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Algunos escritos en El Ciudadano

Profesor y vate de profundas reflexiones

Autor Rafael Duque Naranjo

Francisco Miranda tiene nombre de precursor de la


independencia y noble profesión de maestro de
escuela, además vate de profundas reflexiones como
Al Bosque, Amigo de mi Gaviota, Guardián de tu
Sueño, Tercos y Tercos y otros versos más que ya
merecen libro.

Miranda nació en “La Astelia” en 1942, caserío de


Sevilla (Valle) que ya no existe y que hoy se
encuentra lleno de potreros porque todas las casas
fueron tumbadas por un narcotraficante que compró
la hacienda otrora de Don Sabulón Sabogal, su
abuelo y protector.

Francisco nos manifestó que por Decreto 1333 de 1942, el presidente Eduardo Santos
fijó el 29 de Abril como “Día del Árbol” y que los colombianos en esta fecha tan
importante olvidamos la obligación de “reunir las escuelas en la plaza principal de
cada localidad para que cada niño siembre un árbol en el lugar del poblado que
determinen los maestros y las autoridades locales”, de allí su soneto:

AL BOSQUE In memoriam

Dos árboles vecinos, ya vencidos


cruzaron sus ramajes en el viento
y crujiendo, a manera de lamento,
cayeron en mil cruces convertidos.
Los hacheros tras verlos abatidos,
divisaron allá…, en el firmamento
mil cruces que volaron al momento
escapando angustiadas de sus nidos.
Una vez y otra vez la misma historia
en nombre del progreso y de la gloria
hasta arrasar el bosque y sus encantos.
El futuro cobró la cuenta un día
cuando la alberca se quedó vacía,
cuando el entorno se quedó sin cantos.

Otro soneto “AMIGO DE MI GAVIOTA”


dedicado a Oscar Peláez Peña In Memoriam, reza:
En versos conociste a mi gaviota,
el ave tutelar de mi laguna
y en albatros volaste hacia la luna,
una playa romántica y remota.
Cual manantial que de la peña brota
tu opinión se hizo sabia y oportuna
- Un soneto logrado con fortuna
esencia de presagio… Gota a gota.
Hoy…, al saber arriada tu bandera
y al saber derrumbada la cantera
de tu saber sobre la letra ungida.
Presiento en el umbral del infinito
una luz desbocada tras el grito
que justicia clamó desde tu herida.

“EL GUARDIAN DE TU SUEÑO”


es un soneto de celos castigados que dice:

Sólo te tengo cuando estás despierta.


Cuando duermes mujer, estás ausente.
Al mirarte dormir, mi ser presiente
que ya te fuiste sin abrir la puerta.
Soy guardián de tu sueño... Siempre alerta
por saber a quienes tienes en tu mente.
Tu sonrisa, al dormir, hace evidente
que una nueva ilusión está de oferta.
Por fin te escucho balbucir… y espero,
aguzando el oído con esmero,
para saber el nombre del rival.
Lo dices… y castigas mi bajeza,
pues el nombre que ronda en tu cabeza
es mi nombre…., mi bien …, para tu mal.

TERCOS Y TERCOS
“Cometer un error y no corregirlo es cometer otro error”. Confucio.
“Cualquier hombre puede equivocarse pero solo los necios se sostienen en el error”
Cicerón.
A las diez de mañana ,
en un oscuro aposento,
deliberaba un Congreso
que aprobó que era de noche.
Pero al abrir la ventana
Se coló el sol y al momento
Casi todos murmuraban
-Brilla el sol…. pero es de noche.
Otra vez hubo un entierro,
cataléptico el muerto era,
todos a cual mas lloraban
mas de pronto grito el “muerto”
“-Que me saquen de éste encierro
quiero respirar afuera”
y algunos vociferaban
-Por mas que grite…. Está muerto.
El “Canastao”, plato típico de Sevilla

Autor Rafael Duque Naranjo

Clara Cecilia Jaramillo González, recolectora de memoria en su Restaurante “Casa Los


Alpes” y entusiasta curadora de la historia local sevillana, tuvo a bien enterarme de una
resolución de la Alcaldía que lleva fecha 27 de diciembre de 2003 “por medio de la cual
se reconoce e institucionaliza el “canastao” como plato típico del municipio de Sevilla “

Pues bien, el citado


acto administrativo
señala en su parte
motiva que el
“canastao” se sirve en
una canasta de
bejuco, cubierta con
una hoja de plátano
soasada. Luego va
una tortilla de huevo
que cubre la base de
la canasta y sobre ella
está el arroz blanco,
los fríjoles, un pincho de pollo asado, un pedazo de chicharrón carnudo, un chorizo, un
buen trozo de morcilla, una ración de costilla de cerdo, una tostada de plátano, una
arepa de puro maíz y papas fritas, todo ello acompañado de salsa criolla llamada
“hogao”, guacamole, rebanadas de tomate y cuartos de limón. Como postre que
acompaña dignamente el plato principal, se sirven brevas acompañadas de queso
campesino y manjarblanco.

El “canastao” es un plato concebido y preparado inicialmente por Marino Trujillo, un


experto en preparación de platos que agrupa la variedad de sabores e ingredientes que
siempre han caracterizado la cultura gastronómica de los sevillanos descendientes de los
antioqueños.

Las cifras electorales y el clan de los Quintero

Autor Rafael Duque Naranjo

Los últimos resultados electorales relacionados con la


Alcaldía de Sevilla arrojaron las siguientes cifras: 6.519
votos por el actual alcalde Gerardo Gómez Díez. 4.163
por Rafael Andrés Quintero Ceballos y 4.155 por José
Raúl Pérez.

Conforme lo anterior, Rafael Andrés ya montó sede


política y nos manifestó que aspira nuevamente a ser
burgomaestre de la tierrita.

De otra parte, José Raúl Pérez dio un salto estratégico del


partido liberal al partido “uribista” para colaborar con el
controvertido senador sevillano Luis Elmer Arenas Parra, un dirigente de amplio
espectro popular, reconocido valor civil y poseedor de 1.720 votos en Sevilla y 32.825
obtenidos a nivel nacional para Senador durante las elecciones del 2006. Igualmente,
durante dichas elecciones, otro dirigente sevillano comenzó a perfilarse, se trata de Juan
Carlos Martínez Gutiérrez, quien sacó 2.252 en Sevilla para la Cámara de
Representantes y a nivel departamental obtuvo 9.832 votos, aunque Martínez es un
destacado dirigente regional del sector de la salud, tiene una carga de la cual se está
liberando gracias a su segundo apellido porque de no ser así muchos lo confundirían
con su homónimo, el senador de Buenaventura, Juan Carlos Martínez Sinisterra, por
ahora interno en la cárcel La Picota, sindicado de “parapolítica”.

Ahora bien, si vemos las elecciones del 2007, observamos que para la Asamblea
Departamental en Sevilla fueron puestos 2.789 votos para Rafael Arias Molina, 1.190
para Fernando Forero del Polo Democrático y 82 para Danilo Useche del Partido
Liberal. Sin embargo, lo más triste y significativo de todo este proceso electoral fue que
el actual gobernador del Valle, Juan Carlos Abadía, obtuvo 7.325 votos en Sevilla y ha
sido el mandatario más injusto y avaro con nuestro pueblo pues no solamente habla mal
de todos nosotros sino que se ufana de no darle nada a Sevilla.

Rafael Andrés Quintero Ceballos cuenta con 33 años y será probablemente el próximo
alcalde puesto que no se trata de un político profesional sino de un verdadero
profesional político, ingeniero civil de la Universidad del Valle con 33 años de vida, ex
concejal del municipio, deportista entusiasta por el fútbol, experto en administración
pública, ferviente y decidido trabajador de las causas sociales y sobre todo, como él
mismo lo afirma, “admirador de su familia y creyente en Dios”.

Su abuela paterna, Alicia García, desde muy niña llegó a Sevilla traída por su mamá
Teresa Franco, quien tuvo que establecerse aquí sola y con todos sus pequeños hijos
después del asesinato de su esposo Rafael García acaecido en Neira (Caldas).

Ya en 1945, Alicia se casó con Don Manuel Quintero Mejía, agricultor llegado a Sevilla
procedente de San Carlos (Antioquia) y posteriormente servidor público de las Rentas
Departamentales. Manuel y Alicia, ya desaparecidos, son los padres del actual
magistrado y Presidente del Honorable Tribunal Superior de Buga, Orlando Quintero
García y de Rafael Antonio Quintero García, ya pensionado por el Congreso Nacional,
padre de Rafael Andrés y dirigente de una generación de relevo en el ámbito municipal,
iniciada en la década del 70 y formada por una camada inquieta y relevante que tuvo
alcaldes, diputados, congresistas y funcionarios del poder judicial que con Rafael
Antonio Quintero a la cabeza fue reemplazando a los veteranos caciques de la época:
Jesús María Pinzón, Neftalí Beltrán Sabogal, Roberto Duque Hoyos y Alfonso Ossa
Jaramillo.

Rafael Antonio Quintero García nació en la vereda La Estrella, situada en la vertiente


occidental del municipio de Sevilla, en el año de 1948. Fue bachiller de la promoción
del 67 del Colegio Santander, integrada por su gallada de entonces: Marco Julio
Velásquez, Oscar Humberto Beltrán, Diego Aguirre Sierra y Néstor Mora Mora. Es
abogado de la Universidad La Gran Colombia de Armenia y no le fue tan fácil trabajar
en Sevilla como Secretario de Gobierno, Personero, etc., etc., y salir todos los días a las
4 de la tarde para la capital del Quindío y volver a Sevilla a las doce de la noche para
nuevamente preparar clases, trabajar y seguir viajando y estudiando hasta graduarse.
Rafael Antonio desde muy joven ocupó los más importantes cargos del municipio hasta
que en 1976 fue nombrado Director Ejecutivo de los Sextos Juegos Departamentales
que se realizaron en Sevilla; entonces con el director departamental del Comité de
Cafeteros: Oscar Jaramillo Zuluaga; el Secretario de Hacienda del Valle del Cauca:
Humberto Botero Jaramillo; el diputado Heli González y los alcaldes Jairo Cataño
Patiño, Carlos Arias Agudelo y Everardo Valencia; promovieron, estudiaron, ejecutaron
e hicieron realidad el complejo deportivo formado por el estadio, el coliseo cubierto, la
piscina olímpica y la Casa del Deporte. Rafael Quintero García también fue Secretario
de Agricultura en las administraciones de los gobernadores del Valle Jaime Arizabaleta
Calderón y Fernando Londoño Capurro y sin lugar a dudas la obra más importante en
toda su vida pública como senador o representante a la Cámara fue el Barrio “La
Inmaculada”, concebido y creado gracias a su gestión con 220 viviendas para hogares
necesitados, incluyendo la consecución de lotes, los servicios públicos y los auxilios
individuales para la construcción de las casas.

Nuestro dirigente siempre ha contado con el respaldo y la amistad política del doctor
Humberto González Narváez y en tres oportunidades que fue representante a la Cámara
alcanzó respectivamente la siguiente votación: 17.244 Votos en 1991. 26.605 Votos en
1994 y 30.641 Votos en 1998.

Carlos Alberto González: El mayor coleccionista de Art Decó en Latinoamérica

Autor Rafael Duque Naranjo

Ellos son De Greiff – me decía Inés Naranjo – cuando se refería a su amiga Alicia, a
Guillermo, Ema o Pedro González de Greiff, éste último el papá de nuestro personaje
sevillano de hoy, Carlos Alberto González, el
mayor coleccionista de Art Decó en
Latinoamérica con museo propio en Bogotá.

El Art Decó es un estilo de las artes


decorativas que se produjo entre la primera y
la segunda guerra mundial del siglo pasado y
que alcanzó su máximo esplendor durante la
Exposición Internacional de Artes
Decorativas celebrada en Paris en 1925.

La sensibilidad y ese gusto exquisito por la


concepción del arte le viene a Carlos Alberto por los De Greiff; su abuela paterna,
Cecilia González de Greiff, prima del poeta León y del musicólogo Otto, le dejó la vena
cultural.

El primer De Greiff llegó a Colombia en 1826 y se estableció en Medellín, se llamaba


Carlos Segismundo Von Greiff y venía de Suecia con su mujer Luisa Petronila Faxe,
hija de Guillermo Faxe, obispo de Lund (Suecia) y canciller de la Universidad de
Upsala. Carlos Segismundo era ingeniero de la compañía inglesa “Frontino Gold
Mines” establecida en Colombia, hizo los primeros planos de la provincia de Antioquia,
abrió los caminos a Urabá y Murindó e hizo el levantamiento topográfico de Medellín
en 1852.
“Soy un enamorado de la estética – nos manifiesta Carlos Alberto - es mi conflicto, mi
pasión y mi relación con el mundo… Comencé comprando cosas que evocaban la casa
de mis abuelos y mis tías … Cuando tenía 12 años el primer objeto que conseguí fue
una vasija de cobre que compré en mi natal Sevilla a un trabajador de una finca familiar
con el dinero que me dieron mis padres … Ya instalado en Bogotá sigo comprando
antigüedades …. En 1980 viajo a Paris y veo en libros fotografías de algunas de mis
piezas y semejante descubrimiento me acentúa el gusto de seguir coleccionando y la
necesidad de compartir mi colección con la gente…. Mis mejores adquisiciones las he
obtenido en el mercado San Telmo de Buenos Aires, Las Pulgas de Paris, El Rastro de
Londres y Las Pulgas de Bogotá…. Una vajilla Art Decó que había visto en un
anticuario bogotano me impactó mucho y aunque pedían una cifra astronómica por ella,
logré reunir el dinero; el día que la estrené, recibí la visita de la anterior dueña del
apartamento donde vivo y cuando llegó el servicio de té a la mesa, la señora por poco se
desmaya, era la vajilla familiar que por alguna circunstancia de la vida le tocó vender”.

A Carlos Alberto González en su trasegar por anticuarios y ventas privadas de garaje,


también le dio por comprar objetos de los años 50 que nada tenían que ver con el Art
Decó. Fue consiguiendo radios, sillas, jarrones, maletas, mesas, aspiradoras, secadores
de pelo y cosas propias de los años 50, “objetos que se reconocen porque tienen un
lenguaje concreto y forma de ameba, riñón y grandes puntas”; con todo eso fue
enriqueciendo el museo que lleva su nombre y uno de los aspectos que más se destaca
es una muestra de cerámicas que fueron pintadas a mano en talleres que eran de familias
españolas radicadas en Colombia que tomaron el estilo del arte internacional de la
época: Calder, Miró y hasta el Action Painting, piezas únicas del museo ubicado en
Bogotá en la calle 22 con quinta , en un edificio de clara inspiración art Decó cuya
entrada se puede observar en la fotografía y donde el visitante puede viajar en el tiempo
y devolverse 70 años atrás.

Para lograr esta memoria local tuve la oportunidad de encontrarme con Carlos Alberto y
su hermana Cecilia, aquí en Sevilla, en “El Polo”, el mismo tertuliadero de hace años
cuando la adolescencia nos sonreía. Ellos siguen orgullosos de su mamá, Susana Pérez
Sanz, que aún vive y disfruta de sus 94 años.

Igualmente, Clarita Jaramillo González, otra de la parentela De Greiff, propietaria de


Casa “Los Alpes”, un restaurante museo que lleva en sí mismo la identidad de Sevilla,
se prepara para celebrar este año de 2010, los primeros cien años de existencia de esa
casona esquinera sin ventanas y tan grata a todos nosotros.

El Ingeniero Civil Luis Felipe López Muñoz: Investigador, Profesor y Tratadista


de la Guadua

Autor Rafael Duque Naranjo

En efecto, según sus compañeros de universidad, nadie como el “Chaman López” ha


estudiado, investigado y escrito tanto alrededor de la guadua como éste joven
profesional que ya completa catorce años inmerso en la historia, las propiedades y el
modo de utilizar la guadua, ese pasto gigante y majestuoso del vaivén del viento y del
paisaje que habita en nuestras vertientes, que tiene altura de iglesia y que forma parte
del proceso cultural paisa para construir viviendas de bahareque, paredes enchinadas y
formar canaletas cuando otrora corría el agua campesina constante y transparente sin
necesidad de tubería.
Cuando le pregunté a Luis Felipe el porqué de su vinculación con el cuento de la
guadua me dijo que todo comenzó por la falta de sillas en el apartamento de estudiante
que compartía con su compañero de universidad Carlos Fernando “Nano” Bonilla quien
le propuso que para solucionar esta situación construyeran unas sillas de guadua.

“En las vacaciones, en pleno diciembre de 1996 - narra Luis Felipe - cortamos las
guaduas en la finca “La Quiebra” de mi papá y nos quedaron más ampollas que dedos
porque nunca en la vida habíamos utilizado un machete … Entonces qué hacer con esa
guadua, cómo es el proceso de secamiento e inmunización …. Acudí al primer libro que
me leí sobre la guadua, el “Manual para construcciones en Bambú”, de Oscar Hidalgo
López, de Chinchiná”.

Después de la lectura del libro, Luis Felipe y “Nano” Bonilla, con la ayuda de un
carpintero, construyeron la primera silla de guadua y la pusieron en exhibición en la
carpintería del papá de “Nano” al frente del almacén de telas de Margarita hasta que
cierto día pasó un señor y preguntó por el precio de una sala completa con ese tipo de
sillas y a pesar de que le pidieron mucha plata para no venderle resultó que el interesado
no objetó el precio y les cogió la caña. Frente a este nuevo reto tuvieron que pasar las
vacaciones metidos en la carpintería, chupando polvo y haciendo sillas, para dejar
plenamente satisfecho a este primer comprador. Terminaron la elaboración de las sillas,
se tomaron en aguardiente la plata producto del trabajo y siguieron sin muebles en el
apartamento.

Ya en la navidad de 1997 comenzaron con otro diseño y esta vez hicieron negocio con
el dueño de la cafetería de la universidad que quería regalarle a su esposa una sala con
sillas de guadua, no sin antes caer en cuenta que la mujer de éste era también compañera
de estudio de ellos y que al darse cuenta del anticipo de plata de su marido a “ese par”
montó en cólera hasta el día 8 de enero de 1998, fecha en que entregaron el trabajo y
“esa mujer se puso feliz” y el buen chisme corrió por todas las aulas de la facultad de
ingeniería de la Universidad Nacional de Manizales.

A la altura del quinto semestre ya corría por la mente de nuestro investigador la decisión
de un trabajo de grado sobre la guadua y el tiempo seguía andando hasta que al terminar
el séptimo semestre debido a una incontrovertible “tusa” o crisis sentimental, concibe la
idea “más trascendental” de su vida, recorrer Suramérica durante seis meses vendiendo
collares en los andenes e ingresando entonces a ese curso superior y vital de aventura, al
sarampión necesario que produce el paradigmático Che Guevara cuando a su misma
edad de 22 años le dio por lo mismo; conoce el Cuzco, la milenaria ciudad de los Incas
en el Perú y se establece temporalmente en una aldea llamada Pisaq donde aprende con
una brasilera y unos artesanos argentinos a fabricar collares para sobrevivir y seguir
viajando hasta la Patagonia.

Después de llevar mucho más de 10.000 kilómetros conocidos bajo la planta de los pies,
Luis Felipe regresa a Sevilla un día de diciembre de 1998 y como si las fuerzas fatales
de la naturaleza se pusieran de acuerdo para lograr el objetivo de una simple tesis sobre
la sismoresistencia del bahareque aparece el terremoto de Armenia aquel fatídico 25 de
enero de 1999.
En febrero de 1999, Luis Felipe inicia su octavo semestre en Manizales y nos dice:
“Yo sigo con mi cuento de la tesis de la guadua y buscando encuentro a Felipe Silva,
un compañero pastuso con ganas de jalarle al proyecto y con computador……
empezamos a diseñar piezas hechizas sin director de trabajo hasta que me encuentro
con el arquitecto Jaime Mogollón, quien me manda hablar con Jorge Eduardo
Hurtado, mi primer profesor y el mismo que se había negado inicialmente a dirigir la
tesis por costosa …… cuando le entrego mi propuesta a Hurtado sonríe y me dice que
es igual a la investigación que está por realizarse financiada por el Banco Mundial y
avalada por la Asociación Colombiana de Ingeniería Sísmica, entidad que tiene como
función establecer todas las normas de construcción en Colombia con el respaldo de la
Ley 400 de 1997”.

Finalmente, el trabajo de Tesis de Grado sobre la Guadua presentado por Luis Felipe
López Muñoz y Felipe Silva fue terminado en octubre del año 2000 y ha sido
reconocido en Colombia e internacionalmente por la comunidad universitaria y por
diferentes especialistas; además se inicia con dos meritorias distinciones: 1ª.- Mención
Meritoria otorgada a la Tesis por los Jurados Calificadores, y 2ª.- Primer Tesis de Grado
de la Universidad Año 2000.

Desde entonces, nuestro investigador y tratadista, entra al lugar de las grandes ligas de
la guadua y comienza a repetirse su nombre en cuanto evento se lleve a cabo sobre ese
pasto gigante. En 2001 asiste al Congreso Mundial del Bambú en Guayaquil y ya es
suficientemente conocido en INBAR, Red Internacional para el Desarrollo del Bambú y
el Ratán (Mimbre), una organización que es la “FIFA” de la guadua y que es manejada
por los chinos.

Luis Felipe López es nieto de Rogelio López Ocampo, un comprador de café que llegó
a Sevilla apenas de seis años, traído de Chinchiná, por sus padres Crescencio y Benilda,
y establecido en la vereda de Palomino donde inicialmente monto una fábrica de velas
de cebo para después ubicarse en el pueblo, comenzar a comprar café y pasilla y casarse
con Ofelia Ruiz, hija de Don Pablo Ruiz, dueño de “La Olga” y otras fincas cafeteras.
Los muchachos de entonces, de mitad del siglo pasado, todavía recordamos el flamante
Ford de color rojo modelo 1953, la berlina particular, más ostentosa y brillante de
último modelo llegada al municipio en esos bellos tiempos.

Por el lado materno, Luis Felipe López Muñoz, es nieto de Noé y Amalia. Noé Muñoz
había comenzado como ayudante de granero cuando el mercado infalible de todos los
sábados se armaba con toldos en la Plaza de la Concordia, después compró un taxi y
posteriormente se dedicó a vender repuestos de carro para terminar como propietario del
Almacén “El Repuesto” con sucursales en Caicedonia y Zarzal.

Don Luis Jesús Echeverri, su banda familiar y su nieto compositor Hugo Toro
Echeverri.
Autor Rafael Duque Naranjo

Don Luis Jesús Echeverri llegó a Sevilla en 1916, oriundo de Marinilla (Antioquia) y
procedente de Pereira, había constituido una banda musical con toda su familia. Luis
Carlos, su hijo mayor tocaba el violín. Arturo, la flauta. Mario Adán, el violonchelo.
Jorge “Portalira”, el tiple; y sus hijas, Clara Emilia y Maruja eran las voces del grupo.
Según el investigador Nelson Ortiz “ Don Luis Jesús impartió esmerada educación
musical a sus hijos y durante los días de Semana Santa hacía sus presentaciones desde la
plazuela del Carmen, hoy plaza de mercado, hasta la Plaza de la Concordia, entonando
coros e himnos devociónales. En compañía de sus amigos Adolfo León Gómez y Luis
Antonio Calvo, enriqueció de manera significativa el repertorio musical nacional y,
finalmente, dejó una enorme contribución a la formación y orientación de nuevas
generaciones del naciente poblado no solamente en la música sino también mediante
aguerrida actividad periodística que ejerció desde 1918 a través del periódico “Eco de
Sevilla”.

De igual manera, Don Luis Jesús, compuso la música del “Himno a Sevilla” en 1928,
cuya letra fue escrita por Juan Botero Jiménez, así:

Coro
Ensalcemos al pueblo que un día,
Por querer de una raza tenaz,
Emergió de la selva bravía,
Vigoroso, pujante y audaz.

I
Fue la gesta sublime del hacha
Que este emporio de vida creó;
Fue el empuje viril de una raza
Que los bosques en pueblos trocó.

II
El patricio de estirpe procera
Que en la selva tus calles trazó,
Arrojó la simiente proficua
Y tus pasos solícitos guió.

III
Tus hermosas mujeres Sevilla,
Tienen gracia y donaire sin par,
Son las novias y castas esposas,
Que harán siempre a tus hijos triunfar.

IV
En las tardes serenas el Cauca
De tus calles hermoso se ve,
Como undívaga cinta de plata
Que adornara graciosa tus pies.

Coro Final
Un gran pueblo serás en la historia,
Si prosigues la lucha tenaz,
Y tus hijos en masa compacta,
Laborando por ti van en paz.
Luis Carlos Echeverri García, hijo mayor de Don Luis Jesús, fino talento musical
educado en el Conservatorio Nacional de Bogotá, fue el continuador de la obra musical
de su padre. Luis Carlos estudió composición, violín y artes plásticas; también compuso
algunas piezas musicales de calidad, entre ellas, “El Alma del Maizal” y “Estampa
Campesina”.

Como en aquella época el cine era mudo – contaba mi padre Lisandro Duque Ossa –
Luis Carlos Echeverri tomaba su violín en el Teatro Real y en sentidas y bellas notas
musicales daba sonido y vida a la proyección cinematográfica muda. El cine que por
entonces era pura imagen, se convertía, gracias a Luis Carlos, en espectáculo sonoro y
esto sólo sucedía en Sevilla.

Clara Emilia Echeverri, hija de Don Luis Jesús y hermana de Luis Carlos; casó con el
artista y fotógrafo Eduardo Toro, quien había nacido en Santa Rosa de Cabal y era
poseedor de un exquisito gusto artístico, además escultor y tallador en madera de las
imágenes de Jesús Nazareno, La Dolorosa, San Juan y San Pedro que aún desfilan en las
procesiones de Semana Santa.

Eduardo Toro y Clara Emilia Echeverri fueron padres de Hugo Toro Echeverri,
compositor y prosista grecolatino de alto sentimiento telúrico, nacido aquí en Sevilla el
19 de Diciembre de 1920. Don José Henao, notable corista y maestro fue su profesor de
música y quien siempre lo involucró en cuanto acto público o religioso se realizara en la
Sevilla naciente. Hugo estudió odontología en la Universidad Nacional, carrera muy
distante a su inmenso potencial artístico; también fue violinista y hasta dibujante como
su hermano Oscar. Sin embargo, lo único que perdura, que nunca morirá y que aún se
canta en toda fiesta sevillana es el inolvidable y bello repertorio de sus canciones,
algunas como los pasodobles “En el Patio”, “Mi Sevilla” y los boleros “Madrigal”,
“Siempre te he de querer” y “Porque te quiero”. El 9 de mayo de 1958 fue asesinado en
su gabinete odontológico por haber sido un activo dirigente liberal elegido diputado a la
Asamblea Departamental del Valle del Cauca en un año donde la violencia partidista
puso más de 200 muertos en Sevilla.

Don Senito Aguirre y la Banda Musical de sus 12 hijos

Autor Rafael Duque Naranjo

El investigador social Nelson Ortiz Osorio, notable profesor del Colegio General
Santander y autor de obras de pedagogía, le dio en 1999 por escribir la “Historia
Musical de Sevilla”, el único libro sobre nuestra música tutelar, Premio Jorge Isaac de
la Secretaria de Cultura del Valle del Cauca y repertorio de convicciones populares que
rescatan los principales protagonistas del ritmo, la melodía y la composición musical de
la patria chica.

El folklore, esa voz inglesa creada por William Jhon Thoms en 1846 y ya generalizada
en todo el mundo por su valor etimológico: Folk = Lo popular, Lore = Lo tradicional,
nos está indicando que la obra de Ortiz Osorio ha investigado las fuentes de la creación
musical sevillanista desde su fundación y a través de sus múltiples expresiones artísticas
durante los últimos cien años.
Ortiz nos muestra que a partir del 3 de mayo de 1903, la plaza principal de la naciente
Sevilla, fue el espacio de socialización de colonos y primeros pobladores donde
comenzaron a celebrarse los primeros espectáculos públicos, fiestas de conmemoración,
corridas de becerros, eventos políticos y mercado popular; indiscutiblemente el jolgorio,
la música y la canción aparecieron no solamente para la diversión sino también para el
acompañamiento de los actos religiosos. El 21 de Junio de 1908 – nos cuenta Antonio
María Gómez en su Diario – durante la procesión de Jesús Nazareno más de mil
personas, incluidas las dos únicas escuelas con sus 180 niños, desfilaron al compás de la
música de “un tambor y sendas guitarras y tiples”.

Pero lo mejor de la obra de Ortiz Osorio es la historia de Don Senito Aguirre y la Banda
de sus doce hijos llegados a Sevilla por allá en 1912, procedentes de Finlandia. Don
Senito según Arturo Echeverri Carvajal en sus memorias autobiográficas era gordito, de
unos sesenta años, más bien de baja estatura, era el único director y clarinete mayor de
su pintoresca banda y llevaba la batuta con movimientos del dedo gordo del pié, claro
porque iba descalzo como el noventa por ciento de la población de aquella época que
aún no había adquirido el hábito de usar zapatos. Los instrumentos de viento de la
banda estaban remendados con cera, cabuyas y alambre, y cuando hacía mucho sol no
podían ejecutar porque al derretirse la cera se perdía las notas.

Senito Aguirre y la banda de sus hijos, desde su aparición en el pueblo, amenizó todos
los acontecimientos de alguna importancia que se presentaron en la naciente aldea, tales
como la llegada del agua el 12 de Noviembre 1912, a la plaza principal, hoy plaza de La
Concordia, por unos canales de guadua que venían desde “Los Alpes”, la finca del
fundador Heraclio Uribe Uribe. Los festejos fueron celebrados por los habitantes con
pólvora y aguardiente tapetusa, pelapinga o de contrabando y música soplada por la
banda de Senito Aguirre, el cual nadie menciona en las varias historias de Sevilla, a
pesar de haber sido el primero en presentar al pueblo una banda organizada por él como
director y clarinete mayor con sus doce muchachos.

Echeverri Carvajal nos cuenta que “durante las presentaciones de Senito todo el mundo
estaba que no cabía de la dicha”. La banda musical de Senito y sus hijos fue el primer
conjunto de banda de música soplada que llegó a Sevilla y que le costó a Echeverri una
pela de su papá porque lo habían mandado al pueblo por unas velas y se quedó
embelesado al pié de los músicos hasta cuando se acabó la función casi a la madrugada.

El sargento calambáz preparó la juventud sevillana para la guerra con el Perú

Autor Rafael Duque Naranjo

El primero de septiembre de 1932, el Alférez peruano Juan de la Rosa, asaltó con sus
soldados la población de Leticia, todo porque el intendente del Amazonas, un cachaco
bogotano llamado Alfredo Villamil Fajardo, le había quitado su mujer, una hermosa
mestiza apodada “La Pila”. El Alférez de la Rosa contó también en su incursión armada
con la colaboración de algunos trabajadores peruanos azuzados por el dueño de un
ingenio que se negaba a pagar derechos de aduana para exportar azúcar a Iquitos. Todo
conflicto internacional comienza por cualquier pendejada, me decía el amigo Libardo
Borja, quien fue jefe del “DAS” en la Guajira y se mantenía atento a los constantes
rifirrafes de colombianos y venezolanos.
La invasión prendió la llama patriótica en Bogotá y el senador conservador Laureano
Gómez dejó de atacar al presidente de la república Enrique Olaya Herrera con su
histórica sentencia: “Paz en el interior y guerra en las fronteras”. El general Vásquez
Cobo, candidato conservador derrotado por Olaya, se ofreció para dirigir “la expedición
punitiva” contra los peruanos y el otro candidato perdedor, el poeta de Popayán
Guillermo Valencia, exclamó: “Que bella es la paz pero no vale nada sin el honor”.

En Sevilla, un pintoresco militar retirado, el Sargento Calambáz, inició por mangas,


calles y por el camino a Tres Esquinas, los desfiles marciales y los simulacros de guerra
con la muchachada alborozada en vacaciones decretadas con pólvora y cartuchos de
fogueo. Aquellos delirantes reclutas nunca fueron a la guerra y se quedaron entonando
con Calambáz, un himno creado por ellos que decía: “Colombianos la patria nos llama.
A luchar por su vida y honor; es justicia lo que ella reclama. ¡Guerra a muerte al
peruano invasor!”.

Mi madre Inés Naranjo, entonces maestra de escuela en Sevilla por aquel 1932, me
contaba que el profesorado y la ciudadanía de todos los municipios del país entregaron
sus argollas de oro para financiar la guerra con el Perú. Las alhajas fueron fundidas y
convertidas en lingotes del Banco de la República que llegaron a pesar 400 kilos.

El general Luís Miguel Sánchez Cerro, presidente del Perú, apoyó la toma de Leticia y
el 18 de febrero de 1933 en un discurso incendiario como todos los suyos, incitó a sus
hordas de asaltantes para que se tomaran la legación colombiana. Ni cortos ni
perezosos, aquellos vándalos destrozaron los cristales, las ventanas y los muebles,
robando joyas, alfombras, platería y cuadros. El embajador Fabio Lozano y Lozano tuvo
que saltar por una ventana y se refugió en un rincón del sótano donde fue rescatado a las
3 de la mañana.

Durante los años cuarenta, los sevillanos aún recordamos en nuestra infancia la imagen
delgada y morena del loquito “Cascarilla” gritando: “Viva el partido Liberal y Olaya
Herrera. Muera el hijueputa de Sánchez Cerro.”

El general Sánchez Cerro creía que Colombia no tenía cómo defenderse por la ausencia
de vías terrestres y las distancias. Sin embargo, el equilibrio de fuerzas cambió cuando a
finales de diciembre de 1932, el general Vásquez Cobo, arribó a la desembocadura del
Amazonas con una flota de barcos viejos adquiridos en Europa. También apareció el
piloto alemán Herbert Boy acompañado de unos pocos aviadores colombianos de la
“Scadta” que adaptaron sus aviones comerciales para convertirlos en aviones de guerra.

La recuperación de Leticia se logró poco después de la muerte del general Sánchez


Cerro, quien fue asesinado por un joven cocinero aprista el 30 de abril de 1933 cuando
el dictador salía del Hipódromo de Lima donde acababa de pronunciar otro de sus
desaforados y patrioteros discursos. El general Oscar Benavides, sucesor de Sánchez
Cerro en la presidencia de la república del Perú y amigo de Alfonso López Pumarejo,
jefe del partido liberal, quien viajó a Lima con sus hijos Fernando y Alfonso López
Michelsen, acordó con el enviado colombiano la reparación de la casa de la legación, la
entrega de Leticia y la recuperación de la vigencia del Tratado Salomón – Lozano que
se encontraba firmado desde 1922 y que continua vigente.
La casa en el aire de Sevilla
Autor Rafael Duque Naranjo

El proyecto de ciudad virtual, una casa en el aire sevillano, creada y administrada por
Alirio Acevedo Sánchez, es un multimedio de comunicación que se llama EL
CIUDADANO (www.elciudadanoenlared.com) y que hasta hoy tiene algo así como
100.000 entradas en un año y medio de vida, dos mil lectores semanales vía E-mail y
5.000 visitas mensuales.

Al respecto, puedo dar testimonio del sin número de felicitaciones recibidas de todo el
mundo de muchos sevillanos residentes en el exterior, entre otros, de seres tan gratos
como Edison Álvarez desde los Estados Unidos, Beatriz Palmqvist desde Suecia y
Edgar Álzate desde Bogotá.

EL CIUDADANO entró a formar parte del único medio actual en la historia de nuestro
pueblo con todas las arandelas de la tecnología reinante. Atrás quedaron por allá en el
siglo pasado, la revista mensual CINCUENTENARIO de Pedro Emilio Gil y el
periódico semanal BATALLA de Everardo Valencia, no sin darle especial
reconocimiento a las memorias de los primeros años de fundación de Sevilla escritas en
manuscrito por Don Antonio María Gómez en el DIARIO que comenzó a escribir en
1904. Apenas estos cuatro medios nombrados son los únicos, entre muchos, que han
podido lograr supervivencia histórica y cultural en el municipio.

Volviendo a EL CIUDADANO cabe destacar el apoyo que ha recibido el fundador


Alirio Acevedo de su esposa Amparo López Otálvaro y su hijo Juan David, no sin antes
reconocer la entusiasta colaboración de sus amigos Jaime Andrés Echeverri, Diana
Garcés, Wilson Rendón, Lisandro Duque, Abelardo Giraldo y Alberto Ramos Garbiras,
en una aventura que se fue convirtiendo en realidad.

La empresa sigue tomando forma gracias a un acuerdo con Mauricio Martínez, director
de VIVANOTICIAS y del Canal Local 21 de Cable Unión de Occidente, para tener
dominio propio y ofrecer en emisión de prueba un portal (www.elciudadano.tk) que
retransmite audio y video de Vivanoticias, Emisora Juventud Stereo, Radio Sevilla y
demás medios del municipio.

Alirio nació en Sevilla un 27 de mayo de 1957, hizo su primaria en la Escuela Hugo


Toro Echeverri. Cursó bachillerato en el Colegio General Santander e ingresó a la
Universidad Santiago de Cali, la cual abandonó a la altura del tercer semestre para
emigrar hacia los Llanos Orientales donde vivió algo más de ocho años como regente de
farmacia del Hospital de Puerto López.

De regreso al Valle del Cauca se instaló en Cali donde se desempeñó como vendedor de
productos naturales hasta que un fatídico 23 de noviembre de 1990 fue sorprendido por
el perverso espíritu de la naturaleza humana que obrando con las manos criminales de
un asesino dio muerte a su señor padre Joel Antonio antes de llegar a su finca
“Buenavista” en la vereda de El Congal.

Alirio Acevedo quien es portador de un elevado sentir de dignidad humana, contrario a


todo rumbo de resentimiento, permanece dos años en Sevilla, mientras enfrenta los
problemas relacionados con la finca “Buenavista” y pensando en nuevos horizontes se
radica en Armenia para desempeñarse como comerciante independiente en el Centro
Comercial Popular de la capital del Quindío.

No hay efecto amable sin buena causa como reza la filosofía hermética y el fundador de
EL CIUDADANO es hijo de Joel Antonio Acevedo (1922-1990), un antioqueño de
principios nacido en Copacabana, siempre vinculado al campo como los demás
fundadores de ésta civilización de vertiente, además gran conocedor del valor de la
amistad, inquieto por la lectura, la biografía de los caudillos liberales y dueño de
profundas convicciones alrededor de la noble y querida familia que formó con María
Guillermina Sánchez,(1931-2001), educadora sevillana que estudió en el Liceo
Femenino de entonces, hizo su apostolado como maestra de escuela en San Marcos y
Canoas, fue dama gris de la Cruz Roja Colombiana, formó parte de la junta directiva del
ancianato San Vicente de Paúl y tenía un costurero comunitario donde desde el mes de
enero de todos los años acudía sin falta todos los jueves a elaborar las prendas para el
aguinaldo de los niños pobres. A los 24 años de edad se casó con Joel Antonio y tuvo
siete hijos: Esperanza, Alirio, Carmenza, Constanza, Joel Antonio y las mellizas María
Elena y Luz Clarena, a quienes siempre cuidó con especial esmero.

www.elciudadanoenlared.com
Contacto: elciudadano@colombia.com

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