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1.1 La Prehistoria
A pesar de su nombre, la prehistoria es la más larga etapa en la historia del hombre.
Porque es un hecho demostrado que la historia nace con el primer hombre y morirá con el
último ser humano capaz de dejar testimonio de su existencia. A pesar de no contar con
testimonios escritos, la prehistoria cuenta con documentación material y asombrosas obras
artísticas en arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas.
Aunque tradicionalmente se han establecido los límites de historia y prehistoria en
torno a la existencia o no de documentos escritos, la historia comienza en realidad con la
inteligencia demostrada del primer ser animal sobre la tierra, capaz de demostrarla fabricando
herramientas complejas.
Anterior al género homo (humano) hay que citar al Australopiteco, hace cinco
millones de años, considerado el primer antepasado del ser humano, y que ya fabricaba esas
herramientas. El “Homo Habilis” apareció hace dos millones de años. Construía herramientas
de piedra y vivía de la caza y la recolección. El “Homo Erectus” apareció hace un millón y
medio de años, y poseía un mayor desarrollo tecnológico que el Homo Habilis. A esta especie
se debe la invención del fuego.
En cuanto al “Homo Sapiens”, surgió hace unos 100.000 años. Dentro de éste se
reconocen dos subtipos: el Hombre de Neanderthal, parecido a nosotros pero más robusto, y
el Homo sapiens sapiens, especie a la que nosotros pertenecemos. África fue el continente en
el que surgió el ser humano.
La Prehistoria, en la edad de la piedra, se divide en tres grandes periodos: el
Paleolítico, el Mesolítico y el Neolítico. En el Paleolítico la piedra se talla a golpes, y
también se trabaja el hueso y las astas de los animales. Los hombres, agrupados en hordas
poco numerosas se dedican a la caza (captura con trampa), a la pesca y a la recolección de
productos naturales. Viven en cavernas, salientes rocosos, chozas de madera o piel, y sus ritos
mágicos se relacionan con la caza y veneran a la fecundidad de la tierra y de la mujer. En
cuanto al arte, surgen en el Paleolítico Superior las primeras manifestaciones de la pintura y
la escultura, dándose auténticas obras maestras. Su sentido era simbólico, religioso y mágico.
El Mesolítico es un periodo de transición entre esta época y el Neolítico. Comienza
hacia el – 10.000 en Mesopotamia y termina hacia el – 5.000. La base alimenticia sigue
centrada en la caza y en la pesca. La escasez de alimentos mantiene muy reducidos los grupos
humanos.
En el Neolítico (desde el – 5.000) se produce sin embargo una auténtica revolución,
basada en el sedentarismo, el comienzo de los poblados estables, el nacimiento de la
arquitectura, el cultivo de las plantas y la cría de ganado. También se da el pulimento de la
piedra, que alcanza la mayor perfección técnica conocida hasta entonces. Surge también la
alfarería, los hilados y los tejidos
Dentro de la prehistoria hallamos una parte de la Edad de los metales, donde se
trabaja primero el cobre, después el bronce (aleación de cobre y estaño), y finalmente el
hierro. Algunas de estas sociedades presentan ya documentos escritos. Otras se sitúan aún en
la prehistoria.
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En cuanto a la antigua Roma, hay que decir que su civilización se nutrió en origen
de las aportaciones de pueblos más avanzados, como los etruscos, al norte de la península
itálica, y los griegos, establecidos al sur. Roma aportó, sin embargo su propia genialidad, que
estuvo centrada en el derecho, la ingeniería, la literatura, las artes, la oratoria y el urbanismo.
La historia de Roma se centra también en tres etapas: monarquía, república e
Imperio. Al principio de la monarquía, Roma estuvo gobernada por siete reyes. Los últimos
monarcas eran etruscos, y los que dominaban la ciudad y su territorio. Sin embargo, los
romanos los veían como tiranos, y en el año – 509 expulsaron a estos monarcas extranjeros e
impusieron la república romana.
La República fue una época de conquistas. En esta etapa Roma emprendió la
conquista de Italia y la de amplios territorios del Mediterráneo. Los romanos se impusieron a
muchos pueblos, entre los que destacaron los cartagineses, liderados por Aníbal, a los que
vencieron en las Guerras Púnicas (siglos – III a – II). La República hizo crisis en el – I,
debido a la corrupción, las luchas sociales, las conspiraciones políticas y militares y las
guerras exteriores.
Tras el asesinato de Julio César y una serie de guerras civiles su sobrino Octavio se
hizo con el poder, proclamándose emperador en el año – 27. Era el inicio del imperio.
Octavio Augusto adoptó el título de emperador y ejerció personalmente todos los poderes.
El Senado se mantuvo, pero perdió mucho poder. Los sucesores de Augusto
insistieron en el carácter absoluto de su poder, y algunos emperadores incluso se proclamaron
dioses en vida, como Nerón y Calígula.
Todas las provincias estaban unidas también por un mismo idioma, el latín, y unas
mismas leyes, el derecho romano. Roma era la capital de un imperio inmenso. El
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Estado. Surge así la monarquía autoritaria. En España estos monarcas están representados por
los Reyes Católicos.
Durante el siglo XVI, la potencia dominante en Europa es España, con inmensas
posesiones en América, pero también en África y Asia. Sin embargo, durante el siglo XVII,
que es un siglo de crisis general, el poder de España se hunde, aunque sigue conservando
América. Durante el XVI, se va extendiendo la Reforma protestante iniciada por Lucero en
Europa, mientras Carlos V y Felipe II intentan frenar su avance y Alemania permanece
dividida, fragmentada en gran número de Estados independientes.
Contra la Reforma protestante se alzará como respuesta la Contrarreforma católica,
que no logrará acabar con el protestantismo, y únicamente limitará su extensión. El
protestantismo también se extiende por las colonias inglesas en América, acabando el
cristianismo dividido en tres grandes ramas: católica, protestante y ortodoxa
El descubrimiento de América se realiza gracias a la ruta española abierta por Colón,
mientras el hallazgo del paso entre el Atlántico sur y el Índico hacia La India, China y las
islas de las especias, se debe a la ruta portuguesa, abierta por Bartolomé Díaz en 1487 al
doblar el cabo de Buena Esperanza en África. Las consecuencias de estas rutas abiertas serán
enormes, porque permitirán una inmensa acumulación de capital y recursos, de los que se
beneficiará sobre todo la Europa occidental. Significará además la ampliación del mundo
conocido y el flujo de millones de europeos hacia las tierras descubiertas o colonizadas, el
mestizaje o la desaparición de las poblaciones autóctonas y la aceleración de los avances
tecnológicos.
Los avances científicos y técnicos corren en la Edad Moderna paralelos al avance del
humanismo, que centra su punto de vista en el hombre y la razón, mientras relega al plano
personal la fe religiosa y el poder de la Iglesia. Esta corriente de pensamiento humanista será
el alma del Renacimiento, tanto en las artes, como en los avances científicos, la difusión de
las academias, la imprenta y la técnica en general.
En cuanto al autoritarismo político, se fue reforzando a lo largo del XVI, hasta
desembocar en el XVII en el absolutismo. El ejemplo más claro de dicho absolutismo lo
tenemos en Luís XIV de Francia, quien afirmaba “el Estado soy yo”. En este siglo de
creciente poder de los reyes hubo sin embargo un país que derrotó el absolutismo: Inglaterra.
En este país, el enfrentamiento entre los partidarios del rey y el absolutismo (nobles
y gran burguesía) y los partidarios del parlamentarismo (pequeña y mediana burguesía de las
ciudades y propietarios rurales) provocó las revoluciones de 1640 y 1688. En esta última fue
definitivamente derrotado el absolutismo, iniciándose así la monarquía parlamentaria.
Mientras tanto, el Imperio alemán sigue dividido y se hunde el poder de España, que incluso
ve como Portugal consigue su independencia y Cataluña está a punto de conseguirla, en
ambos casos en 1641.
En lo cultural y artístico, el XVII es el siglo del barroco, cuyas manifestaciones
abarcan al arte, la música y la literatura, pero también la revolución científica y técnica de
ese siglo, el urbanismo y el reforzamiento de la religión en los países católicos, en los que
habrá una estrecha relación entre religión y barroco, también llamado “arte de la
contrarreforma”. En este siglo alcanzan un gran poder los jesuitas, como brazo derecho del
Papa y vanguardia de la contrarreforma católica.
La sociedad estamental del antiguo régimen, con el poder de los privilegiados, el
absolutismo de los reyes y el gran poder de la Iglesia, continuará en la mayoría de los países
(salvo Inglaterra) durante gran parte del XVIII, hasta la llegada de las tres grandes
revoluciones que abren paso a la historia Contemporánea: revolución norteamericana,
revolución industrial y revolución francesa.
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