Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Pensar es gratis, no cuesta dinero, lo hacemos y podemos hacerlo todos, por ello utilicemos
nuestro pensamiento para sacar el máximo partido a nuestras emociones. Los pensamientos
negativos generan muchísima ansiedad, muchísimo malestar emocional y alteran
considerablemente el comportamiento de las personas de tal forma que perturban sus
vivencias, nos roban bienestar y armonía con uno mismo y con los demás, pueden originar
incluso graves trastornos psicosomáticos, pero la peor secuela es que provocan tal estado de
insatisfacción, de tristeza, de inseguridad, de ansiedad y tal falta de vitalidad y un malestar
físico y mental tan grande que la vida se va consumiendo poco a poco, provocando impotencia,
indefensión, irritabilidad contra todo, desagrado e incapacidad para sobrevivir y mantener la
ilusión por la vida y por lo que nos rodea.
Los pensamientos positivos por el contrario potencian emociones positivas (alegría, anhelo,
felicidad, ilusión, bienestar físico…) pero también muchos comportamientos dirigidos a la
gratificación y a la resolución de problemas. Se ha demostrado que quienes gozan de estas
emociones incrementan su estado de salud. Se habla incluso de hasta 10 años de diferencia.
Cuando el estado de ánimo es sombrío la vida en general nos resulta deprimente pero si el
humor mejora, las relaciones sociales, las esperanzas de futuro, la ilusión por todo es
mucho más activa, gratificante y positiva.
Vivimos en una sociedad que cada vez nos pide más, que nos exige un esfuerzo titánico para
incrementar los bienes materiales, el prestigio social y todo aquello que se nos presenta como
deseable pero que termina con la salud de la persona. Siempre hay alguien con quien
compararse y siempre encontraremos alguien que esté por encima de nosotros y que tenga más
que nosotros.
Estamos en una sociedad donde se busca la felicidad por encima de todo y eso es lo que se
nos vende: playas, viajes, coches, hoteles, fiestas, drogas, rebajas, concursos, ropas caras y
baratas, glamour… Muchas personas piensan que si tuvieran mucho dinero serían
inmensamente felices porque podrían comprar felicidad, pero no es así pues nos encontramos
con altas tasas de depresión, de ansiedad u otras patologías.
La salud es el resultado del equilibrio entre cuerpo y mente. Por este motivo, cada vez se da
mayor importancia a los aspectos psicológicos, tanto en la salud como, sobre todo, en la
enfermedad. Las personas que se sienten felices y contentas son por ejemplo menos
vulnerables al desarrollo de enfermedades cardiacas, entre otras, comparadas con quienes
tienden al pesimismo, a la tristeza o a sentirse desgraciadas. Además, el tener una actitud
positiva ante la vida la alarga y, en caso de enfermedad, ayuda a reforzar el sistema
inmunológico. Incluso es un factor importante en el proceso de recuperación de
determinadas patologías graves como por ejemplo el cáncer.
El optimismo es fundamental para la salud, el pesimismo como actitud de vida provoca una
salud física mucho más frágil, mayor depresión, mayor ansiedad, mayor tensión física y
mental y en consecuencia un rango de mortalidad mayor. Numerosas investigaciones así lo
demuestran.
Si nos paramos un poco a pensar, en qué tipo de cambios se pueden producir con el exceso de
preocupación y ansiedad, vemos por ejemplo que tiene la capacidad de lesionar neuronas de
la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. También afecta a nuestra capacidad
intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para
tomar decisiones adecuadas.
Ahora bien ¿tenemos recursos para combatir a ese enemigo interior, o eso es sólo cosa de
sabios? Un valioso recurso contra la preocupación es focalizar la atención en practicar por ej. la
respiración abdominal o diafragmática, que tiene por sí sola la capacidad de producir
cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina
además de mejorar la sintonía de los ritmos cerebrales entre los dos hemisferios cerebrales.
Las emociones positivas juegan un papel muy importante "no sólo en la prevención de
enfermedades sino también en su pronóstico pues se logra una recuperación más rápida".
"Las personas que potencian emociones positivas tendrán mejores pronósticos, ante una
misma enfermedad, que las que no lo hagan”.
Una respuesta común, como es la ansiedad ante determinadas situaciones, no sólo se aprecia
en la expresión de la cara, sino que también genera cambios fisiológicos internos, como
taquicardias, sudoración, temblores, sequedad de boca, aumento de tensión muscular,
dolores tensionales… La enfermedad se verá reducida o incrementada en función de cómo nos
contemos las cosas y de cómo interpretemos los acontecimientos y las circunstancias estresantes
de la vida cotidiana a la vez que juega un papel muy importante el propio estilo de vida.
El pensamiento positivo es algo que se puede aprender. Cuántas veces visualizamos las
mismas escenas negativas una y otra vez, cuántas veces nos las repetimos, nos las contamos
de mil maneras y todas a cuál peor, cuántas veces anticipamos lo negativo y nos recreamos
en el dolor, en la preocupación, en el miedo, en la angustia, en la desesperación, en la
impotencia… ¿Os habéis planteado qué ocurriría si hiciéramos lo contrario? ¿Si nos
contáramos una y otra vez las mismas historias pero bajo un punto de vista positivo y nos
recreáramos en ello? Hay dos palabras que son mágicas: ¡PUEDO! y ¡QUIERO! Puedo hacerlo,
quiero hacerlo, sólo tengo que intentarlo.
No hay edad para el cambio, la ciencia ya lo ha demostrado. Nuestro cerebro tiene una gran
plasticidad, por lo que si pensamos y sentimos que nuestra edad de máxima producción y
capacidad no tiene límites y actuamos en consecuencia, nuestro cerebro crecerá pues
pondremos en marcha todos los mecanismos necesarios para ello y activaremos nuevos
circuitos neuronales y con ellos incrementaremos nuestras posibilidades.
Los beneficios del pensamiento positivo, en la salud física y psicológica, son incalculables
pues aportan:
• Más paz, serenidad, equilibrio, armonía en nuestras relaciones con los demás y con
nosotros mismos.
• Mayor concentración.
• Más ilusiones, más ganas de disfrutar, más ganas de vivir, más ganas de compartir los
mejores momentos de nuestra vida…
Todos sabemos lo que no queremos, lo que no nos gusta, pero cuando nos preguntan por
nuestras cualidades y virtudes dudamos, si nos preguntan por nuestros defectos o por aspectos
negativos de nuestra vida rápidamente contestamos, a lo mejor no en presencia de otras personas
pero a nosotros mismos nos lo contamos continuamente. Es evidente que prestamos mucha más
atención y mucho más tiempo y energía a los aspectos negativos de la vida, que a los
aspectos positivos. ¡Cambiemos esa actitud y demos la vuelta! Como cualquier aprendizaje es
cuestión de esfuerzo, práctica y tiempo dedicado a conseguirlo.
Si uno tiene una actitud negativa ante la vida, cuando aparezcan problemas y dificultades
reales la persona no estará en condiciones de asumirlos, digamos que el pesimismo actuará
como factor de vulnerabilidad.
El optimismo también puede actuar como potenciador del bienestar y de la salud en aquellas
personas que, sin presentar trastornos, quieren mejorar su calidad de vida. El humor “sirve como
una válvula interna de seguridad que nos permite liberar tensiones, disipar preocupaciones,
relajarnos y olvidarnos de todo lo que nos pueda hacer desdichados”
El cerebro funciona por repetición. Repite las cosas una y otra vez. Cuando algo tiene especial
importancia para él, nuestro cerebro responde y produce una respuesta emocional, de alerta
y de activación. Sea buena o mala, el cerebro repite esa misma respuesta una y otra vez ante
el mismo estímulo. Por ejemplo, ¿qué pasa por nuestra cabeza cuando escuchamos aquella
canción especial o aquel recuerdo tan importante y maravilloso para nosotros? La canción o el
recuerdo hacen que nos vengan a la cabeza, no sólo el recuerdo de lo que ocurrió, sino
también todas las sensaciones que nuestro cerebro tiene relacionadas con aquella situación
tan especial.
Es importante darnos cuenta que entre los muchos pensamientos y actitudes que tenemos
hay muchas cosas equivocadas y no somos conscientes de ello. Aprender a observar y a
detectar pensamientos, actitudes y creencias que nos perjudican y tener estrategias,
recursos y habilidades para combatirlos y afrontar las situaciones de nuestra vida es algo
que se aprende y es fundamental. Podemos aprender a vivir y a disfrutar.
Si nos convencemos de que somos capaces de hacer algo concreto, por difícil que sea,
terminaremos consiguiéndolo. Pero si por el contrario nos repetimos continuamente que
somos incapaces, que no podemos, que no valemos, terminaremos convirtiendo un grano
de arena en una montaña imposible de escalar pues nuestro punto de partida será de total
bloqueo e inhibición.
Vivir en el pasado y en los recuerdos tristes sólo trae tristeza, desgana, impotencia, bloqueo,
amargura, depresión y en general todo tipo de emociones negativas y dañinas. ¡Lo que pasó,
pasó! No podemos cambiar el pasado pero sí el presente. Miremos hacia delante y
construyamos nuestro futuro trabajando nuestro presente, el día a día, el minuto a minuto, el
segundo a segundo.
Tampoco se trata de que los demás cambien para que nosotros podamos sentirnos mejor.
Se trata de aprender a cambiar nosotros para ser los responsables de nuestras propias
consecuencias. ¡Si no podemos cambiar la situación cambiemos nosotros¡ y para conseguir
este cambio el pensamiento juega un papel fundamental.
Lo importante es aprender a detectar los errores para aprender de ellos. Hay que vivir el día
a día, el minuto a minuto, el segundo a segundo, hay que aprender del pasado para no
cometer los mismos errores. Los errores no hay que verlos como fracasos sino como
mecanismos para aprender y poder, a través de ellos, salir fortalecidos. Cuantos más errores
más intentos y cuantos más intentos mejor aprendizaje.
Lo importante no es lo que nos ocurre, sino cómo nos lo contamos, cómo lo percibimos,
cómo lo afrontamos, cómo lo resolvemos. Las palabras que verbalizamos o que pensamos
tienen gran poder para modificar nuestro estado de ánimo o nuestro comportamiento. Por
ejemplo, las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las críticas en jueces prepotentes;
las autodescalificaciones nos bloquean (pobre de mí, todo lo hago mal, soy un inútil…) y nos
derrotan de antemano, si nos contamos que estamos enfermos nos sentiremos enfermos y
actuaremos como tal. Si aprendemos a ser conscientes de ello las utilizaremos con mucho
cuidado, pues cada vez que las usemos estaremos creando algo, tanto bueno como malo.
Cuando pensamos de forma intensa en algo, esa idea cobra fuerza y es mucho más fácil que
suceda. Si pensamos que vamos a equivocarnos, que lo vamos a hacer mal, que no somos
capaces… incrementaremos nuestras probabilidades de fallar. Esto se debe a que los
pensamientos negativos producen emociones negativas, si yo pienso: lo haré mal, mi emoción
será la inseguridad y por tanto tendré muchas probabilidades de que mi comportamiento al respecto
sea más ineficaz y me inhiba o me bloquee. En lugar de pensar en un resultado negativo, es
mucho mejor centrarnos en qué hacer o en cómo resolver la situación de la mejor forma
posible y esto nos va a predisponer a enfrentarnos mucho mejor a cualquier situación.
Rumiar sin parar aquello que nos preocupa no sólo no sirve para nada, sino que es muy
dañino además de causar gran fatiga emocional. Siempre es mejor actuar y analizar
consecuencias que inhibirnos o contarnos películas cuya narrativa sea nefasta, dañina y cargada
de errores cognitivos.
5/8
No hagamos anticipaciones negativas pues casi siempre van a estar basadas en creencias
erróneas que terminamos creyéndolas y convirtiéndolas en verdades absolutas a partir de las
cuales montamos todo nuestro comportamiento. Generalmente cuando no son positivas suelen
estar guiadas por nuestros miedos e inseguridades. Por ej. “si alguien no me llama por tfno.
(cuando yo espero que lo haga) o pasa a mi lado y no me saluda… mi mente rápidamente organiza
toda una realidad en torno a ello y deduzco que está enfadado conmigo, que no me quiere saludar,
que algo tiene en mi contra, que si no me llama por algo será…” Creamos realidades en base a
elementos sueltos o a elucubraciones y películas que nos montamos pero sin una base sólida y
real que las justifique. Siempre es mejor preguntar y esperar que sacar conclusiones precipitadas
y erróneas.
Gastamos demasiado esfuerzo y demasiado tiempo en preocuparnos por cosas que nunca
suceden, el aprender a controlar nuestros pensamientos nos puede ahorrar mucho sufrimiento y
mucha ansiedad. Cualquier pensamiento que llega a nuestra mente lo damos como cierto y
montamos toda una serie de emociones en base a ello. ¡Gran error!, pues muchas veces somos
incapaces de filtrar lo que es real de lo que es una creencia errónea. Una misma situación puede
interpretarse de muy diversos modos y todo va a depender de nuestros pensamientos, por
ello aprendamos a controlar los pensamientos y a potenciar los que ayudan a resolver y no
perdamos tiempo ni energía en mantener los que generan daños innecesarios.
Si estamos tristes por recuerdos dolorosos o por unas circunstancias concretas, solemos
pensar en todo con un tinte de tristeza, desánimo y melancolía, esto condiciona enormemente
nuestras posibilidades de sentirnos bien, alegres, optimistas... Podemos llegar a pensar que
nadie nos quiere, que nos olvidan, que nada saldrá bien, que no valemos, que pocas cosas
merecen la pena... Somos libres para pensar, para tomar decisiones, por ello aprendamos a
pensar pero sin hacernos daño.
Las psicoterapias buscan que la persona tenga toda la información posible sobre el papel
que pueden jugar los pensamientos, las emociones y los comportamientos tanto en su
bienestar como en su salud, cómo controlar aquello que pueda resultar ineficaz y negativo,
qué errores cognitivos o comportamentales están impidiendo el desarrollo de aprendizajes
adaptativos, qué hacer y cómo hacerlo para potenciar actitudes más positivas que le ayuden
tanto a recuperarse como a atenuar las consecuencias desagradables y dañinas. En definitiva qué
se puede hacer en cada caso particular para resolver situaciones que impiden llevar una vida
con la máxima calidad posible.
¡Si pensamos que podemos, podremos! ¡Si pensamos que estamos vencidos los estaremos!
¡Si pensamos que no nos atrevemos no lo haremos! ¡Si pensamos que estamos enfermos
nos comportaremos y nos sentiremos como tal! Todo está en nuestra mente. Salimos
adelante cuando creemos que podemos hacerlo. La actitud es mucho más importante que el
pasado, el pasado no podemos modificarlo, tampoco podemos cambiar lo inevitable, lo que sí
podemos cambiar es el presente para a través de él mejorar nuestro futuro pero sobre todo
nuestra actitud ante los problemas y ante la vida en general. No nos convirtamos en víctimas
de nuestros propios pensamientos, aprendamos a modificarlos para utilizarlos en nuestro
propio beneficio y poder afrontar de la mejor manera posible las adversidades.
6/8
Una persona cuyos pensamientos ante la vida son negativos es una persona que está en
continuo estado de ansiedad y no hay nada que provoque mayor daño físico y mental que
dejar que la ansiedad se adueñe de nuestras vidas, nos acompañe y tome fuerza, pues la
tensión que generemos con ella se encargará del resto.
Recordar siempre que no hay edad para aprender a potenciar pensamientos positivos y
gratificantes, siempre podemos aprender sin importar la edad que tengamos. Cuanto más
tiempo dediquemos a su aprendizaje mayor beneficio aportaremos a nuestra salud. Los
pensamientos positivos siempre van a venir acompañados de emociones positivas y por ello
gratificantes. Los pensamientos positiv os son totalmente incompatibles con emociones
negativas, dañinas y perjudiciales. Por tanto todo el tiempo y energía que invirtamos en ello habrá
merecido la pena pues nuestro bienestar físico y mental dependerán de ello.
Recordar también que aprendemos por repetición, repitamos todo aquello que nos resulte
eficaz y nos aporte seguridad, bienestar físico y mental y eliminemos lo que nos aporte
malestar y sufrimiento. El sufrimiento es inútil y altamente dañino para la salud por ello no
invirtamos tiempo en aprender a desarrollarlo. Hagamos justamente lo contrario y habremos
ganado la batalla al pensamiento negativo y al malestar físico y mental que conlleva este tipo de
pensamiento. El aprender a desarrollar el pensamiento positivo contribuirá a mejorar nuestra
salud física y mental y con ello nuestra calidad de vida se verá altamente beneficiada.
Bibliografía
Aaron, T. Beck. Con el amor no basta, Paidós, Barcelona, 1998
Álava Reyes. M.J. (2009) La inutilidad del sufrimiento-Claves para aprender a vivir de manera positiva.
La Esfera de los Libros, S.L.
Bastida de Miguel, A.M. Importancia de aplicar terapias psicológicas de tercera generación en la
resolución de un caso de fibromialgia. XI Congreso Virtual de Psiquiatría (18cof345023). Interpsiquis -
Febrero-Marzo 2010. Psiquiatria.com
Branden, N. El poder de la autoestima. Ed. Paidós.
Elias, M. J., Tobias, S. E., y Friedlander, B. S. (1999). Educar con inteligencia emocional. Barcelona:
Plaza Janés.
Ellis, A. Ser feliz y vencer las preocupaciones, Ediciones Obelisco, Barcelona, 2000
Fernández-Ballesteros, R., Vivir con vitalidad y cuando ocurre lo inevitable, Ed. Pirámide, Madrid, 2002
Fernández-BerrocaL, P., y Ramos, N. (2002). Corazones Inteligentes. Barcelona, Kairós.
Flórez Lozano, J.A. Felicidad y salud. Salud Global Año III. Nª 1. 2003
Goleman, D. (2002). La inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
González, J.L., y López, L.A., Sentirse bien está en tus manos, Sal Terrae, Santander, 1999
Héril, A. Pensamiento positivo. Gaia, 1998.
Hué García, C. (2007). Pensamiento emocional. Zaragoza: Mira Editores.
Ibarrola, B., y otros (2003). Sentir y pensar. Madrid: SM.
Martin Seligman. El optimismo se adquiere. Edit. Atlántida.
Salmurri, F. (2004). Libertad emocional. Estrategias para educar las emociones. Barcelona: Paidós.
7/8
Shapiro, L. E. (1998). La inteligencia emocional de los niños. Barcelona: Ediciones B.
Soler, J., y Conangla, M. M. (2003). El arte de transformar positivamente las emociones. La ecología
emocional. Barcelona: Amat.
Sternberg, R. (1997): La inteligencia exitosa. Barcelona, Paidós.
Vallés, A., y Vallés, C. (2000): Inteligencia emocional: Aplicaciones educativas. Madrid, Editorial: EOS.
8/8