jurídico para perfeccionar su normatividad positiva y en vigilar su respeto.
Siendo un garante de la sociedad en cuanto que debe procurar que en ella
imperen la justicia y la seguridad. Debiendo tener las siguientes características: 1.
Ser libre. No debe estar vinculado permanentemente a ningún sector público,
privado o social, ni patrocinar solamente los intereses que este sector represente.
2. Ser auténtico. Es un comportamiento acorde a lo que se piensa y se siente. 3.
Veracidad. Entraña rectitud de pensamiento, no certeza trascendente en lo que se
piensa. 4. Valor civil. Es la seguridad y firmeza en lo que se cree, junto con la
combatividad, que no debe confundirse con la agresividad, impulso del
temperamento humano. 5. Ser honesto. No ser corrupto, ineficaz de manera
dolosa, inepto e incompetente, siempre dirigirse con la verdad. 6. Sentido de
justicia social. Consiste en una síntesis armónica y de respetabilidad recíproca
entre los intereses sociales y los particulares del individuo.
EL JURISTA Y EL SIMULADOR DEL DERECHO
(II de II partes)

Ángel Miguel Sebastián Barajas

En las siguientes líneas concluiremos la reseña de la obra del maestro Ignacio


Burgoa Orihuela, El Jurista y el Simulador de Derecho, después de que en la parte
I, indicamos la necesidad e importancia del derecho como orden normativo de la
sociedad y las características que deben investir al jurista.
En el capítulo tercero, refiere que la cultura jurídica comprende un vasto espacio
en el conocimiento cada vez más extenso y profundo del Derecho en todas sus
manifestaciones, en su ejercicio, aplicación y en su perfeccionamiento, entraña un
saber y un actuar. Aquí hace un análisis del Derecho como ciencia, como arte,
como moral y como fenómeno social.
La tipología del jurista, es el tópico del capítulo cuarto, comienza reconociendo
como premisa fundamental al jurisconsulto, su concepto es equivalente al de
jurisprudente, denota sabiduría del Derecho o jurisprudencia, cualidad que
necesariamente deben concurrir en todos los tipos de actividades del jurista y que
se adquiere con el permanente estudio y con la constante experiencia en el cultivo
de esta disciplina; un crítico de la legislación y coadyuvar a la construcción del
Derecho exponiendo su doctrina. Continua con el abogado, al cual califica como
una especie jurisprudente que se vale de su sabiduría para dirigir o asesorar a las
partes contendientes en un litigio ante el órgano jurisdiccional, que a través de la
demanda o denuncia despliega la acción en nombre o patrocinio a las partes.
Hace hincapié en que debe tener talento jurídico, que es la predisposición natural
de la inteligencia hacia el Derecho; emotividad, el gusto por la profesión nutrido
por el sentimiento de justicia e independencia en sus actos. Prosigue con el
maestro de Derecho (magister juris), que debe tener fe ardiente e intenso amor
por su profesión y sus valores humanos para contagiar estos sentimientos a sus
pupilos, cuya misión se realiza en dos ámbitos diferentes pero complementarios: la
enseñanza y la educación jurídicas. La primera conlleva la trasmisión de
conocimientos, que le impone la necesidad de especializarse en determinadas
áreas, debido a que el campo epistemológico del Derecho es muy vasto; la
segunda consiste en la conducción del alumno o alumna hacia los valores del
espíritu que concurren en la axiología jurídica, es decir, proyectarlos a espacios
ultralegales para tratar de modelar su mentalidad. Finaliza el capítulo describiendo
al juez, dando algunas referencias históricas sobre el mismo y haciendo alusiones
sobre la justicia, que es la aspiración del Derecho, por ello, el juez no administra
justicia, su deber radica en aplicar el Derecho al dirimir las controversias de las
partes contendientes en un litigio acatando sus normas, aún cuando las considere
justas o injustas. La imparcialidad, para mantener el equilibrio entre las partes
contendientes y el valor civil, para resistir a toda clase de influencias que
provengan del poder público del estado, son cualidades adicionales que debe
poseer.
El último capítulo lo dedica a la crítica de simulador del Derecho, una clase de
defraudador que se apoya en sus propias mentiras sobre su persona para
pretender dar la impresión de una importancia que no tiene, es mediocre, falso y
engaña, se ostenta como lo que no es. Es un espécimen contrario al jurista al que
le aterra su ignorancia juris, en otras palabras, su desconocimiento del Derecho,
que no puede vencer por su falta de vocación y talento necesario para determinar
los puntos esenciales de cualquier cuestión jurídica.
Al concluir la lectura las y los estudiantes o licenciados en Derecho, que se
entregan al estudio de la ciencia jurídica o a su ejercicio pragmático, así como la
sociedad, estarán en condiciones de distinguir al jurisprudente, al maestro, al
abogado y al juez auténticos, del simulador, cuya inadecuada conducta
menoscaba la grandeza del mundo jurídico.

Das könnte Ihnen auch gefallen