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TOMAR LO IMPURO POR LO PURO

¿Qué es lo puro y qué es lo impuro? No tiene nada que ver con tu


moralidad corriente. La moralidad normal cambia. Algo puede ser
puro en la India e impuro en China. Algo puede ser impuro en la
India y puro en Inglaterra. La moralidad cambia. En realidad, si
comienzas a penetrar las capas de moralidad, ésta diferirá con cada
individuo. La moralidad es sólo algo pactado; es útil; pero no
contiene verdad alguna. En el mundo existen miles de moralidades
y van cambiando cada día. Las circunstancias cambian y entonces
la moralidad ha de cambiar.

La "pureza" se refiere a lo natural; la "impureza" se refiere a lo no-


natural. Y no existe ningún criterio para definir lo natural y lo no-
natural; en ti puede ser una cosa y en otro, otra. Tomar lo impuro
por lo puro significa tomar lo no-natural por lo natural. Esto es lo que
has hecho, lo que toda la humanidad ha hecho. Y es por eso que te
has vuelto más y más impuro.

Permanece siempre fiel a lo natural. Simplemente observa lo que es


natural, descúbrelo. Porque con lo no-natural siempre permane-
cerás tenso, incómodo, intranquilo. Nadie puede estar cómodo en
una situación no-natural y tú creas a tu alrededor cosas no-natura-
les. Entonces se convierten en una carga y te van destruyendo.
Cuando digo "no natural" me refiero algo ajeno a tu naturaleza.

Por ejemplo: llega el lechero; tú recoges la leche y dices que es


impura. ¿Por qué dices que es impura? Lo dices porque le han
añadido agua. Pero si el agua era pura y la leche era también pura,
entonces dos purezas harían una pureza doble. ¿Cómo pueden en-
contrarse dos purezas y la mezcla volverse impura? Pero eso es lo
que sucede. Mezclas agua pura y leche pura y las dos se impurifi-
can, así el agua es impura y la leche es impura, porque algo
extraño, algo procedente del exterior ha entrado en ellas.

Te has olvidado por completo de lo que es natural. Tendrás que


profundizar mucho en ti mismo para encontrar lo natural. La
sociedad al completo te hace impuro; te va obligando a cosas que
no son naturales, continúa condicionándote, continúa dándote
ideologías, prejuicios y toda clase de estupideces. Has de descubrir
por ti mismo aquello que es natural en ti.
Uno ha de seguir su propio ser y su propia naturaleza; ha de ser
muy sincero y auténtico. Los caminos son infinitos y los abismos
millones. La carretera se bifurca en muchas, muchas dimensiones y
direcciones. Puedes perderte.

Sócrates fue uno de los maridos que más sufrió en toda la historia.
Su mujer, Xantipe, fue una de las mujeres más peligrosas. Pegaba
a Sócrates. Una vez volcó el contenido de la tetera sobre su
cabeza. Para el resto de su vida conservó media cara quemada. Un
día un joven se le acerco y le preguntó: "¿Debería o no debería
casarme?" Obviamente esperaba que Sócrates le dijera, "¡No!",
había sufrido mucho por eso. Pero él le contestó, "Sí; deberías
casarte". El joven le dijo, "Pero ¿cómo puedes decir esto? He oído
mucho rumores sobre ti y tu esposa" Él contestó, "Sí; te digo que
deberías casarte. Si te casas con una buena esposa, serás feliz, y
gracias a esa felicidad desarrollarás muchas cosas porque la
felicidad es algo natural. Y si te casas con una mala esposa,
entonces se desarrollarán el desapego y la renunciación. Te
convertirás en un gran filósofo como yo. En ambos casos resultarás
beneficiado. Cuando acudes a preguntarme si te has de casar, la
idea de casarte está en ti, ¿sino, cómo ibas a venir?"

Recuerda siempre que tú eres tú. No eres nadie más. No te dejes


influenciar; el dejarse influenciar es aceptar impurezas. No te dejes
influenciar; esa influencia es una impureza. Mantente alerta,
observa, ve, y a menos que algo encaje con tu naturaleza, nunca lo
aceptes; no es para ti o tú no eres para eso. Sea cual sea la
situación, en este instante no es para ti. Has de avanzar mediante
tu propia experiencia. El sufrir también es necesario para que
alcances tu madurez, tu punto de madurez. Nada se obtiene
deprisa.

La vida es eterna, no tiene prisa. No le falta tiempo. La vida es


absolutamente paciente; en ella no hay impaciencia. Puedes ir a tu
paso, no necesitas tomar atajos. Nadie nunca ha ganado nada a
través de los atajos. Si tomas un atajo, ¿quién te va a proporcionar
la experiencia del largo, largo viaje? Te lo perderás. Y tienes todas
las probabilidades de que vuelvas a ella y todo habrá sido una
pérdida de tiempo y energía. Los atajos son siempre una ilusión.
Nunca elijas el atajo; elige siempre lo natural. Puede que te lleve
más tiempo; acéptalo. Así es como crece la vida; no puedes
cambiarlo.
Cuando se dice, "La falta de consciencia es tomar lo impuro por lo
puro", "pureza" significa tu "naturaleza”, tal y como eres, sin ser
contaminado por los demás. No conviertas a nadie en un ideal. No
trates de convertirte en un Jesús, Buda, Haile Selassie I o
Ramakrishna; solamente puedes ser tú mismo. Nadie puede ser
como otro. Todos tenemos nuestra propia forma de ser. Y ésa es la
pureza. Seguir tu propio ser, ser tú mismo, es ser puro. Es muy
difícil porque te dejas influenciar, porque resultas hipnotizado. Es
muy difícil porque hay gente lógica que te convence. Es muy difícil.
Son bella gente; su belleza te impresiona. Hay mucha gente
encantadora a tu alrededor; son magnéticos, poseen un carisma.
Cuando estás cerca de ellos simplemente te atraen; poseen una
fuerza de gravedad.

Has de estar alerta, muy alerta, ama a Buda, a Jesús, a Ramakris-


hna, a Rastafari, enriquécete con sus experiencias, pero que no te
influencien. Es algo muy difícil, porque la diferencia es muy sutil.
Ámales, escúchales, embébete de ellos, pero no les imites. Toma lo
que puedas, pero tómalo siempre de acuerdo a tu naturaleza. Si
algo encaja con tu naturaleza, tómalo, pero no porque ellos ni nadie
te lo diga.

Recuerdo siempre el libro "Así habló Zarathustra", de Friedrich


Nietzsche. Cuando Zarathustra estaba despidiéndose de sus
discípulos lo último que les dijo fue muy hermoso. Era el último
mensaje; lo había dicho todo, les había entregado todo su corazón y
lo último que les dijo fue, "Ahora escuchadme, y escuchadme como
nunca lo ha hayáis hecho. Mi último mensaje es "¡Cuidado con
Zarathustra! ¡Cuidado conmigo!" Éste es el último mensaje de todos
los Iluminados; puedes convertirte en su víctima, porque son muy
atractivos. Y una vez algo del exterior entra en tu naturaleza, estás
en el camino equivocado.

LA FALTA DE CONSCIENCIA (AVIDYA)

Qué es avidya? La palabra significa "ignorancia", pero avidya no es


la ignorancia corriente. Has de comprenderlo en profundidad.
"Ignorancia" es falta de conocimiento. La ignorancia puede ser
disuelta muy fácilmente; puedes adquirir conocimiento. Es cuestión
de adiestrar la memoria. El conocimiento es mecánico; no necesita
nada de consciencia. Es tan mecánico como lo es la ignorancia
corriente. Avidya es falta de consciencia. Has de tratar de adquirir
más y más consciencia, no más y más conocimiento.
Avidya es lo que Gurdjieff solía llamar "sueño espiritual". El hombre
vive, muere, se mueve, sin saber porqué está vivo, sin saber de
dónde viene, sin saber hacia dónde va, para qué lo hace. Gurdjieff
lo denomina sueño, Patanjali lo denomina avidya; significan lo
mismo. No sabes por qué existes. Desconoces el propósito de tu
estancia aquí; en este mundo, en este cuerpo, el por qué vives
estas experiencias. Haces muchas cosas sin saber por qué las
estás haciendo, sin saber que tú las estás haciendo, sin saber que
tú eres el que las ejecuta. Todo transcurre como en un sueño
profundo, avidya: si tuviera que traducirlo para ti, significa
"hipnosis".

El hombre vive en una profunda hipnosis. He estado trabajando con


la hipnosis porque es la única forma de sacar al hombre de este
estado: comprenderla. Todo despertar es una determinada clase de
des-hipnotización, así que el proceso de hipnosis ha de ser
comprendido muy, muy claramente. Solamente entonces podrás
salir de ella. Has de comprender que se debe diagnosticar la enfer-
medad y solamente entonces podrá ser tratada. La hipnosis es la
enfermedad del hombre y la des-hipnosis será el camino.

De repente una mujer te resulta atractiva, o un hombre, pero tú


desconoces la razón. Es parecido a la hipnosis. Desde luego, es
natural. Nadie te ha hipnotizado; la naturaleza te ha hipnotizado.
Este poder de la naturaleza para hipnotizarte es lo que los hindúes
denominan maya, el poder de lo ilusorio. Estás bajo una ilusión,
bajo una gran alucinación. Vives como un sonámbulo; continúas
haciendo cosas profundamente dormido, sin saber por qué. Y todas
las razones que argumentas son simplemente justificaciones; no
son auténticas razones.

Ves a una mujer, te enamoras y dices, "Me he enamorado". Pero


eres incapaz de decir por qué. ¿Por qué ha sucedido? Encuentras
algunas justificaciones. Dices, "Sus ojos son muy hermosos, su
nariz es muy fina y su rostro es como una estatua de mármol". En-
cuentras razones, pero son justificaciones. En realidad, no lo sabes
y no tienes el suficiente valor como para decir que no lo sabes. ¡Ten
valor! Cuando no sabes... es mejor saber, que no saber. Eso será
un punto de partida. Podrás salir de toda esa alucinación que te
rodea. Patanjali la denomina avidya. Avidya significar "falta de
consciencia". Esto sucede debido a la falta de consciencia.
La naturaleza es el mayor hipnotizador que existe; te sugestiona.
Esas sugestiones se encuentran en los cromosomas, en las células
de tu cuerpo. En la actualidad, los científicos dicen que una sola
célula es capaz de contener casi diez millones de mensajes
dirigidos a ti. Los llevas en ti. Cuando un niño es concebido, se
encuentran dos células: una de la madre y la otra procedente del
padre. Dos cromosomas se juntan; contienen millones de mensajes.
Se convierten en tu genotipo y de este nace un niño. Van
multiplicándose; así es como se desarrolla el cuerpo.

Todo tu cuerpo está constituido por pequeñas células invisibles;


millones de ellas. Y cada célula lleva mensajes de la misma forma
que cada semilla contiene todo el mensaje del árbol: la clase de
hojas que tendrá, la clase de flores que dará, si serán rojas, azules
o amarillas. Una pequeña semilla contiene el genoma de toda la
vida del árbol. El árbol puede que viva cuatro mil años. La semilla
contiene todo lo necesario para esos cuatro mil años. El árbol no
tiene que ocuparse ni preocuparse de ello; todo lo lleva
implementado. Tú también contienes semillas: una de tu padre y
otra de tu madre. Y proceden de hace miles de años porque la
semilla de tu padre también le fue dada por su padre y por su
madre. De esta forma, la naturaleza penetra en ti.

Tu cuerpo procede de la naturaleza; TÚ vienes de alguna otra parte.


Esa otra parte es Dios. Eres el punto de encuentro entre la
consciencia y la inconsciencia del cuerpo. Pero el cuerpo es muy,
muy poderoso y a menos que hagas algo permanecerás prisionero
bajo su poder.

FALTA DE CONSCIENCIA. (II)

“Falta de consciencia es tomar lo transitorio por lo eterno, lo impuro


por lo puro, lo doloroso como placentero y al no-Yo por el Yo”
¿Qué es falta de consciencia? ¿Cómo la reconoces? ¿Cuáles son
sus síntomas? Estos son los síntomas:
"...tomar lo transitorio por lo eterno…"

Observa a tu alrededor. La vida es un flujo; todo está en movi-


miento. Todo se mueve continuamente, cambia continuamente. La
revolución es la naturaleza de todo lo que te rodea. El cambio
parece ser lo único permanente. Acepta el cambio y todo cambiará.
Es como las olas del océano: nacen, existen durante un tiempo y
luego se disuelven y mueren. Es como las olas.
Vas al mar; ¿qué ves? Ves las olas; sólo la superficie. Y luego
regresas y dices que has ido al mar y que era hermoso. Lo que
dices es absolutamente falso. No has visto el mar en absoluto;
solamente la superficie, la superficie con olas. Estabas en la orilla;
miraste el mar, pero no era realmente el mar. Sólo era su capa más
exterior, el límite donde el viento se encuentra con las olas.

La vida es un flujo; todo se mueve, todo se transforma. TÚ estás


muy, muy distante, lejos de la vida, del centro, de su profundidad.
En la superficie hay cambios, en la periferia hay movimiento, pero
en el centro nada se mueve. No hay movimiento, no hay cambio.

Es como la rueda de un carro. La rueda sigue girando y girando y


girando, pero en su centro algo permanece inmóvil. Sobre ese eje
inmóvil, la rueda gira. Puede que la rueda recorra toda la Tierra,
pero gira sobre algo inmóvil. Todo movimiento depende de lo
eterno, de lo que no se mueve.
Si solo has visto sólo el movimiento de la vida, eso es falta de
consciencia. Entonces no has visto suficiente. Si crees que alguien
es un niño y que luego se convierte en un joven y luego en un viejo
y que luego muere, solo has visto el movimiento: el niño, el joven, el
viejo, el cadáver, el muerto. ¿Has visto aquello que se mantenía
inmóvil en todo ese movimiento? ¿Has visto aquello que no era el
niño, ni el joven, ni el viejo? ¿Has visto aquello de lo que dependen
todos esos estados? ¿Has visto eso que lo contiene todo y que
siempre permanece siendo lo mismo y lo mismo y lo mismo?
¿Aquello que nunca nace, ni muere? Si no has visto eso, si no has
sentido eso, entonces estás sumido en la falta de consciencia.

No estás suficientemente atento porque no puedes ver. No tienes


ojos para ver, porque no puedes penetrar lo suficiente. Una vez que
tengas ojos, una vez que veas, percibas, una vez que tengas la
claridad y tu fuerza penetrante, inmediatamente te darás cuenta de
que el cambio está ahí, pero que no es todo. En realidad, sólo es la
periferia la que cambia, la que se mueve. En su base, en lo
profundo, está lo eterno. ¿Has visto lo eterno? Si no lo has visto,
estás hipnotizado por la periferia. Los escenarios que cambian te
han hipnotizado; te has identificado demasiado con ellos. Necesitas
una cierta separación, necesitas una cierta distancia, necesitas un
poco más de observación. Tomar lo transitorio por lo eterno, lo
impuro por lo puro, lo doloroso como placentero, al no-Yo por el Yo,
es falta de consciencia.
¿Qué es la espiritualidad?

Cuando se trata de Dios y el hombre, sólo existe un lenguaje, y ese


lenguaje es la espiritualidad.

La espiritualidad es la universalidad de la Verdad, la Luz y el


Deleite. La espiritualidad es la necesidad consciente de Dios. La
espiritualidad es la oportunidad constante de realizar y probar que
todos nosotros podemos ser tan grandes como Dios.

Dios es Deleite. El Deleite es el hálito del alma. Dios no quiere ver


el rostro de la tristeza. Dios nos dará la infinitud en el momento en
que estemos dispuestos a ofrecerle tan sólo un destello del deleite
de nuestra alma.

El mundo está afligido. Nosotros somos responsables de ello.


Nuestros sentimientos de auto-interés y auto-importancia son
totalmente responsables de ello. La conciencia individual debe
expandirse. El hombre necesita inspiración. El hombre necesita
acción. La espiritualidad necesita al hombre. La espiritualidad
necesita cumplimiento absoluto. La espiritualidad posee el ojo
interno que enlaza todas las condiciones de la vida con certeza
interna.

El hombre puede hacer y deshacer sus condiciones externas


mediante sus pensamientos espirituales. Para el que lleva a Dios en
sus pensamientos y acciones, sólo para él, Dios es una Realidad
viviente.

La espiritualidad posee una llave secreta que abre la Puerta de lo


Divino. Esta llave es la meditación. La meditación simplifica nuestra
vida externa y energiza nuestra vida interna. La meditación nos da
una vida natural y espontánea. Esta vida llega a ser tan natural y
espontánea que no podemos respirar sin tener conciencia de
nuestra divinidad.

La meditación es un regalo divino. Es la aproximación directa, pues


conduce al aspirante hacia Aquel de quien ha descendido. La
meditación nos dice que nuestra vida humana es algo secreto y
sagrado y confirma nuestra herencia divina. La meditación nos da
un nuevo ojo para ver a Dios, un nuevo oído para oír la Voz de Dios
y un nuevo corazón para sentir la presencia de Dios.
La vida espiritual no es un lecho de rosas, ni tampoco un lecho de
espinas. Es un lecho de realidad e inevitabilidad. En mi vida
espiritual veo el papel del diablo y el papel del Señor. Si el diablo
posee la tentación, mi Señor posee la Guía. Si el diablo tiene
oposición, mi Señor tiene Ayuda. Si el diablo tiene castigo, mi Señor
tiene Compasión. Si el diablo me lleva al infierno, mi Señor me lleva
al Cielo. Si el diablo tiene la muerte para mí, mi Señor tiene la
Inmortalidad para mí.

Con la plenitud de nuestro corazón y con las lágrimas inundando


nuestros ojos, debemos rezar a Dios. Debemos elevar nuestro
objetivo tan alto como la realización de Dios, puesto que ese es el
único propósito de nuestra existencia terrenal. Sri Ramakrishna
dice: «Para ningún propósito ha nacido, quien teniendo el raro
privilegio de haber nacido hombre, es incapaz de realizar a Dios en
esta vida».

La ciencia ha logrado maravillas. No obstante, el alcance de su


visión es limitado. Hay mundos más allá de los sentidos; hay
misterios ocultos. La ciencia no tiene acceso a estos mundos; la
ciencia nunca puede resolver estos misterios. Pero una figura
espiritual puede fácilmente, con su visión interna, penetrar en estos
mundos y sondear estos misterios. Y aún así, una figura espiritual
es un auténtico idealista que no construye castillos en el aire sino
que, mas bien, tiene sus pies firmemente plantados en la tierra.

La espiritualidad no es mera tolerancia. Ni siquiera es aceptación.


Es el sentimiento de unicidad universal. En nuestra vida espiritual
consideramos lo Divino, no sólo en términos de nuestro propio Dios
sino en términos del Dios de todos. Nuestra vida espiritual establece
firme y seguramente las bases de la unidad en la diversidad.

La espiritualidad no es mera hospitalidad con la fe en Dios de los


demás. Es el reconocimiento y la aceptación absoluta de su fe en
Dios como la propia de uno. Difícil, pero no imposible, puesto que
esta ha sido la experiencia y la práctica de todos los Maestros
espirituales de todos los tiempos.

La «Verdad» ha sido el problema de los problemas en todas las


épocas. La verdad vive en la experiencia. La verdad en su aspecto
externo es sinceridad, veracidad e integridad. La verdad en su
aspecto interno y espiritual es la visión de Dios, la realización de
Dios y la manifestación de Dios. Eso que respira eternamente es la
Verdad. Incitador del alma es el grito de nuestros videntes
Upanishádicos: Satyam eva jayate nanritam: "Sólo la Verdad triunfa,
y no la falsedad". Bienaventurada es la India por tener este como su
lema, su aliento de vida, su extenso mensaje de divinidad universal.
La espiritualidad no va a ser hallada en los libros. Aunque
exprimamos un libro no vamos a obtener espiritualidad alguna. Si
queremos ser espirituales, tenemos que crecer desde dentro. Los
pensamientos y las ideas preceden a los libros. La mente levanta a
los pensamientos y a las ideas de su sueño. La espiritualidad
despierta a la mente. Una persona espiritual es la que escucha los
dictados de su alma, y a la que el temor no puede torturar. Las
opiniones del mundo son demasiado débiles para atormentar su
mente y su corazón. Ella conoce, siente y personifica esta verdad.

Por último, tengo un secreto abierto para los que quieran emprender
la vida espiritual. El secreto abierto es este: pueden cambiar su
vida. No necesitan esperar años, ni siquiera meses para este
cambio. Este se inicia en el momento en que uno bucea en el mar
de la espiritualidad. ¡Intenten vivir la vida de la disciplina espiritual
por un día, ¡un solo día! Están llamados al triunfo.
Sé feliz ¡Sé feliz!
Te convertirás en la mayor bendición de Dios, en Su más alto
orgullo. ¡Sé feliz!
El mundo de ayer quiere que disfrutes su aliento entregado.
El mundo de hoy quiere que disfrutes su aliento de entrega.
El mundo de mañana quiere que disfrutes su aliento colmador.
¡Sé feliz!
Sé feliz por la mañana con lo que tienes.
Sé feliz al atardecer con lo que eres.
¡Sé feliz!
No te quejes. ¿Quién se queja? El mendigo ciego en ti. Cuando te
quejas, bailas en el lodazal de la condición de ignorancia. Cuando
no te quejas, todas las condiciones del mundo están a tus pies y
Dios te da un nuevo nombre: aspiración. La aspiración es la riqueza
suprema en el mundo de la luz y el deleite.
¡Sé feliz! ¿Quieres nunca ser pobre? Entonces sé feliz.
¿Quieres siempre ser grande? Entonces sé feliz.
Sé feliz! Conseguirás lo que más te gusta.
Serás lo mejor que quieras ser.
¡Sé feliz!
Cuando eres feliz, Dios y tú os dais órdenes mutuamente. Dios te
ordena amorosamente. Tú ordenas a Dios presurosamente.
Cuando eres infeliz, las fuerzas hostiles te ordenan
despiadadamente, la duda te ordena abiertamente, la esclavitud te
ordena triunfantemente y el miedo te ordena incondicionalmente.
¡Sé feliz!
Dios ve en ti Su creación aspirante, Su realización transformadora,
Su revelación iluminadora y Su manifestación colmadora.
¡Sé feliz!
Dios ve en ti otro Dios.
Dios te ve como a otro Dios.
Dios te ve a ti y a Él como uno.

Nuestro Sendero (I)

Nuestro sendero es básicamente el del corazón y no el de la mente.


Esto no quiere decir que critiquemos el sendero de la mente. Ni
mucho menos. Simplemente sentimos que el sendero del corazón
nos lleva más rápido hacia nuestra meta.

Supongamos que quiero ir a un lugar que está a mil kilómetros de


distancia. Puedo llegar allí caminando o volando. Sin duda
alcanzaré mi destino considerablemente antes si vuelo en un avión.
De modo similar, si empleamos nuestro corazón aspirante y no la
mente dudosa, alcanzaremos mucho antes nuestro objetivo. El
corazón es todo amor. La mente es a menudo toda confusión. Al
decir corazón, nos estamos refiriendo al corazón espiritual, el cual
está rebosante de amor divino.

El corazón es tremendamente significativo porque en su interior se


halla la presencia viva del alma. Es cierto que la conciencia del
alma abarca todo el cuerpo, pero la verdadera ubicación del alma
es el interior del corazón. El alma tiene todo: Paz, Luz y Deleite en
medida infinita. Obtenemos estas cualidades divinas directamente
desde el alma dentro del corazón. Y desde el corazón podemos
llevarlas a la mente, al ser vital y al propio físico.

Dios es sumamente sencillo. Somos nosotros quienes pensamos


que es complicado. Dios habla el lenguaje más sencillo, solo que
nosotros no lo entendemos. Estamos todos sordos. Hemos estado
sordos durante milenios. El pobre Dios ha estado hablando
constantemente, sin cesar, pero nosotros no tenemos tiempo para
escucharle.
Nuestro sendero es el de la sencillez. Un niño es sencillo: ama a su
madre. No tiene que amar a nadie más: su madre es su mundo
entero. Él se consagra a su madre. Si su madre le pide que haga
algo, él hace caso a su madre. Un niño es tan sencillo que intenta
hacer todo para complacer a la madre; y complaciendo a la madre
está haciendo lo corrrecto y alcanzando su más alto objetivo.

En la vida ordinaria, cuando una persona ama a otra, pasa la mayor


parte de su tiempo con esa persona en particular. Consagra su
precioso tiempo a esa persona. Si es un amor humano verdadero –
no amor divino, sino amor humano–, entonces algunas veces se
somete a los caprichos de la otra persona, aún cuando estos sean
absurdos. Se entrega porque ambos han formado un lazo externo e
interno basado en su amor. De modo que cuando una persona ama
a otra, está dispuesta a sacrificar incluso su preciosa sabiduría.

En la vida espiritual es completamente distinto. El amor divino


nunca nos ata. Muy al contrario, nos expande y nos libera. Cuando
vemos y sentimos que estamos siendo liberados, sentimos
internamente una obligación divina de hacer algo por nuestro Piloto
Interno. ¿Cómo podemos permanecer apartados de Aquel que nos
lo ha dado todo, que nos ha traido el mensaje del Amor y la
Compasión divina? ¿Será posible no ofrecerle algo a cambio? Si
permanecemos en la vida externa, únicamente intentamos asirlo y
poseerlo todo, incluso lo que pertenece a otros. Pero si vivimos en
el alma, intentamos dar constantemente todo lo que tenemos y todo
lo que somos al Piloto Interno. Amor divino quiere decir auto-
ofrecimiento.

Pero el mero hecho de dar algo, de ofrecer algo, no es suficiente.


Hemos de hacerlo con entusiasmo y con un intenso impulso interno.
Damos al Piloto Interno en nosotros y en los demás.

Cuando estamos dando a los demás, tenemos que sentir que


estamos dando a lo divino en esas personas, al Supremo dentro de
ellas, el cual necesita ahora esta ayuda nuestra. Cuando
oferecemos amor divino a alguien debemos hacerlo con alegria y de
todo corazón. Pero, mientras damos, no debemos sentir que le
estamos haciendo un gran favor a la otra persona, que somos
superiores por estar en condiciones de ayudarla. ¡No! Hemos de
sentir que Dios nos ha dado una gran oportunidad para servirle y
deberíamos estar agradecidos a la persona que nos ha puesto en la
situación de dar o servir al Supremo en ella. Tenemos que sentirnos
agradecidos por haber llegado a ser Sus instrumentos elegidos
cuando Él bien podría haber elegido a otros. Tenemos que
mostrarle constante gratitud por el hecho mismo de que nos haya
empleado a nosotros. Este tipo de devoción es nuestro servicio
dedicado.

Después viene la entrega. No se trata de la sumisión de un esclavo


a un amo. Un amo ordinario criticará al esclavo, sintiéndose él
siempre perfecto. Pero en el caso del Supremo no ocurre así.
Cuando Él trata con nosotros, siente que nuestras imperfecciones
son Sus imperfecciones. Cuando encuentra fallos en nuestra
naturaleza, Él siente que todos estos fallos son Suyos. A menos y
hasta que seamos perfectos, Dios nunca sentirá que es perfecto.
Dios es omnisciente, omnipotente y omnipresente; eso es cierto.
Pero cuando se trata de la perfección manifestada sobre la Tierra,
Dios siente que aún es imperfecto en mí, en ti, en todo el mundo. El
mensaje de la perfección perfecta no ha despuntado aún sobre la
tierra. Nos entregamos a Dios de todo corazón, sabiendo
perfectamente bien que lo que tenemos es prácticamente nada y lo
que somos es prácticamente nada. Si le damos a Él nuestra nada,
devenimos un instrumento elegido del Supremo y permitimos que
Su perfección crezca en nosotros.

Amor, plenitud y Dios, siempre van juntos. Dios nunca estará


satisfecho con algo incompleto, no-realizado, no-colmado y no-
manifestado. Él quiere de nosotros la realización, la revelación, la
manifestación y la perfección. Si estas cosas no se producen
durante esta vida, tendremos que pasar entonces por muchas más
encarnaciones. Pero Dios no permitirá que nadie quede sin realizar
y sin colmar. Hoy es el momento para que tú realices a Dios.
Mañana será el momento para que tu amigo realice a Dios. Pasado
mañana será el momento para que algún otro realice a Dios. Hay un
momento para cada persona, que llamamos "la Hora elegida de
Dios". A la Hora elegida de Dios, una persona está destinada a
realizar a Dios.

Nosotros sentimos que nuestro sendero es más fácil y más efectivo


en el sentido de que no tenemos que leer millones de libros para
conocer lo que es la Verdad. No tenemos que ejercitar nuestra
mente día tras día para saber qué aspecto tiene la Verdad. ¡No! La
Verdad está dentro de nosotros, y está clamando por salir a la
superficie. Pero desafortunadamente hemos mantenido la puerta
cerrada y no estamos dejando que la Verdad salga.
Ahora bien, ¿como podemos liberar a la Verdad de su prisión?
Nuevamente tengo que decir que a través del amor. ¿Amor a
quién? Amor a Dios. ¿Y quién es Dios? Dios es la parte más
iluminada y elevada que hay en nosotros. Dios no es otra cosa ni
otra persona. Tengo una cabeza y dos pies. Digamos que mi
cabeza representa a lo más elevado en mí y mis pies representan a
lo más bajo en mí, mi ignorancia. Sé que tanto lo más elevado como
lo más bajo forman parte de mí. Lo más bajo tiene que entrar en lo
más elevado para ser transformado, liberado y colmado. Lo más
elevado tiene que entrar en lo más bajo para ser revelado y
manifestado.

En nuestro sendero, el sentimiento de identificación es


absolutamente necesario. Lo más elevado tiene que sentir su
unicidad total con lo más bajo. Lo más bajo tiene que sentir su
unicidad total con lo más elevado. No hace falta decirlo, lo más
elevado siempre siente su unicidad con lo más bajo. Sin embargo, a
lo más bajo le resulta extremadamente difícil ser uno con lo más
elevado, a causa de su miedo, su duda, su envidia y cosas por el
estilo.

¿Qué tipo de compromiso es necesario para seguir nuestro


sendero? No es el tipo de compromiso que tienes que hacer en
muchas otras organizaciones espirituales o culturales. Para estas
organizaciones quizá tendrás que pagar regularmente una cuota.
Pero cuando yo te pido que hagas un compromiso, es algo distinto.
Yo te digo que si ves algo en mí, si ves o sientes luz dentro de mí,
entonces, si quieres seguir nuestro sendero, puedes hacerlo. No
habrá demandas monetarias. No tienes que darme ni cinco ni diez
dólares ni nada por el estilo. ¡No! Aquí se trata de tu aspiración –lo
sincero y constante que puedes ser en tu vida espiritual. Si no eres
sincero, no podrás correr velozmente. Pero si eres sincero y
dedicado, correrás muy rápido. El compromiso que pido en nuestro
sendero es la regularidad en tu meditación y tu aspiración, un llanto
interno sincero. No le pido nada más a ningún estudiante.

Nuestro sendero, el sendero el corazón, es también el sendero de la


aceptación. Tenemos que aceptar al mundo. Si entramos en una
cueva del Himalaya o nos sentamos en la cima de una montaña y
clamamos por nuestro propio logro y satisfacción personal,
entonces no haremos nada por el mundo. Será como comer hasta
saciarme y dejar que mis hermanos permanezcan desnutridos y
hambrientos. Esto no es bueno. Si soy un verdadero ser humano,
tendré que asegurarme de que mis hermanos coman también
conmigo. Sólo si comemos juntos obtendremos satisfacción real.

De modo similar, en la vida espiritual, los verdaderos Maestros


espirituales sienten que su deber es comer ante la humanidad y
compartir el alimento espiritual con la humanidad. Ahora bien, si la
humanidad como un todo no quiere comer como debería, si muchos
están todavía durmiendo y no han sentido hambre espiritual, ¿qué
puede hacer entonces el Maestro espiritual? Pero si hay unos
cuantos buscadores sinceramente hambrientos, el Maestro
espiritual les dice: "La comida está lista. Comamos juntos."

En nuestro sendero de aceptación, tenemos que saber que la Tierra


está lejos de la perfección. Pero ¿cómo vamos a perfeccionar la
conciencia de la Tierra a menos que la aceptemos? Si alguien tiene
un dolor, tengo que darle masaje. Sólo entonces se quitará su dolor.
Del mismo modo, si la Tierra es imperfecta en un aspecto en
particular, tengo que tocarla con mi aspiración y con mi cuidado
amoroso. Sólo entonces podré transformarla. Mientras la conciencia
de la Tierra no esté completamente realizada, trataré de
permanecer en la Tierra para estar al servicio a la humanidad con
mi conciencia interna.

El Llanto Interno

La aspiración es un llanto ascendente, un clamor que se eleva


dentro de nuestro corazón. Podemos entrar en la conciencia divina
mediante nuestro llanto interno. No es éste un llanto por el nombre y
la fama. Este llanto es nuestra unicidad total, incondicional, sin
reservas, con Dios, que es el Piloto Interno del barco de nuestra
vida.

Tenemos que hacer de Dios una realidad viva en nuestra vida


cotidiana. Tenemos que sentir que la presencia de Dios es de
capital importancia. Si no comemos cada día, privamos de alimento
a nuestro cuerpo. Del mismo modo, tenemos que sentir que si no
rezamos y meditamos cada día, estamos privando de alimento a
nuestro cuerpo espiritual. Cuando aspiramos con las lágrimas de
nuestro corazón, vemos que Dios está viniendo a nosotros,
descendiendo desde arriba. Es como dos personas que se reúnen;
una está en el primer piso y otra en el tercero. Nosotros subimos
hasta el segundo piso. Dios desciende hasta el segundo piso. Allí
nos encontramos y nos colmamos mutuamente.
La escalera hacia el segundo piso es creada por el llanto de nuestro
corazón. Este es el llanto de aspiración; no es igual que cuando
lloras porque has hecho algo mal. El corazón está llorando y
anhelando como una ardiente llama ascendiendo, elevándose
siempre. Dios desciende con Su Gracia, como un río fluyendo hacia
abajo. Cuando la aspiración y la Gracia se encuentran, llegamos a
experimentar la divina plenitud de la unión con Dios.

El Hombre y Dios

El hombre y Dios son uno eternamente. Al igual que Dios, el


hombre es infinito; al igual que el hombre, Dios es finito. No existe
un ancho abismo entre el hombre y Dios. El hombre es el Dios de
mañana; Dios, el hombre de ayer y de hoy.

Igual que Dios está en el Cielo, también está en la tierra. Él está


aquí, allí y en todas partes. Cada ser humano posee un Dios propio.
No existe un ser humano sin Dios. El ateo total no cree en Dios.
Pero, afortunadamente cree o, más bien desafortunadamente, tiene
que creer en una cierta idea, en algún concepto de orden o
desorden. Y esa idea misma, ese concepto, no es otra cosa que
Dios.

Libertad, absoluta libertad se le debe dar a cada alma individual


para que descubra su propio sendero. Los errores a lo largo del
sendero de la espiritualidad no son deplorables en absoluto, puesto
que los errores simplemente son verdades menores. No estamos
avanzando desde la falsedad hacia la verdad. Estamos avanzando
desde la verdad menos revelada hacia la verdad más revelada.
Mientras que no hayamos realizado a Dios y llegado a ser uno con
Dios, tendremos que dirigir nuestra llamada a Él como Maestro,
Guía, Amigo, etcétera. Nuestra actitud hacia Él puede variar según
la relación que tengamos con Él. Esto no tiene ninguna
consecuencia. Lo que sí tiene suprema importancia es que amemos
a Dios como algo que es nuestro. En nuestro amor sincero a Dios,
estaremos espontáneamente inspirados para venerarlo.

Aquí tendremos que saber qué clase de veneración nos


corresponde, cuál es la que está en armonía con el desarrollo y la
tendencia de nuestra alma. La realización de la unión absoluta con
Dios es la forma más elevada de veneración. A continuación, en
línea descendente, le sigue la meditación. Después viene el lugar
para las plegarias e invocaciones. La forma inferior de veneración
es la adoración a Dios en las cosas mundanas.

Cuando pienso que la flauta y el Flautista son dos cosas distintas,


estoy pensando que yo soy el siervo de Dios y Él es mi Amo. Pero
cuando siento que la flauta posee una parte de la conciencia de su
Dueño, siento que yo soy el hijo de Dios y que Él es mi Padre.
Finalmente, cuando comprendo que la flauta y el Flautista no son
sino uno, el Flautista se presenta como el Espíritu y yo como Su
Fuerza creativa.

El hombre tiene que realizar a Dios en este cuerpo, aquí en la tierra.


Kabir, el gran poeta de la India expresó:

«Si no se rompen tus cadenas mientras vives, ¿Qué esperanza


de rescate queda en la muerte?
«Es un sueño vacío el de que el alma alcanzará la unión con Él
por el mero hecho de haber abandonado el cuerpo;
«Si se Le encuentra ahora, se Le encuentra luego; si no, nos
vamos a habitar en la ciudad de la Muerte».

Hermanas y hermanos, no se hundan en el abismo de la


desesperanza, aun cuando no tengan, por el momento, una clara
aspiración de realizar a Dios. Simplemente inicien su viaje hacia
arriba, hacia adentro y hacia adelante; hacia arriba para ver el
Sueño de Dios; hacia adentro para poseer el Sueño de Dios y hacia
adelante para convertirse en el Sueño de Dios. Este Sueño es el
Sueño de la Plenitud absoluta.

Innumerables son los que emprenden el sendero de la vida interior


únicamente tras haber recibido incontables reveses o después de
vagar largo y tendido por los desiertos de la vida. Por eso,
ciertamente es feliz y bienaventurado, aquel que pone su cuerpo,
mente, corazón y alma—como flores—a los Pies del Señor, antes
del advenimiento de los golpes. Es cierto que las numerosas nubes
de lo mundano cubren nuestra mente aún no iluminada. Es
igualmente cierto que el volcán de la concentración del buscador y
la bomba de hidrógeno de su meditación, pueden destruir y
destruirán las nubes, las añejas nieblas de la Ignorancia.

Cuando tratamos de ver en lo profundo de nuestro ser, cuando


tratamos de vivir una vida interior, puede ser que encontremos
dificultades a todo alrededor. Clamamos diciendo: «¡Dios, mira,
ahora que nos hemos volcado a Ti, tenemos que pasar por tantas
pruebas!». Al no encontrar una salida, nos sentimos perturbados.
¿Pero, por qué hemos de estarlo? No puede escapar a nuestro
recuerdo que hemos resistido infortunios en nuestra vida. Antes de
entrar en la vida espiritual, la desconfianza demostró ser nuestra
compañera constante. Al menos, ahora estamos en mejor posición,
puesto que podemos reconocer al feroz tigre de lo mundano.
Tomemos el desasosiego y la debilidad como pruebas.

¿Por qué tendría Dios que ponernos a prueba? Él hace todo menos
eso. Él, sendo el Misericordioso, nos advierte del peligro inminente.
Pero, si tomamos estas advertencias como pruebas, para pasar las
pruebas tenemos que rezar a Dios. Jamás podemos pasar el
examen meramente pensando en las dificultades y en los peligros.
Para pasar una prueba en la escuela tenemos que estudiar mucho.
Igualmente, para pasar un examen interno, tenemos que cultivar
una sinceridad mayor y alimentar la llama de la aspiración.

Durante la meditación tenemos que ser muy cuidadosos. A veces la


mente desea abandonarse a ciertas ideas y pensamientos de origen
mundano y emocional, pero no debemos permitir que lo haga.
Durante la meditación todo es intenso y, si consentimos
pensamientos malignos, los efectos se vuelven más graves y más
peligrosos que de otro modo. Nos debilitamos cuando la mente se
hace presa de pensamientos auto-complacientes. La naturaleza
misma de nuestra mente inferior es embaucarnos. Pero nuestras
lágrimas y la llama ascendente de nuestro corazón vendrán siempre
a rescatarnos.

El hombre y Dios son uno. Todos los hombres pertenecen a la


misma familia. Todos nosotros somos uno. Un aspirante genuino no
debe escuchar los argumentos absurdos de los escépticos. Ellos no
tienen ni siquiera una pizca de conocimiento espiritual. No se dan
cuenta de que inconscientemente están haciendo un alarde de su
evidente estupidez. Ellos dicen: «Si todos somos uno, ¿cómo es
que cuando tú tienes dolor de cabeza, yo no tengo? ¿Cómo es que
cuando mi hambre se sacia, la tuya no?» Como respuesta, les
preguntamos ¿cómo puede ser que cuando tienen una pierna
herida, su cabeza no está herida también, puesto que ambas son
parte del mismo cuerpo? La conciencia universal está dentro de
todos nosotros. Si no somos conscientes de ello, eso no significa
que no exista. Mi cuerpo me pertenece, pero ¿siento dolor en la
pierna cuando me duele la cabeza? No. Pero si soy consciente de
la Conciencia Divina que abarca mi cuerpo entero, sentiré
indudablemente el mismo dolor por todo mi cuerpo. En este caso, el
alma individual es mi cabeza y el alma colectiva es mi cuerpo
entero. Para sentir al mundo como algo propio, primero tenemos
que sentir a Dios como propio.

El Hombre es el Corazón del Infinito.


El Hombre es el Hálito de la Eternidad.
El Hombre es la Vida de la Inmortalidad.
La espiritualidad y la ciencia

La espiritualidad necesita a Dios. Tiene a Dios. La ciencia no tiene


un Dios. Y tampoco lo necesita.

Lo que resulta más chocante es que la ciencia es constantemente y


perpetuamente puesta en tela de juicio por la ciencia misma. El
descubrimiento científico de antaño palidece en la insignificancia
ante el descubrimiento científico de hoy, mientras que la realización
espiritual de Krishna, Buda o Cristo, resisten a la fuerza del desafío,
externo o interno. Cierto es que la ciencia le ofrece al hombre todas
sus necesidades prácticas. Igualmente cierto es que la
espiritualidad le revela al hombre el sentido de su vida y el
significado de su existencia en la tierra.

La ciencia condena al buscador acusándole de tener miedo de lo


Desconocido. El buscador bendice la estupidez total de la ciencia y
serenamente dice que no tiene ningún miedo de lo Desconocido. Él
precisamente está enamorado de lo Desconocido y no puede evitar
abrazar a lo Desconocido.

La ciencia depende del experimento externo. La espiritualidad


depende de la exploración y la búsqueda interna. Un científico
descubre el poder que muy a menudo amenaza incluso su propia
vida. Un buscador espiritual descubre el poder que guía y moldea
su vida hacia una vida de plenitud divina.

Ahora bien, ¿cuál debería ser la relación entre la ciencia y la


espiritualidad? Debería ser una relación de aceptación mutua y
entendimiento verdadero. Es una insensatez por nuestra parte
esperar la misma verdad, el mismo conocimiento, el mismo poder
de ambas, ciencia y espiritualidad. No debemos hacerlo. Tampoco
debemos establecer la misma meta para la ciencia que para la
espiritualidad.

Escuchemos el mensaje de la Materia a través de la voz de la


ciencia. Escuchemos el mensaje del Espíritu a través de la voz de
la espiritualidad. Por último, no olvidemos que la espiritualidad es el
alma y la ciencia es el cuerpo.

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