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Alef - Letras Hebreas Page 1 of 4

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Alef
Por Rabbi Itzjak Guinsburg

La Paradoja: Di-s y Hombre

La alef está formada por dos iud, una en la parte superior


derecha, y la otra en la inferior izquierda, unidas por una vav
en diagonal. Esto representa las aguas superiores e inferiores
con el firmamento entre ellos, como fue enseñado por el Arí
z"l ("rabi Itzjak Luria, de bendita memoria", quien recibió y
reveló nuevos conocimientos de la antigua sabiduría
cabalística).

El agua, es mencionada por primera vez en la Torá, en el


relato del primer día de la Creación: "Y el espíritu de Di-s
merodea por sobre la superficie de las aguas". En ese
momento, las aguas superiores e inferiores eran
indistinguibles; su estado es llamado como "agua en el agua". En el segundo día de la Creación, Di-
s separó las dos aguas "extendiendo" el firmamento entre ellas.

En el servicio del alma, como enseña el jasidismo, el agua superior es agua de alegría, la
experiencia de estar cercano a Di-s, mientras que el agua inferior es agua de amargura, la
experiencia de estar lejano de Di-s.

En la filosofía judía, las dos propiedades intrínsecas del agua son "húmedo" y "frío". El agua
superior es "húmeda", asociado con el sentimiento de unidad con la "exaltación de Di-s"; mientras
que el agua inferior es "fría", con el sentimiento de separación, la frustración de experimentar la
inherente "soledad del hombre". El servicio Divino, como enseña el jasidismo, enfatiza que de
hecho, la conciencia primaria de ambas aguas es el sentido de Divinidad, cada una según su
perspectiva: según las aguas superiores, cuanto mayor es la "exaltación de Di-s", más grande es la
unidad de todo en Su Ser Absoluto; según la perspectiva de la segunda, a mayor "exaltación de Di-
s", mayor es el abismo existencial que separa la realidad de Di-s y la del individuo, y de aquí la
inherente "soledad del hombre".

El Talmud nos cuenta acerca de cuatro sabios que entraron al "pardés", el místico huerto de
elevación espiritual, sólo alcanzado a través de intensa meditación y contemplación cabalística. El
más grande de ellos, rabi Akiva, les dijo a los otros antes de entrar: "Cuando vuelvan del lugar de la
piedra de mármol pura, no pidan 'agua, agua', porque está dicho: 'Aquel que habla falsedades, no se
parará ante mis ojos'". El Arí z"l explica que el sitio de la "piedra de mármol pura", es donde se
unen las aguas superiores e inferiores. Aquí no se puede suplicar 'agua, agua', ya que es como si
dividiera las aguas superiores e inferiores. "El lugar de la piedra de mármol pura" es el sitio de la

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verdad, el poder Divino de soportar dos opuestos en forma simultánea, y en las palabras de Rabi
Shalom ben Adret: "la paradoja de las paradojas". Aquí, "la exaltación de Di-s" y Su "proximidad"
con el hombre, se une con la "soledad del hombre" y su "distancia" de Di-s.

La Torá comienza con la letra bet: "Bereishit (en el principio) Di-s creó los cielos y la tierra". Los
Diez Mandamientos, la revelación Divina al pueblo judío en el Sinaí, comienza con la letra alef:
"Anoji [Yo] soy Di-s tu Di-s que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud". El Midrash
afirma que la "Suprema Realidad" se apartó de la "realidad inferior", porque Di-s decretó que ni la
Realidad Superior va a descender, ni la inferior va a ascender. Al entregar la Torá, Di-s anuló Su
decreto, Él Mismo fue el primero en descender, como está escrito: "Y Di-s bajó sobre el Monte
Sinaí". Por otro lado, la realidad inferior ascendió: "Y Moisés se acercó a la nube...". La unión de la
"realidad superior", la iud de arriba, con la "realidad Inferior", la iud de abajo, por intermedio de la
conexión de la vav que es la Torá, es el secreto último de la Torá.

FORMA

Una iud arriba y una abajo, con una vav separándolas y uniéndolas simultáneamente. El secreto de
la imagen con que fue creado el hombre.

Mundos:

z El sistema respiratorio, el diafragma, el sistema digestivo.


z El líquido cefalorraquídeo, la membrana, la humedad del cerebro.

Almas:

z Sentirse cercano como así también distante de Di-s, con el compromiso de la Torá y las
mitzvot balanceando estas emociones.
z "El llanto está enclavado en un lado de mi corazón, en el otro está enclavada la alegría".

Divinidad:

z Luz Trascendente e Inmanente con la contracción (tzimtzum) y la impresión (reshimu) entre


ellas.
z El hombre en perfecta unidad con la Voluntad Infinita de Di-s.

NOMBRE

Buey, mil, enseñanza, maestro.

Mundos:

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z Buey, la grosera realidad física, el alma animal inferior.


z Mil, multiplicidad en la Creación, las "mil montañas pastadas por el buey".
z La yunta de bueyes doblegándose a la multiplicidad y retornando a la unidad.

Almas:

z "Yo te enseñaré la sabiduría"; la raíz del alma se deriva de la sabiduría de Di-s.


z Conocimiento Divino de la verdad Divina; ser nada.

Divinidad:

z "Maestro del universo".


z El Divino "Uno", revelándose a través de la pluralidad de la Creación.

NÚMERO

Uno

Mundos:

z El primero de todos los números que se pueden contar.


z El comienzo de un proceso en la naturaleza y en la secuencia de los eventos del mundo.
z Uno significa "algo a partir de algo".

Almas:

z "Una nación en la tierra".


z La unidad orgánica de todas las almas judías.
z Uno significa "algo a partir de la nada".

Divinidad:

z "Di-s es uno": la absoluta unidad de Di-s.


z "No hay ningún otro aparte de Él: "Uno, individual y único".
z Uno significa "nada a partir de algo".

Por Rabbi Itzjak Guinsburg


El Rabino Itzjak Guinsburg es el fundador y director del Instituto
Gal Einai. Es un exponente de la Cábala y el Jasidismo. El rabino
Ginsburg a escrito más de cuarenta libros con la óptica de la
Cábala y la Torá sobre temas como: Psicología, Educación,
Medicina, Política, Matemáticas y Relaciones.

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Anécdotas de un Shofar - Historias Page 1 of 3

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Anécdotas de un Shofar
Por Malka Touger

“Durante los años que estuvimos de shlijut en


Amberes tuvimos la oportunidad de atender una
amplia gama de personas en nuestro Beit Jabad, nos
cuenta el Rabino Shabtai Slavaticki. “Pero nunca antes
se nos había dado el caso que llegara alguien
proponiendo la venta de un shofar”.

El dueño era un joven de dieciocho años que presentó


el objeto que quería vender y dijo que le habían
recomendado que probara su suerte con nosotros.

“¿Quién te dijo que podríamos estar interesados en


comprarte el shofar?” preguntó con curiosidad el
Rabino Slavaticki.

“Me acerqué a una sinagoga de la ciudad y allí me sugirieron que los contactara”, me contestó el joven.

“Y ¿cuánto estás pidiendo por tu shofar?”

“Cinco mil euros”.

“Es un precio muy alto para un shofar. Hay algunos tipos de shofar que, por su excepcional artesanía, tienen un
valor más alto pero este es común y corriente. A veces un shofar se cotiza a un precio muy elevado porque fue
propiedad de una personalidad de renombre. ¿Dónde lo conseguiste?”

El joven pasó a contar su historia.

Su padre era el único miembro de toda su familia que había podido sobrevivir al Holocausto. Embargado de
amargura condenó su judaísmo, se casó con una gentil y nunca reveló su origen a su hijo. El secreto le había sido
revelado a través de las burlas de los compañeros de la escuela primaria. El niño enfrentó a su padre pidiéndole le
explicara los insultos.

“Ignóralos”, le había respondido su padre. “Llamar a alguien ‘judío mugriento’ es una forma de expresión. La
gente lo dice para insultar; no es para que lo tomes como la declaración de un hecho”.

El niño aceptó la aclaración de su padre. Pero, cuando el acoso se volvió a repetir, presionó a su padre para que le
dijera la verdad. Esa vez el padre reconoció su origen judío, pero insistió en que no era un tema importante.
Tiempo después, en el altillo de su casa, el niño encontró un objeto que no podía identificar. Cuando se lo mostró
a su padre se enteró que era un shofar y que, por ser un objeto judío sagrado, era valioso.

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Anécdotas de un Shofar - Historias Page 2 of 3

El rabino Slavaticki escuchó atentamente el relato del joven. Estaba mucho más interesado en el dueño del shofar
que en el objeto en sí mismo, ya que indudablemente un alma judía perdida tiene un enorme valor. Sopesó
cuidadosamente sus palabras.

“Como te dije, este shofar no parece justificar su elevado precio, pero también te mencioné que el valor monetario
de un objeto empleado en el culto puede aumentar en virtud de quien haya sido su ilustre propietario. Por favor
dile a tu padre que la próxima vez que esté cerca venga a verme y podremos seguir hablando algo más del tema”.

“¿No lo podrán hablar por teléfono?”, preguntó el joven.

“Me parece que, si este shofar tiene apenas la mitad del valor que tú me sugeriste, no es un tema para conversarlo
telefónicamente”, le contestó el rabino.

Tiempo después el padre llamó y fijamos una entrevista. La conversación que se dio fue en auténtico “idish”. En
el curso de su encuentro el Rabino Slavaticki invitó al hombre a cumplir con la mitzvá de colocarse los tefilín.

“Solo vine a discutir el asunto del shofar”, me contestó con frialdad.

“Hitler te ha hecho pasar por innumerables dolores y pérdidas”, le dijo el Rabino Slavaticki con la mayor
sensibilidad posible. “No tienes que perpetuar indefinidamente esas pérdidas. Puedes lograr un sentimiento de
victoria personal a través del reencuentro con tu fe, por la que fuiste perseguido”.

“Ya he perdido esa batalla”, contestó con amargura el hombre.

“Hitler quería matar a los judíos. ¿Crees realmente que logró matar al judío que llevas dentro de ti? Un alma judía
es intrínsecamente más poderosa. ¿Tienes que creer que te derrotó? le preguntó alentadoramente el rabino.

Pero el hombre sacudió sus encorvados hombros con una mezcla de enojo y desesperación, alejándose sin decir
palabra.

Durante dos meses los Slavatickis no supieron más nada de él hasta una noche, en que tocaron el timbre de su
puerta.

Disculpándose por lo tarde de la hora el hombre pidió que lo dejaran pasar a la sinagoga del Beit Jabad. “No
quiero molestarlos”, insistió visiblemente incómodo con su imprevista visita. Y sugirió: “Quizás me puedan dar la
llave y, tan pronto termine, la dejaría en su buzón”.

Los Slavaticki podían ver que el hombre estaba angustiado, profundamente conmocionado. Sin decir palabra le
alcanzaron la llave y rápidamente él se dirigió a la sinagoga. Pero, tan pronto se alejó, los Slavaticki empezaron a
dudar. El hombre era un extraño a quien el rabino había visto una sola vez. Le había manifestado su interés en
vender objetos de valor judaico. Quizás habían sido demasiado inocentes y confiados. El Talmud advierte:
“Debemos respetar, pero también sospechar...”

El Rabino Slavaticki entró sigilosamente a la sección de mujeres de la sinagoga. Quedó conmovido hasta su fibra
más íntima al ver al hombre abrazando un rollo de la Torá, pronunciando muchos, muchos nombres, mientras las
lágrimas le corrían por las mejillas. Al rabino le fue suficiente lo que había llegado a ver. Se retiró

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Anécdotas de un Shofar - Historias Page 3 of 3

silenciosamente, acompañado del eco de la voz del hombre diciendo: “D-os querido, te perdono por lo que Tú le
has hecho a Tu pueblo, por favor perdóname también a mí....”

Tiempo después el hombre le comunicó a los Slavatickis que se iba a Israel con su hijo. Se había separado de su
mujer gentil y su hijo había cumplido satisfactoriamente con los requisitos de la conversión.

Por Malka Touger

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Bet - Letras Hebreas Page 1 of 4

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Bet
By Yitzchak Ginsburgh

Propósito: Una morada aquí abajo para Di-s

La letra bet, primera de la palabra "casa", se refiere a la casa


de Di-s: "Mi casa será llamada Casa de Oración para todos
los pueblos". Consta en el Midrash que la Motivación
Divina para la Creación, fue que el Santo, Bendito Sea,
deseó tener una morada en la realidad inferior. El
cumplimiento de este deseo, comienza con la creación del
hombre, un alma Divina investida en un cuerpo físico, y
prosigue con la multiplicación del hombre, la "conquista"
completa del mundo para convertirlo en el reino de Di-s.

La Torá empieza la descripción detallada del Tabernáculo y


sus utensilios, con la declaración de su propósito final: "Y
me construirán un Templo y moraré en ellos". No dice "en él", explican los sabios, sino "en ellos",
en cada uno y uno de los judíos. "Morar en ellos" es en esencia la revelación de Divinidad en el
pueblo de Israel, siempre presente, pero a veces "ensombrecida", como en el tiempo del exilio y la
destrucción del Templo. La santidad innata del pueblo de Israel, causa que la Tierra Santa se
expanda y eventualmente abarque toda la tierra (la realidad inferior), como está dicho: "la tierra de
Israel, se extenderá a todas las tierras del mundo".

Bet (bet-iud-tav) equivale numéricamente a la palabra "taavá", que significa "deseo" o


"pasión" (412). En general, "taavá" connota una cualidad humana negativa, sin embargo, en
muchos lugares denota la pasión positiva del tzadik, el hombre justo. Un pasaje de Proverbios
declara: "El va a satisfacer la pasión del tzadik", y otro dice: "las pasiones de los tzadikim son sólo
buenas". La "taavá" de Di-s, el "Tzadik del mundo", está totalmente por encima de la razón y la
lógica. En este nivel, no se puede preguntar "porqué". Como fue expresado por rabi Shneur Zalman
de Liadi: "Sobre la pasión, no puede haber preguntas". Como Di-s es la esencia del bien, entonces
Su pasión es "sólo bien".

"¿Con quiénes se aconsejó el Santo, Bendito Sea, si crear o no el mundo? Con las almas de los
tzadikim". La expresión "las almas de los tzadikim", alude a todas las almas judías, como está
dicho: "Todo tu pueblo son tzadikim". El apelativo que se le da a Di-s, como el "Tzadik del
mundo", se refiere al origen y unidad absoluta de las almas judías en Su Misma Esencia. Cuando el
alma desciende para ser investida en la conciencia y experiencia finita de un cuerpo aparentemente
mundano, su tarea es llegar a ser el tzadik como una verdadera emulación de su Fuente, el "Tzadik
de Arriba". Esto se logra con el refinamiento y purificación de la pasión, taavá, que es volverse
"sólo bien".

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Bet - Letras Hebreas Page 2 of 4

El "Tzadik de Arriba" mora en la Casa construida para El por el tzadik de abajo. Aquí, la pasión
más profunda del Creador llega a su consumación. La bet grande, la primera letra de la Torá y el
comienzo de la Creación, expresa su propósito final, como está dicho: "Lo último en la acción, es
lo primero en el pensamiento". En la primera palabra de la Torá, Bereshit, las tres letras
"auxiliares", (el prefijo bet y las dos letras finales, iud y tav), se leen bait, "casa" (equivalente a la
escritura completa de la letra bet). La raíz de "bereshit", rosh, significa "cabeza". Entonces, la
permutación más "natural" de bereshit se lee: rosh bait, "La cabeza de la casa". Una permutación
de las letras de la palabra rosh es osher, "bienaventuranza". Cuando el tzadik conduce a Di-s, la
"Cabeza", a Su Casa, se convierte en una casa de verdadera y eterna felicidad.

El descender de la "Cabeza" para morar en Su "Casa" abajo, en verdadera felicidad, es el secreto de


la brajá, "bendición", que comienza con la letra bet. Nuestros sabios enseñan que la "gran bet",
inicia la Creación en particular y la Torá como un todo, con el poder de bendecir. Di-s bendice Su
Creación, la cual creó con el atributo de bondad, el atributo de Abraham, como se explicará en la
letra hei. Abraham, la primer alma judía, es encomendado con el poder Divino de bendecir, la "gran
bet" de la Creación, como está dicho: "Y tu serás [aquel que otorga] bendición". Posteriormente, en
el tiempo de su circuncisión, se le otorgó la "pequeña hei" de la Creación, el poder de atraer hacia
abajo y manifestar la bendición Divina de felicidad en los detalles más pequeños de la realidad.

La bendición sacerdotal está compuesta por tres versículos. El número de palabras es


sucesivamente 3,5 y 7, con diferencias iguales de dos (bet). El número de letras aumenta según el
orden: 15, 20, 25, con diferencias iguales de cinco (hei). Las palabras representan la conciencia
general o amplia, mientras que las letras representan la conciencia particular o pequeña. El poder de
bendición "completo" es el de la bet, como está dicho: "...Y colmados con la bendición de Di-s". El
poder de traer abajo la bendición a los pequeños detalles de la realidad es el de la hei.

Este servicio de Abraham, y de todos los judíos a partir de él, lleva al cumplimiento de la intención
final de la Creación: la realización del poder de bendición de Israel, que el dominio del Rey (la
"Cabeza de la Casa"), se extienda para abarcar toda la realidad, y de esta manera brindar verdadera
felicidad a todos.

FORMA

Tres vav conectadas, con una abertura a la izquierda, el "lado norte".

Mundos:

z "La maldad empieza por el norte".


z La habilidad del hombre de elegir entre el bien y el mal.
z Los tres atributos de carácter positivo del alma animal, y la inclinación al mal. El lado norte
abierto simboliza el atributo de valentía.

Almas:

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z El lado norte abierto, simboliza el "temor del cielo".


z "Todo está en manos del cielo, excepto el temor al cielo".
z El Mashíaj va a cerrar el lado abierto, la integración del libre albedrío y la Omnisciencia.
z Hablar de Torá, revelar la innata chispa del Mashíaj.

Divinidad:

z Lados Cerrados - revelación Divina - "Tú" - en la mente, el corazón y la acción.


z Lado Abierto - Ocultamiento divino - "El" - en el corazón oculto - la oscuridad que está por
encima de la luz.

NOMBRE

Casa

Mundos:

z Una casa física.


z La "casa" metafísica de uno - su relación con la realidad.
z La Creación en conjunto es una "casa" en relación con Di-s.
z Placer supraconciente - "Un hombre sin una casa no es un hombre".

Almas:

z El aspecto femenino del alma representado por la casa.


z "La casa del hombre es su esposa".
z El alma como casa de Di-s - la hija del sacerdote.
z El poder de embarazo.

Divinidad:

z El deseo de Di-s de hacer para Si Mismo una morada en la realidad inferior.


z La Casa de la Inmanencia y la Casa de la Trascendencia.

NÚMERO

Dos

Mundos:

z El comienzo de la pluralidad manifiesta.

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z La naturaleza dual de la Creación.


z Complejidad jerárquica.

Almas:

z El alma es descripta como "el segundo del Rey".


z Iosef: el efecto Prisma - la revelación de la mente.
z Mordejai: el efecto Tiempo - la revelación del corazón.
z Divinidad:

z El poder Divino del Ser de contener dos opuestos.


z Ocultamiento de la esencia Divina y la revelación de su luz.
z Ocultamiento y revelación de luz a niveles bajos y elevados de conciencia.
z La Torá comienza con una bet grande.
z El Nombre Havaiá y el Nombre Elokim.
z "Los dos camaradas que nunca se separan".

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Chispas Divinas en un Banco de Plaza - Historias de Janucá Page 1 of 3

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Chispas Divinas en un Banco de Plaza


Las velas de Janucá logran derretir el corazón de un anciano.

Por Jaim Drizin

El coche se veía magnífico. Me quedé parado admirando


nuestra obra en medio de los copos de nieve que caían
suavemente, debo admitir que era la mejor Menorá móvil
que había visto en mi vida.

El Bonneville del '78, con la enorme Menorá de madera


encima definitivamente llamaría la atención de la gente
—y esa era nuestra meta.

Planeábamos visitar los centros comerciales y hogares de


ancianos —y dondequiera que pudiéramos difundir la
alegría y el mensaje de Janucá.

Éramos siete u ocho apretados en el pequeño auto; el


portaequipaje estaba lleno de menorot de latón y velas de
colores que esperábamos distribuir. Mientras que los
muchachos más expertos en temas tecnológicos discutían
las propiedades del aparato electrónico que accionaba las luces de nuestra Menorá eléctrica (¿Qué
es un alternador?). Yo miré fijamente hacia afuera la oscura noche cerrada de invierno.

Llegamos a nuestro destino, un enorme complejo residencial en Brooklyn, cercano a nuestra


Ieshivá.

En los años 70 se habían abierto las compuertas de Rusia, y el Trump Village era el destino elegido
por miles de inmigrantes recién llegados.

A menudo ancianos, estos enérgicos judíos llevaban décadas sobreviviendo el yugo comunista con
su identidad judía intacta; no obstante, sabían muy poco sobre los detalles de la Torá y las mitzvot,
y nosotros teníamos la esperanza de hacer surgir esta chispa oculta.

Lo vi sentado ahí. Era un hombre mayor de unos setenta o setenta y cinco años de edad, sentado en
uno de ésos bancos tan conocidos de New York. La base era de concreto y el asiento era de madera
pintado de verde, frente al banco había una mesa de ajedrez de concreto. Él estaba sentado mirando
a los coches pasar en esa gélida noche.

"¡A freilajn Janucá! ¿Quiere encender la Menorá? "Le pregunté, esperando que me ayudara a
lograr mi meta personal de diez personas que esperaba inspirar esa noche.

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Chispas Divinas en un Banco de Plaza - Historias de Janucá Page 2 of 3

"Retírese por favor" contestó en idish. "No estoy interesado" dijo, quizás un poco más suave.

Intenté convencerlo. Le expliqué la historia de Janucá, incluso le rogué un poco, pero él continuo
firme en su decisión. "No, gracias. Ahora por favor déjeme tranquilo, buenas noches".

Viendo que perdía la oportunidad, pero no absolutamente dispuesto a tirar la toalla totalmente,
tomé la Menorá de lata, la puse sobre la mesa de ajedrez, inserte cuatro velas coloridas en las
pequeñas ranuras que parecen haber sido diseñados para velas mucho más delgadas que las mías,
las encendí, y le dije al anciano: "Aquí está la Menorá. Si la desea, es suya —sino, no".

El hombre no dijo nada y yo me fui.

Continuamos nuestro recorrido por el complejo, y agradecimos a Di-s por haber sido
extremadamente exitosos esa noche.

Se hizo tarde y era hora de ir a casa.

Mi mente volvía siempre al anciano judío ruso sentado solo en ese banco.

"Vayamos a donde vimos al anciano". Sentía curiosidad. Quería saber qué había hecho con la
Menorá ¿la había tirado, o la dejo abandonada sobre la mesa?

Hay imágenes que se le adhieren a uno. Acontecimientos que dejan una impresión indeleble en la
psique, incluso treinta años más tarde uno puede verlos claramente.

Este es uno de ellos.

Veo al anciano sentado en el banco. Sus ojos llenos de lágrimas, fluyendo abundantes por sus
mejillas.

Las velas siguen apenas encendidas y él está mirándolas fijamente. Mirando y llorando. Las llamas
flamean y un alma se enciende.

No sé dónde está, ni siquiera se su nombre. Sin embargo, se que esa noche tuve el privilegio de ver
algo maravilloso.

Por Jaim Drizin


Jaim Drizin vive en Brooklyn, New York, y dicta clases de Torá y Jasidismo en el
área metropolitana de New York.

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Confia - Historias de Janucá Page 1 of 2

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Confia
Por Jorge Dobry

Hace pocos días nos habíamos puesto de acuerdo en


familia para comenzar a respetar la mitzvá de kashrut.
Después de algunos arreglos necesarios, empezamos
sin dificultades. Era mucho más sencillo que lo
esperado, y el cumplimiento de la dieta no ofrecía
inconvenientes.

Sin embargo, el jueves por la tarde se presentó un


problema al recibir a través del correo electrónico dos
invitaciones simultáneas para el próximo domingo. La
primera era para el encendido de las luminarias de
Janucá en una plaza pública. La segunda era una fiesta de cumpleaños con asado y fútbol de un ex
compañero de estudios universitarios que iba a realizar en su campo, alejado de la ciudad.
Evidentemente, nos resultaría imposible estar en los dos lugares al mismo tiempo ni tampoco estar
un rato en cada lugar, así que tendríamos que elegir entre el tentador asado y participar del
encendido de las luminarias.

"No sabía que comías kasher" -se sorprendió cuando le conté a mi compañero de estudios por
teléfono- "yo también soy judío, pero como te imaginarás, no cumplo con esos preceptos. De
cualquier modo me gustaría que vinieras. Tal vez puedas hacer una excepción esta vez".

Cuando terminamos de hablar me pregunté porque no le había dicho en forma directa que no iría.
Es que realmente aún no estaba decidido. Después de todo, hace pocos días que habíamos
empezado con esta mitzvá y, como había dicho mi amigo, pensaba en que tal vez pudiera hacer una
excepción esta vez. Más aún, empecé a darme cuenta de las implicancias reales, no previstas, que el
cambio traía. ¿Cuan firme debía ser mi voluntad? Era evidente que el cambio no era solamente en
relación a la comida sino también en el aspecto social: ¿acaso el cumplimiento de este precepto
debía limitar mi relación con la gente?

Como no estaba resuelto, lo único que pude hacer en ese momento fue esquivar el tema, tratando de
olvidarlo, sobre todo porque todavía tenía tiempo para decidir. Mientras tanto, el viernes por la
noche asistimos en familia al Kabalat Shabat y el sábado al servicio de rezos.

Lo que sigue en este relato no puedo explicarlo de modo racional, pero lo cierto es que al finalizar
el Shabat sentí un `clic´ repentino. De todas las Tefilot que había leído, una de ellas quedó grabada
en mi mente; una que comienza con las palabras "Confía en Di-s...". Y a partir de allí,
inexplicablemente, se aclaró mi visión en relación a este asunto. Mi confianza se afianzó y mi
balanza personal se inclinó hacia el lado correcto.

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Confia - Historias de Janucá Page 2 of 2

El sábado por la noche, después de Shabat, llamé a mi amigo para felicitarlo por su cumpleaños, y
sin dar excusas le avisé que lamentaba no concurrir. "Ok, no hay problema, te entiendo" -me dijo
de modo tranquilizador- "Cualquier día de estos nos podemos encontrar y me contás como es eso
de comer kasher". ¡Sorpresa!: no solo no se había molestado, sino que también estaba interesado en
conocer sobre kashrut.

Sin duda, yo ya estaba mucho más animado en relación a mi elección aunque, para ser sinceros, me
había quedado con las `ganas´ de comer aquel asado.

Así, el domingo por la tarde fuimos con mi esposa al encendido de las luminarias. Durante un breve
descanso en la actividad, me senté junto a un amigo del templo. "¿Te avisaron?" – Me preguntó
sonriendo – "el Rav nos invita mañana a comer un asado", y mi rostro de pronto se iluminó.

Podemos llamarlo casualidad, podemos llamarlo pequeño milagro, o podemos llamarlo como se
quiera, pero les aseguro que el placer de compartir esa inesperada comida kasher junto a otras
personas que también iniciaron su acercamiento a nuestras raíces sobrepasó en mucho al de
cualquier otra que recuerde. `¡Confía!´, dice la Tefilá. En algún momento, inesperadamente, la
recompensa también llega.

Por Jorge Dobry


Jorge Dobry es graduado en Ingeniería Industrial de la Universidad de Buenos
Aires. Se dedica a temas de Organización en Recursos Humanos y es docente
universitario. Participa de las actividades del Beit Jabad Soho en Buenos Aires,
Argentina

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El Candelabro de mi Abuela - Historias de Janucá Page 1 of 2

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El Candelabro de mi Abuela

Mi abuela es una mujer dulce y pequeña, de


apenas un metro y medio de altura. Su
candelabro, de más de medio metro de alto, era
más que un simple candelero. Era un símbolo
familiar, un imán que nos reunía.

En las vísperas de Shabat, Bobe se ponía un


pañuelo de Shabat especial. Con gran fanfarria
encendía cada vela. Cuando terminaba de
encender la última candela, permanecía delante
del candelabro con sus ojos cerrados. Lágrimas
corrían por sus mejillas. Ella oraba por su marido, sus hijos casados y sus nietos. Hablaba en idish:
"Estimado Padre en el Cielo, mira y protege a mi marido, hijos y nietos. Sea Tu voluntad que
crezcan personas buenas, fieles a nuestra religión. Por favor concédele sustento y paciencia a mi
estimado marido. Cuídanos a todos” .

Todos estábamos de pie alrededor de la mesa de Shabat con respeto. Bobe se parecía a una reina
que hablaba al Rey de Reyes, a Di-s Omnipotente. Cuando terminaba su Plegaria, empezábamos
nuestro Shabat.

Cuando nuestra familia creció, Bobe estaba más tiempo con sus velas. Cuando cumplió 94 años,
tenía muchos nietos casados que también tenían hijos propios. Había cinco generaciones en la
familia de Bobe. Al encender las velas, Bobe oraba por cada miembro de la familia.

Su candelabro estaba hecho de plata sólida con una base fuerte de plata. Todo el año tenía tres
ramas de dos velas. En el medio un tallo era para otra vela. La costumbre tradicional para la víspera
de Shabat es encender una vela por el padre, madre e hijos. Cuando nace un hijo, se agrega otra
vela de Shabat. Mi abuela encendía cinco velas. Durante la semana de Janucá, ella agregaba dos
ramas de dos velas cada una, haciendo un total de nueve velas. El candelabro estaba construido de
forma que los posa-velas podían quitarse e insertarse en su lugar tacitas de aceite para el encendido
especial de Janucá. Su candelabro de Shabat se convertía en Janukiá.

Durante la semana de Janucá ella le entregaba su preciado candelabro a mi abuelo para encender las
velas de la fiesta. Janucá era nuestro tiempo más feliz. Todos los hijos, nietos y bisnietos venían a
la casa de Bobe y Zeide para recibir el Janucá guelt (dinero de Janucá) y unirse al encendido de la
Janukiá. Zeide estaba de pie orgullosamente, como un Cohen, el sacerdote del Gran Templo,
cuando encendía la Menorá.

Cuando Zeide murió, Bobe pasaba sus inviernos en Miami. Y llevaba sus candelabros con ella.

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El Candelabro de mi Abuela - Historias de Janucá Page 2 of 2

¡Cada Shabat Bobe lustraba los candelabros de plata y oraba:"¡Que mi mazl (suerte) brille
siempre!"

Todos esto se acabó cuando alguien robó su Candelabro. Bobe estaba marchita. Su cuerpo pequeño
se agitaba como un sauce en la tormenta cuando hablaba sobre su más preciada posesión, su
candelabro. ¿Cómo podían robarlo? Su única preocupación era cómo encendería sus velas.

Ella creía que su Candelabro volvería. "He orado para que el Candelabro nos protegiera, y estoy
segura de que el Candelabro ha hecho eso.

Ahora rezo para que el Candelabro vuelva a mí." Con determinación silenciosa ella oró y oró. La
familia no sabía qué hacer. Inesperadamente un amigo de la infancia de Austria, el lugar de
nacimiento de Bobe, nos visitó y avisó:

"Nunca había visto una Candelabro como la que vi hoy. Sorprendentemente vi una réplica de tu
Candelabro, en la vidriera de una tienda de regalos"

Nos quedamos mudos.¿Podría ser que nuestro invitado había visto Candelabro robado? ¡Bobe saltó
y dijo:"¡Vamos a recuperar mi Candelabro! ¡¡¡Pronto será Janucá y lo necesito!!!"

Bobe, mis padres, la dama de compañía de Bobe, y un policía fueron a la tienda de regalos. Con un
destello en sus ojos y un grito de alegría Bobe tomó su Candelabro y dijo: "Nos has protegido y
ahora regresas a casa conmigo." Antes de que cualquiera pudiera decir algo, Bobe asió el
Candelabro del estante y lo sostuvo cerca de su corazón. Nadie podía detenerla. Los vecinos de
Bobe, judíos y no judíos, se unieron en su regreso triunfante a casa. Cuanto más se acercaba a su
hogar, más personas se le unían. Bobe, vestida al estilo europeo, cargando un Candelabro casi tan
grande como ella, seguida por una procesión de familiares y amigos, era un espectáculo
memorable. Era de verdad un gran desfile de Janucá.

El Candelabro recibió una limpieza especial, y ese fue el Janucá más luminoso en la casa de Bobe.

¿Quién dijo que los milagros ya no suceden?

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Janucá en Iran - Historias de Janucá Page 1 of 1

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Janucá en Iran
By Malka Touger

Me encontré por primera vez con el Rebe Shlita durante la época


en que vivía el Rebe Anterior, relató Rabí Abraham Mordejai
Hershberg, el Rabino Jefe anterior de México. "Pregunté al Rebe
Anterior sobre un puesto Rabínico que me habían ofrecido en
Chicago. Me dijo que consultara con su yerno."

Pasé casi toda la noche con el Rebe Shlita. Nuestra discusión


abarcó de un tratado a otro del Talmud y el alcance del
conocimiento del Rebe y su genio me asombraron totalmente.
Desde esa noche en adelante, mantuve contacto con el Rebe, y he
consultado con él numerosos asuntos personajes y públicos.

En 1980, durante la ocupación iraní de la Embjada Americana, Rabí Hershberg tenía en su agenda
viajar a Irán por un proyecto de servicio público. Debido a la atmósfera tensa en esa época, muchos
intentaron persuadirlo de que posponga su viaje. Contrariamente, el Rebe lo alentó: "Vaya con
bendición. Es seguro que Ud. encenderá la Menorá de Janucá en Irán."

Rabí Hershberg estaba perplejo por las últimas palabras del Rebe. El no tenía planeado permanecer
en Irán para Janucá.

Pero si se quedaba, no había duda de que él encendería una Menorá. El no entendió Ja referencia del
Rebe ni el tono enfático en sus palabras.

Después, se aclaró. Su misión en Irán tomó más tiempo de lo esperado, durante el cual él desarrollo
un relacionamiento con ciertos oficiales iraníes. EL sabia que había seis Judíos entre los rehenes en
la Embajada Americana y pidió permiso para encender la Menorá con ellos. "Así como hemos
concedido permiso para que un sacerdote se reúna con los rehenes cristianos en su fiesta"
respondieron los iraníes, "nosotros permitiremos también su entrada."

Y así fue como Rabí Hershberg encendió la Menorá de Janucá, en la cercada embajada Americana
en Irán ese año.

By Malka Touger

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 1 of 5

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La Historia Completa de Janucá


Bajo el dominio de Siria

En los días de Matitiahu, hijo de lojanán el


Sumo Sacerdote, el Jashmonaí y sus hijos,
cuando el malvado reino helenico se levantó
contra Tu pueblo Israel para hacerles
olvidar Tu Torá y 'violar los decretos de Tu
voluntad. Pero Tú, en Tus abundantes
misericordias, Te erigiste junto a ellos en su
momento de aflicción. Libraste sus luchas,
defendiste sus derechos y vengaste el mal
que se les había infligido. Entregaste a poderosos en manos de débiles, a numerosos en manos de
pocos, a impuros en manos de puros, a malvados en manos de justos y a pecadores deliberados en
manos de aquellos dedicados a Tu Torá. Y para Ti hiciste un nombre grande y santo en Tu mundo,
y para Tu pueblo Israel efectuaste una inmensa salvación y redención hasta este día. Luego Tus
hijos entraron al santuario de Tu Casa, limpiaron Tu Templo, purificaron Tu Santuario,
encendieron luces en Tus sagrados atrios, y fijaron estos ocho días de Janucá para agradecer y
alabar Tu gran Nombre.

Hace más de 2000 años, hubo una época en que la tierra de Israel formaba parte del Imperio sirio,
siendo gobernada por la dinastía de los Seléucidas. Antioco III, rey de Siria, estaba en guerra con el
rey Tolomeo de Egipto por el dominio de la tierra de Israel.

Antioco III resultó vencedor en la batalla y anexó la tierra de Israel a su imperio. Al comienzo de su
reinado se mostró favorablemente dispuesto hacia los judíos y les acordó ciertos privilegios.

Más adelante, sin embargo, cuando fue derrotado por los romanos y éstos lo obligaron a pagar
elevados gravámenes, la pesada carga recayó sobre los diversos pueblos que conformaban su
imperio, a los que obligó a proporcionarle el oro cuyo pago le habían impuesto los romanos. Tras la
muerte de Antioco le sucedió en el trono su hijo Seleuco IV, quien oprimió aún más a los judíos.

A las dificultades externas debían sumársele los peligros que amenazaban al judaísmo desde su
fuero interno. La influencia de los helenistas (aquellos que aceptaban la idolatría y la forma de vida
de los sirios) iba en constante aumento.

El Sumo Sacerdote Iojanán entrevió la gravedad del peligro que significaba para el judaísmo la
penetración de la influencia Siria en Palestina. Ello, debido a que, contrariamente al ideal de belleza
exterior que idolatraban los sirios, el judaísmo sustenta el ideal de la verdad y la pureza de orden
moral, colocándolo por encima de cualquier armonía física y material, tal como lo ordena Di-s en
Su sagrada Torá.

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 2 of 5

El pueblo judío jamás podrá renunciar a su fe en Di-s, para aceptar la idolatría de los sirios y los
griegos. Por eso, Iojanán se oponía a todo intento por parte de los helenistas judíos en introducir las
costumbres griegas y sirias en su territorio. Indudablemente, tal enérgica oposición debía, tarde o
temprano, devenir en algún desastre. Y así fue: los helenistas lo aborrecían, y uno de ellos informó
al comisionado del rey que en el tesoro del Beit Hamikdash -Templo había gran cantidad de
riquezas.

Estas riquezas del Templo estaban formadas por los dineros del "medio Shekel" con que todo judío
adulto contribuía anualmente. Dicha contribución estaba destinada a solventar los sacrificios que se
ofrecían en el altar, así como para la conservación y el mejoramiento del edificio del Templo.

Otra parte del tesoro estaba formada por el fondo de los huérfanos, dinero que ellos habían
heredado y que se depositaba allí hasta que cumplieran su mayoría de edad.

Seleuco necesitaba dinero para pagar a los romanos y éste estaba en el Templo. Sin pensarlo muy
detenidamente envió a su ministro Heliodoro a retirar el dinero del tesoro del Templo.

En vano le rogó el Gran Sacerdote Iojanán que no lo hiciera. Heliodoro no le prestó atención y
atravesó la puerta del Templo; pero al punto palideció de miedo, se desmayó y cayó al suelo.
Cuando recobró el sentido, ya no se atrevió a entrar de nuevo.

El "Loco"

Poco tiempo después, Seleuco fue asesinado, y su hermano Antioco IV comenzó a reinar en Siria.
Antioco IV era un tirano de carácter arrebatado e impetuoso, desdeñoso de la religión y de los
sentimientos ajenos.

Fue llamado "Epitanes", que quiere decir "el amado de los dioses", tal como varios reyes sirios
recibieron títulos semejantes. Sin embargo, un historiador de aquella época, Polibio, le aplicó el
mote de "Epitanio" -que significa "loco" - como más apropiado al carácter del despiadado y cruel
monarca.

En su deseo de unificar a su reino mediante la implantación de una religión y una cultura comunes
para todos sus súbditos, Antíoco trató de desarraigar el individualismo de los judíos al reprimir
todas sus costumbres.

Destituyó al ortodoxo y virtuoso Gran Sacerdote Iojanán, e instalo en su lugar a su hermano Josué,
quien se complacía en hacerse llamar por el nombre griego de Jason, pues pertenecía al grupo de
los helenistas.

Josué se valió de su alta investidura para difundir aún más las costumbres griegas entre los demás
sacerdotes.

Josué o Jasón fue reemplazado posteriormente por otro hombre, Menelao, quien le había prometido
al rey conseguirle más dinero que Jasón. Cuando Iojanán, el antiguo Sumo Sacerdote, protestó por

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 3 of 5

la difusión de la influencia helenista en el Sagrado Templo, el nuevo Sumo Sacerdote lo hizo


asesinar.

Entretanto, Antioco estaba librando una exitosa guerra contra Egipto. Sin embargo, mensajeros
llegados de Roma le ordenaron cesar la lucha. Antioco tuvo que someterse a la voluntad de Roma y
abandonar la contienda.

En Jerusalén había cundido el rumor de que Antioco habia sufrido un grave accidente en la batalla
y al creerlo muerto el pueblo se rebeló contra Menelao. El traicionero Sumo Sacerdote se vio
obligado a huir junto a sus amigos.

Los Mártires

Antioco regresó de Egipto furioso porque los romanos habían puesto trabas a sus ambiciones.
Cuando se enteró de lo ocurrido en Jerusalén, lanzó todo su ejército sobre los judíos. Miles de ellos
fueron muertos.

Inmediatamente, dictó una serie de severos decretos contra los judíos en los que se les prohibió la
práctica de su culto; en adición a ello, los pergaminos de la Ley fueron confiscados y quemados.

El descanso sabático -Shabat-, la circuncisión -Brit Milá- y las leyes del ayuno, fueron prohibidos
bajo pena de muerte.

La serie de atrocidades cometidas incluyó el que a uno de los más respetados ancianos de aquella
generación, Rabí Eleazar, de 90 años, los servidores de Antioco le ordenaron que comiera carne de
cerdo, para que los demás hicieran lo mismo.

Cuando el anciano se rehusó, le sugirieron que se llevara la carne hasta los labios para simular que
la comía. Pero Rabí Eliezer se negó también a eso, y fue asesinado salvajemente. Hubo otros miles
de judíos que, del mismo modo, sacrificaron sus vidas.

La famosa historia de Jana y sus siete hijos tuvo lugar en esa época. Los hombres de Antioco iban
de pueblo en pueblo y de aldea en aldea para obligar a sus habitantes a adorar a los ídolos paganos.
Solo quedó una zona de refugio, los montes de Judea con sus cuevas. Pero aún hasta allí
persiguieron los sirios a los fieles judíos y muchos fueron los que ofrendaron sus vidas como
mártires.

Matitiahu

Un día, los secuaces de Antioco llegaron a la aldea de Modiín, donde vivía el anciano sacerdote
Matitiahu.

Cuando el oficial sirio mandó construir un altar en la plaza pública de la aldea y exigió a Matitiahu
que ofrendara sacrificios a los dioses griegos, éste replicó:

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 4 of 5

-¡Mis hijos, mis hermanos y Yo estamos decididos a permanecer fieles al pacto que Di-s hizo con
nuestros antepasados! De inmediato se aproximó al altar un judío helenista con la intención de
ofrecer un sacrificio.

Matitiahu empuñó una espada y lo mató. Los hijos y amigos de Matitihu se arrojaron sobre los
oficiales y soldados sirios. Luego de perseguir a los demás, se dedicaron a destruir el altar.

Matitiahu sabia que Antioco se enfurecería cuando supiera lo que había sucedido, y seguramente
enviaría a sus esbirros para castigarlo a él y los suyos. Por lo tanto, abandonó la aldea de Modiín y
huyó con sus hijos y amigos a los montes de Judea. Todos los judíos leales y valientes se les
unieron.

Formaron legiones, que cada tanto abandonaban sus escondites para lanzarse sobre destacamentos
y avanzadas de los enemigos, y para destruir los altares paganos que se erigían por orden de
Antioco.

Los Macabeos

Antes de morir, Matitiahu reunió a sus hijos y los instó a continuar la lucha en defensa de la Torá
de Di-s. Les pidió que siguieran los consejos de su hermano Shimón "el Sabio", y que en la lucha
reconocieran como jefe a Iehudá "el Fuerte".

Iehudá era llamado "El Macabeo", palabra compuesta por las primeras letras de las cuatro palabras
hebreas "Mi Camoja Ba'elim Hashem" -'¿Quién es como Tú entre los poderosos oh Di-s?'-.

Antioco envió a su general Apolonio para eliminar a Iehuda y a su gente, los Macabeos. Aunque
superaban en número y en equipo bélico a sus adversarios, los sirios fueron derrotados por los
Macabeos.

Antioco despachó entonces otra expedición, la que también fue derrotada. Finalmente comprendió
que solo con un poderoso ejército podía aspirar a derrotar a Iehuda y a sus bravos combatientes.

Un ejército de más de 40.000 hombres recorrió el territorio bajo el mando de dos comandantes:
Nicanor y Gorgiash. Cuando la noticia llegó hasta Iehuda, éste y sus hermanos exclamaron:

¡Luchemos hasta la muerte en defensa de nuestras almas y de nuestro Templo!

El pueblo se reunió en Mizpá - lugar donde antaño el profeta Samuel había elevado sus preces a Di-
s-. Al cabo de una serie de batallas, la guerra fue ganada por los Macabeos.

La Consagración

Los Macabeos regresaron a Jerusalén y la liberaron. Entraron en el Templo y lo limpiaron de los


ídolos colocados allí por los vandálicos sirios.

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 5 of 5

Iehudá y los suyos erigieron un nuevo altar y lo consagraron en el vigésimo quinto día del mes de
Kislev del año 3622 (138 antes de la E. C).

La Menorá -Candelabro- de oro habia sido robada por los sirios, por lo que los Macabeos hicieron
una nueva de un metal menos noble.

Cuando quisieron encendería, solo encontraron una pequeña redoma de aceite puro de oliva que
continuaba cerrada con el sello del Sumo Sacerdote Iojanán.

Este alcanzaba solo para un día; pero por un milagro de Di-s, siguió ardiendo durante ocho días,
hasta que se pudo elaborar más aceite.

El milagro demostró que Di-s había tomado nuevamente a Su pueblo bajo Su protección. En
recuerdo a este milagro, nuestros sabios fijaron como festividad los ocho días de Janucá,
constituyéndose éstos en ceremonia anual de agradecimiento eterno por medio del encendido de las
velas.

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La Historia de Iehudit - Historias de Janucá Page 1 of 3

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La Historia de Iehudit

La ciudad de Betulia, en la tierra de Judea,


cayó bajo sitio a manos de un enorme
ejército, con Holofernes, un general greco-
sirio, a la cabeza.

Los hombres de Betulia lucharon


heroicamente y con desesperación.
Holofernes cortó los abastecimientos de
alimentos y agua, y muy pronto la ciudad
estaba a punto de rendirse.

Uziá --el comandante de las fuerzas de defensa-- y los Ancianos de la ciudad imploraron a los
habitantes que no se rindieran. "Dennos cinco días más para hallar alguna solución".

Reluctante, el pueblo aceptó. Todos menos uno.

"¿Por qué ponéis a Di-s a prueba? Si realmente tenéis fe, jamás debéis deponer vuestra confianza
en Di-s. Además, bien sabéis que la rendición a Holofernes es peor que la muerte".

Así hablaba Iehudit, la hija de Iojanán, el Sumo Sacerdote. Era una joven viuda bendecida con
maravillosa gracia y belleza. Sus palabras causaron honda impresión en Uziá y los Ancianos.

"¿Qué podemos hacer?", le preguntaron. "Reza por nosotros, Iehudit, y quizás Di-s acepte tus
plegarias".

"He pensado en un plan. Quiero ir a ver a Holofernes", dijo Iehudit.

Uziá y los Ancianos estaban asombrados. "¿Sacrificarías tu vida por la posibilidad de que quizás
logres ablandar el corazón de Holofernes?"

Iehudit, no obstante, insistió, y luego de mucha discusión Uziá y los Ancianos decidieron permitirle
hacer el intento.

Iehudit cruzó los portones de Betulia, vestida en sus prendas más finas. Estaba acompañada por su
fiel doncella, quien portaba una cesta llena de panecillos, queso y un par de botellas de vino.

Antes de ingresar al campamento enemigo fueron interceptadas por los centinelas, exigiendo saber
quiénes eran y quién las enviaba.

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La Historia de Iehudit - Historias de Janucá Page 2 of 3

"Tenemos un importante mensaje para el valiente Holofernes", dijo Iehudit. "Llévennos a él de


inmediato".

"¿Quién eres, y por qué estás aquí?", preguntó Holofernes, deleitando sus ojos con la inesperada y
encantadora visitante.

"Soy Iehudit, una simple viuda de Betulia. He venido a decirte cómo capturar la ciudad, en la
esperanza de que tratarás con piedad a sus habitantes".

Iehudit contó a Holofernes lo que éste ya sabía, que la situación en la sitiada ciudad era
desesperante, que sus habitantes contaban con escasas raciones de alimento y bebida. Con todo,
dijo, su fe en Di-s se mantiene firme y, mientras conserven su fe, no se rendirían. Muy pronto, sin
embargo, por desesperación, comenzarán a comer animales no-kasher, prohibidos por la Ley
Divina. Ello despertará la ira de Di-s en su contra y la ciudad caerá.

"¿Cómo sabré cuando esto sucede?", preguntó Holofernes.

"Ya lo he organizado con uno de los centinelas a la entrada de la ciudad. El me informará lo que
sucede en su interior", respondió Iehudit.

Holefernes se sentía totalmente cautivado por Iehudit. Dio órdenes de que ella y su doncella
tuvieran total libertad para moverse por el campamento, y quienquiera intentara molestarlas de
cualquier manera sería ejecutado de inmediato.

Cada noche Iehudit caminaba hasta los portones de la ciudad y comunicaba al centinela que todo
estaba en orden, funcionando como lo había planeado. "El pueblo debe mantener firme su
confianza en Di-s", le dijo.

Al tercer día Holofernes y sus hombres comenzaron a inquietarse. Cuando Iehudit entró a la carpa
de Holofernes con su inseparable doncella, le preguntó: "¿Qué información me traes hoy?"

"Tengo muy buenas noticias, general. Ya no queda más alimento kasher. En un día o dos el hambre
los llevará a comerse sus mulas y perros. ¡Entonces Di-s los entregará en tus manos!"

"Maravilloso", dijo Holofernes. "Esto exige una celebración. Esta noche tendremos una fiesta.
Solamente nosotros dos".

Esa noche Holofernes recibió a Iehudit en su carpa y le ofreció de las delicias que cubrían su mesa.
"He traido mi propio vino y comida, preparados especialmente para esta ocasión", dijo Iehudit. "Mi
queso de cabra es célebre en todo Betulia".

A Holofernes le agradó el queso salado y el fuerte vino. Muy pronto, estaba estirado en el suelo,
totalmente ebrio.

Iehudit recitó una plegaria silenciosa y desenvainó la pesada espada de Holofernes. Tomado

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La Historia de Iehudit - Historias de Janucá Page 3 of 3

puntería, la hizo caer sobre el cuello del general con todas sus fuerzas. Luego ocultó la cabeza del
general en su cesta y caminó tranquilamente hasta su carpa.

"Ven pronto", dijo a su doncella. Las dos mujeres caminaron serenamente, como lo solían hacer
cada día, hasta llegar a los portones de la ciudad. "Llévenme con Uziá de inmediato", ordenó al
centinela.

Uziá no podía creerlo, y observaba el macabro premio que Iehudit le había traido.

"No hay tiempo para perder", dijo Iehudit al comandante. "Prepara a tus hombres para un ataque
sorpresa al amanecer. Cuando los soldados de Holofernes corran a su carpa y encuentren su cuerpo
decapitado, huirán para salvar sus propias vidas".

Eso es exactamente lo que sucedió. El enemigo huyó despavorido, en confusión y terror. Y fue la
valiente Iehudit, temerosa de Di-s, quien salvó a la ciudad.

En su memoria, y en el de su heroica actitud, tenemos una tradición de comer alimentos lácteos en


Janucá.

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La Quinta Noche - Historias de Janucá Page 1 of 2

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La Quinta Noche
Por Yanki Tauber

Uno de los legendarios soldados del ejército de


maestros y activistas del Rebe de Lubavitch,
que mantuvo vivo el judaísmo en la Rusia
Comunista durante los oscuros años de la
represión fue Rabí Asher Sosonkin, quien pasó
varios años en los campos de trabajo forzado
por sus actividades "contrarrevolucionarias".

En uno de esos campos, se hizo muy amigo de


un judío de nombre Nájman Rozman. En su
juventud, Nájman había abandonado la vida
tradicional judía, para unirse al partido comunista. Sirvió en el Ejército Rojo, donde alcanzó un alto
rango; pero debido a un negocio ilegal, fue arrestado y condenado a permanecer por un largo
período en un campo de trabajo forzado en Siberia.

Rozman se acercó al jasid que le reavivaba memorias de su hogar y de la vida perdida. Con la
ayuda y el aliento de Rabí Asher, comenzó a retornar a la observancia judía, bajo condiciones en
las que, comer casher, evitar trabajar en Shabat o encontrar un momento para la Plegaria,
significaban hambre, repetidos castigos y un peligro constante.

Un invierno, cuando Janucá se acercaba, Rabí Asher reveló su plan a Nájman: "Conseguiré unas
latas vacías de comida- cuánto más pequeñas mejor- de forma que nos sea más fácil ocultarlas.
Guardaremos la mitad de nuestra ración diaria de margarina durante las próximas dos semanas, y la
usaremos como aceite. Podremos hacer mechas con las hilachas que cuelgan de nuestros abrigos.
Cuando todos duerman, encenderemos la Menorá debajo de mi litera...".

"¡De ninguna forma!- gritó Nájman Rozman- "Es Janucá, el festival de los milagros. Llevaremos a
cabo la mitzvá de la manera en que debe hacerse. No usaremos una lata oxidada sacada de la
basura, sino una verdadera Menorá. Y la encenderemos con auténtico aceite, en el lugar y momento
apropiado. Poseo unos rublos que usaré para pagar a Igor, que trabaja en el taller metalúrgico;
también hay gente que me debe favores en la cocina..."

Unos días antes de Janucá, Nájman mostró -triunfal- a Reb Asher la Menorá que había conseguido.
Un poco rudimentaria, pero indiscutiblemente una Menorá "de verdad", con ocho vasos para el
aceite y un vasito preparado en otra altura para el Shamash (vela piloto). La primer noche de
Janucá, colocó la Menorá en un banco, en la puerta de entrada que separaba el salón principal de su
barraca. Llenó el vasito con aceite y juntos, ambos judíos, recitaron las bendiciones y encendieron
la primer luminaria.

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La Quinta Noche - Historias de Janucá Page 2 of 2

Esa noche, el encendido se llevó a cabo sin inconvenientes. Como si se tratara de una regla, los
prisioneros del campo no se delataban unos a otros, y los hombres de esta barraca ya estaban
acostumbrados a las prácticas religiosas de estos dos judíos.

La quinta noche de Janucá, justo en el momento en que Reb Asher y Nájman encendieron las cinco
luminarias, un silencio se propagó por toda la barraca. Los prisioneros quedaron congelados en sus
lugares, mientras sus ojos se dirigían a la puerta. Allí estaba parado un alto oficial del comando del
campo.

Este tipo de sorpresas siempre infundía terror en el corazón de los presidiarios. Normalmente el
oficial repartía severos castigos por delitos como el de poseer un cigarrillo oculto, o un pedazo seco
de pan. "Pronto, arrójala a la nieve" sollozaban los reos. Pero el oficial ya se encontraba del otro
lado de la puerta, y avanzaba directamente hacia los dos judíos que aún estaban parados al lado de
la Menorá encendida.

El oficial observó durante un largo rato el candelabro.

Entonces, se dirigió a Reb Asher. "¿P'yat? (¿Cinco?)" preguntó.

"P'yat" respondió el jasid.

El oficial se dio vuelta y salió de la habitación, sin pronunciar una palabra.

Por Yanki Tauber


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Los ocho días de Janucá - Guía de Jánuca Page 1 of 1

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Los ocho días de Janucá


Su calendario de Janucá 2009

Viernes, 11 de diciembre de 2009 Kislev 24

Esta noche es la primera noche de Janucá


.Antes de la puesta de sol recitar las bendiciones La Menorah debe ser encendida ANTES de encender las velas
Shabat (18 minutos antes de la puesta de sol).1, 2 y 3 y encienden una luz en la Menora.
Velas de Shabat
Haga clic aquí para ver el horario del Encendido de Velas para Shabat

Sabado, 12 de diciembre de 2009 Kislev 25

Esta noche es la segunda noche de Janucá


Después de la noche, recitar las bendiciones 1 y 2 y encienden dos luces en la Menora. La Menorah debe ser
encendida DESPUÉS que termina Shabat y se recita el Havdalá.

Domingo, 13 de diciembre de 2009 Kislev 26

Esta noche es la tercera noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y encienden tres luces en la Menora.

Lunes, 14 de diciembre, 2009 Kislev 27

Esta noche es la cuarta noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y encienden cuatro luces en la Menora.

Martes, 15 de diciembre de 2009 Kislev 28

Esta noche es la quinta noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden cinco luces en la Menora.

Miercoles, 16 de diciembre de 2009 Kislev 29

Esta noche es la sexta noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden seis luces en la Menora

Jueves, 17 de diciembre de 2009 Tevet 1

Esta noche es la séptima noche de Janucá


Después de la puesta de sol recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden siete luces en la Menora.

Viernes, 18 de diciembre de 2009 Tevet 2

Esta noche es la octava noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden ocho luces en la Menora.

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Una Historia Personal de Janucá - Historias de Janucá Page 1 of 2

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Una Historia Personal de Janucá


Por Mendi Shemtov

Hacía frío y caía nieve. Había hielo por todas partes. Era una
noche terrible. En una avenida del barrio Queens en Nueva York
caminaban dos muchachos con sombrero de ala ancha y sacos
oscuros. Ambos cargaban bolsas en sus manos. Bolsas llenas de
candelabros y "Janucá guelt". De repente, uno de ellos le dice al
otro: "no te aconsejo entrar ahí", mientras miraba hacia una
oficina: "la última vez que entré, me echaron, y de qué
manera…."

Queridos lectores, no se trata de un cuento de Sherlock


Holmes…

Esto es una historia real. Se las cuento.

El año pasado estudié en una Ieshivá en Nueva Jersey, el "Rabbinical College of America''. Era
víspera de Janucá, y por pedido del Rebe, y en espíritu de sus enseñanzas y ejemplo de amor al
prójimo, salimos a las calles provistos con janukiot, velas, folletos, sevivones y claro, monedas de
"chocolate-guelt". Estaba bajando el sol. A esa hora, las familias judías se reunían para festejar
Janucá en sus hogares.

Mi compañero -nacido en Israel- y yo, nos subimos al tren en dirección a Queens.

Esto explica la introducción. Mi amigo visitaba esa calle los viernes para poner tefilín a los
profesionales judíos y compartir algo sobre la lectura semanal de la Torá. Esto no es tarea fácil, ya
que mucha gente nos confunde con aquellos que vienen a juntar plata para diferentes causas. A
veces nos echan. Tengo que confesar que no todos nos echan (¡les agradezco!), pero a veces sí y no
es agradable.

Es por eso que mi amigo me advirtió que no entrara. No porque no hubiesen judíos en ese
consultorio -tenía un cartel grande que decía algo como Dr. & Cohen Inc.-, sino porque no es muy
agradable ser echado, además del hecho de perder tiempo en una oficina mientras podés estar
haciendo algo más útil.

Yo tuve que tomar la decisión, entrar o no entrar. Las imágenes que me pasaron por la cabeza en
ese instante no fueron muy tentadoras.

Cada judío tiene una chance. Cada judío tiene una chispa divina que solamente hay que darle aire, y
brota en una potente llama. Con eso en mente tomé la decisión.

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Una Historia Personal de Janucá - Historias de Janucá Page 2 of 2

Al entrar, vi detrás del vidrio a la secretaria. Pero no me intimidé. Me dirigí hacia ella con una
sonrisa y le dije: ¡feliz Janucá! ¿Hay algún judío en esta oficina? Mientras tanto, le extendí la
janukiá para el doctor, por la abertura debajo del vidrio donde la gente normalmente pasa cheques,
formularios, y cosas por el estilo… Además, le entregué un folleto de Janucá y un sevivón.
Después le pregunté: "¿usted es judía, por casualidad?" Yo ya sabía la respuesta. Por eso es que
empecé a sacar la segunda janukiá de mi bolso... "Ssssssi. ¿Pero tengo que pagar?", preguntó. La
miré con una cara que decía "¿de qué planeta caíste"? Le contesté: "esto es para vos, para que
prendas las velas de Janucá". Ahí es cuando vi algo que no se ve muy a menudo: la cara de soy-la-
secretaria-no-te-metas-conmigo-soy-capaz-de-llamar-a-la-policía, se derritió, y quedó su cara real
desenmascarada; como diciéndome: "sí, soy judía, gracias por darme la posibilidad de redescubrir y
reforjar mi vínculo con mi pasado, futuro y más que nada, presente. Gracias por oír un llanto dentro
de mí que ni yo misma sabía que existía…"

En fin, me fui del consultorio, yendo hacia mi próximo "cliente"… Pasó una hora, y por alguna
razón, pasé una vez más, enfrente de aquel consultorio… y me quedé helado. A través de la
ventana, se podía ver muy claramente, una janukiá encendida.

Quizás les dije al principio del artículo que caía nieve y hacia frío. En ese instante (a pesar de
quedarme helado...) se derritió toda la nieve; bueno, por lo menos la nieve interior.

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Velas detrás de las rejas - Historias de Janucá Page 1 of 3

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Velas detrás de las rejas

El Rabino Shabsi Katz de la ciudad de Pretoría, capital


administrativa de Sudáfrica, y Rabino Principal del
Departamento de Prisiones en ese país africano, estuvo
en contacto por muchos años con el Rebe de Lubavitch.

En diciembre de 1978 fue a visitar al Rebe. En su


audiencia privada, unos días antes de Janucá, el Rebe
preguntó al Rabino Katz que se estaba haciendo por los
prisioneros judíos de Sudáfrica. El Rabino le explicó
que las condiciones allí eran mucho más duras que las
de Nueva York, pero habían logrado que los prisioneros
judíos no tuvieran la obligación de trabajar en Rosh
HaShaná, Iom Kipur y Pesaj e inclusive que recibieran
comida casher bajo supervisión rabínica.

El Rebe entonces preguntó: "¿Y qué pasa en Janucá?


¿Los prisioneros pueden encender las velas? Debemos valorizar la importancia de encender las
velas para una persona que se encuentra sola en una celda. Es imposible calcular el calor y la
esperanza que producen en un ambiente tan sombrío".

El Rabino prometió que cuando retornara a Sudáfrica, comenzaría a trabajar en el proyecto para
que al año siguiente los reclusos pudieran encender las velas de Janucá. El Rebe no quedó
satisfecho y preguntó: "Pero, ¿qué va a pasar este año?"

El Rabino Katz le dijo que por cuanto faltan pocos días para Janucá y él se encontraba en Nueva
York, dudaba que fuera posible hacer algo al respecto.

El Rebe le pidió que apenas terminara esta audiencia tomase el teléfono de su oficina exterior y
realizara las llamadas que fueran necesarias para solucionar el tema.

El Rabino Katz le recordó que en Sudáfrica eran las 4 de la mañana; el no osaba despertar al
general encargado de las cárceles. El Rebe no aceptó la respuesta. Al contrario, argumentó que
cuando el general vea que el asunto es tan importante, a punto tal que el Rabino se contacta desde
el exterior en medio de la noche, quedaría impresionado y vería la importancia de autorizar a los
presos judíos a encender las velas ese mismo año.

Al salir de la oficina del Rebe, uno de los secretarios condujo al Rabino a una pequeña sala. Le
mostró los teléfonos y le dijo que se sintiera cómodo.

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Velas detrás de las rejas - Historias de Janucá Page 2 of 3

El Rabino Katz llamó primero a su secretario en Pretoria, a fin de conseguir el número del director
religioso de las prisiones, el General Sephton, un pastor de la iglesia reformista holandesa.

En su comunicación con el General, el Rabino le explicó que recién había terminado un encuentro
con uno de los líderes del judaísmo mundial, que expresaba su preocupación por los presos judíos
de Sudáfrica. Citó palabras del Rebe explicando la importancia del encendido de las velas de
Janucá y como esto les traería calor, luz y esperanza.

El general Sephton emocionado, comprendió que el asunto era urgente (era un 24 de diciembre a la
madrugada), prometió que apenas llegara a su oficina a la mañana siguiente enviaría un telegrama a
todas las prisiones de África del Sur autorizando a todos los prisioneros judíos a encender las velas
de Janucá.

A la mañana siguiente, cuando el Rebe llegó a la sede de Lubavitch, "770", el Rabino Katz lo
esperaba con ansiedad. Al escuchar que la misión había sido cumplida el Rebe sonrió e invitó al
Rabino a su oficina luego de las oraciones de Shajarit.

Ya en privado, el Rebe le comentó que en 49 de los 50 estados norteamericanos, permiten que los
presos judíos enciendan las velas de Janucá. Es increíble, dice el Rebe, que solamente aquí, en el
estado de Nueva York, los prisioneros no puedan prender sus candelabros. El Rebe le encomendó
la tarea de trabajar para que en ese estado también pudieran encender las velas de Janucá ese año.
"Diles que deben aprender de Sudáfrica".

Terminó diciéndole que se contactara con el Rabino J. J. Hecht, quien estaba trabajando bastante en
las cárceles neoyorquinas y sabía con quien contactarse.

Cuando el Rabino Katz buscó al Rabino Hecht, éste quedó sorprendido. Era 24 de diciembre,
pasado el mediodía, y seguramente nadie en las oficinas gubernamentales estaría trabajando. Pero
luego de escuchar al Rabino Katz contando lo sucedido con el Rebe y su llamado al General
Sephton en Sudáfrica, el Rabino Hecht se tranquilizó.

Experiencias anteriores confirmaban que si el Rebe encomendaba algo, sus pedidos se cumplían
satisfactoriamente, a pesar de que aparentemente no era el momento adecuado para que se realicen.

Después de algunos llamados, el Rabino Hecht localizó al Director del Sistema Correccional del
Estado de Nueva York. Le presentó al Rabino Katz quien le contó que en Sudáfrica los presos
judíos ese año iban a prender las velas de Janucá y le preguntó sobre la posibilidad de que sucediera
lo mismo en su estado. El director accedió al pedido teniendo en cuenta la experiencia del país
africano.

"Misión cumplida" le dijo con gran alegría el Rabino Katz al Rebe esa misma tarde.

En una audiencia privada, luego de la plegaria de Minjá, el Rebe le dijo que le gustaría retribuirle
por los favores realizados. El Rabino Katz le contestó emocionado que para él había sido un honor,
pero ante la insistencia del Rebe le pidió un libro Tania para su hijo.

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Velas detrás de las rejas - Historias de Janucá Page 3 of 3

El Rebe también le dio un presente para el General Sephton, un libro llamado Desafío y un regalo
para su esposa, un libro llamado Una Mujer de Fibra.

Una vez en Sudáfrica, el Rabino se contactó con el General y le dijo que traía un regalo personal
del Rebe para él. Una hora después, el General estaba sentado en la oficina del Rabino Katz.
Cuando este le preguntó el por qué de su prisa en llegar, el General contestó: "Cuando una persona
en Nueva York piensa en alguien que vive en otra parte del globo, especialmente personas que
cometieron varios delitos, y busca traerles luz y calor, es señal de que es un líder genuino. Si este
líder me manda un regalo, ¡quiero recibirlo lo antes posible!"

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Dalet - Letras Hebreas Page 1 of 4

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Dalet
Por Rabbi Itzjak Guinsburg

Autoanulación

La dalet, el hombre pobre, recibe caridad del hombre rico, la


guimel. La palabra dalet significa "puerta". La puerta ocupa
el lugar de la abertura de la casa, representada por la bet.

En el Zohar, dalet se lee como "que no tiene nada [d'leit] de


si misma". Esto expresa la propiedad de la más inferior de
las emanaciones divinas, la sefirá de maljut, "reino", que no
tiene más luz que la que recibe de las sefirot superiores. En
el servicio del hombre a Di-s, la dalet caracteriza "shiflut,"
"humildad", la conciencia de no poseer nada propio. Junto
con la percepción del propio poder de libre albedrío, uno
debe ser conciente de que El nos da el poder de llegar al
éxito, y de no pensar, Di-s lo prohiba, que los logros y talentos son "mi poder y la fortaleza de mi
mano". Toda realización en este mundo, particularmente el cumplimiento de una mitzvá, el
cumplimiento de la voluntad de Di-s, depende de la ayuda Divina. Esto es especialmente cierto en
la lucha del individuo con su inclinación al mal, tanto cuando se manifiesta como una pasión
externa, ofreciendo una obstinada resistencia a aceptar el yugo Divino, como a través de la pereza,
apatía y similares. Como enseñan nuestros sabios: "Si no fuera por la ayuda de Di-s, él [hombre] no
hubiera sido capaz de vencerla [a la inclinación al mal]".

El Talmud describe una situación, donde un hombre está cargando un objeto pesado, y otro hombre
aparenta ayudarlo poniendo sus manos sobre la carga, con lo que en realidad el primer hombre
soporta todo el peso. Podemos denominar al segundo hombre "un ayudante sólo aparente". Así
somos nosotros, explica el Baal Shem Tov, en relación a Di-s. En definitiva, toda nuestra fortaleza
viene de lo Alto, el libre albedrío no es más que la expresión de nuestra voluntad de participar,
como si fuera, en el acto Divino. Uno meramente pone las manos, sobre la carga transportada
exclusivamente por Di-s.

"Para Tí, Di-s, es la bondad, para que Tú pagues al hombre de acuerdo con sus actos". El Baal
Shem Tov observa: ¡El justo pago de acuerdo con los propios actos, no es un acto de bondad
(jesed), sino más bien uno de juicio (din)! Él mismo contesta: "de acuerdo con los propios actos",
puede ser leído "como si fuera que los actos son suyos". Así, la verdadera bondad de Di-s es
investir la recompensa "inmerecida" en una apariencia de "merecimiento", para no avergonzar al
que la recibe. El nombre de Di-s en este versículo es Adnut, cuyas letras en hebreo, en otro orden se
leen diná, "juicio", que implica el aspecto de juicio por el cual la bondad de Di-s (jesed) se expresa
plenamente. El Zohar lee jesed como jas d'leit, "teniendo compasión [de] la dalet," es decir, el que

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Dalet - Letras Hebreas Page 2 of 4

no posee nada propio.

Con respecto a una persona arrogante, dice Di-s: "Yo y él no podemos morar juntos". La puerta de
la casa de Di-s, sólo permite entrar a los humildes de espíritu. La puerta misma, la dalet, es la
característica de humildad como se explicó anteriormente. La dalet es también la letra inicial de la
palabra dirá, casa, "lugar donde se mora", como en la frase "morada [de Di-s] abajo". De esta
manera, el significado completo de la dalet es la puerta por la que el humilde ingresa a la
realización de la morada de Di-s en los mundos inferiores.

FORMA

Dos líneas formando un ángulo recto, con una esquina. Un hombre doblado. Tres niveles de bitul.

Mundos:

z La esquina: Conciencia del ego.


z Bitul Haiesh. anulación del ego.
z El reconocimiento inconciente de toda criatura, de que Di-s lo recrea continuamente.

Almas:

z La línea vertical: "pararse en plenitud"


z Bitul Bimtziut; autoanulación.
z Conciencia colectiva; disposición de sacrificar la propia vida por la del pueblo.

Divinidad:

z La línea horizontal: "postrarse completamente"


z Bitul Bimtziut Mamash; sumergirse del alma en su Fuente Divina.
z Las Letras siendo rodeadas por el pergamino blanco.
z Disposición de sacrificar la propia vida por Di-s.

NOMBRE

Puerta; hombre pobre; alzar - elevación.

Mundos:

z Puerta - bitul, el camino de entrada a la verdad.


z El sirviente que se rehusa a atravesar la puerta de la verdad.

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Dalet - Letras Hebreas Page 3 of 4

Almas:

z Humildad verdadera del alma.


z La luna como símbolo del alma.

Divinidad:

z La elevación del alma por Di-s en Si Mismo.


z "Yo te ensalzaré, Di-s, porque me has elevado". No pertenecer.

NÚMERO

Cuatro

Mundos:

z Cuatro elementos del mundo físico: fuego, aire, agua y tierra.


z Sólido, líquido, gas, combustión.
z Hidrógeno, carbono, nitrógeno, oxígeno.
z Las cuatro fuerzas físicas: gravedad, electromagnética, fuerte y débil.
z Hombre, animal, vegetal y objetos inanimados.
z Cuatro estaciones del año; Cuatro direcciones.
z Los cuatro mundos: Atzilut, Beriá, Ietzirá, y Asiá.

Almas:

z Cuatro matriarcas: Sara, Rebeca, Rajel, y Lea.


z Cuatro esposas de Iacob: Rajel, Lea, Bilá, y Zilpá.
z Los cuatro hijos y las cuatro copas de vino del Seder de Pesaj
z Las cuatro expresiones (niveles) de redención.
z Cuatro pies del Trono Divino: Abraham, Isaac, Iacob, y David.
z Padre, madre, hijo, hija: el primer mandamiento de la Torá: "sed fructíferos y multiplicaos".

Divinidad:

z Las cuatro letras del Nombre de Di-s.


z Cuatro componentes del texto de la Torá.
z Cuatro niveles básicos de interpretación de la Torá.

Por Rabbi Itzjak Guinsburg


El Rabino Itzjak Guinsburg es el fundador y director del Instituto
Gal Einai. Es un exponente de la Cábala y el Jasidismo. El rabino
Ginsburg a escrito más de cuarenta libros con la óptica de la
Cábala y la Torá sobre temas como: Psicología, Educación,

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El Bar Mitzva del Abuelo - Historias Contemporaneas Page 1 of 4

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El Bar Mitzva del Abuelo


¿Qué inspiró mi abuelo ochenta y ocho años para celebrar finalmente su bar mitzvá?

By Avraham Berkowitz

En agosto pasado, estaba visitando a mis


abuelos en su casa de Los Ángeles. Yo vivo en
Moscú y viajo a menudo a los EE.UU., y trato
de que sea una prioridad volar a Los Ángeles
por lo menos una vez al año para visitarlos.

Sentado en la sala de estar con mis abuelos en


aquella noche de verano, pregunté por un
familiar que estaba por cumplir trece años y si
se le permitirá tener un Bar Mitzvá, y cómo
podía ayudarle a celebrar uno.

La abuela me dijo: "¿Por qué estás preocupado por tu primo, si tu propio abuelo no tuvo un Bar
Mitzvá?"

"Papá, ¿usted nunca tuvo un Bar Mitzvá? Pregunté, no muy sorprendido.

"No, no lo hice, Abraham, ¡y es culpa tuya también!" Me dijo Papá.

La abuela y Papa llevaban una buena y ética vida, pero no son ortodoxos. Mi madre abrazó el
judaísmo observante a los veinte años y me crié en un hogar lleno de la espiritualidad y forma de
vida de los jasidim de Jabad.

Para mí y mis ocho hermanos, nuestros abuelos siempre han sido una parte fundamental de nuestra
vida familiar. A pesar de las diferencias culturales y religiosas que nos separan, siempre
encontramos multitud de formas para conectarnos, como corresponde a las familias, con amor y
alegría.

El único tema que fue un desafío, sin embargo, fue la religión. Como adolescente, fui probado hasta
la médula, mis abuelos nunca quisieron que yo practicara mi fe o religión por rutina o aceptara sin
cuestionar.

Por respeto, yo nunca les instó a aumentar su observancia en el judaísmo. Son mis mayores y
maestros, no a la inversa.

"Papá, ¿cómo es mi culpa?" Pregunté, pensando que la respuesta seguramente sería interesante.

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El Bar Mitzva del Abuelo - Historias Contemporaneas Page 2 of 4

Papá me recordó un viaje que hice en 1997 desde su casa en las colinas al valle en Encino, para
visitar al señor Lionel S., a quien había conocido el verano anterior en un viaje a Alaska.

En julio de 1996, pasaba mi segundo verano en Alaska trabajando para mis mentores de
divulgación de Jabad, el rabino Yosef Greenberg y Ester, que sirven como notables representantes
de Jabad en una de las últimas fronteras. Yo estaba en la Cuarta Avenida frente al Centro de
Visitantes de Alaska en el centro de Anchorage, tenía un par de tefilín y paquetes de información
sobre el Centro Judío de Jabad. Mi tarea por la mañana fue recibir a los turistas y los pasajeros que
desembarcaban de los buques de crucero que podrían estar interesado en una comida kosher o
servicios judíos durante su estancia en la hermosa Alaska.

Siempre fue una delicia satisfacer a turistas de todo el mundo, quienes en general estaban muy
sorprendidos, o no sorprendidos en absoluto, al ver a un joven estudiante de Jabad acercarse a sus
hermanos judíos en la calle, en Anchorage nada menos.

Entonces vi a un hombre alto, de edad avanzada con su mujer que salía del centro de visitantes y se
dirigía a la Cuarta Avenida. Me acerqué a ellos con una sonrisa y saludé. El hombre me miró
intensamente, y en voz alta y enojada me dijo que siguiera caminando. Temblando, dije: "Pido
disculpas, estaba saludando a hermanos judíos que han venido a Alaska".

"Entonces, ve a buscar a otra persona que molestar" replicó. "¡No quiero tener nada que ver
contigo!"

Mi cabeza daba vueltas, estaba herido interiormente, pero sabía que no había hecho nada
irrespetuoso. Era evidente que lo que represento —ser un judío religioso, con una barba y una kipá
en la cabeza —fue lo que lo molestó tanto.

"Señor, con todo respeto" aceleré mi paso y me paré junto a él, mirando directamente a sus ojos.
"Supongo que un judío ortodoxo le ha hecho algo muy malo y por lo tanto no quiere hablar
conmigo. Por favor, dígame en qué lo han dañado, así yo, como otro judío ortodoxo, no voy a
repetir el mismo error en el futuro".

El hombre se calmó y me pidió que me sentara con él y su esposa en un banco cercano. Durante la
hora siguiente, me senté dispuesto escuchar la historia de Lionel S.:

"Nací en Londres en 1929. Mi padre era un soldado de las fuerzas aliadas británicas contra los
nazis. Antes de que mi padre fuera al frente, le pidió a mi madre que cuidara bien de mí y se
asegurara de que fuera Bar Mitzvá. Como los alemanes atacaron Londres durante la guerra
relámpago, mi madre y yo huimos a Gales para escapar de los bombardeos.

"La vida era muy difícil, éramos pobres y vivíamos a salto de mata. Mi madre, sin embargo, quería
que me prepararan para mi Bar Mitzvá como lo prometió a mi padre, por lo que me trajo a la
sinagoga en Cardiff para las clases de Bar Mitzvá. Algunos otros chicos se habían reunido allí y yo
me senté en mi primera clase escuchando atentamente, tratando de sacar mi mente de la guerra y
nuestros problemas. Cuando mi madre vino a buscarme, el profesor de Bar Mitzvá dijo a mi madre

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El Bar Mitzva del Abuelo - Historias Contemporaneas Page 3 of 4

que las clases costarían una libra esterlina. Mi madre, que estaba sin dinero, pidió el rabino que le
perdonara los costos. Él respondió: 'Lo siento, ¡no hay libra, no hay Bar Mitzvá!

"Mi madre fue humillada. Ella me tomó por el cuello y salimos de la sinagoga. ¡Esa fue la última
vez que pisé en una sinagoga! Nunca he tenido un Bar Mitzvá y mi padre, que nunca regresó del
frente, no tuvo su último deseo".

Lionel y yo estábamos llorando en el banco, y yo no podía encontrar palabras de defensa para lo


que se había hecho a él ya su madre. Podría haber argumentado que el profesor/rabino daba de
comer a muchos niños y también tenía que sobrevivir. Él pudo haber estado usando los fondos para
salvar a otras familias desplazadas... Miré a Lionel y le dije: "Ahora soy un estudiante rabínico, y le
prometo que si los padres no tienen los medios para hacer un Bar Mitzvá de su hijo, siempre voy a
recordar su historia y no cobraré a los padres para el Bar Mitzvá sus hijos".

Lionel estaba satisfecho con mi respuesta, pero sentí su profundo dolor por no haber celebrado
nunca su propio Bar Mitzvá.

"Lionel, venga vamos a poner tefilín, tenga su Bar Mitzvá y cumpla el último deseo de su padre".

Y así, el pequeño joven estudiante rabínico y el hombre alto, de edad avanzada, antes antagonistas
caminaban por la calle de Anchorage a la habitación del hotel de Lionel, donde tuve el privilegio de
ponerle tefilín a Lionel por primera vez en su vida y para celebrar su Bar Mitzvá.

Lionel estaba emocionado y excitado llamó a sus hijos para contarles la historia de su Bar Mitzvá
en Alaska.

Un año más tarde, estaba visitando a mis abuelos en Los Ángeles y le pedí a mi abuelo que me
llevara a la casa de Lionel para que yo pudiera visitarlo nuevamente.

Y ahora mi papá me dijo que después de esa reunión y escuchar la historia de Lionel de su tardío
Bar Mitzvá, él también estaba dispuesto a tener uno.

Mi abuelo se acordó de su propia infancia. Nació huérfano, ya que su padre murió en una epidemia
de tifus en 1918, mientras que su madre todavía estaba embarazada de él. Fue criado por su madre
muy trabajadora, pero nunca tuvo un padre que lo llevara a la sinagoga para tener un Bar Mitzvá.

Pero yo nunca lo llevé a cabo, nunca hice la solicitud... Y es por eso que es mi culpa que, hasta hoy,
nunca había celebrado su Bar Mitzvá!

"Mañana por la mañana, papá" le prometí.

"¡Genial! Voy a tener mi Bar Mitzvá por la mañana"

A las 6:30 de la mañana del Viernes, 10 de agosto 2007, mi abuelo de 88 años de edad y yo fuimos
al patio trasero de su casa, donde lo ayudé a ponerse mi talit, envolvió el tefilín de la mano

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El Bar Mitzva del Abuelo - Historias Contemporaneas Page 4 of 4

alrededor de su brazo, y se colocó el otro en la cabeza. Papá hizo la bendición y dijo el Shema y
luego recibí el más amoroso y largo abrazo de papá, mientras cantábamos juntos Siman Tov
U'mazal Tov. La abuela y mi papá fueron conmovidos hasta las lágrimas de alegría.

Este fue el punto culminante y absolutamente más conmovedor de mi vida personal y rabínica —el
poder llegar completar el círculo con mi propio abuelo.

Mi abuelo rápidamente llamó a mi madre en Detroit y envió correos electrónicos y llamadas a mis
ocho hermanos que viven en todo el mundo. Fui a Radio Shack y compré a mi abuelo una gran
pantalla para su computadora como su regalo de Bar Mitzvá presentes, para que pueda seguir en
contacto permanente con todos sus nietos y sus más de veinte bisnietos por muchos años de
felicidad y salud en los años venideros.

By Avraham Berkowitz

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 1 of 5

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El día que me dije: "Soy una mala Judía"


Por Sara Esther Crispe

Cuando era niña, mi festividad judía favorita siempre


fue Janucá. ¿Verdad que Janucá es la festividad
preferida por todos los niños? Durante mi infancia
siempre había regalos y todas las noches de Janucá
disfrutábamos de reuniones en las que servían 'latkes' y
repartían monedas de chocolate. Además, por las
noches nos quedábamos charlando en familia, cantando
un sinfín de canciones. Aunque a medida que fui
creciendo no necesariamente llegué a encontrar tanta
belleza o disfrute en otros aspectos del judaísmo,
Janucá siempre continuó siendo la única festividad con
la que me sentía fuertemente conectada.

Hasta que fui a la universidad.

No recuerdo dónde, cómo, ni siquiera si llegué a


celebrar Janucá durante mi primer año como
estudiante, pero lo que me sucedió en el segundo año es
algo que nunca podré llegar a olvidar. Más o menos una
semana antes de Janucá me enteré que mis padres me habían mandado un regalo a través de una
organización judía que funcionaba en la ciudad universitaria. Como ignoraba que en mi universidad
existiera esa institución, nunca me había acercado a ella. El día que fui a recoger el paquete que me
habían enviado mis padres lo hice acompañada de mi compañera Jen, una japonesa-americana con
la que compartía el apartamento. También vinieron Viviana, que era mejicana-americana, Harley,
quien era de origen francés, Trichette, oriunda del Caribe, Melanie, de la India y una chica que
había venido de Irlanda. Nuestro grupo representaba todas las razas, credos y religiones posibles.

Me sentía demasiado en onda y moderna como para frecuentar a mis compañeros judíos quienes,
para mi nivel de libertad, aparentaban sentir demasiado orgullo por su propia religión. Fue así que
retiré rápidamente el paquete y me fui con mis amigos, ansiosa por abrirlo y saber qué me habían
mandado. Al desenvolverlo me encontré con una pequeña menorá de hojalata, una caja con velas
azules y blancas y, por supuesto, las pequeñas monedas de chocolate que tanto me gustaban: el
'gelt' de Janucá. Pero al contemplar la menorá, me di cuenta que iba a necesitar algún instructivo
para poder recordar cuándo o cómo encenderla.

Pensando en voz alta, miré a mis amigos y dije: "La verdad es que siento que soy una mala judía...
ni siquiera puedo acordarme de qué lado se empieza a encender la menorá, si es de derecha a
izquierda o de izquierda a derecha..." Antes de darme cuenta por qué estaba compartiendo esta

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 2 of 5

preocupación personal, mi compañera de cuarto Jen, la japonesa-americana, me miró y, en voz alta


y clara dijo: "¡Eres una mala judía .... a las duchas contigo!"

Aún hoy, al escribir este episodio que sucedió más de quince años atrás, se me pone la piel de
gallina. Realmente no puedo recordar qué pasó inmediatamente después de este comentario. Lo que
sí recuerdo es que todo se detuvo, quedó congelado y después empezaron a pasar velozmente por
mi cabeza un sinfín de posibles explicaciones, otras posibilidades para explicar lo que quizás había
podido querer decir. Pero, a pesar que traté con todas mis fuerzas, no pude encontrar explicación
posible.

La observación de Jen hizo que el grupo quedara boquiabierto y después reinó un silencio total.
Nadie pronunció palabra. Quiero pensar que fue solo porque todos habían quedado demasiado
impactados para hablar, ya que concluir que no les importó sería una carga demasiado pesada para
mí. No puedo recordar cómo volví al apartamento que compartía con Jen.

Lo próximo que puedo recordar es que estaba sentada en mi cama y que mi mejor amiga, Viviana,
estaba sentada a mi lado llorando.

Ni siquiera podía hablar, solo lloraba y me abrazaba mientras trataba de decirme cuánto lamentaba
todo este episodio.

No hace falta decir que este incidente hizo que mi amistad con Jen realmente terminara. Una y otra
vez me pidió disculpas, me dijo que yo no había comprendido lo que quiso decir, que todo había
sido una broma sin una verdadera intención. Sí, le creí que sentía lo que había sucedido, que
realmente lo lamentaba. Pero me quedó la sensación que me pedía disculpas por haber expresado
sus sentimientos en palabras: No es que ella lamentara haber tenido esos pensamientos y,
posiblemente, también esos sentimientos. Podía llegar a perdonarle su falta de prudencia en el
momento de hablar cuando no debía haberlo hecho pero ¿cómo llegar a perdonar a alguien que
comparte sus verdaderos sentimientos cuando estos son de odio hacia ti y tu pueblo?

Ese Janucá no encendí la menorá. No hice absolutamente nada para celebrarla. En el momento no
me sentía capaz de hacerlo. De pronto, todo lo que estaba relacionado con Janucá había quedado
definido por el comentario de Jen. Cada vez que miraba la menorá, lo único que me venía a la
mente era "Eres una mala judía..." Llegué a odiar a Jen por lo que había dicho, pero la odiaba más
aún por haberme quitado la celebración de Janucá.

En ese entonces no tenía manera de saber que este incidente iba a convertirse en un importante
momento de decisión en mi vida. El resultado fue que las elecciones más significativas, las que
iban a cambiar el rumbo de mi vida, tuvieron como base mi reacción a su comentario. Antes de ese
día, tenía planeado pasar mi tercer año de estudios en Francia. Quería viajar al extranjero y tener la
posibilidad de vivir nuevas y apasionantes experiencias. Pero, después de ese Janucá, cambié de
idea e inmediatamente presenté una solicitud para asistir a la Universidad Hebrea de Jerusalem. Me
di cuenta que la única manera de poder luchar contra lo que me había sucedido era tomándome el
tiempo necesario para establecer una conexión con las personas y el lugar que, evidentemente,

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 3 of 5

muchos seguían odiando.

Al principio mi estadía en Israel fue muy difícil y muchas veces llegué a cuestionarme qué era lo
que me había hecho tomar la decisión de estar allí. Me encontraba en una situación difícil ya que,
debido a una discusión con mis padres, me había distanciado de ellos y ese año dependía
económicamente de mí misma. Como no tenía ahorros, la única opción fue encontrar un trabajo de
tiempo completo, mientras continuaba con mis estudios en la universidad. El resultado fue que
terminó siendo una temporada muy triste. Mientras mis amigos la pasaban bien haciendo viajes y
disfrutando de su experiencia en Israel, mi vida se reducía a estar en clase o cumpliendo con mi
trabajo como camarera y pocas veces veía algo más que las paredes del salón de clase o del
restaurante.

Durante las vacaciones de Janucá la mayoría de los chicos que estaban estudiando en Israel
recibieron la visita de sus padres, quienes les trajeron muchos regalos. Esta situación hizo que
aumentara mi sentimiento de negatividad y que me sintiera aún más sola y abandonada. En ese
momento de mi vida tuve la impresión que el juicio de Jen había hecho desaparecer, para siempre,
el amor que siempre había sentido por la festividad de Janucá.

El día anterior a Janucá, al volver a mi habitación en la residencia estudiantil encontré una tarjeta
sobre mi cama. El texto era sencillo: "Que tengas una feliz Janucá. ¡Para que te compres algo
especial!"

Felicia estaba en el programa de estudios y conocía mi situación. Sabía cuánto estaba trabajando
ese año. Sus padres estaban de visita en Israel y le habían dado U$S 100 para que se comprara algo.
Decidió darme ese dinero a mí.

Demás está decir que fue uno de los regalos más generosos y enternecedores que jamás recibí. Su
amor y apoyo hicieron que pudiera recuperarme del estado depresivo en que me estaba hundiendo
rápidamente. La noche antes de Janucá salí de compras. Quería comprar algo perdurable y que
tuviera sentido. Decidí que lo que realmente deseaba tener era una menorá que fuera especialmente
hermosa. Deseaba una menorá para poder admirar y querer, no una que me recordara a Jen.

Pasé horas buscando la menorá perfecta y finalmente me decidí por una cuyos brazos, con
excepción del shamash, eran movibles. Sentí que simbolizaba perfectamente mis sentimientos con
respecto a la vida, en que todo alrededor mío era cambiante y estaba en movimiento. Aún así en el
centro de todo, en el núcleo, había estabilidad. Ese Janucá encendí una vela cada noche y al
observar cómo, a medida que pasaban las noches, las velas ardían y su número aumentaba, me
permití abandonar el enojo y el resentimiento que había estado llevando conmigo a todas partes.

Fue a través del recorrido de un camino muy personal, que en ese Janucá pude darme cuenta que
tratar de luchar contra la oscuridad con más oscuridad no da resultado alguno. Más aún, tampoco
tenía sentido luchar. Lo único que tenía que hacer para que la oscuridad se disipara y desapareciera
era dejar que entrara la luz, permitir que me iluminara a mí y a mi entorno.

Mientras recitaba las bendiciones –primero la de agradecimiento a D-os por el precepto de

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 4 of 5

encender las velas, luego la bendición para recordar los milagros realizados por y para nuestros
antepasados "en ese momento"- me di cuenta que esto es precisamente el significado. Todos
luchamos nuestras propias batallas, algunos con los griegos que están en nuestro exterior, otras con
los que llevamos dentro. Y, aunque no sea físicamente, tratan de destruirnos, vencernos en el plano
emocional y espiritual. Pero podemos luchar contra ellos y vencerlos, aún cuando nos parezca que a
nuestro alrededor todo está sumido en la oscuridad.

La festividad de Janucá cae durante los dos meses que tienen las noches más largas. En esa época
reina más oscuridad que en cualquier otro momento del año. Y, si nosotros lo permitimos, la
oscuridad puede llegar a consumirnos. Pero no solamente podemos, sino que estamos obligados a
desterrar esa oscuridad por medio del encendido de la luz, que incrementa noche a noche.

Todavía me siento mal cuando recuerdo este incidente, el incidente que dio motivo a este artículo.
Pero, hoy en día, también reconozco que realmente no hay mal que por bien no venga. Fue
precisamente la profundidad de esa oscuridad, el dolor y odio que experimenté, lo que actuó como
catalizador para que pudiera hacer un cambio. Cambiar puede ser difícil y, en mi caso, fue muy
difícil. Aún así, lo único necesario para que todo volviera a su lugar fue el amor y la ayuda del
prójimo, el acto de alguien a quien yo le importaba.

Al final, mi año en Israel resultó ser un momento decisivo en mi vida. Si bien el programa era en sí
mismo secular, ese año tuve la oportunidad de reconectarme y aprender sobre el judaísmo de una
manera auténtica y focalizada. Y, aunque mi decisión de llevar una vida de observancia de la Torá
fue todo un proceso en sí mismo, en realidad empezó en ése Janucá, o más precisamente, en la
Janucá que precedió a ése Janucá.

Conservo la menorá en un estante de mi biblioteca. Me ha acompañado en todos los viajes que he


hecho por el mundo y no hay una sola celebración de Janucá en que no la encienda. Hoy en día,
cuando la enciendo junto con mi esposo, un rabino, y nuestros cuatro hermosos hijos, la contemplo
y vuelven a brotar todas las emociones y lecciones que contiene. Observo sus brazos movibles y
pienso en cuán velozmente pueden cambiar las cosas, que no importa en qué situación nos
encontremos, la llama siempre nos dará luz y calor para ayudarnos en nuestro esfuerzo por llegar
más alto.

¡Feliz Janucá!

Por Sara Esther Crispe

Sara Esther Crispe, es escritora, conferencista y madre de cuatro,


es la redactora de TheJewishWoman.org.

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El Majzor de mi Padre - Historias Page 1 of 2

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El Majzor de mi Padre
Por Zushe Greenberg

En 1951, en el día de Iom Kipur, mi padre, el Rabino


Moshe Greenberg, recitó fielmente todas las oraciones de
la festividad. Todas, pero en realidad omitió la oración
que es generalmente considerada la más solemne de las
plegarias del día, el Kol Nidrei.

En ese momento mi padre tenía veinte años y estaba preso


en un campo de trabajos forzados soviético, en Siberia. Su
crimen había sido tratar de escapar de Rusia.

Soñaba con dejar el país y llegar a la tierra de Israel. Pero


fue apresado y sentenciado a veinticinco años de trabajos
forzados. Lo separaron de sus padres y sus dos hermanas.
Su hermano ya estaba prisionero en otro campo, por haber cometido un “crimen” similar.

En el campo de mi padre había unos 1.000 hombres, todos trabajando en la construcción de una central de energía
eléctrica. Aproximadamente veinte de los prisioneros eran judíos.

A medida que se iba acercando el fin del verano, los prisioneros judíos añoraban tener la oportunidad de observar
los Días Austeros. Sabían que no iban a disponer de un shofar, ni de un rollo de la Torá ni de los talitot (mantos
de oraciones), pero tenían la esperanza de poder encontrar un majzor, un libro de oraciones para los Días
Austeros.

Mi padre ubicó a un hombre “de afuera”, un ingeniero que trabajaba en proyectos específicos para el campo de
prisioneros. Tenía la impresión que el ingeniero podría ser judío.

De modo que esperó a que se diera la oportunidad para acercarse al ingeniero y le susurró en idish: “Kenstu mir
efsher helfen?” (¿Podrías ayudarme?).

En esos tiempos la mayoría de los judíos entendían y hablaban el idish. En los ojos del ingeniero hubo un destello
de comprensión.

“¿Podrás traer un majzor para mí, para los judíos que estamos acá?“, le preguntó mi padre. El ingeniero quedó
dudando. Una transacción de este tipo pondría en peligro las vidas de ambos. Aún así, el ingeniero accedió a
hacer el intento.

Pasaron algunos días. “¿Hay novedades?” preguntó mi padre.

“Tengo buenas y malas noticias,” le contestó el ingeniero. Con dificultad había logrado ubicar un majzor, pero era
el único majzor que le pertenecía al padre de la novia del ingeniero y el hombre se había puesto furioso cuando la

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El Majzor de mi Padre - Historias Page 2 of 2

hija le pidió que se lo regalara. Quizás le dijo al padre por qué lo quería, o quizás no lo hizo…

Pero mi padre no iba a darse por vencido. Quizás, sugirió mi padre, el hombre le podría prestar el libro. Él lo
copiaría y se lo devolvería a tiempo para Rosh Hashaná.

El ingeniero ingresó de contrabando el majzor al campo y se lo pasó a mi padre.

Para poder copiarlo mi padre construyó una gran caja de madera, donde se metía durante algunas horas cada día.
Allí, a escondidas fue copiando en un cuaderno, renglón por renglón, todo el libro de oraciones en un cuaderno.
Un mes después terminó de copiar todo el majzor. Pero faltaba una hoja, la que contenía el Kol Nidrei, la primera
oración que se recita en Iom Kipur.

A la muerte de Stalin, y después de haber pasado casi siete años en la cárcel, mi padre, junto con todos los
prisioneros políticos, fueron puestos en libertad. El único objeto que mi padre se llevó consigo fue su majzor.

Pudo volver a reunirse con su familia cerca de Moscú y, tiempo después, contrajo matrimonio. Yo era un niño
pequeño cuando en 1967, quince años después de haber sido liberado de la prisión, mi familia fue autorizada a
inmigrar a Israel. El majzor vino con nosotros.

Mi padre, que todavía vive en Bnei Brak, Israel, no quiere recordar aquellos años tan dolorosos que tuvo que
pasar en Siberia. Pero, en las pocas oportunidades en que lo escucho relatar una historia de esos tiempos, siempre
afirma emocionadamente que nunca participó de servicios religiosos tan significativos como los de la prisión.

En 1973 visitó al Rebe de Lubavitch en Nueva York y le llevó de regalo el majzor.

Hace unos meses estuve en la biblioteca del Rebe y encontré el majzor de mi padre. Miré el gastado libro, con sus
frágiles páginas y caracteres hebreos escritos apuradamente y con tanto respeto y determinación. Lo copié en una
fotocopiadora.

Este Iom Kipur, mientras dirijo el servicio religioso en el Beit Jabad de Solón, Ohio, la copia del majzor de mi
padre estará conmigo, y seguirá faltando la oración de Kol Nidrei.

Durante los años que mi padre pasó en prisión no pudo recitar el Kol Nidrei. Este año le voy a pedir a mi
congregación, y a todos nosotros, que lo pronunciemos en su nombre y por todo aquel que no tenga la posibilidad
de hacerlo.

Por Zushe Greenberg

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Guimel - Letras Hebreas Page 1 of 3

Printed from Jabad.com

Guimel
By Yitzchak Ginsburgh

Recompensa y Castigo

Nuestros Sabios enseñan que la guimel simboliza un rico


corriendo detrás de un hombre pobre, la dalet, para darle
caridad. La palabra guimel se deriva de la palabra guemul,
que en hebreo significa tanto dar una recompensa como un
castigo. En la Torá, la recompensa y el castigo tienen el
mismo objetivo final, la rectificación del alma para que sea
apta para recibir la luz de Di-s en su completa expresión.

Recompensa y castigo, implica que el hombre es libre para


elegir entre el bien y el mal. (La enseñanza de la guimel, en
lo que se refiere al lado abierto de la bet, del cual nació, es
explicado en la letra anterior). El Rambam (Maimónides), en
particular, pone mucho hincapié en el libre albedrío, por ser fundamental para la fe judía. De
acuerdo con el Rambam, el Mundo Venidero, el tiempo de la recompensa, es un mundo
completamente espiritual de almas sin cuerpo. En este punto, el Ramban (Najmánides) no está de
acuerdo y sostiene que de momento que existe la libertad de elección sólo en nuestro mundo físico,
la rectificación definitiva de la realidad, la recompensa del Mundo por Venir, va a ser también en el
mundo físico. La cabalá y el jasidismo sostienen esta opinión del Ramban.

Esto es lo que insinúa la pierna de la letra guimel, que representa el correr del hombre rico, para
brindarle bondad al hombre pobre. Correr, más que cualquier otro acto físico, expresa el poder de
voluntad y libre elección (la palabra hebrea de "correr", ratz, se relaciona con la palabra "voluntad",
ratzón). Al correr, la pierna está firmemente en contacto con la tierra; a través de un acto de
voluntad, el alma afecta directamente la realidad física. La recompensa final, que es la revelación
definitiva de la luz Esencia de Di-s, será entonces otorgada por derecho propio al alma, justamente
en el mismo contexto del de su misión en la vida, el mundo físico.

Dice la Torá: "En este día [en este mundo] para hacerlas [las mitzvot]", de lo que los sabios
infieren: "mañana [en el Mundo Venidero] para recibir su recompensa". Sólo "hoy" tenemos la
oportunidad de elegir entre el bien y el mal. Y de esta manera, de acuerdo con nuestra elección,
nosotros mismos definimos la recompensa y el castigo de "mañana". Así como la maldad es un
fenómeno finito, así es castigada. No es así con el bien y su recompensa, que son verdaderamente
infinitos. La guimel de "hoy" es el secreto de "mejor una hora de teshuvá y buenas acciones en este
mundo, que toda la vida del mundo por venir.

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Guimel - Letras Hebreas Page 2 of 3

FORMA

Una vav con una iud a manera de pie. Una persona en movimiento.

Mundos:

z El correr del rico hacia el pobre, lo pleno hacia lo vacío, inherente por naturaleza.

Almas:

z El ir y venir, correr y retornar del alma entre su fuente Divina y su morada física.
z La mano de Iacob aferrando el talón de Esav.
z La constante progresión del judío.

Divinidad:

z La expansión y contracción de la Luz Infinita en el proceso de Creación.

NOMBRE

Camello; puente; destete; benevolencia.

Mundos:

z El peregrinaje del camello (gamal) por el desierto de este mundo.


z El camello simboliza el ángel de la muerte.
z Un puente; las fuerzas conectivas inherentes de la naturaleza.
z La materia primordial y la sabiduría Divina.

Almas:

z El alma alimentada desde su Fuente.


z El proceso de destete, por el cual una persona aprende a ser independiente.

Divinidad:

z La concesión de benevolencia por parte de Di-s, y el destete del tzimtzum.


z La obligación de emular a Di-s, dando a los demás.

NÚMERO

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Guimel - Letras Hebreas Page 3 of 3

Tres

Mundos:

z Símbolo numérico de estabilidad y balance.


z Equilibrio entre los tres elementos primarios de la Creación: aire, agua y fuego.

Almas:

z Tres Padres: Abraham, Isaac, y Iacob.


z Tres divisiones del alma Judía: kohanim (sacerdotes), Leviim (levitas), y Israelitas.
z El segol y el segolta.

Divinidad:

z Tres partes de la Torá: Los Cinco Libros de Moisés, Los Profetas y las Escrituras.
z "Tres vínculos que se unen: Israel, Torá, y Di-s".

By Yitzchak Ginsburgh

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Chispas Divinas en un Banco de Plaza - Historias de Janucá Page 1 of 3

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Chispas Divinas en un Banco de Plaza


Las velas de Janucá logran derretir el corazón de un anciano.

Por Jaim Drizin

El coche se veía magnífico. Me quedé parado admirando


nuestra obra en medio de los copos de nieve que caían
suavemente, debo admitir que era la mejor Menorá móvil
que había visto en mi vida.

El Bonneville del '78, con la enorme Menorá de madera


encima definitivamente llamaría la atención de la gente
—y esa era nuestra meta.

Planeábamos visitar los centros comerciales y hogares de


ancianos —y dondequiera que pudiéramos difundir la
alegría y el mensaje de Janucá.

Éramos siete u ocho apretados en el pequeño auto; el


portaequipaje estaba lleno de menorot de latón y velas de
colores que esperábamos distribuir. Mientras que los
muchachos más expertos en temas tecnológicos discutían
las propiedades del aparato electrónico que accionaba las luces de nuestra Menorá eléctrica (¿Qué
es un alternador?). Yo miré fijamente hacia afuera la oscura noche cerrada de invierno.

Llegamos a nuestro destino, un enorme complejo residencial en Brooklyn, cercano a nuestra


Ieshivá.

En los años 70 se habían abierto las compuertas de Rusia, y el Trump Village era el destino elegido
por miles de inmigrantes recién llegados.

A menudo ancianos, estos enérgicos judíos llevaban décadas sobreviviendo el yugo comunista con
su identidad judía intacta; no obstante, sabían muy poco sobre los detalles de la Torá y las mitzvot,
y nosotros teníamos la esperanza de hacer surgir esta chispa oculta.

Lo vi sentado ahí. Era un hombre mayor de unos setenta o setenta y cinco años de edad, sentado en
uno de ésos bancos tan conocidos de New York. La base era de concreto y el asiento era de madera
pintado de verde, frente al banco había una mesa de ajedrez de concreto. Él estaba sentado mirando
a los coches pasar en esa gélida noche.

"¡A freilajn Janucá! ¿Quiere encender la Menorá? "Le pregunté, esperando que me ayudara a
lograr mi meta personal de diez personas que esperaba inspirar esa noche.

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Chispas Divinas en un Banco de Plaza - Historias de Janucá Page 2 of 3

"Retírese por favor" contestó en idish. "No estoy interesado" dijo, quizás un poco más suave.

Intenté convencerlo. Le expliqué la historia de Janucá, incluso le rogué un poco, pero él continuo
firme en su decisión. "No, gracias. Ahora por favor déjeme tranquilo, buenas noches".

Viendo que perdía la oportunidad, pero no absolutamente dispuesto a tirar la toalla totalmente,
tomé la Menorá de lata, la puse sobre la mesa de ajedrez, inserte cuatro velas coloridas en las
pequeñas ranuras que parecen haber sido diseñados para velas mucho más delgadas que las mías,
las encendí, y le dije al anciano: "Aquí está la Menorá. Si la desea, es suya —sino, no".

El hombre no dijo nada y yo me fui.

Continuamos nuestro recorrido por el complejo, y agradecimos a Di-s por haber sido
extremadamente exitosos esa noche.

Se hizo tarde y era hora de ir a casa.

Mi mente volvía siempre al anciano judío ruso sentado solo en ese banco.

"Vayamos a donde vimos al anciano". Sentía curiosidad. Quería saber qué había hecho con la
Menorá ¿la había tirado, o la dejo abandonada sobre la mesa?

Hay imágenes que se le adhieren a uno. Acontecimientos que dejan una impresión indeleble en la
psique, incluso treinta años más tarde uno puede verlos claramente.

Este es uno de ellos.

Veo al anciano sentado en el banco. Sus ojos llenos de lágrimas, fluyendo abundantes por sus
mejillas.

Las velas siguen apenas encendidas y él está mirándolas fijamente. Mirando y llorando. Las llamas
flamean y un alma se enciende.

No sé dónde está, ni siquiera se su nombre. Sin embargo, se que esa noche tuve el privilegio de ver
algo maravilloso.

Por Jaim Drizin


Jaim Drizin vive en Brooklyn, New York, y dicta clases de Torá y Jasidismo en el
área metropolitana de New York.

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Confia - Historias de Janucá Page 1 of 2

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Confia
Por Jorge Dobry

Hace pocos días nos habíamos puesto de acuerdo en


familia para comenzar a respetar la mitzvá de kashrut.
Después de algunos arreglos necesarios, empezamos
sin dificultades. Era mucho más sencillo que lo
esperado, y el cumplimiento de la dieta no ofrecía
inconvenientes.

Sin embargo, el jueves por la tarde se presentó un


problema al recibir a través del correo electrónico dos
invitaciones simultáneas para el próximo domingo. La
primera era para el encendido de las luminarias de
Janucá en una plaza pública. La segunda era una fiesta de cumpleaños con asado y fútbol de un ex
compañero de estudios universitarios que iba a realizar en su campo, alejado de la ciudad.
Evidentemente, nos resultaría imposible estar en los dos lugares al mismo tiempo ni tampoco estar
un rato en cada lugar, así que tendríamos que elegir entre el tentador asado y participar del
encendido de las luminarias.

"No sabía que comías kasher" -se sorprendió cuando le conté a mi compañero de estudios por
teléfono- "yo también soy judío, pero como te imaginarás, no cumplo con esos preceptos. De
cualquier modo me gustaría que vinieras. Tal vez puedas hacer una excepción esta vez".

Cuando terminamos de hablar me pregunté porque no le había dicho en forma directa que no iría.
Es que realmente aún no estaba decidido. Después de todo, hace pocos días que habíamos
empezado con esta mitzvá y, como había dicho mi amigo, pensaba en que tal vez pudiera hacer una
excepción esta vez. Más aún, empecé a darme cuenta de las implicancias reales, no previstas, que el
cambio traía. ¿Cuan firme debía ser mi voluntad? Era evidente que el cambio no era solamente en
relación a la comida sino también en el aspecto social: ¿acaso el cumplimiento de este precepto
debía limitar mi relación con la gente?

Como no estaba resuelto, lo único que pude hacer en ese momento fue esquivar el tema, tratando de
olvidarlo, sobre todo porque todavía tenía tiempo para decidir. Mientras tanto, el viernes por la
noche asistimos en familia al Kabalat Shabat y el sábado al servicio de rezos.

Lo que sigue en este relato no puedo explicarlo de modo racional, pero lo cierto es que al finalizar
el Shabat sentí un `clic´ repentino. De todas las Tefilot que había leído, una de ellas quedó grabada
en mi mente; una que comienza con las palabras "Confía en Di-s...". Y a partir de allí,
inexplicablemente, se aclaró mi visión en relación a este asunto. Mi confianza se afianzó y mi
balanza personal se inclinó hacia el lado correcto.

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Confia - Historias de Janucá Page 2 of 2

El sábado por la noche, después de Shabat, llamé a mi amigo para felicitarlo por su cumpleaños, y
sin dar excusas le avisé que lamentaba no concurrir. "Ok, no hay problema, te entiendo" -me dijo
de modo tranquilizador- "Cualquier día de estos nos podemos encontrar y me contás como es eso
de comer kasher". ¡Sorpresa!: no solo no se había molestado, sino que también estaba interesado en
conocer sobre kashrut.

Sin duda, yo ya estaba mucho más animado en relación a mi elección aunque, para ser sinceros, me
había quedado con las `ganas´ de comer aquel asado.

Así, el domingo por la tarde fuimos con mi esposa al encendido de las luminarias. Durante un breve
descanso en la actividad, me senté junto a un amigo del templo. "¿Te avisaron?" – Me preguntó
sonriendo – "el Rav nos invita mañana a comer un asado", y mi rostro de pronto se iluminó.

Podemos llamarlo casualidad, podemos llamarlo pequeño milagro, o podemos llamarlo como se
quiera, pero les aseguro que el placer de compartir esa inesperada comida kasher junto a otras
personas que también iniciaron su acercamiento a nuestras raíces sobrepasó en mucho al de
cualquier otra que recuerde. `¡Confía!´, dice la Tefilá. En algún momento, inesperadamente, la
recompensa también llega.

Por Jorge Dobry


Jorge Dobry es graduado en Ingeniería Industrial de la Universidad de Buenos
Aires. Se dedica a temas de Organización en Recursos Humanos y es docente
universitario. Participa de las actividades del Beit Jabad Soho en Buenos Aires,
Argentina

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El Candelabro de mi Abuela - Historias de Janucá Page 1 of 2

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El Candelabro de mi Abuela

Mi abuela es una mujer dulce y pequeña, de


apenas un metro y medio de altura. Su
candelabro, de más de medio metro de alto, era
más que un simple candelero. Era un símbolo
familiar, un imán que nos reunía.

En las vísperas de Shabat, Bobe se ponía un


pañuelo de Shabat especial. Con gran fanfarria
encendía cada vela. Cuando terminaba de
encender la última candela, permanecía delante
del candelabro con sus ojos cerrados. Lágrimas
corrían por sus mejillas. Ella oraba por su marido, sus hijos casados y sus nietos. Hablaba en idish:
"Estimado Padre en el Cielo, mira y protege a mi marido, hijos y nietos. Sea Tu voluntad que
crezcan personas buenas, fieles a nuestra religión. Por favor concédele sustento y paciencia a mi
estimado marido. Cuídanos a todos” .

Todos estábamos de pie alrededor de la mesa de Shabat con respeto. Bobe se parecía a una reina
que hablaba al Rey de Reyes, a Di-s Omnipotente. Cuando terminaba su Plegaria, empezábamos
nuestro Shabat.

Cuando nuestra familia creció, Bobe estaba más tiempo con sus velas. Cuando cumplió 94 años,
tenía muchos nietos casados que también tenían hijos propios. Había cinco generaciones en la
familia de Bobe. Al encender las velas, Bobe oraba por cada miembro de la familia.

Su candelabro estaba hecho de plata sólida con una base fuerte de plata. Todo el año tenía tres
ramas de dos velas. En el medio un tallo era para otra vela. La costumbre tradicional para la víspera
de Shabat es encender una vela por el padre, madre e hijos. Cuando nace un hijo, se agrega otra
vela de Shabat. Mi abuela encendía cinco velas. Durante la semana de Janucá, ella agregaba dos
ramas de dos velas cada una, haciendo un total de nueve velas. El candelabro estaba construido de
forma que los posa-velas podían quitarse e insertarse en su lugar tacitas de aceite para el encendido
especial de Janucá. Su candelabro de Shabat se convertía en Janukiá.

Durante la semana de Janucá ella le entregaba su preciado candelabro a mi abuelo para encender las
velas de la fiesta. Janucá era nuestro tiempo más feliz. Todos los hijos, nietos y bisnietos venían a
la casa de Bobe y Zeide para recibir el Janucá guelt (dinero de Janucá) y unirse al encendido de la
Janukiá. Zeide estaba de pie orgullosamente, como un Cohen, el sacerdote del Gran Templo,
cuando encendía la Menorá.

Cuando Zeide murió, Bobe pasaba sus inviernos en Miami. Y llevaba sus candelabros con ella.

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El Candelabro de mi Abuela - Historias de Janucá Page 2 of 2

¡Cada Shabat Bobe lustraba los candelabros de plata y oraba:"¡Que mi mazl (suerte) brille
siempre!"

Todos esto se acabó cuando alguien robó su Candelabro. Bobe estaba marchita. Su cuerpo pequeño
se agitaba como un sauce en la tormenta cuando hablaba sobre su más preciada posesión, su
candelabro. ¿Cómo podían robarlo? Su única preocupación era cómo encendería sus velas.

Ella creía que su Candelabro volvería. "He orado para que el Candelabro nos protegiera, y estoy
segura de que el Candelabro ha hecho eso.

Ahora rezo para que el Candelabro vuelva a mí." Con determinación silenciosa ella oró y oró. La
familia no sabía qué hacer. Inesperadamente un amigo de la infancia de Austria, el lugar de
nacimiento de Bobe, nos visitó y avisó:

"Nunca había visto una Candelabro como la que vi hoy. Sorprendentemente vi una réplica de tu
Candelabro, en la vidriera de una tienda de regalos"

Nos quedamos mudos.¿Podría ser que nuestro invitado había visto Candelabro robado? ¡Bobe saltó
y dijo:"¡Vamos a recuperar mi Candelabro! ¡¡¡Pronto será Janucá y lo necesito!!!"

Bobe, mis padres, la dama de compañía de Bobe, y un policía fueron a la tienda de regalos. Con un
destello en sus ojos y un grito de alegría Bobe tomó su Candelabro y dijo: "Nos has protegido y
ahora regresas a casa conmigo." Antes de que cualquiera pudiera decir algo, Bobe asió el
Candelabro del estante y lo sostuvo cerca de su corazón. Nadie podía detenerla. Los vecinos de
Bobe, judíos y no judíos, se unieron en su regreso triunfante a casa. Cuanto más se acercaba a su
hogar, más personas se le unían. Bobe, vestida al estilo europeo, cargando un Candelabro casi tan
grande como ella, seguida por una procesión de familiares y amigos, era un espectáculo
memorable. Era de verdad un gran desfile de Janucá.

El Candelabro recibió una limpieza especial, y ese fue el Janucá más luminoso en la casa de Bobe.

¿Quién dijo que los milagros ya no suceden?

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Janucá en Iran - Historias de Janucá Page 1 of 1

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Janucá en Iran
By Malka Touger

Me encontré por primera vez con el Rebe Shlita durante la época


en que vivía el Rebe Anterior, relató Rabí Abraham Mordejai
Hershberg, el Rabino Jefe anterior de México. "Pregunté al Rebe
Anterior sobre un puesto Rabínico que me habían ofrecido en
Chicago. Me dijo que consultara con su yerno."

Pasé casi toda la noche con el Rebe Shlita. Nuestra discusión


abarcó de un tratado a otro del Talmud y el alcance del
conocimiento del Rebe y su genio me asombraron totalmente.
Desde esa noche en adelante, mantuve contacto con el Rebe, y he
consultado con él numerosos asuntos personajes y públicos.

En 1980, durante la ocupación iraní de la Embjada Americana, Rabí Hershberg tenía en su agenda
viajar a Irán por un proyecto de servicio público. Debido a la atmósfera tensa en esa época, muchos
intentaron persuadirlo de que posponga su viaje. Contrariamente, el Rebe lo alentó: "Vaya con
bendición. Es seguro que Ud. encenderá la Menorá de Janucá en Irán."

Rabí Hershberg estaba perplejo por las últimas palabras del Rebe. El no tenía planeado permanecer
en Irán para Janucá.

Pero si se quedaba, no había duda de que él encendería una Menorá. El no entendió Ja referencia del
Rebe ni el tono enfático en sus palabras.

Después, se aclaró. Su misión en Irán tomó más tiempo de lo esperado, durante el cual él desarrollo
un relacionamiento con ciertos oficiales iraníes. EL sabia que había seis Judíos entre los rehenes en
la Embajada Americana y pidió permiso para encender la Menorá con ellos. "Así como hemos
concedido permiso para que un sacerdote se reúna con los rehenes cristianos en su fiesta"
respondieron los iraníes, "nosotros permitiremos también su entrada."

Y así fue como Rabí Hershberg encendió la Menorá de Janucá, en la cercada embajada Americana
en Irán ese año.

By Malka Touger

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 1 of 5

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La Historia Completa de Janucá


Bajo el dominio de Siria

En los días de Matitiahu, hijo de lojanán el


Sumo Sacerdote, el Jashmonaí y sus hijos,
cuando el malvado reino helenico se levantó
contra Tu pueblo Israel para hacerles
olvidar Tu Torá y 'violar los decretos de Tu
voluntad. Pero Tú, en Tus abundantes
misericordias, Te erigiste junto a ellos en su
momento de aflicción. Libraste sus luchas,
defendiste sus derechos y vengaste el mal
que se les había infligido. Entregaste a poderosos en manos de débiles, a numerosos en manos de
pocos, a impuros en manos de puros, a malvados en manos de justos y a pecadores deliberados en
manos de aquellos dedicados a Tu Torá. Y para Ti hiciste un nombre grande y santo en Tu mundo,
y para Tu pueblo Israel efectuaste una inmensa salvación y redención hasta este día. Luego Tus
hijos entraron al santuario de Tu Casa, limpiaron Tu Templo, purificaron Tu Santuario,
encendieron luces en Tus sagrados atrios, y fijaron estos ocho días de Janucá para agradecer y
alabar Tu gran Nombre.

Hace más de 2000 años, hubo una época en que la tierra de Israel formaba parte del Imperio sirio,
siendo gobernada por la dinastía de los Seléucidas. Antioco III, rey de Siria, estaba en guerra con el
rey Tolomeo de Egipto por el dominio de la tierra de Israel.

Antioco III resultó vencedor en la batalla y anexó la tierra de Israel a su imperio. Al comienzo de su
reinado se mostró favorablemente dispuesto hacia los judíos y les acordó ciertos privilegios.

Más adelante, sin embargo, cuando fue derrotado por los romanos y éstos lo obligaron a pagar
elevados gravámenes, la pesada carga recayó sobre los diversos pueblos que conformaban su
imperio, a los que obligó a proporcionarle el oro cuyo pago le habían impuesto los romanos. Tras la
muerte de Antioco le sucedió en el trono su hijo Seleuco IV, quien oprimió aún más a los judíos.

A las dificultades externas debían sumársele los peligros que amenazaban al judaísmo desde su
fuero interno. La influencia de los helenistas (aquellos que aceptaban la idolatría y la forma de vida
de los sirios) iba en constante aumento.

El Sumo Sacerdote Iojanán entrevió la gravedad del peligro que significaba para el judaísmo la
penetración de la influencia Siria en Palestina. Ello, debido a que, contrariamente al ideal de belleza
exterior que idolatraban los sirios, el judaísmo sustenta el ideal de la verdad y la pureza de orden
moral, colocándolo por encima de cualquier armonía física y material, tal como lo ordena Di-s en
Su sagrada Torá.

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 2 of 5

El pueblo judío jamás podrá renunciar a su fe en Di-s, para aceptar la idolatría de los sirios y los
griegos. Por eso, Iojanán se oponía a todo intento por parte de los helenistas judíos en introducir las
costumbres griegas y sirias en su territorio. Indudablemente, tal enérgica oposición debía, tarde o
temprano, devenir en algún desastre. Y así fue: los helenistas lo aborrecían, y uno de ellos informó
al comisionado del rey que en el tesoro del Beit Hamikdash -Templo había gran cantidad de
riquezas.

Estas riquezas del Templo estaban formadas por los dineros del "medio Shekel" con que todo judío
adulto contribuía anualmente. Dicha contribución estaba destinada a solventar los sacrificios que se
ofrecían en el altar, así como para la conservación y el mejoramiento del edificio del Templo.

Otra parte del tesoro estaba formada por el fondo de los huérfanos, dinero que ellos habían
heredado y que se depositaba allí hasta que cumplieran su mayoría de edad.

Seleuco necesitaba dinero para pagar a los romanos y éste estaba en el Templo. Sin pensarlo muy
detenidamente envió a su ministro Heliodoro a retirar el dinero del tesoro del Templo.

En vano le rogó el Gran Sacerdote Iojanán que no lo hiciera. Heliodoro no le prestó atención y
atravesó la puerta del Templo; pero al punto palideció de miedo, se desmayó y cayó al suelo.
Cuando recobró el sentido, ya no se atrevió a entrar de nuevo.

El "Loco"

Poco tiempo después, Seleuco fue asesinado, y su hermano Antioco IV comenzó a reinar en Siria.
Antioco IV era un tirano de carácter arrebatado e impetuoso, desdeñoso de la religión y de los
sentimientos ajenos.

Fue llamado "Epitanes", que quiere decir "el amado de los dioses", tal como varios reyes sirios
recibieron títulos semejantes. Sin embargo, un historiador de aquella época, Polibio, le aplicó el
mote de "Epitanio" -que significa "loco" - como más apropiado al carácter del despiadado y cruel
monarca.

En su deseo de unificar a su reino mediante la implantación de una religión y una cultura comunes
para todos sus súbditos, Antíoco trató de desarraigar el individualismo de los judíos al reprimir
todas sus costumbres.

Destituyó al ortodoxo y virtuoso Gran Sacerdote Iojanán, e instalo en su lugar a su hermano Josué,
quien se complacía en hacerse llamar por el nombre griego de Jason, pues pertenecía al grupo de
los helenistas.

Josué se valió de su alta investidura para difundir aún más las costumbres griegas entre los demás
sacerdotes.

Josué o Jasón fue reemplazado posteriormente por otro hombre, Menelao, quien le había prometido
al rey conseguirle más dinero que Jasón. Cuando Iojanán, el antiguo Sumo Sacerdote, protestó por

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 3 of 5

la difusión de la influencia helenista en el Sagrado Templo, el nuevo Sumo Sacerdote lo hizo


asesinar.

Entretanto, Antioco estaba librando una exitosa guerra contra Egipto. Sin embargo, mensajeros
llegados de Roma le ordenaron cesar la lucha. Antioco tuvo que someterse a la voluntad de Roma y
abandonar la contienda.

En Jerusalén había cundido el rumor de que Antioco habia sufrido un grave accidente en la batalla
y al creerlo muerto el pueblo se rebeló contra Menelao. El traicionero Sumo Sacerdote se vio
obligado a huir junto a sus amigos.

Los Mártires

Antioco regresó de Egipto furioso porque los romanos habían puesto trabas a sus ambiciones.
Cuando se enteró de lo ocurrido en Jerusalén, lanzó todo su ejército sobre los judíos. Miles de ellos
fueron muertos.

Inmediatamente, dictó una serie de severos decretos contra los judíos en los que se les prohibió la
práctica de su culto; en adición a ello, los pergaminos de la Ley fueron confiscados y quemados.

El descanso sabático -Shabat-, la circuncisión -Brit Milá- y las leyes del ayuno, fueron prohibidos
bajo pena de muerte.

La serie de atrocidades cometidas incluyó el que a uno de los más respetados ancianos de aquella
generación, Rabí Eleazar, de 90 años, los servidores de Antioco le ordenaron que comiera carne de
cerdo, para que los demás hicieran lo mismo.

Cuando el anciano se rehusó, le sugirieron que se llevara la carne hasta los labios para simular que
la comía. Pero Rabí Eliezer se negó también a eso, y fue asesinado salvajemente. Hubo otros miles
de judíos que, del mismo modo, sacrificaron sus vidas.

La famosa historia de Jana y sus siete hijos tuvo lugar en esa época. Los hombres de Antioco iban
de pueblo en pueblo y de aldea en aldea para obligar a sus habitantes a adorar a los ídolos paganos.
Solo quedó una zona de refugio, los montes de Judea con sus cuevas. Pero aún hasta allí
persiguieron los sirios a los fieles judíos y muchos fueron los que ofrendaron sus vidas como
mártires.

Matitiahu

Un día, los secuaces de Antioco llegaron a la aldea de Modiín, donde vivía el anciano sacerdote
Matitiahu.

Cuando el oficial sirio mandó construir un altar en la plaza pública de la aldea y exigió a Matitiahu
que ofrendara sacrificios a los dioses griegos, éste replicó:

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 4 of 5

-¡Mis hijos, mis hermanos y Yo estamos decididos a permanecer fieles al pacto que Di-s hizo con
nuestros antepasados! De inmediato se aproximó al altar un judío helenista con la intención de
ofrecer un sacrificio.

Matitiahu empuñó una espada y lo mató. Los hijos y amigos de Matitihu se arrojaron sobre los
oficiales y soldados sirios. Luego de perseguir a los demás, se dedicaron a destruir el altar.

Matitiahu sabia que Antioco se enfurecería cuando supiera lo que había sucedido, y seguramente
enviaría a sus esbirros para castigarlo a él y los suyos. Por lo tanto, abandonó la aldea de Modiín y
huyó con sus hijos y amigos a los montes de Judea. Todos los judíos leales y valientes se les
unieron.

Formaron legiones, que cada tanto abandonaban sus escondites para lanzarse sobre destacamentos
y avanzadas de los enemigos, y para destruir los altares paganos que se erigían por orden de
Antioco.

Los Macabeos

Antes de morir, Matitiahu reunió a sus hijos y los instó a continuar la lucha en defensa de la Torá
de Di-s. Les pidió que siguieran los consejos de su hermano Shimón "el Sabio", y que en la lucha
reconocieran como jefe a Iehudá "el Fuerte".

Iehudá era llamado "El Macabeo", palabra compuesta por las primeras letras de las cuatro palabras
hebreas "Mi Camoja Ba'elim Hashem" -'¿Quién es como Tú entre los poderosos oh Di-s?'-.

Antioco envió a su general Apolonio para eliminar a Iehuda y a su gente, los Macabeos. Aunque
superaban en número y en equipo bélico a sus adversarios, los sirios fueron derrotados por los
Macabeos.

Antioco despachó entonces otra expedición, la que también fue derrotada. Finalmente comprendió
que solo con un poderoso ejército podía aspirar a derrotar a Iehuda y a sus bravos combatientes.

Un ejército de más de 40.000 hombres recorrió el territorio bajo el mando de dos comandantes:
Nicanor y Gorgiash. Cuando la noticia llegó hasta Iehuda, éste y sus hermanos exclamaron:

¡Luchemos hasta la muerte en defensa de nuestras almas y de nuestro Templo!

El pueblo se reunió en Mizpá - lugar donde antaño el profeta Samuel había elevado sus preces a Di-
s-. Al cabo de una serie de batallas, la guerra fue ganada por los Macabeos.

La Consagración

Los Macabeos regresaron a Jerusalén y la liberaron. Entraron en el Templo y lo limpiaron de los


ídolos colocados allí por los vandálicos sirios.

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La Historia Completa de Janucá - Historias de Janucá Page 5 of 5

Iehudá y los suyos erigieron un nuevo altar y lo consagraron en el vigésimo quinto día del mes de
Kislev del año 3622 (138 antes de la E. C).

La Menorá -Candelabro- de oro habia sido robada por los sirios, por lo que los Macabeos hicieron
una nueva de un metal menos noble.

Cuando quisieron encendería, solo encontraron una pequeña redoma de aceite puro de oliva que
continuaba cerrada con el sello del Sumo Sacerdote Iojanán.

Este alcanzaba solo para un día; pero por un milagro de Di-s, siguió ardiendo durante ocho días,
hasta que se pudo elaborar más aceite.

El milagro demostró que Di-s había tomado nuevamente a Su pueblo bajo Su protección. En
recuerdo a este milagro, nuestros sabios fijaron como festividad los ocho días de Janucá,
constituyéndose éstos en ceremonia anual de agradecimiento eterno por medio del encendido de las
velas.

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La Historia de Iehudit - Historias de Janucá Page 1 of 3

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La Historia de Iehudit

La ciudad de Betulia, en la tierra de Judea,


cayó bajo sitio a manos de un enorme
ejército, con Holofernes, un general greco-
sirio, a la cabeza.

Los hombres de Betulia lucharon


heroicamente y con desesperación.
Holofernes cortó los abastecimientos de
alimentos y agua, y muy pronto la ciudad
estaba a punto de rendirse.

Uziá --el comandante de las fuerzas de defensa-- y los Ancianos de la ciudad imploraron a los
habitantes que no se rindieran. "Dennos cinco días más para hallar alguna solución".

Reluctante, el pueblo aceptó. Todos menos uno.

"¿Por qué ponéis a Di-s a prueba? Si realmente tenéis fe, jamás debéis deponer vuestra confianza
en Di-s. Además, bien sabéis que la rendición a Holofernes es peor que la muerte".

Así hablaba Iehudit, la hija de Iojanán, el Sumo Sacerdote. Era una joven viuda bendecida con
maravillosa gracia y belleza. Sus palabras causaron honda impresión en Uziá y los Ancianos.

"¿Qué podemos hacer?", le preguntaron. "Reza por nosotros, Iehudit, y quizás Di-s acepte tus
plegarias".

"He pensado en un plan. Quiero ir a ver a Holofernes", dijo Iehudit.

Uziá y los Ancianos estaban asombrados. "¿Sacrificarías tu vida por la posibilidad de que quizás
logres ablandar el corazón de Holofernes?"

Iehudit, no obstante, insistió, y luego de mucha discusión Uziá y los Ancianos decidieron permitirle
hacer el intento.

Iehudit cruzó los portones de Betulia, vestida en sus prendas más finas. Estaba acompañada por su
fiel doncella, quien portaba una cesta llena de panecillos, queso y un par de botellas de vino.

Antes de ingresar al campamento enemigo fueron interceptadas por los centinelas, exigiendo saber
quiénes eran y quién las enviaba.

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La Historia de Iehudit - Historias de Janucá Page 2 of 3

"Tenemos un importante mensaje para el valiente Holofernes", dijo Iehudit. "Llévennos a él de


inmediato".

"¿Quién eres, y por qué estás aquí?", preguntó Holofernes, deleitando sus ojos con la inesperada y
encantadora visitante.

"Soy Iehudit, una simple viuda de Betulia. He venido a decirte cómo capturar la ciudad, en la
esperanza de que tratarás con piedad a sus habitantes".

Iehudit contó a Holofernes lo que éste ya sabía, que la situación en la sitiada ciudad era
desesperante, que sus habitantes contaban con escasas raciones de alimento y bebida. Con todo,
dijo, su fe en Di-s se mantiene firme y, mientras conserven su fe, no se rendirían. Muy pronto, sin
embargo, por desesperación, comenzarán a comer animales no-kasher, prohibidos por la Ley
Divina. Ello despertará la ira de Di-s en su contra y la ciudad caerá.

"¿Cómo sabré cuando esto sucede?", preguntó Holofernes.

"Ya lo he organizado con uno de los centinelas a la entrada de la ciudad. El me informará lo que
sucede en su interior", respondió Iehudit.

Holefernes se sentía totalmente cautivado por Iehudit. Dio órdenes de que ella y su doncella
tuvieran total libertad para moverse por el campamento, y quienquiera intentara molestarlas de
cualquier manera sería ejecutado de inmediato.

Cada noche Iehudit caminaba hasta los portones de la ciudad y comunicaba al centinela que todo
estaba en orden, funcionando como lo había planeado. "El pueblo debe mantener firme su
confianza en Di-s", le dijo.

Al tercer día Holofernes y sus hombres comenzaron a inquietarse. Cuando Iehudit entró a la carpa
de Holofernes con su inseparable doncella, le preguntó: "¿Qué información me traes hoy?"

"Tengo muy buenas noticias, general. Ya no queda más alimento kasher. En un día o dos el hambre
los llevará a comerse sus mulas y perros. ¡Entonces Di-s los entregará en tus manos!"

"Maravilloso", dijo Holofernes. "Esto exige una celebración. Esta noche tendremos una fiesta.
Solamente nosotros dos".

Esa noche Holofernes recibió a Iehudit en su carpa y le ofreció de las delicias que cubrían su mesa.
"He traido mi propio vino y comida, preparados especialmente para esta ocasión", dijo Iehudit. "Mi
queso de cabra es célebre en todo Betulia".

A Holofernes le agradó el queso salado y el fuerte vino. Muy pronto, estaba estirado en el suelo,
totalmente ebrio.

Iehudit recitó una plegaria silenciosa y desenvainó la pesada espada de Holofernes. Tomado

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La Historia de Iehudit - Historias de Janucá Page 3 of 3

puntería, la hizo caer sobre el cuello del general con todas sus fuerzas. Luego ocultó la cabeza del
general en su cesta y caminó tranquilamente hasta su carpa.

"Ven pronto", dijo a su doncella. Las dos mujeres caminaron serenamente, como lo solían hacer
cada día, hasta llegar a los portones de la ciudad. "Llévenme con Uziá de inmediato", ordenó al
centinela.

Uziá no podía creerlo, y observaba el macabro premio que Iehudit le había traido.

"No hay tiempo para perder", dijo Iehudit al comandante. "Prepara a tus hombres para un ataque
sorpresa al amanecer. Cuando los soldados de Holofernes corran a su carpa y encuentren su cuerpo
decapitado, huirán para salvar sus propias vidas".

Eso es exactamente lo que sucedió. El enemigo huyó despavorido, en confusión y terror. Y fue la
valiente Iehudit, temerosa de Di-s, quien salvó a la ciudad.

En su memoria, y en el de su heroica actitud, tenemos una tradición de comer alimentos lácteos en


Janucá.

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La Quinta Noche - Historias de Janucá Page 1 of 2

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La Quinta Noche
Por Yanki Tauber

Uno de los legendarios soldados del ejército de


maestros y activistas del Rebe de Lubavitch,
que mantuvo vivo el judaísmo en la Rusia
Comunista durante los oscuros años de la
represión fue Rabí Asher Sosonkin, quien pasó
varios años en los campos de trabajo forzado
por sus actividades "contrarrevolucionarias".

En uno de esos campos, se hizo muy amigo de


un judío de nombre Nájman Rozman. En su
juventud, Nájman había abandonado la vida
tradicional judía, para unirse al partido comunista. Sirvió en el Ejército Rojo, donde alcanzó un alto
rango; pero debido a un negocio ilegal, fue arrestado y condenado a permanecer por un largo
período en un campo de trabajo forzado en Siberia.

Rozman se acercó al jasid que le reavivaba memorias de su hogar y de la vida perdida. Con la
ayuda y el aliento de Rabí Asher, comenzó a retornar a la observancia judía, bajo condiciones en
las que, comer casher, evitar trabajar en Shabat o encontrar un momento para la Plegaria,
significaban hambre, repetidos castigos y un peligro constante.

Un invierno, cuando Janucá se acercaba, Rabí Asher reveló su plan a Nájman: "Conseguiré unas
latas vacías de comida- cuánto más pequeñas mejor- de forma que nos sea más fácil ocultarlas.
Guardaremos la mitad de nuestra ración diaria de margarina durante las próximas dos semanas, y la
usaremos como aceite. Podremos hacer mechas con las hilachas que cuelgan de nuestros abrigos.
Cuando todos duerman, encenderemos la Menorá debajo de mi litera...".

"¡De ninguna forma!- gritó Nájman Rozman- "Es Janucá, el festival de los milagros. Llevaremos a
cabo la mitzvá de la manera en que debe hacerse. No usaremos una lata oxidada sacada de la
basura, sino una verdadera Menorá. Y la encenderemos con auténtico aceite, en el lugar y momento
apropiado. Poseo unos rublos que usaré para pagar a Igor, que trabaja en el taller metalúrgico;
también hay gente que me debe favores en la cocina..."

Unos días antes de Janucá, Nájman mostró -triunfal- a Reb Asher la Menorá que había conseguido.
Un poco rudimentaria, pero indiscutiblemente una Menorá "de verdad", con ocho vasos para el
aceite y un vasito preparado en otra altura para el Shamash (vela piloto). La primer noche de
Janucá, colocó la Menorá en un banco, en la puerta de entrada que separaba el salón principal de su
barraca. Llenó el vasito con aceite y juntos, ambos judíos, recitaron las bendiciones y encendieron
la primer luminaria.

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La Quinta Noche - Historias de Janucá Page 2 of 2

Esa noche, el encendido se llevó a cabo sin inconvenientes. Como si se tratara de una regla, los
prisioneros del campo no se delataban unos a otros, y los hombres de esta barraca ya estaban
acostumbrados a las prácticas religiosas de estos dos judíos.

La quinta noche de Janucá, justo en el momento en que Reb Asher y Nájman encendieron las cinco
luminarias, un silencio se propagó por toda la barraca. Los prisioneros quedaron congelados en sus
lugares, mientras sus ojos se dirigían a la puerta. Allí estaba parado un alto oficial del comando del
campo.

Este tipo de sorpresas siempre infundía terror en el corazón de los presidiarios. Normalmente el
oficial repartía severos castigos por delitos como el de poseer un cigarrillo oculto, o un pedazo seco
de pan. "Pronto, arrójala a la nieve" sollozaban los reos. Pero el oficial ya se encontraba del otro
lado de la puerta, y avanzaba directamente hacia los dos judíos que aún estaban parados al lado de
la Menorá encendida.

El oficial observó durante un largo rato el candelabro.

Entonces, se dirigió a Reb Asher. "¿P'yat? (¿Cinco?)" preguntó.

"P'yat" respondió el jasid.

El oficial se dio vuelta y salió de la habitación, sin pronunciar una palabra.

Por Yanki Tauber


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Los ocho días de Janucá - Guía de Jánuca Page 1 of 1

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Los ocho días de Janucá


Su calendario de Janucá 2009

Viernes, 11 de diciembre de 2009 Kislev 24

Esta noche es la primera noche de Janucá


.Antes de la puesta de sol recitar las bendiciones La Menorah debe ser encendida ANTES de encender las velas
Shabat (18 minutos antes de la puesta de sol).1, 2 y 3 y encienden una luz en la Menora.
Velas de Shabat
Haga clic aquí para ver el horario del Encendido de Velas para Shabat

Sabado, 12 de diciembre de 2009 Kislev 25

Esta noche es la segunda noche de Janucá


Después de la noche, recitar las bendiciones 1 y 2 y encienden dos luces en la Menora. La Menorah debe ser
encendida DESPUÉS que termina Shabat y se recita el Havdalá.

Domingo, 13 de diciembre de 2009 Kislev 26

Esta noche es la tercera noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y encienden tres luces en la Menora.

Lunes, 14 de diciembre, 2009 Kislev 27

Esta noche es la cuarta noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y encienden cuatro luces en la Menora.

Martes, 15 de diciembre de 2009 Kislev 28

Esta noche es la quinta noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden cinco luces en la Menora.

Miercoles, 16 de diciembre de 2009 Kislev 29

Esta noche es la sexta noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden seis luces en la Menora

Jueves, 17 de diciembre de 2009 Tevet 1

Esta noche es la séptima noche de Janucá


Después de la puesta de sol recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden siete luces en la Menora.

Viernes, 18 de diciembre de 2009 Tevet 2

Esta noche es la octava noche de Janucá


Después de la puesta de sol, recitar las bendiciones 1 y 2 y se encienden ocho luces en la Menora.

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Una Historia Personal de Janucá - Historias de Janucá Page 1 of 2

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Una Historia Personal de Janucá


Por Mendi Shemtov

Hacía frío y caía nieve. Había hielo por todas partes. Era una
noche terrible. En una avenida del barrio Queens en Nueva York
caminaban dos muchachos con sombrero de ala ancha y sacos
oscuros. Ambos cargaban bolsas en sus manos. Bolsas llenas de
candelabros y "Janucá guelt". De repente, uno de ellos le dice al
otro: "no te aconsejo entrar ahí", mientras miraba hacia una
oficina: "la última vez que entré, me echaron, y de qué
manera…."

Queridos lectores, no se trata de un cuento de Sherlock


Holmes…

Esto es una historia real. Se las cuento.

El año pasado estudié en una Ieshivá en Nueva Jersey, el "Rabbinical College of America''. Era
víspera de Janucá, y por pedido del Rebe, y en espíritu de sus enseñanzas y ejemplo de amor al
prójimo, salimos a las calles provistos con janukiot, velas, folletos, sevivones y claro, monedas de
"chocolate-guelt". Estaba bajando el sol. A esa hora, las familias judías se reunían para festejar
Janucá en sus hogares.

Mi compañero -nacido en Israel- y yo, nos subimos al tren en dirección a Queens.

Esto explica la introducción. Mi amigo visitaba esa calle los viernes para poner tefilín a los
profesionales judíos y compartir algo sobre la lectura semanal de la Torá. Esto no es tarea fácil, ya
que mucha gente nos confunde con aquellos que vienen a juntar plata para diferentes causas. A
veces nos echan. Tengo que confesar que no todos nos echan (¡les agradezco!), pero a veces sí y no
es agradable.

Es por eso que mi amigo me advirtió que no entrara. No porque no hubiesen judíos en ese
consultorio -tenía un cartel grande que decía algo como Dr. & Cohen Inc.-, sino porque no es muy
agradable ser echado, además del hecho de perder tiempo en una oficina mientras podés estar
haciendo algo más útil.

Yo tuve que tomar la decisión, entrar o no entrar. Las imágenes que me pasaron por la cabeza en
ese instante no fueron muy tentadoras.

Cada judío tiene una chance. Cada judío tiene una chispa divina que solamente hay que darle aire, y
brota en una potente llama. Con eso en mente tomé la decisión.

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Una Historia Personal de Janucá - Historias de Janucá Page 2 of 2

Al entrar, vi detrás del vidrio a la secretaria. Pero no me intimidé. Me dirigí hacia ella con una
sonrisa y le dije: ¡feliz Janucá! ¿Hay algún judío en esta oficina? Mientras tanto, le extendí la
janukiá para el doctor, por la abertura debajo del vidrio donde la gente normalmente pasa cheques,
formularios, y cosas por el estilo… Además, le entregué un folleto de Janucá y un sevivón.
Después le pregunté: "¿usted es judía, por casualidad?" Yo ya sabía la respuesta. Por eso es que
empecé a sacar la segunda janukiá de mi bolso... "Ssssssi. ¿Pero tengo que pagar?", preguntó. La
miré con una cara que decía "¿de qué planeta caíste"? Le contesté: "esto es para vos, para que
prendas las velas de Janucá". Ahí es cuando vi algo que no se ve muy a menudo: la cara de soy-la-
secretaria-no-te-metas-conmigo-soy-capaz-de-llamar-a-la-policía, se derritió, y quedó su cara real
desenmascarada; como diciéndome: "sí, soy judía, gracias por darme la posibilidad de redescubrir y
reforjar mi vínculo con mi pasado, futuro y más que nada, presente. Gracias por oír un llanto dentro
de mí que ni yo misma sabía que existía…"

En fin, me fui del consultorio, yendo hacia mi próximo "cliente"… Pasó una hora, y por alguna
razón, pasé una vez más, enfrente de aquel consultorio… y me quedé helado. A través de la
ventana, se podía ver muy claramente, una janukiá encendida.

Quizás les dije al principio del artículo que caía nieve y hacia frío. En ese instante (a pesar de
quedarme helado...) se derritió toda la nieve; bueno, por lo menos la nieve interior.

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Velas detrás de las rejas - Historias de Janucá Page 1 of 3

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Velas detrás de las rejas

El Rabino Shabsi Katz de la ciudad de Pretoría, capital


administrativa de Sudáfrica, y Rabino Principal del
Departamento de Prisiones en ese país africano, estuvo
en contacto por muchos años con el Rebe de Lubavitch.

En diciembre de 1978 fue a visitar al Rebe. En su


audiencia privada, unos días antes de Janucá, el Rebe
preguntó al Rabino Katz que se estaba haciendo por los
prisioneros judíos de Sudáfrica. El Rabino le explicó
que las condiciones allí eran mucho más duras que las
de Nueva York, pero habían logrado que los prisioneros
judíos no tuvieran la obligación de trabajar en Rosh
HaShaná, Iom Kipur y Pesaj e inclusive que recibieran
comida casher bajo supervisión rabínica.

El Rebe entonces preguntó: "¿Y qué pasa en Janucá?


¿Los prisioneros pueden encender las velas? Debemos valorizar la importancia de encender las
velas para una persona que se encuentra sola en una celda. Es imposible calcular el calor y la
esperanza que producen en un ambiente tan sombrío".

El Rabino prometió que cuando retornara a Sudáfrica, comenzaría a trabajar en el proyecto para
que al año siguiente los reclusos pudieran encender las velas de Janucá. El Rebe no quedó
satisfecho y preguntó: "Pero, ¿qué va a pasar este año?"

El Rabino Katz le dijo que por cuanto faltan pocos días para Janucá y él se encontraba en Nueva
York, dudaba que fuera posible hacer algo al respecto.

El Rebe le pidió que apenas terminara esta audiencia tomase el teléfono de su oficina exterior y
realizara las llamadas que fueran necesarias para solucionar el tema.

El Rabino Katz le recordó que en Sudáfrica eran las 4 de la mañana; el no osaba despertar al
general encargado de las cárceles. El Rebe no aceptó la respuesta. Al contrario, argumentó que
cuando el general vea que el asunto es tan importante, a punto tal que el Rabino se contacta desde
el exterior en medio de la noche, quedaría impresionado y vería la importancia de autorizar a los
presos judíos a encender las velas ese mismo año.

Al salir de la oficina del Rebe, uno de los secretarios condujo al Rabino a una pequeña sala. Le
mostró los teléfonos y le dijo que se sintiera cómodo.

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Velas detrás de las rejas - Historias de Janucá Page 2 of 3

El Rabino Katz llamó primero a su secretario en Pretoria, a fin de conseguir el número del director
religioso de las prisiones, el General Sephton, un pastor de la iglesia reformista holandesa.

En su comunicación con el General, el Rabino le explicó que recién había terminado un encuentro
con uno de los líderes del judaísmo mundial, que expresaba su preocupación por los presos judíos
de Sudáfrica. Citó palabras del Rebe explicando la importancia del encendido de las velas de
Janucá y como esto les traería calor, luz y esperanza.

El general Sephton emocionado, comprendió que el asunto era urgente (era un 24 de diciembre a la
madrugada), prometió que apenas llegara a su oficina a la mañana siguiente enviaría un telegrama a
todas las prisiones de África del Sur autorizando a todos los prisioneros judíos a encender las velas
de Janucá.

A la mañana siguiente, cuando el Rebe llegó a la sede de Lubavitch, "770", el Rabino Katz lo
esperaba con ansiedad. Al escuchar que la misión había sido cumplida el Rebe sonrió e invitó al
Rabino a su oficina luego de las oraciones de Shajarit.

Ya en privado, el Rebe le comentó que en 49 de los 50 estados norteamericanos, permiten que los
presos judíos enciendan las velas de Janucá. Es increíble, dice el Rebe, que solamente aquí, en el
estado de Nueva York, los prisioneros no puedan prender sus candelabros. El Rebe le encomendó
la tarea de trabajar para que en ese estado también pudieran encender las velas de Janucá ese año.
"Diles que deben aprender de Sudáfrica".

Terminó diciéndole que se contactara con el Rabino J. J. Hecht, quien estaba trabajando bastante en
las cárceles neoyorquinas y sabía con quien contactarse.

Cuando el Rabino Katz buscó al Rabino Hecht, éste quedó sorprendido. Era 24 de diciembre,
pasado el mediodía, y seguramente nadie en las oficinas gubernamentales estaría trabajando. Pero
luego de escuchar al Rabino Katz contando lo sucedido con el Rebe y su llamado al General
Sephton en Sudáfrica, el Rabino Hecht se tranquilizó.

Experiencias anteriores confirmaban que si el Rebe encomendaba algo, sus pedidos se cumplían
satisfactoriamente, a pesar de que aparentemente no era el momento adecuado para que se realicen.

Después de algunos llamados, el Rabino Hecht localizó al Director del Sistema Correccional del
Estado de Nueva York. Le presentó al Rabino Katz quien le contó que en Sudáfrica los presos
judíos ese año iban a prender las velas de Janucá y le preguntó sobre la posibilidad de que sucediera
lo mismo en su estado. El director accedió al pedido teniendo en cuenta la experiencia del país
africano.

"Misión cumplida" le dijo con gran alegría el Rabino Katz al Rebe esa misma tarde.

En una audiencia privada, luego de la plegaria de Minjá, el Rebe le dijo que le gustaría retribuirle
por los favores realizados. El Rabino Katz le contestó emocionado que para él había sido un honor,
pero ante la insistencia del Rebe le pidió un libro Tania para su hijo.

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Velas detrás de las rejas - Historias de Janucá Page 3 of 3

El Rebe también le dio un presente para el General Sephton, un libro llamado Desafío y un regalo
para su esposa, un libro llamado Una Mujer de Fibra.

Una vez en Sudáfrica, el Rabino se contactó con el General y le dijo que traía un regalo personal
del Rebe para él. Una hora después, el General estaba sentado en la oficina del Rabino Katz.
Cuando este le preguntó el por qué de su prisa en llegar, el General contestó: "Cuando una persona
en Nueva York piensa en alguien que vive en otra parte del globo, especialmente personas que
cometieron varios delitos, y busca traerles luz y calor, es señal de que es un líder genuino. Si este
líder me manda un regalo, ¡quiero recibirlo lo antes posible!"

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 1 of 5

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El día que me dije: "Soy una mala Judía"


Por Sara Esther Crispe

Cuando era niña, mi festividad judía favorita siempre


fue Janucá. ¿Verdad que Janucá es la festividad
preferida por todos los niños? Durante mi infancia
siempre había regalos y todas las noches de Janucá
disfrutábamos de reuniones en las que servían 'latkes' y
repartían monedas de chocolate. Además, por las
noches nos quedábamos charlando en familia, cantando
un sinfín de canciones. Aunque a medida que fui
creciendo no necesariamente llegué a encontrar tanta
belleza o disfrute en otros aspectos del judaísmo,
Janucá siempre continuó siendo la única festividad con
la que me sentía fuertemente conectada.

Hasta que fui a la universidad.

No recuerdo dónde, cómo, ni siquiera si llegué a


celebrar Janucá durante mi primer año como
estudiante, pero lo que me sucedió en el segundo año es
algo que nunca podré llegar a olvidar. Más o menos una
semana antes de Janucá me enteré que mis padres me habían mandado un regalo a través de una
organización judía que funcionaba en la ciudad universitaria. Como ignoraba que en mi universidad
existiera esa institución, nunca me había acercado a ella. El día que fui a recoger el paquete que me
habían enviado mis padres lo hice acompañada de mi compañera Jen, una japonesa-americana con
la que compartía el apartamento. También vinieron Viviana, que era mejicana-americana, Harley,
quien era de origen francés, Trichette, oriunda del Caribe, Melanie, de la India y una chica que
había venido de Irlanda. Nuestro grupo representaba todas las razas, credos y religiones posibles.

Me sentía demasiado en onda y moderna como para frecuentar a mis compañeros judíos quienes,
para mi nivel de libertad, aparentaban sentir demasiado orgullo por su propia religión. Fue así que
retiré rápidamente el paquete y me fui con mis amigos, ansiosa por abrirlo y saber qué me habían
mandado. Al desenvolverlo me encontré con una pequeña menorá de hojalata, una caja con velas
azules y blancas y, por supuesto, las pequeñas monedas de chocolate que tanto me gustaban: el
'gelt' de Janucá. Pero al contemplar la menorá, me di cuenta que iba a necesitar algún instructivo
para poder recordar cuándo o cómo encenderla.

Pensando en voz alta, miré a mis amigos y dije: "La verdad es que siento que soy una mala judía...
ni siquiera puedo acordarme de qué lado se empieza a encender la menorá, si es de derecha a
izquierda o de izquierda a derecha..." Antes de darme cuenta por qué estaba compartiendo esta

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 2 of 5

preocupación personal, mi compañera de cuarto Jen, la japonesa-americana, me miró y, en voz alta


y clara dijo: "¡Eres una mala judía .... a las duchas contigo!"

Aún hoy, al escribir este episodio que sucedió más de quince años atrás, se me pone la piel de
gallina. Realmente no puedo recordar qué pasó inmediatamente después de este comentario. Lo que
sí recuerdo es que todo se detuvo, quedó congelado y después empezaron a pasar velozmente por
mi cabeza un sinfín de posibles explicaciones, otras posibilidades para explicar lo que quizás había
podido querer decir. Pero, a pesar que traté con todas mis fuerzas, no pude encontrar explicación
posible.

La observación de Jen hizo que el grupo quedara boquiabierto y después reinó un silencio total.
Nadie pronunció palabra. Quiero pensar que fue solo porque todos habían quedado demasiado
impactados para hablar, ya que concluir que no les importó sería una carga demasiado pesada para
mí. No puedo recordar cómo volví al apartamento que compartía con Jen.

Lo próximo que puedo recordar es que estaba sentada en mi cama y que mi mejor amiga, Viviana,
estaba sentada a mi lado llorando.

Ni siquiera podía hablar, solo lloraba y me abrazaba mientras trataba de decirme cuánto lamentaba
todo este episodio.

No hace falta decir que este incidente hizo que mi amistad con Jen realmente terminara. Una y otra
vez me pidió disculpas, me dijo que yo no había comprendido lo que quiso decir, que todo había
sido una broma sin una verdadera intención. Sí, le creí que sentía lo que había sucedido, que
realmente lo lamentaba. Pero me quedó la sensación que me pedía disculpas por haber expresado
sus sentimientos en palabras: No es que ella lamentara haber tenido esos pensamientos y,
posiblemente, también esos sentimientos. Podía llegar a perdonarle su falta de prudencia en el
momento de hablar cuando no debía haberlo hecho pero ¿cómo llegar a perdonar a alguien que
comparte sus verdaderos sentimientos cuando estos son de odio hacia ti y tu pueblo?

Ese Janucá no encendí la menorá. No hice absolutamente nada para celebrarla. En el momento no
me sentía capaz de hacerlo. De pronto, todo lo que estaba relacionado con Janucá había quedado
definido por el comentario de Jen. Cada vez que miraba la menorá, lo único que me venía a la
mente era "Eres una mala judía..." Llegué a odiar a Jen por lo que había dicho, pero la odiaba más
aún por haberme quitado la celebración de Janucá.

En ese entonces no tenía manera de saber que este incidente iba a convertirse en un importante
momento de decisión en mi vida. El resultado fue que las elecciones más significativas, las que
iban a cambiar el rumbo de mi vida, tuvieron como base mi reacción a su comentario. Antes de ese
día, tenía planeado pasar mi tercer año de estudios en Francia. Quería viajar al extranjero y tener la
posibilidad de vivir nuevas y apasionantes experiencias. Pero, después de ese Janucá, cambié de
idea e inmediatamente presenté una solicitud para asistir a la Universidad Hebrea de Jerusalem. Me
di cuenta que la única manera de poder luchar contra lo que me había sucedido era tomándome el
tiempo necesario para establecer una conexión con las personas y el lugar que, evidentemente,

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 3 of 5

muchos seguían odiando.

Al principio mi estadía en Israel fue muy difícil y muchas veces llegué a cuestionarme qué era lo
que me había hecho tomar la decisión de estar allí. Me encontraba en una situación difícil ya que,
debido a una discusión con mis padres, me había distanciado de ellos y ese año dependía
económicamente de mí misma. Como no tenía ahorros, la única opción fue encontrar un trabajo de
tiempo completo, mientras continuaba con mis estudios en la universidad. El resultado fue que
terminó siendo una temporada muy triste. Mientras mis amigos la pasaban bien haciendo viajes y
disfrutando de su experiencia en Israel, mi vida se reducía a estar en clase o cumpliendo con mi
trabajo como camarera y pocas veces veía algo más que las paredes del salón de clase o del
restaurante.

Durante las vacaciones de Janucá la mayoría de los chicos que estaban estudiando en Israel
recibieron la visita de sus padres, quienes les trajeron muchos regalos. Esta situación hizo que
aumentara mi sentimiento de negatividad y que me sintiera aún más sola y abandonada. En ese
momento de mi vida tuve la impresión que el juicio de Jen había hecho desaparecer, para siempre,
el amor que siempre había sentido por la festividad de Janucá.

El día anterior a Janucá, al volver a mi habitación en la residencia estudiantil encontré una tarjeta
sobre mi cama. El texto era sencillo: "Que tengas una feliz Janucá. ¡Para que te compres algo
especial!"

Felicia estaba en el programa de estudios y conocía mi situación. Sabía cuánto estaba trabajando
ese año. Sus padres estaban de visita en Israel y le habían dado U$S 100 para que se comprara algo.
Decidió darme ese dinero a mí.

Demás está decir que fue uno de los regalos más generosos y enternecedores que jamás recibí. Su
amor y apoyo hicieron que pudiera recuperarme del estado depresivo en que me estaba hundiendo
rápidamente. La noche antes de Janucá salí de compras. Quería comprar algo perdurable y que
tuviera sentido. Decidí que lo que realmente deseaba tener era una menorá que fuera especialmente
hermosa. Deseaba una menorá para poder admirar y querer, no una que me recordara a Jen.

Pasé horas buscando la menorá perfecta y finalmente me decidí por una cuyos brazos, con
excepción del shamash, eran movibles. Sentí que simbolizaba perfectamente mis sentimientos con
respecto a la vida, en que todo alrededor mío era cambiante y estaba en movimiento. Aún así en el
centro de todo, en el núcleo, había estabilidad. Ese Janucá encendí una vela cada noche y al
observar cómo, a medida que pasaban las noches, las velas ardían y su número aumentaba, me
permití abandonar el enojo y el resentimiento que había estado llevando conmigo a todas partes.

Fue a través del recorrido de un camino muy personal, que en ese Janucá pude darme cuenta que
tratar de luchar contra la oscuridad con más oscuridad no da resultado alguno. Más aún, tampoco
tenía sentido luchar. Lo único que tenía que hacer para que la oscuridad se disipara y desapareciera
era dejar que entrara la luz, permitir que me iluminara a mí y a mi entorno.

Mientras recitaba las bendiciones –primero la de agradecimiento a D-os por el precepto de

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El día que me dije: "Soy una mala Judía" - Historias de Janucá Page 4 of 5

encender las velas, luego la bendición para recordar los milagros realizados por y para nuestros
antepasados "en ese momento"- me di cuenta que esto es precisamente el significado. Todos
luchamos nuestras propias batallas, algunos con los griegos que están en nuestro exterior, otras con
los que llevamos dentro. Y, aunque no sea físicamente, tratan de destruirnos, vencernos en el plano
emocional y espiritual. Pero podemos luchar contra ellos y vencerlos, aún cuando nos parezca que a
nuestro alrededor todo está sumido en la oscuridad.

La festividad de Janucá cae durante los dos meses que tienen las noches más largas. En esa época
reina más oscuridad que en cualquier otro momento del año. Y, si nosotros lo permitimos, la
oscuridad puede llegar a consumirnos. Pero no solamente podemos, sino que estamos obligados a
desterrar esa oscuridad por medio del encendido de la luz, que incrementa noche a noche.

Todavía me siento mal cuando recuerdo este incidente, el incidente que dio motivo a este artículo.
Pero, hoy en día, también reconozco que realmente no hay mal que por bien no venga. Fue
precisamente la profundidad de esa oscuridad, el dolor y odio que experimenté, lo que actuó como
catalizador para que pudiera hacer un cambio. Cambiar puede ser difícil y, en mi caso, fue muy
difícil. Aún así, lo único necesario para que todo volviera a su lugar fue el amor y la ayuda del
prójimo, el acto de alguien a quien yo le importaba.

Al final, mi año en Israel resultó ser un momento decisivo en mi vida. Si bien el programa era en sí
mismo secular, ese año tuve la oportunidad de reconectarme y aprender sobre el judaísmo de una
manera auténtica y focalizada. Y, aunque mi decisión de llevar una vida de observancia de la Torá
fue todo un proceso en sí mismo, en realidad empezó en ése Janucá, o más precisamente, en la
Janucá que precedió a ése Janucá.

Conservo la menorá en un estante de mi biblioteca. Me ha acompañado en todos los viajes que he


hecho por el mundo y no hay una sola celebración de Janucá en que no la encienda. Hoy en día,
cuando la enciendo junto con mi esposo, un rabino, y nuestros cuatro hermosos hijos, la contemplo
y vuelven a brotar todas las emociones y lecciones que contiene. Observo sus brazos movibles y
pienso en cuán velozmente pueden cambiar las cosas, que no importa en qué situación nos
encontremos, la llama siempre nos dará luz y calor para ayudarnos en nuestro esfuerzo por llegar
más alto.

¡Feliz Janucá!

Por Sara Esther Crispe

Sara Esther Crispe, es escritora, conferencista y madre de cuatro,


es la redactora de TheJewishWoman.org.

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La Llave Maestra - Historias Page 1 of 2

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La Llave Maestra
Por Rabbi S.Y. Zevin

En una oportunidad, antes de los Iamim Noraim, el Rabí


Israel Baal Shem Tov le dijo al Rabí Ze'ev Kitzes, uno de
sus estudiantes destacados: "Para este Rosh Hashaná tú
vas a tocar el shofar. Quiero que estudies todas las
kavanot (meditaciones cabalísticas) que corresponden al
shofar, para que medites sobre ellas cuando lo hagas
sonar."

Con alegría y temor el Rabí Ze'ev se dedicó


empeñosamente a la tarea encomendada: sentía alegría por
el enorme privilegio que le había sido concedido y temor
por la inmensidad del deber. Estudió los escritos cabalísticos que tratan la multifacética importancia del shofar y
lo que sus sonidos logran obtener en los diferentes niveles de la realidad y las diversas recámaras del alma.
También anotó en una hoja los principales puntos de cada kavaná, para así poder referirse a ellos cuando hacía
sonar el shofar.

Finalmente, llegó el gran momento. Era la mañana de Rosh Hashaná y el Rabí Ze'ev se ubicó en la plataforma de
lectura en el centro de la Sinagoga del Baal Shem Tov entre los rollos de la Torá, rodeado por un mar de cuerpos,
cada uno envuelto en su talit. Frente a su mesa, en el rincón sudoeste de la habitación, con el rostro encendido
estaba su maestro, el Baal Shem Tov. Un silencio reverente llenaba la habitación anticipando la llegada del
momento culminante del día, los desgarradores sonidos y sollozos del shofar.

El Rabí Ze'ev buscó en su bolsillo el papel con las anotaciones y se le paralizó el corazón: la hoja había
desaparecido. Recordaba haberla guardado esa mañana en el bolsillo. Hizo un esfuerzo por recordar lo que había
estudiado, pero su angustia por las anotaciones perdidas parecía haber paralizado su cerebro: su mente era una
enorme laguna mental. Lágrimas de frustración llenaron sus ojos. Su maestro le había encomendado esta tarea
más sagrada y él lo había decepcionado. Ahora tenía que tocar el shofar como si fuera un cuerno cualquiera, sin
ninguna kavaná. Con el corazón abatido, el Rabí Ze'ev tocó la letanía de sonidos obligatorios por ley y, evitando
la mirada de su maestro, volvió a su sitio.

Al finalizar las oraciones del día, el Baal Shem Tov se dirigió al rincón en el que, sollozando bajo su talit, se
encontraba el Rabí Ze'ev. "¡Gut Iom Tov, Reb Ze'ev!", le dijo. "¡Hoy pudimos escuchar un toque del shofar
absolutamente extraordinario!"

"Pero, Rebe, yo..."

"En el palacio del rey," aclaró el Baal Shem Tov, "hay muchos portales y puertas que conducen a muchas salas y
recámaras. Los guardias del palacio tienen enormes llaveros con muchas llaves, cada una de las cuales abre una
puerta diferente. Pero hay una llave que sirve para todas las cerraduras, una llave maestra que abre todas las
puertas.

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La Llave Maestra - Historias Page 2 of 2

"Las kavanot son las llaves, cada una permite abrir otra puerta de nuestras almas, cada una da paso a otra
recámara de los mundos espirituales. Pero hay una llave que abre todas las puertas, que nos abre las recámaras
más profundas del palacio divino. Esa llave 'maestra' es un corazón humilde."

Por Rabbi S.Y. Zevin


Extraído del libro Sipurei Jasidim de Rabbi S.Y. Zevin; traducido y adaptado por
Yanki Tauber

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La Teshuvá de un Tzadik - Historias Page 1 of 2

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La Teshuvá de un Tzadik

Rabí Saadia HaGaon- durante el mes de Elul- rezaba fervientemente, con los ojos llenos de lágrimas, como si
fuese un gran pecador arrepentido. Sus discípulos, conocedores de su santidad y pureza, no acertaban a explicarse
esa conducta. Finalmente se atrevieron a interrogarlo y el Maestro respondió:

-No quisiera que piensen que he profanado la ley de la Torá, Di-s no lo permita, pero aún así, tengo razón para
arrepentirme y rogar a Di-s que me perdone. Le debo esta enseñanza a un judío sencillo, un hotelero.

En cierta ocasión, durante uno de mis viajes, pasé unos días en un pequeño pueblo, albergándome en la posada de
un judío. El posadero no me conocía, pero me recibió con calidez y su atención fue excelente. A los pocos días,
alguien me reconoció.

La noticia de mi llegada se divulgó en el pueblo y toda la comunidad se hizo presente en el hotel para darme la
bienvenida y homenajearme. El hotelero, al enterarse de quién era su huésped, comenzó a honrarme y servirme
con gran devoción y respeto, buscando desesperadamente nuevas y mejores maneras de atenderme.

Llegado el día de mi partida, el pueblo se congregó a mi alrededor nuevamente; esta vez para despedirme.

De pronto, abriéndose paso entre la multitud, apareció el hotelero con los ojos llenos de lágrimas. Se arrojó a mis
pies, y, entre sollozos, me rogó que lo perdonara.

-Pero si hiciste todo lo posible por atenderme, aún más de lo necesario –protesté. El hotelero se explicó:

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La Teshuvá de un Tzadik - Historias Page 2 of 2

-Yo suplico al Rabí que me perdone por los primeros días, cuando no sabía quién era y qué gran sabio se
hospedaba en mi casa; cuando no supe servirlo como sé hacerlo ahora.

"Si un hombre puede servir a un semejante -carne y hueso- con tanta humildad y devoción, cuánto más amor y
respeto debemos tener en nuestro servicio al Todopoderoso". Cada día aprendo más y más sobre el Creador y me
avergüenzo de mi conducta del día anterior, cuando mi amor y devoción no eran tan grandes como hoy. Mi llanto
y arrepentimiento no se deben a la trasgresión de algún precepto -Di-s libre- sino a no haber servido a Di-s
durante el año que pasó, de acuerdo a su Grandeza y Magnificencia, que ahora conozco mejor.

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Lo que Hacen los Judíos - Historias Contemporaneas Page 1 of 3

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Lo que Hacen los Judíos


Por Hanna B. Geshelin

El camino que sigue cada judío que se hace observante es


único. Uno de los momentos decisivos de mi viaje, tuvo
lugar en una gran Universidad de Iowa que contaba con
una minúscula población judía donde, durante mi primer
año de estudiante de la Universidad (1963-64), yo era la
única estudiante que se identificaba a sí misma como
judía.

Entre mis compañeras de cuarto del primer período


académico, había una estudiante del penúltimo año que
estaba tomando una clase sobre el desarrollo infantil en
las distintas culturas. Ella decidió participar en la
comisión que estaba investigando la cultura judía, en
vista que disponía de una fuente pronta para ser
entrevistada: Yo. Por pertenecer a la cuarta generación
norteamericana de descendientes de judíos reformistas,
quienes emigraron de Alemania antes de la Guerra Civil
de los EE.UU., yo no sabía mucho de judaísmo, pero me
esmeré por contestar sus preguntas. Sin embargo, el
alivio que sentí cuando terminó de interrogarme tuvo una
corta duración. En cada período académico siguiente, el
profesor de desarrollo infantil le daba mi nombre a la comisión que estudiaba judaísmo. Para
enfrentar este desafío, tendría que aprender algo sobre mi herencia.

La biblioteca de la Universidad disponía de dos estantes sobre judaísmo. Empecé por un extremo
del estante superior y comencé a leer. Me dieron información básica sobre la historia, tradición y
creencias judías. Con la ayuda de los libros pude pasar por las preguntas durante el período
académico de invierno. Luego, en la primavera de mi primer año como estudiante de la
Universidad, conocí a Janet.

Janet provenía de un pequeño pueblo ubicado en Iowa. Al igual que muchos estudiantes de la
Universidad, venía de una familia para la cual la iglesia era un punto principal. Sus creencias
guiaban su conducta en todos los aspectos de su vida.

Yo era la primera persona judía que ella había conocido hasta ese momento. Me dijo que había
elegido escribir sobre la cultura judía porque quería conocer los orígenes de su fe. ¿Podría ir
conmigo a la Sinagoga?

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Lo que Hacen los Judíos - Historias Contemporaneas Page 2 of 3

El pueblo tenía una pequeña congregación reformista que se reunía los viernes al anochecer, en la
sala de una de las iglesias. Acepté llevarla y, mientras caminábamos por las silenciosas calles, me
preguntó acerca de mi vida religiosa. "¿Dónde comes?", me preguntó de repente.

Desconcertada, le di el nombre de la sala comedor que pertenecía al dormitorio.

"¿Cómo te las arreglas?", me preguntó.

"¿Qué me quieres decir? Simplemente como".

Con un matiz de enojo en su voz me dijo: "¿Cómo es que puedes 'simplemente comer'? Comemos
jamón, cerdo o mariscos tres o cuatro noches por semana, y la mayoría de los demás días nos sirven
carne y leche en la misma comida". "Oh, exclamé con confianza, te refieres a 'kasher'. Yo soy
reformista, y nosotros no mantenemos el kashrut".

"¿No mantienen el kashrut? Pero, según todo lo que he leído, el kashrut es una de las piedras
angulares del judaísmo. ¿Por qué no mantienen el kashrut?"

Me encogí de hombros. "No sé, simplemente no la mantenemos".

Janet se detuvo y giró hasta quedar enfrentándome, las manos en las caderas. Todavía puedo verla
allí parada, a la luz de una lámpara de la calle, vestida como para ir a la iglesia en un traje azul, con
un pequeño sombrero blanco y guantes blancos. Me miró de arriba a abajo como si yo fuera un
insecto clavado en un alfiler. Luego pronunció las palabras que siguen resonando en mi mente: "Si
mi iglesia me dijera que tengo que hacer algo, yo lo haría".

En el largo silencio que siguió hice pasar sus palabras, una y otra vez, por mi mente. Y me
pregunté, ¿por qué el movimiento reformista afirmaba que no era importante mantener el kashrut?
Decidí averiguar.

Al día siguiente encontré, en uno de esos estantes de libros judíos, una historia del movimiento
reformista. Comer con otras personas, decía el libro, es un gesto universal de amistad y buena
voluntad. Mantener el kashrut le impide a judíos y a no judíos comer juntos; por lo tanto, impide
una comunión informal entre 'nosotros' y 'ellos'. Cuando los judíos dejen de mantener el kashrut y
coman no-kasher con sus vecinos, terminará el antisemitismo y los judíos serán aceptados en la
tendencia prevaleciente de la sociedad.

Pensé en la historia judía que había estado leyendo, en Moisés Mendelsohn y la Emancipación; en
la familia de mi madre que no había mantenido el kashrut en, por lo menos, cuatro generaciones; y
pensé en la Shoá, que comenzó en la patria de Mendelsohn y de mis tatarabuelos, Alemania. Volví
a la primera hoja del libro y observé que éste había sido originalmente publicado en 1928 en Berlín,
en idioma alemán.

Quizás en 1928 los judíos alemanes podían decir que comer con no judíos podría terminar con el
antisemitismo. Pero se iba a probar cuán desastrosamente equivocados estaban. ¿Podría seguir

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Lo que Hacen los Judíos - Historias Contemporaneas Page 3 of 3

comiendo de una manera no judía, cuando el razonamiento que permitía a los judíos comer de una
manera no kasher estaba basado en una completa falacia?

"Si mi iglesia me dijera que tengo que hacer algo, yo lo haría". Las palabras de Janet tomaron una
punta de mi Neshamá (alma judía) y la falacia manifiesta del libro tomó la otra, y me sacudieron
hasta que tuve que sentarme, ahí mismo en el suelo, al lado de las estanterías de la biblioteca.
Cuando dejé de temblar, sabía que hasta que no encontrara una buena razón, un motivo verdadero
para no mantener el kashrut, no tenía alternativa. Yo era judía, y los judíos mantienen el kashrut.
Era así de simple.

Mi transformación completa, de una judía secular a una observante de la Torá, llevó muchos años y
muchas más lecciones acerca de la fe. Mi primer paso importante comenzó esa noche de Shabat,
cuando una joven cristiana me desafió a alzar la cabeza y actuar como una judía.

Por Hanna B. Geshelin

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Los Caballos y La Teshuva - Historias Page 1 of 2

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Los Caballos y La Teshuva

Uno de los Jasidím del Alter Rebe, tenía un yerno que era un gran sabio de la Torá y que no pertenecía a ninguna
rama de Jasidím. Pasaron algunos años y el joven se desvió del camino de la Torá, dedicando la mayoría de su
tiempo a montar a caballo, vanagloriándose de su idoneidad sobre los equinos. Su suegro le pidió que lo
acompañara a visitar al Rebe, más el muchacho contestó que sólo iría montando su caballo. Cuando llegaron a
Liozna, el Alter Rebe le preguntó: "¿Dime cuál es, en esencia la diferencia entre un caballo bueno a uno que no lo
es?"

-contestó el joven:"En el mismo tiempo en que el caballo débil recorre un kilómetro el fuerte avanza cuatro".

"¿Y qué sucede cuando el caballo fuerte se equivoca de camino?, ¿Acaso no se internaría más rápidamente en el
bosque?", pregunto el Rebe. " Es cierto, reconoció el muchacho, "pero al darse cuenta de su error, retornará
mucho más aprisa".

El Rebe repitió esas últimas palabras con mucho fervor, y de pronto el hombre comprendió la intención del Alter
Rebe, y se sintió conmovido retornando al poco tiempo al camino del bien.

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"Los Tesoros se Encuentran Escondidos en la Tierra" - Shuljan Shabat Page 1 of 2

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"Los Tesoros se Encuentran Escondidos en la Tierra"


"A tu simiente He entregado esta tierra" (Bereshit 15,18)

En nuestra Parshá aparece la promesa de entregar la Tierra de Israel a los descendientes de


Abraham nuestro Patriarca: "a1 tu simiente He de entregar esta tierra." En un principio ésta escrito
"He de entregar", en futuro, pero después de que Abraham caminó por la tierra, a su largo y su
ancho2, el Altísimo repite Su promesa, pero esta vez de una manera diferente: "A3 tu simiente He
entregado esta tierra" "He entregado", en pasado, ya entregué" 4.

Desde ese preciso instante en el que Hashem dijo estas palabras, la Tierra de Israel, que hasta ese
momento era "Herencia de pueblos", comenzó a pertenecer, en la práctica, al pueblo de Israel.
Incluso durante el tiempo del exilio diásporico se mantiene completamente vigente la promesa de
"a tu simiente He entregado la tierra" y con la misma intensidad que antes. Es verdad que "a causa
de nuestros pecados hemos exilado de nuestra tierra y nos hemos alejado de nuestro suelo" 5, pero
aún así sigue siendo "nuestra tierra" y "nuestro suelo".

Terrenalidad Sagrada

La conjunción de los términos Tierra de Israel presenta, a simple vista, una contradicción. "Tierra"
- expresa terrenalidad y materia; "Israel" es el título jerárquico del pueblo judío, que refleja
superioridad espiritual y altura (la raíz de este nombre, es como dice la Biblia6, "puesto que
superaste a ángeles"). Así también la combinación "Tierra Santa" implica una contradicción
conceptual-terrenalidad y santidad.

Sólo que justamente en esto se expresa la función del Pueblo judío - hacer de lo terrenal santidad, y
de "Tierra de Canaan" - "Tierra de Israel".

Esta misión también se aplica al fuero interior de cada uno. Se exige de todo judío que "conquiste"
su intelecto y emociones así como las actividades naturales necesarias para la propia supervivencia,
y las santifique a través de subordinarlas al Servicio Divino. La persona debe lograr que también su
vida material y terrenal se santifiquen y se conviertan en parte del Servicio al Creador.

Las Contradicciones del Judío

¿Cómo puede lograrse esto? A simple vista hay aquí una contradicción esencial. Pero la verdad es
que el propio judío contiene en su ser esta dicotomía: Di-s declara sobre el pueblo de Israel: "Pues
ustedes serán para Mí una tierra deseada" 7:

También aquí vemos los dos extremos unidos: "tierra" es el elemento más elemental y bajo, todos
pisan sobre ella; mientras que "deseada" expresa satisfacción, placer y deseo. Nuestro cuerpo
material sería la "tierra", mientras que el alma que se encuentra en nuestro fuero interior es la
"deseada" - el deseo y placer del Altísimo.

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"Los Tesoros se Encuentran Escondidos en la Tierra" - Shuljan Shabat Page 2 of 2

A través de esta interconexión en nuestra persona, entre la santidad más excelsa con la terrenalidad
más burda, tenemos la fuerza de elevar la materia a un nivel superior. Y tal como cada hombre
tiene la capacidad de subordinar el cuerpo al alma, así también posee la fuerza de poner al mundo
material bajo el gobierno de lo sacro.

Debe Buscarse

El Baal Shem Tov8 agrega un enfoque especial a la expresión "Tierra deseada" expresada sobre el
pueblo judío: tal como nunca hemos de llegar a evaluar cabalmente los múltiples tesoros naturales
que residen en la profundidad del suelo, así tampoco no hay hombre que pueda medir los
extraordinarios tesoros escondidos en el corazón del judío. Por fuera se ve "Tierra", pero
justamente por eso es ahí donde Di-s escondió los tesoros más fabulosos.

Puede venir un judío y argumentar que él no siente esto y por el contrario ve que la terrenalidad es
la que domina el mundo. Nos enseña Abraham el Patriarca, que también cuando "el Canaanita se
encontraba entonces en la tierra" 9, es decir cuando la tierra se ve como "tierra de Canaan", no hay
que dejarse impresionar por eso, sino debe caminarse por la tierra y manifestar el dominio sobre
ella, revelando que en esencia ésta ya es "Tierra de Israel" – "a tu simiente He entregado" - ya He
entregado.

(Likutei Sijot tomo 20, Pág. 308)


Notas al Pie
1. Bereshit 12,7.
2. Ahí 13,17. Véase también Talmud Bava Batrá 100,a.
3. Ahí 15,18.
4. Talmud Ierushalmi Jalá Cáp. 2, Ley 1.
5. Texto de la Liturgia- Musaf de las Festividades.
6. Bereshit 32,28.
7. Malají 3,12.
8. Haiom Iom (versión castellana, Kehot Pág. 54). Traído en agregados al Keter Shem Tov ( Kehot) Cáp. 44.
9. Bereshit 12,6

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Los Tzitzit de mi Padre - Vestimentas judías Page 1 of 3

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Los Tzitzit de mi Padre


Por Jessica Klein Levenbrown

Cuando era pequeña iba con mi padre a la sinagoga. Uno


de los primeros recuerdos es de cuando era tan niña, que
aún podía sentarme en la falda de mi padre en el sector
de los hombres y compartíamos dos juegos especiales. Al
primero lo llamábamos "Encontrar el Alef", la primera
letra del alfabeto hebreo. Puede sonar como algo muy
fácil pero créanme que, desde la óptica de una niña de
tres o cuatro años, era un enorme desafío sumergirme en
ese mar de letras hebreas e ir encontrando cada Alef que
había en la página. Lamentablemente, aunque el objetivo
de este juego era que me quedara callada tenía un efecto
contrario, ya que cada vez que podía encontrar la letra,
en tono triunfal gritaba "¡Alef!"

Fue entonces que mi padre ideó el segundo juego, uno


mucho más tranquilo. Mi padre me enseñó a trenzar sus tzizit. Supongo que nunca me trenzó mi
largo cabello castaño, pero me enseñó a trenzar los flecos que colgaban de su suave y blanco manto
de oraciones.

Seguramente te estarás preguntando si todo esto es importante. Por supuesto que un hombre puede
hacer una simple trenza ¿y qué tiene de particular que le haya enseñado esta manualidad básica a su
única hija? Verás, es que mi padre era un inmigrante.

Hablaba varios idiomas, algunos mejor que otros. No siempre pude entender sus palabras o
costumbres. Pero lo que siempre comprendí fueron sus abrazos, la manera en que me hacía
cosquillas en el cuello y los caramelos que siempre tenía en su bolsillo. Y, de alguna manera,
entendía sus silenciosas instrucciones. Por encima, por debajo, una y otra vez hasta que mis deditos
fueron aprendiendo la lección que me daban sus grandes y tiernas manos, y la trenza fue tomando
forma.

A medida que fui creciendo, no me acuerdo que me haya enseñado más cosas. Después de todo
¿qué le podía enseñar a una niña que sacaba sobresaliente en la escuela y que quería asistir a una de
las ocho universidades más prestigiosas de los Estados Unidos?; que valoraba más su educación
secular que cualquier sabiduría popular del viejo mundo que él me hubiera podido transmitir.

Aún así, hoy en día lo que recuerdo de la universidad me parece una enorme imagen borrosa de un
conjunto de banalidades intelectuales, si las comparo con las simples lecciones de mi padre: me
enseñó a pronunciar el Shemá antes de dormir, y el Modé Aní al despertar. Me enseñó las

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Los Tzitzit de mi Padre - Vestimentas judías Page 2 of 3

bendiciones para el pan, el vino, e incluso para algún ocasional whisky. No siempre me acuerdo de
pronunciar esas oraciones, pero todas las sé de memoria. Al igual que recuerdo mi número de
seguridad social... y mi nombre judío.

Cuando después de una breve enfermedad, a los ochenta y dos años mi padre murió en paz, un
hombre de la Jevrá Kadishá vino para preparar el cuerpo según las normas de la ley judía. Me
preguntó si mi padre tenía un talit con el que querría ser enterrado, como una especie de mortaja.
Le dije que por supuesto, él tenía su talit. En su mesa de luz estaba el gastado sobre de terciopelo
que me era tan familiar y, de ahí extraje el viejo y atesorado manto de oraciones.

El hombre de la Jevrá Kadishá, cuyo nombre no recuerdo, pero cuya bondad nunca voy a poder
olvidar, me hizo una pregunta que, debido a mi consternación y pena, ni siquiera estaba segura de
haber oído bien. Me preguntó si quería quedarme con uno de los tzizit. Me quedé mirándolo
sorprendida y casi empecé a reírme por la inesperada sensación de alegría y alivio. "¿Realmente
puedo quedarme con uno de los tzizit?", pregunté con sorpresa, porque no creía que las estrictas
normas del ritual del entierro judío permitieran este gesto tan sentimental, pero cargado de
contenido. Me aseguró que estaba permitido.

Tomé uno de los tzizit y sentí como me tensaba interiormente antes que el hombre lo cortara. En
ese momento también se cortó uno de los últimos lazos de mi padre con el mundo terrenal y casi lo
sentí como el corte del cordón umbilical de la ligazón entre el padre que había llenado los días de
mi vida y el que ahora pasaba a vivir en mi recuerdo. Aún así, al romperse la conexión física,
surgió un nuevo vínculo.

Hoy en día, cada vez que toco los tzizit siento que es como si estuviera tocando a mi padre. El
cordón trenzado –porque le hice una trenza- es un recuerdo tangible de una de sus lecciones más
dulces. En la trenza de sus tzizit están los cordones de su vida, lo temporal entrelazado con lo
espiritual, en una especie de unión particular que sigue vigente mucho tiempo después de la partida
de su alma. Los tzizit son ahora un marcalibros que llevo en mi libro de oraciones y, al ir pasando
las hojas, encuentro los Alef y recuerdo a mi padre, cuya tranquila sabiduría espero honrar cada vez
que toco su último regalo.

Por Jessica Klein Levenbrown


Jessica Klein Levenbrown es una exitosa escritora y productora de
televisión. Comenzó su carrera en el programa Plaza Sesamo, fue
la escritora principal del programa “Mientras el mundo gira” y junto
a su socio Steve Wasserman produjo la aclamada serie “Beverly
Hills, 90210” Jessica creo el programa para adolescentes Just
Deal basándose en sus experiencias personales como madre
judía y recientemente produjo la serie Scout Safari.

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producido por nuestro socio en el contenido, Chabad.org. Si ha disfrutado de este articulo lo
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¿Por qué quitó la mezuzá? - Mezuzá Page 1 of 2

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¿Por qué quitó la mezuzá?


Por Malka Touger

Cuando Perla Cohen llegó a la casa del Rabino Shmuel


y Sara Gurewitz en Lyon, Francia, traía con ella todas
las herramientas necesarias para estudiar.Perla había
nacido en Marruecos y era una estudiante de tiempo
completo en la Universidad La Doua. Estudiar era todo
lo que hacía. Fue así que, cuando el rabino que iba a
oficiar en su casamiento, a celebrarse próximamente, le
informó del requisito establecido por la Alianza
Rabínica Ortodoxa Francesa que hacía necesario que
las futuras parejas tuvieran conocimiento de las leyes
relativas a la vida de una familia judía, se anotó
entusiasmada para asistir a las clases.

La Sra. Gurewitz valoraba la inteligencia y curiosidad


de Perla, por lo tanto amplió el programa de las clases y
también incluyó otros aspectos lo que significaba el
inicio del un hogar judío. En su momento, mencionó el
tema de la mezuzá, explicando que esta mitzvá es uno
de los primeros símbolos de un hogar judío.

"Perla, no tienes que esperar hasta que estés casada," le explicó la Sra. Gurewitz. "Puedes colocar
una mezuzá en la jamba de la puerta del apartamento donde ahora estás viviendo."

"Sra. Gurewitz," le contestó Perla, "me gusta aprender con usted y entiendo el concepto de esta
mitzvá, pero no creo que sea una buena idea en este momento. Quizás no sepa que vivo sola en el
barrio Les Broteaux del sexto 'arrondissement'. Usted debe estar enterada que es una zona muy
elegante, donde no viven judíos. ¿Verdad que no tengo contarle sobre el antisemitismo que hay en
Francia? Me parece que no es muy seguro exhibir mi religión de una manera tan abierta".

La Sra. Gurewitz le reiteró que la esencia de esta mitzvá es la seguridad y protección y, cada tanto,
volvía a mencionar el tema. Eventualmente, Perla decidió colocar una mezuzá, pero lo hizo del lado
de adentro de la puerta; seguía preocupada por no llamar la atención. Le llevó unas cuantas
semanas más juntar coraje para colocar una mezuzá del lado de afuera de la puerta.

Cuando llegaron las vacaciones de invierno, Perla viajó a visitar a su familia en Marruecos. Cuando
mencionó que había colocado una mezuzá, tuvo que enfrentar la oposición de su familia. Al igual
que lo había hecho ella en su momento, su familia también sentía temor y la convencieron que
estaba arriesgando su seguridad. Y fue así que la mezuzá fue retirada.

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¿Por qué quitó la mezuzá? - Mezuzá Page 2 of 2

Pero, poco tiempo después, Perla llamó a la Sra. Gurewitz para comentarle que había vuelto a
colocar la mezuzá del lado exterior de la puerta de su apartamento. La Sra. Gurewitz quedó
sorprendida. Desde que se había enterado de la firme oposición de los padres de Perla no había
vuelto a mencionar el tema pensando que, quizás en el futuro, podría encontrar el momento
apropiado para hacerlo. ¿Qué sería lo que hizo cambiar la decisión de Perla?

Perla le relató que unos días antes, un señor mayor había golpeado su puerta presentándose como el
vecino del primer piso. Ella apenas lo conocía. Lo había visto solo una vez, cuando me alcanzó un
sobre colocado por equivocación en su buzón.

El hombre tenía una expresión triste en sus ojos. "¿Por qué sacó la mezuzá? Le preguntó con voz
preocupada. "Por favor no vaya a pensar mal de mí por entrometerme en su vida privada, pero soy
sobreviviente de la Shoá. Vengo de una familia judía muy extendida y observante de las
tradiciones. En la guerra los perdí a todos. También perdí todo. Me casé con una gentil y fui
apartándome de mi herencia.

"Aquel día, cuando le alcancé el correo y vi la mezuzá en la puerta, recordé mi infancia, mi familia
y mi religión. Instintivamente extendí la mano para tocarla y ese gesto hizo que se me llenaran los
ojos de lágrimas recordando a todos los seres queridos que había perdido, mi madre, mi padre, mis
hermanos y hermanas. Desde ese entonces, empecé a subir hasta su piso todos los días para besar la
mezuzá. Ese gesto me ha reconfortado y permitido volver a conectarme con mi pasado.

¿Por qué quitó la mezuzá?

Por Malka Touger

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¿Que son Tzitzit y Talit? - Vestimentas judías Page 1 of 2

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¿Que son Tzitzit y Talit?

"Habla a los hijos de Israel y diles: Harán para ellos


franjas en las puntas de sus ropas… Y serán tzitzit para
ustedes, y cuando los vean, recordarán todos los
mandamientos de Di-s y los cumplirán" (Números
15:38-39).

La mayoría de la gente no piensa del judaísmo como


una religión de franjas. Sin embargo ese es nuestro
uniforme e insignia de honor, nuestro recordatorio
diario de quiénes somos y para qué estamos aquí —
cuatro flecos colgando de las franjas de nuestras ropas.

En la antigüedad debíamos colgar los flecos de las


franjas de los mantos de cuatro puntas que eran parte
del guardarropa diario de la gente. Hoy los hombres y
niños judíos tienen dos formas de cumplir con esta
mitzvá cada día:

a) Durante la plegaria envolviéndose en un talit gadol


(literalmente: gran manto). Es el gran chal de oración con franjas que se usa durante las plegarias
matutinas.

b) Usando un pequeño poncho llamado talit katan (literalmente: pequeño manto). Para la mayoría
de nosotros es adecuado que esté bajo la camisa.

Los flecos de las franjas son llamadas tzitzit. Sus cuerdas y nudos son una representación física de
los 613 harás y no harás de la Torá. Esto es así: Cada letra del alfabeto hebreo tiene un valor
numérico correspondiente. El valor numérico de las cinco letras que forman la palabra hebrea tzitzit
suma 600. Si sumamos ocho cuerdas y cinco nudos de cada fleco, el total es 613.

Usar tzitzit es una señal de orgullo judío. Los judíos siempre tuvieron una forma de vestirse que los
distingue de la gente de las tierras en que han vivido —aun cuando esto significara exponerse al
peligro y la violencia. Por gracia de Di-s, hoy la mayoría de nosotros vive en tierras en las que
somos libres de practicar nuestra religión sin tales temores. Hoy vestimos nuestro uniforme judío
con orgullo y con la cabeza en alto.

La Cabala enseña que el talit es una metáfora de la luz trascendentemente infinita de Di-s. Las
franjas aluden a la luz divina inmanente que permea cada elemento de la creación. Al usar un talit
gadol o un talit katan, el judío sintetiza esos dos elementos y los hace una realidad en su vida.

http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/print/true/aid/632620/jewish/Que-son-Tzitzi... 10/11/2010
Reencontrando a mi familia - Historias Contemporaneas Page 1 of 4

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Reencontrando a mi familia

Crecí prácticamente sin abuelos.

Cuando mi madre tenía solamente 25 años, varios años


antes de que yo naciera, sus padres murieron
trágicamente en un accidente en la ciudad de Nueva
York. Mi abuelo paterno también falleció
prematuramente de un ataque cardiaco cuando yo tenía
3 años. De todos mis abuelos, crecí solamente con mi
abuela materna, a quien amé y admiré con todo mi
corazón, pero ella falleció cuando yo tenía 20 años.

Para mí fue como si mi familia materna no existiera,

De chica no sentí la falta de abuelos como algo fuera de


lo común o trágico. Recién ahora que veo a mis hijos
tener una relación tan especial con sus cuatro abuelos,
entiendo hasta que punto yo y mis hermanos fuimos parte de la tragedia que sufrieron mis padres al
perder a sus padres a tan temprana edad.

Como resultado de tanta ira y dolor que rodeó al accidente que quito la vida a mis abuelos, mi
madre perdió contacto con su familia por más de 20 años. Crecí, como si mí familia materna
directamente no existiera.

En mi infancia nos reuníamos varias veces al año con tíos y primos de la familia paterna en la casa
de mi abuela. Mi abuela nos llenaba a mí y a mis hermanos de atención y afecto, y vimos muchas
fotos de mi profundamente recordado abuelo y escuché hermosas historias acerca de él.

En contraste, mi madre nunca mencionó a sus padres. Recién cuando yo estaba cursando la
universidad, mi madre mencionó como al pasar que mi bisabuela también había fallecido en el
accidente junto a mis abuelos. Y tuve que esperar hasta después de casarme para enterarme de los
detalles del accidente , como un camión con frenos defectuosos no logró parar detrás del auto de
mis abuelos en una intersección, pasando por encima de ellos, destruyendo el techo del auto y
matando a todos los que estaban dentro de él.

En retrospectiva, creo que el silencio de mi madre es comparable al de un sobreviviente del


Holocausto, que vivió algo tan doloroso y traumático que la única forma de sobrellevar lo ocurrido
es ocultándose tras un velo de silencio.

http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/print/true/aid/492999/jewish/Reencontrando... 10/11/2010
Reencontrando a mi familia - Historias Contemporaneas Page 2 of 4

Hace cuatro años, mi esposo y yo escuchamos que nuestra sinagoga necesitaba un parojet, la
cortina bordada que cubre el Arca que guarda los rollos de la Torá. Decidimos que queríamos ser
parte de este proyecto, en honor a la memoria de mis fallecidos abuelos.

Después de unos meses de buscar, encontramos un bordador profesional a quien contratamos para
hacer el parojet, el próximo paso era averiguar el nombre hebreo de mis abuelos para bordarlo en el
parojet.

Fácilmente conseguimos los nombres de los abuelos de mi marido como los de mis abuelos
paternos, tampoco nos costó encontrar el nombre de sus respectivos padres nuestros bisabuelos,
cumpliendo de esta forma con la costumbre de recordar a nuestros abuelos junto con sus padres.

Pero se nos presentó un problema al tratar de descubrir el velo de silencio que rodeaba cualquier
conversación acerca de mi familia materna desde la trágica desaparición hace 35 años atrás.
Sabíamos que los nombres de ellos eran Jana y Iaakov lo que nos faltaba era el nombre hebreo de
sus padres.

Tratamos de localizar los archivos de nacimiento y defunción de mis bisabuelos, pero después de
varias semanas sin éxito, decidimos enviar a alguien a visitar las tumbas de mis abuelos en la
ciudad de Nueva York y ver si los nombres estaban grabados en las lápidas.

Pero cuando tratamos de contactar a los familiares de mi madre para averiguar donde estaban
enterrados mis abuelos, chocamos nuevamente con un muro de silencio, los e-mail quedaron sin
contestar, las preguntas hechas en el teléfono se encontraban con silencio, confusión y hasta
sospecha.

No resultaría tan fácil.

¿No es hermoso? Le pregunté. Pero mi madre permaneció en silencio.

Recurrimos a un amigo que vivía en Nueva York. Este amigo podría ser un gran detective privado.
Encontró el artículo del periódico que describía el accidente ocurrido el 17 de Julio de 1968, justo
en la época de las tres semanas de duelo previas a Tisha Beav, el día más trágico del calendario
judío. Leí los terribles detalles del accidente que obsesionó a mi madre toda su vida y ahora me
obsesionaba a mí también.

Nuestro amigo trató de contactar varios parientes lejanos de mi madre con la esperanza de
conseguir información acerca del cementerio, pero se topó con el mismo silencio de piedra que
nosotros. Al final mi amigo decidió llamar a cerca de cien funerarias judías para conseguir los
registros de entierro de mi familia.

Varias semanas mas tarde de haber hecho este pedido tan inusual recibimos un paquete de nuestro
amigo en nuestro hogar en Israel. Contenía las fotos de las lápidas de mis abuelos y bisabuelos, que
se encontraban dispersas entre Long Island y Queens, en la ciudad de Nueva York.

http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/print/true/aid/492999/jewish/Reencontrando... 10/11/2010
Reencontrando a mi familia - Historias Contemporaneas Page 3 of 4

Y ahí estaban los nombres que buscamos por tantos meses. Finalmente en el tan ansiado paquete,
conocí a mi abuela Jana hija de Jaim y Tzipe, y a mi abuelo Iaakov hijo de Mordejai Leizer y Alte.

La cortina que hoy cuelga en nuestra sinagoga es el más hermoso parojet que yo haya visto. Esta
echo de terciopelo Borgoña, bordado con flores de diferentes tonos de rosa y rojo. Espero que esa
belleza inspire a los cientos de personas que lo rodean cada Shabat con emocionadas plegarias,
cantos y bailes.

Pero el más importante logro que tuvo este parojet fue la transformación y el proceso de aceptación
que comenzó en mi familia.

Con varios meses de retraso, cuando mi madre se encontraba en Israel para una corta visita
recibimos una llamada avisándonos que el parojet estaba finalmente listo. Cuando desplegué la
cortina por primera vez, le mostré a mi madre los nombres de sus padres. Ella lo observó con una
mirada cansada y triste en su rostro, y no dijo una palabra. ¿No es hermoso? Le pregunté, pero mi
madre quedó en absoluto silencio y vagamente asintió con la cabeza. Yo estaba muy desilusionada
de que no hubiera reaccionado con más entusiasmo.

Poco yo sabía.

Varias semanas después de haber visto el parojet mi madre anunció como si nada, durante nuestra
conversación telefónica semanal, que había plantado un jardín en honor a sus padres en el fondo de
su casa, una semana mas tarde me contó que estaba plantando un arbusto de mariposas, dos
semanas mas tarde agrego una sección con las flores favoritas de su madre.

Poco después, mi madre comenzó a contarme las primeras historias que yo haya escuchado acerca
de mis abuelos. Ella recordó con unas carcajadas como su padre valientemente se plantó frente al
director de la escuela cuando su hermana se había metido en problemas. Ella me contó con gran
amor y admiración como mi abuela había organizado hasta el más mínimo detalle la boda de mis
padres, desde el vestido de novia, la comida hasta buscar el perfecto par de zapatos de satén blanco.

Yo soy la continuación de mi difunta abuela en este mundo

Luego mi madre me mandó un CD con fotos recuperadas de mis abuelos y de ella misma cuando
era chica, fuera de una única foto de la boda, estas eran las primeras fotos que yo había visto de mis
abuelos. En las fotos, mi abuela Jana o Ana como la conocían se ve tan bondadosa y cariñosa. Vi
ese CD una y otra vez, observando a mis abuelos de cerca, sus rostros, su postura, el estilo de sus
ropas, cualquier detalle que me proveyera de datos acerca de estos abuelos que nunca conocí.

Este año conocí por primera vez a un primo de mi madre, cuando me vio me dijo, ¿Sabes que te
pareces a tu abuela Ana cuando era joven?

Yo sonreí, y después salí corriendo al baño, y lloré sin parar. Este pariente no tenía idea hasta que
punto me impactaron sus palabras, tampoco sabía que su amada abuela Ana fue la que me dio el
nombre. Yo nací justo 3 años después de su muerte y recibí su nombre tanto en hebreo como en

http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/print/true/aid/492999/jewish/Reencontrando... 10/11/2010
Reencontrando a mi familia - Historias Contemporaneas Page 4 of 4

ingles. A pesar de que sabía esto desde mi niñez, nunca capté la profundidad de este hecho, yo soy
la continuación de mi abuela en este mundo, en espíritu, e incluso resulta que también en mi forma
de ser y apariencia.

Como me hubiese gustado conocerla. A pesar de que todo parojet cumple con una función sagrada
de cubrir el Arca de la Torá, el parojet que hicimos con mi marido cumplió una misión sagrada
incluso antes de estar colgado en su lugar sagrado en la sinagoga. Este parojet arregló algo en el
corazón de mi familia que parecía para siempre destruido, demolió el muro del frió silencio que
rodeaba la muerte de mis abuelos y lo transformó en un jardín floreciente de dulces memorias. En
cierta forma le devolvió a mi madre algo de sus padres que había perdido en aquel horrible día de
1968. También logró algo imposible, me dio la posibilidad de conocer a la persona de quien recibí
mi nombre, una mujer a quien nunca conocí y nunca conoceré. Que la memoria de mi abuela Jana
hija de Jaim y Tzipe y mi abuelo Iaakov hijo de Mordejai Leizer y Alte sean una eterna bendición.

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Salmos del Corazon - Historias Page 1 of 3

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Salmos del Corazon

Es una vieja costumbre dedicar más tiempo


durante el mes de Elul a la plegaria y a recitar
tehilim. Hasta los judíos estudiosos, quienes
pasan la mayor parte de su tiempo en el estudio
de la Torá, se dedican más a la plegaria y a
tehilim durante estos días.En relación con esto,
les traemos la siguiente historia:

El santo Baal Shem Tov amaba mucho a los


demás judíos. Amaba a los jóvenes y a los
viejos, a la gente de la ciudad y a la del campo,
a los estudiosos y a los ignorantes. Los amaba
con todo su corazón y su alma.

No es de extrañar que los judíos acudiesen a él desde lejos y desde cerca, porque ¿no es el corazón como un
espejo? Como uno se siente hacia el otro, el otro se siente hacia uno. Y así muchos judíos llegaban donde el Baal
Shem Tov. Algunos llegaban a escuchar sus palabras de Torá --para ellos el Baal Shem Tov revelaba secretos
escondidos de la Torá que hacían que sus corazones cantasen de alegría. Otros --incluyendo los ignorantes--
venían a pedirle su consejo o su bendición, o simplemente a mirar la cara santa del Baal Shem Tov y a inspirarse
con las melodías que oían, ya que eran cantadas sin palabras, o con palabras muy simples que podían entender.

Los hombres sencillos e ignorantes se sentían muy avergonzados de no haber aprendido más en su juventud. El
Baal Shem Tov sabía como se sentían. Sabía que no era su culpa. De hecho, con frecuencia les decía que no
debían sentirse desdichados, ya que D-os ama la sinceridad y la sencillez, la integridad y la humildad, y éstas
virtudes existían en abundancia entre los ignorantes. ¡En esto no estaban por debajo de nadie!

Para demostrarles quá realmente quería decir eso, el Baal Shem Tov era especialmente amistoso y atento con
ellos. Cuando se sentaba a la mesa, rodeado por sus brillantes estudiantes --muchos de los cuales eran eruditos
famosos-- invitaba a los hombres pobres a compartir el vino sobre el que había recitado el kidush, dándoles
generosas tajadas de queque de miel, y en general haciéndoles sentir como si fuesen sus hijos favoritos. Los
eruditos que se sentaban a la mesa no podían comprender por qué el santo Baal Shem Tov les dispensaba tanta
atención a los ignorantes. El Baal Shem Tov también sabía como se sentían los eruditos.

En una ocasión les dijo: “Estáis sorprendidos de que favorezca a los sencillos, ¿no es así? Es cierto que ellos no
han aprendido tanto como vosotros; algunos de ellos ni siquiera conocen el significado de las plegarias que
recitan diariamente. Pero sus corazones son de oro; sus corazones están llenos hasta rebosar de amor por la
humanidad y por todas las criaturas de D-os, y son humildes y honrados. Observan todas las mitzvot de la Torá
con simplicidad y fe, aunque no sepan mucho sobre ellas. Sobre todo, hay un fuego ardiente en su corazón por
estar con D-os, como la Zarza Ardiente que no se consumía. ¡Cómo envidio sus maravillosos corazones judíos!"

http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/print/true/aid/4887/jewish/Salmos-del-Cora... 10/11/2010
Salmos del Corazon - Historias Page 2 of 3

Los estudiantes escucharon a su maestro y difícilmente podían creer lo que oían. El Baal Shem Tov los miró con
seriedad y dijo: '"Pronto os demostraré que no he exagerado."

Esto sucedió durante la seudá shelishit del santo Shabat. Como era la costumbre, el Baal Shem Tov se sentó a la
cabecera de la mesa rodeado por sus discípulos. Esta era la ocasión cuando les enseñaba los secretos de la Torá.
Los hombres sencillos, quienes no podían entender los misterios de la Torá, se retiraron en ese momento a un
cuarto al lado, donde recitarían los salmos del Rey David lo mejor que pudieran.

El Baal Shem Tov cerró los ojos y estaba profundamente absorto. Su santa cara mostraba una profunda
concentración y gotas de sudor en sus sienes. De repente, su cara se iluminó con una gran alegría interior. Abrió
sus ojos y todos sus discípulos sintieron que se bañaban en su alegría. El Baal Shem Tov se volvió hacia el
discípulo que se sentaba a su derecha: "Coloca tu mano derecha en el hombro de tu vecino." Le ordenó al
siguiente hacer lo mismo, y al siguiente, hasta que todos formaron una cadena. Luego les ordenó cantar cierta
melodía que cantaban únicamente en las ocasiones más solemnes. "Cantad con todo vuestro corazón, como nunca
habéis cantado antes," dijo. Y mientras cantaban, sentían que sus corazones se elevaban cada vez más alto.

Cuando terminaron de cantar, el Baal Shem Tov colocó su mano derecha en el hombro del discípulo a su derecha
y su mano izquierda en el hombro del discípulo a su izquierda. Ahora la cadena humana estaba cerrada.
"Cerremos los ojos y concentrémonos," dijo.

En ese momento escucharon muchas voces maravillosas y melodiosas, cantando salmos. Las voces eran tan
dulces y conmovedoras que sintieron como si todas las fibras de sus corazones estuviesen siendo haladas en un
ritmo maravilloso. Algunas de las voces expresaban una fe inamovible, otras estaban llenas de abandono gozoso y
otras mas expresaban peticiones que partían el corazón. Podían distinguir con claridad las santas palabras de los
salmos con las que estaban tan familiarizados, y las exclamaciones frecuentes con las que entremezclaban las
palabras: "Oh, Padre Celestial!", o "Oh, Señor del Universo!"

El círculo de discípulos que se habían unido al Baal Shem Tov en esta excursión celestial estaba encantado,
sentado en completo silencio. Habían perdido toda sensación de hora y de lugar. Las lágrimas salían de sus ojos
cerrados, y sus corazones estaban llenos de éxtasis, listos para estallar.

De repente, el canto se detuvo, ya que el Baal Shem Tov había quitado sus brazos de sus hombros y roto la
cadena. No fue demasiado pronto, ya que al momento siguiente las almas de los discípulos de seguro hubiesen
dejado sus cuerpos.

Cuando se recuperaron de esta experiencia que había agitado su alma, el Baal Shem Tov les dijo lo mucho que a
D-os gusta escuchar los salmos, especialmente cuando vienen directo del corazón, y más especialmente cuando
vienen directamente de los corazones puros de los hombres sencillos, honrados y humildes.

“¿Pero esas voces que oíamos hace un rato?” preguntaron los discípulos. Y se sorprendieron de hecho cuando el
Baal Shem Tov replicó:

"Ustedes estaban escuchando por un breve momento los salmos recitados por los hombres sencillos en el cuarto
de al lado, como los ángeles en el cielo los escuchan!"

http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/print/true/aid/4887/jewish/Salmos-del-Cora... 10/11/2010
Selijot en Berditchev - Historias Page 1 of 3

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Selijot en Berditchev

Era erev Rosh Hashaná en Berditschev. El espíritu de santidad


rondaba en el aire. Cada corazón latía fuertemente con el
pensamiento del inminente Día del Juicio; cada mente estaba
ocupada con pensamientos de arrepentimiento. Las cuentas en la
"hoja de balance " de buenas y malas acciones del año anterior no
daban --todos se encontraban con sus cuentas "en rojo."

Se perdió demasiado tiempo que pudo haber sido usado en el


estudio de la Torá; quizás se debió haber dado más ayuda a los
pobres --y ¿cuánto de ello se dió con pureza de corazón? ¿Y qué
decir de todos esos chismes difundidos, a veces hasta dañinos?
Solamente D-os sabe cuántas malas acciones, grandes y
pequeñas, se han acumulado durante el año. Es un buen momento
para pensar … Bueno, gracias a D-os por las selijot. Aquí está la
oportunidad de abrir nuestro corazón a D-os, la última
oportunidad para recurrir a D-os con súplicas reales, antes de que
termine el año. Y el Misericordioso probablemente entenderá y
perdonará, ya que el nuevo año será definitivamente mejor...

Tales eran los pensamientos que prevalecían en las mentes de


todos, al levantarse con apuro los judíos de Berditschev de sus cálidos lechos para ir a la sinagoga para las selijot
de Zejor Brit. Estaba todavía muy oscuro afuera, ya que faltaban horas para el amanecer. No esperaron que el
shamash los despertase en este último día del año. Al apurarse de camino a la sinagoga, el aire fresco del otoño se
llevó los últimos vestigios de sueño de sus ojos. Se encontraron ahora con el shamash, quien continuaba tocando,
golpeando con su largo bastón en las oscuras persionas de los rezagados que se habían dormido, y llamando,
"Santo rebaño, levantaos para el servicio de D-os!" Y pronto las hendiduras en las persianas se llenaron de luz ya
que nadie --pero nadie-- iba a quedarse en la cama en esta solemne mañana.

Las estrechas calles pronto se llenaron con viejos, jóvenes y chicos de todas las edades. Muchos fueron a la mikve
para su inmersión, y salieron sintiéndose purificados e inspirados. Había muchos visitantes en Berditschev,
quienes habían venido a pasar los Días Solemnes en la cercanía del santo Rabino Levi Itzchak de Berditschev.
Ahora iban hacia la casa del Rabino a fin de acompañarlo a la sinagoga.

Al aproximarse al hogar del Rabino, lo vieron en la puerta cuando salía. Se sorprendieron de ver que sostenía una
canasta, de la que sobresalía, invitador, el cuello delgado de una botella de vodka. El tentador olor de kijlej recién
horneado y de arenque fresco no podía ser ignorado. "…¿Qué va a hacer el Rabino con ese refrigerio a esta
hora?" se preguntaron, al seguirlo en silencio a una distancia respetuosa. Se aproximaron a la sinagoga. Las
ventanas brillaban con luz, y uno podía ver a través de ellas que la sinagoga ya estaba llena de fieles de pared a
pared, esperando al Rabino.

http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/print/true/aid/4888/jewish/Selijot.htm 10/11/2010
Selijot en Berditchev - Historias Page 2 of 3

¡Pero el Rabino siguió de largo de la sinagoga! La expectativa de sus seguidores aumentó a cada paso. "¿Dónde
va el Rabino? ¿Está tan absorto en su meditación que no observó la sinagoga…?"

El Rabino siguió caminando, hasta llegar casi a las afueras del pueblo. Se dirigió a la gran posada, con sus
seguidores en sus talones. Entró, y sus seguidores lo acompañaron.

El gran salón de la posada estaba lleno del olor a tabaco viejo, y botellas vacías de vodka se encontraban
desparramadas por todo el lugar. En el piso del poco iluminado salón se encontraban hombres durmiendo,
apretados como sardinas --agricultores, comerciantes, caminantes y pordioseros-- muchos roncando en una
melodía de silbidos y tonos sonoros. El Rabino se inclinó sobre un hombre que dormía, cuyos tzitzit sobresalían
de su caftan, con su quipá precariamente sobre su cabeza. Era un hombre delgado, un manojo de huesos
sostenidos por una pálida piel que parecía lista para quebrarse en varios puntos.

Con gentileza, el Rabino lo despertó murmurando: "Reb Yid, tu garganta está seca … debes haber roncado mucho
tiempo. Despierta y toma un sorbo de este schnapps! Tengo también una bebida suave, arenque fresco y kijlej,
una delicia…" El judió abrió sus ojos con sorpresa, miró el refrigerio y retrocedió con horror.

"No te conozco, mi amigo, ¿pero no tienes a D-os en tu corazón? ¿Tomaría yo mashke antes de haberme lavado
mis manos? ¿Comería antes de decir mis plegarias matutinas? ¡Debes estar bromeando...!”

El Rabino pasó al siguiente judío que dormía. Con suavidad lo sacudió por los hombros y repitió su oferta de una
manera muy tentadora, pero la respuesta fue la misma. No le fue mejor al Rabino con el tercero y el cuarto..
Luego el Rabino se inclinó sobre un rústico y corpulento campesino que dormía.

"Iván, ¿Quieres un schnapps y un refrigerio?"

Iván se levantó rápidamente. La palabra “schnapps" actuó como magia. "¡Dáme!" dijo, y se tomó el vaso de
vodka de un solo trago. Ansiosamente comió el arenque y un kijel, saboreándolo y lamiendo sus labios. "Gracias
amigo …" murmuró, y cuando ya no había más para él, se volvió al otro lado y pronto roncaba con felicidad de
nuevo.

El Rabino pasó al siguiente agricultor que dormía. "Stefan, ¿quieres algo de tomar?" La historia se repitió y el
Rabino le ofreció refrigerio a otros clientes, hasta que la canasta estaba vacía.

Todo estaba en silencio, cuando el Rabino de Berditschev levantó sus ojos al cielo y dijo, "¡Señor del Universo!
¡Mira a tus hijos! Iaacob se levanta en la mañana y su primer pensamiento es para ti! ¡No dejaría que nada pasara
por sus labios hasta haberte alabado! Pero el primer pensamiento de Esav es la comida y la bebida … "

Su cara brillando con satisfacción al haber logrado su misión, el Rabino se volvió hacia sus seguidores. "Y ahora,
rebaño sagrado, vayamos a la casa de D-os. Podemos ahora dar la cara a nuestro Creador con confianza y rezar
para un feliz año nuevo …”

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Volviendo a lo que Abandonamos - Mikve Page 1 of 4

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Volviendo a lo que Abandonamos


Mi viaje espiritual a la Mikve

Por Staci Newman

Tengo claro que lo que pasa a la ida y a la vuelta de la


mikve es algo confidencial. La pureza familiar es un tema
personal entre marido y mujer. A dónde exactamente es
que una mujer concurre una vez al mes es asunto del
esposo, la esposa y D-os. Al abrigo de la oscuridad,
millones de mujeres en todo el mundo participan de este
ritual. Las mikvaot podrán estar decoradas de diferentes
maneras, pero la esencia de lo que allí se lleva a cabo y
las oraciones que se pronuncian son las mismas para
todas.

A pesar de la confidencialidad del ritual de la mikve, voy


a hablar de una de mis visitas, en realidad de la única que
he hecho hasta ahora. Mi visita fue un tanto "diferente"
de la que hacen quienes van por primera vez. En mi caso, yo no era una novia. En realidad, seis
meses atrás habíamos celebrado nuestro vigésimo aniversario de bodas y acababa de cumplir
cuarenta y tres años pocas semanas antes. Llegué a ese momento a través de un zigzagueante e
irónico recorrido.

Me eduqué en un espacioso templo reformista de Long Island, que no tenía mikve. En realidad, nos
habíamos mudado del barrio de Queens a Long Island precisamente por causa de una mikve. Nos
habíamos ido de vacaciones y, cuando volvimos, pudimos ver un cartel en una esquina cerca de mi
casa donde se anunciaba que allí se construiría una mikve. Mis padres vieron el cartel, compraron el
New York Times, consultaron la sección de negocios inmobiliarios, fueron hasta Long Island y
compraron una casa.

Todo esto en un solo día. Al día siguiente nuestra casa fue puesta a la venta. En el Templo
Reformista al que nos unimos cuando tenía diez años la única mención que se hacía a una mikve era
a través de historias y chistes. La mayoría de las veces, se comentaba que eran todo menos limpias.
A mi modo de ver, las mikvaot eran desprolijas piscinas de agua sucia en la que unas viejas que
llevaban torcidas pelucas revisaban tus dedos y las uñas de tus pies. Allí finalizabas tu 'período',
porque eras 'impura', para después poder estar con tu esposo.

Cuando el año pasado mi esposo, mi hijo y yo nos mudamos de Long Island a Nueva York, el
rabino de nuestro Beit Jabad de Long Island habló con el Rabino de una de los Beit Jabad de
Manhattan, y fuimos recibidos con los brazos abiertos. Mi hijo, Jack, ahora está estudiando para su
Bar Mitzvá y le encanta las clases de judaísmo. También estaba enterada que la Sinagoga a la que

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había empezado a asistir tenía una preciosa y recién estrenada mikve. Varias veces miré los folletos,
mientras esperaba que mi hijo terminara sus clases de judaísmo.

Un día, durante la visita de mi madre, fuimos juntas a llevar a mi hijo a las clases. Después que lo
dejamos allí, le mostré a mi madre un folleto de la mikve y pudimos ver qué bonita que era. Ya nos
estábamos yendo, cuando nos cruzamos con la esposa del Rabino que estaba acompañada por su
hija menor. Le comentamos lo precioso que nos parecía el edificio y, por lo que se mostraba en el
prospecto, también la mikve era muy linda. Nos ofreció visitar las instalaciones y aceptamos.
Quedamos, un tanto nerviosas, esperando que llevara a su niña al primer piso.

Cuando volvió nos preguntó si sabíamos qué era la pureza familiar y la mikve y le contestamos la
verdad: no sabíamos casi nada. Y, lo poco que sabíamos era negativo.

Nos llevó a hacer un recorrido por la mikve. Era un lugar tan hermoso como un spa de nivel
superior. En las habitaciones de preparación los pisos calefaccionados estaban revestidos de
artísticas cerámicas. Había duchas con modernos dispositivos para simular lluvia y ¡hasta un
jacuzzi! Las batas eran similares a las que se ofrecen en los hoteles más caros y las toallas eran
gruesas y muy suaves. También tenían disponibles todo tipo de lociones que se pudieran desear o
necesitar; y un sistema de intercomunicadores, completaba los servicios.

A continuación, la Rebetzin abrió la puerta que conducía a la mikve. Allí se continuaba el artístico
diseño de las cerámicas, cubriendo la habitación y llegando hasta la piscina. A unos pocos
escalones de la superficie estaba el agua que, según nos fue explicando, era parcialmente agua de
lluvia que se recolectaba en el techo del edificio. También explicó cómo se limpiaba y esterilizaba
el agua después de cada una de las usuarias, pero sin emplear productos químicos. Cuando miramos
hacia arriba, vimos que el techo era abovedado y que tenía pintado una imagen del cielo. Después,
la Rebetzin nos mostró los textos de las oraciones que pronunciaban las mujeres y agregó que,
después de la plegaria establecida, una mujer podía decir sus propias oraciones y era el momento en
que estaba más cerca de D-os. Tenía que admitir que esto sonaba bien.

Cuando nos alejamos de la mikve la Rebetzin nos explicó cómo calcular el momento en que se
debería concurrir a la mikve y de qué forma había que prepararse. También habló de la pureza
familiar y de cómo puede fortalecer al matrimonio. Mientras ella nos hablaba, me preguntaba si
alguna vez llegaría a usar la mikve. Aún cuando ella había sido tan amable dedicándonos casi dos
horas para hacer el recorrido y hablar con nosotras, afloraron todos los pensamientos que tenía
guardados en lo más hondo de mi mente. Aunque quizás llegara a ir, una parte mía sentía
vergüenza de decirle a alguien que había ido a una mikve.

Pero el pensamiento de la cercanía a D-os era tan tentador que tomé la decisión de ir y calculé
cuidadosamente el anochecer en que podía hacerlo. En realidad, sentía mucha ilusión esperando
que llegara el momento. Antes de ir, llamé a la asistente de la mikve, para avisarle. En el día fijado
tomé un taxi y fui a Beit Jabad. Después de tocar timbre, entré por una puerta separada, y fui
conducida por una escalera de mármol. La asistente era una mujer joven, sonriente y serena, que no
me hizo sentir incómoda o tonta, mientras me hacía las preguntas requeridas para asegurar que

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estaba en el día correcto. Después, me acompañó hasta el cuarto más lindo, el designado para las
novias. No estaba en uso ese día y su intención era hacer que esta primera visita a la mikve fuera
especial.

Me instruyó acerca de lo que tenía que hacer para prepararme. Estaba nerviosa, pero no asustada.
Entre otros preparativos, me lavé la cabeza y cepillé los dientes. Una vez pronta, pulsé los botones
del intercomunicador. Allí estaba yo, esperando, envuelta en mi esponjosa bata de tela esponja y
calzada con pantuflas desechables. Me miré al espejo y pensé: "¿Qué es lo que está haciendo en
este lugar una simpática joven reformista?"

Golpearon a la puerta y pedí que entraran. Una vez más la asistente fue revisando punto por punto
la lista de lo que tenía que hacer y pasé la prueba. Me revisó los hombros por si habían quedado
cabellos sueltos, revisó mis dedos y uñas, para luego conducirme a la habitación donde estaba la
piscina.

Sostuvo la bata mientras me desvestía, explicándome que iba a fijar su mirada hacia un punto
adelante, que no iba a mirarme. Descendí los escalones para entrar al agua tibia y, siguiendo sus
instrucciones, me sumergí. Pronuncié la oración y volví a sumergirme dos veces. Cada vez que
emergía, escuchaba que ella decía "kosher". Luego me dejó para que pronunciara mis oraciones
personales.

Una vez sola, empecé a flotar, mirando la preciosa imagen de un cielo azul con nubes y pensé en
todas las mujeres de mi familia, todas las que me precedieron, que iban todos los meses a la mikve,
y en las mujeres de todo el mundo que concurrían y aquellas que lo hacían, superando dificultades e
incluso corriendo peligro. Sentí una fuerte conexión con ellas. Pronuncié mi plegaria personal a D-
os y, sin ganas de hacerlo, salí de la piscina.

De vuelta en la habitación, me vestí y sequé el cabello. Tomé un taxi y volví a mi casa. Todavía
podía sentir el aroma del jabón y del agua de lluvia mientras daba vueltas por mi casa. Puede sonar
como una frase hecha, pero me sentía realmente calma y renovada, y también femenina.

Sé que la mikve sirve para muchos propósitos, pero pienso que uno de los más importantes es
darnos un espacio para salir de nuestras precipitadas vidas de mujeres judías, esposas y madres,
permitiendo que nos tomemos un tiempo para nosotras mismas. Un tiempo en que no hay ninguna
reunión a la que asistir, niño para atender, platos que lavar o teléfono que contestar. Para mimarnos
a nosotras mismas y darnos un tiempo para reflexionar y estar a solas con D-os.

Y sí, volveré…

Por Staci Newman


Staci Siskind Newman vive en la ciudad de Nueva York con su
marido y su hijo de 12 años. Tiene un máster en Antropología y
recientemente retorno a trabajar luego de 8 años como madre de
tiempo completo.

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